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El Catoblepas, número 52, junio 2006
  El Catoblepasnúmero 52 • junio 2006 • página 17
Polémica

Rectificación final
sobre la eutanasia procesal indice de la polémica

José Antonio Cabo

Rectifico mi postura sumándome a la propuesta del materialismo filosófico

Hace algún tiempo Don José Manuel Rodríguez Pardo (números 28 –Eutanasia procesal y daños colaterales– y 35 –Eutanasia procesal, Derecho y Justicia– de El Catoblepas) y yo (números 27 –Sobre la «Eutanasia procesal»– y 34 –Sobre la ejecución de inocentes– de El Catoblepas) mantuvimos en estas páginas una polémica en torno a la eutanasia procesal y la pena de muerte.

En aquella ocasión, mi postura fue la de que la inevitable ejecución de algún inocente constituía motivo suficiente para mantener la abolición de la pena de muerte y para no instaurar la eutanasia procesal.

Dos años más tarde, sin embargo, mi posición ha cambiado y debo rectificar públicamente, a la par que expresar mi agradecimiento al Sr. Rodríguez Pardo, no sé si por sacarme de mis sueños dogmáticos (que a tanto no llego) pero sí al menos por señalarme las inconsistencias de una filosofía mundana que se centraba demasiado en lo subjetivo.

En suma, hoy pienso que no hay suficientes argumentos para mantener la abolición de las ejecuciones capitales y que la objeción de las víctimas inocentes no tiene el peso que convencionalmente se le concede.

Como quiera que dichas víctimas se producen sin intención, utilizarlas como argumento definitivo contra la pena de muerte vendría a ser algo parecido a pedir el desmantelamiento de la Seguridad Social utilizando para ello las cifras de muertos por negligencias y errores médicos (508 fallecidos en 2005 según la Asociación El Defensor del Paciente).

Además, como bien señala José Manuel Rodríguez Pardo, en el caso de la eutanasia procesal, destinada a asesinos convictos y confesos, el porcentaje de errores judiciales sería prácticamente nulo. ¿Cómo no apoyar la eutanasia procesal para individuos humanos que hacen gala (como el etarra «Chapote» durante el juicio por el asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco) de la más absoluta imbecilidad moral?

Resulta particularmente adecuada la referencia que el Sr. Rodríguez Pardo hace a EE UU y su mantenimiento de la pena de muerte, desde posiciones ideológicas netamente liberales e incluso individualistas.

Baste decir que en dicho país la mayor parte de la cuidadanía entiende que el asesino, al asesinar a su víctima, cobra una ventaja ilegítima sobre ésta, y que en justicia, siendo imposible devolverle la vida, la única restitución del equilibrio pasa por la ejecución del criminal.

Rectifico mi postura, pues, sumándome a la propuesta del materialismo filosófico, y de nuevo me lamento de que este tema siga, salvo honrosas excepciones, siendo tabú entre ciudadanos supuestamente libres y que deberían poder debatir cualquier cuestión sin censuras ni autocensuras.

 

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