David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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Marchando a la guerra

La invasión de Granada por la administración de Reagan y la guerra de los contra en Nicaragua no causó entusiasmo universal en las misiones evangélicas. Existían razones morales, pero la principal consideración era la supervivencia. Con la derrota norteamericana en Vietnam, un espectro más amplio de evangélicos reconoció el costo de asociarse con las políticas exteriores de Washington. Las ventajas de desasociarse de éstas fueron subrayadas por las investigaciones de 1975 sobre el uso de misioneros por la CIA.{28} Cuando el Presidente Reagan aflojó las restricciones sobre la agencia seis años más tarde, los directores misioneros tuvieron miedo de que la CIA interviniese nuevamente en su trabajo. El consejo misionero de los Bautistas del Sur pidió al Congreso que prohibiera a la agencia formar frentes misioneros.{29}

Después de Vietnam, muchos evangélicos concluyeron que Dios estaba humillando a los Estados Unidos por sus pecados. Para los moderados, la atmósfera de arrepentimiento brindó la oportunidad para diseminar sus críticas. Al paso de la campaña por los derechos humanos del Presidente Jimmy Carter, sugirieron que tal vez Dios pretendía que los cristianos escucharan a las víctimas de la opresión, aún si éstas vivían bajo gobiernos pro-americanos. Tal vez Dios no quiso decir que Romanos 13:1 (Someteos todos a las autoridades que os gobiernan, pues no hay autoridad que no proceda de Dios) se aplicase a cualquier régimen anticomunista que hubiese acogido a los evangélicos, sin importar lo que éste hiciera a su gente.{30}

Tales críticos continuaban siendo teológicamente conservadores. Insistían, por ejemplo, en que el único camino para el desarrollo social [183] era la fe en Jesucristo. También rehusaban apoyar la violencia revolucionaria, pero comprendían cómo se originó. Una pareja de la Misión Latinoamericana informó de su fracaso al impedir que un terrateniente quitase los derechos de agua a una comunidad campesina: «Al no ser violentos, consentimos la destrucción de veinte familias.»{31} Al igual que esta pareja, algunos misioneros trataron de explicar el contexto social de la rebelión a sus patrocinadores norteamericanos y criticaron las políticas estadounidenses.

La derecha religiosa sacó conclusiones diferentes sobre la Guerra de Vietnam. Los predicadores advertían que si los Estados Unidos no restauraban su poder militar, el comunismo seguiría conquistando al mundo. Por consiguiente, era obvio quién era el culpable cuando América Central estalló a finales de los años setenta. La guerra estaba lo suficientemente cerca como para insistir en que los mismos Estados Unidos estaban en peligro: si no se hacía nada, la frontera sur del país estaría inundada por millones de refugiados entremezclados con terroristas. La derecha religiosa creía que aún el cristianismo estaba en peligro, debido a que las revoluciones marxistas inevitablemente se volvían contra las iglesias, por ser su más grande enemigo. Algunos afirmaban que, junto con el Medio Oriente, América Central era uno de los dos lugares en el mundo para los cuales el Señor tenía planes especiales. La religión evangélica era la última línea de defensa de América Latina.

Los grupos de la antigua derecha religiosa que se remontan a la era McCarthy eran una fuente para esta clase de pensamiento. Con poca experiencia en América Central, hablaban como si estuvieran regresando a los días de su juventud para repeler a las hordas rojas en Corea. A diferencia de las organizaciones que proclamaban una nota anticomunista ocasional, pero que se concentraban en lo espiritual, éstos realizaban referencias ocasionales sobre la salvación y se concentraban en combatir al comunismo.

La más extremista, la Cruzada Cristiana de Billy James Hargis, defendió a los escuadrones de la muerte en El Salvador y detectó conspiraciones nazis en el Kremlin.{32} Billy no parecía estar tan activo en el campo, debido tal vez a que se estaba recuperando de un escándalo sobre su seducción a estudiantes de ambos sexos en su instituto bíblico.{33} [184] Desde Glendale, California, el Dr. Steuart McBirnie, de la radio «Voz del Americanismo», solicitó contribuciones para distribuir millones de copias del Catecismo Revolucionario de Sergey Nechayev. McBirnie sentía que esta obra, un manual anarquista que se remonta a 1869, vacunaría a los centroamericanos contra las promesas falsas del comunismo.{34} El era un miembro de la Coalición para la Libertad Mundial, una organización fundada por el General John Singlaub, uno de los agentes de la administración de Reagan encargado de organizar a mercenarios y a hombres de Dios para ayudar a los contras nicaragüenses.{35}

El más activo de los grupos de la antigua derecha religiosa en América Central era la Cruzada Cristiana Anti-comunista del Dr. Fred Schwarz. Los oficiales de El Salvador, Honduras y Guatemala aceptaron el apoyo ideológico proporcionado por los catedráticos de la cruzada, cuyos escritos eran distribuidos tanto por la policía costarricense como por los ejércitos salvadoreños y guatemaltecos entre sus filas. La cruzada mantuvo seminarios para gran parte de los pastores evangélicos en los tres países y reportó cálidas recepciones por parte de la Alianza Nacional de Evangélicos en El Salvador, de la Alianza Ministerial de Costa Rica, y de dos oficiales del Departamento Salvadoreño de la Guerra Psicológica.{36}

Otros grupos anticomunistas interesados en América Latina, especialmente en Cuba y Nicaragua, se especializaban en las iglesias perseguidas. Conocidos como contrabandistas de Biblias por el público evangélico, encontraron su llamado cuando se cerraron las fronteras de Europa Oriental durante la Guerra Fría. Su símbolo favorito era el alambre de púas sobre el Muro de Berlín. Debido a la naturaleza secreta de su trabajo, ocupaban un rincón oscuro del movimiento misionero. Para penetrar fronteras cerradas, algunos adoptaron tácticas extrañas tales como el descargar folletos en las corrientes oceánicas, o enviarlos por medio de globos. Una figura recurrente era el pastor refugiado, un hombre que afirmaba haber escapado por los pelos de sus perseguidores ateos. Ahora que milagrosamente había llegado a occidente con su testimonio increíble, lo estaba utilizando para competir por fondos contra otros refugiados cristianos con sus propias historias dramáticas.{*}

En América Latina, la organización más activa de esta clase era Puertas Abiertas con el Hermano Andrés, fundada por el contrabandista bíblico más atractivo y respetable. Un holandés que operaba bajo un seudónimo, el Hermano Andrés, había encontrado su llamado en la Europa Oriental de los años cincuenta. No contento con contrabandear literatura religiosa sobre las fronteras, tomó la ofensiva durante la década de 1970, trasladándose hacia Asia, Africa y América Latina, con el fin de preparar a la iglesia para la persecución en cualquier lugar en el que pudiera ser amenazada. La idea era establecer «sistemas de entrega» para la literatura cristiana antes de que los países cayeran bajo el dominio comunista y de que comenzase la persecución.{37} En sentido general, el programa demandaba la organización de los cristianos para que se opusieran a todo movimiento revolucionario en el Tercer Mundo.

Antes de que el Hermano Andrés se convirtiese en misionero, se familiarizó personalmente con la realidad de defender los intereses occidentales. Como soldado holandés que luchaba contra el movimiento de independencia en Indonesia, participó en una masacre de civiles.{38} Sin embargo, a pesar de esta experiencia desmoralizadora, continuó interpretando el conflicto social en todo el mundo de acuerdo a la misma rígida perspectiva oriente-occidente. «Dios tiene su mano especialmente en los Estados Unidos de América», explicaba, «porque aquí se encuentra todo el potencial para la evangelización mundial, y la evangelización mundial es el principal objetivo de Dios. [186] Dios protegerá a cualquier nación en la que vea el potencial para la evangelización mundial. No tengo que estar de acuerdo con su presidente o con su forma de capitalismo, pero tengo que aprender a mirar a ese país en la forma en que Dios lo ve».{39} Tan interesado estaba el Hermano Andrés por ver al mundo en la forma en que Dios lo hacía que, en 1978, su directorio incluía a un general retirado del ejército estadounidense, Raymond O. Miller, y a un ex-secretario de la Marina, J. William Middendorf, que pronto se convertiría en el embajador de la administración de Reagan ante la Organización de Estados Americanos.{40}

Los transmisores más visibles de la ideología de la derecha religiosa eran los evangelistas de la televisión pentecostal. Ellos eran, por la naturaleza de su empresa, capitalistas de mucho éxito, generalmente de procedencia humilde, que por la fuerza de su personalidad y la perspicacia para los negocios, habían construido imperios de medios de comunicación. Presentando su éxito como una bendición divina, prometían a su público que ellos también podían recibir abundantes bendiciones del Señor. Lo que muchas veces parecía haber sido pasado por alto en sus mensajes era el arrepentimiento y el esfuerzo moral. Más allá de su discurso de redención y milagro, su cristianismo era una mezcla armoniosa de patriotismo, capitalismo y anticomunismo, en una versión renacida de la religión civil de los Estados Unidos.

Como hemos visto, los televangelistas no reinaban sin crítica en la comunidad evangélica: muchos líderes con recursos menos espectaculares desconfiaban de ellos. Se resentían, particularmente, por los cientos de millones de dólares que habían sangrado a los feligreses norteamericanos para la mayor gloria de sus ministerios. Los televangelistas justificaban su apetito por contribuciones apelando a la necesidad del evangelismo. Pero a juzgar por los estudios de sus televidentes, su audiencia era principalmente evangélica, lo que sugería que no ganaban muchos neófitos. Al buscar una función alternativa, proclamaban «reforzar» a los creyentes existentes. De acuerdo a las críticas, lo que reforzaban era la insatisfacción de sus televidentes con sus propias congregaciones. Su ejemplo estimuló a los televidentes a acudir a pastores que, en su estilo de culto y doctrina, imitaban a la televisión.{41} [187]

En América Latina, el impacto de los televangelistas sobre la vida de la iglesia no estaba claro. La mayoría de la población carecía de acceso a la televisión, por un lado, dejándolos para los evangelistas de la radio como el relativamente apolítico Paul Finkenbinder (Hermano Pablo), que operaba desde Costa Mesa, California. Pero aquellas personas que sí miraban la televisión tenían pocos canales entre los que escoger, por lo que era probable que lo sintonizaran. De las tres personalidades de televisión que lograron una sustancial penetración, uno era Pat Robertson, fundador de la Cadena Cristiana de Difusión y candidato para presidente de los Estados Unidos. Otro era Jim Bakker del Club PTL, expulsado de las Asambleas de Dios en 1987 por abusos sexuales y financieros.

El tercero y más conocido televangelista en América Latina de finales de los años ochenta era Jimmy Swaggart, el pastor de las Asambleas que publicó los cargos en contra de Bakker. Swaggart afirmaba llevar sus avivamientos al aire en más de 3.000 estaciones, en más de 140 países y a un desconcertante total de medio billón de personas, incluyendo el 70% de la población de El Salvador.{42} Los Ministerios de Jimmy Swaggart eran una organización independiente, con base en Baton Rouge, Louisiana, pero también era el colaborador más grande de las misiones exteriores de las Asambleas. Entregó 7,9 millones de dólares en 1984 y 12 millones en 1986{43} y decía mantener a más de seiscientos misioneros.

En América Central, los Ministerios de Jimmy Swaggart eran conocidos por trabajar tan estrechamente con las Asambleas de Dios que difícilmente se podían distinguir entre los dos. La idea era construir iglesias locales para las Asambleas, tal vez la denominación más grande de la región. La asociación incluía la construcción de nuevos y hermosos santuarios para las congregaciones centrales. Comparadas con las modestas dimensiones de la mayor parte de los templos evangélicos, estas estructuras, subsidiadas por Jimmy Swaggart, podían parecer catedrales. Existían institutos bíblicos para entrenar a nuevos líderes nacionales, mantenidos también por Jimmy Swaggart. Y en los barrios pobres, existían escuelas Jimmy Swaggart, para dar a los niños comidas calientes, vestuario, educación, y crecimiento espiritual.{44} [188]

Al filmar un activo programa de cruzadas, Swaggart se convirtió en un héroe para su público en los Estados Unidos y en América Latina. De vuelta en la televisión norteamericana, utilizó la filmación para atraer parte de los 150 millones de dólares anuales con los que operaba a principios de 1988. Parte de este dinero fue a América Latina, no solamente para organizar nuevas cruzadas y para promover a las Asambleas, sino para comprar espacios en los canales de televisión y dar aún más publicidad a su ministerio.

Fue un gran arreglo. Las imágenes de Jimmy Swaggart desenvainando su espada evangélica en países no salvados y destruidos atraía dólares norteamericanos para la construcción de las Asambleas allí. Las misiones de las Asambleas se estaban beneficiando no sólo de sus contribuciones sino de su imagen poderosa. Era el estilo de renacimiento más dinámico en el negocio, lo que Swaggart consideraba como su unción en el Espíritu Santo. La cadena resultante de cruzadas y la compra de espacios de televisión le dio el perfil más alto en la región. En una encuesta de las audiencias centroamericanas, tenía el más alto reconocimiento de nombre, era el más sintonizado de cuatro programas populares, y generaba los más altos niveles de confianza entre los sectores más pobres del público.{45}

El impacto de Jimmy Swaggart sobre la conciencia popular no estaba claro. Atacaba a la Iglesia Católica más abiertamente que los otros evangelistas famosos. Su perspectiva política sobre la región era bastante primitiva; derivaba principalmente de la retórica reaganista en contra de la Unión Soviética. Como resultado, la derecha religiosa consideraba a Jimmy Swaggart como su baluarte más fuerte contra el comunismo en América Latina. En 1987, fue recibido por el Presidente José Napoleón Duarte en El Salvador y por el General Augusto Pinochet en Chile.

«La historia tratará a las medidas que usted tomó años atrás para detener al comunismo aquí en Chile como uno de los grandes actos de este siglo», dijo a Pinochet, refiriéndose al sangriento golpe que llevó a este último al poder. «Diremos al mundo que Chile es un país libre.»{46} Al año siguiente, fue recibido por el Presidente Daniel Ortega en Managua, Nicaragua. [189] Al igual que para Pinochet, Swaggart pidió a los evangélicos que rezasen por su líder y pidió a Dios que lo bendijese.

Notas

{*} La capital de este sector de misión cristiana era Glendale, California, el hogar de un grupo llamado Evangelismo Subterráneo (UE). El fundador y presidente de UE, L. Joe Bass, comenzó su obra a principios de los años sesenta. Logró ser filmado predicando en los mítines de avivamiento de otro evangelista en Yugoslavia. De vuelta en los Estados Unidos, convirtió a la película en una historia de persecución religiosa que utilizó luego para solicitar dinero de iglesias. Para mantener la operación, Bass consiguió a refugiados recién llegados con testimonios prometedores. En 1973, uno de estos cristianos, un marinero soviético que había desertado de su barco, se mató accidentalmente mientras jugaba a la ruleta rusa con su novia pentecostal en la cama.

Otros dos socios de Bass decidieron fundar sus propias organizaciones, Richard Wurmbrand (de Jesús para el Mundo Comunista) y Haralan Popov (de Evangelismo para las Tierras Comunistas). Los desacuerdos entre el clan Wurmbrand ($5,8 millones en 1977) y Bass ($8,2 millones ese mismo año) culminaron con demandas recíprocas después de que el primero acusó al último de mentir a los colaboradores, de malversación de fondos, y de participar en orgías sexuales. En 1985, Bass y otra de sus organizaciones, Auxilio Cristiano Internacional, obtuvieron notoriedad una vez más, al malversar fondos solicitados para las víctimas de la hambruna etíope (Christianity Today, 13 de abril de 1973, pp. 44-47; 2 de marzo de 1979, pp. 50-57; y 1º de marzo de 1985, pp. 36-39).

{28} «Prohibiting Federal Intelligence Agency Involvement with the Clergy», Congressional Record, Senate, 121 (185), 15 de diciembre de 1975.

{29} «No CIA Involvement», Christian Century, 6 de enero de 1982, p. 9. Anita Bowden, «CIA Assures It Won't Use Missionaries», Commission, agosto de 1982, pp. 68-69.

{30} Hesselgrave 1979: 26-27; y Ralph Covell, «Evangelicals and Totalitarian Governments», en Hesselgrave 1979: 69-72. Romans 13: l.

{31} Charles y Lois Troutman, «We Don't Believe in Violence But...», His (Madison, Wis., Inter-Varsity Christian Fellowship), diciembre de 1983, pp. 16-17.

{32} Bill Sampson, «El Salvador Again», Christian Crusade (Tulsa, Oklahoma), mayo de 1984, p. 2. Billy James Hargis, «Are We Facing Victory or Defeat in El Salvador, Central America?» Christian Crusade, junio de 1984, p. 14.

{33} Edward E. Plowman, «The Rise and Fall of Billy James», Christianity Today, 27 de febrero de 1976, pp. 42-43.

{34} W. Steuart McBirnie, «What You Should Know about the Growing Communist Threat in Central America» [folleto] Glendale, California: United Community Churches of America, c. 1983, pp. 3-5.

{35} Barry et al 1986: 16, 19-20, 51.

{36} Christian Anti-Communism Crusade (Long Beach, California), 1º de diciembre de 1983 (p. 3); 1º de abril de 1984 (pp. 6-8); 15 de agosto de 1984 (p. 1); 15 de marzo de 1985 (p. 3); y 15 de mayo de 1986 (p. 3).

{37} Conn 1977: 40.

{38} Sherrills 1967: 14, 19.

{39} Brother Andrew 1981: 82-83.

{40} Open Doors, mayo-junio de 1978, p. 23.

{41} Dennis Smith, reseña mecanografiada de Peter Horsfield, Religious Television: The American Experience, New York: Longman, Inc., 1984.

{42} Estimado un 70% por Resource Center 1988c: 38.

{43} División de Misiones Extranjeras de las Asambleas de Dios, 1985 Annual Report, p. 3. «Swaggart Says He Sinned, Will Stop Preaching», San Francisco Chronicle, 21 de febrero de 1988, p. 1-ss.

{44} Estadísticas de «Jimmy Swaggart Ministries» [folleto], Baton Rouge, Louisiana, 1986.

{45} Smith y Ruiz 1987: 143, 145, 155.

{46} Plutarco Bonilla, «Comunicación y Evangelio», Pastoralia, julio de 1987, pp. 8-9. Para mayor información sobre el evangelismo de difusión, especialmente en Brasil, véase Assman 1987.

 

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