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Resistiéndose a la guerra
Los de fuera podrían tener dificultad en distinguir entre el movimiento misionero y la derecha religiosa. Ciertamente, los dos se sobreponían: al igual que cualquier tendencia política dentro del evangelismo norteamericano, la derecha religiosa se extendió hacia las misiones. Los dos movimientos utilizaban el lenguaje del evangelismo y eran propensos a caer en metáforas militares. Admiraban a algunos de los mismos líderes evangélicos, obtenían su apoyo de algunas de las mismas iglesias norteamericanas, y compartían algunos de los mismos temores sobre América Latina. Sin embargo, cuando la derecha religiosa trataba de reclutar a las misiones para su agenda política, éstas se resistían debido a que tenían sus propios intereses.
Las agencias establecidas generalmente estaban dirigidas por hombres mayores, que habían pasado mucho tiempo en América Latina. Decían ser apolíticos, evitaban hablar sobre asuntos controvertidos, y deseaban concentrarse en su mensaje religioso, generalmente apolítico, al menos en apariencia. A diferencia de los activistas de la derecha religiosa, que tendían a ser nuevos en América Latina y que buscaban iglesias locales para patrocinar, estos hombres ya tenían su gente a quien proteger. Sabían que las intervenciones militares norteamericanas podían hacer imposible que ellos continuasen. Después de que la administración de Reagan bombardeó Libia en 1986, los misioneros a lo largo del Norte del Africa y del Medio Oriente fueron forzados a contener sus ya restringidas actividades, incluso a dejar sus misiones. Los misioneros experimentados en América Latina no querían sufrir más reacciones de las que ya habían sufrido. Su actitud frente a un conflicto político era: quedemos fuera de éste; no queremos entrar en problemas.
La misma actitud prevalecía en las dos principales asociaciones misioneras. La Asociación Interdenominacional de Misión Extranjera (IFMA) se originó en 1917 como un producto de la división fundamentalista de las denominaciones históricas. Consistía únicamente de misiones de fe, esto es, organismos no-denominacionales que obtenían a sus [190] reclutas y fondos de una variedad de iglesias conservadoras. La Asociación Evangélica de Misiones Extranjeras (EFMA) incluía tanto a denominaciones conservadoras como a misiones de fe: fue organizada por la Asociación Nacional de Evangélicos en los años cuarenta. A pesar de que inicialmente IFMA se resistía a trabajar con EFMA, durante la década de 1960 las dos cooperaron en empresas conjuntas, y juntas formaron la corriente principal de las misiones evangélicas.{**}
Estos eran organismos conservadores, recelosos de la contaminación teológica, incluso en las conferencias auspiciadas por Billy Graham y por los centros de estudio misionológico del sur de California. Los dos cubrían aproximadamente el mismo espectro fundamentalista-evangélico en términos de teología (a pesar de que IFMA no incluía a pentecostales y carismáticos). Pero en relación a la política, el conservadorismo significaba precaución. Por ejemplo, durante los años setenta, EFMA rechazó una solicitud de membrecía de Puertas Abiertas con el Hermano Andrés. Los miembros de EFMA también contrabandeaban literatura cristiana hacia los países cerrados cuando otras tácticas fracasaban. Pero la práctica del Hermano Andrés de publicar sus proezas para estimular a los sostenedores podría conllevar a represalias en contra de sus propios esfuerzos. La opinión de las dos asociaciones era la de apaciguar a los gobiernos hostiles, no de enfrentarlos.
La Confraternidad Evangélica Internacional (WEF), otro integrador del movimiento misionero y de su descendencia en el Tercer Mundo, compartía la misma precaución. Originalmente con base en Europa, la oficina central de WEF se trasladó a los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial con la ayuda de la Asociación Nacional de Evangélicos. Uno de sus logros fue la idea de «alianzas evangélicas» o «consejos», asociaciones libres de organismos independientes que surgieron [191] en la mayor parte de países. Sin embargo, WEF fue lenta en conseguir afiliados en América Latina; los evangélicos en Africa, India y el Lejano Oriente demostraron más entusiasmo, y durante los años ochenta sus oficinas centrales se trasladaron a Singapur.{47} Los integrantes de WEF iban desde la Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo hasta los teólogos de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, un espectro que fue capaz de mantener al evitar las posiciones políticas.
EFMA, IFMA y WEF no incluían a algunos de los grupos más politizados, las misiones carismáticas inspiradas por la última lluvia y el movimiento de restauración. Estos últimos movimientos del Espíritu Santo tendían a administrar a sus misioneros en otra forma. Cada congregación se convertía en una «iglesia de envío», despachando a sus propios miembros al campo. Un resultado común, según las misiones más establecidas, eran misioneros que operaban sin dirección o apoyo adecuado. Tales misioneros eran más propensos a adherirse a los imperativos fundamentalistas de su iglesia de origen y eran menos influenciados por la misionología.
La prueba más obvia para comprobar si una misión era o no parte de la derecha religiosa era si identificaba al evangelismo con los intereses norteamericanos; si reiteraba los temas propagandísticos de los reaganistas; y si apoyaban su guerra en América Central. Una señal de que los misioneros no se identificaban con la derecha religiosa era la preocupación por las repercusiones contra sus iglesias. A pesar de que dichos misioneros temían al comunismo tanto como lo hacía la derecha religiosa, eran menos propensos a concebir a su gobierno como al ejército del Señor yendo al rescate. Más bien, muchos reconocían que la intervención estadounidense era parte del problema.
Estas eran diferencias significativas. Pero podía ser difícil distinguir entre los misioneros inmersos en la derecha religiosa y aquellos que no lo estaban. Las diferencias políticas dividían a las organizaciones misioneras y eran el tema de debates internos, aunque escasamente reportados. Las misiones y sus miembros también mostraban caras distintas en situaciones distintas y cambiaban con el tiempo, de manera que no podían ser congelados en una categoría. Cuando una agencia habitualmente cautelosa se encontraba en crisis, los miembros podían actuar de acuerdo [192] a la ocasión, con un comportamiento que generalmente evitaban. Ese fue el caso de los Traductores Wycliffe de la Biblia en Guatemala, varios de cuyos miembros sirvieron informalmente como asesores de pacificación para el ejército guatemalteco en 1982-1983.
Con tales advertencias en mente, una forma de visualizar la influencia de la derecha religiosa en el movimiento misionero era en términos de una serie de círculos concéntricos. En el centro se encontraban los grupos que promocionaban la guerra reaganista de los contra en Nicaragua, incluyendo a Cadena Cristiana de Difusión de Pat Robertson y a pequeños grupos carismáticos como la Maranatha y las Misiones Transmundiales. En el segundo anillo se encontraban las agencias que se abstenían del apoyo explícito para los contras, pero que se identificaban tan estrechamente con los intereses norteamericanos, que hacían que el evangelismo pareciera una póliza de seguros geopolítica para los evangélicos norteamericanos; Puertas Abiertas con el Hermano Andrés era buen ejemplo. En el tercer anillo figuraban agencias que, al igual que las dos primeras, tenían vínculos definitivos con la derecha religiosa y apoyaban la política reaganista en América Central. Pero eran menos propensos a identificarse explícitamente con la causa, esforzándose más bien para mantener un frente apolítico. La Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo era un ejemplo, Juventud con una Misión era otro, y también lo eran las Asambleas de Dios.
En el cuarto anillo estaban organizaciones igualmente conservadoras que, debido tal vez a su larga experiencia en América Latina, era más probable que demostraran disconformidad con la derecha religiosa y con la administración de Reagan. A esta categoría pertenecían los Bautistas del Sur, junto con muchas otras misiones de fe como la Misión Centroamericana y dos de los nuevos grupos de mayor influencia, el Servicio Evangelizador para América Latina (SEPAL) y la Cruzada Luis Palau. Aquí se encontraba la mayor parte del liderazgo misionero. En el quinto anillo estaban aquellos grupos que demostraban una mayor oposición a la derecha religiosa. Incluía a dos de las más establecidas organizaciones de auxilio y desarrollo, Visión Mundial y Auxilio Mundial, la Misión Latinoamericana y las varias misiones menonitas.
Notas
{**} Entre los miembros de IFMA constaban la Central American Mission (CAM Internacional), Gospel Missionary Union, South American Mission, World Literature Crusade, y World Radio Missionary Fellowship. La EFMA incluía a Christian and Missionary Alliance, Church of God (Cleveland, Tennessee), Compassion International, Foursquare Missions International, Latin America Mission, Luis Palau Evangelistic Team, Nazarene Division of World Mission, OMS International, Overseas Crusades, World Concern, World Vision, y Youth for Christ International. Algunos grupos, como Mission Aviation Fellowship y Trans World Radio, pertenecían a ambos.
{47} Entrevista del autor a Wade Coggins, director ejecutivo de EFMA, 27 de octubre de 1986.
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