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El Catoblepas, número 106, diciembre 2010
  El Catoblepasnúmero 106 • diciembre 2010 • página 13
Libros

Séneca en Auschwitz

Felipe Giménez Pérez

Sobre el libro de Raúl Fernández Vítores, Séneca en Auschwitz, la escritura culpable, Páginas de Espuma, Madrid 2010, 107 páginas

Raúl Fernández Vítores, Séneca en Auschwitz, Madrid 2010 El profesor Raúl Fernández Vítores pretende reflexionar filosóficamente sobre Auschwitz y el fenómeno del Holocausto. Pretende comprender el fenómeno singular Auschwitz. El libro es breve pero está muy lleno de referencias y no tiene párrafos. Es un inmenso párrafo que se extiende desde la primera hasta la última página.

El autor pretende decir muchas cosas, demasiadas cosas en muy pocas páginas. Es como él mismo reconoce de alguna manera una logorrea. Tiene a mi juicio un exceso de polimatía. Demasiadas digresiones y excursiones a terrenos colindantes con el asunto del Holocausto que nos hacen perder la atención respecto al tema principal: Auschwitz. Demasiados asuntos apuntados e insinuados para tan poco espacio y todo ello muy apretadamente en 107 páginas compactas y sin párrafos. No hay puntos aparte en tal libro.

Raúl Fernández Vítores se apoya en Séneca para reflexionar desde el estoicismo sobre nuestra época contemporánea –la época del control como la llama él– «Auschwitz es nuestro peccatum originale. Es el acontecimiento que abre la época posmoderna, haciendo incompatibles humanismo y razón» (pág. 23). Referencias a Foucault y a Marx completan el discurso de Raúl Fernández Vítores para ayudarle a pensar Auschwitz. Según él «Desde la perspectiva de Auschwitz y el gulag todo proyecto resulta obsceno» (pág. 24). Sólo nos queda pues el nihilismo postmoderno. De hecho, Raúl Fernández Vítores se sitúa en la escuela filosófica postmoderna de Foucault, Deleuze, &c., para interpretar nuestro presente y por supuesto, Auschwitz.

Establece Raúl Fernández Vítores una estrecha conexión entre capitalismo, nazismo, Estado del Bienestar y Holocausto. Se utilizan los conceptos marxistas de subsunción formal del trabajo en el capital y de subsunción real del trabajo en el capital, plusvalía absoluta y plusvalía relativa para explicar el contexto material en el que ha tenido lugar el fenómeno de Auschwitz.

La máquina ha ido desplazando al obrero. La plusvalía relativa ha ido imponiéndose sobre la plusvalía absoluta. La muerte del hombre de la que hablaba Foucault corresponde a la pérdida de importancia del hombre en la producción industrial: «la máquina ha ido desplazando progresivamente al hombre como fuente de energía y objeto de saber y control. Las máquinas producen más y mejor, son también rentables y, sin duda, mucho menos problemáticas que cualquier hombre» (pág. 33). Así tiene lugar una creciente superfluidad del trabajo humano. El hombre ha muerto como objeto de estudio y de conocimiento. El humanismo ha sido sustituido por los saberes prácticos ingenieriles. Uno de estos saberes fundamentales de nuestra época es la ecología. «Pues el humanismo ha sido reemplazado por una suerte de ecologismo, que es la verdadera ideología de nuestro tiempo» (pág. 35). Hemos pasado de la sociedad disciplinaria a la sociedad del control. «El nacionalsocialismo bien puede ser considerado el paroxismo del biopoder, pero a nuestro entender anuncia el advenimiento de otra cosa, la aparición de algo totalmente nuevo: tanatopoder; prenuncia no la aparición de dispositivos ocasionalmente genocidas, que buscan la preservación de un tipo de vida en detrimento de otro, sino de dispositivos que buscan directamente la muerte de grupos humanos enteros y sólo coyunturalmente la vida del perpetrador.» (pág. 40). Esto está inspirado en las lecciones impartidas sobre biopoder y biopolítica en el Colegio de Francia por Michel Foucault en 1976. La biopolítica se expresa en la eugenesia y la tanatopolítica en la eutanasia y en el genocidio. ¿Y por qué no añadir el aborto como práctica masiva propia de la tanatopolítica de los Estados burgueses contemporáneos o sociedades del control? ¿Acaso no es inquietante esa conexión entre nazismo, nacionalsocialismo y socialfascismo, vulgo socialdemocracia o progresismo en estos terrenos de la tanatopolítica?

«El Estado capitalista moderno es, desde el principio, eugenésico». Afirma Raúl Fernández Vítores. Cada vez es más superfluo el trabajador humano frente a la máquina y sobran más los hombres. La esterilización y la eutanasia intentan administrar esa masa humana sobrante. Tal vez por tal razón también las políticas antinatalistas tengan algo que ver con esto y sobre todo el aborto entendido ya como un derecho para fomentar su práctica generalizada y universal por parte de la población con el fin de ir eliminando la población excedente, el residuo. La socialdemocracia actual ha heredado de los nazis el gusto por la eutanasia y el aborto como procedimientos de su tanatopolítica actual en el caso español, pongo por caso. Es que el nazismo fue una deriva demagógica hacia el Estado del Bienestar al igual que la política socialdemócrata fue una deriva reformista fundamentalista democrática después de 1945 en dirección al perfeccionamiento del Estado del Bienestar. Raúl Fernández Vítores sostiene que «el Estado posmoderno no es accidentalmente asesino sino substancialmente genocida.» (pág. 49).

Auschwitz es la materialización de la sociedad de control del Bienestar, la combinación entre trabajo y exterminio industrial. La aniquilación del ciudadano por parte del Estado es la tentación permanente del Estado.

«el Holocausto es singular porque se produce en el corazón del garantismo universal, infartándolo. El Holocausto es singular porque se produce dentro de un modo de explotación, el capitalismo, que ha efectuado la universalización de las garantías.» (pág. 47.)

Entonces, el capitalismo contemporáneo de la sociedad del control, del capital más avanzado, de la subsunción real del trabajo en el capital es genocida. El Estado se vuelve contra la vida de sus ciudadanos, de su población. En la sociedad disciplinaria, el Estado era garantista y garantizaba la vida humana. En la sociedad de control la vida misma del hombre está en tela de juicio. Si los hombres sobran, el exceso de hombres, los residuos deben ser eliminados de alguna manera por parte del Estado burgués. Las sociedades disciplinarias querían fabricar obreros útiles para la industria. Las sociedades del control ya ni se molestan en eso, no hacen falta tantos obreros. La sociedad disciplinaria quería curar, reinsertar, reformar. La sociedad del control hace ya tiempo que ha renunciado a eso. «En las sociedades de control no se cura ni se reforma a los hombres, se los distribuye, facilitando su dispersión y, en última instancia, su desaparición» (pág. 37).

Se trata de decir la verdad, ni amar ni odiar, sólo comprender. He aquí la propuesta intelectual, teórica de Raúl Fernández Vítores respecto al Holocausto y respecto a Auschwitz: Nada de sentimentalismo:

«Decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Es preciso restituirla, por desagradable que sea, si no queremos quedar suspendidos indefinidamente en mitad de la nada, expresándonos como fantasmas en un discurso antiguo y justo, pero fofo y sin fundamento. Europa tiene que bajar a los infiernos; no puede seguir invocando los valores ilustrados dando la espalda al acontecimiento que la pone en evidencia, de sobra conocemos los monstruos que produce semejante huida hacia delante, y la verdad es que hubo el Holocausto y que el otro socialismo fue todavía más mortífero. ¿No habrá que empezar por reconocer tales hechos? Conocer el crimen que dañó –por decirlo con Adorno– nuestra escritura, nuestro lenguaje, nuestra vida. Volver al lugar del crimen, al origen del trauma, volver a Auschwitz. No para condenarlo por enésima vez, sino para comprenderlo. Genocidio: Estado.» (pág. 50.)

Se trata de comprender Auschwitz «Negarnos a dar una explicación de Auschwitz es negarnos la posibilidad de superarlo como trauma y amenaza» (pág. 50).

La misma sociedad capitalista garantista, el mismo Estado burgués que garantizaba las libertades individuales y los derechos humanos es quien ahora busca nuestra extinción. El obrero se ha convertido el un residuo incómodo que sobra y para el que la tanatopolítica busca una solución adecuada. Estamos en una sociedad capitalista que produjo Auschwitz. Ese es el peligro que corremos si nos olvidamos de Auschwitz, el riesgo de no poder superar los riesgos y traumas de Auschwitz.

Es bueno y conveniente reflexionar filosóficamente sobre Auschwitz y el fenómeno del Holocausto y del nazismo. Ni odiar ni amar, sólo comprender. Nada de sentimentalizar todos estos asuntos, que no ayudan a comprender las cosas tal y como son. Este libro aparecido en España ayuda a caminar por la senda de una correcta comprensión de tales fenómenos reales. Había pocos hasta hace poco y creo que este es de los mejores. Desde la escuela de Foucault y Deleuze este libro hace una interesante aportación teórica para entender el Holocausto como resultado de la tanatopolítica que caracteriza la sociedad capitalista del control propia del capitalismo contemporáneo. El libro es breve y compacto y muy útil e instructivo para ser crítico con nuestro presente socialdemócrata de control.

 

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