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El Catoblepas, número 86, abril 2009
  El Catoblepasnúmero 86 • abril 2009 • página 17
Artículos.

Nuevo Baztán.
Un modelo de espacio antropológico

Iván Vélez

El modelo con el que se constituyó Nuevo Baztán sirvió a las llamadas Nuevas Poblaciones llevadas a cabo posteriormente por el ministro de Carlos III, Pablo de Olavide, en Andalucía

Nuevo Baztán

«Si tuviera dos vasallos como Goyeneche,
pondría muy brevemente a España en estado de no depender
de los extranjeros, antes reduciría a éstos
a depender de España.» Felipe V

El madrileño pueblo de Nuevo Baztán constituye un ejemplo paradigmático, y por tanto, ilustrativo, de la Teoría del Espacio Antropológico, debida al filósofo español Gustavo Bueno. Mediante las herramientas que nos proporciona el Materialismo Filosófico, abordaremos el análisis de este municipio, con el propósito de explorar vías críticas inéditas que amplíen las transitadas por el urbanismo y análisis arquitectónico clásicos. Tras llevar a cabo dicho análisis, trataremos de delimitar algunas de las líneas urbanísticas seguidas en la construcción de nuevas ciudades, considerando al municipio fundado por Juan de Goyeneche, un modelo que, inserto en una tradición urbanística, ha servido para tales fines.

Acometer la crítica de este municipio, no es, por supuesto una labor original, pues ya otros autores se han detenido en este lugar por sus singulares características. Nuevo Baztán, como es sabido, ha sido objeto del trabajo de numerosos estudiosos, entre los que podríamos destacar a Fernando Chueca Goitia, autor de diversos estudios y de una restauración de un municipio que, en sus propias palabras, y según un criterio formalmente geométrico, presentaría una estructura de ciudad-cortijo con una «composición centrípeta, en torno a un centro predominante donde quedan fundidos y perfectamente coordinados La Iglesia y El Palacio».

Por nuestra parte, el análisis de Nuevo Baztán, lo haremos desde las posiciones propias de la Teoría del Espacio Antropológico citada anteriormente. Dicha Teoría{1}, clasifica los materiales dentro de un espacio tridimensional, el Espacio Antropológico, que está determinado, como es bien sabido, por tres ejes: radial, circular y angular.

En el eje angular se ubican las relaciones entre hombres y entidades finitas y corpóreas dotadas o a las que se les atribuye, voluntad, tales como animales o númenes, sean éstos demonios o dioses.

Nuevo Baztán, construido entre los años 1709 y 1713, por su condición de fundación ex novo, constituye un ejercicio de urbanismo que incorpora los conocimientos y experiencia –mediante la necesaria anamnesis que precede a toda obra arquitectónica– que se poseían dentro de esta disciplina. El pueblo, pese a no levantarse sobre otro preexistente, no será, sin embargo, una creación ex nihilo, pues su traza y ejecución incorporará de modo implícito una larguísima tradición, cuyo punto de arranque clásico, caracterizado por el empleo de la línea recta y el ángulo de 90º, suele atribuirse a la figura del arquitecto griego Hipodamos de Mileto (siglo V. A. de C.), a quien se debe el adjetivo hipodámico, referido a los trazados en damero. Pese a esta clásica atribución, hemos de señalar que dichos recursos formales fueron usadas con frecuencia en anteriores asentamientos humanos, diseño que incorporará las transformaciones del terreno (operaciones insertas en el eje radial del espacio antropológico) y que incluso da cuenta de un sistema de propiedad, vinculado al eje circular, siendo necesario, para su definición, el desarrollo de la agrimensura, y por ende, el de la geometría, disciplinas imprescindibles para el establecimiento de mojones, linderos, o para el cálculo de áreas y divisiones de superficies.

La retícula, empero, sería ya empleada por los egipcios hace tres milenios, y estará también presente en la ciudad de Mohenjo Daro, erigida en la ribera del Indo, de la cual aún subsisten los rastros ortogonales de un gran núcleo urbano perfectamente planificado e incluso zonificado en función de las actividades que en sus diferentes partes se desarrollaban. Tras las ciudades griegas, hallamos el cuadriculado trazado de los campamentos romanos sobre los que, posteriormente, dejando atrás su militar provisionalidad, se levantarían nuevas ciudades, con su división clásica en torno a dos vías principales, cardo y decumano, en cuya intersección se abriría el espacio simbólico del poder y la religión, el foro.

Antes de iniciar el análisis de Nuevo Baztán, es imprescindible detenerse en su impulsor, Juan de Goyeneche, figura descollante de la política española de los siglos XVII y XVIII. Para ello, haremos una breve semblanza de éste{2}.

Juan de Goyeneche y Gastón, hijo del hidalgo Martín de Goyeneche, nació en Arizcun, localidad perteneciente al navarro Valle del Baztán, el 12 de octubre de 1656. Conviene detenerse un instante en el tipo de sociedad en el que nuestro personaje vería la luz, pues sus particularidades pueden servirnos para entender mejor algunos episodios de su vida.

El Valle del Baztán de finales del siglo XVII estaba compuesto por una serie de lugares sin término propio que encontraban su órgano de gobierno en una Junta General encargada de velar por el cumplimiento de las leyes. A esta Junta, elegida mediante votación y encabezada por un alcalde a menudo vitalicio y unos jurados, tenían acceso todos los vecinos, no así los que simplemente eran habitantes o moradores. Es importante señalar este dato, pues muchos son los que vieron en estas prácticas un ejemplo de conducta democrática o igualitarista, sin reparar en la población excluida del cuerpo electoral. Tal es el caso del propio Goyeneche, que manifestaría al respecto lo siguiente:

«…porque Baztán no es nombre casual, impuesta para significar aquel territorio, sino aplicada con misterio a los mismos Pobladores, dando a entender, que todos son hermanos; y aún en el rigor de la voz se encarece mas, porque Baztán quitada la z dice Bat-an, que quiere decir en su idioma Vascónico: Allí todos uno.»{3}

En cuanto al sistema de propiedad, en el Valle, junto a la privada, cuyos mayores propietarios eran las familias palaciegas, persistía una elevada cantidad de tierras comunales. El método de elección de heredero, se realizaba mediante la norma de escoger a un hijo «para casa», debido, por un lado, a la prohibición existente de edificar nuevos inmuebles, y por otro, para evitar la dispersión de la hacienda familiar. Esta responsabilidad no siempre tenía que recaer en el primogénito, pero en el caso que nos ocupa, facilitaría, como en muchos otros, la salida de Goyeneche de su tierra natal. Esta circunstancia, sumada a la estrecha relación existente entre los vecinos del Baztán, propiciaría las ulteriores alianzas entre paisanos que habían abandonado el Valle, como más adelante veremos, siendo además frecuente que la sucesión en los cargos alcanzados por parte de un baztanés, fuera transferida a su finalización, a otra persona del mismo origen.

Dicho esto, regresemos a la biografía de Goyeneche. Tras abandonar su tierra a temprana edad, se trasladaría a Madrid para formarse en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús en Madrid, destacando en los estudios de Historia. Fruto de los conocimientos adquiridos, y como homenaje a su tierra, publicaría en 1685 su Executoria de la nobleza, antigüedad y blasones del valle de Baztán, que dedica a sus hijos y originarios Juan de Goyeneche, en la cual, moviéndose en las coordenadas de la nación étnica navarra, describe sus costumbres y sistema de propiedad, fuertemente sujeto a la institución familiar. En la obra de Goyeneche aparecerá también el famoso argumento de la pureza de los linajes navarros, o hidalguía universal, reconocida mediante una sentencia de Ejecutoria de Hidalguía fechada en Pamplona en 1440, e incluso, se puede rastrear en sus escritos, una adscripción al célebre vasco-cantabrismo del que muchos norteños hacían gala, sin renunciar, por ello, a la pertenencia a una entidad política superior, la nación histórica española, algo que quedará meridianamente claro en toda su trayectoria vital. Muy en la línea de la época, entra a formar parte de la Corte, donde, como es sabido, eran abundantes los secretarios de origen vasco –entre los que destacó la saga guipuzcoana de los Idiáquez– o navarro{4}. Carlos II le encomienda la administración de sus gastos secretos para, más tarde, encargarse de la Tesorería General de Milicias. Posteriormente sería tesorero de la segunda esposa del monarca, Mariana de Neoburgo y de sus sucesoras, las esposas de Felipe V, Luisa de Saboya e Isabel de Farnesio.

El ambiente en que se encontrará Goyeneche en Madrid le será propicio, pues el 7 de julio de 1683 aparece como uno de los fundadores de la Real Congregación de San Fermín de los Navarros, desempeñando en ella el cargo de celador de pobres. Caro Baroja se refiere a ese colectivo en los siguientes términos:

«He aquí pues a los navarros constituidos en «nación» como se decía antiguamente, sin dar a la palabra tanto sentido político como hoy.»{5}

La referencia a la nación étnica, a la que pertenecerían sus integrantes, parece evidente. Entre los atributos del grupo, junto a su acusada endogamia, se encontraría el conocimiento del vascuence, lo cual no obsta para que el propio Goyeneche dominara y usara del español en todas sus manifestaciones públicas, tal y como nos informa el padre Alcázar en la biografía que hizo del navarro:

«Y adelantólos con la lección de la Historia: cuya estudiosa afición, en la dulçura elegante del Español idioma, le arrebató de tal manera el gusto, y el apetito, que para contentarle, vino a formar poco a poco un riquísimo Museo de Clio, en que cebaba su curiosidad, y cultivaba su animo.»{6}

Mientras desarrolla todos estos cargos en la Corte, Goyeneche pondrá en marcha numerosas empresas de carácter privado entre las que destaca la fundación del primer periódico español con corresponsales, la Gaceta de Madrid, y, posteriormente, en esta misma línea relacionada con las letras, el patrocinio del Teatro Crítico Universal, obra del fraile Benito Jerónimo Feijoo. Como muestra de agradecimiento por su generosidad, en 1733, el propio padre Feijoo, tributaría a Juan de Goyeneche la extensa y elogiosa dedicatoria que precede a su Libro V{7}. Al margen de estos asuntos literarios, Goyeneche seguiría presente en la vida política española, y no sólo como espectador o cronista, pues durante la Guerra de Sucesión tomaría partido por Felipe V, suministrándole, a sus expensas, 80 mástiles para sus navíos. La madera, procedente de los Pirineos, atravesaba el territorio navarro. Estas actividades le produjeron numerosos pleitos con los habitantes de dicha región que, aferrados a la legislación foralista, pleitearían con él durante muchos años hasta derrotarle bajo la acusación de contrafuero.

Goyeneche también se interesará por mejorar el trabajo de la lana y establecerá nuevas manufacturas de cristal, paños, sombreros, papel, &c. La ubicación de estas industrias se haría en diferentes lugares del territorio nacional. Ciudades como Tortosa o Puerto Real se beneficiarían de las iniciativas del navarro que, en su afán por modernizar España, llegaría a comenzar una gran carretera que uniera Madrid con el puerto de Valencia. De estas experiencias industriales y mercantiles habría de surgir el objeto de nuestro trabajo. En medio de este proceso emprendedor se funda Nuevo Baztán.

En efecto, tras la compra del llamado Bosque de Acevedo, Goyeneche requerirá la presencia del arquitecto José Benito de Churriguera para levantar el nuevo poblado con el propósito de albergar, y dar trabajo en él, a unas 500 personas. Es lugar común considerar a Nuevo Baztán como la puesta en práctica en España del colbertismo francés, caracterizado por su proteccionismo y por la férrea regulación de las aduanas, asunto éste, nada extraño para un baztanés como Goyeneche, y que habría de seguir coleando de forma polémica durante los siglos XVIII y XIX a cuenta de su supresión o de su traslado del interior a la costa en el caso vasco.

Para la puesta en marcha de las industrias dedicadas a la fabricación y manufactura de vidrios, telas, paños, cueros, papel y sombreros, Goyeneche recurrirá tanto a artesanos españoles como a extranjeros. Al margen de estos colectivos, algunos autores han especulado con la posibilidad de que, debido al carácter filantrópico de su impulsor, en Nuevo Baztán se hubieran establecido algunas familias de agotes, procedentes Bozate, barrio de Arizcun, donde moraban, si bien, a pesar de la gran cantidad de apellidos navarros que se hallan entre los primeros pobladores del nuevo municipio, no está probado que pertenecieran exclusivamente a este marginado grupo étnico.

Los problemas no tardarían en aparecer, no sólo por los que ocasionaría la falta de competitividad con otras industrias, sino porque para la alimentación de la maquinaria y los hornos, la carestía de madera en el entorno haría muy difícil la prosperidad de estas empresas. Si nos referimos al sistema que estamos empleando en nuestro análisis, los problemas provendrían tanto por parte del eje circular, pero sobre todo, del eje radial, dada la falta de previsión del factor energético en la puesta en marcha de la industria.

Como quedó dicho, para la edificación de Nuevo Baztán, Goyeneche recurriría a José de Churriguera, integrante de una saga de escultores y arquitectos que habrían dado nombre a un estilo, el churrigueresco. En este punto hemos de advertir otro paralelismo entre Goyeneche y Colbert. Éste, gran amante de las artes, se rodearía de arquitectos franceses como Le Nôtre o Le Brun para levantar sus palacios.

Según refiere Caro Baroja, el modelo empleado para la traza de Nuevo Baztán, podría estar inspirado en las fundaciones que otro navarro, Pedro de Ursúa, habría llevado a cabo en Venezuela, asentamientos dispuestos según una cuadrícula. Pero es evidente que estas fundaciones americanas, serían a la vez deudoras formales de, por ejemplo, la ciudad de Santa Fe, levantada a finales del siglo XV por los Reyes Católicos a partir de un campamento militar levantado para la toma de Granada.

Tres son las partes constitutivas fundamentales de Nuevo Baztán: la primera la forma el conjunto palacio-iglesia-plaza cuadrangular, al que se añade un segundo grupo constituido por viviendas y, finalmente, edificaciones industriales, talleres, almacenes, pósitos, &c. El núcleo de población queda rodeado por tierras de labor. Sin duda el primero de ellos es el más interesante desde un punto de vista arquitectónico

El palacio, dispuesto en torno a un patio central de doble altura, y precedido por una plaza arbolada en la que se halla la Fuente de los Tritones, está flanqueado en su fachada por dos torres, una de ellas, perteneciente a la iglesia en un alzado que une ambos edificios, está rematada, como el resto de las de la iglesia, por chapiteles de pizarra, en un gesto que recoge toda una tradición arquitectónica española que pasaría necesariamente por El Escorial, así como por diversos palacios tales como La Granja y El Pardo o la misma Casa de la Villa y la Plaza Mayor de Madrid. La otra esquina del palacio, se remata por otra torre con una coronación plana en la que destacan bolas y elementos que recuerdan el origen fortificado de muchas construcciones palaciegas. Nos hallamos ante un edificio que representa el eje circular, por cuanto en él, la relación entre personas será la que prime sobre las demás. Es reseñable, además, la presencia en su fachada de una cabeza de león que sujeta el escudo ajedrezado del Valle de Baztán, escudo ganado por los baztaneses tras sus pruebas de valor y heroísmo en la batalla de las Navas de Tolosa. Goyeneche, pese a ser un personaje de talla nacional, tal y como queda probado una vez más, tendrá durante toda su vida muy presente su origen navarro.

En cuanto a la plaza, a la que se accede por otra de menor tamaño llamada «del Mercado o del Secreto», ésta tendrá un carácter mixto, pues este espacio abierto, destinado a celebrar fiestas –lo cual podría hacernos pensar en un ámbito perteneciente al eje circular–, en numerosas ocasiones sirvió como coso taurino, razón por la cual puede adscribirse al eje angular. Relación angular, la de la tauromaquia, que conservaría restos de religiosidad primaria, como bien ha advertido el filósofo asturiano Alfonso Fernández Tresguerres{8}.

Por último, la iglesia, de una sola nave, y dedicada a San Francisco Javier, cuya imagen de bulto se aloja en una hornacina abierta en la fachada del templo, y edificada según las trazas de Churriguera, tendría de nuevo un carácter dúplice, pues al circularismo que puede atribuírsele a las ceremonias propias de una religión terciaria desde coordenadas etic, habríamos de sumar, emic, las relaciones entre númenes y fieles{9}. En este punto, hemos de advertir que dichas relaciones, cuyo aspecto externo viene dado por ceremonias perfectamente definidas, son las propias de una religión terciaria como es el catolicismo. En efecto, el interior de la iglesia contiene todas las instituciones objetuales propias del catolicismo: el altar mayor, de mármol conquense está cubierto por un magnífico retablo, mientras a los pies se eleva un coro, en una disposición propia de la arquitectura de la Contrarreforma a la que se han incorporado elementos barrocos. Bajo el altar se encuentra una cripta –de nuevo la referencia escurialense parece evidente– donde reposan los restos de Juan de Goyeneche y de su hijo Francisco Javier. En cualquier caso, por todos lados, la estructura y la escultórica de la iglesia, nos recuerdan su filiación católica y su distancia con las iglesias del protestantismo.

El segundo bloque, el de las viviendas, tiene una relación muy estrecha con el tercero. Ambos, pertenecientes a los ejes circular y radial, se podrían calificar de conjuntos complementarios, máxime teniendo en cuenta que el propósito de Goyeneche era configurar un espacio prácticamente autárquico, sin perjuicio de que sus productos tuvieran una difusión nacional. En ambos casos, en una época dominada por la tracción animal, el concurso de animales de tiro era fundamental, lo cual hizo necesaria la construcción de espacios de tipo angular tales como cuadras o establos.

Por último, la periferia, dominada por instituciones industriales tales como hornos y talleres, es fiel representante de la época neotécnica de la que hablaría Lewis Mumford en su ya clásico Técnica y Civilización, en la que podemos encuadrar los años de apogeo de Nuevo Baztán, inmediatamente anteriores a la revolución industrial que daría paso a la época eotécnica, ligada, entre otras, a la máquina de vapor.

Será precisamente la dificultad para abastecer de energía a estas industrias, lo que precipitaría el declive de Nuevo Baztán tal y como se concibió. El mayor problema lo supuso la escasez de madera con la que alimentar los hornos. Todo ello contribuiría al agotamiento del municipio, quedando dichas instituciones fabriles amenazadas de ruina y convertidas en reliquias industriales cuyo mayor interés vendrá dado por un cambio de uso. Entre las soluciones que se barajan, en la actualidad, estaría la cesión de los inmuebles a la Baronesa Thyssen, que ubicaría allí su colección de arte contemporáneo, en una operación que escoraría definitivamente hacia el eje circular el inicial proyecto industrial de Goyeneche.

Hasta ahora nos hemos referido a elementos de gran escala, edificios tales como palacios o talleres, sin embargo, éstos, construidos en una época todavía dominada por el canon clásico arquitectónico, estarían constituidos por otras partes formales. Pero si, como dijimos, la traza de un poblado recoge experiencias anteriores, cada elemento de un edificio, que en este caso podemos encuadrar en el estilo barroco, habrá sufrido un proceso análogo de transformaciones.

Para ilustrar esta argumentación, recurriremos a un ejemplo, el constituido por una columna, compuesta esencialmente por basa, fuste y capitel.

En contra de teoría tales como la enunciada por el abad Marco Antonio Laugier en el siglo XVIII, según la cual la arquitectura canónica sería un desarrollo de una suerte de «arquitectura natural» representada por la cabaña primitiva, en la que suponemos moraría el buen salvaje de Rousseau, nosotros proponemos un proceso atravesado por numerosas líneas de ruptura. Veamos:

Según la teoría aludida, la columna vendría a ser algo así como una evolución de la columna «natural», es decir, de los árboles. Lo mismo ocurriría con otros elementos del canon. Demos la palabra al propio Laugier:

«Todos los maestros del arte están de acuerdo en que los troncos levantados perpendicularmente nos han hecho concebir las columnas. Las ramas horizontales que los coronan nos han hecho concebir los entablamentos y, por último, las inclinadas que forman el tejado nos han hecho concebir los frontones.»{10}

Sin embargo, la columna dista mucho de ser un árbol, por cuanto, al margen de su material constitutivo, tendría partes que sólo retrospectivamente, es decir, desde la columna ya desarrollada plenamente, podemos reconocer en el árbol.

Comenzando por la basa, el precedente que podríamos encontrar serían las piedras colocadas en la base de los postes leñosos, con el objeto de evitar que la madera sufra las consecuencias de su contacto con la humedad del terreno. Sin embargo, el paso de la «roca basal» (que así llamaremos por estar exenta de manipulación y proceder directamente del medio físico) a, por ejemplo, la basa, ática, compuesta por tres piezas: plinto-escocia-plinto, necesita del desarrollo de algo en absoluto natural: la serie de técnicas de tallado de la piedra que serían decisivas para el desarrollo de la teoría de los sólidos regulares, desde la cual se podría regresar para producir con precisión esas formas tan concretas. Algo similar podemos decir de los capiteles.

Este proceso es extrapolable a la columna completa. Una columna clara y distinta, enclasada en una serie de estilos –jónico, dórico, corintio– y formada a su vez por diferentes instituciones formales –basa ática, fuste acanalado, capitel corintio– a los que se llegaría mediante complejos procesos de geometrización de las hojas de acanto o de las acanaladuras del fuste, que distan mucho de ser un paralelo de las rugosidades que recorren la corteza de los árboles.

Definida formalmente la institución columna, el paso de la columna vegetal a la pétrea, supondría una mejora ligada a las características del material empleado. Este proceso tendría muy remotos precedentes, como se ha encargado recientemente de demostrar la Arqueología con el descubrimiento de los vestigios de un complejo anterior y emparentado con el conjunto megalítico de Stonehenge. Nos estamos refiriendo a los vestigios hallados en Pömmelte, Alemania, datados en torno al año 4250 A. d. C. Al parecer, se trataría de los restos de unas estructuras de madera, en torno a las cuales se llevarían a cabo ceremonias vinculadas a la fase secundaria de la religión. El paso de la madera de Pömmelte, a la piedra de Stonehenge, tendría su continuación en la arquitectura griega, con la transformación de los templos de madera en edificios de piedra policromada.

Regresando a la escala urbanística, el modelo en que se constituiría Nuevo Baztán, serviría a las llamadas Nuevas Poblaciones llevadas a cabo posteriormente por el ministro de Carlos III, Pablo de Olavide, en Andalucía. Estos asentamientos tendrían como misión recibir a un colectivo de unos 6.000 colonos alemanes y españoles, con unos rasgos muy definidos. Debían ser ante todo católicos, jóvenes y con predominio de los hispanos, con la intención de que la lengua española prevaleciera, favoreciendo la integración de los extranjeros. El proyecto lo llevarían a cabo Campomanes, elaborador del Fuero de Población, junto al Conde de Aranda y otro baztanés, el ministro Múzquiz.{11} Con esta iniciativa se trataba de establecer una «sociedad modelo» que sirviera de inspiración al resto de España. Como vemos, el arquetipo social tendría un correlato urbanístico basado en trazados ortogonales y profusión de plazas e industrias. Su implantación, en una zona considerada desértica, a modo de papel en blanco, facilitaría la consecución de estos objetivos.

Tras las Nuevas Poblaciones, tanto en España como fuera de ella, se erigirían nuevas ciudades previstas, a menudo, para un hombre-tipo casi siempre tan idealizado como los propios proyectos arquitectónicos. En 1825, al calor del socialismo utópico, se levantaría, en un territorio cuasi virgen como el del Oeste Norteamericano la ciudad de New Harmony, obra del británico Robert Owen, enriquecido gracias a los avances que la Revolución Industrial habría producido en el sector textil, inaugurando la denominada por Mumford era eotécnica. Otros ejemplos, que también acabarían en fracaso, son los falansterios de Carlos Fourier.

En España, el fourierismo penetraría de la mano de un discípulo directo de Fourier, Joaquín Abreu que, exiliado en Francia, participaría del fallido intento del falansterio de Condé-sur-Vesgres. Sería uno de sus seguidores, Manuel Sagrario de Veloy, quien, en el año 1841, se dirigiría a las autoridades de la época para pedir ayuda para la construcción del falansterio de Tempul, próximo a Jerez de la Frontera, en la provincia de Cádiz, territorio sobre el que recientemente se habían sentado las bases de la izquierda liberal, fruto de los acontecimientos acaecidos en las Cortes gaditanas. El proyecto, que nunca llegó a realizarse, buscaba literalmente «la mejora de la condición moral y física de la especie humana», sin embargo, para alcanzar tan elevados fines, este primer falansterio español debía contar con el prosaico apoyo del Gobierno, a quien se solicitó, sin éxito, la aportación de soldados y presidiarios como mano de obra.{12}

Tras el proyecto de Tempul, en España podríamos citar, por orden cronológico, varios ejemplos de novedosos asentamientos que culminaron con éxito. El primero, proyectado en 1859, será el Ensanche de Barcelona, de Ildefonso Cerdá, que si bien fue la ampliación de una ciudad preexistente, sirvió para recibir a la población que abandonaba el agro para integrarse en la vida industrial de la pujante ciudad catalana. En Madrid, al margen del correlato del Ensanche, esto es, el Barrio de Salamanca, hallamos la Ciudad Lineal de Arturo Soria, que conjuga la ciudad-jardín con el tranvía. En ambos casos estamos ante ejemplos análogos por lo que respecta a la indagación formal.

Otro ejemplo de unión industria-residencia será la Colonia Güell, en el pueblo barcelonés de Santa Coloma de Cervelló, obra de Antonio Gaudí, que se comenzó a edificar en la última década del siglo XIX. Dicha colonia, encargo del Conde Eusebio Güell, constaba, además de las fábricas y las residencias para trabajadores, de iglesia, hospital, escuelas, comercios e incluso un teatro.

Ya en el siglo XX, en pleno franquismo, se pone en marcha la Dirección General de Regiones Devastadas y el Instituto Nacional de Colonización, que impulsarán la construcción de diversos poblados de colonización unidos de nuevo a una reforma agraria y a una planificación económica. Formalmente suelen ser asentamientos que crecen en torno a una plaza mayor donde se hallan los edificios representativos (iglesia, cuartel de la guardia civil, ayuntamiento), que son rodeados por edificios residenciales donde se trata de incorporar elementos castizos recogidos de la arquitectura vernácula. Como ejemplos de esta tipología podemos citar el proyecto de Cerro Palomeras o San Carlos en Madrid.

Para concluir este repaso por diferentes modelos, nos referiremos a otras variantes como las llamadas ciudades empresariales, que, además de albergar las estancias destinadas al trabajo, ofrecerán servicios periféricos e incluso alojamiento para permitir obtener el máximo rendimiento del empleado. Ejemplo de este modelo en Madrid es la Ciudad Pegaso, construida a mediados del siglo XX por iniciativa de la Empresa Nacional de Autocamiones S. A., o más recientemente la Ciudad Empresarial de Telefónica. Prescindiendo de los aspectos habitacionales podríamos citar la Ciudad de la Justicia, diseñada para la concentración de espacios dedicados a la administración de justicia. Análogamente podríamos referirnos a ciudades deportivas o incluso a las ciudades universitarias. En estos casos, no obstante, y debido a la ausencia o escasez de edificios dedicados a residencia, podría pensarse en un abuso del término «ciudad», resultando ser aquéllas meras partes constitutivas de ciudades zonificadas. En otra línea, volcadas en la explotación de los recursos turísticos y el ocio, tendremos ciudades de vacaciones como la célebre Marina d´Or, arquetipo de urbanístico propio de una sociedad de mercado pletórico que necesita cada vez de mayores espacios dedicados al esparcimiento consumista.

Si Nuevo Baztán estaba inspirado por los ideales ilustrados, la Razón, la Cultura, la nueva dirección tomada por las ciudades de nueva traza, bien podría situarse en la línea de la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente, al amparo de otro mito tan potente y, acaso tan oscuro como resulta el de la Cultura: el Mito de la Naturaleza. Como ejemplo de este último fenómeno, podríamos citar otro asentamiento madrileño, el barrio proyectado en Plata y Castañar, Villaverde, destinado a acoger a unas 4.000 personas y dotado de sistemas de calefacción central, reaprovechamiento de las aguas residuales y recogida neumática de basuras, con viviendas diseñadas para optimizar su relación con el medioambiente. El barrio contará con amplias zonas verdes, una estructura de pequeño comercio, y estará dotado de un colegio, un centro de atención primaria de mayores, un polideportivo y un centro sociocultural, dentro de un programa que excluye los espacios destinados a la religión, orillada por aquellos que recaen en el ámbito de la Cultura.

Nuevo Baztán, por todo lo dicho anteriormente, constituye un modelo no sólo urbanístico, sino también sociopolítico, referido a un período muy concreto de la Historia de España, en la que figura por méritos propios su fundador. Asimismo, como hemos tratado de demostrar, ha constituido un modelo que, además de pertenecer a una serie formal urbanística, constituye un magnífico ejemplo de ciudad incorporada a un proyecto económico y político análogo a los que le sucedieron, con mejor o peor fortuna, en el tiempo. El trabajo llevado a cabo demuestra, además, la potencia para el análisis del material antropológico que posee la teoría triaxial empleada, cuyos fértiles resultados nos animan a continuar en su empleo.

Finalizamos, pues, este trabajo, con el doble deseo de haber contribuido a la recuperación de la figura del baztanés Juan de Goyeneche, así como a mejorar el análisis de éste su municipio, al que rendimos nuestro pequeño homenaje con el deseo de que recobre el esplendor que el tiempo y el abandono le han hurtado.

Notas

{1} Para profundizar en esta Teoría, instamos al lector a consultar: Pelayo García Sierra, Diccionario Filosófico, Pentalfa, Oviedo 2000. También accesible en internet en la siguiente dirección: http://www.filosofia.org/filomat/index.htm

{2} Los datos que emplearemos a continuación, han sido obtenidos de las siguientes obras: Julio Caro Baroja, La Hora Navarra del siglo XVIII. Personas, familias, negocios e ideas, Ed. Comunidad Foral de Navarra, Pamplona 1985, 2ª edición; así como de: Claudio Sánchez Albornoz, Antonio Tovar, Joaquín Salcedo Izu y Francisco Javier Lizarza, Informe sobre Navarra, Edición de la Comisión de Navarros en Madrid, Valencia 1986.

{3} Cita tomada de la Executoria... por Alejandro Arizcun Cela, en su Economía y sociedad de un Valle pirenaico del Antiguo Régimen. Baztán 1600-184, Ed. Diputación Foral de Navarra, Pamplona 1988, pág. 46.

{4} En relación con la gran cantidad de secretarios vascos o navarros, podemos recordar el pasaje de El Quijote en que Sancho es gobernador de la ínsula Barataria:

«—¿Quién es aquí mi secretario?
Y uno de los presentes respondió:
Yo, señor, porque sé leer y escribir, y soy vizcaíno.
Con esa añadidura –dijo Sancho– bien podéis ser secretario del mismo emperador. Abrid ese pliego y mirad lo que dice.» (Cervantes, El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, Parte II, Cap. XLII. Ed. Instituto Cervantes dirigida por Rico, Antonio, Madrid 2005, pág. 1100.)

{5} Julio Caro Baroja, La Hora Navarra del siglo XVIII. Personas, familias, negocios e ideas, Ed. Comunidad Foral de Navarra, Pamplona 1985, 2ª edición, pág. 18.

{6} Julio Caro Baroja, La Hora Navarra del siglo XVIII…, pág. 87.

{7} Dicha dedicatoria, así como todo el Teatro Crítico Universal, están a la disposición del lector en la siguiente dirección de internet: http://filosofia.org/bjf/bjft5p1.htm, gracias al trabajo de edición digital llevado a cabo por la Fundación Gustavo Bueno dentro de su Proyecto de Filosofía en español.

{8} Alfonso Fernández Tresguerres, Los dioses olvidados. Caza, toros y filosofía de la religión, Ed. Pentalfa, Oviedo 1998.

{9} Para comprender el par etic/emic, remitimos al lector a la obra de Gustavo Bueno Martínez, Nosotros y ellos, Ed. Pentalfa, Oviedo 1990.

{10} Marc-Antoine Laugier, Ensayo sobre la Arquitectura, Ed. Akal, Madrid 1999. Edición de Lilia Maure, pág. 45.

{11} Para ampliar estas cuestiones, sugerimos la lectura de la obra de Luis Perdices Blas, Pablo de Olavide (1725-1803). El ilustrado, Editorial Complutense, Madrid 1993.

{12} El Proyecto de Filosofía en Español, se ocupa ampliamente de Abreu y Sagrario de Veloy. En la revista El Catoblepas podemos también consultar el siguiente artículo: Jorge Lombardero Álvarez, «El socialismo utópico del señorito andaluz», nº 1, 2002, pág. 9, http://nodulo.org/ec/2002/n001p09.htm

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