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El Catoblepas, número 70, diciembre 2007
  El Catoblepasnúmero 70 • diciembre 2007 • página 10
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El socialismo zapateril-llamazarista contra el materialismo filosófico de Gustavo Bueno

Guillermo Caso de los Cobos

El Ayuntamiento de Gijón retira la subvención con la que desde hace diez años auspiciaba los Encuentros de filosofía en Gijón

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Gijón le ha retirado una subvención a la Fundación Gustavo Bueno, y no es cosa que precisamente sorprenda viniendo la decisión de donde viene.

Todos los que hemos conocido más o menos de cerca (a través de la militancia) a las fuerzas de izquierdas (y que nos hemos alejado hace tiempo de ellas por coherencia ideológica, política, filosófica y lo que ustedes gusten), sabemos sobradamente que el sectarismo político más rabioso es lo que les caracteriza de los pies a la cabeza. Esto ha sido siempre así, lo sigue siendo, y lo seguirá en el tiempo. No tiene vuelta de hoja.

En otro tiempo, estos sociatas-comunistas se afanaban siempre en extremo en conseguir el apoyo que a sus causas políticas podía representar la prestigiosa figura del profesor Bueno. No perdían ocasión en demandar su amparo para todo tipo de iniciativas y fines que llevaban a cabo. Pero, hoy en día, no sólo le llaman «facha», sino que, como vemos, ya no tienen ni siquiera reparo en retirarle una subvención que servía para organizar un congreso de filosofía en Gijón que se celebraba desde hace años. A estos extremos de sectarismo –y más– son capaces de llegar.

Un sectarismo contra Gustavo Bueno que ha venido fraguándose en los últimos lustros, poco a poco, como quien no quiere la cosa, pero del que puede decirse que cuenta ya con varios cenit o hitos en su haber.

Desde luego, tal como se ha mencionado en otras partes (y así lo hemos argumentado en otro artículo en El Comentario TV: «Gustavo Bueno contra las maravillas zapateriles»), ni que decir tiene que su libro Zapatero y el pensamiento Alicia constituye uno de esos cenit o hitos. Eso de que haya puesto en solfa toda la ideología zapatera, de modo tan rigurosamente dialéctico, era más de lo que podían soportar, y tanto más, si cabe, cuanto que ellos se han creído siempre en posesión de los principios y verdades sacrosantas que inspiran el camino del progreso metafísico por el que ha de discurrir la sociedad española en el país de las maravillas zapateriles que nos tratan de vender de manera tan zafia, burda y rufianesca.

Lo curioso, en cualquier caso, y que merece ser destacado, es que todo aquel que haya seguido de cerca a Gustavo Bueno en su trayectoria, habrá podido comprobar la exquisita coherencia de la que ha hecho gala en la construcción de todas sus obras filosóficas y/o filosófico-políticas, y su correlato de manifestaciones públicas (entrevistas, artículos, conferencias, &c.).

Quiero decir, que eso de  llamar «facha» al profesor  Bueno, o decir que «se ha pasado a la derecha», no refleja más que dos cosas: primero, que sencillamente se es un ignorante muy profundo de lo que ha expresado y escrito, de modo tan fértil, en su larga e intensa actividad filosófica.

Lo que ha escrito y declarado en múltiples libros y foros el profesor Gustavo Bueno, y de las que ahora la izquierda sociata-comunista se escandaliza tanto, ya las venía escribiendo y diciendo –si se quiere con mayor o menor énfasis en algunos casos– desde los primeros tiempos de su actividad filosófica y pública, y, más en concreto, desde los primeros tiempos de la llamada Transición hasta esta última etapa zapatera. No cabe aquí encontrar una sola incoherencia digna de relieve en sus resultados de la sistematización y aplicación de sus ideas (el materialismo filosófico) sobre la compleja realidad que nos rodea. Eso por un lado, como digo.

Pero en segundo lugar, habría que poner en el frontispicio del sectarismo sociata-comunista que se experimenta contra el profesor Gustavo Bueno, la tremenda deriva irracional, absurda y metafísica, que en términos políticos (y filosóficos mundanos, que nadie se olvide) ha venido desarrollando en los últimos lustros esta izquierda sociata-comunista a la que aludimos, y que ha alcanzado su mayor paroxismo en la figura de Zapatero (sin olvidar el patético llamazarismo que reina en la Izquierda des-Unida).

Es decir, que no sólo es que haya una profunda ignorancia sobre los contenidos y la significación de la obra del profesor Gustavo Bueno (que la hay, y a raudales), sino que, a lo que se asiste, es también a una descomunal irracionalidad en el desarrollo de las tesis que históricamente conformaron las políticas de izquierda (no olvidemos la tremenda importancia que ha tenido en estos efectos la caída del socialismo real, tras la defenestración del muro berlinesco), plagadas en estos últimos tiempos de insensateces, desatinos, disparates y vulgaridades, de lugares comunes aderezados con progresismo de ocasión, de incongruencias y contradicciones revestidas de tolerancia meliflua, de  zapaterismo aliciaco, en definitiva, que se presenta, tontunamente, como el no va más.

Luego, en resolución: no es que el profesor  Bueno haya cambiado, que «se haya pasado a la derecha», como dicen de modo simplón los clásicos mentecatos sociatas-comunistas, tal como los definía certeramente, hace unos días, el profesor José Girón, a propósito de la censura que realizaban de la comisión de la memoria histórica constituida por el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo.

El profesor Bueno siempre ha estado donde estaba, en la crítica dialéctica de los mitos oscurantistas, de los monismos y armonismos políticos sin sentido, en la trituración de los conceptos y argumentos sin fundamento o mal fundamentados, en la criba de las realidades contradictorias que nos salen al paso, en la pulverización de las ideologías engañosas, torticeras y perniciosas en sus desarrollos, &c.

El profesor Bueno no se ha cansado de decir que muchas de las tesis que han conformado la praxis del socialismo-comunismo necesariamente debían ser puestas en tela de juicio y darles una vuelta del revés (al modo como Marx había hecho con Hegel), y, en consecuencia, la obra del profesor Bueno puede considerarse, en muy buena medida, en este sentido.

¿A qué se han dedicado las fuerzas políticas del socialismo-comunismo? ¿Han intentando darle a dichas tesis alguna vuelta de calcetín? ¿Han aprovechado, siquiera a título de sugerencia, las indicaciones que al respecto señalaba el profesor Bueno en sus escritos? Nada de eso. En vez de tratar de darle la vuelta a los calcetines, lo que han hecho es seguir usándolos de igual modo, un día tras otro, poniendo algún remiendo ridículo en los dedos gordos de sus flagrantes contradicciones, pidiendo mucha tolerancia por el mal olor político que despiden, y dentro de un zapato que sólo Alicia en el país de la maravillas se atrevería a usar.

Sí, ya sé, ya sé que algunos me dirán que la figura del profesor Bueno ha encontrado en muchos de los fueron sus discípulos ejemplos díscolos de que al menos no todo es oro lo que reluce en cuanto a la coherencia de su modo de actuar, de su manera de cultivar las relaciones humanas, de grupo, &c. Ante lo cual, debo decir que, dejando de lado los análisis psicologistas deleznables y ridículos que subyacen en la mayoría de estos comentarios, lo que siempre constaté es que dichas actitudes díscolas fueron siempre mucho más el fruto de la imposibilidad de ajustar las experiencias vitales personales (profesionales, &c.), con la asunción coherente que se desprende las tesis filosóficas del profesor Bueno, que las siempre complejas relaciones interpersonales que cabe encontrar normalmente en cualquier grupo de personas.

En esta dirección, se puede subrayar que muchos de esos discípulos díscolos terminaron acercándose, curiosamente, al mundo del socialismo-comunismo zapateril y llamazarista en sus algunas de sus múltiples vertientes, pues, no en vano, abrazando algunas de sus causas se podía vivir más cómodamente al calor del poder político.

En fin, insisto: para quien conozca medianamente la trayectoria del profesor Bueno y la trayectoria mentecata del socialismo-comunismo español, sabrá bien lo que he dicho, y la obviedad que se desprende, en ultima instancia y de no poco alcance, de esta reflexión: la total incompatibilidad del socialismo zapateril y del comunismo llamazarista (et alii) con el desarrollo del materialismo filosófico que preconiza el profesor Bueno.

 

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