Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 48 • febrero 2006 • página 1
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Tras la Concentración por la Unidad de España que se celebró en la Puerta del Sol de Madrid el sábado 5 de noviembre de 2005 comenzó a fraguarse la necesidad de constituir una Fundación para la Defensa de la Nación Española. El sábado 17 de diciembre de 2005 se reunieron en Burgos, en un salón del Hotel Landa, una treintena de españoles que decidieron poner en marcha tal institución. Se acordó dotar a la Fundación de un «patronato de honor», del que pronto aceptaron formar parte Gustavo Bueno, Francisco Caja, Jaime Larrínaga, Fernando García de Cortazar, Jon Juaristi, Amando de Miguel, Adolfo Prego y Alejo Vidal-Quadras (los tres primeros asistieron a la reunión de Burgos). El 11 de enero de 2006 el Ministerio de Cultura comunicó a los promotores la no autorización para utilizar el nombre de la Fundación, «puesto que la denominación propuesta coincide o se asemeja con los fines que el artículo (...) atribuye al Ministerio de Defensa». El jueves 26 de enero de 2006, al mediodia, comenzó una rueda de prensa convocada en el Hotel Intercontinental de Madrid para presentar públicamente la Fundación para la Defensa de la Nación Española, con una intervención de Santiago Abascal, en la que, entre otras cosas, anunció que hacía una hora había aceptado formar parte del patronato de honor el general Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa Real; y que se había recurrido la negativa del Ministerio de Cultura a inscribir la Fundación con ese nombre, adoptando mientras tanto la forma de una Asociación con igual denominación. Seguidamente intervinieron los patronos de honor presentes en la rueda de prensa: Gustavo Bueno, Jaime Larrínaga, Amando de Miguel, Francisco Caja y Adolfo Prego. Transcribimos los materiales que se entregaron a los periodistas durante ese acto:
Fundación para la Defensa de la Nación Española
Presentación
La Fundación para la Defensa de la Nación Española nace con la pretensión de recuperar e impulsar desde la sociedad civil el conocimiento y la reivindicación de la Nación Española, su realidad histórica, política, social y cultural.
La Fundación para la Defensa de la Nación Española quiere ser punto de encuentro de cuantos españoles, hombres y mujeres de cualquier lugar de nuestra geografía , sin perjuicio de sus diferentes planteamientos ideológicos y de sus diversas y peculiares pertenencias o identidades regionales, quieran reivindicar su condición de españoles y su identificación con ese proyecto nacional, histórico, político y cultural de primer orden que se llama España.
España es una de las más importantes y antiguas naciones europeas, y debemos rebelarnos contra el estado de ánimo del pensamiento dominante en algunas zonas de España y en algunos ambientes políticos que pretende sacrificar la enorme riqueza de ese acervo común español por intereses espurios o a razones de oportunismo político.
La Fundación para la Defensa de la Nación Española surge con el ánimo de aunar voluntades, liderar la sociedad civil en defensa de la Nación Española y con el propósito de fortalecer nuestras instituciones políticas y jurídicas comunes, así como de reivindicar nuestros símbolos y lazos de unión.
Hoy, en España, el patriotismo está siendo sistemáticamente desacreditado por determinadas ideologías y grupos de interés. Constituye un hecho insólito en el concierto de las naciones civilizadas, casi una anormalidad política y social, el abandono y la práctica desaparición del patriotismo en España. Todo ello a pesar de que se trata no sólo de un sentimiento natural y sano –sólo equiparable a un sentir tan noble como el del amor a la propia familia–, sino de una práctica política absolutamente esencial para la pervivencia de cualquier sistema democrático basado en la soberanía nacional. Uno de los valores esenciales de las grandes naciones civilizadas es el patriotismo de sus ciudadanos, que se unen entorno a su profunda conciencia de pertenencia a un proyecto político e histórico común.
La identificación con España no es solo una cuestión emocional. El patriotismo es un proyecto político común en el que todos los españoles nos hemos de sentir integrados y del que hemos de sentirnos legítimamente orgullosos. El patriotismo garantiza que los españoles, vivan donde vivan, sean realmente iguales, que las libertades individuales estén garantizadas, que la integridad de la Nación no se cuestione y que el orden constitucional sea escrupulosamente respetado. El patriotismo de los ciudadanos garantiza la libertad en las naciones soberanas y es por eso un proyecto común de crecimiento y convivencia. En ese sentido el patriotismo comporta también una serie de exigencias: el valor de defender determinados planteamientos aunque sean políticamente incorrectos; la honestidad en la acción política, la defensa de los intereses de España, la exigencia crítica hacia nuestra propia realidad.
La actitud patriótica se funda en la conciencia de pertenecer a una gran Nación, pero el patriotismo no puede ser completo ni sano sin el ánimo crítico para mejorar nuestra propia Nación.
Sin embargo, resultaría estéril fustigarnos con nuestras insuficiencias y defectos sin defendernos de sus causantes. Es necesario poner en evidencia la obsesión antiespañola promovida por los movimientos separatistas que sistemáticamente niegan y humillan a España como Nación o la reducen , para imbuir de provisionalidad a su existencia, a una estructura meramente jurídica, a un Estado, a una cáscara. Es ésa una actitud de desprecio, cuando no de ignorancia, que no pretende más que la desaparición paulatina de la Nación española y la posterior desaparición del Estado al que la Nación Española otorga existencia.
El objetivo de tales grupos antiespañoles es que España deje de existir. Y eso se pretende lograr a través de múltiples estrategias; bien incumpliendo de las leyes que emanan de la soberanía nacional española, bien atacando y ocultando los símbolos nacionales, bien cuestionando la igualdad de todos los españoles, bien silenciando a quienes discrepan de la estrategia dominante, o, simple y llanamente, persiguiendo y asesinando a quienes defienden la unidad de la Nación Española, la existencia de sus símbolos o la riqueza de su cultura común expresada a través de la lengua..
Como reacción a las ataques continuados y a los ilegítimos impulsos de aquellos que quieren destruir España, y con la intención de oponerse con firmeza a la indolencia de nuestros gobernantes y a las acciones disgregadoras de algunas elites políticas locales, expresadas hoy del modo más drástico y extremo en la propuesta de Nuevo Estatuto para Cataluña y en el Plan Ibarreche, surge la Fundación para la Defensa de la Nación Española. La intención de este proyecto nacional y cívico es recuperar el proyecto nacional de España , reclamando –en una etapa en la que los caciquismos locales se han disfrazado de nacionalismo–, su conveniencia histórica, su vocación de garantizar la libertad y la igualdad de todos los españoles.
La Fundación para la Defensa de la Nación Española nace, por lo tanto, con la finalidad de articular una ofensiva, en todos los frentes legales, contra quienes han decidido socavar los cimientos de España poniendo a prueba la lealtad de todos los españoles.
Objetivos de la Fundación para la Defensa de la Nación Española
Actividades de la Fundación para la Defensa de la Nación Española para lograr sus objetivos
Intervención de Santiago Abascal
Nación Española
España es una realidad social, histórica y política secular siendo –si no la más–, una de las más viejas naciones de Europa, y como tal ha sido y es reconocida en el mundo entero excepto, paradójicamente, en la propia España. Cuando algunas de las grandes naciones europeas, como Alemania e Italia, comenzaban a andar, España llevaba recorrido ya un largo trecho histórico y los españoles, en su condición de tales, se habían extendido por todo el globo desde hacia varios siglos.
España es una realidad muy anterior y ciertamente superior a nuestra propia Constitución y fundamental para ésta. Existía España antes de 1978 como existía España mucho antes de que la nación española se dotará de su primera Constitución, la de 1812, en la que, por vez primera, la soberanía recaía en la nación.
En 1978 los españoles alcanzamos un gran acuerdo en torno a la actual Constitución que, con sus bondades y errores, se cimienta en la unidad nacional y reconoce y garantiza las libertades de los españoles y la igualdad de los ciudadanos.
Esas libertades y esa igualdad son hoy puestas en cuestión de un modo implacable en algunas partes del territorio nacional por aquellos españoles que tienen la determinación de destruir España. No podemos olvidarlo, no podemos descuidar el flanco atacado, porque cercenan las libertades –llegando al asesinato–, destruyen la igualdad y maltratan la Constitución –es cierto– pero lo hacen como un medio, como un instrumento, para acabar con España, y como antesala al golpe definitivo que haga trizas su unidad.
Porque hoy España, es –de un modo sistemático y perfectamente organizado– negada y atacada en su condición de nación. La ofensiva no es despreciable ni puede restársele trascendencia; España –tal y como hoy la conocemos– está en serio riesgo de desaparición. Y con toda seguridad, de cómo nos opongamos al desafío y al asalto los españoles del presente, dependerá la existencia y el futuro de nuestra nación.
Estatuto de Cataluña
En este preciso momento histórico la máxima expresión del ataque a la Constitución, a la soberanía nacional y a España misma es el proyecto de Estatuto salido, no de Cataluña, sino del parlamento catalán, y que supone una encubierta y agresiva reforma constitucional.
Sin entrar en complejas disquisiciones jurídicas ni en el articulado del proyecto, la última redacción conocida del preámbulo es más que suficiente para oponerse radicalmente a este Estatuto.
El reconocimiento de la pretendida nación catalana es demoledor para la unidad nacional, porque lo señalado en el preámbulo es una auténtica modificación del artículo 2 de nuestra Constitución que señala el fundamento de la constitución y lo identifica con meridiana claridad en la «indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles».
El preámbulo del Estatuto en ciernes ataca frontalmente el fundamento, la columna vertebral, el asiento de nuestra Constitución cuando señala que el Parlamento de Cataluña «recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía catalana, ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como Nación». Tal preámbulo divide la «indivisible» nación española y de ella extrae una nueva nación: la entelequia llamada nación catalana.
Es mucho más que una reforma constitucional lo que haría falta para encajar tan colosal cuestionamiento de la base constitucional. Para asumir un disparate histórico y jurídico de tal magnitud , una nueva Constitución, con otro fundamento, con otro espíritu, sería el requisito mínimo. Y para ello, tddos los españoles, y no sólo los de Cataluña, tienen absoluto derecho a ser escuchados y obedecidos.
Señalan algunos, a modo de excusa ante la grave traición, la irrelevancia del preámbulo frente al articulado. Mienten a sabiendas. Cualquier jurista, cualquier alumno de primero de derecho, sabe del valor jurídico del preámbulo de una ley –en este caso de un estatuto–, y ese valor jurídico reside precisamente en que expresa la voluntad del legislador.
Por eso, cuando las Cortes Españolas aprueben semejante Estatuto existirá, por vez primera, un reconocimiento formal de una nación que no es la española.
Habrá quien diga –y hay quien dice– que es sólo una cuestión semántica, que las palabras no son dañinas. Tal cosa se adujo en 1978 en relación al término «nacionalidad» asegurándose que zanjaba las aspiraciones nacionalistas. Pues bien, hoy ese término ha servido de trampolín para la exigencia y obtención del título de Nación. Ahora sólo nos queda esperar para ver cuánto tardará él nacionalismo separatista en utilizar lo que el gobierno y las Cortes –de un modo ilegítimo– le concede, para reivindicar mañana mismo, o en pocos años, el título de Estado independiente.
Si finalmente, con tal redacción, el Estatuto para Cataluña quedara aprobado, pocos días bastarían para escuchar iguales demandas de las elites políticas irresponsables –o abiertamente sediciosas– de otras regiones autónomas españolas. Las consecuencias para el País Vasco y Galicia serían inmediatas. No en vano, los nacionalistas de esas regiones esperan agazapados la suerte del Estatuto catalán y cada día que pasa nos hacen desayunarnos con nuevas advertencias y amenazas.
Por eso, hoy, con la presentación de está Fundación queremos lanzar un mensaje a todos los españoles, queremos alertar a todos nuestros compatriotas –desde Finisterre hasta Melilla y desde Fuenterrabía hasta La Gomera– de la trascendencia del momento. No hay vuelta atrás –si el TC no lo remedia– para lo que se apruebe en las Cortes Hoy es el momento. Mañana será tarde. Lo que perdamos, no podremos recuperarlo. O siendo benévolos; habremos de perder el aliento ante la extrema dificultad que encarnaría la recuperación de España, tal y como nos fue legada.
Fundación
La Fundación para la Defensa de la Nación Española, que hoy presentamos, quiere ser el punto de encuentro de los españoles, hombres y mujeres de cualquier lugar de nuestra territorio que, en estos momentos inciertos, dejando de lado las diferentes posiciones ideológicas, sean capaces de priorizar su condición de españoles frente a cualquier pertenencia de carácter regional o cualquier militancia partidista.
Lo diremos claro. Aquí caben todos los españoles, sin distingos, vengan de donde vengan, que sepan aparcar ante la situación de emergencia sus siglas. Sólo hay un requisito. Que quieran a España y que estén dispuestos a dar la batalla democrática en defensa que nos une. Desde aquí, lanzamos una invitación a todos los españoles y a todos los líderes sociales y dirigentes políticos para que, con ese único requisito, sumen sus esfuerzos a los de esta Fundación.
Quién no esté en esta Fundación no será por que no haya sido invitado. Será única y exclusivamente porque no comparta sus fines o porque las siglas partidistas pesen más que su compromiso por España.
Para ello, desde hoy mismo, la Fundación para la Defensa de la Nación Española surge con el ánimo de aunar voluntades, y de liderar la sociedad civil –de la que también forman parte los políticos– en la defensa de la Nación Española.
Objetivos
Los objetivos de esto proyecto fundacional que hoy arranca, con las normales dificultades de un proyecto naciente pero con injustificadas trabas administrativas, han sido expresados en los días pasados y, hoy, los reiteramos.
Tal y como el propio nombre de la Fundación indica:
— El objetivo de este proyecto cívico es defender la Nación Española
— Defender los señas que identifican a España; su bandera, su himno y escudo, así como exigir el cumplimiento de las leyes en materia de símbolos en todo el territorio nacional sin distinción alguna. Porque el respeto a los símbolos de una nación da la medida de su fortaleza.
— Defender a los españoles de quienes les hacen desiguales y cercenan sus libertades y de quienes, movidos por el egoísmo más reprobable, quieren terminar –aniquilando todos los vínculos– con la más mínima solidaridad entre los españoles, para generar el odio, la desconfianza, la inquina, y las batallas cainitas entre hermanos.
Medios
Con tales fines, la Fundación para la defensa de la Nación Española trabajará en el campo cultural, librando la batalla ideológica e histórica en defensa de España.
En el campo jurídico, La Fundación quiere liderar la batalla de las leyes exigiendo su escrupuloso cumplimiento, y promoviendo su reforma en caso necesario, siempre demandando el respeto exigible para los principios constitucionales, y acudiendo a los tribunales cuando la ocasión lo exija para defender la Nación Española o para respaldar a los españoles que, en su condición de tales, sean perseguidos, discriminados o dañados por razón de lengua, ideas o sentimientos.
Y en el campo social, en el campo popular, en el campo nacional, la Fundación quiere encabezar las MOVILIZACIONES POPULARES que, sin duda, serán imprescindibles en los próximos meses para evitar el encendido de la mecha que iniciará la descomposición de España, y para demandar la aplicación y respeto a las leyes solicitando su modificación cuando el interés nacional lo demande y exigiendo el fin de las trampas para modificar disimuladamente, con un estatuto, nuestra Constitución.
Para ello, los españoles hemos de estar preparados para salir a las calles antes de que sea demasiado tarde. Con tal fin, emplazamos hoy a todos los ciudadanos que tengan algo que aportar para que , se pongan en contacto con la Fundación y se conviertan en altavoces que propaguen por los cuatro costados de España un mensaje de alerta al pueblo español.
Queremos insistir; el momento es trascendental y más pronto que tarde será indispensable INUNDAR LAS CALLES DE ESPAÑA DE ESPAÑOLES RESISTENTES QUE, POR ENCIMA DE TODO, NO SE RESIGNEN A PERDER SUS LIBERTADES y SU IGUALDAD a la vez que, sin suelo bajo los pies, PIERDEN, irremediablemente, SU NACIÓN
Patronos de Honor
Gustavo Bueno (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1924). Catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Oviedo. Dirige la Fundación Gustavo Bueno y es autor de obras como España no es un mito (2005), Panfleto contra la democracia realmente existente (2004) y El mito de la izquierda (2003). Además de la teoría política, el profesor Bueno ha dedicado los últimos años a investigar sobre la ética (¿Qué es la bioética?, 2001) y los medios de comunicación (Televisión: Apariencia y verdad, 2000).
Francisco Caja (Arnedo, La Rioja, 1949). Profesor de Estética en la Universidad de Barcelona. Presidente de Convivencia Cívica Catalana, que actúa contra todo tipo de discriminación por causa de sexo, raza, origen, lengua, opinión o credo, y defiende la pluralidad cultural, educativa y lingüística en el espíritu de los principios de la Constitución Española de 1978. Convivencia Cívica lleva a cabo diversas campañas en Cataluña para asegurar que los niños puedan recibir enseñanza en castellano.
Fernando García de Cortázar (Bilbao, Vizcaya, 1945). Doctor en Historia Moderna y Contemporánea, doctor en Teología, licenciado en Derecho y Filosofía, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto y académico correspondiente de la Real Academia de la Historia. Es autor entre otras de Historia de España (2002) e Historia Contemporánea del País Vasco (1995).
Jon Juaristi (Bilbao, Vizcaya, 1951). Catedrático de la Universidad de Alcalá, ensayista y poeta. Dirigió la Biblioteca Nacional y el Instituto Cervantes y actualmente preside la Fundación Papeles de Ermua. Es autor de numeroso libros dedicados al nacionalismo y las entidades colectivas, entre ellos El bucle melancólico (1997), Sacra Némesis (1998) y El reino del ocaso (2004). El profesor Juaristi ha impartido docencia en España, Estados Unidos y México.
Jaime Larrínaga (Yurre, Vizcaya, 1940). Fue párroco de Maruri (Vizcaya) y es miembro fundador del Foro de el Salvador, asociación dedicada a apoyar a las víctimas del terrorismo etarra, trabajar por la convivencia justa y pacífica y por la libertad de todos en el País Vasco y en toda España. El padre Larrínaga tuvo que abandonar su parroquia en 2003 tras 36 de labor pastoral después de aparecer en la lista de objetivos de la banda terrorista ETA.
Amando de Miguel (Pereruela, Zamora, 1937). Catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y profesor en México y los Estados Unidos. Pionero de las ciencias sociales empíricas en España desde los años 70, a él se deben los informes FOESSA de Sociología Política. Posteriormente, el profesor De Miguel ha dirigido la serie de estudios La Sociedad Española. Es autor de más de 80 libros, entre ellos La mentalidad de los españoles a comienzos del siglo XXI (2004) y El final del franquismo (2003).
Adolfo Prego. Juez, profesor de Derecho Penal, magistrado del Tribunal Supremo, vocal del Consejo General del Poder Judicial y presidente de su Comisión de Estudios. El magistrado Prego es uno de los firmantes de la Iniciativa Legislativa Popular presentada en abril de 2005 y que definía el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. También se ha manifestado a favor de la independencia del poder judicial y en contra de la ingerencia del ejecutivo en la labor de los jueces.
Alejo Vidal-Quadras (Barcelona, 1945). Eurodiputado español miembro del Grupo Popular y catedrático de Física Atómica y Nuclear de la Universidad Autónoma de Barcelona. Vidal-Quadras ha sido concejal en el ayuntamiento de Barcelona, diputado del parlamento de Cataluña, senador y presidente del Partido Popular de Cataluña. Es autor de España, ¿cabemos todos? (2002) y Amarás a tu tribu (1998).
Selección de noticias en prensa
Libertad digital. Jueves 26 enero 2006.
«No vamos a esperar a que actúen el fiscal o el CAC»
La Fundación para la Defensa de la Nación Española se querellará contra Rubianes
Santiago Abascal, uno de los promotores de la Fundación para la Defensa de la Nación Española, cuyo registro ha sido denegado por el Ministerio de Cultura, ha anunciado este jueves que interpondrán una querella contra Pepe Rubianes, el actor que insultó gravemente a los españoles en un programa de la televisión pública catalana. «No vamos a esperar a ver lo que hace el Fiscal», declaró Abascal en referencia a Cándido Conde Pumpido. Tampoco el CAC se ha pronunciado hasta el momento sobre las palabras de Rubianes.
La Fundación para la Defensa de la Nación Española no ha podido inscribirse, por el momento, en el Ministerio de Cultura, que ha esgrimido el argumento de que «corresponde a los militares» defender nuestro país, según recordó Santiago Abascal. El diputado insistió en el derecho también de la sociedad civil de «participar en la defensa de España», una «defensa civil, ideológica, y de su realidad histórica».
Abascal indicó que en los estatutos de la fundación, que de momento se denomina «asociación» debido a la negativa del ministerio, «es respaldar jurídicamente a todos los españoles que por el hecho de serlo sean perseguidos, dañados o vejados» o a los que sean «discriminados por conocer sólo el español». Por ello, el diputado anunció, en declaraciones a La Mañana de la COPE, que presentarán «una querella» contra el «sujeto» que ha injuriado España en un programa de TV3. Se refería a las declaraciones que hizo el actor Pepe Rubianes en la cadena catalana, insultando gravemente a nuestro país. «No vamos a esperar a ver lo que hace el Fiscal», dijo Abascal en referencia a Cándido Conde Pumpido.
El diputado anunció también el apoyo de la Fundación, respaldada por personas como Alejo Vidal Quadras, Gustavo Bueno o García de Cortázar, a la recogida de firmas que emprenderá el Partido Popular para permitir a los ciudadanos que se pronuncien sobre el Estatuto catalán. Según Santiago Abascal, quien no descartó «movilizaciones en la calle», «la situación es de emergencia». Por ello, deben «saber alertar de la trascendencia del momento», pues «lo que ahora perdamos no vamos a ser capaces de recuperarlo fácilmente», concluyó.
Libertad digital. Viernes 27 enero 2006.
Frente a los nacionalismos
«En serio riesgo de desaparición»
Fundación para la Defensa de la Nación Española
Santiago Abascal actuó como portavoz de la nueva Fundación para la Defensa de la Nación Española, en su presentación ante los medios este jueves, con la presencia otros miembros de honor de la institución, como los catedráticos Gustavo Bueno o Amando de Miguel, o el vocal del Consejo General del Poder Judicial, Adolfo Prego. Abascal ha destacado que la Fundación «no es un movimiento meramente intelectual. Es un movimiento popular para defender la nación española, que está en riesgo».
Una institución que «quiere ser el punto de encuentro de los españoles, hombres y mujeres de cualquier lugar de nuestro territorio, que en estos momentos inciertos, dejando de lado las posiciones ideológicas, sean capaces de priorizar su condición de españoles frente a cualquier pertenencia de carácter regional o cualquier militancia política». Abascal continuó: «lo diremos claro: Aquí caben todos los españoles, sin distingos, vengan de donde vengan, que sepan apartar ante la situación de emergencia sus siglas.»
«Hoy es el momento. Mañana será tarde.»
El análisis que hace la fundación, por boca de su portavoz, es ciertamente desalentadora. Santiago Abascal declaró ante los periodistas que España «es una realidad social, histórica y política secular, muy anterior y ciertamente superior a nuestra propia Constitución, y fundamental para ésta», declaró Abascal en su discurso inaugural, señalando que «es negada y atacada en su condición de nación». En estos momentos «está en serio riesgo de desaparición».
Ese ataque se ha manifestado recientemente en el Plan Ibarretxe y en «el proyecto de Estatuto salido no de Cataluña, sino del parlamento catalán». Una «encubierta y agresiva reforma constitucional». El preámbulo del proyecto de Estatuto «es una auténtica modificación del artículo 2 de nuestra Constitución». De este modo, «ataca frontalmente el fundamento, la columna vertebral, el asiento de nuestra Constitución», cuando define a Cataluña como una nación, lo que los promotores de la fundación consideran una «entelequia».
Si se aprobara el nuevo Estatuto, pronto veríamos a «las elites políticas irresponsables» de otras regiones españolas hacer reclamaciones similares, continuó Santiago Abascal en su presentación. Y advirtió: «Hoy es el momento. Mañana será tarde. Lo que perdamos, no podremos recuperarlo. O, siendo benévolos, habríamos de perder el aliento ante la extrema dificultad que encarnaría la recuperación de España, tal como nos fue legada».
Proyecto cívico
Frente a esta situación, Abascal explicó que la fundación es un «proyecto cívico», cuyo objetivo es «defender a la nación española frente a los ataques que sufre su unidad territorial y social», afirmarla ante el cuestionamiento de su mera existencia y «reivindicar la dignidad de sus cualidades».
Gustavo Bueno, catedrático de filosofía, destacó que España estaba siendo atacada fuera y dentro de nuestras fronteras. Fuera por el Islam, «el enemigo de España» en palabras de Bueno, quien no quiso dejar de resaltar que la retoma de Al-Andalus es parte de los objetivos que unen a 500 millones de musulmanes. Por lo que se refiere a los ataques a la nación desde dentro, éstos se valen, en su opinión, de una ambigüedad calculada entre dos acepciones del término nación. Una política y otra cultural o étnica. Los nacionalistas pretenden que hay una nación étnica catalana, considera el filósofo, lo que consideró ridículo.
Pero el objetivo es valerse de que la acepción étnica y cultural sea aceptada, para más adelante dar el paso a la acepción política, lo que les abriría el paso a la secesión. Y muestra de dicha estrategia es la inclusión en el preámbulo del término nación. Más adelante, aunque en los artículos dicho término se sustituye por el de nacionalidad, Gustavo Bueno ha destacado que los nacionalistas «entienden el articulado desde el preámbulo». Bueno aprovechó la ocasión de encontrarse ante los medios para señalar la confusión de desorden con entropía de Pérez Rubalcaba, a quien llamó «el entrópico».
Jaime Larrinaga, se dirigió a los asistentes diciéndoles «se preguntarán ustedes qué hace un sacerdote aquí. Pues yo llevo tres años en Madrid, porque tuve que salir del País Vasco por defender los derechos fundamentales de la persona». Se integró en la fundación porque «el que haya personas de primera y de tercera categoría tiene que afectar a las personas nobles». Larrinaga fue el cura párroco de la localidad de Maruri, y que se vio obligado a contratar un guardaespaldas por denunciar los ataques nacionalistas a las libertades en el País Vasco. El sacerdote ha querido destacar que le ha pedido en varias ocasiones a jóvenes de 16 ó 17 años que situaran en un mapa de España en blanco dónde estaban situadas ciudades como Valencia o Sevilla, sin poder encontrar respuesta. Esto es consecuencia, entiende, de un sistema educativo que fomenta el desconocimiento y los enfrentamientos, así como actitudes como la de ciertas regiones españolas que «prefieren ver cómo se tiran al mar miles de kilómetros cúbicos de agua, mientras el campo murciano está seco».
Amando de Miguel, catedrático de sociología y colaborador habitual de Libertad Digital, se centró en la cuestión lingüística. Los nacionalistas, advierte, «están intentando erradicar el castellano», un idioma común no solo a los españoles sino a 400 millones de personas en todo el mundo. Este objetivo tiene efectos perversos «no en los niños madrileños, sino en los de las clases humildes de las regiones con dos lenguas», dado que en esos sitios «las clases altas no tienen problema». «Todo esto», ironizó, «en nombre del socialismo». También comentó la paradoja de que en ciertas regiones de España se pueda recibir educación bilingüe en alemán o francés sin ningún problema, pero que sea en la práctica casi imposible en español.
Tras el sociólogo, habló Francisco Caja, de Convivencia Cívica Catalana, quien se centró en el concepto de nación. «Está indisolublemente unido al de soberanía, que reside en el pueblo» desde las revoluciones liberales. Por ese motivo apoyará la convocatoria de un referéndum sobre el Estatuto, propuesto por Mariano Rajoy. Y lo apoya para «recobrar el poder constituyente del pueblo español». Acusó al presidente José Luis Rodríguez Zapatero de «traición» por haber pactado con los nacionalistas catalanes «la alteración de las condiciones básicas de las relaciones entre españoles».
El último en tomar la palabra fue Adolfo Prego, vocal del Consejo General del Poder Judicial, que destaca que en España «hay un problema que no existe en ninguna otra nación europea, que es poner en duda su misma existencia». Prego declaró que hay dos formas de acabar con una nación. La primera es exterminar a sus miembros. La segunda, más sutil, pasa, según la exposición de Adolfo Prego «negar la existencia de la nación, extenderla hasta que se convierta en un tópico y en un lugar común», para contribuir a la pérdida de la memoria de España, luego de la consciencia de que existe, para agotar finalmente con la voluntad de defenderla.
Pese a su nombre, la Fundación para la Defensa de la Nación Española tiene aún la personalidad jurídica de una asociación, ya que el Ministerio del Interior le denegó el derecho a convertirse en fundación, por coincidir en sus objetivos con el Ministerio de Defensa. Como plataforma cívica ciudadana, la institución quiere aglutinar los esfuerzos de quienes se sienten identificar con sus objetivos. Quienes deseen hacerlo pueden acudir a su página web www.nacionespanola.org o escribir al correo electrónico fundacion@nacionespanola.org
La Nueva España, Oviedo, viernes 27 enero 2006.
Fernández Campo y Gustavo Bueno,
en la Fundación para la Defensa de España
El filósofo Gustavo Bueno y el ex jefe de la Casa Real, Sabino Fernández Campo, forman parte de la llamada Fundación para la Defensa de la Nación Española, que se presentó ayer avisando de que España está «en serio riesgo de desaparición» y destacando que «la máxima expresión del ataque a la Constitución, la soberanía nacional y España misma es el proyecto de Estatuto catalán». Así lo puso de manifiesto Santiago Abascal, presidente de esta fundación, que cuenta con una docena de patronos de honor. Además de Bueno y Fernández Campo figuran el catedrático Jon Juaristi, el sociólogo Amando de Miguel, el eurodiputado Alejo Vidal-Cuadras o el vocal del Consejo General del Poder Judicial Adolfo Prego.
Abascal señaló que la fundación nace con la pretensión de recuperar e impulsar desde la sociedad civil el conocimiento y la reivindicación de la nación española.
El profesor universitario Francisco Caja, el historiador Fernando García de Cortázar y el párroco vasco amenazado por ETA Jaime Larrinaga también son patronos de honor de esta fundación, que pretende, en palabras de su presidente, «poner en evidencia la obsesión antiespañola promovida por los movimientos separatistas». Abascal dijo que el Estatut supone «una encubierta y agresiva reforma constitucional».
La Verdad, Murcia, domingo 29 enero 2006.
Otros aires, por Domingo Henares
Desde las invasiones de nuestro país por las tropas francesas, nunca se oyeron voces de alerta para decirnos que la patria estaba en peligro. Ni siquiera durante la guerra civil, pues, en definitiva y en los dos bandos, podemos sospechar que, desde trincheras opuestas, cada uno de los combatientes soñaba con una España mejor. Esa contradicción de quererse y matarse mutuamente. Ahora es distinto y los españoles no están divididos por dos, los de aquí y los de allí, sino que el territorio común está multiplicado por nadie sabe cuántas regiones, por cuántos idiomas y sedes de justicia, por cuántos planes de estudios y por cuántas competencias militares. Por cuántas religiones, por cuántas fórmulas del sí, quiero, en los distintos matrimonios. Nadie lo sabe. Por eso es bueno que, de la nación española, hablen otras voces con un lenguaje nuevo, no el de los políticos de profesión, sino el de otras personas que van a las urnas con la corbata de las fiestas y la conciencia muy limpia.
Darán que hablar estas voces y otras que han de venir. A ver qué dice un economista aventajado si hay que echar las cuentas, un pedagogo de prestigio si hablamos de educación, un historiador reconocido para entender asuntos antepasados, un clérigo de obispo para arriba si hay que referirse a cuestiones teologales. Lo que es igual, que alguien nos dé luz cuando haga falta, sin necesidad estricta de hacerlo por el voto y por la paga. Así tenemos, por ahora, y para «defender a la nación española frente a los ataques que sufre su unidad territorial y social», a los componentes de la recién creada Fundación para la Defensa de la Nación Española con sus señas: Santiago Abascal, para proteger a España como nación; Gustavo Bueno, advirtiendo que los nacionalistas entienden el articulado de sus estatutos desde el preámbulo; Jaime Larrinaga, aquel cura del pueblo de Maruri, para que no haya personas de primera y tercera categoría; Amando de Miguel, para que los nacionalistas no erradiquen el castellano; Francisco Caja, porque el concepto de nación está unido al de soberanía; y Adolfo Prego, porque hay un problema en España y es la negación de su propia existencia.
Son otras voces diferentes a cuantas venimos escuchando en el ruedo hispano de la política. Y ojalá llegara a ser un día, en un amanecer cualquiera, como un aire fresco y distinto por la frente.