David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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Un escape revolucionario

La izquierda y la Iglesia Católica estaban de acuerdo en que Visión Mundial, y los evangélicos en general, estaban dividiendo, despolitizando y destruyendo a la cultura indígena. Igualmente pensaban muchos indígenas. «Cada día aparecen en nuestro país, Mormones, Testigos de Jehová, Bahais, Niños de Dios, &c.,» se quejaba un periódico nativo, «confundiendo y dividiendo no sólo a los indígenas, sino a todo el pueblo en general... Lo cierto es que, hasta entre ellos se critican como enemigos a muerte. La una le dice a la otra que son diablos, la otra le tacha de mentiroso... que el uno tiene avioneta con transporte gratis, que el otro regala ropa usada, galletas y caramelos; que los otros tienen medicinas, que los unos tienen plata para ganado, cría de aves, que los otros van a poner escuelas. Así cada quien se disputa la acaparación de la mayor cantidad de seguidores. Como que el reino de los cielos se ganaría con ofertas y caramelos.»{89}

Sin embargo, el orgullo y la energía manifestados por los evangélicos quichuas llevó a ciertos investigadores a diferentes conclusiones. Dos antropólogos extranjeros, Joseph Casagrande y Blanca Muratorio, y el investigador ecuatoriano Roberto Santana, concluyeron que el protestantismo era un movimiento de revitalización étnica.{90} La idea del protestantismo como una fuerza liberadora no era nueva: durante la década de 1920, en el curso de profetizar la reconquista indígena del Perú, el antropólogo Luis Valcárcel aclamó a los misioneros protestantes [356] –especialmente a los Adventistas del Séptimo Día– por ayudar a formar al Nuevo Indígena, al extirpar vicios como el alcoholismo, la coca y el servilismo.{91}

De acuerdo a Santana, era el éxito evangélico en recuperar la autonomía étnica lo que explicaba la hostilidad de la izquierda y de la Iglesia Católica. En un momento en el que el conflicto religioso entre los quichuas parecía estar disminuyendo, sugirió Santana, estos contendores externos se encontraban ansiosos frente a la pérdida de clientelas indígenas.{92} Si su argumento es correcto, el protestantismo sería una rebelión contra del paternalismo, incluyendo aquel que todavía se encuentra en la izquierda y en la Iglesia Católica.

Puede ser difícil imaginar a la Unión Misionera Evangélica como una influencia revolucionaria. La idea se le había ocurrido ya a un miembro de GMU quien, justo antes de que las iglesias protestantes en Chimborazo brotaran, fue a la Escuela Fuller de Misión Mundial en el sur de California. Donald Dilworth nunca regresó a Chimborazo, y su tesis de 1967 tal vez nunca influyó en la misión. Pero sí planteó una pregunta interesante. En una época en la que el quichua estaba «ardiendo bajo su opresión», ¿podría el fuego espiritual que los misioneros esperaban iniciar salir fuera de su control? ¿Podría el evangelismo emprender una revolución violenta?

En una época en la que la concientización todavía no se había puesto de moda, Dilworth se dio cuenta de cuán fácilmente los quichuas se identificaban con los hebreos del Antiguo Testamento y sus tribulaciones. La Biblia respaldaba su sentido de nacionalismo, su derecho a tener su propia tierra y de existir como un pueblo aparte. Dilworth escribió: «Todo misionero consciente debe considerar... su parte en la estimulación de reacciones agresivas. Reconociendo que esta reacción va dirigida hacia una revolución, el misionero evangélico ora continuamente y trabaja para controlar el rumbo y guiar la revolución hacia la iglesia evangélica en donde, aprendiendo la Biblia, el hombre que ha cambiado radicalmente tiene la posibilidad de cambiar radicalmente su medio ambiente. El quichua que se involucra en el cristianismo evangélico encuentra, hasta cierto punto, un escape para sus animosidades revolucionarias. El quichua convertido... encuentra un sustituto espiritual para [357] la amenazada revolución física. Ya está listo para participar en una reforma social cristiana, la gran esperanza de los quichuas en el Ecuador... una revolución democrática controlada... Esto se debe realizar antes de que explote la animosidad del quichua para crear un matadero de anarquía.»

Aunque parezca excepcionalmente activista para un evangélico de su época, Dilworth pensaba que los misioneros podían ayudar a los quichuas en formas que el gobierno estadounidense no podía, dada su necesidad de mantener buenas relaciones con el gobierno ecuatoriano.{93} Tal como los colaboradores de Monseñor Proaño sospechaban, aquí estaba un misionero norteamericano, hablando sobre la necesidad de contener las fuerzas del cambio. En cierta manera, las iglesias de la GMU en Chimborazo cumplieron sus expectativas. Los hacendados empezaron a considerar a los evangélicos como a trabajadores más confiables que los católicos. La Asociación Indígena Evangélica de Chimborazo evitaba enfrentarse a las autoridades o levantar demandas que desafiaban a las instituciones existentes. Los pastores quichuas predicaban a Romanos 13:l, que los gobiernos deben ser obedecidos porque han sido establecidos por Dios. A veces, incluso castigaban a sus miembros por llevar a sus terratenientes ante los tribunales.{94}

En 1976, sin embargo, un antropólogo descubrió que las mismas comunidades de hacienda que adquirían sus propias parcelas de tierra y que se convertían en evangélicos trabajaban con un abogado de la Federación de Indígenas del Ecuador (FEI), asociada con el partido comunista. Piensen lo que piensen los misioneros, ni los pastores quichuas ni los cuadros de izquierda parecían dar gran importancia al hecho de que sus bases trabajasen con supuestos enemigos ideológicos.{95} Después de todo, ¿no se acusaba a los comunistas de ser protestantes, y a los protestantes de ser comunistas, y a los quichuas que luchaban por sus derechos, de ser las dos cosas?{96} Los protestantes de una gran hacienda se unieron a una huelga para un alza de salarios,{97} y dos comunidades evangélicas invadieron una hacienda. El 20 de octubre de 1982, como parte de una protesta nacional en contra del aumento de las tarifas de transporte, los habitantes de Guamote, Punín y Columbe capturaron a cada bus que llegaba y se lanzaron a la huelga. Con la radio católica fuera de servicio por reparación y los misioneros ausentes de la estación GMU, [358] la evangélica Radio Colta invitó al aire a un líder católico para que organizase una marcha hacia Riobamba.{98}

Notas

{89} «Visión Mundial: otro lobo vestido de oveja», Amanecer Indio (Quito: Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana), agosto de 1983, pág. 9.

{90} Casagrande 1978; Muratorio 1981.

{91} Degregori 1978: 168.

{92} Santana 1983: 167-174.

{93} Dilworth 1967: 40, 76-77, 87, 93-94.

{94} Muratorio 1980: 52 y 1981: 526, 529-530.

{95} Diego Iturralde al autor, Quito, 11 de junio de 1985.

{96} Brandi, Scott y Warwick 1976: 33-39.

{97} Muratorio 1980: 52, 56. Para una breve descripción de la movilización evangélica contra el propietario de la hacienda, véase Lentz 1985.

{98} Santiago Tribout, Diócesis de Riobamba, al autor, mayo de 1985.

 

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