David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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Proporcionando una alternativa

El 5 de julio de 1982, una pareja del Instituto Lingüístico que había pasado tres décadas en Nebaj regresó por una visita, para dirigir la primera misión de Puente Internacional del Amor en el área. Mientras el equipo dental norteamericano extraía novecientos dientes, los traductores de la Biblia escuchaban muchas historias que contradecían las afirmaciones de Ríos Montt de hacer respetar los derechos humanos. Los neófitos evangélicos les contaron sobre golpizas y amenazas de muerte por parte de los soldados. Si el comandante militar descubría que las víctimas se habían quejado, podían esperar lo peor. Las adolescentes temían ser llevadas hacia el destacamento, para ser violadas y luego asesinadas como habían sido muchas otras.

La pareja misionera estaba horrorizada. Sin embargo, consideraban que la victoria del ejército era un mal menor que continuar la guerra, con su espantoso costo para los civiles y la victoria guerrillera, la cual temían que convertiría a Guatemala en un campo de concentración comunista y destruiría la libertad para propagar el evangelio. Para la pareja norteamericana, además, el liderazgo de Ríos Montt parecía abrir la posibilidad de un nuevo trato para los indígenas, un punto medio entre la opresión de derecha e izquierda. Ya que el ejército seguía maltratando a civiles y miles de refugiados todavía tenían miedo de rendirse, la pareja decidió que los ixiles «necesitaban una alternativa a las presiones impuestas por la guerrilla.»

Los misioneros recomendaron a Ríos Montt que el ejército: 1. Se abstenga de disparar a los civiles desarmados sólo porque estaban escapando o cavando hoyos en donde esconderse; 2. empiece a remunerar a sus cuadrillas de trabajo forzado, muchas de los cuales no tenían manera de alimentarse a sí mismas y a sus familias; 3. proporcione maíz y mantas a los refugiados que había creado; y 4. proporcione armas a sus [241] patrullas civiles, en lugar de enviarlas a combatir a la guerrilla con machetes y escopetas de caza.

A juzgar por lo que pude ver en Nebaj cinco meses más tarde, se estaba siguiendo el consejo de los misioneros lingüistas. Tal vez el mejor indicador de la influencia de la pareja norteamericana fue su éxito en obtener al traslado del comandante militar local –a quien un jefe de la patrulla civil acusó del asesinato de su propio padre y de otros noventa y seis civiles–.

Los lingüistas se mostraban especialmente preocupados por los evangélicos de Salquil, una aldea hacia el noroccidente controlado por el EGP. ¿Cómo podían ser persuadidos a rendirse al ejército? Pocos habitantes de Salquil lo habían hecho, por razones que los misioneros entendían demasiado bien. A principios de julio, uno de los misioneros escribió que la noticia de que el ejército ya respetaba las vidas de los inocentes tenía que «filtrarse hacia ellos». Con aquel fin, meditaba si se podría utilizar una avioneta con sistema de altoparlante para dirigirse a los salquileños desde el aire, o quizás para lanzar paquetes de la escritura.{38}

Menos de un mes más tarde, varios cientos de evangélicos escaparon del control guerrillero durante la noche. Su líder, al igual que Nicolás, era un pastor de la Iglesia de Dios del Evangelio Completo. Dijo a la pareja misionera que su gente había escapado de una sangrienta persecución religiosa. Los guerrilleros «insistían que debíamos oponernos al Presidente», explicaba el pastor, «pero recordábamos que la Biblia dice que debemos obedecer al Presidente... La Biblia nos dice que no debemos unirnos a la guerrilla... Aquí estábamos en una situación en la que los guerrilleros matarían a cualquier persona que se rehusara a hacer lo que ellos mandaban. De hecho, han matado a varios de nosotros.»{39}

Al igual que otros refugiados bajo el control del ejército, el pastor me dijo que las guerrillas «engañaron» a su gente. Los combatientes del EGP habían prometido que alimentarían a las personas que los alimentaban, que proporcionarían las armas para que se defendieran contra el ejército y que ganarían la guerra para la elección de marzo de 1982. [242]

Cuando los soldados destruyeron sus productos y sus casas, sin embargo, la gente comenzó a morirse de hambre. «Ya no tienen comida, y ya no tienen casa... sin ropa, sin medicina, y muchos muertos entre nosotros», explicaba otro líder refugiado. Varios refugiados decían que debido a que las guerrillas se habían llevado sus cédulas de identidad, ni siquiera podían escapar a la costa del Pacífico para trabajar en las plantaciones, de las que dependían para gran parte de sus ingresos.

Seis miembros de su iglesia habían sido asesinados por las guerrillas, relató el pastor de Salquil. En junio de 1982, cuatro de ellos habían sido estrangulados en la aldea de Tu Jolom, por rellenar las trampas de estacas que el EGP había cavado cerca de su iglesia. Si algún soldado caía en las trampas, esto traería represalias por parte del ejército. También, según los ancianos, violaban el mandato bíblico de amar al prójimo.

Sin embargo, el ejército también había asesinado a miembros de la iglesia pentecostal, veinte y nueve de ellos en la aldea de Tu Chobuc, el 4 de mayo de 1982. Cuando aterrizaron los helicópteros, tres familias se reunieron para orar. Después de que las tropas descubrieron un buzón de almacenamiento de las guerrillas, el pastor me dijo en presencia de soldados, degollaron a mano a los hombres, mujeres y niños.

Dos días después, las tropas destruyeron todas las casas en Salquil. Mientras tanto, en la radio se podía escuchar al nuevo presidente del país ofreciendo amnistía y oración. «Gente de dos caras» del pueblo de Nebaj –posiblemente un esfuerzo misionero por publicitar la amnistía– decía que la gente ya tenía confianza en el ejército. Debido a su temor a la guerrilla, el tres de agosto el pastor encabezó una fuga de 237 evangélicos por una ruta indirecta.{40}

Junto con muchos más salquileños que también se presentaron o que se vieron obligados a rendirse –hasta 1.740 de ellos–{41} los evangélicos fueron enviados al «Campamento Nueva Vida» en Nebaj. Con soldados situados en los puntos altos y con chozas regadas por la ladera, árboles tumbados en todas las direcciones para evitar emboscadas y el ocasional helicóptero equipado con ametralladora, el Campamento Nueva Vida se veía como una aldea estratégica en Vietnam. Fue uno de los [243] primeros de varios campos de reasentamiento rigurosamente controlados por el ejército. Se les conocía como «aldeas modelo» o «polos de desarrollo», y recibían subsidios extraoficiales de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

Aún en estas vitrinas gubernamentales, los refugiados estaban deseosos de relatar las matanzas y los ultimátums del ejército que les habían llevado a salir de sus casas. «Si obedecemos», explicó un habitante del pueblo modelo, «ya no nos matarán».{42} De acuerdo a una ola de refugiados que llegó a México desde abril de 1982 hasta el año nuevo, tropas apoyadas por helicópteros asaltaron sus pueblos en Chajul, asesinando a su ganado, a hombres, mujeres y niños.{43} Pero lo que parecía mantener a los refugiados de Salquil en el Campamento Nueva Vida a finales de 1982 era, no la coerción física, sino la comida a cambio de trabajo y la seguridad física de estar en el lado más fuerte.

Los misioneros de FUNDAPI funcionaban como hadas madrinas en los pueblos y campos de refugiados ixiles: además de vigilar el comportamiento del ejército, parecían proporcionar gran parte de la ayuda disponible –maíz, mantas, y láminas de metal para los techos– con preferencia a las viudas. Pero nada del billón de dólares de los evangélicos norteamericanos que Ríos Montt había pronosticado llegó a materializarse. Ya sea debido a los informes de los organismos de derechos humanos, a los costos de solicitar fondos, o a las muchas otras causas dignas que rivalizaban por los dólares evangélicos, el dinero nunca llovió sobre la Iglesia del Verbo. En 1984, a medida que cesaba el flujo de donaciones, FUNDAPI informó haber obtenido cerca de 200.000 dólares.{44}

¿Qué nos dice el área Ixil –la única donde FUNDAPI jugaba un papel importante– sobre la contribución evangélica a la contrainsurgencia? Hasta que Ríos Montt llegó al poder, ha señalado Sheldon Annis, el gobierno se había deshonrado tan tajantemente que los revolucionarios llegaron a dominar el contexto moral del país. No obstante, el nuevo presidente evangélico desafió a las guerrillas «moral y militarmente», proporcionando una justificación para aquellos que deseaban apoyar al ejército pero que se encontraban pasmados frente a su comportamiento.{45} En Cotzal, el Pastor Nicolás ayudó a promover la amnistía y [244] las patrullas civiles, las cuales, bajo Ríos Montt, ofrecieron a los indígenas protección contra futuras masacres por parte del ejército a cambio de voltearse contra los insurgentes. En Salquil, a medida que aumentaba la violencia del ejército, las enseñanzas evangélicas parecían haberse convertido en una cuña en la división entre los civiles y sus inefectivos defensores guerrilleros. Cuando los traductores del Instituto Lingüístico empezaron a regresar, su consejo al ejército habría sido valioso para persuadir a más refugiados a rendirse.

Las iglesias evangélicas en el área ixil crecieron tremendamente. De acuerdo a un censo de salud del gobierno, alrededor de 1983-1984, un 23% de jefes de familia en Chajul, un 30% en Cotzal y un 37% en Nebaj afirmaban ser evangélicos.{46} Cuando Andrés Fajardo encuestó a la aldea modelo de Salquil Grande en 1986, el 44% de los 467 hogares se describieron como evangélicos o fueron identificados así por un guía evangélico.{47} A juzgar por mi visita en 1987, los pastores evangélicos en Nebaj eran capaces de atraer una audiencia mucho mayor que el nuevo sacerdote católico. Partiendo de una pequeña minoría antes de la guerra, los protestantes parecían haberse convertido en el grupo religioso dominante.

Una transformación religiosa como tal suscita más temas de los que pueden ser tratados aquí. Pero el testimonio de los evangélicos ixiles sugiere que fueron los dictámenes de la supervivencia, no la religión evangélica o los esfuerzos de los misioneros, lo que les empujó hacia el ejército. Esto suscita la pregunta de cómo la estrategia revolucionaria estimuló el crecimiento de las iglesias conservadoras. Si el Ejército Guerrillero de los Pobres hizo de la concientización cristiana un paso para la transformación de la resistencia indígena hasta el nivel de la lucha armada, el ejército guatemalteco no se quedaba atrás en su uso de la religión. Convirtió al fundamentalismo políticamente conformista en una «pala de basura», hacia la cual su represión empujaba los remanentes de los movimientos de concientización y de otros sobrevivientes ixiles.

En cuanto al Ejército Guerrillero de los Pobres, perdió la mayor parte de la población que controlaba y se refugió en áreas remotas. El devastador retroceso le forzó, finalmente, a reconocer un grave error, el de expandirse demasiado rápidamente para defender a la gente a la cual [245] estaba organizando.{48} A pesar de que el EGP respondió a la lucha histórica de los mayas, canalizó esta resistencia de forma tal que llegó a imponer demandas asombrosas, demandas que muchos de los indígenas no podían cumplir. Como resultado, lo que la EGP llamó «guerra revolucionaria popular» ya no parecía ser tan popular en lo que había sido su área central. A juzgar por el costo de la movilización revolucionaria para los ixiles, la razón del crecimiento de las iglesias protestantes en el altiplano no se encontraba en Washington o en la derecha religiosa norteamericana. Más bien, el principal argumento para la conversión a una iglesia evangélica fue el costo de la estrategia revolucionaria.

Notas

{38} Ray Elliot, memorando de una visita a Nebaj, 5-9 de julio de 1982.

{39} Ray Elliot, «Translation of interview in Ixil» [memorando mecanografiado], 20 de agosto de 1982.

{40} Entrevistas del autor, Campamento Nueva Vida, 21-22 de noviembre y 20 de diciembre de 1982.

{41} Informes para el efecto incluyen a «Guatemala's Conversion», NACLA Report on the Americas, septiembre-octubre de 1982, págs. 42-43; Allan Nairn, New Republic, 11 de abril de 1983, págs. 17-21; Americas Watch 1984: 93-4; Iglesia Guatemalteca en el Exilio 1984:22; y Vincent Flynn, «Model Villages in the Ixil Region», Cultural Survival Quarterly, diciembre de 1984, págs. 83-85.

{42} Piero Gleijeses, «The Guatemalan Silence», New Republic, 10 de junio de 1985, págs. 20-23.

{43} Americas Watch 1983:15-19.

{44} Edgar Nuñez, «From Embittered War Atrocities to the Love of Jesus Through FUNDAPI», Frontline Report (International Love Lift) 9(6), págs. 4-5.

{45} Annis 1988.

{46} «Diagnóstico Integral de Salud», Centros de Salud de Cotzal (diciembre de 1983), Chajul (octubre de 1984) y Nebaj (noviembre de 1984).

{47} Fajardo 1987, págs. 2, 72-74.

{48} Véase Arturo Arias, «The Guatemalan Revolution: A Reassessment», Guardian (Nueva York), 23 de mayo de 1984, pág. 19.

 

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