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Gospel Outreach (Alcance Evangélico)
Efraín Ríos Montt acudía a los ancianos de la Iglesia del Verbo para su guía espiritual. Y para su propia dirección espiritual, los jóvenes norteamericanos y guatemaltecos que lideraban a Verbo acudían a Eureka, California. Al norte de San Francisco por la costa, la ciudad tomó ese nombre por el «¡Eureka!» («lo encontré» en griego) que gritaban los buscadores de oro en California en el siglo pasado. Después de varios auges y quiebras, la industria principal del área era el cultivo de marihuana, la cual había sido introducida por los hippies de San Francisco. A principios de los años setenta, algunos de estos hijos de la paz redescubrieron el tradicional opio del pueblo. Una década más tarde, se convirtieron en los consejeros espirituales de una dictadura militar.
El líder del nuevo movimiento en Eureka era una generación mayor que sus seguidores: el alcohol, no los alucinógenos, había llevado a la ruina a la figura corpulenta y paternal del Reverendo Jim Durkin. Pero el mismo Señor los había salvado a ambos. Bajo la guía de este corredor de bienes raíces y predicador laico de las Asambleas de Dios, los penitentes de pelo largo adquirieron la Comuna Rancho del Faro, un experimento social cercano que también evolucionaba de las drogas hacia el cristianismo. Aquí, Durkin puso a sus adeptos en un régimen estricto, tal vez ya influenciado por la facción «pastoral» del movimiento carismático. Los cortes de cabello eran sólo el inicio. La disciplina moral era tan estricta que, según se dice, miembros de sexos opuestos no podían estar solos en el mismo cuarto. Originalmente, el rancho había tratado de modelarse según los comunistas primitivos de la iglesia del primer siglo. Durkin decidió enseñar a sus discípulos cómo manejar un negocio para mantener su ministerio, iniciando empresas comerciales donde sus miembros podían ganar su cuarto y manutención en el rancho. [223] A cambio de múltiples diezmos de las ganancias, los negocios pasaban a manos de los miembros para que ellos mismos los manejasen. Si es que el hombre fue creado a imagen de Dios, entonces el Señor empezaba a parecerse al joven egresado de una escuela de negocios.{8}
Los periodistas que conocieron a los ancianos de Verbo durante sus días de gloria advertían una combinación peculiar de buena naturaleza y megalomanía, de sentido común y fanatismo, que se origina en su peculiar entrenamiento. Los seguidores de Durkin habían sido relativistas supremos. Los hippies únicamente querían hacer sus propias cosas, todo estaba bien mientras no lastimaras a nadie, y todo sería hermoso si tan sólo lo dejaras suceder. Pero Durkin decía a su gente joven no sólo que esta filosofía tolerante había destruido su sentido de lo bueno y lo malo, sino que era la forma cómo el demonio había tomado sus vidas. Ahora, si mantenían la mínima parte de sus vidas lejos de Dios, el demonio regresaría y los llevaría al infierno. Si parte de su vida no estaba en el Reino de Dios, entonces pertenecía al reino de la oscuridad –conocido en otra forma como «el mundo», este mundo, el cual pertenecía a Satanás.
El blanco principal del programa de formación moral de Durkin era lo que él llamaba «la vida egoísta del Yo». Después de llevar a sus egoístas seguidores a enfrentarse con su verdadera inutilidad, les demostraba cómo, con la ayuda de Dios, podrían encontrar su lugar en un tremendo drama milenial. En cumplimiento de la profecía bíblica, decía Durkin, ellos habían sido puestos sobre la tierra para cambiar la historia. Evangelizarían al mundo.
El mundo que Durkin presentaba a sus seguidores era tormentoso. Se aproximaba una espantosa retribución por los pecados de la humanidad, una gran tribulación que culminaría con la Segunda Llegada de Cristo y su reino milenario sobre la tierra. Mostrándose pesimista acerca del futuro de lo que él llamaba «capitalismo de deuda», Durkin aconsejaba a su rebaño a prepararse para el futuro colapso financiero evitando deudas, diversificando sus inversiones y almacenando alimentos.
Durkin creía que el Señor probablemente regresaría en el transcurso de su vida, pero únicamente después de que los cristianos se hayan [224] multiplicado sobre la tierra. Por tanto, la misión de su iglesia era la de servir como base para el evangelismo: enviando a los «ancianos» de estilo pastoral –anteriormente de la Comuna Rancho del Faro, ahora en sus treinta– a quienes había entrenado para fundar iglesias en otros lugares.{9} En 1983 se decía que cuatro mil personas asistían a los servicios.{10} De ahí el nombre del grupo, Gospel Outreach (Alcance Evangélico). Existían cuarenta congregaciones en los Estados Unidos, la mayoría en la Costa Oeste, y seis en el exterior, en Europa y en Guatemala, Managua y Quito.
Guatemala apareció en el horizonte de Gospel Outreach después del terremoto de 1976. Mientras sus voluntarios de California ayudaban a reconstruir los barrios pobres alrededor de la capital, tomaron parte en un movimiento carismático que reclutaba a gente de las clases altas y producía varias iglesias. Los participantes en esta sacudida del Espíritu Santo a menudo sabían algo de inglés y estaban cegados con la cultura norteamericana. En una situación revolucionaria, rodeados por los pobres y amenazados por la izquierda, necesitaban algo más que ganancias y placer. Los moralistas jóvenes norteamericanos de Gospel Outreach tenían la respuesta. Al estar llenos del Espíritu Santo, daban a los guatemaltecos de clase alta un sentido de vindicación en un momento en que su forma de vida se volvía cada vez más incierta. A principios de 1982, una congregación entusiasta y adinerada conformada por unos quinientos miembros se reunía bajo una carpa de circo, colocada en un barrio exclusivo junto al Hotel Camino Real.
Notas
{8} Paul Goepfert, «The Lord and Jim Durkin», California, febrero de 1983, págs. 53-54.
{9} Esta descripción de la teología de Durkin está basada en grabaciones de sus sermones enviadas al autor por la biblioteca de cassettes de Gospel Outreach.
{10} «Why Not the Whole World?» Global Church Growth, mayo-junio de 1983, pág. 270.
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