David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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Teología del dominio

Cuando los entusiastas hablaban acerca del dominio cristiano sobre la tierra, tendían a ser vagos al señalar si esto ocurriría antes o después del regreso de Cristo. La cronología precisa era un tema sobre el que la mayoría de los evangélicos preferían no discutir. Pero gran parte de la urgencia del fundamentalismo se debía a la inminencia del juicio final. Aquellos que hablaban a favor de la restauración de la iglesia, de la reconstrucción de los Estados Unidos sobre los fundamentos bíblicos, y de tomar el dominio sobre la tierra, invitaban a la controversia. Contradecían un dogma central del premilenarismo, según el cual un mundo sumido en el pecado solo podía ser rescatado por el retorno físico de Cristo.

En el congreso de 1986 de la Coalición para el Avivamiento, una amalgama de restauracionistas y reconstruccionistas, se proponían galvanizar a la iglesia para tomar el control de la sociedad. Los organizadores pensaban que no tenía sentido discutir sobre las cronologías milenarias. Esta era una actitud típica de evangélicos buscando la unidad, y los quinientos activistas no parecían estar muy interesados en sus diferencias al respecto. No obstante, mientras la mayoría tenía una formación premilenarista y se reportaba a grupos premilenaristas, algunos parecían neófitos recientes del postmilenarismo. Este es un cuadro muy diferente del final de los tiempos: Cristo regresaría a la tierra no en una terrible época de tribulación anterior al milenio, como lo ha señalado la tendencia premilenial, sino únicamente después de que sus confiados y victoriosos fieles hayan construido el reino de los mil años.

Otros participantes en la Coalición para el Avivamiento apoyaban a una nueva y politizada versión de lo que se llama el «amileniarismo». En el debate pre y postmilenial, ésta es una posición intermedia, la que generalmente ha descrito al Reino de Dios sobre la tierra más bien en términos espirituales: se dice que el Reino ya ha llegado, por ejemplo, en la forma de una iglesia victoriosa. En ese momento, sin embargo, los activistas de la derecha religiosa estaban dando al amileniarismo un [84] nuevo giro militante. Concluían que, como sirvientes de un Cristo presente en forma espiritual, co-gobernarían con Él sobre la Tierra.{55}

Distinciones como ésta pueden ser difíciles de entender, pero representan las teologías del poder de la derecha religiosa. Si los premilenaristas derivan su energía de la visión de una catástrofe inminente, los postmilenaristas y amilenaristas se inspiran en la idea de la construcción del Reino. Cada visión sitúa a los creyentes en el campo de batalla, entre el bien y el mal. A pesar de que los dos se contradicen entre sí, la derecha religiosa estaba tan envuelta en su poder emocional que combinaba sus imágenes del apocalipsis y del triunfo en nuevas formas dramáticas.

Sin importar que los activistas fueren pre-, post- o amileniales, esperaban tomar el poder. Según una nueva escatología conocida como la teología del dominio o del Reino, se estaban alejando del concepto tradicional de que Cristo regresaría hacia un remanente de cristianos asediados. Ahora, más evangélicos afirmaban que Cristo regresaría a un mundo ocupado y redimido antes de su llegada. La Gran Comisión se cumpliría únicamente cuando el Evangelio gobernara sobre todos los reinos del mundo y la mayoría de los habitantes aceptara a Cristo.

En todo el mundo, los pensadores del dominio creían que los cristianos tomarían el poder.{56} Las naciones que caían en deuda y en corrupción serían reconstruidas de acuerdo a patrones cristianos. Sus gobernantes mirarían a la Palabra de Dios como a una guía para asuntos económicos y exteriores. Los hombres de negocios serían honorables. Las ganancias mal obtenidas pasarían a manos de los cristianos, quienes las utilizarían para ayudar a los necesitados. Los periodistas cristianos finalmente dirían al mundo la verdad sobre todo. En América Latina, el derramamiento de sangre terminaría, y Cuba quedaría libre de la tiranía.{57}

Cuando los militantes de la derecha religiosa se alejaban del premilenarismo, a menudo trataban de disfrazar lo que estaban haciendo. No obstante, estaban empezando a criticar al premilenarismo como una «escatología de la derrota».{58} Algunos afirmaban que el error clave era la doctrina del «arrebatamiento». Esta es la creencia fundamentalista que, [85] en un momento estratégico, justo antes de la «gran tribulación» que precede al regreso de Cristo, los creyentes serían arrebatados «hacia el encuentro del Señor en los aires» (Tesalonicenses 4: 16-17). De acuerdo a la versión más popular del arrebatamiento, los cristianos verdaderos se salvarían, por consiguiente, del dolor y terror experimentados por el resto de la humanidad al fin del mundo.

Para un creciente número de militantes de la derecha religiosa, dicha creencia era demasiado conveniente. «La teología del arrebatamiento está enlazada con el escapismo», dijo Dennis Peacock a una asamblea en 1985. «Deja a la tierra al mejor postor, que es Satanás... El Padrenuestro... dice 'vénganos Señor tu Reino.' Hemos estado esperando que el Reino venga a salvarnos como una nave espacial, pero no lo va a hacer... Queremos que Dios resuelva nuestros problemas, con una mentalidad de un Dios de bienestar, [como si] Dios fuera el gran Washington, D.C., en el cielo. Hacia Él elevamos oraciones de bienestar en lugar de oraciones de poder. Pero la Biblia dice que seremos co-gobernantes con él.»

Peacock esperaba una división aguda en las iglesias evangélicas dentro de los próximos años. Mucha de la teología tendrá que ser escrita nuevamente, dijo a su pequeña audiencia. Dios tendrá que poner a la Iglesia de cabeza, es decir, del lado correcto, para permitir el drenaje de la teología y dar paso a lo que la Biblia dice en realidad. Se van a dar muchas disputas. A los cristianos bíblicos se les dirá que estaban cayendo en el evangelio social, que no estaban enseñando el evangelio de Jesucristo. Pero Dios estaba construyendo un nuevo gobierno en el exilio, el cual triunfaría.{59}

Mientras tanto, existía un problema de alianzas: ¿con quiénes podrían los cristianos unirse en una causa común? De acuerdo a los fundamentalistas de la escuela antigua, la asociación con los impíos para cualquier esfuerzo era «mundana». No obstante, los evangélicos de la derecha trabajaban con cualquiera que compartiera sus convicciones políticas, incluyendo a católicos y mormones. La más interesante de estas nuevas alianzas era con el Reverendo Sun Myung Moon. [86]

Moon era de Corea, en donde se solía decir que nacería un Mesías. Dicha tradición, sumada a su estancia en un campo de concentración comunista, determinó su objetivo en la vida: derrotar al comunismo por medio de la unificación de las religiones del mundo a su alrededor, de ahí el nombre de su Iglesia de Unificación. Durante los años setenta, Moon se trasladó a los Estados Unidos, en donde atrajo a miles de jóvenes americanos a su culto. Un factor a su favor era una impresionante serie de cuantas bancarias. El dinero, aparentemente, venía de su imperio de negocios, que estimaba controlar un billón de dólares en activos fijos.{60} En 1978, un panel del congreso norteamericano concluyó que otra fuente de dinero era la Agencia Central de Inteligencia Coreana, para la cual Moon parecía estar comprando influencias en Washington. Resultó ser que Moon estaba más interesado en evangelizar el centro de poder del mundo occidental. Su periódico, The Washington Times, incluía a ex oficiales de la CIA entre su personal, y seguía fielmente los temas de propaganda de la agencia.{61} El periódico tenía tanta influencia que un activista lo llamó la «circular» de la nueva derecha.{62}

Moon también estaba entregando dinero a sus aliados cristianos. Esto parecería ser como la promiscuidad normal en política, excepto por las doctrinas tan heterodoxas de Moon. Había líderes de la derecha religiosa, hombres que habían hecho carrera denunciando a liberales por venerar al hombre en lugar de a Dios, que ahora aceptaban dinero de un hombre cuyo objetivo era unificar al mundo a su alrededor como si fuera el Mesías, al igual que el anticristo en el libro de las Revelaciones.{63}

Notas

{55} Entrevistas del autor, Coalición para el Avivamiento, Washington, D.C., 2-4 julio de 1986. Para una exposición sobre las posiciones pre, post- y amilenaristas, véase Clouse 1977.

{56} Para los puntos de vista de Robertson, véase su libro The Secret Kingdom (Nashville, Tennessee: Thomas Nelson 1982) y Andy Lang y Fred Clarkson, «What Makes Pat Robertson Run?» Convergence (Washington, D.C: Christic Institute), primavera de 1988, pp. 17-23.

{57} Lee Grady, «A Declaration of Christian Dominion», Forerunner, octubre de 1984, pp. 15-17.

{58} Charles Mahaney, «From Fatalaism to Victory», People of Destiny, enero-febrero de 1985, p. 29.

{59} Dennis Peacocke, California Alliance, Capitol Christian Center, Sacramento, 21 de septiembre de 1985.

{60} Mariano Sotelo, «Moonies Bid for Power Throughout Latin America», Latinamerica Press, 29 de septiembre de 1983, p. 5-6.

{61} Fred Landis, Media Line (San Francisco), septiembre de 1984.

{62} Ellen Hume, «The Right Stuff», Wall Street Journal, 17 de diciembre de 1985, pp. 1, 18.

{63} Carolyn Weaver, «Unholy Alliance», Mother Jones, enero de 1986, pp. 14-17, 44-46. Christianity Today, 19 de octubre de 1984, pp. 42-43; 14 de junio de 1985, pp. 55-58; 17 de enero de 1986, pp. 40-41; y 7 de noviembre de 1986, pp. 46-48.

 

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