Crónica de una pandemia y crítica de una gestión. Primera parte
Forja 071 · 22 abril 2020 · 41.58
¡Qué m… de país!
Crónica de una pandemia y crítica de una gestión. Primera parte
Buenos días, sus Señorías, mi nombre es Fortunata y Jacinta, esto es “¡Qué m… de país!” y aquí da comienzo el primer capítulo de una serie que titularé “Crónica de una pandemia y crítica de una gestión”. El primer programa irá referido a la primera fase de la pandemia: expondré los eventos y datos "desvelados más relevantes" desde los orígenes de la misma hasta la declaración del "estado de pandemia" por parte de la OMS el pasado 11 de marzo de 2020.
Antes de empezar, es importante hacer algunas precisiones: decimos, en primer lugar, eventos y datos "desvelados", conocidos, a fecha 19 de abril de 2020, día en que inicio la grabación de este programa. Futuras investigaciones irán desvelando nuevas informaciones de manera que la crónica aquí presentada será necesariamente parcial. Por otro lado, de la extensa y complejísima línea de tiempo de esta pandemia extraeremos los eventos y datos más "relevantes" de cara a ejercer una crítica sobre la gestión llevada a cabo por las instituciones internacionales tipo la OMS, el FMI, la UE, los distintos Gobiernos (China, Italia, EEUU) y en particular el Gobierno de España.
Además de la evidente tragedia sanitaria, el coronavirus se está revelando como un tsunami económico de proporciones todavía desconocidas: todas las predicciones, incluida la del Fondo Monetario Internacional, son meras estimaciones en un momento de altísima incertidumbre. Dichas predicciones, por otro lado, están sujetas a dos factores: que la pandemia se disipe en la segunda mitad del año y que no se produzcan nuevas recaídas. Hay que remontarse atrás, muy atrás, para dar con un desplome anual del PIB español equiparable al que pronosticaba este martes el FMI: hasta el inicio de la Guerra Civil (1936), cuando la economía española se contrajo un 26,8% en un solo año, según los datos del historiador económico Leandro Prados de la Escosura. A la crisis sanitaria, a la económica y la fiscal hay que añadir la crisis política que, en el caso español, requerirá de observaciones minuciosas y de análisis extremadamente prudentes. La crisis fiscal, por supuesto, es porque se está hundiendo la recaudación justo cuando aumenta el gasto.
En definitiva, a partir del estudio pormenorizado de la cronología de esta pandemia, del conocimiento de estos saberes de primer grado (fechas, cifras, testimonios, decisiones) podremos acceder a los saberes de segundo grado, al plano cognitivo, terciogenérico, al plano del entendimiento. A partir de este primer esbozo de la situación yo les invito hoy a plantearse esta pregunta: ¿Es posible inferir que el gobierno de España disponía de información suficiente como para haber anticipado medidas de contención y mitigación de la pandemia? Empezamos.
Crónica
Uno de los aspectos más oscuros de esta pandemia, dadas las tremendas implicaciones geopolíticas que conlleva, tiene que ver con la identificación del llamado “paciente cero”: ¿Cuál fue el origen de la enfermedad? La polémica está servida y aquí me limitaré a exponer tres datos. En primer lugar, señalar que la cronología publicada por la Wikipedia empieza a reportar noticias a partir del 30 de diciembre de 2019, no antes. Sin embargo, según el diario South China Morning, el principal periódico en inglés de Hong Kong, los registros gubernamentales de China apuntan a una persona de 55 años infectada el 17 de noviembre como el caso de COVID-19 más antiguo del que se tiene constancia. Esto habría ocurrido en Wuhan, la capital de la provincia de Hubei, en pleno centro de China. Ayer mismo de daba a conocer, por otro lado, que una investigación de la Fox News, el controvertido canal de noticias estadounidense, confirmaba que el paciente cero del coronavirus era un trabajador del famoso laboratorio de virología de la ciudad china de Wuhan. Insisto, ojo a las teorías que circulan en torno a esta fase primaria de la pandemia porque hay muchísimos intereses geopolíticos y geoeconómicos en juego. Seguimos.
Todos los casos detectados entre el día 1 de diciembre y el 7 de enero son diagnosticados como casos de neumonía de causa desconocida, la mayoría de ellos relacionados con el mercado de mariscos de Wuhan.
El 30 de diciembre, el Comité de Salud Municipal de la ciudad de Wuhan emite un «aviso urgente por tratamiento de neumonía de causa desconocida».
El 31 de diciembre de 2019, las autoridades sanitarias de Wuhaninforman a la OMS de la existencia de 27 casos diagnosticados de síndrome respiratorio agudo grave de origen desconocido. Ese mismo día Taiwán informó a la OMS sobre la situación en China solicitando más información. La petición quedó sin respuesta. Ese mismo día Taipéi impuso controles a los viajeros que llegaban de Hubei e implementó 124 medidas para proteger la salud pública, entre ellas el control fronterizo, los test masivos, la cuarentena de sospechosos, el establecimiento de controles de temperatura en los accesos a muchos edificios públicos, el racionamiento de mascarillas y la prohibición de su exportación. A día de hoy, 19 de abril de 2020, Taiwan con una población de unos 23 millones de habitantes, reporta 420 casos confirmados y 6 muertes.
El 2 de enero los expertos descartan que se trate de gripe estacional, SARS, MERS y gripe aviar.
El 7 de enero las autoridades chinas confirman que se trata de un nuevo tipo de coronavirus y la OMS lo bautiza inicialmente como 2019-nCoV.
El 11 de enero Wuhan anuncia la primera víctima mortal: se trata de un hombre de 61 años que había muerto dos días antes por insuficiencia respiratoria a causa de una neumonía severa. Supuestamente la víctima había estado en el mercado de mariscos de Wuhan.
El 13 de enero Tailandia anuncia su primer caso, se trata de un hombre de 61 años a quien se detectó fiebre por escáner de vigilancia de temperatura corporal en el aeropuerto de Bangkok.
La directora del departamento de enfermedades emergentes de la OMS, Maria van Kerkhove, ha declarado que, al día siguiente, el 14 de enero «se tomaron medidas de prevención y control de infecciones para que los hospitales de todo el mundo aplicaran las precauciones habituales».
El 17 de enero el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (CEPCE), elabora un informe avisando del peligro del COVID-19.
El 19 de enero se eleva el total de afectados a 201 en tres países y tres personas fallecidas. Recordemos, en todo caso, que hablamos de cifras oficiales, siempre de dudosa exactitud.
Nos encontramos en la semana clave de la pandemia: entre el 15 y el 22 de enero millones de chinos se desplazan por todo el territorio del país para visitar a sus amigos y familiares con motivo del Año Nuevo Lunar. Se estima que unos 15 millones se desplazaron desde Wuhan.
El 22 de enero el número de muertos en China asciende a 17 y el de contagios a 547. Aproximadamente, estas son las cifras españolas el día 8M.
El 24 se asciende al nivel de alarma 1: China pone en cuarentena a Wuhan y otras localidades de Hubei, les exige el uso de mascarillas y anuncia el cierre de sus aeropuertos y estaciones de ferrocarril en la provincia. Sin embargo, la OMS no declaró al nuevo coronavirus «emergencia de salud pública global», pues todavía consideraba que se trataba de una cuestión regional china. Aquí caben, de momento, dos hipótesis: o bien la potencialidad de propagación del virus se subestimó desde el principio o bien la OMS, en complicidad con China, ocultó el potencial del virus. No olvidemos que la OMS no dudó en resaltar la transparencia del gobierno chino, a pesar de las denuncias que estaba recibiendo por parte de distintos sectores de la sociedad china.
El 24 de enero se identifican los primeros casos en Europa, concretamente en Francia. Ese mismo día, el 24 de enero, el responsable del Servicio de Prevención de riesgos laborales de la Policía Nacional española, José Antonio Nieto González, elaboró un borrador de medidas de prevención que se publicó en la web de la policía. El Ministerio de Sanidad afeó la actuación de los agentes: "Estáis creando alarma social" y, días después, José Antonio Nieto era cesado.
El 26 de enero un tercer informe del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades advierte sobre la importancia de detectar rápidamente los casos importados desde Asia pues “se estima que el riesgo de transmisión secundaria en el ámbito comunitario es muy alto”.
El 27 de enero China reporta 100 fallecidos. Ese mismo día, sale publicada una noticia sobre Wuhan en la web de Fitur, la Feria Internacional de Turismo en Madrid que decía así: “En España, el Ministerio de Sanidad se ha comunicado con todos los aeropuertos españoles para que "estén preparados en caso de que sea necesario activar el procedimiento de actuación establecido para los puntos de entrada". Es decir, el Ministerio ya advertía de que se podía terminar cerrando el espacio aéreo, tal y como se había hecho en China y Rusia.
Un informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el CSIC, confirma que los expertos ya alertaron en enero al Gobierno de España de la «letalidad» del Covid-19 y de la necesidad de tomar medidas «desde el primer momento». Es decir, por aquellas fechas, y mientras el Gobierno trataba de minimizar la magnitud de la epidemia de cara al público, el CSIC ya estaba involucrado en proyectos de investigación sobre el coronavirus.
El 29 de enero la aerolínea British Airways informa en un comunicado: “Hemos suspendido todos los vuelos hacia y desde China continental con efecto inmediato siguiendo el consejo de la Oficina de Asuntos Exteriores contra todos los viajes, excepto los esenciales”.
Ese mismo 29 de enero, un pequeño país como Lituania pone en cuarentena a los que llegaban del extranjero y activa su fondo de 200 millones para crisis sanitarias. A día 19 de abril, este país contabiliza 1.298 casos de contagio y 33 muertes por coronavirus.
El 30 de enero la OMS anuncia que el brote de COVID-19 es una emergencia de salud pública de importancia internacional.
Ese mismo día el ministro de Sanidad, Salvador Illa, informa que la veintena de españoles llegados desde Wuhan pasarán la cuarentena en el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla. Ustedes recordarán que, durante quince días, las televisiones españolas se entretuvieron hablándonos de cómo estas personas confinadas (que, por cierto, dieron negativo en las pruebas) hacían ejercicio, hablaban con sus familiares por teléfono, de cómo iban a visitarlos embutidos en los trajes espaciales anti-virus... Sin embargo, no se dio el mismo tratamiento a los que venían del foco de Italia, foco que estaba abierto de par en par… ¿Por qué?
El 31 de enero Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, declara en rueda de prensa que en España «habrá algún caso como mucho».
El 31 de enero se confirma el primer caso de coronavirus en España: un turista de ciudadanía alemana que es ingresado en Canarias. Ese mismo día se reportan los dos primeros casos en Italia: dos turistas chinos en Roma. El ministro de Salud italiano, Roberto Speranza, llegaría a decir: «La situación es seria, pero no es necesario alarmarse. Todo está absolutamente bajo control». Por entonces no había muerto nadie fuera de China, pero en el Imperio del Centro el número de contagiados (11.000) y de fallecidos (258) no paraba de incrementarse exponencialmente.
El 31 de enero la Administración Trump anuncia la prohibición de entrar en Estados Unidos a extranjeros que recientemente hubieran estado en China.
El 3 de febrero la OMS y la Unión Europea avisaron al gobierno de España de que hiciese compras adicionales preventivas de mascarillas, guantes, gafas protectoras, respiradores, batas quirúrgicas, camas y otros materiales sanitarios. La OMS informaba que «las medidas de prevención y control» son «absolutamente esenciales para garantizar que los trabajadores sanitarios estén protegidos». Al parecer, en Moncloa nadie tomó nota de esto ni de la necesidad de hacer acopio de medicamentos como kaletra, azitromicina, corticoides, &c.
Ese día 3 de febrero EEUU cierra frontera con China.
El 4 de febrero se reporta el primer caso mortal fuera de China, en Manila. El gobierno de Filipinas prohíbe inmediatamente la entrada en el país de personas provenientes de China. El director de la OMS anuncia la internacionalidad de la enfermedad, pero no recomienda la suspensión de viajes ni del comercio.
El 10 de febrero se reporta el segundo caso en España: un ciudadano británico en Palma de Mallorca.
El 11 de febrero el director general de la OMS declaraba al coronavirus como «enemigo público número uno del mundo», y añadía: «Si no actuamos con urgencia habrá más casos y más costes… Más allá del número de casos y muertes que cause, el problema es el gran trastorno político, económico y social que supone. Y un virus puede ser una amenaza más seria que cualquier acción terrorista». Recordemos que Tedros Adhanom no es médico; fue Ministro del Gobierno comunista de Etiopia, y fue acusado de ocultar tres mortíferas epidemias de cólera. Fue nombrado Presidente gracias a los votos de China y 55 países africanos socios de China. Asimismo expulsó a Taiwán de la OMS.
El 12 de febrero John Hoffman, organizador del Mobile World Congress, anunció la cancelación del evento que se iba a celebrar en Barcelona entre el 24 y el 27 de febrero. Este congreso está considerado la feria tecnológica más importante del mundo y se estima que hubiesen asistido unas 100.000 personas. Las vicepresidentas Carmen Calvo y Nadia Calviño, el ministro de Sanidad Salvador Illa, así como Quin Torra y Ada Colau, básicamente coincidieron en sus declaraciones: «No hay ninguna razón de salud pública que impida celebrar un acontecimiento de esas características en nuestro país». Si hubiese dependido de la decisión de nuestros políticos la bomba viral hubiese sido aún más explosiva para España y para otros países. El 14 de febrero Hoffamn reflexionaba en El País: «El miedo [al coronavirus] nos obligó a suspender el Mobile… La pregunta es: ¿qué dirá la historia? ¿Tomamos la decisión correcta? Creo que sí. Si nos tomamos realmente en serio la salud y la seguridad de nuestros expositores, trabajadores y de la comunidad, no había otra opción». Entonces, ¿una simple gripe hubiera hecho tomar una decisión tan drástica por parte de la Mobile? ¿Una simple gripe hubiera llevado a China a arriesgar miles de millones de dólares en pérdidas?
El 13 de febrero los 27 socios de la Unión Europea propusieron «vigilar el riesgo de desabastecimiento de medicamento y equipos importados desde China», así como “la aplicación coherente y adecuada de normas para las contramedidas no farmacéuticas como el aislamiento, la cuarentena y la limitación de los contactos sociales”. El ministro de Sanidad, el filósofo Salvador Illa, tomó parte en estas reuniones del Consejo de Sanidad de la Unión Europea, sin embargo llegaría a decir: «España tiene suficiente suministro de equipos personales de emergencia en este momento». En «este momento» (mediados de febrero) había suministros sin una pandemia funcionando, pero en «este momento» (mediados de abril) la pandemia está en plena vorágine, ya han muerto 29 sanitarios y casi 30.000 están contagiados, el número más alto de sanitarios afectados en todo el mundo.
Días más tarde, se daría a conocer que este día 13 moría la primera persona por COVID-19 en España. Se trataba de la primera muerte fuera de Asia.
Como eso no se sabía entonces, el 15 de febrero se registraba la que se pensaba que era la primera muerte por coronavirus fuera de Asia, en Francia: un turista chino de 80 años originario de Hubei.
El 16 de febrero Fernando Simón es entrevistado en el programa El Objetivo, que dirige y presenta Ana Pastor en La Sexta. Simón dice: «En España no hay casos y nunca ha habido transmisión del virus, en los otros dos casos uno se infectó en Francia y el otro en Alemania, es decir, aquí nunca se ha transmitido el virus (…) yo entiendo que haya preocupación, pero sí que es verdad que me sorprende este exceso de preocupación».
El 18 de febrero el Valencia Club de Fútbol jugó un partido en Italia contra el Atalanta (un equipo de la ciudad de Bérgamo, a 40 km al noreste de Milán). En el informe sobre el partido podía leerse: «Más o menos la tercera parte de la población de Bergamo estaba en San Siro esa tarde». El 35% de la plantilla del «equipo Che» quedó contagiada.
El 21 de febrero Italia reporta su primera víctima mortal.
Del 22 al 25 de febrero en Italia se disparan los casos de contagio de 5 a 152. En la región de Lombardía se confinan diez pueblos alrededor de Codogno.
El 23 de febrero se suspende el célebre carnaval de Venecia.
El 24 de febrero el director general de la OMS sostenía que lo que estaba ocurriendo en Irán, Corea del Sur e Italia era «muy preocupante» por el «repentino» aumento de contagios (2.704), sin embargo, afirmaba que no se podía hablar de pandemia y daba un mensaje tranquilizador: «Por el momento no estamos presenciando la propagación mundial incontenible de este virus, y no estamos presenciado una enfermedad grave o muertos a gran escala».
Según los datos desvelados a día de hoy, el 24 de febrero el virus saltó a la España peninsular: los primeros casos se dan en Madrid, Cataluña y Valencia, allí se había recibido el 19 de febrero a los aficionados y al equipo de fútbol que acababa de jugar en Milán, epicentro de la pandemia en Italia. A partir de ese momento, los casos aumentan exponencialmente.
El día 25 de febrero El País rotulaba su portada con el siguiente titular: «La OMS pide al mundo que se prepare para una pandemia». Pero Illa pedía «no caer en alarmismos», y señalaba que «no es necesario ir con mascarillas por la calle». Al día siguiente anuncia que el nivel de riesgo de contagios pasa de bajo a moderado. El Ministerio de Sanidad no obliga, pero sí recomienda no viajar a China, Japón, Corea, Singapur y el norte de Italia.
El 25 de febrero hay 80.000 casos en todo el mundo: más casos fuera de China que dentro. En Italia unas 50.000 personas son confinadas en 18 ciudades del norte del país. Se trata del primer confinamiento en Europa. En Estados Unidos se contabilizan 14 casos y Donald Trump tuitea desde la India: «El coronavirus está bajo control en Estados Unidos. A mí me parece que la Bolsa va muy bien».
El 28 de febrero se reportan los primeros positivos en el País Vasco y se contabilizan más de 30 casos en toda España. Ese mismo día, el partido Vox propone al Gobierno el cierre de fronteras y la prohibición de entrada a personas procedentes de China e Italia, que ya contabilizaba 800 contagiados. Cuatro días antes, la diputada Rocío Monasterio publicaba en Twitter: «Cada mes entran en el Aeropuerto de Barajas 15.000 chinos, en el gobierno dicen que no toman medidas porque no hay vuelo directo desde Wuhan. No tomar medidas inmediatamente en el aeropuerto es de una irresponsabilidad brutal, no puedo entender a qué esperan». Se acusó a Vox de xenofobia, pero 23 días más tarde el Gobierno tuvo que echar el cierre: era el 17 de marzo.
El 29 de febrero el Gobierno francés activa la alerta sanitaria en Perpiñán a consecuencia del mitin del expresidente catalán prófugo, Carles Puigdemont, que movilizó más de 600 autocares y entre 150.000 y 110.000 personas, creándose así el llamado eje Igualada-Perpiñán. Catorce días después, la Generalitat confinaba a 70.000 personas en Igualada y otros tres municipios por el brote de coronavirus y veinte días más tarde Perpiñán se convertía en el epicentro del brote de coronavirus en la región de Occitania.
El sábado 29 de febrero, la OMS elevó de «alta» a «muy alta» la amenaza en todo el mundo. «Con esto no pretendemos alarmar a la población, sólo advertir a los gobiernos de la realidad», explicaba Tedros Adhanom Ghebreyesus. A la luz de los datos, «todavía tenemos la posibilidad de contener la epidemia [...] si se toman medidas enérgicas para detectar casos de manera temprana, aislar y atender a los pacientes y rastrear contactos». Como vamos viendo, no era la primera vez que la OMS pide tomar medidas «agresivas».
El 2 de marzo se contabilizan en España 115 casos. El Ministerio de Sanidad se plantea elevar el nivel de alerta en «zonas concretas» de Madrid y el País Vasco, aunque sostiene que lo más eficaz es que aquellas personas que tengan síntomas «asuman la responsabilidad» de quedarse en casa, una especie de miniconfinamiento, compatible con la celebración del 8M. Ese mismo día, el Ministerio de Sanidad veta a las CCAA a comprar material sanitario, que eran las que en ese momento tenían las competencias para hacerlo y para proveer a los hospitales. Hay que recordar que el Gobierno no hizo la compra masiva hasta el día 25 de marzo (en el próximo capítulo repasaremos las nefastas incidencias que han ido afectando a dichas compras). En torno a estas fechas, una circular difundió entre los ministerios pautas de distanciamiento, higiene y teletrabajo a principios de marzo alertando al personal de los riesgos del coronavirus: esto sucedía una semana antes de avisar al resto de la población.
El 3 de marzo un informe del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades aconseja «evitar actos multitudinarios innecesarios».
El 3 de marzo se da a conocer que el 13 de febrero había muerto la primera persona por coronavirus en España. Ese mismo día, Salvador Illa recomienda que los espectáculos deportivos se celebren a puerta cerrada. ¿Por qué no recomendó igualmente que el 8M se celebrase «a puerta cerrada»?
El 4 de marzo se produce la segunda víctima mortal en España y el número de contagios sube a más de 200. En Italia las cifras se disparan a 107 muertos y 3.000 contagiados. Ese mismo día, el Ministerio de Trabajo, que dirige Yolanda Díaz de Podemos publica un decálogo que insta a los trabajadores a quedarse en casa ante el riesgo por la infección, pero el Gobierno reprendió la iniciativa alegando que las indicaciones sobre la evolución del coronavirus y las medidas a tomar en España están organizadas por el Ministerio de Sanidad en «coordinación total entre las distintas administraciones del Estado». Ese mismo día, el Ministerio del Interior remite informes a la Policía anunciando que estaba listo el protocolo de actuación para pasar del nivel de “contención” a un grado superior, pero el Gobierno de Pedro Sánchez decidió que era mejor seguir con el nivel mínimo. Recordemos que estamos a 4 días del 8M.
El 5 de marzo Francia confisca y retiene durante quince días cuatro millones de mascarillas que habían sido compradas por España e Italia. De este tipo de situaciones se infiere que el Gobierno, en secreto, ya iba preparándose para la pandemia. En público, sin embargo, agitaba a las masas para que acudieran a las manifestaciones del 8M.
El 5 de marzo, con más de 260 contagiados en España, la UEFA decretó que el Valencia-Atalanta (el partido de vuelta que se jugaría el 10 de marzo) se jugase a puerta cerrada, tal y como quería Illa.
El 6 de marzo la Guardia Civil puso en cuarentena a un grupo de familias (un total de 60 personas) que se habían contagiado en un funeral en Vitoria dos semanas antes. El teniente coronel que llevó a cabo la orden falleció por COVID-19 el 27 de marzo. Ese mismo día, y a través de una reunión interministerial del día 6 de marzo, se publica la resolución de aplazamiento de las pruebas de acceso de la Abogacía a causa del COVID-19. Más eventos interesantes de ese día 6: el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, que dirige Fernando Simón, y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios advierten de lo peligroso que podrían resultar las marchas del 8M para la expansión del virus. Sin embargo, el día siguiente, con 430 positivos y 10 muertos, el ministro Simón declara: «Si mi hijo me pregunta si puede ir a la manifestación del 8M le diré que haga lo que quiera». También ese día la Conferencia Episcopal transmite la orden de que las iglesias deben eliminar el agua bendita de las pilas, evitar la tradición de darse la paz, y no besar las imágenes religiosas. Recordemos también que el día 6 muere la primera persona en Gran Bretaña, que en Italia los muertos se han multiplicado por 6 en 6 días y que se pone en marcha el aislamiento de Lombardía.
Interesante señalar que no hubo actualización de datos sanitarios entre el viernes 6 a las 18:00 horas hasta el lunes 9 de marzo casi a la hora de comer (no aparecen publicados en la web oficial, pero hay que comprobar los tuits del ministerio).
La mañana del 8 de marzo el gobierno italiano, tras reportar 233 muertes, mantenía confinadas a 16 millones de personas. Para ese día ya se contabilizaban en España 600 contagios y 17 muertes. A pesar de eso, el Gobierno hizo todo lo posible por mantener un nivel bajo de alarma de cara a la opinión pública, desoyó el consejo de la UE y alentó a los españoles a acudir a las marchas en pos de la igualdad, asegurando que no habría mayores problemas: "No es una afluencia masiva de personas de zonas de riesgo", dijo el 7 de marzo Fernando Simón. De manera que el 8 de marzo los españoles hicimos vida normal. Por un lado, el partido Vox mantuvo su multitudinario mitin en Vistalegre "ante la falta de acciones e indicaciones concretas y concisas por parte del Gobierno". Días antes había informado de que cancelaría el mitin si Sanidad lo ordenaba y también advirtió: "Ante la epidemia de coronavirus y por responsabilidad, pedimos a nuestros militantes y simpatizantes que padezcan enfermedades crónicas (diabetes, bronquitis...) o debilitantes, que no acudan físicamente a Vistalegre y que sigan el acto por Youtube". Es verdad que quien contaba con la información de lo que estaba pasando y quien debía tomar las decisiones era el Gobierno, que para eso está. Pero en este punto me parece pertinente criticar a Vox, pues ya vimos que desde febrero estaban proponiendo medidas prudentes y, sin embargo, celebraron el mitin el 8 de marzo.
Por supuesto, el 8 de marzo se celebraron los cientos de manifestaciones feministas por toda España: solo en Madrid se concentraron unas 120.000 personas y en Barcelona unas 50.000. El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias recomendó a quienes tuviesen tos o fiebre que no acudiesen a las concentraciones y aconsejó a los asistentes que evitasen contagios lavándose las manos y tratando de no toser a la gente.
El 9 de marzo el Gobierno reporta que, en apenas 24 horas, el número de casos se ha triplicado e insiste en tranquilizar a la población sosteniendo que lo grave estaba pasando en Italia. Ese día Italia anuncia el aislamiento total del país por el coronavirus mientras en Valencia aún se celebra la Mascletá.
Justo al día siguiente, el 10 de marzo, la Generalidad valenciana decide posponer las Fallas de Valencia y las fiestas de la Magdalena en Castellón hasta nuevo aviso.
¿Y cuándo decretó la OMS el estado de pandemia? El 11 de marzo, cuando había 120.000 contagiados y 4.500 muertes en 114 países afectados. En España ya había 2.218 contagiados, 54 muertos y 138 pacientes recuperados. En la City y en Wall Street la Bolsa se desploma no solo a causa del virus, sino también por la guerra del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita (cuyo principal socio es Estados Unidos).
El mismo 11 de marzo Simón explicaba que la información sobre los casos cambió drásticamente el lunes por la mañana y que eso no se podía prever: «Lo que no se puede hacer es tomar medidas en situaciones en las que no es necesario tomarlas o en las que su impacto no va a ser el adecuado. Obviamente, si cuando aparece el primer caso en china y nos ponemos todos una bolsa de plástico alrededor de la cabeza, no se va a infectar nadie. Pero creo que se podrá entender que cuando aparece el primer caso en China no hay que ponerse una bolsa alrededor». Por supuesto que no había que ponerse una bolsa de plástico en la cabeza, pero sí había que proveerse de tests, mascarillas, respiradores, medicamentos, epis, camas, en fin, material sanitario, tal y como empezaron a hacer en enero países como Alemania, Lituania o Corea del Sur.
Conclusiones
El pasado 15 de abril se publicaba un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) que planteaba la hipótesis de que, si el Gobierno hubiera decretado el confinamiento el 7 de marzo, un día antes de las manifestaciones feministas del 8M, se habrían evitado un 62% de los contagios por coronavirus. Yo no sé si estos cálculos son correctos, pero todo parece indicar que países como Portugal o Grecia, que han demostrado un enorme éxito en la gestión de la pandemia, suspendieron eventos, cerraron colegios y tiendas antes de llegar al tercer fallecimiento por COVID-19 mientras que en España se esperó entre nueve y 14 días para hacerlo.
A ver si se entiende que, en este caso concreto, yo dejo aparcada la crítica filosófica las manifestaciones feministas: lo que se está valorando aquí es si la gestión de la crisis por parte del Gobierno fue o no prudente en este punto. El feminismo es, hoy por hoy, el gran caballo de batalla ideológico de PSOE y Podemos. Para que sus marchas del 8M se llevasen a cabo, hubo que consentir todas las demás aglomeraciones en bares, restaurantes, mítines políticos, discotecas, cines, teatros, conciertos, eventos deportivos, bodas, eventos familiares, ferias, transeúntes por las calles, &c.
Si cualquier ciudadano despierto pudo acceder a este tipo de información al menos desde enero, ¿cabe acaso pensar que nuestros gobiernos estaban en Babia? ¿Es que ya no funcionan los servicios de inteligencia? ¿Es que no teníamos los españoles el caso de Italia como referente inmediato? Creo que esta cronología, aun siendo parcial, muestra indicios de que el Gobierno de España estaba suficientemente informado sobre la potencialidad del virus y que retrasar los protocolos de actuación frente al coronavirus hasta después del 8M fue una imprudencia de lesa patria. Desde luego, los partidos que lideran el Gobierno de la Nación tenían motivos ideológicos, propagandísticos, y lucrativos para seguir adelante con el 8M y está por ver si no existía un tercer motivo. ¿Una trama oculta?: Ignoramus et ignorabimus. Iremos desgranando estos delicados asuntos en próximos capítulos.
Y hasta aquí este capítulo de Fortunata y Jacinta. Agradecemos su apoyo a todos nuestros mecenas y recuerden: “Si no conoces al enemigo ni a tí mismo, perderás cada batalla”.