Fortunata y JacintaFortunata y Jacinta
nodulo.org/forja/

Fortunata y Jacinta

Propaganda en tiempo de coronavirus: la Spanish Revolution

Forja 070 · 12 abril 2020 · 34.08

¡Qué m… de país!

Propaganda en tiempo de coronavirus: la Spanish Revolution

Buenos días, sus Señorías, mi nombre es Fortunata y Jacinta, esto es “¡Qué m… de país!” y aquí da comienzo este capítulo titulado “Propaganda en tiempo de coronavirus: la Spanish revolution”. Hace algunos días comentaba en redes sociales que la crisis del COVID-19 terminaría pasando factura a casi todos los gobiernos del mundo, pero que podría ocurrir que el actual Gobierno de España saliera, no solo indemne, sino reforzado, de la actual situación. ¿Y por qué? Pues porque nuestras autoproclamadas izquierdas, buscando su propia eutaxia y no la eutaxia de la Nación, han activado el aparato exculpatorio y no hay que olvidar que ellas, junto a sus socios separatistas, son maestros indiscutibles de la propaganda: esa es una habilidad que hay que reconocer a estos partidos políticos, no así a sus votantes.

Ya explicábamos en el Forja 55 que hoy día la democracia sería imposible sin la televisión o sin las redes sociales y que hablar de democracia es tanto como hablar de mercado pletórico de bienes y servicios, es decir, democracia en 2020 es hablar de mercado pletórico de candidatos y de packs ideológicos. Para que este mercado funcione hacen falta industrias ofreciendo bienes: esto es, medios de comunicación, redes sociales, predicadores, voceros.

En política cualquier decisión tiene siempre el mismo límite: la preservación del Estado, y con él la de la comunidad política en su conjunto. De manera que cualquier programa político que se salga de estos límites necesita ir acompañado de un enorme aparataje propagandístico, cosa que nuestros separatistas saben muy bien. También lo saben los del PSOE, que hacen enormes esfuerzos de demagogia para vendernos su modelo de una España federal. Por otro lado, hay que señalar que nuestras democracias parlamentarias tienden a ecualizar a los partidos políticos, los iguala (la política económica real del PSOE, por ejemplo, no difiere gran cosa de la del PP). Por eso agrupaciones políticas como PSOE o Podemos, que ya no son las izquierdas definidas de antaño, necesitan llenarse de contenidos subculturales, antropológicos y morales para poder competir en el mercado pletórico de candidatos. Dicho de otra manera, estos partidos se llenan de ideología y usan como reclamo cosas como feminismo, cambio climático o antifranquismo para colarnos de rondón cambios estructurales del Estado que, de otro modo, los ciudadanos difícilmente apoyarían.

Veamos, por ejemplo, el vídeo que el PP lanzó en redes sociales el pasado 6 de abril. El montaje del PP fija la atención en el lema “Todos somos España” e invita a poner en nuestros balcones la bandera nacional con un crespón negro en homenaje a las víctimas del COVID-19, que recordemos que a día de hoy supera la cifra de 15.000 fallecidos registrados (podrían ser más). La estrategia de comunicación del PP consiste, por tanto, en presentarse como defensores de la patria: punto, aparentemente no necesitan más retórica que esa, venden unidad y estabilidad económica y política (algo así como un producto de primera necesidad), así que sus campañas publicitarias son rústicas, muy simples y directas. Como respuesta a este vídeo del PP, Cristina Fallarás, una conocida feminista y opinadora en redes sociales, llamaba “hortera” a Pablo Casado. Y, es que, efectivamente, en nuestras democracias parlamentarias, la orientación del voto de una parte importantísima del electorado se ha convertido en una cuestión estética, más que política: se vota a la “izquierda” porque es cool, y no se vota a la “derecha” porque es de horteras. También a mí me llaman “hortera” alegando que defender a la nación española es antiestético.

Frente a este vídeo del PP tenemos el vídeo lanzado por la plataforma Spanish Revolution, vídeo que será objeto de análisis en el capítulo de hoy y que atribuye al PP y a Amancio Ortega, el fundador de Zara, la responsabilidad por las muertes del coronavirus (llama la atención que no hayan culpado a Franco o a la mismísima Isabel la Católica). Y es que los partidos que lideran el Gobierno de España, completamente desbordados por la situación, han activado una campaña de blanqueo de su propia incompetencia. Ardua tarea si tenemos en cuenta que España es el país del mundo con más muertos por millón de habitantes y con mayor número de profesionales sanitarios infectados... Desde luego, estos políticos no tienen la culpa del COVID-19 ni de la pandemia, pero a la vista de las estadísticas algún tipo de responsabilidad tendrán en la gestión de esta crisis sanitaria, digo yo. Una de las medidas adoptadas por la coalición socialpodemita ha sido depositar instantáneamente la culpa en el anterior equipo de gobierno, esto es, en el PP. Pero para llevar a cabo tal retruécano dialéctico necesitan echar mano de una campaña mediática agresiva, recurriendo a argumentos falaces y a la mala fe: se difunde de forma insistente, por ejemplo, que todos los que criticamos la gestión del Gobierno en redes sociales somos bots de la ultraderecha y que formamos parte de una “organización criminal” de propagación de bulos. También se acusa de deslealtad a los partidos de la oposición que piden reanudar la actividad del Parlamento, lo que resulta alucinante teniendo en cuenta que el Estado de Alarma no contempla en modo alguno el cierre de la Cámara Baja y que el control parlamentario al Gobierno es un componente ineludible de nuestras democracias, esa es la función de la oposición. En definitiva, estos partidos políticos que tanto hablan de democracia confunden la lealtad con la sumisión y consideran un bulo toda opinión crítica sobre su gestión. Hasta tal punto esto es así que el ministro Ábalos ha afirmado que dichas críticas ponen en riesgo la democracia española.

¿Qué tipo de aparato publicitario exculpatorio necesitan activar PSOE Y Podemos para tapar la ineficacia de su gestión en esta crisis? En primer lugar, tienen que convencer a 47 millones de españoles de que la gestión que hizo el PP de la crisis del ébola en 2014 (con un único caso de contagia en toda España que finalmente se recuperó), merecía broncas parlamentarias, manifestaciones multitudinarias y la dimisión inmediata de la ministra Ana Mato (dentro vídeo con protestas por la ejecución de Excalibur, el perro de la persona contagiada). Por tanto, tienen que justificar ante la ciudadanía de que las crisis del ébola o la de la hepatitis C de 2015 merecían protestas furibundas en las calles, pero que la crisis del coronavirus, sencillamente, era algo que no se podía prever, circunstancia que debería eximir al Gobierno de cualquier tipo de responsabilidad jurídica y moral (dentro vídeo Carlos Bardem pidiendo dimisión PP por gestión hepatitis C). No perdamos de vista que esta campaña exculpatoria se ha puesto en marcha, atención, cuando España lleva más de 150.000 casos confirmados y más de 15.000 muertes. Para conseguir fijar este relato en la mente de los ciudadanos españoles, hace falta activar una mercadotecnia de tal envergadura que a su lado las campañas publicitarias de Coca Cola parecen un juego de niños. Pero no se preocupen, que ahí están medios como el Financial Times diciendo que la culpa de la nefasta gestión llevada a cabo en España es de los partidos de la oposición ¡tócate los pies! ¡Pero si tenemos cerrado el Parlamento! ¡Pero si el Estado de Alarma concentra, precisamente, los poderes en el Gobierno!  Los partidos que lideran el Gobierno de España necesitan transformar la opinión pública a su favor puesto que se enfrentan a responsabilidades penales y civiles muy serias. Por ello harán lo imposible por imponer su verdad ideológica a la realidad gracias a la ayuda de periodistas afines a su línea ideológica, tertulianos, cineastas y otros sujetos de autoridad en el mundo del arte, también politólogos, sociólogos, youtubers y twitteros se han puesto manos a la obra para consolidar el relato gubernamental.

En el capítulo de hoy vamos a fijar la atención en uno de estos productos mediáticos y vamos a tratar de analizarlo haciendo aflorar sus falacias argumentativas y sus contradicciones internas, pues no hay mejor forma de juzgar un discurso político que analizando sus incoherencias.

Lo primero que cabe señalar es que este vídeo ha sido producido por spanishrevolution.org, uno de pocos reductos mediáticos del movimiento 15M que aun sobrevive. Recordemos que el movimiento del 15M, nutrido en torno a los indignados de 2011, no pedía ir a las barricadas, sino que pedía más democracia y así los de Spanish Revolution se presentan como “un medio libre que informa a los que luchan para que las democracias funcionen”. Este fundamentalismo democrático exalta a la democracia como valor supremo, es la ideología estrella de nuestro régimen del 78 y en su nombre el separatismo en España se vende actualmente como un separatismo democrático y, por tanto, legítimo. Tan lamentable es la situación político-ideológica en España que ya están colándonos el cuento del terrorismo democrático, del latrocinio democrático, de la censura democrática y a punto estamos de que nos cuelen lo de golpe de Estado democrático.

En España esta ideología democrática presenta como contrafigura diabólica al fascismo, etiqueta ideológica que jamás se define y cuya función reside en desacreditar moralmente al contrario. Por eso, uno de los principales focos de atención de la Spanish revolution es el apoyo a la Ley de Memoria histórica y el entender a todos los partidos políticos españoles, excepto a Unidas Podemos y afines, como residuos más o menos directos del franquismo. Yo me pregunto cómo se atreven a presentarse como “un medio libre” cuando expresan abiertamente su adhesión ideológica al partido liderado por Pablo Iglesias Turrión, un señor que no es ningún mindundi, sino el vicepresidente segundo del Gobierno de España. Así, los responsables de Spanish revolution reconocían en mayo de 2019: “Estas últimas elecciones decidimos apoyar a Unidas Podemos simplemente por razones políticas y estratégicas para parar a la derecha neoliberal (…) Pero también de Más Madrid, Ahora Madrid, Barcelona en Comú, Adelante Andalucía o Izquierda Unida”. Vaya por dios, un suculento ramillete de agrupaciones políticas que defienden el derecho de autodeterminación de los pueblos vasco, catalán, gallego… y andaluz, así que alinearse con ellos es también alinearse con el separatismo, menudo “medio libre”. Tampoco puedes presentarte como un “medio libre” cuando vuestro pack ideológico encaja como un guante en el sistema de ideologías propugnadas desde las instituciones globalistas: feminismo, animalismo, cambio climático, derechos humanos, &c. No nos engañemos, vosotros sois una especie de “socialglobalistas” con rastas: el producto mejor acabado de la globocracia, como diría Daniel López.

En la web de Spanish revolution informan, asimismo, de que su tarea consiste en “ofrecerte las noticias de las que nadie quiere hablar y denunciar las injusticias que no llegan a los medios de masas”.  ¿Las noticias que nadie quiere dar? Pero si precisamente vuestro discurso se alinea al milímetro con el sistema de ideologías dominante. Si precisamente vuestro vídeo cargando al PP la culpa de la crisis sanitaria coincide al milímetro con el relato gubernamental y ha sido publicado simultáneamente a su campaña mediática… Esto me recuerda a cuando mis colegas de mundo del arte llaman disidencia política a presentar una obra antifranquista en ARCO: coño, disidencia política en las artes sería gritar ¡Viva Franco! en el hall del Museo Reina Sofía, lo otro es nadar a favor de la corriente.

También hay que cuestionar eso de que denunciáis las injusticias que no llegan a los medios de masas… ¿Medios de masas? Como si Spanish revolution no tuviera 3 millones de seguidores. Así reconocían en una entrevista al periódico El Confidencial el año pasado: “De 2012 a 2016 la página apenas crecía y seguíamos en 300.000 seguidores, pero ahora estamos por encima de sitios como El País, y a nivel mundial somos la undécima página de Facebook de contenido político con más influencia”. Y el periodista añadía: “Tal éxito tienen que el último (vídeo) que subieron, publicado este lunes, ya se acerca al medio millón de visualizaciones. Al mes rondan los 40 millones, tienen contenidos con 5 millones de reproducciones”. En fin, qué disidentes más graciosos.

Poco hay que preguntar para reconocer de inmediato el carácter falsario de esta revolución española (dicho sea de paso, expresada en inglés, que así queda más cool y globalista). Retratado queda el infantilismo y la mala fe de esta izquierda fundamentalista pues, los mismos que hace escasas fechas alardeaban del “mejor sistema sanitario público del mundo”, hoy culpan a las fantasmagóricas derecha y ultraderecha y a sus supuestas políticas neoliberales salvajes, de haber provocado el desmantelamiento de la que hace un mes era la mejor sanidad del mundo mundial.

Vacunados contra la realidad objetiva, se olvidan –a pesar de su insistencia en la memoria– de que el mayor recorte del gasto público que se recuerda en la democracia coronada española lo llevó a cabo Zapatero; que antes de Zapatero, la reconversión industrial, acompañada de la privatización de las antiguas empresas estatales del INE, la llevó a cabo Felipe González.  Olvidan que el número de camas por habitante es mucho menor en Andalucía, donde el PSOE ha gobernado 40 años, que en otras CCAA. Y mienten con descaro cuando acusan al PP, que alguna vez gobernó, y a VOX, que nunca ha gobernado, de ser responsables de la extensión brutal de la pandemia en España por defender políticas neoliberales. Tampoco tienen en cuenta la distribución en taifas de la sanidad descentralizada: estos amantes de la “igualdad y la equidad” con la que se llenan la boca en sus discursos, jamás ponen ni el más mínimo “pero” a las desigualdades en el número de médicos y enfermeras por habitante, en la disparidad de sueldos por comunidades autónomas y en la diferencia de inversiones públicas entre reinos de taifas. Exactamente igual ocurre con la educación y tampoco abren la boca. Muy al contrario: estos partidos apoyan a las élites y oligarquías vasca y catalana en su incansable esfuerzo por obtener y mantener privilegios frente al resto de España, pero en sus pancartas pone que son de izquierdas y la gente se lo cree.

Pero vamos al vídeo de marras, usaré imágenes de la serie Merlí y otras, pero no del vídeo de Spanish revolution, no sea que me reclamen pagos por derechos de autor. Abajo les dejo el enlace por si quieren echarle un vistazo. Comienza el vídeo con un corte de la serie “Merlí”, producción de la televisión pública de Cataluña y en catalán cuyo protagonista es un profesor de filosofía, tan cursi como bobo, arquetipo de toda la supuesta superioridad moral y ética de la izquierda fundamentalista española (en este caso catalana). En el corte seleccionado por Spanish revolution, el profesor establece el paralelismo entre una sociedad política y una comunidad de vecinos a la que le han roto los cristales por negligencia del presidente. Este hecho, al parecer, no suscita ningún problema “mientras hace buen tiempo”. Pero cuando llega el frío se ven obligados a cambiar los cristales rotos por los gamberros neo liberales. En esta escena, el profesor hace gala de su estilo campechano mediante el trámite de usar un lenguaje coloquial, incluyendo expresiones enfáticas como “cojones” o “gilipollas”: a falta de fuentes documentales, de lecturas académicas, bien valen estas licencias “mundanas”.

Y aquí tenemos también al prototipo de profesor de filosofía construido al calor del socialismo español en la transición democrática y hasta nuestros días: un hombre puro, comprometido con el bien, con la gente, un hombre muy culto que ha alcanzado la excelencia ética y que es el paradigma de todas las bondades que hacen mejor a la humanidad: en suma, un gilipollas engreído que se cree salvador de los demás y “mejorador de hombres” que en lugar de dedicarse a entender el mundo en el que vive a través de las ideas inmersas en él, está más pendiente de ejercer de cura sermoneador, ya sin sotana, pero con la misma vocación.

Según el vídeo, los cristales rotos representan la sanidad pública y los gamberros son los del PP (y aquí no se cortan un pelo y añaden que VOX es todavía peor, porque, aunque no haya gobernado, de hacerlo, serían mucho más gamberros). La comunidad de vecinos no sabemos si es España o los pueblos de España, la gente o vaya usted a saber.

La idea de “comunidad” se utiliza torticeramente –como, por otra parte, se viene haciendo en la democracia española desde hace muchos años– para resaltar la supuesta unión de todos con todos en lo común. De esa comunidad de “la gente” se abstraen la condición social, la nacionalidad o las creencias para conformar así un “nosotros monista” de todos con todos formando “el pueblo”. Es decir, primero estaría la gente, el pueblo, el nosotros y, luego, estaría el “ellos”, los otros, los gamberros de la casta neoliberal, los enemigos del pueblo, no menos monista que el nosotros. Entonces, ¿acaso los más de 10 millones de votantes de PP, VOX y Cs no forman parte del pueblo, de esa comunidad fraterna? Aquí está la cuestión central: es un vídeo de propaganda. Esos millones de votantes han sido cómplices de los malos, pero al fin y al cabo también ellos sufren las consecuencias de los cristales, de manera que sería suficiente que dejaran de votar a la malvada derecha y votaran a las fuerzas progresistas para llevaran a cabo su redención: la comunión progresista les acogerá con el corazón abierto.

A continuación, y en un alarde de estupidez mayúsculo, los de Spanish revolution nos salen con el principio de causalidad nada menos. Aquél que formuló Aristóteles y que llevó a Santo Tomás a argumentar la existencia de una causa primera incausada, causa de sí mismo. Nos advierte el vídeo de que “todo efecto tiene una causa y toda causa tiene un efecto”. Pero no crean ustedes que la causa es un virus importado de China que tiene una velocidad de contagio tremebunda, no. La causa son los recortes neoliberales del PP y los recortes que VOX todavía no ha hecho, pero que sin duda hará si los malos vecinos siguen votando a este partido. Pero ojo, porque en ningún caso serían los recortes de Zapatero. Ya que los citan en el vídeo, recordemos aquí que el Gobierno no atendió la propuesta que VOX hizo el 28 de enero de VOX (atención a la fecha), propuesta que instaba a controlar e incluso clausurar la llegada de vuelos procedentes de las zonas primariamente afectadas. Como respuesta se les acusó de xenófobos: “la xenofobia mata más que el virus”. Terrible imprudencia por parte del Gobierno al exhortar a manifestarse el 8M cuando ya sabían de la peligrosidad de la pandemia (“Nos va la vida en ello”, Calvo dixit y “El machismo mata más que el coronavirus” rezaba la pancarta de una periodista de La Sexta). Días antes, el Gobierno alertaba a sus funcionarios de mantener ciertos protocolos de seguridad, pero no informó al resto de la ciudadanía, anteponiendo la agenda ideológica a la prudencia política. Así, el día 8 de marzo los españoles hicimos vida normal, se celebraron partidos de fútbol, bodas, mítines políticos y fiestas. Estos comportamientos no son la causa de la terrible crisis sanitaria que vive España, pero sí fueron el abono, el campo fértil que ha hecho que seamos el país más afectado del mundo. Ni el mejor sistema sanitario del orbe habría estado preparado para el aumento exponencial de enfermos producido en España como consecuencia de la falta de reacción del Gobierno.

Pero sigamos con el vídeo de Spanish revolution. Tras criticar las donaciones de empresas privadas a la sanidad pública, apelan a la solidaridad como fuerza reparadora de los cristales rotos por el malvado Mariano Rajoy, anterior presidente de la comunidad de vecinos. Entonces aparecen imágenes de gente en los balcones con sus batines y sus instrumentos musicales. Todo el vídeo es acompañado por una música extradiegétiva de corte emotivo, apasionado, épico. Ya demostramos en el análisis que hicimos del documental Dos Cataluñas (Forja 10) que el texto sonoro de una secuencia audiovisual determina de forma radical la experiencia emocional y subjetiva del observador. ¡Oh! La solidaridad.  Otra palabreja del tipo que los antiguos escolásticos llamaban “sincategoremática” porque carece de sentido si no se establecen parámetros y variables. Aquí la solidaridad aparece como una fuerza telúrica capaz de vencer al virus no se sabe por qué clase de arte o encantamiento. Por eso utilizan consignas del tipo “todos unidos lo conseguiremos”, “el pueblo unido jamás será vencido” y, por supuesto “unidas podemos” y lo oponen al “falso altruismo” de las empresas. Los empresarios son el mal, ¡Viva el mal! ¡Viva el capital! Gritaba la Bruja Avería a todos los niños españoles en los años 80.

La solidaridad frente a los recortes. La solidaridad frente a las puertas giratorias. La solidaridad. Ni ellos se dan cuenta de sus propias contradicciones, no las ven pasar: frente a las malvadas empresas, dicen defender lo público, que garantiza el bien social. Pero “lo público” resulta que se financia con los impuestos que pagan esas mismas empresas… Entonces, ¿a qué vienen esas imágenes del presidente de Inditex o de Mercadona? ¿Son seres malvados que por pura codicia explotan al pueblo? ¿O son, precisamente, los que dan trabajo y con sus impuestos mantienen lo público? ¿Y los trabajadores autónomos y las PYMES a quienes se sangra con los impuestos que, en buena parte, en lugar de aportarse a la sanidad o la educación públicas, sirven para financiar la sobredimensionada casta política, nacional, autonómica y europea, sirven para pagar subvenciones a partidos, sindicatos o chiringuitos a los que ellos pertenecen? ¿Acaso es posible una revolución hecha por los cargos públicos que cobran sus buenos sueldos del Estado capitalista al que quieren destruir? Por cierto, ¿saben estos revolucionarios de boquilla que el actual Gobierno socialpodemita es el gobierno más amplio de la Unión Europea? ¿Saben que, tras la coalición con Unidas Podemos, el Gobierno de Sánchez ha pasado de tener 178 altos cargos en 2018 a más de 259 repartidos entre Moncloa y los 22 ministerios? ¿Saben que el gobierno socialpodemita ha pasado de 21 a 145 altos cargos cienmileuristas, es decir, altos cargos que cobran más de 100.000 € al año? ¿Saben que la nómina de Iván Redondo, director de gabinete del presidente, ascendió el año pasado de 64.902,07 a 126.124,03 €? Mucho más que Pedro Sánchez, que el año pasado pasó de cobrar 47.097,47 a 83.080,02 €. ¿Saben que el Gobierno de Mariano Rajoy fue el más reducido de la historia de la democracia española?

El discurso maniqueo de la Spanish revolution culmina con una apelación a la curiosidad infantil del que pregunta ¿por qué? Y aquí queda ya todo claro: son como niños rebeldes que careciendo de un mapa y de un plan quieren arreglar las cosas con amor y solidaridad. Esta es la superioridad moral de la izquierda fundamentalista basada en puro emotivismo, en dar la espalda a la realidad, en no tener ni programa, ni principios, ni idea de economía, ni conocimiento alguno de las ideas que usan como ideas fuerza, cuya significación abstracta desconocen pero que pretenden hacer valor por su carga emotiva.

Nadie debe tener la menor duda de que si esta pandemia hubiese acontecido mientras gobernaba el PP (no digamos ya VOX e, incluso con Cs) quienes ahora exigen lealtad al gobierno y piden responsabilidad y apoyo se habrían lanzado a la yugular, hubieran movilizado a sus esbirros y asaltado sedes, atacado políticos de derechas e incendiado la calle. En definitiva, nos encontramos ante un nuevo episodio propagandístico de la que Gustavo Bueno llamó la izquierda indefinida fundamentalista que completamente incapaz de subvertir el orden capitalista, como pretendían las izquierdas definidas de antaño, se limita a ejercer una crítica débil y nauseabunda, desconectada de la realidad y hecha desde criterios más metafísicos que políticos, sobre partidos que ellos consideran de derechas y, por tanto, encarnación del mal en la tierra.

Si este vídeo propagandístico tiene alguna virtualidad es la de ponernos delante de este sistema doctrinal que, centrado en el autobombo y en la demonización maniquea del adversario, es incapaz de proponer un análisis mínimamente consistente de lo que acontece y de sus consecuencias. Y en este delirio, nos damos cuenta de que quieren ser, al mismo tiempo, gobierno y oposición, estar en misa y repicando y que lo único cierto de este sistema es que sólo adjudicando a estos impostores una dosis grande de mala fe, podemos evitar diagnosticarle una estupidez absoluta sin posibilidad de redención.

Y hasta aquí este capítulo de Fortunata y Jacinta. Agradecemos su apoyo a todos nuestros mecenas y recuerden: “Si no conoces al enemigo ni a tí mismo, perderás cada batalla”.



un proyecto de Paloma Pájaro
© 2020