El Catoblepas · número 210 · enero-marzo 2025 · página 10

De la Filosofía y su Historia
Luis Stalin Tobar Bastidas
Algunas observaciones sobre la Historia de la filosofía en general y de la Filosofía cristiana en particular
Se pretende cotejar de manera esquemática las ideas de «Filosofía», «Historia de la filosofía» y «Filosofía cristiana» que ensaya el dominico español Fray Zeferino González (1831-1894) en sus tratados Filosofía elemental (1876) e Historia de la filosofía (1886). Se expone, en primer lugar, la definición y división de la Filosofía en sentido general. Segundo, la relación que tiene la Filosofía (según se ha determinado) con la Historia de la filosofía. Por último, se define y caracteriza lo que se entiende por Filosofía cristiana en particular.
Se sabe, siguiendo el apartado preliminar de la Filosofía elemental de Fr. Zeferino que la Filosofía es un conocimiento cierto y evidente –relativamente general– de Dios, del mundo y del hombre que se adquiere gracias a la fuerza de la razón humana. De esta definición se desprende la división de la Filosofía. Se dice: a) «filosofía subjetiva» y b) «filosofía objetiva». La filosofía subjetiva comprende: la Lógica, la Antropología o Psicología y la Ideología. La filosofía objetiva comprende: la Ontología, la Cosmología, la Teodicea o Teología natural y la Moral.
Esta definición que provee Fr. Zeferino contrasta brillantemente y supera al reduccionismo moderno, el cual concibe a la Filosofía en sentido lato (o como mera Enciclopedia de las ciencias naturales) y en sentido subjetivo, donde queda reducida la Filosofía a mera Psicología. In nuce, la Filosofía no es ni el conjunto de todas las ciencias naturales, ni el mero estudio del hombre, sino el conocimiento científico general de las cosas naturales contenidas o representadas en Dios, el mundo y el hombre, los cuales constituyen el objeto por antonomasia de la Filosofía. La reducción de la Filosofía a Psicología tiene su antecedente en Descartes, el cual fue el artífice de la «filosofía del yo» e influencia directa de la filosofía moderna; (v. gr., para Reid la Filosofía es la «ciencia del espíritu humano»; para Kant la Filosofía es la «ciencia de las leyes del conocimiento» o «ciencia de los principios y leyes de las facultades cognoscitivas del hombre»; para Fichte la Filosofía es la «ciencia del yo puro»; para Hegel la Filosofía es la «ciencia del desarrollo de la Idea» o (psicología dialéctica); para Cousin la Filosofía es la «evolución del yo»; para Herbart la Filosofía es la «ciencia que elabora conceptos», &c.)
Fr. Zeferino define a la «Historia de la Filosofía» como aquella ciencia filosófica que –sin reducirse a las ciencias particulares– se desarrolla junto a la Filosofía. La Filosofía y su historia estudian los tres grandes objetos que integran la realidad objetiva: Dios, mundo y hombre. Pese a que la historia de la Filosofía no se reduce a las ciencias particulares (v. gr., filología, historia…), éstas son auxiliares suyas. (González, Z. (1886a) pp. 6-10).
A su vez, Fr. Zeferino determina la «materia» y la «forma» de la historia de la Filosofía. La materia de esta historia es interna y externa. La primera especie integra los sistemas filosóficos. La segunda especie engloba los acontecimientos, circunstancias y condiciones externas que influenciaron en aquellos sistemas; (v. gr., biografía de los filósofos, cultura, religión, política, historia, geografía…). En cuanto a la forma de la Historia de la filosofía, ésta consiste en coordinar metódicamente a las dos especies que constituyen la materia de la Historia de la filosofía. Esta forma no es accidental, sino substancial, la cual no solo distingue a la Historia de la filosofía de otras ciencias, sino que ella constituye su verdadero órgano histórico-científico (González, Z. (1886a) p. 10-14).
De lo analizado hasta aquí, se infiere que la Historia de la filosofía es complemento de la Filosofía. El estudio y aplicación metódica de la Historia de la filosofía permite alejarse del eclecticismo que niega la realidad y el escepticismo que relativiza todo (González, Z. (1886a) pp. 10-16). Otro hecho a destacar. Fr. Zeferino opina que el historiador de la Filosofía necesita tener un sistema, una concepción sistemática, un criterio general, que pueda servirle de guía, de norma y como de medida para comprender las doctrinas de los filósofos, juzgar de su importancia y relaciones mutuas, discernir su valor real y la naturaleza de sus resultados e influencia en la historia y la civilización (González, Z. (1886a) p. 13).
La Filosofía cristiana se originó como un movimiento que supo armonizar la Filosofía (razón) y el Cristianismo (fe). El docto dominico divide a la Filosofía cristiana en tres períodos: a) el patrístico, b) el escolástico y c) el moderno. Éstos vienen acompañados o subdivididos por otros menores, según sus procesos histórico-doctrinales. (No cabe olvidar, cuando se estudia Filosofía cristiana, a las filosofías extracristianas árabe y judía). Por otro lado, para comprender a la Filosofía cristiana en sentido absoluto, cabe distinguir entre una Filosofía esencialmente cristiana y una Filosofía accidentalmente cristiana. La primera reconoce: a) Que existe un Dios personal, infinito en su esencia y atributos, trascendente, anterior, superior e independiente del mundo, el cual está sujeto a su gobierno y providencia; b) Que Dios, por su providencia, prueba al hombre con bienes y males en esta vida, lo premia o castiga después de la muerte según el uso de su libertad; c) Que el alma del hombre es inmortal y está destinada a la vida eterna y unión íntima con Dios; d) Que el mundo y el hombre existen en virtud a la creación ex nihilo por la acción omnipotente e infinita de Dios. En cambio, la Filosofía per accidens, es aquella que rechaza alguna o todas las tesis que representa la Filosofía cristiana propiamente dicha, (González, Z. (1886b) pp. 6-10).
Para caracterizar apropiadamente a la Filosofía cristiana, Fr. Zeferino enseña, en el §V (preliminar) de su Filosofía elemental, las siguientes leyes que se han de tener en cuenta. A saber: 1ª) No enseñar ni afirmar algo que se oponga a las verdades reveladas por Dios. 2ª) Exponer los problemas fundamentales de la Filosofía, cuya solución no atente contra las verdades de la revelación. 3ª) Fijar la atención en las verdades de la revelación católica, (v. gr., sobre la creación del mundo, sobre la providencia y acción de Dios en el universo, sobre el origen y naturaleza del mal, sobre el destino del hombre y su último fin después de la muerte…), las cuales permiten proceder con seguridad en la indagación y solución de los problemas filosóficos. 4ª) Ilustrar, confirmar y desarrollar aquellas verdades que, aunque no son superiores a la razón humana, pertenecen al orden de la revelación; (v. gr., sobre la existencia y providencia de Dios, la inmortalidad del alma, sobre la creación del mundo…). 5ª) Exponer la relación que tienen algunas verdades reveladas y superiores a la razón con verdades naturales; (v. gr., en lo tocante a la gracia, el pecado original…). 6ª) No olvidar que, tanto la doctrina de los Padres de la Iglesia como los escritos de los Doctores escolásticos constituyen la Filosofía cristiana en rigor.
(Quito, 28 de octubre de 2024)
Referencias bibliográficas
González, Z. (1876). Filosofía elemental (2.ª ed., pp. 1-15). Proyecto Filosofía en español. Fundación Gustavo Bueno. filosofia.org/zgo/
González, Z. (1886a). Historia de la Filosofía (2.ª ed., Vol. 1, pp. 1-16) Madrid: Agustín Jubera
González, Z. (1886b). Historia de la Filosofía (2.ª ed., Vol. 2, pp. 5-10) Madrid: Agustín Jubera