El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 201 · octubre-diciembre 2022 · página 15
Libros

La Iglesia está protestantizada, ¿quién la desprotestantizará…?

José Luis Pozo Fajarnés

Reseña al libro de Gabriel Calvo Zarraute, De la crisis de fe a la descomposición de España (Homolegens, Madrid 2022)

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«Ensayo» es como se refiere el propio autor a la obra que nos presenta. Así lo podemos leer en la última página de su libro, la 650. Consideramos que a esa calificación de su trabajo sería pertinente añadir la de «ciclópeo», pues para tratar el tema titular lleva a cabo la metodología literaria del ensayo pero de una forma amplísima y exhaustiva. Por otra parte, la atención que hace de tantos autores, para corroborar sus tesis o para confrontarlas, nos hacen añadir a lo dicho una nueva calificación: la de «filosófico». De manera que quedaría del siguiente modo: la obra de Gabriel Calvo Zarraute, De la crisis de fe a la descomposición de España, es un «Ensayo filosófico ciclópeo».

El lector de este texto, que hemos denominado «reseña», comprenderá que, pese a lo escueto que debiera ser (las reseñas piden precisamente eso, concisión), el volumen de cuestiones a referir derivan en que también la reseña tenga una amplitud algo mayor de lo habitual.

Comenzaremos por señalar que el texto del P. Gabriel Calvo Zarraute se ordena del siguiente modo: dos prólogos (de dos distintos autores, pero que solo ocupan catorce de las más de seiscientas páginas), una introducción del propio autor, nueve capítulos y tres apéndices. Como cada uno de los apartados tiene un cuerpo diferenciado, pese a que hay una continuidad pues hay problemáticas que atraviesan la mayor parte de ellos, además de que los posteriores precisan de lo que en los previos se ha dejado dicho.

Pero antes vemos necesario hacer una aclaración. El autor del libro es sacerdote católico, y el de la reseña que están leyendo ustedes, un ateo esencial. Esto podría derivar en pensar que las opiniones de uno y otro serían opuestas. Pues bien, no podemos negar que entre lo que uno y otro defendemos hay posturas irreconciliables, sin embargo, si nos separamos del plano de las creencias, hay muchos puntos en común que compartimos. Las cuestiones irreconciliables no los mencionare en ningún momento, y solo en los puntos en común será en los que haré hincapié. Y es que lo que Gabriel Calvo Zarraute expone en este libro respecto de las causas de la descomposición de España y de la Iglesia católica, al menos las que aquí vamos a referir, son asumibles por la filosofía crítica, por la filosofía materialista.

La introducción que leemos en De la crisis de fe a la descomposición de España, pone ya negro sobre blanco, muchas de las ideas y doctrinas que el autor va a confrontar: la Reforma protestante; la filosofía racionalista; la modernidad; la Ilustración; el liberalismo; el rechazo de la Gracia santificante; la idea de hombre implícita en estas doctrinas… En estas primeras páginas encontramos en lo que escribe el autor ideas que se adecúan a doctrinas del materialismo filosófico, por ejemplo, cuando se percata de que el proceso de holización derivado de los cambios políticos en los dos últimos siglos deriva en la consideración de los individuos como átomos: «Pero tomar a los españoles como partes equitativas y divisibles del sistema métrico decimal no parece la mejor manera de decirles quienes son» (p. 55).

El primer capítulo del libro se centra en la denuncia de las ideas liberales, que precisaron de la relegación del papel de la Gracia santificante por parte del protestantismo, además del sesgo dado a algunas afirmaciones bíblicas por los reformados (Rinde honor al Dios de tus bienes, dale la primicias de tus ganancias, entonces tus graneros se llenarán… Prov. 3, 9): «Es este materialismo protestante el que dará nacimiento en el siglo XIX al liberalismo económico y al capitalismo» (p. 60). Este protestantismo confluirá con las ideas racionalistas, cuyo primer hito es Descartes, pero que se desarrollará con autores de las islas europeas, como Locke y Hobbes. La masonería fue la heredera de este ideario anticatólico, pues todas estas ideas se fueron gestando contra el orden moral que había expresado y ejercido la Iglesia durante siglos.

En el segundo capítulo se nos ofrece, tal y como reza el título, una «radiografía de la España actual» (pp. 83–182). España tiene un bajísimo índice demográfico, la inmigración que llega, sobre todo del norte de África, no está imbuida de ese liberalismo laicista que adoctrina a los españoles de a pie y que, entre otras «bondades», nos ha regalado una devaluación de lo que supone la familia. La familia precisamente, que es la institución que solucionaría el problema demográfico. La inmigración a la que se refiere el autor es la islamista, que tiene unos intereses muy diferentes a los de sus lugares de recepción. En nuestro caso, la España de tradición católica. La doctrina del islam es una doctrina beligerante, imperialista, que no se adecua al régimen político al que llega: «El problema de intentar crear una fraternidad con el islam es que musulmanes y cristianos, contra lo que sostiene el movimiento “ecumaniaco” del Vaticano II, no comparten una teología común en absoluto» (p. 95).

El capítulo es muy extenso y cargado de argumentos de otros autores, perfectamente hilvanados por Calvo Zarraute, y como puede comprenderse en lo que pretende ser una reseña no puede atenderse a todo ello, sí es pertinente incidir, dada su gran relevancia, en la denuncia que hace de la falta de perspectiva del problema tan grave que se cierne sobre España. Un problema que deriva de la ideología derivada de la aculturación norteamericana, y que ha imbuido a nuestros conciudadanos, desde hace ya varias generaciones, de la ideología del progresismo. En este mismo orden de cosas, queremos incidir en que, cuando atendemos a estas primeras páginas del libro, ya estamos reconociendo un ejercicio de «verdadera filosofía». Una filosofía hecha en el mundo, para confrontar ideologías que destruyen la sana tradición y atan a los hombres que viven no solo en España sino en diferentes lugares del globo. Utilizamos esta metáfora globular porque esos hombres, que se asemejan a los definidos por Platón en su famoso «mito de la caverna», están estrechamente unidos y atados por las fuerzas económicas globalizadoras. Para contrarrestar esa fuerza ideológica el autor propone lo mismo que habían propuesto algunos importantes pontífices en algunas de sus encíclicas, como son León XIII, Pío IX, Pío X o Pío XII: retornar a la filosofía escolástica. El diagnóstico de Calvo Zarraute es espeluznante, pues si no se toman medidas, el camino que están tomando los países de Occidente les dirige hacia nuevos modos de regímenes totalitarios (muestra de ello es lo que sucede en los últimos meses en España, los decretos referidos al problema de la pandemia sufrida o los de las políticas de memoria histórica –y su derivado: la nueva propuesta de Ley de memoria democrática– y de género son claro ejemplo).

El capítulo V es el más extenso de la obra, y el que le da título. Pero antes de llegar a él dos más escuetos tratan asuntos de gran relevancia. En el primero, el capítulo III, se desarrolla una comparativa de la política que llevó a cabo el régimen nacional–socialista alemán –durante los pocos años que duró– con la política de los gobiernos socialistas en España. Eso sí, con la aquiescencia de los gobiernos del Partido Popular, pues lejos de contrarrestar las políticas desarrolladas, las mantuvieron. Estas políticas son las que se refieren a la familia, la eutanasia o el aborto. Del capítulo IV destacaremos que el catolicismo se trató de desplazar de Francia primero, con su proceso revolucionario, y de España posteriormente, por influencia de lo anterior sucedido en Francia, y que cuajó en el ideario liberal decimonónico, y en socialista, esta vez por vía del krausismo. La propuesta sustitutoria fue lo que se vino en llamar el laicismo. Paralelamente, en Rusia, otra gran revolución llevó otro tipo de laicismo –el comunista-ateo– que se propuso socavar el cristianismo allí imperante, que era el denominado ortodoxo.

El capítulo V es tan jugoso como extenso, pues su gran número de páginas no va en detrimento del interés que genera su lectura. Comienza por expresar el paralelismo que se da entre las demoliciones –todavía no llegadas a su fin– sufridas por la Iglesia y por España. Desde nuestros parámetros señalaremos que estas demoliciones –estas sí consolidadas– son de dos modos de imperialismo que se vienen abajo por el impulso opuesto de otros imperialismos que se han llevado al gato al agua. La pérdida de los Estados pontificios en 1870, por un lado, y la perdida de los últimos territorios españoles ultramarinos en 1998, por otro, marcarían el origen de una debacle que no ha dejado de suceder en el tiempo (el proceso de deterioro de ambas Instituciones, la Iglesia católica y el Estado español, es como podemos comprobar por su historia, lento y, a la vez, sin solución de continuidad). Pese a la relevancia de lo histórico en estos asuntos, el autor no se queda ahí pues los argumentos se van sucediendo uno tras otros con extrema actualidad. La ideología de género, que últimamente es una de las armas más eficaces para socavar la argamasa que daba cohesión a nuestro territorio es uno de los temas tratados recurrentemente. Ideología que, como otras muchas igual de perniciosas, avala el nuevo modo de entender el mundo del último papa, Francisco (aunque en este capítulo las críticas a este papa son ya importantes, dejaremos el tratamiento de Calvo Zarraute respecto de su pontificado para más adelante). Otro de los temas de actualidad, que ya hemos mencionado,  es el de la situación mundial de Pandemia, que en España ha derivado en un modo de gobernación por parte de Pedro Sánchez adecuado a sistemas de los que denominamos totalitarios. Y acompañando a esos temas de actualidad leemos otros que pese a su cuasi-atavismo reconocemos su importancia en el tiempo presente. Nos referimos a la Leyenda negra, que como no puede ser de otra manera el autor denuncia sin paliativos.

Calvo Zarraute no economiza en sus críticas a la Iglesia española, pues sus dirigentes, casi en bloque –pues hay honrosas excepciones perfectamente señaladas en el texto de referencia– asumieron las directrices modernistas conciliares (las del Vaticano II). Con el cardenal Tarancón a la cabeza se dio el deterioro de la Iglesia española y, por ende, del régimen que la acunó, el de Franco. La crítica se hace todavía más importante cuando en los últimos años se ha dado el silencio cobarde ante las sanciones de los dos borbones que se han sucedido en el trono en el nuevo régimen democrático, de monarquía constitucional. Los monarcas son denostados por el autor, pero con más contundencia la jerarquía del catolicismo español, que por otra parte está en connivencia con los postulados desarrollados por las encíclicas y las declaraciones del último pontífice: «La mayor parte de los obispos españoles, en evidente comunión taranconiana, cumplen el deseo de Francisco siendo pastores con olor (más bien tufo) a oveja, puesto que viven, sienten y actúan con talante de oveja: manso, sumiso, pusilánime y resignado» (p. 332). El colofón de este capítulo es el de reconocer los efectos perniciosos del Concilio Vaticano II en España, debido a la asunción de su doctrina por parte del episcopado español. Esto llevo a otro efecto, como sucede en  dominó, al desapego de la catolicidad por parte de los diferentes gobiernos democráticos. Calvo Zarraute concluye este capítulo incidiendo en que la situación desmoralizadora que hay en la España actual aboca a la destrucción de la misma, pues es la leña que se echa a un fuego destructor, del que podemos destacar la nueva conquista islámica del territorio (introducida en el argumentario de nuestro autor desde las primeras páginas) y la balcanización que los nacionalismos están procurando.

Los capítulos que restan, previos a los tres apéndices, tratan temas también muy importantes: el VI, introduce la cuestión del derecho y la política, atendiendo a los orígenes de la nueva doctrina asumida en el mundo protestante y católico: los derechos humanos. Su asunción ha llevado a la anulación de la dogmática católica. Calvo Zarraute atiende al origen de esa doctrina, incidiendo en autores como Thomas Hobbes y su Leviatán. Las nuevas ideas, que encumbra las normas del derecho, minaran la moral cristiana y anegará la nueva forma de hacer política. El capítulo VII está dedicado al bochornoso suceso del desenterramiento y traslado del cadáver de Francisco Franco, desde su tumba en el Santuario del Valle de los caídos, a un lugar sin el significado político que ello tenía. El autor define esta acción del Gobierno de España como una profanación en regla. Esta profanación es uno de los más miserables hitos derivados de la ley de memoria histórica, que no es otra cosa que una expresión del totalitarismo de nuestro actual gobierno. Estos modos totalitarios son los que el autor está denunciando a lo largo de muchas páginas de la obra: «El Gobierno, a través de la neurótica Carmen Calvo hizo una declaración escalofriante por lo que supone de imposición totalitaria: Hay que ordenar el pasado. Pero el pasado no se puede ordenar…» (p. 448). Más de una vez, nuestro autor menciona a Orwell y su famoso 1984. La frase de la ministra se adecua perfectamente a lo criticado en ese libro, a su «Ministerio de la verdad». El capítulo VIII lo dedica a criticar al Partido Popular. Muchas páginas previas se han dedicado a poner en su sitio la ideología socialista que ha abocado en esos modos totalitarios actuales. Ahora se trata de criticar a los que se supone que debieran haber frenado esas políticas negadoras de la historia de España, de sus pasado glorioso, de la relevancia que tuvo lo católico en él, no en vano el Imperio español, que fue, era un Imperio católico. El PP se ha protestantizado, como se había protestantizado previamente la Iglesia católica. Los que hoy día en la política española, defienden lo que el PP debiera defender es el partido VOX (partido que recurrentemente es mencionado en este texto para señalar sus virtudes pro nacionales y también pro católicas). El Partido Popular, como el actual papa de Roma parecen haber cambiado de Dios: del Dios trinitario a otro muy diferente, la Naturaleza: «La Iglesia Católica en la persona de las altas jerarquías vaticanas y con Francisco a la cabeza, pues los obispos no hacen más que el ridículo con las iniciativas ecologistas que realizan en sus diócesis, está dando su apoyo a este inquietante proyecto, al orientarse con decisión hacia el mismo recorrido que hacen la ONU y las fuerzas económicas, sociales y políticas que rinden culto al medioambiente, a la Pachamama o Madre Tierra como se hizo en octubre de 2019 con motivo del grotesco Sínodo de la Amazonia (p. 522).

El último capítulo no es –como hemos señalado previamente– con el que se acaba este libro, pues restas los tres apéndices. En este capítulo se retoma la recurrente cuestión del «eclipse» de la Iglesia católica, además de al eclipse de lo que todavía es España. A ambos eclipses ha contribuido el enemigo común de ambos, que Calvo Zarraute personaliza en este final del recorrido, para España, en la personalidad de George Soros (en connivencia con Pedro Sánchez), y, para la Iglesia, en el modernismo que la ha penetrado hasta el tuétano. Solución (para la Iglesia, la de España quizá sea incluso más difícil): «Saborear los escritos de los Padres de la Iglesia y los místicos, y arrojar a la pira las obras imbuidas de modernismo y sentimentalismo inmanentista» (p. 576).

Los tres apéndices con los que la obra queda cerrada tratan los siguientes temas: el primero sobre el conocimiento de la Historia. Conocimiento que, para Calvo Zarraute, es decisivo. Así nos lo hace ver en unas páginas en las que se recoge una entrevista que le hace Religión en libertad tras la publicación de su libro anterior: Verdades y mitos de la Iglesia Católica. La historia contra la mentira. El segundo apéndice trata de las relaciones entre Franco y la Iglesia. Relaciones que pasaron del afecto y el agradecimiento a la traición. Por último, el tercer apéndice, que lleva por título La nueva teología comunista, es el colofón respecto de la denuncia del modernismo que ha anegado la doctrina católica, y que terminará por destruirla. Pero para frenar tal destrucción está la labor de los que se oponen a ello. Gabriel Calvo Zarraute es uno de los baluartes de esa reacción (leyendo su libro nos hacemos perfectamente a esa idea). O como él seguro que prefiere que se diga: uno de los baluartes de la necesaria «contrarrevolución».

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