El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas

El Catoblepas · número 184 · verano 2018 · página 11
Libros

Daniela Spenser sobre Lombardo Toledano

Juan Rodríguez Cuéllar

Comentario de la obra En combate. La vida de Lombardo Toledano de Daniela Spenser (Debate, México 2018)

cubierta

Efemérides, autora y editorial

A 100 años de la conmemoración de la Revolución bolchevique y de la Constitución mexicana que se celebraron en 2017 pertenece la efeméride en la que podríamos encajar la biografía escrita por Daniela Spenser en su último libro, En combate: La vida de Lombardo Toledano (2018), pero en el último capítulo del libro, “Rumbo al 68”, nos aparecen otras dos fechas redondas e igualmente importantes, esta vez a 50 años de distancia: la muerte de Vicente Lombardo Toledano y los trágicos sucesos de Tlatelolco.

De la primera conmemoración nos separa un siglo que ha sido caracterizado por el de mayor violencia conocida, marcado por las dos guerras mundiales y la Guerra Fría, a la vez que por el de mayores avances tecnológicos derivados de estos mismos hechos. Y unido a este siglo, el predominio de la filosofía idealista alemana que lo ha recorrido “de cabo a rabo” y aun persiste en diversos ámbitos, nos hace recordar aquellas palabras de Tomas Mann en Doctor Faustus (1945), «¿Es construcción enfermiza preguntarse cómo en el porvenir Alemania, de cualquier forma que sea, osará abrir la boca cuando se trata de problemas que conciernen a la Humanidad?». Esta filosofía que, comenzó a tener mayor recepción en México a partir de la llamada Restauración (1867), agitada por personajes como Ignacio Manuel Altamirano, incluye de entre sus ideas centrales: la conciencia, la cultura, el pietismo luterano, el psicologismo, el subjetivismo o la idea de fe, entre otras, siendo una parte de esta filosofía idealista el marxismo que en su versión soviética fue acogido en el seno del pensamiento de Vicente Lombardo Toledano.

La segunda fecha marca un punto de inflexión en la estrategia de la quinta generación de izquierda, la marxista-leninista, como consecuencia del surgimiento de un nuevo actor revolucionario, los estudiantes, algo que no estaba dispuesto a admitir Lombardo Toledano quien continuaba profesando la idea de una revolución proletaria, dentro de una concepción de la dialéctica como enfrentamiento de contrarios opuestos burguesía/proletario, de una concepción monista en la que “todo está relacionado con todo” y teleológica de la Historia que a la postre sería tomada como el principal error de la filosofía soviética y causa de su desplome.

Investigadora checa del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de Ciudad de México interesada en la Historia mexicana ha publicado varios libros dedicados a la Historia del comunismo y la Guerra Fría como El triángulo imposible: México, la Unión Soviética y Estados Unidos en los años veinte (1998, 2004), Espejos de la Guerra Fría: México, América Central y el Caribe (2004) y Los primeros tropiezos de la Internacional comunista en México (2009). Su última obra ha tenido una muy buena acogida, en un año marcado por las elecciones federales del 1 de julio, tanto en los medios de comunicación como en el mismo Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, en donde apenas dos semanas después de la publicación del libro apareció una reseña del mismo a cargo de Raúl Gutiérrez{1}.

Esta última obra ha sido editada por Debate que pertenece al grupo editorial internacional Penguin Random House, fusión de la inglesa Penguin y la alemana Random House perteneciente a la multinacional alemana Bertelsmann SE & Co. KGaA que en los últimos años se ha convertido en el principal grupo editorial del mundo con gran impacto en los países de habla hispana y que en 1998 causó una fuerte polémica a raíz de unas declaraciones del presidente del comité ejecutivo Thomas Middelhoff que alejaba a la empresa de la vinculación con el régimen nazi diciendo que había sido clausurada en 1944 por su resistencia, sin embargo, esta declaración dio lugar a que se generase un debate público acompañado de la reacción del publicista Hersch Fischler que sí veía dicha vinculación por ejemplo en la publicación de libros antisemitas, a lo que habría que añadir que finalmente se declaró que la empresa cerró no por su resistencia al régimen nazi sino por falta de papel{2}. En México destaca por el convenio establecido por la Universidad Anáhuac donde se creó en el verano de 2017 la cátedra corporativa Penguin Random House-Anáhuac para acercar las labores del grupo editorial a los alumnos, creándose además una serie de actividades interdisciplinares como: grupos de lectura, conferencias tanto de directivos del grupo como de autores de sus publicaciones, actividades en la Universidad y en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería de 2018 en la que Daniela Spenser presentó su obra.

División de la obra, hilos sueltos y un error historiográfico

Se nos presenta una biografía muy completa de la frenética vida de Vicente Lombardo Toledano en la que se le ha puesto mucho énfasis en la cantidad de documentación utilizada por la autora en Archivos de diversos países (Estados Unidos, Gran Bretaña, Países Bajos, República Checa, Rusia y Suiza). Se describe al biografiado realzando una de sus cualidades más característica diciendo que:

«…nadie lo igualaba en su capacidad de crear entidades políticas y culturales. Bassols y Villaseñor eran hombres de ideas, pero salvo en los periódicos y revistas, no tenían una plataforma para ponerlas en acción. Lombardo la tenía y quedaba a disposición de aquellos que compartían sus ideas y lo seguían, no de los que le disputaban la estrategia como los comunistas, Villaseñor, Bassols, Revueltas, Campa y tantos más.»

Se clasifica la biografía en cinco partes, que atienden tanto a aspectos históricos como a políticos, de las que si nos atenemos al punto de transformación de su pensamiento quedaría dividida en dos partes: una etapa premarxista, que ocuparía la primera parte del libro y que la autora resalta por el predominio de sus convicciones católicas y la influencia de su maestro Antonio Caso, y la etapa en la que se decanta por defender la filosofía soviética, sobre todo a partir de la década de los treinta, que se extendería en las siguientes cuatro partes del libro. Destaca sobre el resto de aspectos de su vida aquellos vinculados al mundo sindical y a la política que la autora ha conjugado muy bien atendiendo tanto a los aspectos nacionales como a los internacionales, y estos a su vez, tratados desde lo acontecido en el continente americano y desde los sucesos acaecidos en suelo europeo.

Detengámonos antes de pasar a exponer el contenido del libro en algunos aspectos flojos de la obra que hubiésemos deseado que tuviesen un mayor tratamiento, nos referimos, en primer lugar, a la cuestión tratada en algunos capítulos respecto a la corriente trotskista cuyos hilos son cortados en la narración del libro y que nos parecen son de gran importancia porque nos sirve para entender en su amplitud el concepto estratégico de fascismo que tenía Lombardo Toledano en las años de la Segunda Guerra Mundial, también importante porque determina en parte la convocatoria de la Mesa Redonda de 1947 por la que quedaría constituido el Partido Popular a través del cual se estableció una línea ideológica y estratégica clara a seguir por los partidarios de Lombardo Toledano, además, esta misma corriente fue acogida en el seno de la estrategia propagandística estadounidense para neutralizar al comunismo durante los años de la Guerra Fría. Trataremos de reconstruir estos hechos a la luz del libro de Daniela Spenser cuando expongamos el contenido del libro ya que consideramos que si la figura de Lombardo Toledano es importante se debe al empleo de la filosofía soviética de un modo sistemático lo que quiere decir que su constante posicionamiento político implicaba tener en cuenta a las otras generaciones de izquierda definida (socialdemócrata, anarquista, liberal, maoísta) o indefinidas (trotskista) y a las modulaciones de derecha (Partido de Acción Nacional). No era un simple ideólogo que no necesitase tener en cuenta al resto de ideologías o filosofías predominantes, lo llamativo y lo importante de la figura de Lombardo Toledano a día de hoy es este carácter sistemático al enfrentar los problemas políticos de su época, carácter que llama la atención por haber desaparecido hoy y haber sido suplantado por la simple opinión y la falta de análisis dialéctico, el pensamiento progresista y blando, armonista y políticamente correcto.

Finalmente, advertimos un error histórico que no queremos dejar de lado, lo encontramos en la página 302 cuando sorpresivamente se afirma sin necesidad de demostrarlo que España fue beneficiaria del Plan Marshall. Con esto queda oculto uno de los méritos del gobierno franquista que a diferencia del resto de países de Europa occidental pudo superar las dificultades tras la Guerra Civil sin dicha ayuda:

«El plan Marshall fue concebido como una medida para que la economía europea no colapsara después de la devastadora guerra y la población no buscara alternativas que erosionaran el sistema liberal de la economía y de gobierno. La España de Franco fue incluida.»

No obstante, ningún Estado puede actuar autárquicamente en pleno siglo XX, y este no sería el caso de España. La propaganda hispanoamericanista que había llevado adelante desde las primeras décadas del siglo ya no era ningún impedimento para la hegemonía panamericana de los Estados Unidos en el continente americano, es más, podía ser un buen aliado para frenar la influencia soviética. El nuevo contexto mundial de Guerra Fría había quedado polarizado entre las democracias occidentales y las democracias populares del este de Europa. El nacionalcatolicismo de España comenzaría a ser adherido a la órbita occidental a partir de 1949, cuando Estados Unidos concedió créditos favorables debido a la política anticomunista del Régimen, demostrado suficientemente por el bando vencedor durante la Guerra Civil y después. A partir de 1950, la mayoría de las repúblicas americanas –excepto México y Guatemala– votaron por levantar la condena al Régimen en las Naciones Unidas, organización en la que entraría a formar parte en 1955. En 1953 se consolidó el régimen en el ámbito internacional suscribiendo acuerdos, primero con la Iglesia Católica mediante un nuevo Concordato, y después mediante los Pactos de Madrid con los Estados Unidos en donde a cambio de ayuda económica se instalaron en suelo español cuatro bases militares.

Contenido de la obra

1. Primera etapa de la vida de Vicente Lombardo Toledano

Vicente Lombardo Toledano pertenecía a una familia de origen italiano enriquecida en México por la minería y venida a menos a partir de la Revolución mexicana y la Primera Guerra Mundial. En los inicios de su vida como estudiante de derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y de filosofía en la Escuela de Altos Estudio, con su maestro Antonio Caso, se nos muestra un Lombardo Toledano que comenzaba a mostrar cierto interés, tomando distancia, con la filosofía soviética. En esta época formó parte del llamado grupo de los «siete sabios» (Manuel Gómez Morín, Alberto Vázquez del Mercado, Antoni Castro Leal, Alfonso Caso, Teófilo Lea y Leyva y Jesús Moreno Vaca). Señaló en su tesis doctoral como abogado –“El derecho público y las nuevas corrientes filosóficas” (1919)– que El manifiesto comunista (1848) era uno de los textos más importantes del siglo XIX; impartió un curso sobre “El bolshevismo y la Revolución rusa” pero, sin embargo, no estaba de acuerdo con la teoría de la plusvalía, considerando –a su juicio– que en el interior de la empresa se daba una convergencia de intereses para maximizar la producción.

En la primera etapa de su vida, que llegaba hasta inicios de los años treinta, era palpable aun en su pensamiento una indefinición filosófica que si bien pudo acercarle a corrientes cristianas –como nos dice la autora– también se pueden apreciar influencias de otras generaciones de izquierdas como del anarquismo, sobre todo, en aquellas ideas respecto a una república autogestionada por los propios trabajadores que recordaba a las ideas fourieristas de un Plotino Rhodakanati que en la segunda mitad del siglo XIX había abogado desde México por la asociación universal de los pueblos. A pesar de esto, es interesante constatar que décadas después en su pequeña obra Las corrientes filosóficas en la vida de México (1963), al tratar el anarquismo del siglo XIX no hace referencia a Rhodakanati ni a ningún periódico de dicha corriente que Marx criticó como socialismo utópico.

Una de las características de su pensamiento que lo acompañó toda su vida fue su antiimperialismo estadunidense, idea muy arraigada en diversas capas de la sociedad mexicana ya desde el siglo XIX y que –a juicio de Daniela Spenser– dio lugar a un retraso para la llegada de la sociedad del bienestar. Más adelante, cuando delineemos algunas de las tesis de la autora en el libro volveremos sobre esta cuestión. Si buscamos en su bibliografía los inicios de su antiimperialismo podemos ubicarlo ya en 1927 cuando publicó el panfleto La Doctrina Monroe y el Movimiento Obrero, en el que se decía marxista pero «estimamos que hay más cosas en el mundo de lo que pensó la filosofía de Marx». El reforzamiento de esta posición frente a los Estados Unidos implicaba un fortalecimiento de los estados latinoamericanos en sintonía con el bloque soviético. Como muestra el libro lo fue discutiendo en diversas reuniones continentales como: en la Conferencia Internacional Americana en La Habana (1928), donde viajó como asesor técnico de la secretaría de Industria, y en el Congreso Universitario Interamericano (1929), como representante del gobierno.

No obstante, a pesar de que en esta primera etapa aun no había adoptado la filosofía soviética en su integridad, tuvo sus primeras polémicas en defensa de ciertas ideas marxistas colaborando en la empresa alfabetizadora de José Vasconcelos, quien decía no aguantar su carácter «obrerista» (1921) y más adelante en la polémica por la reforma educativa con Antonio Caso (1933) en la que pretendía instaurar una educación socialista.

2. El sindicalismo

Aquella tradición legislativa en la que las comunidades en la Nueva España apelaban directamente al rey para solucionar determinados problemas frente a los funcionarios reales se había extendido a lo largo de todo el siglo XIX, no ya dirigiéndose al rey –como ocurría en el Antiguo Régimen– cuanto al presidente de la República o al gobernador del Estado. El sindicalismo tuvo, entre otras funciones importantes, la de servir de intermediario entre los trabajadores y el gobierno, de ahí, que para Lombardo Toledano –como nos dice la autora– fuera muy importante establecer una serie de cuadros bien disciplinados e “ilustrados” que sirvieran de consejeros o intermediarios. Era –a su juicio– la manera de hacer cumplir las leyes. Del equilibrio de fuerzas que el gobierno de Porfirio Díaz hubo de controlar al interior de la república respecto a los diferentes gobernadores de cada Estado se derivó una variada legislación laboral muy dispersa que posteriormente hubo de ir homogeneizándose ante la pujanza del sindicalismo en los años veinte y treinta.

La vida de Lombardo Toledano como dirigente sindical es quizá la parte central de esta biografía que nos acerca a la dialéctica de Imperios y de Estados propia del momento, así como a las luchas entre diferentes grupos por el control obrero. Cuando su figura comenzaba a tener importancia e influencia en el movimiento sindical, la de Luis N. Morones (1890-1946), líder del sindicato Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), iba en descenso. Y es que el conflicto interno entre estos dos sindicalistas se convertiría poco después en un conflicto internacional entre los partidarios de un sindicalismo iberoamericano inspirado en la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL) creada por Lombardo –seguidora de la filosofía soviética y, por otra parte, continuadora de la tradición de unidad continental hispanoamericana– frente a la injerencia estadounidense representada en la American Federation of Labor (AFL), monroista, anticomunista y en la que colaboraría entre otros, un Luis N. Morones expulsado de México durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. La idea era desplazar a la CTAL de su influencia y sustituir su organización por una central que estuviese dirigida y coordinada en todo el continente por los Estados Unidos.

La discusión en noviembre de 1928 sobre la federalización de la ley del trabajo trajo como consecuencia la división de la CROM en torno a dos tendencias contrapuestas, la que pretendía disminuir el poder directivo del movimiento obrero y la que quería que éste tuviera fuerza para imponer sus criterios. Lombardo Toledano que había participado en la CROM desde su fundación en 1918 terminaría abandonándola en septiembre de 1932 y un año después comenzaría a organizar una central alternativa con aquellos miembros disconformes con la dirección de la CROM. La idea era elaborar un programa que pudiese influir en el nuevo gobierno que iba a constituirse en las próximas elecciones.

En el verano de 1935 es cuando Lombardo Toledano realiza su famoso viaje a la Unión Soviética para conocer de primera mano la solución que se estaba dando al problema de las nacionalidades. Daniela Spenser nos presenta a su biografiado personaje sorprendido y eufórico a su llegada a México mostrando en sus escritos y conferencias una leyenda rosa respecto de la URSS en contraposición a los relatos negrolegendarios antisoviéticos, propios del mundo anglosajón, tomando como comparación el relato del sindicalista inglés Walter Citrine que realizó su segundo viaje en la misma fecha que Lombardo Toledano. Otro afamado viajero que se toma para comparar las diferentes percepciones sobre la URSS es el relato de un André Gide decepcionado por lo que vio y que sería popularizado después de la Segunda Guerra Mundial en Alemania como parte del programa anticomunista estadounidense.

Un año después, el 24 de febrero de 1936, Lombardo Toledano fundará la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Esta central incluía como colaborador y organizador al judío bolchevique Witold Antonovich Lovsky que había representado a la decaída Confederación Sindical Latinoamericana fundada en 1929 en Montevideo bajo la Internacional Comunista. La misión de la CTM era servir de unidad obrera ante la gran cantidad de sindicatos existentes –«en cada sindicato empresa una organización sindical»–, y para influir en el gobierno frente a los dictados de la patronal. La unión de intereses estratégicos en torno al presidente Lázaro Cárdenas fue conseguida, en parte, gracias al auge del fascismo identificado como enemigo principal del movimiento obrero, y en parte debido al interés de Cárdenas en crear un partido de masas identificado con el recién fundado Partido de la Revolución Mexicana (PNR). No obstante, fue una unidad muy frágil debido a las diferencias que existían en el interior de la central y la escasa aceptación en el resto de Estados de la República. El aumento del fascismo en Europa determinó la estrategia de frente popular de Moscú que pretendió aglutinar la mayor representación sindical posible dentro de una organización internacional. Para esto las centrales americanas (AFL, CTAL) compitieron por su papel e influencia en este contexto. La AFL tuvo que lidiar en los Estados Unidos con el Comité de Organización Industrial (CIO), del dirigente John L. Lewis, central que se haría muy popular en cooperación con el gobierno de Roosevelt y que llevaría actividades conjuntas en la frontera con la CTM. En Europa ganaría peso, finalmente, la AFL frente a la CIO, al unirse a la Federación Sindical Internacional (IFTU) que dirigía el inglés Walter Citrine, además, con esta unión ganó voz internacional la CROM de Luis N. Morones frente a la CTM. Pero en México aumentaba la influencia de la CIO y en los países iberoamericanos la CTAL. Tras la expropiación del petróleo dada por el presidente Cárdenas en 1938, Lombardo Toledano convocó un segundo congreso de la CTAL para mostrar el músculo de su organización y el apoyo al gobierno. La representación americana y europea fue muy destacada, aprobando John L. Lewis la política petrolera mexicana. Además, México se convertía en un ejemplo de fortaleza y de defensa de la soberanía nacional para el resto de países iberoamericanos, carta que se supo jugar para favorecer la consolidación de la central sindical continental. Esto dio lugar a que un año después, la AFL, hiciera resurgir la idea de una confederación panamericana poniendo al frente a William Green, como presidente, y a Luis N. Morones, como su vicepresidente.

3. La segunda guerra mundial y el fascismo

En el contexto de la Segunda Guerra Mundial Lombardo Toledano dejaría la dirigencia de la CTM, que recaería en Fidel Velázquez, para centrarse en los asuntos internacionales. El pacto de no agresión nazi-soviético de 1939 produjo desconcierto en las filas comunistas si bien en 1941 el ataque nazi a la URSS restablecería la situación anterior y reforzaría la unidad del movimiento obrero. Otro hecho que creó divisiones fueron los juicios antiestalinistas llevados a cabo entre 1936 y 1938 que dieron lugar a que León Trotsky (1879-1940) terminase sus días exiliado en México desde 1937. La propaganda contra el fascismo se había acrecentado unos años antes de que comenzase la guerra debido fundamentalmente a los acontecimientos de España. Daniela Spenser nos dice que dentro de la categoría de fascistas Lombardo había incluido: el nazismo, el fascismo, el franquismo, la falange española y la idea de Hispanidad agitada desde el Consejo de Hispanidad recién creado en España y que según Lombardo Toledano era una institución movida por el Instituto Iberoamericano de Berlín a través del general Wilhelm Faulpel. Como la autora no da más datos al respecto contentándose con una perspectiva emic muy limitada añadimos nosotros lo siguiente; que uno de los representantes mexicanos del Consejo de Hispanidad, el anticomunista y neotomista Jesús Guisa y Acevedo, se defendía de los ataques de fascista diciendo en el diario La Nación, una semana de México, del 18 de octubre de 1841, «…hay muchísimas cosas que nos importa tratar juntos pero de esto a que nos convirtamos en agentes de Hitler en América hay un abismo de incomprensión»; la conexión de intereses establecida por Lombardo Toledano entre los nazis, España y la Hispanidad le había llegado probablemente de un corresponsal mexicano del New York Times que alarmado por la noticia de que cuatro intelectuales mexicanos (Toribio Esquivel Obregón, Jesús Guisa y Acevedo, Alfonso Junco y Gabriel Méndez Plancarte) habían sido convocados a una reunión en la “Madre Patria” tomó el teléfono el 3 de octubre y comunicó a su periódico la noticia (falsa) de un caso de espionaje nazi{3}. El diario New York Times no perdió el tiempo, publicó la noticia y seguidamente se demoraron las visas del gobierno inglés en las Bermudas y del portugués en Lisboa para los viajeros mexicanos. En el mismo “Informe al primer congreso general de la CTAL” que Daniela Spenser utiliza para ver contra quien iba dirigida la propaganda antifascista Lombardo incluía también –algo que no se cita en la obra– a «los agentes del imperialismo que se suman a la corriente nazifascista para conspirar en contra de la libertad de nuestros países, como las empresas petroleras y otras fuerzas que auspician la política del imperialismo», donde se podían incluir tanto, desde el punto de vista soviético, a socialfascistas (socialdemócratas) y a trotskistas. Y es que el trotskista español Julián Gorkin, que en España había sido acusado por el Partido Comunista de pertenecer a la «vanguardia fascista» a raíz del libro Espionaje en España (1938), se estableció en México desde 1940, después de haber pasado por Nueva York, llevando una intensa actividad propagandística anticomunista en México a través de la fundación de diversas revistas en colaboración de su amigo catalán Bartolomé Costa-Amic, y también, colaborando con Víctor Serge y Marceau Pivert fundando el Centro Cultural Iberoamericano y la sección mexicana de Socialismo y Libertad.

La estrategia de la CTAL durante el conflicto de la Segunda Guerra Mundial fue la de suspender la política antiimperialista frente a los Estados Unidos para potenciar las fortaleza de estos frente al fascismo. Era imprescindible para la guerra el suministro de materias primas de los países iberoamericanos como: el antimonio, la bauxita, el vanado, el estaño, el cobre, el petróleo y el caucho. Este acercamiento a los EE.UU. suscitó dudas en algunos sectores respecto al proyecto continental de la CTAL debido, entre otras cosas, a que las empresas estadunidenses continuaban su tradicional segregación laboral a lo que se unía la explotación y malas condiciones de los trabajadores nativos. Además, Lombardo Toledano hubo de apoyar a gobiernos dictatoriales como el del general Enrique Peñaranda de Bolivia o el del general Anastasio Somoza de Nicaragua. Al interior de la CTAL los países con mayor representación sindical eran México, Chile y Argentina. 1943 fue un mal año debido, por un lado, al golpe de estado de Juan Domingo Perón en Argentina, que se rebelaría obrerista pero contrario a la CTAL, y por otro lado, al acercamiento que hubo a la AFL del dirigente chileno Bernardo Ibáñez.

Lombardo cosecharía un gran éxito en la reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Filadelfia en abril de 1944 en la que no sólo consiguió quitar la credencial al delegado argentino Luis Girola en representación del peronismo, sino que venció a su contrincante Bernardo Ibáñez para ser elegido miembro del consejo obrero de la OIT. Ganado el liderazgo fuera del continente y ante la inminente finalización de la guerra, Lombardo Toledano convocó un congreso de la CTAL en abril en Cali (Colombia) donde se pretendía fijar la posición de la central en el nuevo contexto mundial. Su objetivo principal sería la regulación industrial «para conquistar la independencia».

4. Estrategia en el nuevo orden mundial y la mesa del 47

En México Lombardo Toledano, siguiendo el programa de la CTAL, apostaba por la industrialización y la autonomía económica y política, para ello era necesario asegurar un único candidato, Miguel Alemán –«un cachorro de la revolución»–, antiguo alumno suyo en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela de Derecho y Jurisprudencia. En abril de 1945 se estableció un Pacto Obrero Industrial para un mayor control de la economía nacional y evitar la dependencia hacia los monopolios internacionales. Le siguió un Pacto de Unidad Obrera Nacional para hacer sentir el peso del movimiento obrero. En Monterrey, en plena campaña electoral, Lombardo Toledano arengaba a favor de Miguel Alemán y decía «porque soy marxista, sé que lo único que podemos proponernos los mexicanos en esta época, es la revolución burguesa». Miguel Alemán, que ganaría las elecciones finalmente siendo el primer presidente de la “revolución institucionalizada”, en privado decía irritarle el antiimperialismo y comunismo de Lombardo Toledano, sin embargo, lo veía como un hombre de confianza por su trayectoria.

En 1947 Lombardo Toledano convoca una mesa redonda para reunir a los representantes más destacados de una izquierda dispersa, con la intención de debatir los problemas presentes y futuros de México y constituir un organismo político e ideológico que interviniese en la política del país. A raíz de esta reunión se fundaría el Partido Popular. Como precedente, Daniela Spenser se retrotrae a la Liga Socialista Mexicana que Lombardo Toledano creo en 1944 con la intención de agrupar a los comunistas depurados del Partido Comunista Mexicano y a los cardenistas que habían quedado fuera del poder. La intención era hacer frente al trotskismo que se había propagado y se había convertido en un dique y una cortina de humo para obtener una idea clara de la lucha del movimiento obrero. Pero esta amenaza de 1944, que señala Daniela Spenser y que no desarrolla buscando líneas de continuidad en su libro, continuaba después de la guerra y con mayor fuerza si cabe bajo el amparo de los Estados Unidos. Desde Washington se presionó al gobierno mexicano para que depurase la amenaza del comunismo y las ideologías subversivas. En 1947 se crearía a imagen y semejanza del FBI la Dirección Federal de Seguridad mexicana que pronto comenzó una guerra propagandística financiando ideologías que neutralizasen la amenaza comunista. Este tema de la propaganda anticomunista no ha sido tomado en cuenta en el libro de Daniela Spenser. A Estados Unidos le interesaba la guerra de propaganda, sobre todo, después del escándalo que supuso la utilización de la bomba atómica en agosto de 1945. De esta manera, se publicó el libro de Ainsi fut assassine Trtotsky, en 1948, que firmaban el agente secreto mexicano Leandro A. Sánchez Salazar y el trotskista español Julian Gorkin –que posteriormente trabajaría para la C.I.A. en el Congreso por la Libertad de la Cultura–, y que servía para agitar la demonización de un Stalin triunfador de la Segunda Guerra Mundial{4}. Inmediatamente, cada año, el libro con una sustanciosa financiación fue publicado en los más diversos idiomas: inglés, italiano, sueco, alemán, holandés, español, etc.

El Partido Popular nacía con el objetivo de lograr la Revolución democrática, y para esto había que defender: la independencia nacional, la unidad iberoamericana, el desarrollo económico, la elevación del nivel de vida y la conservación de la paz, entre otros aspectos. Los enemigos y desviaciones de la línea marcada por el Partido Popular que podemos leer en la publicación Mesa Redonda de los marxistas mexicanos (1982) fueron identificados por Lombardo Toledano como: a la derecha, quienes mantenían una parálisis revolucionaria ante un fatalismo geográfico identificado con los Estados Unidos; y a la izquierda, por aquellos movimientos políticos indefinidos, espontáneos, oportunistas y populistas, es decir, aquellos movimientos que se distanciaban de la estrategia política saltándose las etapas necesarias para alcanzar el socialismo{5}.

Daniela Spenser cita el texto de Daniel Cosío Villegas de 1947 “La crisis de México” en el que se criticaba la inoperancia y la falta de independencia del movimiento obrero, larvado por las corruptelas permitidas por el gobierno al que se sometía vilmente. Según la autora el texto iba dirigido indirectamente y sin nombrarlo a Lombardo Toledano, que se había servido de estas corrupciones para liderar el movimiento obrero desde los inicios de la CTM. Sin embargo, desde la posición idealista y la “fe marxista” del dirigente sindical era necesario estar cerca y negociar con el gobierno de turno, había que ayudar al gobierno a que se desarrollase en México el capitalismo pero también a que favoreciera y aumentase el nivel de vida del proletariado a través de la planificación económica nacional, no era posible saltarse las etapas previas necesarias y atender a los intereses inmediatos y subjetivos del proletariado. El error era –a juicio de Lombardo Toledano– de aquellos izquierdistas que confundían el objetivo del proletariado en la dirección de la Revolución democrático-burguesa con la consecución directa de la revolución socialista. Retomaremos este asunto más adelante.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial el diseño del nuevo orden mundial no auguraba un camino fácil al movimiento obrero. En 1945 se celebró la Conferencia de Chapultepec por la que México pasaría a estar en la órbita estadounidense dando lugar al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, 1947) y a la Organización de Estados Americanos (OEA, 1948). La integración económica de México comandada por Estados Unidos por medio del Plan Clayton aparte de cancelar los contratos de materias primas estratégicas durante la guerra, haría disminuir los aranceles con lo que México y el resto de países iberoamericanos sujetos a los Estados Unidos se verían inundados de productos extranjeros, algo que entraba en discordia con el programa trazado por Lombardo Toledano que si bien no rechazaba el libre comercio, sí le ponía límites y controles estatales que estuviesen en sintonía con la soberanía nacional y la elevación del nivel de vida de los trabajadores. De esta manera, desde 1945, Lombardo Toledano era considerado un sujeto subversivo. En este contexto, frente al recién fundado Partido Popular, el dirigente cetemista Fernando Amilpa, para desplazar a los lombardistas de la CTM, había propuesto que los miembros de la confederación deberían ser partidarios únicamente del PRI descartando de esta manera la libertad de elección de partido de sus miembros –decisión que cinco meses antes se había favorecido y que ahora se descartaba–. El gobierno, por su parte, comenzó a imponer a los dirigentes sindicales por medio de la violencia y la coacción, lo que se conoció como el «charrismo».

5. Contexto sindical internacional posterior a la segunda guerra mundial

En el contexto internacional, el fortalecimiento de la unidad sindical estaba en manos de las tres grandes potencias aliadas: la Unión Soviética, Inglaterra y los Estados Unidos, con sus organizaciones más destacadas: la Trade Union Congress del inglés Walter Citrine, los sindicatos soviéticos y la CIO estadounidense. Sin embargo, no había armonía posible entre los aliados y, en América, la AFL estadounidense en confrontación con la CTAL mantenía su política anticomunista. Lombardo Toledano cosecharía otro éxito al ser nombrado miembro del buró ejecutivo (compuesto por nueve miembros) en la fundación de la Federación Sindical Mundial (FSM) en París celebrada en octubre de 1945, que representaba a sindicatos comunistas y no comunistas. Mantener la influencia y la unidad de la FSM le aseguraba ser tenido en cuenta en las instituciones internacionales y principalmente le otorgaba el derecho de voto en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Las buenas noticias para Lombardo Toledano no se paraban aquí y, un año después, ocurrió que Juan Domingo Perón legalizó al Partido Comunista y reconoció el papel de la Unión Soviética en la paz mundial, lo que dio pie a restablecer de nuevo las relaciones con la Confederación General del Trabajo argentina.

La débil unidad dentro de la FSM entre los sindicatos comunistas y los no comunistas comenzaría a resquebrajarse en el contexto del aumento de tensiones entre EE.UU. y la URSS debido al rechazo de esta última al Plan Marshall. En septiembre de 1947 se había creado en Polonia la Cominform para dirigir la política de los partidos comunistas. Dos años después, la creación de la alianza militar Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sería vista como una inminente amenaza por la URSS. El secretario general de la FSM, Louis Saillant, se opuso también al Plan Marshall, pero la CIO lo apoyó, con lo que la AFL aprovechaba su anticomunismo para influir en el sindicalismo europeo. Los sindicalistas británicos suspendieron sus actividades y amenazaron con retirarse si no se llegaba a una solución. Lombardo consideraba la actuación de los británicos como antidemocrática. Para él, el Plan Marshall hacía a los países receptores dependientes del imperialismo estadounidense. Tuvo el fallo de haber sido desplazado de la CTM en 1947 con lo que según los estatutos de la FSM no podía ser un miembro de su buró. Saillant, Kuznetsov y Soloviev intentaron mantener a Lombardo en su elección de vicepresidente en septiembre de 1948, mientras éste, procuraba crear una nueva central sindical en México, cosa que haría un año después fundando la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM), si bien, no pudo quedar registrado en la Secretaria de Trabajo porque varios de los sindicatos que representaba carecían de registro. En enero de 1949, pudo asistir a París a la reunión de la FSM donde, dejando a un lado el tema de su representación legal con la central internacional, pidió ayuda para mejorar el nivel de vida de los trabajadores de América Latina. Finalmente, unos meses después la FSM se disgregó perdiendo a la CIO, al sindicalismo británico y al holandés. Desde el punto de vista británico, se debió al rechazo que se había dado al Plan Marshall por el que se esperaba la recuperación de Europa.

6. Dinamitación de la CTAL: el panamericanismo, el humanismo y la revolución cubana

A partir de entonces, la CIO y la AFL inyectadas de dólares por el gobierno estadounidense se dedicaron a ganar adeptos en el sindicalismo hispanoamericano. Para esto, el italiano anticomunista y antifascista Serafino Romualdi, junto a algunos españoles exiliados, fue el agente secreto que Estados Unidos había escogido para dinamitar la CTAL lombardista y conseguir aunar esfuerzos en la organización y consolidación de una central panamericana (o interamericana) que le hiciera sombra y abriera mercados a los productos estadounidenses. La fundación de la Confederación Interamericana de Trabajadores (CIT) tuvo lugar el 10 de enero de 1948 en Lima con un claro rechazo al comunismo de Lombardo y de Stalin y con el objetivo de extender el Plan Clayton a todo el continente. El dirigente chileno Bernardo Ibáñez fue elegido su secretario general e inmediatamente después, al ampliar la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sus relaciones con la nueva central, fue elegido como consejero obrero reemplazando la figura de Lombardo Toledano. Participó en la fundación de la central interamericana el dirigente Luis N. Morones, quien se rebeló a la postre frente a la primacía de intereses estadounidenses sobre el resto de países del continente. De este modo, acusó de manipulación a Serafino Romualdi y abogó porque la CGT argentina fuese incorporada a la nueva central.

A finales de noviembre de 1949 se fundaba, en concordancia de intereses con los Estados Unidos, la International Confederations of Free Trade Unions, con sede en Bruselas, para hacer frente desde una supuesta “neutralidad” a las tendencias radicales de la izquierda y de la derecha, a Walt Street y al comunismo, a la Standart Oil y a Stalin. Parece ser que esta confederación se arrogaba la representación de la “Humanidad”. Su novedad eran los proyectos de integración regional que traía recuerdos del anarquismo decimonónico y ecos de espiritualismo propios de la “federación mundial de la humanidad”. Con este tipo de proyectos se intentaba acabar con la CTAL para incorporar a los sindicatos del continente bajo la influencia de la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT) que representaba a la AFL. El belga Jacobus Oldenbroek era su secretario general, mientras que Bernardo Ibáñez fue su vicepresidente y el cubano Francisco Aguirre parte del comité de asuntos emergentes. Organizaron un congreso en México con la intención de incorporar a la CTM pero fue un absoluto fracaso. Fidel Velázquez y los cetemistas no tenían la intención de convertirse en títeres de los intereses estadounidenses. El problema era que desde la ORIT no se estaba haciendo nada para solucionar las libertades sindicales en aquellos países iberoamericanos que no las tenían.

El difícil camino recorrido por la CTAL llegó a su final poco después del triunfo de la Revolución cubana en 1959 cuando se abrió una nueva etapa en el movimiento sindical. Lombardo Toledano no veía útil la neutralidad propuesta por la llamada «tercera vía» de Bandung. Jrushchev había puesto su esperanza en la Revolución cubana y la estrategia ahora se dirigió hacia los sindicatos no alineados con ninguna federación internacional, era el tiempo de los movimientos de liberación nacional a imagen y semejanza del caso cubano. Para diferenciarse de los nuevos partidos que surgían, el partido de Lombardo Toledano pasó a llamarse Partido Popular Socialista y a partir de entonces numerosos jóvenes disertarían de sus filas para ingresar en los nuevos movimientos revolucionarios.

En agosto de 1961 se fundaba el Movimiento de Liberación Nacional de México (MLN). Dicho movimiento fundaría la Central Campesina Independiente que sería vista por Lombardo como un instrumento de división al interior del movimiento obrero. El MLN coincidía en todo su programa con el PPS: la propia denominación de «movimiento de liberación» ya había sido utilizada por miembros lombardistas para definir su antiimperialismo, la defensa de la soberanía nacional mediante la autodeterminación, el apoyo a los industriales nacionalistas, una política comercial diversificada y dirigida a diversos mercados, etc. La diferencia entre el PPS y el MLN estribaban en que, debido a la influencia de la Revolución cubana, éste rechazó la participación y el colaboracionismo político con el partido oficial –basado en la estrategia lombardista de “frente nacional democrático”– y se consideró más como una organización de masas independiente que como un partido político. Todavía, antes de la invasión de Bahía de Cochinos (Cuba) organizada por los EE.UU. y del discurso de Fidel Castro del 16 de abril de 1961 integrantes del MLN como Carlos Fuentes veían en la Revolución cubana un carácter marxista pero no prosoviético{6}. Para Daniela Spenser, Lombardo Toledano comenzó a marcar distancias cuando percibió al MLN como un partido de oposición al gobierno mexicano a cuya cabeza estaba la figura de laureado Lázaro Cárdenas. Eran tiempos en que se cuestionaba el sentido de la Revolución mexicana y en el caso de las diversas corrientes definidas e indefinidas de la izquierda comunista se planteaban nuevas estrategias para alcanzar el socialismo. Es de resaltar que en el fondo de estos debates se encontraba la política nacionalista del gobierno de Adolfo López Mateos que incluso llegó a denominar su política de «extrema izquierda» en Guaymas el 1 de junio de 1960, algo que alarmó a la mayor parte de la prensa nacional y a los empresarios. No es extraño, por tanto, la pregunta que hizo el presidente a Lázaro Cárdenas respecto al MLN y que se recoge en el libro:

«¿Y de qué se liberan?, preguntó el mandatario después de que el general Cárdenas le manifestó que un grupo de jóvenes del MLN fue hostilizado en Jalisco por las autoridades locales.»

PCM PPS POC

Las discrepancias entre el MLN y el PPS –que no se aprecian claramente en el libro– se pusieron de relieve con motivo del acto de apoyo al voto mexicano dentro de la OEA que había rechazó la proposición del gobierno de Colombia de convocar a una reunión de consulta sobre la cuestión cubana. Este acto había sido organizado tanto el PCM como el POC (Partido Obrero Campesino) y el PRI. Se invitó al MLN a que participase, sin embargo, agradeciendo su petición se distanció y no quiso saber nada de dicho acto. En una carta dirigida por Lombardo al MLN decía:

«A nuestro juicio el MLN es un organismo político, puesto que su estatuto, su programa y su actuación corresponden a una agrupación de ese carácter. Lo que distingue a un partido de una organización de masas, ya sea obrera, campesina, juvenil, de mujeres, etc., es que en esta clase de agrupaciones existen personas de diferente ideología, de distintas creencias y de numerosas afiliaciones cívicas, porque su finalidad es la de lograr principalmente ventajas de tipo económico y objetivos de tipo social en los que todos estés de acuerdo. Esta clase de organismos don de frente único precisamente por la heterogeneidad ideológica de sus miembros y por sus finalidades concretas. En cambio, un partido político, cualquiera que sea el nombre que tenga y aun cuando no se proponga intervenir en cuestiones electorales, es un organismo que se propone influir en el pueblo y en los órganos del Estado para que sus puntos de vista sean tomados en consideración y se transformen en realidades. En otras palabras, el PPS considera que toda agrupación que lucha por participar en la dirección económica, social, política y cultural de un país, es un partido político»{7}

En la última etapa de su vida, para la campaña electoral de 1964, tendría Lombardo la posibilidad de convertirse en diputado debido a la nueva reforma electoral que incluía una proporción representativa más abierta en la que aquellos partidos con un 2,5% de votos tendrían derecho a cinco diputados. Conseguido su nombramiento como diputado, desde la Cámara aprovecharía para alabar el papel desempeñado por el presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) por su política nacionalista en defensa de la soberanía nacional y, sobre todo, entre otras muchas cosas (aumentos salariales, desayunos escolares, textos gratuitos, apoyo a la Revolución cubana frente a los EE.UU., &c.), por haber nacionalizado la Compañía de Luz y Fuerza.

Tesis del libro

El conflicto estudiantil de 1968 desde la perspectiva de Lombardo y desde la perspeciva de Daniela

Finalmente, se da cuenta en la obra –aunque en apenas una página–, de los sucesos del 68 mexicano, año que coincide con la muerte de Lombardo el 16 de noviembre, el mismo día que fue internado en el hospital, a los 74 años. Su muerte repentina le dio la posibilidad de analizar activamente los sucesos ocurridos en torno al movimiento estudiantil de aquel año en México y en Europa.

Se inicia esta última parte del libro analizando las reacciones de Lombardo ante las revueltas de Polonia, de Hungría y de Checoslovaquia, poniendo de relieve sus críticas a los «enemigos del socialismo» –en palabras de Daniela– que querían desestabilizar el orden en los países de la órbita soviética reprobando los conflictos suscitados, igual respuesta le sugirió lo ocurrido en París, con lo que la autora sentencia, «Lombardo rechazó los movimientos por la democracia categóricamente. Tenía claro que las preocupaciones de esta juventud por su educación y por su formación profesional eran mínimas, que su petición por la democratización de la educación era falsa…» crítica que extiende igualmente a su análisis de lo sucedido en México.

Para entender la postura de Lombardo ante lo sucedido vamos repasar brevemente sus tres últimas intervenciones de que disponemos respecto a la cuestión estudiantil en México{8}, teniendo en cuenta la siguiente secuencia de los hechos ocurridos que comenzaron desde el 26 de julio: 1) 1 de agosto, manifestación presidida por el rector de la Universidad Nacional Autónoma en protesta por el allanamiento del ejército en los recintos universitarios. 2) 5 de agosto, manifestación organizada por alumnos del Politécnico, en base a una serie de demandas políticas centradas en seis puntos. 3) 13 de agosto, primera gran manifestación en el Zócalo. Se pide «Respeto a la Constitución», «Pueblo y estudiantes, unidos venceremos» o «Pueblo, si amas la verdad, no esperes encontrarla en la prensa». 4) 27 de agosto, nueva manifestación en el Zócalo, con un incremento de personas que reafirman lo dicho en la anterior. 5) 13 de septiembre, nueva manifestación llamada del silencio, menos multitudinaria, reaccionando al IV Informe Presidencial del Presidente Gustavo Díaz Ordaz apoyado por la prensa. Se leía en las pancartas: «Libertad a la verdad, ¡diálogo!», «Luchamos por los derechos del pueblo mexicano». 3) El 30 de septiembre, se confirma una huelga indefinida, 5) El 2 de octubre, la represión en Tlatelolco{9}.

El objetivo inicial del movimiento, algo que se subrayaba como novedad, era la reivindicación de la existencia de presos políticos y la eliminación del artículo 145 del Código Penal que aludía al delito de disolución social, en alusión posiblemente a los dirigentes sindicalistas Demetrio Vallejo y Valentín Campa, que fueron arrestados tras la huelga ferrocarrilera de 1959. Una huelga que si bien comenzó por la reivindicación de una subida salarial fue dirigida contra la imposición de dirigentes sindicales por parte del PRI.

El primero de los escritos de Lombardo llevaba por título “Declaración del PPS sobre el conflicto estudiantil” (escrito el 29 de agosto y publicado el 30 en el periódico El Día) y es quizás el menos citado o tenido en cuenta cuando se trata esta cuestión –incluyendo a Daniel Spenser– al menos respecto a la siguiente cita:

«Hay quienes sostienen, públicamente y en privado, que es necesario emplear la fuerza para acabar con el conflicto estudiantil, como medida sistemática para evitar nuevos desórdenes. El Partido Popular Socialista considera que esta tesis es antidemocrática y falsa, y que, como nuestra experiencia lo ha demostrado, es negativa y nada construye; no une, sino divide, que es lo que los enemigos de México tratan de lograr. Otros postulan la solución de dejar que las cosas continúen su marcha sin intervenir a fondo en el conflicto… Esta opinión es igualmente equivocada, porque hace juego a los enemigos de la Revolución. El único camino es la solución democrática, ajustada al espíritu y a la letra de la Carta Magna».

Es importante citar este párrafo porque la visión que se tiene de la postura de Lombardo es que estuvo a favor de la represión del movimiento por su apoyo al gobierno. Se habla en el mismo artículo de que la «extrema izquierda» y la «derecha» están alentando la rebelión aprovechando las manifestaciones así como también «políticos resentidos o desplazados del gobierno» que estarían financiando al movimiento estudiantil con los mismos objetivos de desestabilización del gobierno de la República y para evitar la celebración de los Juegos Olímpicos que darían comienzo el 12 de octubre. Como bien se señala en el libro, Lombardo, desde el golpe de Estado en Guatemala (1954) temía que cualquier brote desestabilizador al interior del país provocase una intervención de los EE.UU. por lo que desde entonces no cejo en calmar los ánimos revolucionarios, alentados, por otra parte, por los nuevos movimientos influidos por la Revolución cubana. Así ocurrió también con motivo de la huelga ferrocarrilera de 1959. Se hacía mucho hincapié en la importancia de los Juegos Olímpicos, ya que era la oportunidad de demostrar en el ámbito internacional que México era un país desarrollado y con capacidad para llevar a cabo dicho acontecimiento. Se señala la tendencia ideológica del movimiento estudiantil concentrado en el Zócalo al hacer referencia a que se izó la bandera rojinegra en el asta de la plaza sustituyendo a la nacional, bandera considerada del siglo anterior ya liquidado –en alusión probablemente al anarquismo magonista–. Para Lombardo, la bandera nacional no era ajena al movimiento obrero puesto que simbolizaba a la patria y los sacrificios del pueblo mexicano a lo largo de su Historia.

La segunda vez que se hace referencia a los sucesos es en una conferencia dada a la Juventud Popular Socialista del Valle de México (dada el 25 de septiembre pero publicada el 2 de octubre en la revista Siempre! numº. 797) titulada “La juventud en el mundo y sus deberes históricos”. Se publica esta intervención el mismo día de los sucesos de Tlatelolco con lo que aún no eran conocidos por Lombardo que hace una pequeña introducción a su publicación ese mismo día, en el que critica la actuación de la prensa alarmando a la sociedad con un posible golpe de Estado o de una revuelta guerracivilista. Vuelve a señalar lo dicho en el anterior escrito, la necesidad de un «arreglo democrático» entre las dos partes: estudiantes y gobierno. Un diálogo que se había concertado para el 1 de septiembre pero que los estudiantes habían rechazado sólo dispuestos a negociar en una Asamblea multitudinaria en las calles. Se habla de la necesidad de que los estudiantes tuviesen una «conducta reflexiva» y de que realizasen un «examen objetivo» de sus demandas, la única forma para resolver el conflicto, separando la cuestión ideológica del movimiento que considera introducida por la llamada «nueva izquierda» o «nueva revolución» y a quien culpa de enturbiar las demandas estudiantiles quedándose en «la epidermis de las cosas sin entrar a su verdadero fondo». En la conferencia comenzó por un análisis del panorama internacional para seguir con las preocupaciones de la nueva generación así como el desarrollo histórico de la juventud. Leemos,

«Los movimientos juveniles no se producen en todas partes por los mismos motivos directos. En algunos intervienen factores de imitación de lo que ha ocurrido en otros países, y también han contribuido a provocarlos a que rebasen el cuadro de sus propósitos iniciales, elementos extraños que han tratado de convertirlo en disturbios que tienden más que a transformar el régimen social que prevalece, a derrocar al gobierno, sin señalar cuáles serían las características del sustituto, quiénes lo integrarían, qué objetivos debe perseguir y cuáles serían sus metas finales. Pero existen causas nacionales que los engendran, por la etapa de transición histórica en que viven los países capitalistas, desde los más industrializados hasta los que apenas acaban de conquistar su independencia política».

La capacidad de análisis detallado y sistematizado queda totalmente ejemplificado en este extracto y lo que continúa, es decir, se estaba haciendo un ejercicio pedagógico de análisis marxista-leninista dirigido a «la juventud que estudia» para que supiese deslindar las motivaciones ideológicas («extrañas») que corrían en el movimiento estudiantil y fuesen al fondo de sus problemas y demandas para poder resolverlos sin necesidad de llegar a una revuelta. En este punto, Daniela nos dice que los mensajes de las pancartas que se podían leer en las manifestaciones no diferenciaba en nada este movimiento de los de otros países, así por ejemplo: «México, libertad», “Libros sí, bayonetas no» y «al hombre no se le doma, se le educa» lo corroboraban, mientras que Lombardo veía la diferencia en que México era aun un país «preindustrial» lo que hacía que el problema estudiantil tuviese unas características especiales y distintas. Pero ni México era un país preindustrial –como más adelante, en la conferencia misma, se pone de relieve–, ni Lombardo se detiene sólo en este punto para diferenciar el caso mexicano del resto como veremos a continuación. Da la impresión de que a Lombardo se le escapaba que el movimiento estudiantil tenía más de ideológico y espontáneo (sin necesidad de ser un «elemento extraño») que de resolución de cuestiones técnicas en la enseñanza. Pero es consciente de de ello, y hace referencia a las preocupaciones de la juventud hacia un futuro desalentador y en constante tensión ante una inminente guerra, por ello, advierte ante las actitudes infantiles apasionadas «Si la guerra estallara la juventud participaría en ella de una manera o de otra y ¿con qué resultados? ¿Cuál sería el precio de su sangre? ¿En qué mundo viviría después de la catástrofe?». Pero se dirige también a las autoridades y les reclama que no sean analizadas las demandas concretas de la juventud y no se «traduzcan en programas concretos de acción».

No se detiene sólo en las preocupaciones psicológicas y pasa después a enumerar 25 tesis elaboradas por los ideólogos de la «Nueva Izquierda» que han podido influir en la deriva del movimiento, citando a: «Marcuse, Mills, Harrigtn, Lynd y Birnbaum en los Estados Unidos; el viejo marxista Henri Lefebvre y los nuevos como André Gorz y Serge Mallet en Francia; Eric Hobsbawm, Ralph Miliband y Perry Anderson en Inglaterra; Wolfgang Abendroth y Bukard Lutz en Alemania; Ernst Mandel en Bélgica, y los seguidores de Lelio Basso en Italia». Destacamos algunas de las tesis enumeradas: 3) La necesidad de una revolución que la clase obrera es incapaz de hacer. 4) Unión entre obreros manuales e intelectuales con los empresarios debido a las satisfacciones producidas por las nuevas tecnologías. 5) Solo los intelectuales de la nueva izquierda se preocupan por los graves problemas de la sociedad industrial. 6) La inutilidad de la representación popular como doctrina de pasado, 7) así como los símbolos, ideas e instituciones culturales. 9) Los jóvenes quieren educación y no entretenimiento para dirigir los nuevos rumbos de la cultura 11) Rechazo de la tradición, la rutina y de la burocracia en la enseñanza. 13) La nueva generación es el principio de una nueva forma de revolución permanente. 14) La libertad del hombre no cubierta a pesar de la abundancia económica. 19) La clase obrera no puede desempañar el papel de agente transformador. 20) Rechazo a la consideración de la evolución hacia el socialismo en base a etapas, &c. Compara a estas ideas pseudoluminosas con la influencia que tuvo Nietszche y José Enrique Rodó en la juventud de su tiempo y la deriva reaccionaria a la que condujeron. Seguidamente da un repaso a los exponentes del antimarxismo, como Juan Pablo Sartre y a los ideólogos del trotskismo, freudismo y existencialismo. Se pregunta más adelante, «¿Cuál doctrina puede ocupar hoy [el lugar del materialismo dialéctico y del materialismo histórico] su sitio en el terreno del pensamiento y de la vida social, con autoridad mayor como método del conocimiento y de la praxis?». De todas formas, más adelante Lombardo rebaja el tono y entiende que hay que aceptar que los jóvenes reciban esa influencia ideológica, sin embargo, lo que no acepta, es que de dicha ideología se sirvan determinados grupos de «provocadores» para desestabilizar al gobierno del país.

Pasa después Lombardo a explicar, desde sus presupuestos, los problemas concretos de la juventud mexicana y lo que ha dado lugar a la indignación estudiantil. Con motivo del carácter intervencionista del Estado mexicano –que no es un país comunista a diferencia de Polonia, Hungría o Checoslovaquia– en la economía nacional, se había producido una mayor necesidad de mano de obra profesional y técnica en las empresas públicas, esto originó una gran disconformidad en las expectativas emprendedoras de la nueva clase media –a la que pertenecían, a juicio de Lombardo, la mayoría de los estudiantes mexicanos– educada todavía en las formas del «liberalismo decimonónico»; seguidamente da una serie de datos contundentes de la Dirección General de Estadísticas, del año 1965, en el que se quiere hacer ver la gran deserción existente en los planteles educativos elementales y altos, uno de los factores de la falta de perspectiva de las clases media y por añadidura de las movilizaciones estudiantiles, al que habría que sumar el incremento de ganancias de los «obreros calificados» y «técnicos del tipo más alto» –que reconoce no son abundantes– como por ejemplo las de un albañil respecto a un abogado, situación impuesta –remarca Lombardo– no tanto por el Estado como por el propio desarrollo económico. Sin embargo, entiende que hay que prestar atención a las demandas estudiantiles, en las que hay cuestiones necesarias que resolver, una de ellas sería, la reforma educativa, que necesitaría ampliar el «horizonte histórico» de quienes estudian especialidades técnicas, es decir, aumentarles las horas de filosofía, Historia y Arte, y, otra cuestión sería la necesidad de coordinar la formación universitaria con el «desarrollo material y social» alcanzado por México de manera que no se encuentren los jóvenes «sin clientela» al finalizar sus estudios. Otras reformas que señaló como necesarias serían: impedir la fuga de estudiantes hacia los EE.UU., como también, recuperar a los braceros que han recibido fuera de México una preparación técnica e intelectual, «No podemos ser enemigos del intercambio cultural. Pero sí de la sangría de nuestros cuadros mejor dotados para el avance progresivo de nuestro país. Tampoco nos oponemos a que nuestros jóvenes vean el mundo de afuera, lo estudien y regresen para mejorar el trabajo de nuestro pueblo». Añade, para concluir, que no rechaza la formación militar de cuadros de las fuerzas armadas en los EE.UU. pero advierte de la importancia de servir a los intereses de México y no a las órdenes extranjeras. Con datos facilitados por la prensa señala que entre 1950 y 1966, de 36.324 militares latinoamericanos instruidos por los EE.UU en la zona del canal de Panamá, 464 eran mexicanos. Este punto es importante en la argumentación de Lombardo, pues de entre los supuestos «elementos extraños» al movimiento estudiantil, no sólo se encontraban agitadores propagandísticos sino también posibles elementos militares con apoyo estadounidense. A simple vista, y atendiendo sólo a las problemáticas concretas que han provocado el movimiento estudiantil –aducidas por Lombardo–, se podría concluir que México no era un país preindustrial, muy al contrario, uno de los factores que provocó la movilización del 68 sería –según Lombardo– el desfase entre “el desarrollo material y social» del país y un sistema educativo anticuado que no le iba a la zaga.

La última intervención de Lombardo fue un breve artículo publicado días después de su fallecimiento, titulado “¡Todos contra México!” (20 de noviembre, en la revista Siempre!, numº.804) en el que pone el acento en el buen desarrollo de los Juegos Olímpicos frente a las campañas internacionales de desprestigio del país, debido a las falsas noticias dadas sobre los graves sucesos estudiantiles. Lombardo era ya totalmente consciente del papel de los nuevos medios de comunicación como arma propagandística no sólo en la dialéctica de clases que le sirve de guía, sino también de la dialéctica de Estados, «Dentro de este clima se realizaron los Juegos Olímpicos. Hacia adentro de nuestro país ocurrió algo semejante. El conflicto estudiantil rebasó en muchos momentos la protesta y las demandas típicamente juveniles para transformarse en un movimiento político que se trató de convertir en una revuelta». Para Daniela Spenser, Lombardo «Sin mencionar a los presos y a los muertos, evadió la deshonrosa realidad… asumió la defensa del Estado, cuya soberanía creía que estaba en entredicho. Solapó la tragedia que envolvió a México en la Plaza de las Tres Culturas, que desde entonces hasta la fecha forma parte de la memoria colectiva». Pero por más que se intenta buscar una argumentación psicológica de Lombardo respecto a lo ocurrido el 2 de octubre no se encuentra, y es normal, porque sus análisis no trataban de resaltar las motivaciones psicológicas de los hechos acaecidos –en los finis operantis– sino que estaban basados en una estrategia de radio más amplio –de finis operis– que se sustentaba tomando como criterio político la revolución proletaria pero teniendo al Estado en su horizonte defendido desde los presupuestos de una generación de izquierda comunista, de ahí que Daniela le acuse continuamente de asumir la defensa de un Estado al que tiende a identificar con la sociedad política representada, en terminología agustiniana, por «una banda de ladrones». No es casual que Lombardo tratara de hacer ver a la juventud mexicana, en la conferencia antes analizada, que era necesario detenerse en las motivaciones de los conflictos realizando un análisis político más profundo que no se quedase en la superficie. Indagaremos a continuación un poco en estos aspectos políticos.

El fundamentalismo democrático

Al presentársenos una obra de tipo histórico-biográfico resulta difícil encontrar explícitamente mostradas las tesis de la autora. Por ello, para solventar esta limitación qué mejor que recurrir a las intervenciones de la autora en la prensa y demás medios de comunicación. Para esto, entonces, nos hemos valido de dos conferencias: una impartida a través de Facebook, en el grupo de la “langosta literaria”, promovido por la editorial Penguin Random House, del 1 de febrero; y otra que se realizó en el Colegio de México el 30 de abril.

A la pregunta sobre los aportes de Lombardo al México actual Daniela respondía lo siguiente:

«Si bien era honesto, como intelectual no era honesto porque él sabía que si en Sonora había un sindicato que no favorecía a tal o cual dirigente o gobernador lo descabezaba. Lo que vemos hoy día se forjó desde los años 30 y se fortalece la liga ente el centro y los gobernadores. Lombardo fue uno de los cómplices de la imposición de los gobernadores. Si Cárdenas, Ávila Camacho, Miguel Alemán, López Mateos o Ruíz Cortines le pedían a Lombardo que sus sindicatos apoyaran a tal o cual gobernador, porque así les favorecía en ese momento, inmediatamente los apoyaba. Esta corrupción, ninguneo de la voluntad popular, tiene también el sello de Lombardo Toledano».

Para entender en sus justos términos lo que se afirma en el párrafo debemos comenzar por considerar qué entiende Daniela Spenser por democracia y esto es lo que queremos explicar en este apartado. El principio fundamental –y fundamentalísimo– que se sostiene aquí es el de la democracia procedimental, es decir, la democracia es un sistema político basado en una tecnología de decisión y elección cuya norma es la de las mayorías. Pero, ¿de dónde viene dicha tecnología? No aparece de manera espontánea en las sociedades organizadas políticamente, sino que es una tecnología empleada en diversos contextos sociales de diferentes épocas como una técnica de decisión para salir del paso en momentos concretos. Esto quiere decir que si Daniela toma como principio de la democracia este procedimiento tecnológico lo que está haciendo es una reducción de la sociedad política desde la sociedad civil.

¿Qué queremos decir con fundamentalista? No tenemos porque entender con esto que estamos ante una ideología fanática –que nos recordaría al llamado fundamentalismo islámico– sino que lo que queremos decir es que se toma el principio de la democracia procedimental como la fuente de “revelación” de todos los demás valores. Y aquí queremos detenernos un poco antes de continuar. Por ejemplo, todo lo que no sea democrático será peyorativamente antidemocrático, entendiendo por democrático la tecnología procedimental. Esta característica nos lleva a considerar la democracia como un sistema exclusivista en el que cabe una defensa dogmática de la misma. De esta manera escuchamos en palabras de Daniela como Lombardo actuaba antidemocráticamente «descabezando» según sus intereses a dirigentes sindicales, e igualmente, prestando apoyo al gobierno, en la «imposición de gobernadores». Lo antidemocrático será lo autoritario, uno de los rasgos que se atribuye a Lombardo con motivo de diversos hechos que se van sucediendo a lo largo de las páginas del libro relacionados con su dirigencia en la CTM y en el PPS. Tomemos algunas muestras. En 1936, unos años antes de que la CTM tomara contacto con la política, se produjeron las primeras votaciones para elegir los cargos de la recién fundada central con varias irregularidades: uno de los sindicalistas electo no había sido consultado para su candidatura y para el importante cargo de secretario de Organización y Propaganda se impuso a un aliado lombardista como Fidel Velázquez. Otro caso sucedió en 1955. A raíz de la estrategia de “frente nacional democrático”, que Lombardo ya estaba ideando para poner en práctica y con la que tenía como objetivo mantenerse cercano y colaborativo con el gobierno para influir en sus decisiones, se pone de relieve su desinterés en los fraudes cometidos por elementos del PRI en las elecciones. Los candidatos de su propio partido habían sido afectados y no tardaron en dirigirse a la Cámara de Diputados para defenderse de los agravios a que habían sido sometidos, no obstante, serían expulsados del partido por no haber sido «dignos y mendigar el puesto» según dice Daniela que pensaba Lombardo, además, a continuación, se califica su acción política como sustentada por una «forma aristocrática…desde la izquierda». Nos dice en una de las conferencias:

«No fue un demócrata. Si habla de democracia popular es porque tenía que hablar de democracia. Pero no creía ni en la democracia ni en lo popular, porque no creía en sindicatos independientes, en el poder de las asambleas, que los sindicatos pudieran escoger sus dirigencias.»

Al establecer como fundamento de la democracia un procedimiento electoral basado en la norma de las mayorías y asambleísta –según se infiere de lo dicho–, Daniela no puede aceptar que Lombardo actuase, tanto desde la sociedad civil como desde la sociedad política, tomando decisiones que no estaban fundadas en las mayorías, en el procedimiento democrático, su actuación no estaba representando al todo (olon) sino a su propio interés, de ahí su forma «aristocrática». Sin embargo, la justificación de Lombardo respecto a su decisión de expulsar del partido a los candidatos en las elecciones de 1955 fue para «darle seguridad al gobierno de los Estados Unidos de que en México no existen los sectores de la izquierda [y para] apaciguar al clero político.» –recordemos que el golpe de Estado en Guatemala estaba muy reciente–.

Antes de continuar, es necesario que nos preguntemos ¿qué tipo de taxonomía política en relación a sus especies está ejercitando este fundamentalismo democrático? A nuestro parecer, se estaría tomando una taxonomía a partir de un género plotiniano (atributivo), en el que el desenvolvimiento progresista de una sociedad a lo largo del tiempo daría lugar en un momento determinado a la aparición de la democracia considerada como el sistema más elevado en el que verdaderamente daría comienzo una sociedad política. Los sistemas anteriores (aristocracias, monarquías) serían algo así como falsas sociedades políticas. El problema es que la democracia, y en concreto la mexicana, mantiene restos de aquellos sistemas de los que aun no ha podido desligarse y que por lo común suelen llamarse déficits, pero, aun así, es cuestión de tiempo para que la democracia se anegue en el conjunto del pueblo que lo componen el conjunto de los ciudadanos. A partir de aquí podemos entender mejor el que la actuación de Lombardo haya sido antidemocrática y que «lo que vemos hoy se forjó en los años 30» quiere decirnos que aún persisten corrupciones heredadas de falsos sistemas políticos, que no son más que déficits corregibles.

De lo dicho es necesario averiguar lo que Daniela entiende por sociedad civil y sociedad política, pues en esta distinción encontraremos muchas claves de su tesis. A nuestro juicio, se hace una sustantificación de la sociedad civil vista como un todo independiente y a la que, además, se tiende a reducir la sociedad política, de ahí su tendencia a satanizar al Estado con tendencias a recoger aspectos antidemocráticos o falsas políticas que persisten en la sociedad civil. Para analizar esta idea en la obra detengámonos en otro de los supuestos déficits de la democracia mexicana que se sostienen. La autora se adhiere a la tesis de Daniel Cossío Villegas en su artículo de 1947 “La crisis en México” del que decía que aludía a Lombardo sin nombrarlo,

«El movimiento obrero mexicano ha llegado a depender de un modo tan cabal de la protección y del apoyo oficiales, que se ha convertido en un mero apéndice del gobierno, al que sigue en todas sus vicisitudes, de grado o por fuerza. De hecho, es apenas instrumento gubernamental y no tiene otro papel que el de servir al gobierno de coro laudatorio».

Ni que decir tiene que dicha dependencia será vista como una degeneración de la sociedad política y como un déficit más de la democracia mexicana que, aún así, aspira a una democracia inmaculada en la que sólo proceda la decisión de la «voluntad del pueblo». Advertimos que el “pueblo” es identificado aquí con la sociedad civil, es la suma de voluntades de cada uno de sus individuos, sería el consenso establecido por los 48 millones de habitantes de México –restando los que pertenecían a la órbita de la sociedad política– reunidos en una millonaria Asamblea, para decidir de mutuo acuerdo los destinos de la nación. Pero ¿acaso los integrantes de la sociedad política no salen de la sociedad civil? Teniendo en cuenta esta hipóstasis de la sociedad civil podemos lograr entender por qué la relación entre el sindicalismo y el gobierno es visto como un déficit de la democracia mexicana, es decir, por su connexión con la esfera de la sociedad política identificada con el Estado, que lleva inscrito en su seno la mancha de la corrupción. Pero por otra parte, también ve Daniela una degeneración del sindicalismo desde la propia esfera de la sociedad civil en donde se origina. Esto es debido, como ya hemos señalado, a que la CTM no estableció adecuadamente los mecanismos electorales para fundar sus decisiones en la mayoría. Parece que la democracia pura no podría alcanzarse hasta que el procedimiento electoral no recubra todos los organismos e instituciones de la esfera civil. Éste sería un paso previo para que aparezca la verdadera sociedad política que la ciudadanía se daría a sí misma por mímesis. Esta concepción metafísica del “pueblo”, como una unidad mística y como un todo independiente de la sociedad política, se ve claramente ejercitada en su interpretación del conflicto estudiantil de 1968. De aquí deduce la tesis de que Lombardo fue culpable de la falta de unidad de la izquierda mexicana debido a su estrategia de clase centrada en el proletariado, de manera que se impidió la aglutinación del conjunto del pueblo mexicana en una misma plataforma:

«En Lombardo encontramos el origen de nuestra izquierda tan fragmentada, pero es muy cierto que nunca desaprobó la mano dura de Díaz Ordaz en el Movimiento Estudiantil del 68. Decía que los movimientos sociales sólo deben ser dirigidos por la clase obrera».

Por nuestra parte, descartamos este mito de la unidad de la izquierda en singular que impide comprender el papel de Lombardo en la política mexicana. Partimos, al contrario, de una confrontación y lucha permanente entre diferentes generaciones de izquierda y entre diferentes facciones en el ámbito de la sociedad civil (“pueblo”), como por ejemplo dentro del sindicalismo. Tanto la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (1935) como la Federación de Trabajadores del Distrito Federal (1935) surgieron de los restos dispersos de la CROM que aun se mantenía desde su fundación en 1918 pero debilitada. Los sindicalistas pertenecían a multitud de ideologías enfrentadas de entre las que destacaban tendencias anarquistas, reformistas y comunistas. De entre éstas, las dos últimas tenían como estrategia la negociación con el gobierno para defender sus intereses frente a los empleadores. La CTM (1936) se fundó para aglutinar al mayor número de sindicatos y convertirse en una plataforma decisiva ante el gobierno. Desde su fundación destacó la línea comunista liderada por Lombardo Toledano que un año antes había viajado a la URSS. Esta tendencia tenía como opositores principales a los llamados «cinco lobitos»: Fidel Velázquez, Alfonso Sánchez Madariaga, Fernando Amilpa, Jesús Yurén y Luis Quintero. Ahora bien, si en la CTM había diversos intereses enfrentados, nos preguntamos, ¿qué hubiese sido de dicha unidad sindical y su consiguiente influencia tanto en el Estado mexicano como en el sindicalismo internacional apoyada en la base de la CTM de no ser por el liderazgo que Lombardo Toledano y sus seguidores imprimieron a dicha central, aun a costa, de bloquear la decisión de la mayoría en la elección de sus cargos, que más que descomponer el sindicalismo tuvo una función conservativa de dicha unidad en torno a una izquierda comunista logrando su subsistencia y la preponderancia de sus intereses?

Cuando hablamos de la generación de izquierda comunista tenemos presente su definición en cuanto tal respecto al Estado, porque este es el criterio genuino para definir a las izquierdas –también a las derechas– herederas del “Nuevo Régimen”, es decir, de aquellas que emplearon la racionalidad por holización para la constitución de la nación política -como la izquierda jacobina–, momento en el que la soberanía nacional se desplaza del rey a la nación, una nación política (que no histórica, ni étnica) que no es más que una reconfiguración hecha tras una previa atomización de las estructuras del Antiguo Régimen, deteniéndose en los individuos, que serían la parte indivisible de la nación, y en las fronteras de antiguo reino francés, por coodeterminación con el resto de Estados europeos. Pero esto no quiere decir que no existan izquierdas indefinidas, pero estas ya no tendrán en su seno un proyecto nacional al que apegarse sino más bien un conjunto heterogéneo de proyectos de tipo social o económico originado en los diversos ámbitos de la conflictiva sociedad civil. Y resaltamos esta cuestión porque en torno al comunismo había multitud de grupos de izquierda indefinida con la pretensión de arrogarse la representación genuina de dicho proyecto. Y estas tendencias fueron combatidas por Lombardo puesto que, ciertamente, se convertían en factores de disgregación para llevar adelante un proyecto definido, nacional, de izquierda comunista. En referencia al trotskismo decía Lombardo Toledano en 1966,

«…hace unos años apenas brotaron a lo largo de América Latina, después de un cuarto de siglo de desaparecido León Trotski, y que cuentan con abundantes recursos financieros y viajan sin ninguna dificultad, sin que la Interpol los moleste, siguen siendo encarnizados enemigos de la Unión Soviética y postulan la tesis de la revolución permanente en todas partes, que Lenin rechazó en su tiempo, afirmando la posibilidad de la construcción del socialismo en un solo país».

Los problemas de México desde el formalismo político y el materialismo político

Por último, cabría destacar una cuestión importantísima, la concepción formalista de la política que utiliza Daniela Spenser que, a nuestro parecer, oscurece no sólo las posiciones tomadas por Lombardo, que se mueve en una concepción materialista marxista, sino que distorsiona la comprensión del desarrollo político del propio Estado mexicano.

Entendemos la sociedad política –a diferencia de Daniela– como una reestructuración en segundo grado que trata de canalizar los diversos proyectos y planes de su caótica sociedad civil según sus capas para mantener el “buen orden”, entendiendo “bueno” en el sentido de la durabilidad. Las capas de la sociedad política se refieren tanto al núcleo de la misma como a los diversos planos por los que se despliega. El núcleo lo situamos en la capa conjuntiva que, por otra parte, es el pilar único en el que se sustenta el análisis formalista de la política, es decir, en la capa formada por los consabidos tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Pero hay dos planos más por los que puede construirse una sociedad política, y estos otros dos, la capa basal (poderes gestor, planificador y redistributivo) y la capa cortical (poderes militar, federativo y diplomático), son tenidos en cuenta en los análisis de Lombardo, de hecho, el sindicalismo surge, principalmente, como un poder ascendente en la capa basal relacionado con las condiciones laborales polarizadas en torno al poder planificador. Si tenemos esto en cuenta cuando se habla del autoritarismo o del personalismo de Lombardo Toledano, ¿a qué nos estamos refiriendo? Pues no al deseo de poder de Lombardo tanto en el sindicalismo como en la política cuanto la necesidad de influir en los planes de producción y distribución del Estado mexicano en sintonía con el poder ejecutivo o actuando, desde que ocupa un cargo de diputado, desde el poder legislativo. Estos planes tenían como objetivo reforzar la soberanía nacional mediante un mayor control de los recursos nacionales necesarios, desde la perspectiva de Lombardo, para el desarrollo industrializador de México, pero también para lograr una más amplia redistribución de la riqueza. De esta manera, además, se contribuía a mantener la eutaxia del Estado mexicano amenazada no sólo en su capa basal por las pretensiones privadas de multinacionales extranjeras sino también en su capa cortical por las pretensiones imperiales de los EE.UU. Si algo hay que subrayar en la contribución de Lombardo para la Historia de México es el haber logrado transformar la etapa liberal del Estado, en la que la capa basal jugaba un papel semejante al Estado del Antiguo Régimen, es decir, quedaba en manos privadas (Iglesia o instituciones privadas), mediante la incorporación a éste los poderes basales, es decir, teniendo como objetivo (finis operis) el que la esfera económica fuese fundamento del propio Estado mexicano si bien supeditando esta capa a la defensa de los intereses de la burguesía nacional enfrentada –a su juicio– a los monopolios estadounidenses esperando –eso sí, de un modo ingenuo–, que llegado el momento el capitalismo colapsase y el proletariado pudiese estar en condiciones de apropiarse del Estado. En una entrevista en la radio sueca en abril 1968 a cargo de Magnus Faxen respondía,

«El Partido Popular Socialista lucha contra el imperialismo. Apoya las medidas progresistas del gobierno para robustecer la economía estatal y, al mismo tiempo, declara que cuando la coyuntura histórica se presente, llegaremos a formas más avanzadas de la vida nacional. A un gobierno de todas las fuerzas democráticas y, posteriormente, al socialismo, por nuestra propia vía, por la vía mexicana.
El Partido Popular Socialista no está de acuerdo en seguir la vía rusa, ni la vía china, ni la polaca, ni húngara, ni la vía cubana, porque cada pueblo tiene su camino. Aunque las fuerzas revolucionarias del mundo entero luchan por el socialismo, sería un grave error creer que la experiencia ajena puede ser igual a la nuestra. No luchamos contra el PRI, el partido del gobierno, porque su existencia obedece al proceso mismo de la Revolución, y en esta etapa histórica es una fuerza que puede desempeñar un papel importante, a condición de que impulse al país hacia su desarrollo independiente. […]
En el seno del partido gubernamental existen antagonismos. No es un partido homogéneo. Hay fuerzas que podrían llamarse de izquierda; fueras del centro y fuerzas de derecha. Nosotros estimulamos a los sectores progresistas del PRI y combatimos a los sectores conservadores o vacilantes del partido gubernamental.»{10}

Debemos resaltar otro de los déficits que Daniela ve heredado de Lombardo como lo es su antiimperialismo, muy relacionado con su defensa de la capa cortical. No era algo exclusivo de él, pues a lo largo de toda la Historia de México –entendemos, de México como nación política, heredera de la Nueva España– puede ser rastreado, como la propia Daniela reconoce, de hecho, México logró articularse como nación política no tanto por su separación del imperio español como del despliegue de la capa cortical ante las amenazas de los EE.UU. En su lucha antiimperialista, Lombardo apelaba a la defensa nacional para luchar contra las amenazas de expolio de los recursos territoriales de México amenazados, entre otras cosas, por la falta de control del capital estadounidense por parte del gobierno mexicano y de los demás gobiernos iberoamericanos. El objetivo era, desde sus coordenadas marxistas-leninistas, lograr un desarrollo industrial que permitiese al proletariado en un futuro la toma del poder. Por ejemplo, esta concepción materialista del fundamento económico del Estado la vemos ejercitada en Lombardo cuando ante la devaluación del peso en 1948 se reunió con el presidente para buscar soluciones, responsabilizando no a éste, como representante de la capa conjuntiva, sino más bien a los poderes basales encarnados en el secretario de Hacienda, de Economía Nacional y al director del Banco de México.

Esta concepción materialista del Estado le llevó a reivindicar la idea de patria en referencia al territorio nacional (capa basal). Una idea que para nada se encontraba en el horizonte de movimientos de izquierdas indefinidas y que podemos encontrar con una significación distinta en el planteamiento de Daniela, que partiendo de un formalismo político, tiende a limitar el número de poderes estatales a su capa conjuntiva, y además –quizás influida por cierta ideología anarquista decimonónica–, los demoniza como una estructura independiente de la verdadera democracia que estaría representada por el “sentir del pueblo” (la sociedad civil). Por tanto, la patria, en este caso, podría ser más bien la Constitución que el pueblo se ha dado a sí mismo. De esta manera, al restar importancia política a los poderes basales del Estado se facilita la actuación de los grandes grupos empresariales nacionales o internacionales. También, al reivindicar una “patria constitucional”, se tiende a poner el acento de las demandas políticas en la defensa de determinados puntos considerados esenciales de la constitución de la Revolución mexicana que habrían sido saboteados por “los poderes estatales”, como si no fuese más bien al contrario, en primer lugar la defensa de la constitución del territorio nacional (la patria), lo que se llama systasis, es decir, su constitución material histórica, la que una vez delimitada frente a otras sociedades facilitaría y fundamentaría, en segundo lugar, la constitución escrita sistematizadora de las normas previas. De otro modo y para acabar, las degeneraciones o déficits de la democracia mexicana que Daniela Spenser va señalando, no serían tales desde nuestro punto de vista, pues como hemos señalado, estos argumentos se sustentan en la ideología del fundamentalismo democrático que tiende a establecer como principio de la democracia una tecnología electoral, originada en una sociedad civil igual que también pertenecen al ámbito de la sociedad civil el autoritarismo, pero sin embargo, no podemos aceptar la reducción del fundamento de la democracia o de la sociedad política a dicha tecnología, como tampoco fundamentaríamos un sistema aristocrático en su autoritarismo. El problema de México hoy no serían estos déficits heredados del pasado, planteados desde un formalismo político, sino que, desde un materialismo político, sería la dependencia del propio Estado mexicano respecto de los EE.UU. –y aquí volvemos al antiimperialismo de Lombardo y su defensa de la autodeterminación y liberación de México–. Y es que si hoy se habla de un Estado mexicano raquítico y débil se debe a la falta de control de los recursos estratégicos de la capa basal del Estado, lo que da lugar a que predominen poderes basales que actúan al margen del Estado y en alianza con otras potencias, bien sean multinacionales, bien sean grupos criminales. Una apropiación o dinamitación del territorio nacional que ha dado lugar a un aumentado de las desigualdades y de la violencia, mientras el gobierno, envuelto en una ideología política formalista que le impide tomar las riendas de los poderes planificadores, gestores y redistributivos de la riqueza nacional, ha propiciado una alternativa y espejismo de prosperidad o, más bien, de una canalización de dichas desigualdades a través de la emigración hacia los EE.UU. Frente a esta concepción de los problemas deficitarios de México centrados en cuestiones conjuntivas –por otra parte importantes también– planteados desde un fundamentalismo democrático terminaríamos este artículo con una frase de Gustavo Bueno que definiría la democracia material:

«La democracia es una modulación de la sociedad política; pero lo esencial en la sociedad política es la estructura de sus capas y no los “arreglos conjuntivos” según los cuales se nos presenta […] si todas las sociedades alcanzasen la forma de las democracias parlamentarias, su unidad armónica no estaría asegurada. La democracia es siempre una modalidad de equilibrio inestable no solo en el terreno de sus realidades internas, sino también en el plano internacional»{11}.

Notas

{1} https://www.centrolombardo.edu.mx/...

{2} Se puede seguir la polémica en: http://www.elmundo.es/..., https://www.theguardian.com/...

{3} http://www.filosofia.org/hem/dep/pan/9411018d.htm

{4} http://www.filosofia.org/ave/001/a387.htm

{5} Véase el excelente análisis de la mesa del 47 por Ismael Carvallo http://www.nodulo.org/ec/2008/n078p04.htm

{6} Rafael Rojas, Traductores de la utopía. La Revolución cubana y la nueva izquierda de Nueva York. Ed. FCE, Ciudad de México, 2016, p. 145.

{7} Revista Avanté, enero 1962, México, nº 18 y 19. Págs. 8 y 9.

{8} Las encontramos publicadas en el libro Todos contra México. El conflicto del 68. Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, México, 1998.

{9} Los datos han sido tomados del siguiente artículo: RAMÓN RAMÍREZ GÓMEZ, El movimiento estudiantil-popular (algunas apreciaciones). Revista Historia y Sociedad, Nº. 13-14. IV Año. Julio-Diciembre de 1968.

{10} Vicente Lombardo Toledano, Todos contra México. El conflicto del 68. Ed. Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano, México, 1998, pág. 64.

{11} Gustavo Bueno, El fundamentalismo democrático. Ed. Planeta, 2010, p. 152.

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