Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
En octubre de 1973 se concedía el Premio Nobel de medicina y fisiología a tres estudiosos de la conducta animal: Konrad Lorenz, Nikolaas Timbergen y Karl von Fritz. Era el certificado oficial del nacimiento de una nueva ciencia, la etología, o estudio del comportamiento animal desde los parámetros de la zoología y la biología.
Era un caso curioso de «choque disciplinar», pues el estudio de la conducta animal (con extrapolación a la humana) venía siendo cultivado desde principios del siglo XX por los llamados psicólogos conductistas, desde parámetros teóricos y metodológicos muy distintos, y, obviamente, con resultados muy alejados. Desde finales del siglo XIX se aprecia un intento de convertir a la psicología en una ciencia natural, con base empírica, y liberarla de la tutela filosófica. Clásicamente la psicología era definida como la parte de la filosofía que se ocupa del alma, y hasta hace relativamente poco los estudios de psicología se realizaban en el seno de facultades de filosofía. Entre 1873 y 1874 Wilhelm Wundt, catedrático de psicología de la universidad de Zurich, publicó Principios de psicología fisiológica{1}, iniciándose así el camino hacia la naturalización de la psicología.
Serían los norteamericanos John B. Watson (1878-1958) y Burrhus F. Skinner (1904-1990) los creadores de la moderna psicología conductista, muy influidos por las corrientes neopositivistas. Los conductistas estudiaron el comportamiento animal mediante la experimentación en el laboratorio, es decir, con animales (sobretodo ratas blancas) fuera de su ambiente natural, extrapolando los resultados a la conducta humana sin demasiado rigor crítico. El resultado fue una teoría de la conducta animal y humana en la que se rechazaba el concepto de «instinto» y, en general, la existencia de cualquier pauta innata. El organismo se concebía como una «hoja en blanco» donde escribían la experiencia y el aprendizaje, y toda conducta se explicaba como consecuencia del acondicionamiento y de la relación «Estímulo-Respuesta».
La psicología conductista tuvo grandes repercusiones en la antropología, la sociología e incluso la política. Las dos conclusiones más evidentes eran que cualquier conducta disruptiva humana era debida al medio social, y que el ser humano era infinitamente moldeable por la educación, idea que estuvo en la base de las grandes utopías pedagógicas del siglo XX.
La gran revolución metodológica de los etólogos es que estudiaron a los animales en su medio, intentando hacerse invisibles y reducir al mínimo las alteraciones. Por otra parte, al considerar a la conducta como parte de la biología, fueron capaces de valorar las diferencias entre los distintos grupos zoológicos: no es lo mismo la conducta de un insecto, regida por pautas fijas e invariables, que la conducta de un ave o un mamífero, que, aunque contiene muchas pautas innatas, está abierta al aprendizaje.
En este estudio preliminar pretendemos presentar una introducción a la etología y a sus consecuencias antropológicas. Comenzaremos analizando los antecedentes filosóficos, biológicos y psicológicos. Seguiremos con una exposición de lo que nos dice la etología sobre la conducta animal y humana. A continuación realizaremos un análisis gnoseológico de la etología, a partir de la teoría del cierre categorial, y, finalmente, expondremos las diferencias entre la etología y otras ciencias que se ocupan de la conducta animal desde parámetros biológicos, como es el caso de la sociobiología.
LOS ANTECEDENTES
Una ciencia, una idea nueva, una escuela de pensamiento, no surgen nunca de la nada. En la historia de las ideas siempre podemos rastrear sus orígenes, sus semillas, sus antecedentes. Tal ocurre con la etología: hay antecedentes filosóficos, dentro de la propia biología y también en la psicología.
Antecedentes filosóficos: la antropología filosófica
La antropología filosófica es el nexo teórico o intelectual entre la antropología biológica y la antropología cultural o del espíritu. Los autores que han trabajado esta disciplina se han fundamentado en elementos propios de la biología humana para elaborar un discurso sobre la originalidad o posición singular de la especie humana. Pasaremos revista a las aportaciones más notables de los autores de la antropología filosófica.
Max Scheller{2}
Max Scheller fue un filósofo alemán nacido en Munich en 1875. Fue profesor en Jena y en Munich, y, desde 1919, catedrático en la Universidad de Colonia. Discípulo de Husserl, se movió en el marco filosófico de la fenomenología. Falleció en 1928.
Desde el tema que nos ocupa la principal aportación de Max Scheller es su concepción del ser humano como «ser abierto al mundo». Scheller llama «medio» a lo que von Uexküll llamó Umwelt; todo lo que el animal puede aprehender y retener de su medio se halla dentro de los limites e hitos que rodean la estructura de este medio. Ahora bien, en el ser humano la cosa funciona de manera distinta: su capacidad de percepción es mucho más amplia, pues alcanza a todo el «mundo» de cosas existentes. Esta capacidad de «abrirse al mundo» hace que la dinámica de la conducta humana sea distinta a la de la conducta animal.
En primer lugar la conducta humana no viene motivada por un «signo», sino por un complejo intuitivo elevado a la categoría de objeto. Además es relativamente independiente del estado fisiológico del organismo humano. Puede reprimir libremente un impulso, o dar rienda suelta a un impulso reprimido. Finalmente es capaz de modificar la objetividad de una cosa, modificación que vive como valiosa en sí.
Para el animal no hay «objetos»: vive extático en su mundo-ambiente; no puede llevar a cabo el «alejamiento» y «sustantivación» que convierten un «medio» en «mundo». Vive incrustado y sumido en la realidad vital que constituyen sus estados orgánicos, incapaz de aprehenderla nunca objetivamente. La objetividad es, por tanto, la categoría más formal del lado lógico del espíritu que caracteriza al ser humano y lo distingue del animal.
Nicolai Hartmann
Nicolai Hartmann nació en Riga (Letonia) el 20 de febrero de 188 y murió en Gotinga el 9 de octubre de 1950. Fue profesor en las universidades de Marburgo (1921-1926), Colonia (1926-1931), Berlín (1931-1945) y Gotinga (1945-1950). Entre sus numerosas obras cabe destacar Metafísica del conocimiento (1921), La estructura del mundo real (1942), Filosofía de la naturaleza (1950) y Pensar Teleológico, publicada en 1951, poco después de su muerte.
La aportación más notable de Hartmann, al menos a efectos de lo que nos ocupa se refiera a las capas o estratos del ser. Nicolai Hartmann supuso cuatro capas del ser, las que, con su mutua «sobreformación» y «sobreconstrucción constituyen la totalidad de la realidad:
1) Las cosas inanimadas forman la capa fundamental, de la que trata la Física;
2) Los seres «avivados», es decir, con vida; forman la capa de lo biológico;
3) Los seres «animados», vale decir, con alma, forman, gracias a sus experiencias conscientes, la capa de lo psicológico;
4) Los seres espirituales, por la conciencia de sí mismos y por el pensamiento, forman la capa de lo espiritual.
Las capas del ser no pasan lenta y progresivamente unas a otras sino que lo que hay son más bien «simas» o hiatos del ser. Ello no quiere decir, sin embargo, que existan separadas unas de otras. Hay, más bien, seres «unistráticos» como las rocas, las montañas y los guijarros, seres «bistráticos» como las plantas y todo el reino vegetal, seres «tristráticos como los animales y, por último, seres «cuatristráticos» o «tetrastráticos» (seres humanos) .
Cada capa o estrato del ser y, consiguientemente, cada ciencia especial posee sus categorías propias. Lleva, por ejemplo, a confusión el pretender describir la realidad de lo vivo con las categorías de la mecánica. Así como los pisos de una casa estriban unos sobre otros de modo que el piso superior no puede estar nunca sin el inferior, lo mismo sucede con las capas del ser. Se sigue de ahí que, por ejemplo, lo biológico puede darse sin lo espiritual, pero la inversa no es posible. Y también se sigue que lo que por su jerarquía es lo más alto, es en la realidad lo más débil, siendo lo más bajo a la vez lo más fuerte.
Arnold Gehlen
Arnold Gehlen nació en Leipzig el 29 de enero de 1904 y murió en Hamburgo el 30 de enero de 1976. Es considerado uno de los autores más representativos del neoconservadurismo alemán, y recibió las influencias de Hans Driesch, Nicolai Hartmann y, especialmente, de Max Scheller. Aunque en 1933 se afilió al NSDAP en su obra no encontramos elementos ideológicos racistas ni pangermanistas.
Inició su carrera académica en la Universidad de Franckfurt, en 1938 acepto el cargo de profesor en Kônisberg y en 1940 en la Universidad de Viena, hasta 1943 que fue movilizado. Después de la guerra y la «desnazificación» profesó en el colegio administrativo de Espira y en la Universidad tecnológica de Aquisgrán. Entre sus obras destacan Antropología filosófica: del encuentro y descubrimiento del hombre por sí mismo y El hombre: su naturaleza y su lugar en el mundo.
La antropología de Gehlen parte de la idea del ser humano como animal que ha sufrido una «reducción de sus instintos». No niega que existan instintos y conducta innata, pero afirma su insuficiencia{3}. En consecuencia el ser humano necesita de la cultura, y, más específicamente, de las instituciones: el derecho, la moral, la familia, el Estado, la propiedad.todo aquello que Hegel había calificado como «espíritu objetivo». Estas instituciones actúan como poderes estabilizadores: son las formas que un ser inseguro e inestable por naturaleza, recargado afectivamente, encuentra para soportarse, algo en que poder confiar, y que le libere de la tarea de un exceso de decisiones. Las instituciones tendrían también una función de descarga.
Aunque Gehlen no habla concretamente de educación, es evidente que esta cultura y estas instituciones que salvan al ser humano de la anomía y de la carencia de nortes y de «sentido» solo pueden ser recibidas a través de la educación. En sociedades pequeñas y simples los procesos de trasmisión pueden tener lugar en el seno de la familia, pero cuando la sociedad humana adquiere más extensión y complejidad esta función de transmisión recae en la escuela.
Ernst Cassirer
Ernst Cassirer nació en Breslavia (Polonia) el 28 de julio de 1874 en el seno de una familia judía, y murió en Nueva York el 13 de abril de 1945. Estudio filosofía en Berlín y en Marburgo, donde se doctoró en 1899 bajo la dirección de Paul Natorp con un trabajo sobre Descartes. Fue profesor en Berlín hasta la llegada de Hitler al poder que le obligo a exiliarse por su origen judío. Entre 1933 y 1935 enseño en Oxford, y entre 1935 y 1941 en Gotemborg (Suecia). Ante la amenaza de la invasión alemana emigro a Estados Unidos, donde enseño en Yale primero y en Columbia hasta su muerte.
Entre sus obras cabe destacar El problema del conocimiento en la filosofía y en la ciencia moderna, Filosofía de las formas simbólicas, La filosofía de la Ilustración y Antropología filosófica: introducción a una filosofía de la cultura.
Buen conocedor de la biología del comportamiento y de la psicología animal, Cassirer, en línea con otros autores de la antropología filosófica, ve al ser humano emparentado con el mundo animal, pero, a la vez, cualitativamente distinto. Cassirer intenta una aproximación a la antropología que sea funcional y no esencial, es decir, no busca la naturaleza humana sino que es el sistema de las actividades humanas lo que define el círculo de la humanidad{4}.
Partiendo de estas premisas Cassirer llega a la conclusión que lo que caracteriza a la especie humana es su capacidad para elaborar y transmitir símbolos. El lenguaje, el mito, la religión, el arte, la ciencia y la historia, es decir, el círculo de actividades humanas constituye este universo simbólico. El ser humano es pues el animal simbólico.
Antecedentes biológicos
Charles Darwin
Charles Darwin (1809-1882) es un personaje clave y fundamental en la historia de la biología. Autor de la teoría de la evolución por selección natural, que expuso en su obra El origen de las especies por selección natural fue el creador del marco intelectual en el que iban a moverse posteriormente Konrad Lorenz y demás etólogos. Pero Darwin también se interesó por la conducta animal como elemento que formaba parte de la biología, tal como expuso en su libro La expresión de las emociones en los animales y en el hombre, obra que para algunos es ya un trabajo de etología.
Jacob von Uexküll{5}
Jacob von Uexküll (1864-1944) fue un biólogo estonio-alemán que realizó importantes estudios sobre la fisiología de la percepción. Fue profesor de la Universidad de Hamburgo, donde fundo el Instituto para la Investigación del Medio Ambiente. Su aportación más notable fue la del concepto de Umwelt, que puede ser traducido como «mundo circundante» o «entorno». Hasta entonces el problema del «medio ambiente» de los organismos había sido resuelto de maneras distintas: para Cuvier era pensado como condición de posibilidad a priori para la viabilidad del ser vivo («condiciones de existencia»); para Buffon y Lamarck era el conjunto de fuerzas físicas que afectaban a la morfología y al comportamiento de los seres vivos; para Darwin era el conjunto de los demás seres vivos, con los cuales el organismo entra en competencia para sobrevivir{6}.
Con von Uexküll el medio comienza a adquirir cualidades semiológicas y, con ellas, se profundiza en la relación entre percepción y comportamiento. Ya no hay fuerzas físicas abstractas, sino signos muy concretos (sonidos, olores, colores). El medio ya no es una condición de posibilidad a priori, sino una condición de realidad, pues el animal no es sino en su mundo.
Cada especia animal tiene su mundo, su Umwelt propio, que viene definido por sus órganos de percepción y por los signos externos que son relevantes para su existencia (signos brillantes). Tenemos entonces al viviente en su entorno, rodeado de innumerables signos opacos y de un conjunto reducido de signos brillantes que lo desinhiben y lo predisponen a ejecutar determinadas acciones. Los signos brillantes forman parte de su «esquema del espacio» específico, mientras que la relación activa que se establece entre dichos signos y las acciones constituyen «esquemas del tiempo» y círculos funcionales. Todo ellos sintetiza el «mundo circundante» del animal, articulando percepción y mundo de acción.
Curiosamente von Uexküll fue un crítico implacable del darwinismo, inclinándose por las ideas mutacionistas de DeVries (el redescubridor de las leyes de Mendel) según las cuales las nuevas especies surgían por mutaciones radicales, y no por un proceso lento de selección natural.
La obra de von Uexküll tuvo gran influencia sobre Konrad Lorenz, el fundador de la etología. También es notable su influencia sobre Max Scheller, Ernst Cassirer, Martin Heidegger, y, más remotamente, sobre Canguilhem, Lacan y Deleuze.
Antecedentes psicológicos: la psicología de la Gestalt
En el ámbito psicológico más estricto la principal respuesta al conductismo lo encontramos en la llamada psicología de la Gestalt (o de la forma), cuya influencia se ha dejado sentir de la etología (como por ejemplo en los concepto de Mecanismo Desencadenador Innato y de Estímulo-Signo).
Se considera fundador de la psicología de la Gestalt a Max Wertheimer (1880-1943). En 1900 inició la carrera de leyes en la Universidad de Praga, que abandonaría poco después, para trasladarse a la Universidad de Berlín para iniciar estudios de psicología, bajo la tutela de Carl Stumpf, famoso por sus aportes al estudio de la psicología de la música. En 1904 obtuvo el título de doctor por la Universidad de Würzburg.
En 1911, trabajó en el Instituto Psicológico de la Universidad de Fráncfort del Meno, donde se interesó en el estudio de la percepción óptica del movimiento. Junto con dos asistentes más jóvenes, Wolfgang Kôhler(1887-1967) y KurtKoffka (1886-1941), estudió el efecto del movimiento aparente de imágenes generadas por un taquistoscopio, al que bautizó como fenómeno phi.
En 1912, publicó su trabajo en "Estudios Experimentales de la Percepción del Movimiento"
Desde 1916 a 1925, llevó a cabo investigaciones en varios laboratorios de Praga, Berlín y Viena, centrándose en el estudio de la percepción de estructuras ambiguas y complejas. Elaborando y desarrollando un conjunto de ideas que conformarían la base de la Psicología de la Gestalt. En 1925 regresó a Fráncfort del Meno como profesor.
En 1933, se afincó en Estados Unidos, donde enseñó en la Nueva Escuela para Investigación Social en la ciudad de Nueva York. Su libro Pensamiento Productivo se publicó en 1941, dos años después de su muerte.
Los psicólogos de la Gestalt, influidos por la fenomenología, desarrollaron la idea de mundo de los fenómenos, noción que designa al medio ambiente no «tal como és», sino tal como es visto y percibido por los seres vivos, en función de su organización sensorial, noción muy próxima al Umwelt de Von Uexküll. En este sentido impulsaron importante investigaciones empíricas sobre la percepción y que conectaban con la neurofisiología más avanzada.
El gran continuador de la escuela fue Kôhler, muy influido por la filosofía de Brentano y de Husserl, que en su libro Psicología de la forma desarrolló su idea de totalidad organizada y el carácter propio de las leyes de la psicología en contra del reduccionismo fisicalista de los conductistas.
LA ETOLOGÍA
Actualmente la etología presenta un cuerpo de doctrina muy bien elaborado, en el cual hay aportaciones de diversos autores, pero desde el punto de vista de los fundamentos teóricos la figura más importante es la de Konrad Lorenz. Este cuerpo doctrinal o teórico es capaz de integrar un gran volumen de conocimientos empíricos sobre la conducta animal, considerada siempre en relación a su medio, así como conectar con otras ramas de la biología. Por otra parte la etología humana sienta las bases de una antropología propia, e incluso de una teoría de la cultura.
Filosofía biológica de la etología
La etología parte de una determinada filosofía de la biología, que se podría resumir en tres puntos:
1. Darwinismo difuso
2. Biología organística
3. Rechazo al reduccionismo
Los tres principios están estrechamente ligados. Por darwinismo difuso entendemos que la etología hace suya la idea de selección natural como motor fundamental de la evolución, es decir, interpreta las pautas de conducta innatas de los organismos y el desarrollo de sus capacidades de aprendizaje como resultado de este proceso de selección natural y de supervivencia del más apto. Sin embargo los dogmas del neodarwinismo más estricto{7}, tal como las define Gould, no siempre casan con los postulados de la etología: así Lorenz ha defendido la posibilidad de la selección de grupo, en contra del neodarwinismo ortodoxo.
Por otra parte para la etología el organismo es la unidad de estudio para cualquier aproximación biológica{8}. Su posición es holista (del griego holon, totalidad), es decir, que considera que el todo, el conjunto, el sistema, es más que la suma de las partes.
De aquí la tercer característica, el rechazo al reduccionismo tanto ontológico como metodológico: si el conjunte es algo más que la suma de las partes, el simple análisis de las partes es insuficiente para entender al conjunto. La biología no puede reducirse a química, ni la herencia biológica a la simple suma de los genes. Cuando el etólogo dice que hay pautas de conducta innatas, es decir, heredadas por vía genética, no está diciendo que exista un gen para cada pauta de conducta. No hay un gen de la agresividad ni un gen de la territorialidad. De la misma manera que el genoma, como conjunto integrado de genes, dirige la ontogénesis, también organiza las pautas innatas de conducta.
Conducta innata y su funcionamiento
Para la etología los organismos no vienen al mundo como «hojas en blanco», sino que son portadores de patrones de conducta, que heredan a través del genoma (no de genes particulares) y que son imprescindibles para su supervivencia. Estos patrones de conducta son producto de la evolución por selección natural, y son el resultado de un proceso de acumulación de información sobre el medio que rodea a este organismo, acumulación realizada a nivel de especie.
El patrón de conducta se pone en marcha a través del llamado Mecanismo Desencadenador Innato (MDI). A diferencia del papel pasivo del organismo en el esquema Estímulo-Respuesta del conductismo, para la etología el organismo es activo. El MDI genera la llamada producción endógena de excitación que, en principio, tiene que ponerse en marcha por una señal exterior, el llamado Estímulo Signo. Así los machos del pez Gasterosteo en celo presentan la parte inferior del cuerpo con una coloración rojo-anaranjado. La presencia de otro macho en celo desencadena la pauta agresiva; pero el macho reacciona de forma agresiva ante cualquier objeto de forma alargada con la parte inferior de color rojo-anaranjado. El estímulo-signo que pone en marcha el MDI agresivo es «objeto alargado con la parte inferior de color rojo-naranja».
El patrón de conducta puede ponerse en marcha incluso en ausencia de estímulo signo. Es la llamada «conducta en el vacío». Gatos domésticos bien alimentados pueden realizar pautas propias de la caza de ratones en ausencia de presas, o con un objeto sustitutivo, como si el organismo tuviera una necesidad de «descargar» una acumulación endógena de excitación.
Aprendizaje
La conducta que responde a una información adquirida por el organismo en su vida individual es lo que conocemos como conducta aprendida. La capacidad de aprendizaje está en función de la biología del organismo, así como de la complejidad u organización de su sistema nervioso. Aunque se pueden apreciar fenómenos de aprendizaje en prácticamente todos los organismos, su importancia en la determinación de la conducta es muy variada.
Así en los insectos, animales con un sistema nervioso relativamente complejo pero muy descentralizado, el papel del aprendizaje en la conducta es mínimo, mientras que en aves y mamíferos la presencia de aprendizaje es notable.
En ocasiones la conducta aprendida se solapa con la innata: los patos muy jóvenes huyen ante cualquier imagen de un objeto volador en forma de cruz (que podría ser un halcón u otra ave rapaz). Posteriormente aprenden a distinguir la silueta de una rapaz de otras aves que no son un peligro. La pauta innata de huida es selectivamente beneficiosa (el pato que no la presente corre un gran peligro), pero el aprendizaje también es selectivamente beneficioso, pues el pato que sabe distinguir tiene un gran ahorro de energía respecto del que no tiene esta capacidad.
Algunas formas de aprendizaje, realizadas en una etapa concreta de la vida de organismo (normalmente en la fase juvenil) van a quedar grabadas de forma indeleble y van a tener una influencia notable en la conducta posterior: es el troquelado o impromtación. La mayoría de las aves reconocen como figura materna al primer objeto que ven al salir del huevo. Esta experiencia temprana tendrá una gran influencia en su conducta, pues influirá en el reconocimiento de su propia especia cuando maduren sexualmente. Patos criados artificialmente siguen a su criador como si fuera su madre, y patos que nacieron en una incubadora, al madurar sexualmente, intentaron «cortejar» a la incubadora.
Etología humana
En el Homo sapiens los fenómenos de aprendizaje alcanzan su máxima expresión, pues la aparición del lenguaje articulado hace que el canal de transmisión cultural se superponga de manera notable al de transmisión genética. Sin embrago siguen existiendo gran número de pautas innatas de conducta (conducta agresiva, social, sexual etc.) que se ponen en manifiesto cuando comparamos la conducta de individuos de culturas y civilizaciones muy diversas, y, sobretodo, con los experimentos de privación de experiencia con niños ciegos y sordomudos de nacimiento.
La gran capacidad de transmisión simbólica, sobre todo a través del lenguaje, ha generado la existencia de gran una pluralidad de «visiones del mundo» (culturas, civilizaciones) como respuesta de los diversos grupos humanos a sus condiciones particulares de vida y a su historia. La cultura, como el lenguaje, no es nada innato y no tiene nada que ver con le genética, pero el ser humano está pre-programado genéticamente para vivir en el seno de una cultura y para hablar un lenguaje determinado. El ser humano, desde que nace, tiene facultad innata para hablar, pero la lengua que hable dependerá de lo que le enseñen.
La etología humana tiene mucho que aportar a la antropología cultural.
EL CIERRE CATEGORIAL EN ETOLOGÍA
Pocos filósofos de la ciencia se han ocupado de la etología. El recientemente fallecido Gustavo Bueno desarrolló su Teoría del Cierre Categorial{9} (en adelante TCC), mientras que su discípulo Iñigo Ongay la ha aplicado a la etología{10}.
Para la TCC las ciencias positivas no representan la realidad como un espejo, sino que conforman a la propia realidad, dando lugar a una hiper-realidad. Una ciencia determinada no es solamente un conjunto de teorías o proposiciones sobre el mundo, sino que es un conjunto muy heterogéneo de materiales (que incorpora a los propios objetos de estudio): observaciones, definiciones, proposiciones, teorías, registros, libros, revistas, congresos, aparatos, laboratorios..todos estos materiales forman parte del cuerpo científico.
Según la TCC en el cuerpo de una ciencia podemos distinguir tres ejes: el sintáctico, que comprende términos, operaciones y relaciones; el semántico, que contiene referenciales, sujetos apotéticos y esencias o estructuras, y el pragmático, con normas, dialogismos y autologismos. Veamos cómo se aplica todo ello a la etología.
Los términos de las ciencias son las partes objetuales constitutivas de los campos científicos. Puntos y rectas en geometría, elementos en química o macromoléculas en biología molecular. En etología no sería la «conducta» (también se ocupan de la conducta la psicología conductista o la sociobiología) sino los propios animales dotados de conducta, enclasados según sus diferentes especies.
Por operaciones entendemos las transformaciones que los propios términos del campo de la ciencia experimentan por mediación de un sujeto operatorio. En etología serían las observaciones de los animales en su medio, en las que el sujeto operatorio procura hacerse invisible.
Las relaciones se establecen entre los términos del campo a través de las operaciones. En etología serían ejemplos de relaciones la «jerarquía del picotazo» que se establece en un gallinero, las jerarquías transitivas en bandas de monos, o las alianzas entre leones o entre lobos con vistas a la caza.
Los referenciales o fisicalistas son imprescindibles para que puedan existir relaciones en el cuerpo de una ciencia, y distinguen a las ciencias reales de las pseudociencias (como la ufología o a la angeología). En etología serían referenciales un chimpancé ejecutando una exhibición de fuerza, o los bastones que agita para asustar a sus congéneres, o la propia cámara con que el etólogo filma la escena.
Los fenómenos responden a la manera con que los contenidos fisicalistas se muestran ante el sujeto. Un petirrojo europeo, realizando actos agresivos en el vacío, o un pato macho realizando movimientos estereotipados de galanteo serían ejemplos de fenómenos en etología.
Las esencias o estructuras de una ciencia serian elementos objetivos, aunque incorpóreos, cuya construcción implica la neutralización de las operaciones que llevaron a construirlas. Dicho de otra manera, son construcciones teóricas que pueden explicitarse al margen de las observaciones o experimentos realizados para llegar hasta ellas. El enunciado de las leyes de Mendel, sin tener en cuenta los experimentos de Mendel ni la biología reproductiva del guisante, formaría parte de la esencia o estructura de la genética mendeliana. En etología serían esencias o estructuras el concepto de Pauta Fija de Conducta, de Mecanismo Desencadenador Innato o de Estímulo-Signo.
Las normas de una ciencia están constituidas por las leyes más elementales de la lógica (principio de no contradicción, tertio excluso, etc.) así como las normas metodológicas concretas para manipular los términos en el proceso de construcción científica. Las recomendaciones de Konrad Lorenz para que el observador no interfiera en la conducta, o las de Eibl Eibesfedlt para asegurar la fiabilidad de los experimentos de privación de experiencia serian ejemplos.
Los autologismos de una ciencia se refieren a las operaciones de un sujeto de conocimiento, que tiene que empezar por recordar los sujetos temáticos del campo. En etología se referirían a los distintos estilos de investigación de los especialistas: más «observador» en Lorenz, más «experimentador» en Timbergen, centrado en humanos en Eibl Eibesgedlt, etc.
Los dialogismos incluyen todas las relaciones en que los sujetos de conocimiento se relacionan entre sí, sea armónica o polémicamente. La concesión de Premio Nobel de medicina y fisiología en 1973 a Lorenz, Timbergen y Von Fritz sería un ejemplo de dialogismo. También lo serían la existencia de instituciones como el Max Plank Institutfür Verhaltenphysiologie, dirigido por Lorenz, revistas como el Journal of Animal Behavior o sociedades como Association for the Study of Animal Behavior.
ETOLOGÍA Y SOCIOBIOLOGÍA
Todo lo visto nos permite distinguir a la etología de otras ciencias y disciplinas que se ocupan de la conducta animal. Nadie confunde a la etología con el conductismo, pero si que es muy frecuente la confusión entre la etología la sociobiología, desarrollada por el entomólogo norteamericano E. O. Wilson en sus libros Sociobiología, la nueva síntesis y Sobre la naturaleza humana, y por el genetista R. Dawkins en El gen egoísta.
La confusión es fácil: todos son biólogos, todos se ocupan de la conducta animal y todos afirman la existencia de conducta innata. Sin embargo tenemos ya elementos para la distinción.
La etología parte de una filosofía holista de la biología. Considera que el organismo debe ser considerado como un «todo» que es algo más que la suma de las partes. La Sociobiología es reduccionista: reduce la biología a la genética, y a la genética a la suma de los genes individuales. De aquí que para la etología los términos son los organismos animales, enclasados en su especie, mientras que para la sociobiología los términos son los genes, considerados como partículas individuales y autónomas (Dawkins sostiene que los organismos no son más que instrumentos de los que se valen los genes para su replicación). A partir de aquí podríamos ir desarrollando todos los elementos de los ejes sintáctico, semántico y pragmático de los cuerpos de las dos disciplinas para mostrar sus diferencias. Es una tarea que dejamos para otra ocasión.
Notas
{1}Caparrós, A. (1984) La Psicología y sus perfiles. Introducción a la cultura psicológica. Barcelona, Ed. Barcanova, p. 113.
{2}Scheller, M. (1957) El puesto del hombre en el cosmos. Buenos Aires, Editorial Losada.
{3}Gehlen, A. (1993) Antropología filosófica. Del encuentro y descubrimiento del hombre por sí mismo. Barcelona, Editorial Paidos, p. 89.
{4}Cassirer, E. (1945) Antropología filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura. México, Fondo de Cultura Económica, p. 133.
{5}Uexküll, J. Von (1945) Ideas para una concepción biológica del mundo. Buenos Aires, Espasa Calpe. Prólogo de José Ortega y Gasset.
{6}Heredia, J.M. (2011) «Etología animal, ontología y biopolítica en Jakob von Uexküll» Filosofía e Historia de Biologia, v. 6, nº 1, pp. 69-86.
{7}Gould, S.J. (2004) La estructura de la Teoría de la Evolución. Barcelona, Tusquets Editores.
{8}Ver Alsina Calvés, J. (2016) «La Biología organística como alternativa al reduccionismo» El Catoblepas, revista critica del presente, nº 171, p. 10.
{9}¿Qué es la ciencia?La respuesta de la teoría del cierre categorial. Ciencia y Filosofía.
Pentalfa, Oviedo 1995
{10}«Gnoseología de las ciencias de la conducta: el cierre categorial de la Etología» El Basilisco, 2º Epoca, nº 42, pp. 81-118, 2010.