Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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Introducción
Hoy en día todos o casi todos nosotros entendemos la Información como un elemento primordial en la sociedad. Se puede decir que en estos momentos es uno de los recursos más importantes a la hora de tomar decisiones, evaluar resultados, configurar diagnósticos, establecer probabilidades, entre otros. La información así entendida se nos presenta organizada, estructurada, formada sistémicamente y adecuada de tal forma que su recepción nos resulta hasta inobjetable. Daniel Innerarity (2010) advierte este fenómeno con la siguiente premisa «es que una sociedad del conocimiento y de la innovación se caracteriza por un gran incremento de las posibilidades a las que se enfrenta y, en consecuencia, por un incremento del carácter contingente de sus principales operaciones».
El argumento anterior en principio resulta algo obvio y más aun teniendo en cuenta que varias generaciones atrás nos hemos venido educando y formando a partir de la información que recibimos desde los diferentes mecanismos que usa el Sujeto Comunicacional (Televisor, Radio, Computadora, Internet, entre otros). Este hecho nos lleva a entendernos como seres interpretados o pensados (Martín Heidegger 1889 – 1976), pensamos ideas que otros necesitan que pensemos, hablamos acerca de temas que otros necesitan que hablemos, esto quiere decir que tal vez mucho de lo que decimos y creemos pensar no es realmente nuestro. Sumado a lo anterior y gracias al advenimiento de las nuevas tecnologías se ha desarrollado cierto fenómeno señalado como Oscurantismo Digital, el cual propone la sobrecarga de información con respecto a determinados temas, lo que conlleva a la ignorancia, pero ya no por la ausencia de información sino desde el exceso. Dicho esto el fenómeno puede establecer la creación de nuevas certezas míticas, dogmas o supuestos que en lo cotidiano fundamentan una veracidad disfrazada como absoluta.
Precisamente al entendernos como la sociedad de la información y el conocimiento este fenómeno no nos es indiferente. Entendemos que actualmente solo recibimos una porción del total de la información que es organizada diariamente por el sujeto comunicacional, en palabras de Mariano Moreno (1778 – 1811) citado por Feinmann (2009) en su plan de operaciones «Los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice». Indudablemente en estos tiempos sabemos que no todo es lo que es, o no todo lo que se nos cuenta como verdad tiene que ver con la realidad, o como diría Friedrich Nietzsche (1844 – 1900) «No hay hechos, hay interpretaciones» y la más dominante sofoca las restantes. Lo anterior nos permite reflexionar un poco acerca de nuestros hábitos más elementales, nuestros temas de conversación, nuestra vida en general; la cuestión es ¿Qué tan libres seriamos si no fuésemos condicionados por aquello que establece el sujeto comunicacional?
Ontología de la Información
En filosofía la Ontología considera la organización de la realidad, de lo que es y lo que no es. Gottfried Leibniz (1646 – 1716) apuntaría que es «el estudio de las cosas y de sus modos». Ahora bien como se mencionó con anterioridad y teniendo en cuenta que la información encierra dentro de sí ciertos aspectos abstractos, es necesario establecer los cimientos de la ontología de la información. Lamarca Lapuente (2013) la denomina como «una estructura conceptual sistematizada y de consenso no sólo para almacenar la información, sino también para poder buscarla y recuperarla. (...) define los términos y las relaciones básicas para la compresión de un área del conocimiento». En ese mismo sentido, y vista desde la documentación transforma aquella información que nos es suministrada en conocimiento conforme a ciertas estructuras ya estipuladas. De esta forma la información se sistematiza orientándola hacia la construcción de conceptos, los cuales a su vez dependen del lenguaje, con lo cual se especifica un dominio de conceptos acorde al contexto de cada uso. Tom Gruber (1993) establece sus componentes en las siguientes categorías:
En esa misma línea instaura las siguientes características:
Lo anterior le otorga representaciones conceptuales leíbles para ciertos sistemas estructurados de manera relacional y asociativa. Sin embargo, la ontología así entendida ¿puede configurar lo perteneciente al sentido común?, teniendo en cuenta que además de significar desde relaciones conceptuales también puede asumir perspectivas, sobre todo porque los conceptos se estructuran desde la generalidad hasta la especificidad.
Pero, la ontología más allá de entenderse como un proceso definitorio (por medio de herramientas específicas) en este caso trata el estudio de una coseidad intangible en la cual convergen criterios espaciales y temporales. En dado caso como la información interpela al sujeto, la misma puede ser divida entre una visión naturalista (conductismo) y una visión computacional (cognitiva), desde las cuales el sujeto construye relaciones básicas y específicas de todo lo que le rodea. Así las cosas, la ontología instaura la existencia de la información y la sustenta desde diferentes categorías las cuales también tienen características concretas, otorgándole de esta forma el atributo de la interpretación, con la cual la establece como una entidad concreta, capaz de ser analizada por la lógica (que tiene que ver con lo verdadero y lo aparente), sin embargo ¿puede este hecho sustentar nuestras ideas más generales?, llegado a esto es la opinión la que se argumenta combinando toda la información que se recibe acorde con las evidencias (si las hay).
Por su puesto la ontología estudia la relación de las propiedades trascendentales, su relación entre conceptos y entiende que para su entendimiento es necesario el uso de la experiencia. Heidegger la constituía como la convergencia de las condiciones de posibilidad. Así mismo Leibniz invita a distinguir entre «lo ideal y lo actual» comprendiendo la relación de las cosas coexistentes posibles. Lo ideal, postula, corresponde a lo finalmente pensable a priori otorgando la constitución del orden inteligible, es decir, a lo que podemos llegar por medio de la coherencia. Lo actual, lo estipula como el componente que combina las sustancias, o los elementos que configuran la representación de las unidades invisibles y singulares. (Burbage & Chouchan, 2002, pág. 78)
La distinción que aporta Leibniz citado por Burbage & Chouchan (2002, pág. 80) puede ayudar a clarificar la relación entendiendo los sucesos y las ideas abstractas como un movimiento que permite la manifestación de la realidad, «regidas por un sistema completo de razones», las cuales aportan alguna relación directa o indirecta conforme a la percepción, adecuadas al análisis de una verdad efectiva aunque limitada. La ontología entonces intenta reflejar la complejidad de los saberes y su articulación en modelos (red o rizoma) los cuales permiten cierta jerarquización y simplicidad. En igual medida otorga una visión gnoseológica ya que clasifica con base en determinados criterios la estructura y validez del conocimiento soportado en la teoría del cierre categorial, sin limitarse a un solo sentido lo que permite la plena dualidad entre la descripción y la teoría.
Coyunturas Conceptuales
El concepto de Información a pesar de lo que parece es bastante ambiguo Claude Shannon (1916 – 2001) opinaba que no existía un concepto ideal de información debido a su «naturaleza fragmentada», Ania Quintana (2006) comparte esta afirmación y la aumenta en tanto la ve como una diversidad de «dimensiones, orales, escritas, visuales, o integradas, que permiten una comprensión dependiente de la perspectiva gnoseológica, filosófica o pragmática». También es necesario advertir que la manifestación informativa es clasificada acorde con la importancia y relevancia que cada sujeto le otorga. En dado caso le es asignada cierta formación jerárquica ya que la misma puede ampliar horizontes hacia planos sociales (opiniones), comerciales, económicos e industriales. Esto significa que a pesar de que el tipo de información que se recibe es el mismo cada quien la resignifica acorde a su percepción y experiencia.
Por otro lado, Gustavo Bueno (2006) aproxima el concepto de Medio y lo entiende desde el sintagma «medio de comunicación» colocando el acento sobre los contenidos y no tanto en si esto es o no un mensaje, de forma tal que la interpretación queda a cargo del sujeto. Dilucida entonces que los «medios o instrumentos» son para la comunicación con otras y hacia otras personas, provenientes en diversos formatos y cuyo efecto es el de comunicar diversos contenidos, los cuales hoy por hoy se sustentan en el cine, la radio, la prensa, la internet y la televisión.
A propósito de esto, a principios de los años 90 Internet trajo consigo la denominada revolución comunicacional y con ello aquello que José Feinmann (2010) denomina como el Sujeto Comunicacional y al cual instaura como:
Un sujeto centrado (...), logocéntrico, fonocéntrico, ajeno a toda posible diseminación, informático (...), creador de realidades virtuales, creador de versiones interesadas de la realidad, de la agenda que determina lo que se habla en los países, capaz de voltear gobiernos, de encubrir guerras, de crear la realidad, esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten. (Feinmann, 2010).
Al mismo tiempo, Rosario Gómez (2016) analiza que en televisión una de las máximas si no la más importante es la fidelización de la audiencia mediante el tiempo. Aquí el tiempo consolida el «habito de audiencia», con lo cual el sujeto al permanecer mayor tiempo expuesto a la programación propuesta desarrolla cierta «normalidad» o asimila como natural la información que constantemente le es suministrada. Pero este fenómeno no se presenta solo en la televisión, plataformas como Youtube, Vimeo, entre otros, también intentan consolidar el hábito de audiencia mediante las listas de reproducción automática, las cuales puede envolver al sujeto durante una considerable cantidad de tiempo.
De la misma manera que se articula el concepto de información al sujeto, Bueno (2012) intenta ir un poco más allá y presenta el concepto de «Información Universal» como aquel ideal especulativo desde el cual la denominada sociedad del conocimiento puede sustentar programas interconectados coyunturalmente como una red (en la que pueden intervenir diversos profesionales), entendiendo también que dicha expresión puede significar una utopía debido a su posibilidad especulativa.
Paralelamente a los conceptos desglosados anteriormente y teniendo en cuenta que la ontología ya fue explicitada en párrafos anteriores, mencionare que la Ontología de la Información puede establecer relaciones con otros conceptos los cuales emergen de forma complementaria e interpelan al primero. Con todo y lo anterior a primera vista parece un término muy actual, sin embargo no lo es, dicho termino resulta más acuñado a la organización de la realidad vista a través de la inteligencia artificial, la cual se ha venido desarrollando desde la década de los años 90. En dado caso hoy en día este concepto ha cobrado un nuevo protagonismo, debido al desarrollo de la Web Semántica la cual constituye una red de documentos inteligentes e interactivos que además de poder ser interpretados por el sujeto, también pueden ser interpretados por los denominados sujetos computarizados.
Análogamente el escenario en donde se extiende el sujeto comunicacional es la red informativa. Dentro de esta red existe una cantidad impresionante de documentos que versan sobre distintos temas y cuya información parece ser relevante y por ende importante. En este contexto la misma red se encuentra saturada de documentos que se articulan de forma relacional, a este fenómeno se le denomina como Oscurantismo Digital. En principio el Oscurantismo se refiere a ese periodo en el cual el principal objetivo era extinguir por completo toda subjetividad proveniente del sujeto, por medio de la «supresión de información», es decir, surgió como un movimiento orientado a la «falta de difusión de información, la cultura y la educación entre las clases populares» generado por el monopolio de grandes instituciones.
Hoy tal vez no es muy diferente. Hoy Internet se presenta como un laberinto de información en el cual el oscurantismo digital, explica Demian Marín (2014) se desenvuelve como «el exceso y la manipulación de información". De esta circunstancia nace el hecho de la masificación de datos y textos generados sobre un mismo tema, que también puede entenderse como una «cortina» que busca desorientar, desinformar u ocultar hechos coyunturales generados; así las cosas, también se establece como la restricción de gobiernos autoritarios (China, Corea del Norte, etc.), a las publicaciones independientes en donde básicamente se busca transgredir derechos tales como la libertad de información y su libre acceso.
Esta descripción estaría incompleta si no se tuviera en cuenta el concepto de Infoxicación, el cual menciona Alvarez (2014) es la sobrecarga de información a la que está expuesto el sujeto por medio de los distintos canales y medios de comunicación que usa diariamente (correos electrónicos, redes sociales, páginas web, servicios de mensajería instantánea y demás sitios online), segundo a segundo. Alfons Cornella (2003) la denomina como «el exceso de información» es, pues, lo mismo que el information overload, se trata de estar siempre "on", recibiendo información constantemente y debido a su cantidad no la podemos procesar; es no poder profundizar en nada, saltar de una cosa a la otra. Es el "working interruptus" resultado de un mundo en donde se prima la exhaustividad "todo sobre" frente a la relevancia "lo más importante".
Análisis Interrelacional
Es muy importante advertir que todo lo que sabemos lo usamos para poder interpretar nuestro alrededor o por lo menos para otorgarle cierto sentido, de alguna forma lo asociamos a la realidad, se trata de un dispositivo por el cual configuramos nuestras rutinas diarias. Lo que sabemos es producto de la información que recibimos desde que advenimos al mundo. Estableciendo un acuerdo podemos partir desde la siguiente tesis: «la información es una estructura compleja que puede definir y redefinir todo», como una zona en la cual se extienden diferentes conjeturas, las cuales conforman una red interrelacional e interdisciplinaria.
Ahora bien, si se analiza este aspecto la información que es trasmitida lógicamente tiene un fuerte carácter social, lo que le permite la interacción con otros elementos (de pronto más asociativos), con otras disciplinas y por ende con diferentes organizaciones sociales (tomándolas como culturales). En ese orden de ideas la relación existente entre los anteriores conceptos impulsa un movimiento y una visión más globalizada lo que beneficia al poder. Básicamente establece una actividad colectiva que puede avasallar el pensamiento subjetivo y personal, en aspectos tales como políticos, económicos, sociales, nacionales, internacionales, entre otros.
Innerarity (2006) supone el pensamiento como una operación ordenadora y clasificatoria la cual pretende otorgar cierto sentido estable a la variedad desordenada de las manifestaciones de la realidad. En tal caso establece que las dinámicas del pensamiento se encuentran orientadas hacia los sistemas complejos abiertos dentro de los cuales las fluctuaciones son las que permiten estabilizaciones relativas.
Sabemos que nuestro pensamiento tiene la propiedad de pensar tanto el orden como el desorden, puede estructurarlos de forma tal que la manifestación resultante sea el conocimiento. Esta representación compone para muchos una fuente confiable hacia la realidad. Como se mencionó al principio del texto la información que se nos suministra se encuentra de alguna forma organizada y estructurada, existe cierta arbitrariedad relativa al orden, por lo que el saber es pensado como algo que debe organizarse, este es el motivo por el cual la ontología documental (proporcionada por las Bibliotecas y los Archivos), crean e inventan, sistemas de clasificación y ordenación cuya base es la lógica evolucionada. (Innerarity, 2010)
Joan Melich (1961) supone al sujeto como la «personificación del pensamiento moderno» ya que lo reduce a una cifra estadística, supone que su labor está dedicada a producir mecánicamente en un entorno tecnológico y burocrático, dejando de lado aspectos básicos que permiten entrever una realidad más sensitiva y humana; en este contexto se trata de un sujeto carente de atributos resultado de la poca critica de sí mismo. Siguiendo la idea de Melich el sujeto es un aprendiz permanente. Su formación es constante hecho que lo configura como un ser que puede aprender y desaprender a voluntad. Durante el proceso de formación (o educación) puede cambiar completamente las referencias previas que tenía con relación a cualquier saber, ejercicio que si bien es cierto le permite tener una visión más crítica de la información que recibe, también lo instala como un instrumento al servicio de cualquier totalitarismo. En tal caso la instrumentalización de los medios de comunicación cobran sentido en tanto sujetan al sujeto y lo moldean acorde a lo establecido por el poder.
Pero, ¿existe una esencia de los medios de comunicación? o ¿existe una esencia en la información? Hoy en día es difícil no encontrarse «informado», permanentemente somos hostigados por la actualidad de las noticias y por si fuera poco hasta se establece cierto tipo de información como de suma importancia. Se podría interpretar como un intercambio de datos, de ideas, de saberes, hasta de conocimientos. En definitiva la acción de estar informado también se concibe como la asimilación de datos desde los cuales podemos sacar beneficio propio, unido a la aproximación y apropiación de ideas ajenas, que además de asimilarse como propias también se instauran como ideas dominantes.
Intuyo que actualmente muchos creemos que vivimos en un mundo más globalizado en lo que Marshall McLuhan (1911 – 1980) denominó como «La Aldea Global». Esta afirmación no nos es indiferente, hoy en día se puede celebrar cualquier fecha festiva sin importar si se es creyente o no. Un ejemplo de esto es la celebración de la Navidad o Natividad, en donde al estar próxima la fecha pensamos en compras, regalos, vacaciones, dinero, prácticamente asociamos la celebración con cierto comercio social. Nos invitan a ser invadidos por el «espíritu de la navidad», es decir a ser más amables, más sociables, más accesibles.
Los medios de comunicación permanentemente nos invitan a decorar nuestras casas por motivo del espíritu navideño, la mayoría de los programas televisivos resaltan la importancia de valores tales como la amistad, la solidaridad, el compañerismo, la piedad, la paz interior. Se trata de un conjunto de estrategias que asimilamos como normales. McLuhan postulo dos ideas que resaltan esto; primero «Somos lo que vemos» y segundo «Formamos nuestras herramientas y luego éstas nos forman». Obviamente también existe la contra cara, en donde muchos se muestran reacios a todas estas máximas y desarticulan o desestiman la celebración y la reducen a un descarado mercantilismo de objetos, ideas y valores.
Pero, ¿porque cuando esta próxima dicha fecha pensamos todo esto? Y, ¿no es raro que todos pensemos lo mismo en la mayoría de estas situaciones? Sea como sea, lo anterior puede entreverse como una normalidad o una naturalización de aquello que creemos es la idea de la Navidad. Nietzsche postulaba esto con la provocativa idea del «instinto del rebaño en el individuo». (Nietzsche, 1984, pág. 105)
El ejemplo anterior ha intentado demostrar un poco de la fuerza que existe dentro de una celebración que a primera vista parece inocente e integradora, pero que sin embargo cuando la pensamos un poco más a fondo encontramos que muchas de las relaciones conceptuales a las que la asociamos pierden fuerza, y por ende nos genera cierto desconcierto ya que parece que hacemos las cosas de manera automática y poco reflexiva. Una vez más Nietzsche la suponía como lo que se le enseña al individuo en función del rebaño. (Nietzsche, 1984, pág. 105)
Así mismo podemos pensar nuestras relaciones interpersonales, nuestra educación, nuestra precepción de las organizaciones sociales, nuestros sistemas laborales, entre otros; son modificadas y reducidas conforme a la época en la que nos desenvolvemos. En otras palabras puede que dentro de todo el sujeto comunicacional haya finalmente colonizado nuestra subjetividad y con lo cual ya haya ganado.
Joseph Goebbels (1897 – 1945) creador de los once principios de la propaganda nazi fundamento el principio de vulgarización, en él se establece que toda propaganda debe bajar a nivel popular, la capacidad receptiva de las masas es muy pequeña y mientras más grande sea la masa a convencer menor esfuerzo mental harán. Si es así es necesario analizar aquellos aspectos en los cuales damos las por cosas por sentado o creemos son «naturales», aquellas interceptadas por el sujeto comunicacional, aquellas que interpelan lo que entendemos como «lo cotidiano».
Actualmente este ejercicio es difícil de pensar y más aun teniendo en cuenta que no se nos permite. Ya no nos encontramos en un mundo en donde la ignorancia es una constante (como en la edad media), por el contrario, nuestro escenario está invadido por una cantidad ilimitada de información, es tanto como luchar contra el oscurantismo como en otros tiempos pero ahora es el oscurantismo digital, el cual intoxica, atosiga e invade desde diferentes vertientes con información, de tal forma que el sujeto no puede pensar debido a sus indeseables y desbordantes cantidades. Con relación a lo anterior Goebbels también creo el principio de orquestación el cual en pocas palabras reza que «Si una mentira se repite lo suficiente, termina por convertirse en una verdad», si eso es así podemos preguntar ¿Cuántos de los hechos que hemos escuchado a lo largo de nuestras vidas se han visto orquestados por esta máxima?
Ahora bien, dentro de este contexto Goebbels igualmente instauro el principio de la unanimidad, el cual tiene que ver con lo que «piensa todo el mundo» hecho que fundamenta lo que conocemos como «El Sentido Común». Este principio crea en el sujeto una idea fundamentada desde vertientes ideales, políticas, económicas, entre otras, las cuales intenta explicitar su realidad, entiende entonces que máximas como el «sacrificio, el cuidado de las leyes o el orden social», le pueden brindar la aceptación de la sociedad en la cual está inmerso, reduciendo de esta forma sus posibilidades y mostrándose como una realidad satisfactoria. Nietzsche argumentaba que construimos imágenes nuevas con base en las antiguas experiencias que hayamos experimentado, acorde con el grado de nuestra sinceridad y de nuestro espíritu de justicia. (Nietzsche, 1984, pág. 104)
Llegados a este punto y teniendo en cuenta que la información es organizada acorde a como el sujeto comunicacional lo establece, mucha de la información que se encuentra en internet puede estar elaborada por los denominados Neosofistas. Los neosofistas son una evolución de los anteriores sofistas aquellos que en su evocación más negativa se encargaban del avasallamiento del adversario por medio de técnicas argumentativas y contra-argumentativas y cuyo objetivo principal era la colonización de la subjetividad del otro. En tal caso los neosofistas son aquellos «profesionales, intelectuales o filósofos» que desde el encasillamiento de su argumentación discursiva invaden los sectores académicos e intentan mediante diversos elementos (tesis, conferencias, potencias, investigaciones, entre otros) imponer su propio interés. José Padrón Guillén (2000) alude a estos la creación de los nuevos sofismas que en definitiva son aquellas sentencias que intentan construir la realidad conforme a una arquitectura sofista, para ello se valen de los siguientes elementos:
Distinciones
La sociedad de la información gracias al sujeto comunicacional puede entenderse como una sociedad relativamente ignorante. Vista desde la compleja red informativa en la cual está inmersa supone el conocimiento como un recurso inagotable, pero ¿existe un verdadero conocimiento?, la densidad y sobrecarga de información existentes han logrado configurar el sentido común, en esa misma línea han logrado informar pero esta información no informa y tampoco orienta, su acumulación e instantaneidad le impiden al sujeto una correcta reflexión e interpretación.
Habría que decir también que la información se estructura mediante la unión de datos con lo cual mucha de la misma puede ser catalogada como «Ruido» (Innerarity, 2010), y tiene que ver más con su depuración y categorización de valores siendo los segundos aquellos que permiten evaluar de manera confiable los diversos elementos en los cuales se sustenta. Feinmann (2008) supone que «El mundo hace ruido. Todo es ruido. Vivimos en medio de una ontología del ruido. De una ontología de la sobreactuación. (...) Lo uno comunicacional aplasta la subjetividad a través, entre otras cosas pero no lateralmente, del ruido. (Feinmann J. P., 2008, pág. 789)
El sujeto comunicacional nos proporciona información temática la cual ubicamos como principal insumo en muchas de nuestras conversaciones (en temas administrativos, políticos, económicos, educativos y demás), tan es así que, en la mayoría de nuestras conversaciones entonamos y asociamos términos como desarrollo, sociedad, sentido común, humanidad y futuro, repitiendo constantemente en cierto sentido algo ya predeterminado. Mucha de la información que recibimos es replica de una información previa, con lo cual existe cierto nivel de repetición. Heráclito suponía que «la repetición lleva en si la marca de la diferencia constitutiva», pero si es así ¿no es esta información más de lo mismo?
Por supuesto también existe la información apropiada desde la experiencia. Kant (1724 – 1804) señalaba que el sujeto desde su propia perspectiva se instala como eje proyectante de diversas conectividades, desde las cuales sus experiencias determinan los distintos horizontes por los cuales la información puede resolver interrogantes o por el contrario generarlos. En este caso la información es recopilada y significada conforme a la perspectiva en la cual el sujeto se desenvuelve y en cuyo caso la información del sujeto también se basa en sus propios límites. Nietzsche detalla este fenómeno de la siguiente manera:
La serie de pensamientos y deducciones lógicas que surgen en nuestro cerebro, tal como está organizado al presente, responden a un proceso, a una lucha de instintos en si lógicos e injustos; por lo general, no percibimos más que los resultados de esta lucha; tan rápida y calladamente funciona ahora dentro de nosotros ese viejo mecanismo. (Nietzsche, 1984, pág. 103)
Por otro lado, se tiene la creencia de que el sujeto comunicacional conforma aquello que muchos creen como lo real. La televisión supone Bueno (2006) es «obscena por naturaleza» y es precisamente en la unión con la idea de «aldea global» en donde se establece como conformadora de lo real y la verdad, sin embargo pregunta Bueno ¿Acaso la aldea global televisiva no es mera apariencia, precisamente en lo que tiene de aldea –inodora e insípida– en cuanto nos presenta, de modo obsceno e inmediato, lo que sin embargo sigue siendo lejano e intangible, pero que es en sí oloroso o sabroso? (Bueno, El Catoblepas, 2006). Es precisamente esta falta de autenticidad lo que más proyecta la ilusión de realidad en aquello que vemos.
Lo anterior desempeña un papel importante a la hora de entender eso que advertimos como lo real desde lo virtual y comunicacional, puesto que para nuestra subjetividad se presenta como un intercambio simbólico, ideológico, antimaterialista el cual no advertimos que avasalla nuestra crítica. En este caso el sujeto comunicacional pareciera narrar la verdad, pero ¿aquello que es narrado se corresponde con la verdad? O mejor dicho ¿existe una verdad? Para muchos la realidad en la que vivimos es más dura que aquella que muestra el sujeto comunicacional, hasta se podría decir que cuando nos golpea muestra su completa contundencia y nos saca de ese letargo en el que el sujeto nos quiere mantener.
Hoy en día encontramos grandes pantallas en HD que transmiten imágenes cuyo objetivo es el de imponer y colonizar, cambiando de forma paulatina nuestros hábitos más cotidianos. Intenta confeccionar el pensamiento «único» el cual nos subyuga e interpela. Un ejemplo de ello es la idea de la misma aldea global, que suena más a una estrategia de viajes que a un organismo cuyo objetivo es el de incluirnos como sociedad. Pero entonces ¿hay un pensamiento legítimo sobre esto o no? Ahora. ¿si ese pensamiento es legítimo, también es legal?
Para Kant la inexactitud de las reglas pueden orientar las destrezas humanas, es posible que las mismas reglas también sitúen o exijan la interpretación, la creatividad y la decisión. Kant expone que la misma regla tiene que prever su excepción en orden a su propia elasticidad y fortaleza. Entonces, ¿en que pensamos? y ¿lo que pensamos es correcto de pensar? El sentido común es en esencia un pensamiento colectivo y al ser de esta manera nos permite afianzarnos en lo que somos, sin embargo estaría bueno pensar en que si nos salimos de nuestro «conocimiento afianzado», podemos conectar con otras cosas, con otras experiencias, agradables o no, eso depende de nuestra evaluación interior.
Cuando somos un poco más críticos con nuestros hábitos cambiamos. Somos de alguna forma extraños para nosotros mismos y eso nos desnuda, nos pone en peligro, tal vez se trate de eso de olvidar un poco aquello que creemos como cierto y verdadero, porque en el olvido podemos reconciliarnos con aquello que nos hace funcionales lo cual nos cambia de posición y el cambio siempre exhibe algo diferente. Interpretaba Heráclito todo fluye nada permanece...
Llegados a este punto el anverso puede argumentar que los instrumentos utilizados por el sujeto comunicacional al estar directamente relacionados nos permiten interactuar con el otro. Subyacentemente y haciendo alusión a McLuhan se pueden tratar como una «extensión» de nuestro pensamiento. De hecho, Bueno (2006) subraya que «destruye los cuerpos opacos que se interponen entre los ojos y los objetos de visión (...) este hecho, por sí mismo, constituye ya una crítica a las concepciones de la tecnología como ortopedia o prolongación de ciertas partes del organismo humano», lo anterior lo hace recopilando las ideas básicas de Rufino Salguero Rodríguez e Ignacio Castro Rey los cuales resignifican el alcance de las estructuras visuales (el cine y la televisión).
! AQUÍ LOS HECHOS ¡ Sentencia el noticiero diariamente... y toda esta información nos es trasmitida en «vivo y en directo» con lo cual creemos que como es en directo no nos puede engañar, Bueno (2006) dice «lo que vemos formalmente ha de ser interpretado para que pueda ser llamado verdadero o falso» y es acorde a nuestras experiencias y subjetividad que podemos o no creer en lo que se ve, o como diría Leibniz «no hay que creer todo lo que se ve».
Existe cierta tensión entre el desarrollo de la información, su organización y su estructura lo cual al ser configurada como un procedimiento da lugar a la repetición. Dicha organización (comprendida en reglas y normas) es irrenunciable para la estabilización institucional (o por lo menos eso se nos dice). Pero la misma repetición puede dar lugar a lo nuevo, según Kierkegaard, la repetición es lo que ha sido; si no, no podría repetirse, pero esto, que haya sido, convierte a la repetición en algo nuevo.
Internet ha liberado la palabra. Se presenta como esa herramienta mediante la cual el sujeto puede ofrecer y recibir colaboración de forma dinámica, logrando de esta manera la denominada inteligencia colectiva beneficiándose a sí misma y a los otros. En el año de 2005 Michael Casey confirmaba la interacción existente entre las redes y los diferentes recursos informáticos, siendo estos últimos las principales herramientas en la creación de nuevos elementos, tales como redes, páginas web, entre otros, hecho que logro el intercambio de conocimiento y a su vez permitió al sujeto una mayor participación en la elaboración y selección de la información.
Pero, ¿porque internet es tan popular en el desarrollo de la información y el conocimiento? José Antonio Vega (2008) menciona las siguientes características, las cuales hacen que la información en internet se logre desarrollar de manera insuperable.
Paralelo a esto la colaboración participativa e interdisciplinar potencia el conocimiento colectivo cuya finalidad también alimenta otras disciplinas del conocimiento. La tensión existente y desarrollada entre la información y la crítica subjetiva puede liberarnos del sentido común. Jean Baudrillard (1929 – 2007) pensaba que «La actual esclavitud de lo mismo y de la semejanza se romperá un día con la reaparición violenta de la alteridad» (Baudrillard, 2000, pág. 77). Así las cosas aquello que entendemos como la aldea global no puede entenderse como una unidad universal, puesto que tiene una gran cantidad de características singulares que no le permiten sino algunas interrelaciones. Esta idea totalitaria que se presenta de manera estructurada y sistemática tiene su fundamentación en ciertos elementos constitutivos y formadores denominados como «el desarrollo multicultural».
Así las cosas, las plataformas actuales en las que la información se sustenta permanentemente están cambiando, junto a ello también cambian los elementos de su entorno. Un ejemplo de lo anterior es «La tecnología». Constantemente interactúa con la información (se podría decir que es su elemento principal), la genera, la recupera, la distribuye y hasta puede resignificarla, con lo cual nuevos conceptos aparecen y con ellos el conocimiento aumenta o por lo menos expande un poco más sus límites. Dicho fenómeno afecta tanto al sujeto como las institucionales con las cuales este interactúa (gubernamentales, comunitarias y grupales), hecho que configura cierta multiplicidad de variables.
Ahora bien, Internet al estar compuesta por una cantidad ilimitada de información le brinda al sujeto un panorama enriquecido y diversificado sobre cualquier tema. Con lo cual el sujeto puede
interactuar (ya sea de forma pasiva o activa), y aumentar sus procesos cognitivos. Dicho proceso permite la interacción y la multiplicidad de conceptos y teorías las cuales emergen como resultado del panorama aumentado. Este desarrollo puede generar cambios radicales en los fundamentos que hasta entonces creíamos eran inamovibles y absolutos, brindándonos la posibilidad de ser aumentados gracias a la aparición de nuevas experiencias.
Conclusión
Necesitamos una metáfora diferente de aquello que entendemos como información. Actualmente el sujeto comunicacional por medio de los diferentes dispositivos y canales de comunicación dice muchas cosas, «dice» y lo que dice trata de explicitar, calmar, da un porque, trata de configurar aquello que transmite. En ese orden de ideas la conciencia crítica fundamenta el levantamiento al sometimiento que el sentido común ha puesto sobre todos nosotros durante bastante tiempo. La conciencia crítica nos permite un nuevo comienzo, un cambio, una toma de decisión. Somos el sujeto que se da cuenta de su propia su subjetividad. Este es el momento en el que nuestra conciencia crítica nos abre nuestra propia existencia. Se trata entonces de entender la información como fuente de apertura. Es la herramienta con la cual puedo conectar con el otro o lo aquello radicalmente otro.
Es necesario recuperar el pensamiento autónomo, libre y comprometido. Entendemos que todo cambia, Nietzsche revela:
En los más remotos tiempos de la humanidad y durante el más largo periodo de su existencia, hubo remordimiento muy diferente de los que hoy sentimos. Hoy nadie se cree responsable más de lo que quiere y de lo que hace, ni se enorgullece más que de aquello que posee, y todos nuestros jurisconsultos parten de este sentimiento de dignidad y de placer perteneciente al individuo, como si de ahí hubiese emanado siempre la patente del derecho. Pero durante la más larga de las edades de la humanidad, no hubo cosa tan terrible como sentirse aislado. Estar solo, sentir aisladamente, no obedecer ni dominar, ser un individuo, no era entonces placer, sino castigo, verse condenado a ser individuo. La libertad de pensar era mirada como el mayor de los sinsabores. Mientras a nosotros nos parece la ley y la regla una coacción y una privación, se consideraba antaño el egoísmo como cosa penosa, como un mal verdadero. Ser uno lo que es de suyo, medirse y pesarse a sí mismo con medidas y pesos personales, pasaba entonces por inconveniente. Cualquier inclinación en este sentido hubiese parecido una locura, pues la soledad no llevaba consigo más que miserias y temores. Entonces el libre albedrio estaba muy cerca de la intranquilidad de conciencia, y cuanto mayor era la dependencia a que se sujetaban los actos, cuanto más les guiaba el instinto del rebaño y no la iniciativa personal, más morales parecían. Todo lo que perjudicaba al rebaño causaba remordimiento al individuo, aunque él no lo hubiera hecho con intención, y no solo se los causaba a él, sino al vecino y a toda la grey. En esto es en lo que más hemos variado de manera de pensar. Remordimientos de rebaño (Nietzsche, 1984, págs. 105-106)
Finalmente cabe mencionar que los diferentes pensadores que fueron expuestos hicieron un gran esfuerzo en hacer visible su labor, conviene preguntar entonces que otras disciplinas convienen llevar a la masividad, con el objetivo de hacerlas más sociales y por ende más conocidas. Entendiendo que este ejercicio le otorga al sujeto un sentido crítico, además de ubicarlo en la duda. Puede que nosotros desde nuestras labores cotidianas tengamos algo que decir y aportar en este sitio al que llamamos mundo. A consecuencia de lo anterior me pregunto ¿Y si todo lo que hasta aquí he dicho no es mío, sino del sujeto comunicacional? ¿Es realmente está mi propia subjetividad?... Y ¿ustedes que creen?
Bibliografía
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