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El Catoblepas, número 175, septiembre 2016
  El Catoblepasnúmero 175 • septiembre 2016 • página 7
La Buhardilla

11-S, quince años después:
actualización y reconstrucción

Fernando Rodríguez Genovés

Prólogo a la segunda actualización (septiembre 2016) del libro Cine, espectáculo y 11-S, (Amazon-Kindle, 2012).

Cine, espectáculo y 11-S es un libro vivo, sobre el valor de la vida, sobre los vivos y los muertos; un libro en movimiento. Editado y publicado intencionada y deliberadamente en formato ebook, es actualizado periódicamente, introduciendo las correcciones que hayan menester, al tiempo que registrando nuevas pesquisas, reseñas de obras y datos relacionados con el asunto objeto del mismo, ampliando así las anteriores versiones. Las sucesivas actualizaciones (la versión digital de las antiguas reediciones del libro en papel) suelo llevarlas a cabo durante el mes de septiembre, segmento del calendario anual en que se produjeron los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos de América. Dichas actualizaciones adquieren de ese modo una función añadida de recuerdo de aquella terrible jornada y de homenaje a las víctimas. Por lo demás, quien ya conozca el contenido publicado del presente ensayo, en el que el factor tiempo resulta determinante en su contenido y desarrollo, estará en óptimas condiciones para captar al máximo nivel el valor y el simbolismo de semejante selección de fechas.

Han transcurrido quince años desde que sucedió el 11-S. En las primeras líneas de Cine, espectáculo y 11-S, he dejado escrito que es cuestión de tiempo que los infaustos hechos sucedidos aquella jornada sean, amén de seguidos (informativamente hablando: artículos, reportajes, etcétera), recreados con un propósito -presuntamente- artístico en forma de documental, serie de televisión, largometraje, etcétera. La cuestión resulta decisiva a la hora de considerar tanto la oportunidad (o inoportunidad) de semejante acercamiento a la tragedia cuanto la mirada y el objetivo en el tratamiento de la misma; sea para recrearla o para recrearse en ella. El listado de títulos y productos que pueden catalogarse hasta este momento, en sus distintas categorías, es ya considerable (no diré «apreciable»).

United 93 (2006)

En ningún momento, he concebido Cine, espectáculo y 11-S a modo de trabajo periodístico. Tampoco tiene una vocación enciclopedística ni divulgadora. El libro que tiene el lector en pantalla es un ensayo. Aunque procura aportar cumplidas referencias de actualidad sobre el tema objeto de exploración, el examen (esto es, reflexión y crítica) prima en sus páginas sobre la noticia (o sea, información, recuento y ficha de títulos, escaparate de novedades y estrenos, etcétera). En cualquier caso, a fin de dotar de sentido y significación práctica a las actualizaciones, el lector sí encontrará, en cada una de ellas, puesto al día el objeto central del libro. Cada momento exige una mirada y una perspectiva del caso que lo ponga en su lugar, que lo actualice, que lo desvele. Veamos, pues.

Algunas de las nuevas señales y perspectivas a las que aludo ya fueron advertidas en la anterior «edición» (septiembre de 2015, es decir, hace justamente un año), a propósito de la reseña del film Reign Over Me (En algún lugar de la memoria, 2007. Mike Binder) y, especialmente, de Extremely Loud and Incredibly Close (Tan fuerte, tan cerca, 2011. Stephen Daldry). En el análisis de este segundo título, puede leerse lo siguiente:

«La propuesta [de la película] es tan comprometida como valiente: ponderar cómo y cuándo dejar atrás -superándolos- el trauma, la rabia y el dolor paralizante, haciendo posible que los vivos (los supervivientes) puedan seguir adelante.»

Desde entonces, hay algunas novedades a destacar.

Toda tragedia o pérdida exige un duelo, un grado de reposo, un periodo de gracia; los «años muertos» constituyen un tiempo de silencio: la hora de los muertos. Sin embargo, la restricción, la reserva y aun la tácita prohibición de determinadas iniciativas recreativas o referencias directas, en el ámbito de las artes y el espectáculo, relativas a hechos trágicos, deben tener un límite y una conclusión, ponerles un fin, al objeto de no eternizarse... y que la vida pueda continuar.

Piénsese al respecto en la utilización de la imagen de las emblemáticas Torres Gemelas -iconos de una ciudad, Nueva York, y objetos sacrificiales, por excelencia, de la vesania-, sea para fines publicistas, decorativos y de fondo, sea con un propósito de provocación y guasa, crueldad y ensañamiento, voluntad de ofensa u obscena propaganda. Señalo, empero, una autolimitación ética y estética, no una prohibición, pues tal es materia de fiscales, jueces y políticos, que de eso saben y entienden. Sea como fuere, que cada cual cargue con su responsabilidad, del género al que corresponda, a la hora de poner sus manos en (de manipular) el mutilado Lower Manhattan.

The Walk (2015)

El paso del tiempo y la realización de determinadas obras de reparación favorecen el vencimiento o cumplimiento de los aquí denominados «periodos de gracia», de manera que el tratamiento artístico de la tragedia no resulte improcedente (a destiempo) ni el de la comedia, agraviante: «Si se curva, tiene gracia; si se rompe, no tiene gracia. [...] Comedia es tragedia más tiempo» (Woody Allen). En este sentido, el film The Walk (2015) representa un valioso desafío (título de la versión española del mismo), felizmente logrado, en aras a la recuperación -simbólica, emocional- y a la restauración de las Twin Towers. La reconstrucción virtual de las Torres Gemelas es tarea de ingeniería informática; la que refiero aquí y ahora, cuestión de tiempo y de sensibilidad (no olvide el lector que el libro se concentra en la temática artística, en general, y cinematográfica, en particular).

El arte hace milagros, merced a la ciencia y la técnica, el genio y el ingenio, pero también como efecto de los valores terapéuticos que pueda conllevar. Juzgo canallesco y vil la acción de refocilarse en la tragedia, así como el revolverse en el fango y ventear las cenizas. Califico, por el contrario, de «valioso» y «justo» el esfuerzo por reponer objetos y ánimos al sitio que le pertenecen y se merecen. Creo, en suma, que aunque no pueda ni deba borrarse la huella de la vesania, el espectáculo, cuando es un canto a la vida y no a la muerte, debe continuar.

 

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