Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org


 

El Catoblepas, número 174, agosto 2016
  El Catoblepasnúmero 174 • agosto 2016 • página 72
Artículos

Agradecimiento a Gustavo Bueno

Covadonga Coya

Bueno tenía la capacidad de llegar a diversos perfiles de sujetos que no necesariamente dominan su Sistema.

Covadonga Coya y Gustavo Bueno[Covadonga Coya y Gustavo Bueno]

En calidad de allegada a Bueno desde hace casi 40 años me atrevo a participar en este homenaje de recuerdo a su figura. He tenido serias dudas en hacerlo: primero, porque soy un ejemplar de seguidora torpe, sin dedicación suficiente al estudio de su obra, que ha ido captando los contenidos de su Filosofía a «brochazo limpio» (como el propio Bueno diría) casi siempre a través del receptor auditivo: clases, conferencias, dispositivos móviles con conexión a Internet; y segundo, por temor a desmerecer este homenaje que sus brillantes seguidores le están rindiendo de forma tan excelente como entrañable. La principal razón para decidirme es que Bueno siempre me aceptó de manera generosa (incluso cuando me comporté con cierta rebeldía en la primera etapa de relación en la Universidad) y por eso, me satisface participar mostrando mi gratitud.

Mi vinculación con Bueno se desarrolla en dos periodos separados entre si por casi dos décadas en las que estuve centrada en mi inserción profesional y en la atención a la familia que había creado.

Conocí a Bueno en 1978 (en esta primera etapa siempre le llamaba así), cuando me matriculé en Filosofía y Ciencias de la Educación, división de la Facultad de Filosofía y Letras que Bueno impulso con gran acierto, fomentando la participación de todos en su vida diaria, algo que me parecía precioso en esos comienzos como estudiante universitaria. Colaboré activamente en el traslado de la facultad desde Gijón (ciudad en la que inició su actividad) hasta Oviedo, tanto en las movilizaciones para presionar en este fin como en la propia mudanza, sobre todo de libros, pues teníamos una biblioteca formidable y completa, fomentada por Bueno. Desde el primer día de sus clases te quedabas impactada por su estilo distinto al de cualquier otro profesor y poco a poco me fui dando cuenta que estaba ante un hombre excepcional. A sus lecciones asistíamos no sólo los alumnos matriculados, si no también oyentes que procedían de diferentes lugares, profesiones y posiciones sociopolíticas. Bueno lideraba el destino de la facultad con un compromiso total, simultaneando la adaptación a las transformaciones sociales del momento, con una firmeza de criterio, que chocaba con las dinámicas que teníamos algunos entonces. Recuerdo que permitió la existencia de un Claustro paritario en la Facultad (dentro del recién inaugurado proceso de «democratización de la Universidad») de manera que había igual representación de cada estamento. No recuerdo qué reivindicaciones teníamos los estudiantes, pero decidimos en Asamblea (ya pueden imaginar cual era el «caldo de cultivo» en aquella etapa política de España que algunos hoy parecen querer «reinventar») que los alumnos votaríamos en bloque. Yo era representante estudiantil y la secretaria de aquél Claustro. Redactaba las actas, tarea que Bueno siempre valoró. Pero aquella postura del «voto estamental» por parte de los alumnos, no la toleraba de ninguna manera. Entonces, adopté posiciones un tanto «rebeldes» y aún tengo grabado en mi memoria cuando Bueno, completamente enfadado me dijo: «Señora, así rompemos las relaciones». Cuando casi todos éramos «fundamentalistas democráticos» él ya tenía bien claras las debilidades de esa forma de procedimiento de organización social.

Todo lo que decía en general y aquello que me dijo en particular lo he recordado y me ha orientado siempre. Por ejemplo, como estudiantes que éramos de especialidades de las llamadas Ciencias Humanas, como la psicología o la pedagogía, él insistía de continuo en que no nos «dieran gato por liebre» cuando se trataba de discriminar qué postulados tenían carácter científico de los que no lo tenían y también para que comprendiésemos cuáles eran los límites de las verdades en las ciencias humanas (beta operatorias) que, al no poder prescindir de la influencia del «sujeto operatorio», arrojan resultados que están siempre sometidos a interpretaciones y utilizaciones interesadas. Recuerdo otra anécdota de los primeros años de la facultad, cuando los estudiantes hicimos una fiesta y supongo que estaríamos bailando. Bueno debió vernos y me comentó que «estábamos cuasi antropoides» una valoración simpática, acertada, con mucha «miga» (yo «le di muchas vueltas») y que quedó como estímulo orientador de mis conductas para lo sucesivo.

Cuando obtuve la Licenciatura, me alejé de la vida universitaria y del vínculo directo con Bueno hasta el año 2005 en el que reaparecí en los Encuentros de Filosofía de Gijón. Cuando tímidamente me dirigí a saludarle, no pude quedar más sorprendida al comprobar que recordaba mi nombre. Le dije: «Don Gustavo (desde ese día preferí dispensarle ese tratamiento) he vuelto» y él, sonriendo con su cara más graciosa, me contestó: «muy bien, muy bien, el eterno retorno.» En esos Encuentros, en los que se debatió filosóficamente sobre la Idea de Europa, confluyeron mis latentes inquietudes de comprensión del mundo, vamos, del Presente, con la inmensa suerte de descubrir que tenía a mi alcance la mejor herramienta para hacerlo: el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno. Empecé con la lectura de su imprescindible España frente a Europa (del máximo interés para mi) y después me acerqué a otros contenidos en los que se exponen Ideas y Teorías indispensables para discernir aspectos de la realidad que yo tenía muy confusos: la propia Idea de Nación, su Teoría del Estado, Idea de Imperio, la lengua española, la leyenda negra, la religión católica, los secesionismos españoles,... Desde el 2007 milito en DENAES (Fundación para la Defensa de la Nación Española) por coincidir con sus objetivos, pero sobre todo, porque Bueno fue fundador y Patrono de Honor. Fue una suerte poder escucharle en los primeros años del Curso de Verano en Santander, tanto en sus conferencias como en las ricas valoraciones que emitía siempre hacia las intervenciones del resto de los ponentes. Elevaban automáticamente el nivel del curso.

Soy una prueba más de que Bueno tenía la capacidad de llegar a diversos perfiles de sujetos que no necesariamente dominan su Sistema. Tengo agradecimiento infinito para Bueno. Me siento afortunada de haberle conocido y tratado en alguna medida todos estos años. Además de mi máxima admiración, le tomé un gran afecto personal. Su pérdida me hace sentir un poco desamparada. La siento con el dolor que produce la pérdida de un ser querido, me refiero a la ausencia de su cuerpo físico y del territorio que ese cuerpo marcaba...me preparo para ver con serenidad su silla vacía, o sin él, el primer día de clase de la Escuela de Filosofía de Oviedo...Pero, ¡nada de dramas!...como ya se ha dicho estas semanas muchas veces: el mantenimiento y desarrollo de su Patrimonio Filosófico está más que garantizado por parte de sus «herederos legítimos», esas oleadas de discípulos (algunos realmente admirables) trabajadores, fieles y excelentes. Y en mi caso, considero que he heredado de Bueno un bien que aprecio en todo su valor: la amistad personal entablada con uno de sus más leales (en todos los sentidos) seguidores, Tomás García López y su querida esposa Carmen, con la que practico discutiendo principalmente sobre el presente político de España, pero también sobre otros aspectos actuales de la realidad que nos envuelve, siempre bajo el paraguas del MF. ¡Adelante!

 

El Catoblepas
© 2016 nodulo.org