Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
Cuando uno ha leído, visto y escuchado a Gustavo Bueno le resulta difícil ponerse a escribir sin antes intentar averiguar qué ha dicho ya él del asunto en cuestión, o desde que partes de su sistema se podría abordar el asunto. En este caso de lo único de que se trata es de admiración, de admiración hacia su obra y hacia su persona, por tanto, en este asunto hay que vérselas sólo, empezando por dejar de lado la explicación de que la persona sea inseparable de la obra, pero, pueda ser disociable.
La admiración que profeso hacia su obra no es la de un filósofo o la de un profesor de historia de la filosofía que puede establecer comparaciones, e incluso medir la potencia del materialismo filosófico respecto de otros sistemas o filósofos, haciendo inventario de sus verdades y aciertos. La admiración es la de un técnico (en materias de medio ambiente) que, con un repaso a parte del materialismo filosófico (MF) y unos conocimientos no muy amplios en historia de la filosofía (no por falta de interés y ganas), cuando se pone a escribir sobre las materias de su técnica descubre que: 1. Gracias al MF no solo es posible, sino necesario, abordar esas materias filosóficamente porque constantemente se utilizan ideas como hombre, naturaleza, mundo, sociedad, etc, y porque para medir, no lo que técnicamente se está diciendo, que dependerá de la estructura y contenido del campo de la categoría en que te mueves, sino, el alcance de lo que se diga sobre la materia en cuestión se necesita una Teoría, y aquí la del Cierre Categorial te permite reconstruir el recorrido y analizar su trascendencia; 2. De alguna manera esas materias ya están tratadas por el MF o, cuando menos, trazadas las líneas maestras con que analizarlas y reconstruirlas; 3. Cada concepto, idea, teoría, doctrina, expresión, ejemplo, etc, del MF que se use es un hiperenlace a otra dimensión (materializada, para uso corriente, en el Diccionario Filosófico de Pelayo García Sierra) que eleva el análisis a un plano donde cobra un significado más completo.
La admiración por la persona, o quizás más correcto sea decir por la personalidad, aparte de al abundantisimo material audiovisual, se circunscribe a la anécdota de mi brevísimo contacto en carne y hueso. Ocurrió este contacto en los XXI encuentros de filosofía de Oviedo de marzo de 2016. Hacía tiempo que quería conocerlo personalmente para agradecerle su trabajo y se me ocurrió que la mejor manera era no presentarme con las manos vacías, ni tampoco a través de algún intermediario, sino directamente con algún material que pudiera ser discutido, de manera que me presenté con una ponencia en los XXI encuentros de filosofía dichos. En un descanso previo a la conferencia de clausura de los encuentros, hacia la puerta de la Fundación donde se encontraba distribuido el grupo de corrillos en que se repartía el público asistente, venía D Gustavo acompañado de su hijo Gustavo, la mañana anterior ya lo vi en la inauguración de los encuentros, pero el gesto que hizo de rechazar el micrófono para intervenir, como era habitual, después de cada ponencia, me hizo ser cauto ante su estado de salud, casualmente yo me encontraba en el corrillo, y dentro del corrillo, en la posición más cercana a su llegada. En esta situación, fué su hijo Gustavo quién tomó la iniciativa de presentarme como —este es Rafael, el que ha hablado de impacto ambiental…; aquí quería yo aprovechar para mostrarme agradecido por todo su trabajo y generosidad, pero, primero me dice —muy bien, habrá que leerlo, y acto seguido me dice —siento no haber podido venir a escucharlos, pero las circunstancias mandan; en el tiempo que me llevó asimilar esas 2 lecciones y el nudo en la garganta perdí la oportunidad. Acabada esta brevísima conversación y verlo dirigirse al centro de la concurrencia , próximo geográficamente a la entrada al semisótano (caverna) donde se encuentra el salón de actos de la Fundación, apenas tuve tiempo de comprobar cómo hizo de aguja inmantada de todos los allí presentes, de repente todo el mundo encontró el norte. Lo que vino después, con dos de sus discípulos más aventajados, uno a cada lado del maestro,«defendiendo el pabellón» ante la indisposición de D. Gustavo, véase la grabación disponible en la Fundación, como si les fuera la vida en ello, es, a mi juicio, un punto y seguido que nos dejó.