Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
En el último cuarto del siglo XX algunos pensadores consideraron definitivamente clausurada la época de la filosofía sistemática, por lo que se dedicaron a elaborar un pensamiento postmoderno, débil y fragmentario, cuando no único, y una filosofía light, filológica, ensayística o periodística. Frente a ese gris panorama, la obra de Gustavo Bueno parte del ambicioso empeño de construir un sistema filosófico materialista en español, lo que constituye un hecho rigurosamente excepcional.
Después de que en 1960 accediera a la cátedra de Fundamentos e Historia de los Sistemas Filosóficos en la Universidad de Oviedo, y tras la publicación de El papel de la filosofía en el conjunto del saber (1970), una extensa, brillante y polémica respuesta al opúsculo de Manuel Sacristán Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores (1968), a Gustavo Bueno (1924-2016) se le identificó como cabeza de fila de la filosofía marxista o dialéctica -una de las orientaciones filosóficas dominantes en la España del final del franquismo, junto a la filosofía analítica, la filosofía negativa y a las derivaciones del neotomismo-. Con Ensayos materialistas (1972) Gustavo Bueno sentó los pilares del materialismo filosófico, un proyecto en torno al cual ha ido cristalizando un sistema filosófico y una extraordinaria escuela, la llamada Escuela de Oviedo. En la misma se han diferenciado varias oleadas de colaboradores, discípulos y realizaciones, la primera de 1976 a 1985. Dicha Escuela ha tenido como instrumentos una revista filosófica, El Basilisco, una editorial, Pentalfa, y a partir de la tercera oleada (1996-2005) destaca una extraordinaria expansión, con la utilización del soporte televisión, el acceso a la red de internet, que incluirá el Proyecto de Filosofía en español, el canal YouTube y la revista El Catoblepas, además de la sede de la Fundación Gustavo Bueno en Oviedo (www.fgbueno.es),que ofrece al acceso público la más extraordinaria colección de videos filosóficos en español, originales y de altísima calidad
Durante los últimos cuarenta años, el profesor Bueno y su Escuela han venido trabajando en la construcción del sistema del materialismo filosófico. La presentación global del sistema más accesible, después de la que, en 1987, ofrecieron Bueno, Hidalgo e Iglesias en Symploké (3ª ed. 1991), es el Diccionario filosófico (2000) de Pelayo García Sierra, subtitulado Manual de materialismo filosófico. Una introducción analítica, cuyo contenido es un compendio estructurado de las principales doctrinas filosóficas de Gustavo Bueno, y cuyo criterio sistemático alude a las partes fundamentales del materialismo filosófico: I. Cuestiones preambulares, II. Ontología (Ensayos materialistas, Materia, El ego trascendental), III. Gnoseología (Teoría de la Ciencia:Teoría del cierre categorial, 5 tomos), IV. Antropología y Filosofía de la Historia (El animal divino, La fe del ateo, El mito de la felicidad. Autoayuda para desengaño de quienes buscan ser felices, España frente a Europa, La vuelta a la caverna, España no es un mito, En defensa de España), V. Ética, Moral y Derecho (El sentido de la vida), VI. Filosofía política (Primer ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas, El mito de la izquierda, El mito de la derecha, Panfleto contra la democracia realmente existente, El fundamentalismo democrático, Zapatero y el pensamiento Alicia), y VII. Estética y Filosofía del arte.
La filosofía, para Gustavo Bueno, es una praxis y «la disciplina constituida para el tratamiento de las Ideas y de las conexiones sistemáticas entre ellas», siendo las Ideas entidades objetivas que atraviesan los campos categoriales y que brotan de las realidades del mundo. Bueno entiende la filosofía como un saber: crítico, contrapuesto al escepticismo y al dogmatismo, consistente en «un ir y venir incesante y circular, en un progresar y regresar desde los conocimientos solidificados a los fundamentos que los soportan para desvelar su precariedad, pero también para continuar con el ejercicio de reconstrucción racional»; dialéctico, que se constituye en el enfrentamiento contra otras alternativas (la filosofía es «un saber contra alguien»); académico, de la tradición que se inicia con Platón; sustantivo, siendo su campo las Ideas del presente histórico trabadas en symploké; de segundo grado, al presuponer saberes previos, entre ellos singularmente el científico, sobre los que despliega una actividad crítica; inmerso o implantado en el presente, opuesto a las filosofías exentas, situadas en un mundo pretérito o intemporal; y que totaliza el saber humano en cada momento histórico.
El materialismo filosófico, término con el que el profesor de Oviedo designa su filosofía, y cuya «originalidad reside en la afirmación de que toda filosofía verdadera debe ser considerada como materialista», es una «doctrina sistemática sobre la estructura de la realidad» caracterizada por ser un «pluralismo de signo racionalista» que niega, contra el monismo continuista, y de acuerdo con la doctrina de la symploké, que «todo está vinculado con todo», y niega, contra el atomismo pluralista radical, que «nada está vinculado, al menos internamente, con nada». La característica principal del materialismo metodológico propugnado por Bueno, frente a las tendencias formalistas, consiste en «poner el pie en los materiales, inicialmente corpóreos» que están implicados en cada cuestión debatida.
Las partes del sistema de Bueno más sólidas y depuradas son, sin duda, la ontología y la gnoseología, en las que, con originalidad y acierto, se transpone el núcleo esencial de la metafísica de la filosofía clásica a términos de la razón materialista y pluralista.
El materialismo ontológico es la acabada construcción de una arquitectura de la realidad, fundamentadora del sistema del materialismo filosófico en su conjunto, que agrupa la totalidad de las realidades del mundo en tres géneros de materialidad (el mundo físico exterior, los fenómenos de la vida interior y los objetos abstractos). »El materialismo ontológico postula la existencia de una Materia ontológico general (M) plural e inconmensurable, que se constituye regresivamente a partir de la pluralidad mundana, tomando al sujeto gnoseológico (E) como principal valedor de su posibilidad». La Idea de Materia es «una idea límite, crítica y negativa (la negación de que la Materia se agote en cualquier determinación positiva)». El materialismo ontológico ha sido utilizado por diversos miembros de la Escuela de Oviedo en estudios de historia de la filosofía, sobre los presocráticos, Leibniz, Espinosa, Schelling o Marx.
La gnoseología o teoría filosófica de la ciencia del sistema del profesor Bueno es el denominado materialismo gnoseológico, que incluye la teoría más característica del materialismo filosófico, la teoría del cierre categorial, una teoría sobre la génesis, estructura y validez de las ciencias. La teoríadel cierre categorial es una original alternativa global a las teorías metacientíficas postpoperianas (Khun, Feyerabend, Lakatos), que atribuye a las ciencias como distintivo específico o criterio de demarcación frente a los saberes no científicos el consistir en el cierre operatorio de un campo de la realidad, de un campo categorial. La teoría del cierre categorial, que conjuga los aspectos históricos con los lógicos, y enfatiza el aspecto «constructivista» de las ciencias (las verdades científicas se construyen), ha sido probada y aplicada con notable rendimiento en campos categoriales tan diversos como los de las siguientes disciplinas: física y química, etnología, antropología, historia, economía, psicoanálisis, lógica y matemáticas, derecho, psicología, lingüística, ciencias de la organización, y teoría de la literatura.
En el apartado de la Antropología, además de importantes doctrinas, como la del espacio antropológico y sus tres ejes, y del tratamiento de las Ideas de persona, individuo, libertad, y de los múltiples sentidos y pseudosentidos de la vida, se ha construido una filosofía materialista de la religión, en El animal divino, cuya sorprendente conclusión principal acerca del núcleo de la religión es que «los hombres hicieron a los dioses a imagen y semejanza de los animales». El materialismo filosófico considera polémicamente que el catolicismo, heredero de la filosofía griega y el derecho romano, es la religión más racional, «frente al fanatismo musulmán o al irracionalismo protestante, luterano o calvinista». Tras denunciar Bueno que «el irracionalismo luterano conduce en línea directa al racismo, al imperialismo depredador, y también al antisemitismo, al nazismo y a las cámaras de gas», advierte, mucho antes del crucial 11 de septiembre de 2001, del peligro que para la Humanidad supone el fanatismo islámico. Frente al gnosticismo, es decir, frente a los saberes de «salvación», el materialismo filosófico distingue novedosa y perspicazmente el agnosticismo, como «función de inhibición o duda», del antignosticismo, como «función de negación explícita». En relación con la cuestión relativa al «Dios de los filósofos», el materialismo filosófico declara indocta la posición del agnosticismo y se declara ateo, al negar la esencia y existencia de Dios, y se manifiesta como un antignosticismo frente a las doctrinas gnósticas.
El principio fundamental de la ética o moral del materialismo filosófico, expuesta en El sentido de la vida, es el siguiente: «debo obrar de tal modo que mis acciones puedan contribuir a la preservación en la existencia de los sujetos humanos, y yo entre ellos, en cuanto son sujetos actuantes, que no se oponen, con sus acciones u operaciones, a esa misma preservación de la comunidad de sujetos humanos». De ahí que la principal virtud ética sea la fortaleza, que se manifiesta como firmeza cuando el sujeto atiende a su propia conservación, y como generosidad cuando el individuo se esfuerza en ayudar a los demás. Extraordinario interés tiene el tratamiento de los nuevos problemas suscitados en el ámbito de la bioética, tratados en ¿Qué es la bioética?, surgidos de la confluencia de las tendencias demográficas y los desarrollos científicos y técnicos, y el esbozo del sistema de una bioética materialista basada en el principio de «autodeterminación» del sujeto corpóreo personal y el «principio de grupalidad».
La prosa filosófica de Gustavo Bueno, enérgica y formalmente clara, es de lectura difícil y no está al alcance del lector universitario que carezca de una sólida formación, y ello por varias razones: porque la realidad a la que se refiere es enormemente compleja y se trata al más alto nivel de rigor y abstracción; porque para construir su sistema ha necesitado crear un lenguaje propio que metaboliza la tradición filosófica, lo que explica la necesidad de los glosarios que acompañan a sus libros; y porque su escritura repele la banalidad y no da un segundo de tregua al cerebro del lector. El materialismo filosófico, que reabsorbe la tradición académica de Platón, Aristóteles, la escolástica española, Espinosa, Kant, Hegel o Marx, es una filosofía original, cuya solidez es tributaria de la amplia información en la que se basa y del ejercicio metódico de una argumentación dialéctica atenta al conocimiento profundo de los «estados de la cuestión» de los problemas a tratar, y a la determinación y análisis crítico de las alternativas filosóficas existentes, antes de optar racionalmente por una de ellas. Es precisamente en las muy características «teorías de teorías» presentes en cada una de las partes de la doctrina del profesor Bueno donde se evidencia la superior potencia y capacidad explicativa de su sistema frente al resto de las alternativas filosóficas contemporáneas. El materialismo filosófico, con coherencia y consistencia, suministra plausibles coordenadas para la razón contemporánea, precisas para dar cuenta de la realidad, aportando una visión global del mundo, y necesarias para reducir la confusión y la oscuridad mediante la crítica trituradora de las metafísicas, mitologías y fundamentalismos políticos, científicos y religiosos.
P. S.-He conocido a algunos seguidores del magisterio de Gustavo Bueno, y en todos los casos hemos coincidido en que biográficamente sufrimos un deslumbramiento inicial, en las primeras clases o seminarios en los que le conocimos. Era la experiencia inédita de saber que estábamos ante un verdadero maestro, en la que tan importante era la admiración por la sustancia y la forma de la transmisión de los conocimientos, como el sentirse contaminado por un nuevo entusiasmo por el conocimiento riguroso, sistemático y expansivo. El maestro hacía un ejercicio continuo de capacidades excepcionales, con conocimientos positivos enciclopédicos de variadísimas disciplinas, genialidad crítica y creatividad constructiva. Es una de las mejores cosas que nos ha pasado en la vida, y que nos va a seguir pasando. Es sin duda la persona con la que más hemos aprendido, tanto en extensión como en profundidad. Supo ofrecernos razones para la heterodoxia y la crítica. Amplió los límites de nuestro mundo, y nos ha aportado instrumentos para hacerlo más habitable. A los que lo tenemos por maestro nos une una fraternidad cuasi secreta, en la que celebramos y compartimos tanto la fascinación por su extraordinaria obra como el estar liberados de la «estúpida conspiración del silencio», con la que se ha tratado de marginar su obra por poderes fácticos fácilmente reconocibles. Ha tenido una vida plena, ha tenido una buena muerte y nos deja un legado trascendental. Por todo eso, y por otras cosas más, queremos tanto a Bueno.