Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
[De izquierda a derecha Pedro Insua, Pedro López Arriba, Gustavo Bueno y Antonio Sánchez en un acto del Centro Riojano de Madrid]
Una vez fallecido nuestro apreciado maestro es cuando se le puede aplicar plenamente el dicho evangélico «por sus obras lo reconoceréis», que el catolicismo español recoge en refranes como «obras son amores y no buenas (meras) razones». Sólo tras desfallecer cabe representar, con mayor precisión, la plenitud esférica de su vida, finita, y re-coger los frutos de su obra.
Si uno analiza, aunque sea mínimamente, la obra de don Gustavo Bueno Martínez se da cuenta de que era una persona excepcional o, mejor dicho, un «español excepcional», porque su excelencia se debe en buena medida a que era español, heredero de una tradición histórica, moral y filosófica que no todos los hombres tienen a su alcance, y cuyo legado supo aprovechar como nadie. Nos ha regalado un «mapa del mundo» inmejorable para afrontar la realidad presente. Yo, personalmente, comencé a «salir de la caverna», de la doxografía que se suele impartir en las facultades de Filosofía, cuando leí alguno de sus escritos a finales de los ochenta por influjo de Juan Bautista Fuentes Ortega. Pero para espabilar y, más aún, para volver a la caverna, hace falta, también, un tesón considerable, como el mismo Platón sugiere en su conocido Mito.
Hay quienes, desde una visión estrecha, perezosa o torticera, consideran que Gustavo Bueno, a partir de la publicación de obras como «España frente a Europa», dio un giro inesperado a su pensamiento o que, incluso, «cambió de chaqueta». Pero el Materialismo Filosófico no puede restringirse a una temática determinada (lógico-formal, gnoseológica) o a una corriente ideológica concreta. Ya en el prólogo de los Ensayos Materialistas nos advierte Bueno contra interpretaciones reduccionistas. En todo caso su sistema está construido en español y desde España, pues no cabe, aunque moleste a algunos, construir nada desde la humanidad, ni expresarlo en una Mathesis Universalis políticamente «neutra». La denuncia del panfilismo y el papanatismo de muchos españoles es una de las mayores lecciones que podemos aprender del Materialismo Filosófico, con toda la carga dialéctica que ello implica.
Las últimas obras de Gustavo Bueno, aquellas que tienen mayores implicaciones políticas, son las que dan pleno sentido a las primeras (implantación política de la filosofía). Además, un sistema filosófico no se construye, ni demuestra su potencialidad, en tres días. El Materialismo Filosófico ha permitido, en su momento, representar sistemáticamente (desde un ateísmo católico) la obra ejercitada históricamente por el Hermes Católico del imperio español, por ejemplo. El resurgir del Islam en la actualidad permite reinterpretar con otra perspectiva menos negra, incluso desde las potencias cristianas protestantes, la obra desarrollada por el Imperio Español, que en su día se representó desde un catolicismo confesional peculiar.
En este sentido es encomiable la respetuosa divergencia con la obra de Bueno por parte de autores como Francisco Erice («Recuerdo y reivindicación de Gustavo Bueno{1}»). Sólo desde posiciones gnósticas, fundamentalistas humanistas, o que nieguen la posibilidad y necesidad de rectificar (la caída de la URSS fue fundamental en este sentido), cabe vituperar la evolución filosófico-política del catedrático de Oviedo. El franquismo tampoco puede entenderse sin tener en cuenta que no vivió el final del comunismo soviético. Lo imperdonable es que sus acérrimos detractores, «izquierdistas de toda la vida», no tengan en cuenta estos hechos a la hora de reinterpretar el pasado y las obras de sus protagonistas. La portentosa herencia que nos deja don Gustavo Bueno podrá mejorarse en diversos aspectos, y deberá modificarse para incorporar nuevas realidades, pero sólo un cretino puede negar su valor para entender los fenómenos actuales, más allá del provecho, de corto alcance, que de su obra quieran obtener políticos de izquierdas o de derechas.
La fortaleza ética es limitada, a pesar de contar necesariamente con colaboraciones del ámbito familiar, social o político. La firmeza y generosidad de Bueno parece ininteligible sin el apoyo y la presencia de su mujer Carmen Sánchez. La persona es una estructura metafinita, una institución elemental, que sólo a través de otras personas puede generarse y regenerarse. De los cuatro géneros de religación que pueden dar sentido a nuestras vidas cabe poner mayor o menor peso en cada uno de ellos según diversas composiciones. En todo caso la religación personal es fundamental por estar en la base de la misma constitución de la persona. Con esto no queremos restar méritos al autor principal del Materialismo Filosófico, sino poner de manifiesto el contexto que dio sentido a su existencia, para dar las gracias, también, a todos los que han hecho posible una vida y una obra tan fructífera y ejemplar, especialmente a su familia. Gracias don Gustavo.
Notas
{1} Francisco Erice, «Recuerdo y reivindicación de Gustavo Bueno», 14 de agosto 2016, http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=6061