Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
[Gustavo Bueno y Julián Gómez Brea, 2016]
Al parecer la proposición «la excepción confirma la regla», fue un revulsivo, un impulso, un desafío lógico, en un jovencísimo Don Gustavo Bueno, cuando estudiaba en Zaragoza, que en sus propias palabras, le hizo «emborronar sus primeras cuartillas», y que fue el germen que supuso que se interesará por el estudio de la filosofía...si esto fuera así...¡Bendita frase! En todo caso, creo que dicha proposición, está machihembrada en la biografía de Don Gustavo, no solo como posible «causa» de su dedicación y entrega a la filosofía, sino como «corolario» de su trayectoria vital, personal, y de su obra. En el lenguaje cotidiano, excepción, es una «cosa que se aparta de la regla o condición general de las demás de su especie», y excepcional, es «algo extraordinario fuera lo común», que por lo general tiene un sentido «meliorativo» y así cuando calificamos a alguien de excepcional, queremos decir que es muy bueno, que sobresale por encima del resto.
¿Es la filosofía de Don Gustavo una excepción en la filosofía española? ¿Son Don Gustavo y su filosofía excepcionales?
Tanto la filosofía como la figura de Don Gustavo, son diferentes de la norma general de su gremio, y además sobresalen positivamente, en el sentido de mayor y mejor. Son muchas las diferencias extraordinarias que podríamos mostrar y destacar en la filosofía y figura de Don Gustavo, pero me voy a centrar en dos. Estas dos diferencias constituyen logros, o mejor dicho «Logros» con mayúscula. De acuerdo con una definición con la que trabajo, un «Logro es un resultado, una solución, una consecución, una forma de resolver un problema, que tiene tres notas que definen dicho resultado, a saber: 1) excepcional en su grupo, comunidad, o sociedad de referencia, 2) novedoso, no conocido hasta el momento, y 3) relevante, que significa solucionar un problema importante en una sociedad, grupo o comunidad»
Primer logro: filosofia inmersa y académica frente a filosofía exenta y administrada.
De lo existencial a lo exotérico, sin pasar por el éxito.
A mi juicio uno de los «Logros» más relevantes de Don Gustavo, una de sus consecuciones excepcionales y relevantes, se encuentra en la concepción y clasificación de la filosofía, como «filosofía inmersa», «de segundo grado» y «académica» superando los límites de la «filosofía exenta», «de primer grado» y «administrada». Don Gustavo nos mostró que la filosofía no es un saber de «primer grado», un saber con sustancialidad propia. La filosofía como saber de primer grado considera efímeros los contenidos de otros saberes, tecnológicos, sociales, culturales, científicos, políticos, etc. Esta forma de entender la filosofía, que es la más extendida, es la que hace que se perciba a los filósofos no ya en las nubes sino como «obnubilados» con su sublime saber. Como saber de segundo grado, la filosofía requiere de la existencia de otros saberes, a partir de cuyo conocimiento constata contradicciones con el presente en marcha y surgen las cuestiones filosóficas, a las que debe dar respuesta. Es esta concepción de la filosofía, la que nos permite explicar las Ideas confusas, los mitos obscurantistas, y lo fundamentalismos, que están disueltos en el ambiente y nos rodean.
¿Es el éxito un tema de estudio para la filosofía desde la óptica de la filosofía administrada?
La filosofía «administrada» dominante (es decir la que se enseña en los programas de los sistemas educativos institucionales) está imbuida de filosofía «exenta», y esta como saber de primer grado ya tiene sus sustancias relevantes delimitadas entre las no se encuentra el «éxito». El «éxito» como tal expresión no ha sido objeto de estudio filosófico; así, en el Diccionario de Filosofía de J. Ferrater Mora, en su edición de 1998, Editorial Ariel, se pasa de la voz «EXISTENPHILOSOFIE» (anotando véase Existencia. Filosofía de) a la voz «EXOTÉRICO » sin que figure la voz éxito entre ambas. En la Enciclopedia Oxford de Filosofía, de Ted Honrerich, en su traducción española de Carmen García Trevijano, 2008, Tecnos, se pasa de voz «EXISTENCIAL» a la voz «EXOTÉRICO», luego tampoco figura la voz «éxito»; y así sucesivamente en otros diccionarios y enciclopedias de filosofía consultados. El «éxito» al parecer no es una sustancia que tenga interés o relevancia para el saber filosófico concebido como saber perenne. Esto pone de relieve el hecho limitante, constreñido, que hace que la filosofía sea una actividad para «pensadores» que están en una torre de marfil y que nada de lo que hacen importa al común de los «normales», ni tiene la menor relevancia en nuestro presente. Así la filosofía como saber «exento» y de «primer grado» cierra el paso, limita, e impide acometer los nuevos problemas que se plantean en el presente. Dado que a estos problemas del presente que desbordan los campos categoriales hay que darles respuestas, soluciones , que no se tienen, sucede que se acude para tal fin : .- bien a científicos y técnicos que ejercitan la filosofía de manera espontánea, es decir con ocurrencias de brocha gorda; .- bien a periodistas o tertulianos muy atrevidos pero muy poco formados, que creen entender de todo sin saber de nada; .- o bien a comisiones interdisciplinares de sabios que a veces confiesan con orgullo ignorar y despreciar la materia que tratan (- hubo una vez una comisión interdisciplinar de sabios para estudiar la televisión, donde uno de los ínclitos sabios, manifestó que no tenía televisión-). De esta manera la «filosofía» se presenta como una herramienta antigua, pretérita, fosilizada, como una suerte de «ceraunia», en un objeto raro que alguna vez tuvo utilidad en la práctica, pero que hoy sólo sirve para ser exhibida en museos, al haber sido superada ampliamente esta tecnología paleolítica.
Aunque sin duda sea la regla, sería desolador que la filosofía solo fuera eso, un saber fosilizado estéticamente bello. Al hilo de esto recuerdo una anécdota muy ilustrativa, hace como dos años en un grupo de amigos comenté ufano que estaba estudiando filosofía, inmediatamente uno de los contertulios a la sazón economista me advirtió que la filosofía era inútil, inservible, y añadió entre campanudo y gracioso: «la filosofía es una ciencia en la cual, sin la cual y por la cual, te quedas tal cual»... Hube de explicarle que él tenía una concepción de filosofía exenta, y que la filosofía que yo estudiaba era el materialismo filosófico, que partíamos de la realidad de los fenómenos como nos son dados, y que a partir de ahí, definimos, clasificamos, que progresamos de los conceptos a las ideas...y que la filosofía entendida como un saber inmerso de segundo grado, estudiado de manera académica, en el sentido de sistemático era un saber muy útil, pues te permite abordar los problemas con una mayor extensión y mayor profundidad, saliendo de las limitaciones de cada campo categorial. Para mi amigo el economista la filosofía tenía los temas tasados y las posturas fijadas, y era una disciplina del pasado, que cumplió una buena función en su momento, pero que nada tiene que aportar en el presente y menos en el futuro.
Afortunadamente, la filosofía que ha defendido, desarrollado y ejercitado Don Gustavo Bueno, es una excepción a esa regla, una excepción que nos permite acometer cualquier problema del presente en marcha... y triturarlo, es decir conocer todos sus lados y ángulos, conocer su génesis, su estructura y su proyección, con ello tener una visión más precisa y más profunda, del rumbo, de la inercia y de las derivadas.
¿Es el éxito un tema de estudio para la filosofía desde la óptica del materialismo filosófico?
Inicié el estudio del materialismo filosófico en el año 2012, y a partir de ahí seguir los eventos. Fue el 1 de junio de 2015, en la conferencia de clausura de curso de la Escuela de Filosofía de Oviedo, cuando antes del inicio de la conferencia comuniqué a Gustavo Bueno Sánchez que quería hacer un Doctorado en Filosofía y que él fuese mi director, a lo que él me preguntó sobre qué tema y le dije sobre el «éxito», no se sorprendió ni me miró como un bicho raro, sencillamente se interesó en saber por qué había elegido ese tema, por qué creía que tenía importancia, qué sabía del asunto y cuál era mi hipótesis de partida... Y me prestó toda la atención y toda ayuda, Cuando finalizo la conferencia hablamos con Don Gustavo sobre mi Doctorado y expuse un pequeño resumen de lo hablado, a lo que me respondió: «muy bien, muy bien, ¿ha estudiado ya lo que dice Harvard?», No de momento, le respondí, a lo que me dijo, «pues tenga en cuenta a Harvard si quiere estudiar el éxito», «mire también a William James» Después de un cambio de impresiones, Don Gustavo, se excusó al tener que acudir a atender sus importantes obligaciones familiares. Este hecho, me supuso una sorpresa pues esperaba que ambos se «sorprendieran» (valga la redundancia), pero no fue así, no prejuzgaron, se interesaron en saber qué y por qué, y luego ya emitieron un juicio. Esta respuesta no es la regla, es la excepción. Para filosofía entendida como un saber inmerso de segundo grado, que se ejercita de manera académica, es decir con un sistema de coordenadas, que basa su racionalidad en el estudio de las instituciones e ideas que nos son dadas «in media res» en el presente, y no en verdades reveladas, ni dogmáticas, no hay inconveniente para el estudio del «éxito». Esta aceptación de normalidad, del objeto de mi estudio que mostró Don Gustavo, contrasta con lo que se presenta en el entorno que nos rodea, y representa todo un «Logro», es excepcional. La regla es otra, la de la incomprensión y la sorpresa. Por lo general los doctores y doctorandos con los que he interactuado e interactúo en diferentes foros tienen en sus mentes temas y problemas de filosofía «exenta» y «administrada» y cuando en las presentaciones o diálogos surge la ocasión del tema de mi tesis... «filosofía del éxito», se muestran escandalizados «¿El éxito? ¿Pero eso no es de Empresariales?» A lo que yo suelo responder ¿España solo puede estudiarse en Historia?
Segundo logro: la potencia del sistema del materialismo filosófico
Si bien al hablar con licenciados, doctores y doctorandos, la regla es la carcajada contenida, y el sentimiento de estar ante un bicho raro, situación que se repite siempre, como un epifenómeno también es cierto que bastan pocos minutos de exposición de la materia y campo, y del modo y método con el que abordo mi estudio para que cambien de percepción, (o «experimenten un cambio de paradigma» como diría uno de los libros clásicos de la «filosofía del éxito» -precisamente de la escuela de Harvard- «Los 7 hábitos de la gente eficaz» de Stephen Covey«, autor que tomó la expresión de Thomas Kuhn). Este es el hecho que quiero destacar, que aunque al principio todos se muestran escépticos, cambian de parecer cuando ven en la práctica la potencia del sistema del materialismo filosófico de Bueno. Porque cuando se aplican las herramientas que nos ofrece del Sistema del Materialismo Filosófico, con un mínimo de rigor y vigor, a cualquier materia, se van sucediendo avances que parecían poco probables con anterioridad. Avances que producen claridad, que nos sacan de la caverna y nos hacen ver las realidades no las sombras, una dimensión más grande, filosófica.
Por lo general explico que partimos «in media res», acotando el campo, conociendo los conceptos técnicos, científicos, sociales, políticos, involucrados en la materia en cuestión; que vemos su constelación semántica hacemos el progresuss y el regressus, para llegar a las ideas; vemos los conceptos conjugados pertinentes al caso (éxito/fracaso) (éxito/felicidad); los conónimos, homónimos, heterónimos, y la constelación semántica, (éxito, triunfo, victoria, logro), (éxito, heroicidad, hallazgo, consecución, descubrimiento) («sujeto exitoso» héroe, triunfador, santo, sabio, conquistador); y establecemos criterios de clasificación partiendo de las categorías que manejamos. A nada que nos metemos en harina, y vemos los diferentes ángulos y perspectivas, en este caso diferentes «conceptos de éxito», el «regressus» a la Idea de éxito, y nos hacemos preguntas tales como si es un concepto lisológico o morfológico y qué consecuencias tiene; y ponemos en conexión la Ideología del éxito con la Teoría de los Estados y los Imperios; con el Mito de la Cultura, y con el Fundamentalismo Democrático... vemos que las diferentes herramientas que conforman el sistema del Materialismo Filosófico, tienen una gran potencia y por lo general mis interlocutores tienen conversiones rápidas, pasando de ser escépticos a ser entusiastas en pocos minutos. A modo de ejemplo tomamos la Doctrina de los Tres Géneros de Materialidad, clasificando el «éxito» como: Éxito Primogenérico, si es M1 el criterio de valor dominante, y se piensa que lo importante en la consecución y acumulación de objetos corpóreos, casas, coches, dinero, etc., RIQUEZAS; de Éxito Segundogenérico, si es M2 el criterio de valor dominante y lo que se busca, es la consecución de una conciencia subjetiva, paz mental, actitud positiva, de una sana espiritualidad, etc SERENIDAD, y de Éxito Terciogenérico, si el valor dominante es M3, busca el reconocimiento actual, y futuro, la gloria, que todo el mundo conozca y sepa de del sujeto, de su vida y de su obra, FAMA. Y casi siempre vemos la Idea de Éxito con la Teoría de la Instituciones el «Momento Nematológico», como «todo individuo puede conseguir lo que quiera en un mundo abundante y libre, no importa de dónde parte, si nació pobre o rico, importa a dónde se dirige, importa su sueño y el esfuerzo, entrega y dedicación a su consecución», y del «Momento Tecnológico», dónde se aprende, los libros, los cursos, las listas de las revistas tales como Forbes, etc., y cómo se ejercita, la empresa, la bolsa, el mundo comercial, las redes de multinivel, las franquicias.
¿La filosofía del Éxito, es una cuestión menor, o está imbricada en la Estrategia Geopolítica, dentro de la Dialéctica de los Imperios tal como se ve en materialismo filosófico?
Con estas explicaciones no pretendo obviamente en este foro y con este medio defender mi tesis, solo dar una pincelada de la «potencia de sistema del materialismo filosófico» conformado y desarrollado por Don Gustavo, como otro de sus «Logros». Haciendo resaltar el hecho de que a mis ocasionales interlocutores lo que les parece «a priori» un tema baladí y alejado del interés filosófico en pocos minutos, con dos o tres trazos de lo que implica el sistema cambian de manera radical.
En definitiva, estos son dos «Logros», estas dos consecuciones excepcionales, novedosas y relevantes, escogidos entre muchísimos otros, ayudan a ver que Don Gustavo tiene diferencias esenciales respecto a la norma o regla de su gremio, pues por lo general en el gremio de los filósofos de filosofía «administrada», (la que se hace de profesores para profesores), no abordan problemas del presente, ni tienen un modo sistemático claro, coherente y contundente de hacerlo; es una filosofía anquilosada, petrificada, fosilizada, desfasada. Mientras que en la concepción de Bueno la filosofía, es actual, novedosa, «chispeante», «pujante»
Tercer y cuarto logros: el acercamiento y popularización de la filosofia academica.
No me resisto a añadir un tercero y un cuarto «Logros» de Don Gustavo Bueno, que le diferencian completamente de la norma de su gremio, que solo mencionaremos, a saber.- La popularización de la filosofía académica, por haber vuelto a la caverna en un lenguaje común y usando las tecnologías de nuestro tiempo «internet»; y disociable, pero no separable, podemos hablar de un cuarto logro.- El haber creado un grupo de seguidores, unos discípulos, una escuela, provenientes de diferentes ámbitos del saber, arquitectos, abogados, matemáticos, biólogos, etc. Don Gustavo entendió siempre que debía estar allí donde están atados los individuos confundiendo las sombras con la realidad, y allí acudió pese al ataque feroz de sus pares, que le criticaban sus apariciones en televisión por lo que suponía de degradación para el gremio y por que suponían un desperdicio, una pérdida de tiempo (...y mientras yo perdía el tiempo en televisión cuantos teoremas has desarrollado tú... dijo una vez a un compañero). El haber bajado a la caverna, con su sistema en español, le ha convertido en un caso único, acercando la filosofía «a la calle»... Con ello ha iniciado una escuela de filósofos «espeleólogos» en cierto sentido. Filósofos que van a los medios a dar beligerancia, que acuden a televisiones y radios, poniendo de manifiesto en cada intervención que no son tertulianos espontáneos, provistos de «doxografía regurgitada», sino verdaderos filósofos. Filósofos que participan en diferentes foros y que escriben libros de ensayo sobre problemas del presente, y que participan en conferencias y escriben artículos.
¿Qué deparará el futuro?
Estos «Logros», unidos a la ingente y profunda obra escrita en forma de ensayos, libros y artículos, y a toda la obra grabada en video y accesible en la «red» y en español, hacen que haya elementos objetivos para esperar que la figura y la obra de Don Gustavo sigan un curso expansivo y ascendente (ya que hay núcleo y cuerpo), y que se convierta «un parteaguas de la filosofía», un filósofo relevante que implique un antes y un después de Don Gustavo, como fueron Platón, Santo Tomás, o Hegel... Aunque como ya sabemos, el futuro no está escrito y hay otras circunstancias que hacen que no todo dependa de la calidad objetiva, contrastable y constatable de la obra de Don Gustavo. Pues aunque las cuestiones de «Dintorno» son muy solidas y están bien trabadas, también existen las cuestiones de «Contorno» y de «Entorno» sobre las que no se tiene »todo el control« (utilizando una clasificación de gestión empresarial, del Doctor de Organización Empresarial de Harvard -Stephen Covey-ya citado) sino en el mejor de los casos «algún control», y sobre la mayoría de las cuestiones «ningún control». El materialismo filosófico cuenta con un sistema poderoso para identificar Ideas, estructuras y tendencias, y como saber de segundo grado aprovecha lo que de bueno tienen otros saberes. Dentro de las disciplinas «symplokadas» (me permito el neologismo) con el éxito está la «estrategia empresarial», que bebe a su vez de la «estrategia de la guerra», del gran Carl von Clausewitz, disciplina sistemática, crítica y muy materialista, ¿Qué tenemos? ¿En qué somos buenos? ¿Quién es nuestro enemigo? ¿Con qué cuenta?¿Ataque o Defensa? Tal vez no estaría de más realizar un análisis estratégico para saber qué cosas están en nuestro control y qué podemos hacer para que la obra y la figura de Don Gustavo ocupen el lugar que se merecen». Y todo ello, no por salvar la memoria de nuestro maestro, que también, sino por salvarnos a nosotros como sociedad política, como Nación, que es a mi juicio la más digna utilidad de la filosofía. Es evidente que en estos momentos, en nuestro presente hay problemas muy graves, tales como la amenaza de la propia unidad y existencia de la Nación Española, y entiendo que el conocimiento y aplicación del Sistema del Materialismo Filosófico, ya ha dado muestras sobradas en manos de nuestro maestro de ser una herramienta potente de ver las Ideas y los peligros que están en juego. Por tanto nos corresponde a nosotros, no solo ser los depositarios del saber de Bueno, sino ejercitarlo, difundirlo y hacerlo más grande y más potente si cabe, por el bien de nosotros y de los que vendrán, como una obligación moral, para la defensa de nuestra Nación.
Causa y corolario
Llegado hasta aquí, cabe concluir que a nivel lógico Don Gustavo Bueno tenía razón en sus juveniles desvelos y que ninguna regla necesita de excepciones para confirmarse, sino que tal expresión implica «una suerte de forma de salvar los fenómenos». Sin embargo dicho lo anterior no creo que haya que desterrar sin más dicha expresión «la excepción confirma la regla», por tratarse una simple aporía. La expresión tiene fuerza social, es conocida y reconocida, fuerza que podemos utilizar y dotarla de un valor poético, vinculado a la figura de Don Gustavo. En nuestra lengua nacional (el español del imperio) creo que puede decirse: que si la regla en la filosofía actual es ser una filosofía exenta que se alimenta de sí misma y de su historia; que si la regla de dicha filosofía es que no tiene un sistema ni herramientas con potencia suficiente para explicar los problemas del presente en marcha; y que si la regla de dicha filosofía es conformarse en círculos endogámicos cerrados, esotéricos y alejados de la sociedad...no cabe duda en que se debe afirmar con orgullo que, Don Gustavo Bueno es y representa en la filosofía actual «la excepción que confirma la regla».
Honor y gloria, insigne compatriota y eximio maestro.
Julián Gómez Brea
23 de Agosto 2016