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El Catoblepas, número 174, agosto 2016
  El Catoblepasnúmero 174 • agosto 2016 • página 38
Artículos

La repercusión mediática de D. Gustavo Bueno

Fernando Álvarez Balbuena

Se resalta la disposición de Bueno al debate filosófico.

Gustavo Bueno, 2013[Gustavo Bueno en la Fundación, 28 de noviembre 2013]

Desde la doble tragedia de la familia Bueno, ocurrida muy recientemente, los periódicos y, en general todos los medios de comunicación, se han hecho eco de la vida y la obra del insigne filósofo y, aunque de forma modesta, no quiero que falte mi pequeña contribución al número extraordinario y monográfico que el Catoblepas dedica a su memoria.

Lo que más llama la atención es que, ya a favor de sus ideas, ya en contra de las mismas, la cantidad de comentarios, juicios, opiniones y crónicas sobre el personaje es verdaderamente abrumadora. Ello quiere decir, sin duda, que tal actitud corre pareja con sus méritos académicos, filosóficos e, incluso literarios, pues, de acurdo o no con sus postulados, la estela luminosa que Bueno deja tras de sí, no puede por menos de suscitar alabanzas, a la vez que discusiones.

No son muchos los filósofos que suscitan tan numeroso impacto mediático, pues la filosofía no goza de la popularidad de la novela o del teatro. Su público es necesariamente reducido, porque estos distraen y divierten, en tanto que aquella obliga a la meditación y a la interiorización de postulados que muchas veces cuesta trabajo desentrañar.

Ello no quiere decir que despreciemos la obra literaria, ni menos aún que neguemos su alto valor docente. ¿Qué duda cabe de que leyendo se aprende! Ya decía Cervantes, refiriéndose a la obra literaria que: «No hay libro por malo que sea, que no contenga algo de bueno». Pero las abstracciones filosóficas, al revés que las lecturas placenteras, precisan una actitud previa de interés y dedicación.

Por eso, insisto, que el mero hecho de la inmensa catarata de comentarios, elogios y críticas que ha suscitado el fallecimiento de Gustavo Bueno, es en sí mismo una afirmación de su importantísima categoría personal, social y, sobre todo, docente.

Yo tuve la fortuna de conocerle y de mantener con él alguna conversación, y aunque la filosofía no es precisamente mi campo de actividad, tuvimos diálogos sumamente interesantes para mí y, desde luego, muy enriquecedores, porque tanto su dialéctica como su enorme conocimiento de las corrientes filosóficas, desde Platón y Aristóteles, hasta Kant, Hegel, Marx o Husserl, no podía por menos de abrir ante quienes le escuchaban puertas y horizontes de meridiana claridad y, sin duda, de muy elaborado pensamiento, con argumentos y conclusiones que jamás ni tan siquiera rozaban lo gratuito.

Su idea del materialismo filosófico, del cierre categorial, de las aplicaciones políticas, sociales y prácticas de su filosofía, seducían de forma inexorable, aunque se pudiera opinar de forma distinta a sus conclusiones y argumentos. Más aún; él ya tenía prevista la reacción de su interlocutor y preparada la contrarréplica de tal manera elaborada que resultaba difícil, si no imposible, intentar superar sus afirmaciones.

Quiero, para terminar este breve comentario, citardos afirmaciones suyas muy contrarias a mi pensamiento:

-El marxismo no puede morir porque es una construcción racionalista de la historia del pensamiento. Se puede transformar, pero no morir. Es una mentira interesada. Ha fracasado un experimento pero la propia teoría puede transformase para adaptarse, puede hacer lo que decía Marx: Umstüpung, es decir, darle la vuelta al calcetín.

O ésta otra:

El monoteísmo es la antesala del ateísmo.

Ambas afirmaciones, como antes digo, están a distancia sideral de las mías, pero era una maravilla ver como las defendía con argumentos que las reforzaban, sin rozar ni de lejos el sofisma o la trampa dialéctica

Pero como resumen de todo su pensamiento, tomo sus propias palabras para demostrar que todo cuanto afirmaba, no estaba cerrado a la discusión.

Así decía:

«Yo siempre me peleo por las ideas, con las personas y sus fallos soy tolerante. Me molestan las opiniones gratuitas y sin fundamento. Disfruto con discusiones inteligentes».

«Los males de este mundo los provoca más la bondad ignorante que la maldad inteligente, lo digo citando a Camus».

«La maldad es pura ignorancia, ya lo decía Sócrates. El “malo” es, en realidad, un caso psiquiátrico de ignorancia, un imbécil. No existen razones para ser malvado de manera esencial.»

El gran mérito de Don Gustavo, quizás el mayor, es que fundó escuela, la llamada «Escuela de Filosofía de Oviedo» y que sus discípulos, todos gente de enorme talla intelectual, continuarán su obra con brillantez y con agradecida fidelidad a su maestro.

Fernando Álvarez Balbuena
Dr. en CC. Políticas y Sociología

 

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