Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
Podemos, y no es algo discutible, sentirnos afortunados por haber coincidido en el tiempo de Gustavo Bueno. Todos los que hemos tenido la suerte de estudiar y trabajar con él somos, sin lugar a dudas, discípulos privilegiados. Se han dado en nosotros una serie de coincidencias espacio-temporales que nos han permitido vivir en el tiempo de Bueno, y ahora, tras su desaparición, esto conlleva una gran responsabilidad. No estamos ante un mero recurso estilístico, hipérbole si se quiere, de un discípulo cegado por su idolatría al maestro, sino que, objetivamente, hemos coincidido con un filósofo que ha logrado construir a lo largo de su larga y plena vida un sistema de solvencia reconocida, el materialismo filosófico. Y este apunte, baladí para cretinos, hace que Gustavo Bueno entre en la historia de la filosofía por la puerta grande, pues se dice estrictamente filósofos a aquéllos que, siguiendo al vehemente Edmundo González-Blanco, construyen un sistema filosófico. Precisamente, esta hazaña hace que no sea comparable con ningún otro filósofo español, tan sólo Suárez puede acercarse, y, acaso, unos pocos filósofos en la historia de la filosofía pueden compararse con Don Gustavo. Efectivamente, los nombres que ahora resuenan en nuestra cabeza son mayúsculos, mas ninguno de ellos supera en talla al filósofo de la nuestra España.
Gustavo Bueno nos deja mucho material de estudio en su Fundación, material que permite que sus lecciones, conferencias y seminarios perduren el tiempo, y esto es algo que ningún otro filósofo en la historia ha tenido, esto es, Bueno seguirá siendo la punta de lanza del materialismo filosófico porque la cantidad de material audiovisual y escrito disponible así lo permiten. Obvio que, con el inexorable avance del tiempo, se echarán en falta análisis más concretos de los asuntos que vayan surgiendo, pero en lo referente a los principios básicos y cuestiones elementales del sistema, Don Gustavo y su fuerte presencia en las redes harán que no pierda popularidad, y, más bien, hemos de tratar que suceda lo contrario.
Ahora bien, ¿seremos capaces de recoger el testigo que Gustavo Bueno nos ha cedido el 7 de Agosto del 2016? La responsabilidad que recae sobre nosotros no es una cuestión menor. Y es que lo que heredamos es una obra filosófica que requiere mucho trabajo, que no se comprende por el mero hecho de leerla y/o estudiarla.
Es, para decirlo de un modo simple, una filosofía superior a la que se llega tras un camino de largo y tortuoso estudio. ¿Podría alguien llegar a comprender el materialismo filosófico sin conocer con cierta solvencia la tradición? A mi parecer la respuesta es clara, no. Basta ver los numerosos artículos que sobre Bueno se han escrito durante este mes para confirmar la máxima de «leyendo no entiende la gente».
Sin embargo, y esto es algo que me consta, Gustavo Bueno se pudo ir tranquilo, ya que en varias ocasiones ha mostrado su satisfacción con varios de sus discípulos, dejando entre ver que estaba orgulloso no sólo de su magna obra, sino también de su escuela. Las distintas oleadas que han sido han de luchar por mantener la escuela filosófica que el maestro fundó, pues todos sabemos que, si no nos mantenemos unidos, el camino es la desaparición. Una escuela que siga trabajando en lo mucho que queda por hacer dentro del materialismo filosófico y que, a su vez, no se olvide de las dos condiciones necesarias más importantes para que una filosofía alcance cierto éxito en la historia. La primera es la potencia interpretativa, condición que el materialismo filosófico cumple sobradamente como ninguna filosofía existente, y la segunda es la vinculación a una institución fuerte. Estas dos condiciones, por sí mismas, son, simplemente, condición necesaria para conseguir el éxito histórico, mas, si no se dan las dos, la batalla estará perdida. Ahora bien, el nacimiento de la Fundación Gustavo Bueno, allá por el año 1997, supone la institucionalización del materialismo filosófico y ello explica, entre otras cosas, este homenaje. Así, la Fundación y su labor es la razón por la que hoy nos juntamos un buen puñado de lectores de Bueno, acaso discípulos. Y esta tarea, que va camino de los 20 años, se debe exclusivamente a Gustavo Bueno Sánchez, primogénito de Gustavo Bueno Martínez, que ha dedicado toda su vida a construir una institución que vela por difundir la obra de Bueno y al materialismo filosófico por todo el mundo. En una primera época la Fundación tuvo un gran éxito, pues consiguió reunir a un grupo de discípulos procedentes de distintas partes de España. En un segundo momento, con la llegada definitiva de Internet, la apuesta fue subir contenidos y trabajos como nunca nadie que con la filosofía tenga que ver haya hecho antes. Los frutos de tal tarea se empiezan a recoger ahora, a saber, una serie de discípulos de reconocida solvencia y una presencia cada vez mayor en la filosofía en español.
El 8 de Agosto de 2016, coincidencias de la vida han querido que coincida el día con la ceremonia de despedida de Gustavo Bueno, se inaugura en León, Guanajuato (México), una Facultad de Filosofía auspiciada por el Instituto Oviedo y la Fundación Gustavo Bueno, siendo la Fundación la encargada del plan de estudios y de todos los asuntos académicos. Con ello hemos logrado romper la frontera de nuestro país y llevar al materialismo filosófico a Hispanoamérica, que por otro lado llevaba ya varios años siendo trabajado desde allí de manera individual {1}. Este es un objetivo que ha tenido siempre muy presente Gustavo Bueno y que supone, de algún modo, la extensión natural de su obra una vez que España se ve, hoy más que nunca, llena de mitos autodestructivos, no ya de la nación española, sino de la idea misma de hispanidad. Ante este triste panorama, México se erige como el centro de la hispanidad, y es por ello que la ida de varios discípulos a León les convierte en figuras clave dentro de este proceso de expansión. Sin embargo, ellos van a pisar el terreno, a luchar cuerpo a cuerpo, mas los que en España nos quedamos también combatimos y formamos parte del mismo proyecto.
Así pues, Gustavo Bueno, el individuo, ha muerto, pero no así la persona, que no ha perdido ni un ápice de vigencia. Finalmente, y sirva esto como aviso para los viles, Gustavo Bueno no se ha ido, sus armas siguen preparadas y el ejército está en marcha. ¡¡Qué se preparen!!
Notas
{1} Véanse a los hermanos Carpio, D. Arturo Herrera Melo, D. Manuel Llanes, D. Axel Juárez...