Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
[Gustavo Bueno y Felipe Giménez Pérez en los XX Encuentros de Filosofía, 2015]
Ha fallecido Gustavo Bueno Martínez (1924-2016) Era el más grande de los filósofos españoles de todos los tiempos y a la altura de Platón, Aristóteles, Santo Tomás de Aquino y Kant. Por lo tanto, la pérdida que hemos sufrido en España así como en el mundo hispánico ha sido inmensa. Queda sin embargo su importante obra y la potencia y calidad de sus ideas. Me voy a detener en sus ideas ontológicas. Bueno ha sido un importante cultivador de la ontología. Ha establecido una ontología materialista dentro de lo que se denomina materialismo filosófico. No se trata en todo este asunto de afirmar gratuitamente nada. La importancia de Bueno se mide y se comprueba leyendo su obra y poniéndola en contraste y polémica con la filosofía clásica y en particular, con las ontologías clásicas de la historia de la filosofía occidental y ahí vamos a entrar aunque sólo sea somera y brevemente.
A principios del siglo XX tiene lugar una resurrección de la metafísica y por lo tanto, de la problemática ontológica de la mano de la fenomenología de Edmundo Husserl (1859-1938) cuya «vuelta a las cosas mismas» dio lugar principalmente a un «regreso a la ontología». El mismo Husserl esboza la idea de las ontologías regionales, de ámbitos objetivos particulares, y propone, además, una ontología universal, aunque como ciencia puramente formal de las esencias y de sus estructuras más generales. Por medio de la reducción fenomenológica, que se limita a los puros contenidos esenciales, mientras que «pone entre paréntesis» el ser real, el pensamiento de Husserl se convierte en una pura filosofía de la esencia («ciencia eidética») y se encierra además en un idealismo subjetivo trascendental.
Por el contrario, Nicolás Hartmann (1882-1950) supera el idealismo fenomenológico y elabora una filosofía con una teoría del conocimiento realista, sobre la cual construye una ontología. Sin embargo, esta ontología es una ontología fenomenológica descriptiva de las esencias particulares y de los modos del ser desembocando en una teoría de las categorías, renunciando a la metafísica. Los verdaderos problemas metafísicos son los problemas insolubles más allá del saber. La metafísica como ciencia entonces es imposible.
Fuera de la fenomenología, la ontología ha resurgido con las figuras filosóficas de Jorge Lukács (1885-1971), Mario Bunge (1919) y Gustavo Bueno (1924-2016). Éste último define a la metafísica como toda construcción sistemática doctrinal, toda idea, etc., que, partiendo, sin duda, de un fundamento empírico lo transforma en una dirección, preferentemente sustancialista, tal que la unidad abstracta, sí obtenida queda situada en lugares que están más allá de toda posibilidad de retorno racional al mundo de los fenómenos.
La ontología materialista de Bueno ha surgido en confrontación con el materialismo dialéctico soviético. Este materialismo monista procede y deriva del marxismo, pero ha sido desarrollado por Engels, Lenin y sobre todo por los filósofos de la Unión Soviética que le dieron su forma definitiva, canónica, escolástica. Se convirtió en la filosofía oficial de los países sometidos al socialismo real.
El materialismo dialéctico sostiene que la materia es móvil y que evoluciona hacia formas cualitativamente más elevadas de realidad. Todos los elementos de la realidad se encuentran en una relación de acción recíproca universal. El pensamiento se deriva de las leyes de la materia. El pensamiento es material. Se va pasando de lo físico a niveles más complejos de materialidad por emergencia de propiedades nuevas en cada nuevo nivel evolutivo ascendente.
El materialismo dialéctico sostiene la teoría del reflejo. La conciencia consiste en reflejar o copiar las cosas independientes del pensamiento. La conciencia es una propiedad emergente del sistema nervioso central.
El materialismo dialéctico o Diamat pretende que hay una lógica dialéctica ontológica distinta de la formal. Esta lógica rige el movimiento de las cosas, de la realidad. Es que la realidad es dialéctica.La conciencia se rige también por las leyes de la dialéctica.
Tal dialéctica materialista es un instrumento de la praxis revolucionaria que conducirá inevitablemente al socialismo y al comunismo al proletariado internacional.
Tanto el materialismo mecanicista, emergentista, el materialismo histórico así como el materialismo dialéctico confluyen en las propuestas materialistas actuales, representadas por pensadores tales como Ferrater Mora (1912-1991), Mario Bunge (1919) o Gustavo Bueno (19124-2016). Como se ve en el mundo hispánico ha florecido el materialismo durante el siglo XX.
Principalmente, hay que destacar de entre estas ontologías materialistas el materialismo filosófico de Gustavo Bueno (1924-2016). Este materialismo ofrece un sistema de coordenadas ontológicas capaces de traducir a sus términos el núcleo esencial de la filosofía clásica, constituyendo una filosofía sistemática plenamente realizada. Es éste un materialismo académico no dogmático ni metafísico ni reduccionista que sostiene la identidad esencial entre la filosofía y el materialismo. La conciencia filosófica es esencialmente materialista. Esta ontología viene expuesta principalmente en los Ensayos Materialistas (1972) y finalmente en El Ego Trascendental (2015). Es materialista porque niega la existencia de dioses, demonios o espíritus, o sea, de seres vivos incorpóreos. El materialismo filosófico de Bueno es un materialismo pluralista, frente al materialismo monista del Diamat.
Este materialismo ofrece un sistema de coordenadas ontológicas capaces de traducir a sus términos el núcleo esencial de la filosofía clásica, constituyendo una filosofía sistemática plenamente realizada. Es éste un materialismo académico no dogmático ni metafísico ni reduccionista que sostiene la identidad esencial entre la filosofía y el materialismo. La conciencia filosófica es esencialmente materialista.
La ontología materialista distingue entre dos planos.
I. La ontología general, cuyo contenido es la Idea de materia ontológico general (M) definida positivamente como pluralidad radical (partes extra partes) y codeterminación.
II. La ontología especial, cuya realidad positiva son tres géneros de materialidad, que constituyen el campo de variabilidad empírico trascendental del mundo (Mi), es decir, Mi = M1, M2, M3. Esta arquitectura trimembre recuerda la tripartición ontológico especial de Cristiano Wolff (1679-1754) (Mundo, Alma y Dios) de la que nos distancia históricamente la crítica ejecutada por Kant en su Dialéctica Trascenental y la subsiguiente sustitución, en el idealismo alemán, por una estructura bimembre (Filosofía de la Naturaleza/Filosofía del Espíritu) que, aunque modificada, sigue perviviendo en el marxismo (Dialéctica de la Naturaleza/Dialéctica de la Historia).
En el plano ontológico-general se niega todo cosmismomundanista, que abriga la idea metafísica del universo como una omnitudorealitatis ordenada en la que «todo lo racional es real y todo lo real es racional». Puesto que M es una pluralidad infinita, el materialismo niega tanto el monismo como el holismo armonista. A su vez, en el plano de la ontología especial se afirma la inconmensurabilidad de los tres géneros de materialidad, tesis que se opone a todo formalismo, entendiendo por tal las doctrinas reduccionistas que pretenden explicar íntegramente algún género en términos de otro. Las variedades algebraicas del formalismo (primario, terciario, secundario, etc.) se corresponden con los géneros de materialidad.
Por M1 (primer género de materialidad) entendemos todas las entidades constitutivas del mundo físico exterior, tales como rocas, organismos, campos electromagnéticos, explosiones nucleares, edificios o satélites artificiales.
M2 (segundo género de materialidad) connota todos los fenómenos subjetivos de la vida interior etológica, psicológica e histórica, tales como un dolor de muelas, una conducta de acecho o una estrategia bélica.
M3 (tercer género de materialidad) comprende todos los objetos abstractos tales como el espacio proyectivo reglado, las rectas paralelas, el conjunto infinito de los números primos, la Langue de Saussure o las relaciones morales contenidas en el imperativo categórico de Kant. Por supuesto, los contenidos de M3 se ejercitan en conexión con los contenidos de M1 y M2, pero las tres materialidades son heterogéneas e inconmensurables entre sí.
Las relaciones entre la materia ontológico-general y los tres géneros de materialidad son complejas, dialécticas y circulares, pues M no consiste en la suma de los géneros de materialidad incluidos en Mi, ni se distribuye entre ellos como un género en sus especies o un todo en sus partes, sino que se constituye regresivamente a partir de las contradicciones constatadas entre las partes de Mi por medio de su trituración y autodestrucción efectivas. Así pues, en tanto que producto del regressus desde «lo que hay», la Idea de Materia es una idea límite, crítica, negativa (la negación de que la Materia se agote en cualquier determinación positiva), de la que sólo tenemos un conocimiento negativo (que no es lo mismo que la negación de todo conocimiento). Porque la negación dialéctica brota en la relación de la materia cósmica consigo misma, puesto que nada hay fuera de la materia en una filosofía materialista, cuando esa suerte de relación reflexiva y autocontextual alcanza ella misma la forma de una contradicción.
Este proceso, cuyas resonancias neoplatónicas no ocultamos, implica la presencia de una conciencia o Ego trascendental (E), por cuya mediación se ejercitan autocontextualmente, tanto el regressus destructivo desde las apariencias ontológico-especiales, como el progressus constructivo hacia la symploké dialéctica o hacia el establecimiento de las legalidades racionales de los diferentes géneros. La instancia E juega un papel esencial, pues supone un límite infranqueable, «trascendental», que la crítica regresiva no puede rebasar, so pena de nihilismo o escepticismo. Pero, además, hay un privilegio de la corporeidad humana de E, a cuya escala se ajusta el mundo, porque el universo es antrópico, aunque se trataría de un principio antrópico débil el que entraría en juego aquí., Estatesis es consecuente con el materialismo filosófico, hasta el extremo de llegar a convertirla la Idea de E en punto de articulación entre los distintos géneros de materialidad.
Esta ontología trimembre rompe con el dualismo naturaleza/espíritu naturaleza/cultura del materialismo dialéctico heredado de la filosofía clásica alemana, que resulta ser un esquema reduccionista y metafísico derivado de la distinción entre el Reino de la Gracia y el Reino de la Naturaleza.