Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
Como avisan S.G. Payne y J. Palacios ya en el Prefacio del libro –ninguno de los dos novatos en tratar la historia española–, todavía en la segunda década del siglo XXI y 40 años después de su muerte, la figura de Francisco Franco Bahamonde y su régimen parece que aún no han podido quedar relegados para la Historia, ya que continúa levantando encendidas pasiones al menos en una buena parte de sus compatriotas. Continúa dando de comer a muchos demagogos que dicen ser políticos. Si bien, los autores del libro que comentamos van a tratar de adoptar una postura contraria a la dicha, realizando «un nuevo esfuerzo de descripción y evaluación» –no podemos dejar de preguntarnos qué entienden exactamente los autores con «descripción y evaluación» y, en todo caso, si esto es tarea propia de la Historia o no–, para lo cual además de los muchos trabajos realizados sobre la figura del caudillo han atendido a fuentes como el archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco el testimonio personal de su hija, Carmen Franco Polo, así como otras entrevistas y la abundante información procedente de nuevas fuentes secundarias. Lo cual, añadimos, es completamente necesario, pues ¿cómo hacer Historia sin acceso a las reliquias y los relatos?
Comienzan señalando los autores cómo Franco ha sido la figura histórica española –pues así debe considerarse hoy– que más tinta ha producido a pesar del largo curso histórico de nuestra Nación, repleta de figuras universales. Y no es eso lo malo, sino que este «personaje escurridizo» que no dejó documentos personales relevantes, apenas si ha sido tratado, como desean hacer nuestros historiadores, con objetividad inclinándose siempre por un lado u otro y deformando así los fenómenos históricos –aunque habría preguntarse de nuevo es qué entienden los autores por objetividad–. Así pues, a pesar de los abundantes escritos de la pluma de Franco, apenas se cuenta «con algo que revele su vida más personal», poco hay que nos diga cuáles fueron para el otrora jefe del Estado los momentos cruciales de su carrera o cómo tomó sus decisiones importantes.
Ahora bien, ¿es esto tarea biográfico-histórica?, ¿son los «momentos íntimos» o personales de un personaje histórico materia de historiador? Evidentemente no, pues los cursos históricos son siempre suprasubjetivos. Pero, ¿carece de sentido el estudio de cómo las líneas de fuerza históricas, la dialéctica de Estados y los diversos grupos de poder que rodearon a Francisco Franco, etc., determinaron dichos momentos cruciales y decisiones importantes? En absoluto. Más bien al contrario, tiene todo el sentido histórico que cabría esperar, y a esto van a dedicar los autores su biografía histórica –de ahí que el subtítulo del libro aclare que se trata de una biografía personal y política; cosa por otra parte inseparable, pues la persona si es tal es porque vive en una sociedad de personas, política por tanto: la persona está políticamente implantada–. Para tratar de todo ello dedicarán un estudio de más de ochocientas páginas escritas con agradecida claridad y divididas en 20 capítulos que recorren de forma general –demasiado en algunos aspectos– toda la biografía del militar, a lo que hay que sumar una sintética conclusión, gran cantidad de notas aclaratorias y una amplia bibliografía sobre todos los temas y personajes tratados.
En el primer capítulo se nos ofrecen abundantes pinceladas sobre el entorno familiar y la forja del «perfil psicológico» o carácter de Paquito –muy marcado por la complicada relación con su padre y sus aspiraciones militares–, así como del origen de la familia Franco, de tradición militar; incluyendo la mención y negativa ante los supuestos orígenes judíos de la familia, estudiados hasta por las SS. Aspecto polémico que, además de implicar un soterrado antijudaísmo, tampoco habría sido raro, pues a lo largo de los siglos XIV y XV gran parte de la población judía de España se convirtió al catolicismo, con lo que la mezcla con el resto de la sociedad española fue mayor que en cualquier otro país europeo –se calcula que el 20% de la población española actual cuenta con ascendencia judía–. En el segundo capítulo los autores se adentran en la ascendente carrera militar del teniente Franquito en Marruecos, donde surgiría en 1920 la Legión de Millán Astray, de la que Franco llegaría a ser comandante en jefe. Terminaría ganando el respeto de políticos –Alfonso XIII sería padrino de su boda–, oficiales y tropa española y marroquí. Estas últimas destacaban su baraka (buena suerte). A pesar de exponerse continuamente al fuego enemigo tan sólo una vez fue herido de un balazo de ametralladora; lo llegaron a considerar un protegido de Alá, lo que alimentaría poco a poco cierto providencialismo en torno a su figura –aumentando tras las muertes de Balmes, Sanjurjo y Mola– que el propio Franco llegaría a creer hasta su muerte.
En el capítulo tercero se alejan del frente Marroquí sin dejar el mundo militar. Los autores profundizan en los años en que Franco, el general más joven de Europa, pasó en Madrid y en Zaragoza. Por esos años Primo de Rivera se enfrentaba a una constante oposición de los mandos militares en sus intentos de reforma del ejército, y una de las soluciones fue unificar la oficialidad en su formación con la Academia General Militar, al frente de la cual puso a Franco. Trasladándose éste a Zaragoza en diciembre de 1927, permaneció en la ciudad hasta el advenimiento de la II República. El cuarto capítulo se ocupa de los avatares de Franco durante la misma, llegando Franco al grado, no del todo para su gusto, de jefe del Estado Mayor. Durante este periodo de vaivenes partidistas, aunque mostró su desacuerdo con algunas medidas tocantes al ejército y al catolicismo, y su anticomunismo y su fijación por la burguesa masonería se incrementaron, nunca desobedeció una orden ni desafió la legitimidad republicana; en ABC reconoció el principio de soberanía nacional y el nuevo régimen.
Los siguientes cuatro complicados capítulos se ocupan del colapso de la II República, la Guerra Civil y el surgimiento de Franco como Generalísimo. Ante la violencia creciente, la peligrosa inestabilidad política, el esperpento electoral y parlamentario, el asalto al poder por parte del Frente Popular tras las elecciones de 1936 y el asesinato de Calvo Sotelo, se desató el 18 de julio el conflicto nacional. En la guerra, Franco, aunque hasta entonces había rechazado categóricamente cualquier participación en política y rebeliones, tendría finalmente un destacado papel, como es sabido, y resultaría nuevo jefe del Estado y presidente del Gobierno, proclamado como dictador o supremo Caudillo del Movimiento. Los siguientes cuatro capítulos, establecida ya la nueva paz, el nuevo orden, abarcan la posguerra y los primeros años de consolidación de la dictadura y sus cuatro «familias políticas», sin duda los más duros y autoritarios. Así como el delicado papel económico, político y militar de España, y las complicadas maniobras de Franco y la diplomacia española durante la Segunda Guerra Mundial.
El decimotercer capítulo dedica sus páginas al difícil momento de España al final del conflicto mundial, cuando sufrió un señalado aislamiento diplomático y la URSS difundió todos los falsos rumores posibles sobre España. A eso había que añadir las insurgencias de los maquis por un lado y las presiones del pretendiente al trono por otro. Pero la situación generada por el ascenso useño como superpotencia mundial y la división del mundo en dos bloques situó a España, tras el conflicto de Corea, como un importante bastión anticomunista que interesaba a EE.UU. El siguiente capítulo se centra en los años cincuenta, en los que España queda rehabilitada diplomáticamente y el ascenso económico se acelera año tras año. Las disidencias internas y los cambios de gobierno no cesarían, pero Franco se afianza indiscutiblemente como jefe del Estado. El decimoquinto, volviendo al «lado personal» de esta biografía, lo dedican los autores a Franco en sus quehaceres, su trato y su día a día como Caudillo y a los entresijos familiares.
La recta final, constituida por los cuatro últimos capítulos, se adentra en los felices años sesenta y el final del régimen en los setenta. Durante los tres últimos lustros del franquismo la demografía y la economía españolas experimentaron un crecimiento todavía más acelerado. La política monetaria, industrial y turística impuesta a finales de los cincuenta y principios de los sesenta estaba dando resultados, es el conocido «milagro español». Los controles académicos y periodísticos –no tan rígidos como habitualmente se dice– cada vez fueron menores; la censura a partir de 1966 fue «voluntaria», sin directrices oficiales impuestas –la sumisión voluntaria y la dictadura de lo políticamente correcto, muy presentes hoy, son estrategias más sutiles y efectivas–. La industria editorial se cuadruplicó. A su vez, la sucesión dinástica no fue un problema menor para Franco en estos años; los pasos y cambios por parte del Gobierno franquista hacia la democracia coronada, asesinato de Carrero Blanco mediante, no dejaron de sucederse, pasando así finalmente «de la Ley a la Ley».
Cabría destacar sobre todo el ponderado análisis de las fuentes tanto primarias como secundarias y los juicios en base a las mismas –carentes de maniqueísmo, aunque no por ello siempre del todo acertados–. Es muy de agradecer el tratamiento histórico de la figura de Franco, la suficiente contextualización nacional e internacional –aunque habría quedado mucho mejor matizada con un mayor uso de fuentes periodísticas– y la ausencia de reduccionismos psicologistas, lo que no es tan habitual como debiera. Esto contribuye a derrumbar muchos mitos de la Guerra Civil –por parte de un bando u otro, como bien que la guerra fuera producto de una conspiración soviética, bien que la ganaran en realidad alemanes e italianos– y en torno a Franco y el franquismo –como el del fascismo, el totalitarismo, el antijudaísmo o considerar todo el régimen como un bloque vacío, gris, brutal y homogéneo–. Mitos que en última instancia no se resuelven sino en parte de la leyenda negra sobre España, en un oscurecimiento y falseamiento de nuestra historia.
Previniendo posibles reacciones diremos que, a juicio de quien esto escribe no se trata esta biografía –ni por supuesto esta reseña– de una «defensa del franquismo», lo cual estaría fuera de lugar, sino de un análisis histórico-biográfico que podrá considerarse mejor o peor, pero de tal modo que ésta sería ya una discusión disciplinar, historiográfica, y aunque en cuanto tal no puede estar exenta de ideología, al menos ésta no podría monopolizar la discusión. Si los alemanes pueden hacerlo con Hitler, los rusos con Stalin, los italianos con Mussolini, etc., etc., si estas naciones pueden hacerlo con dictadores comparativamente mucho peores que Franco –a diferencia de los anteriores, el régimen franquista fue eutáxico–, ¿por qué nosotros no? Esa es la cuestión, ¿por qué?
Es una biografía pues que se aparta del renovado guerracivilismo imperante en los juicios sobre esta época, una biografía desapasionada, capaz de realizar –por utilizar esta fórmula althusseriana– un corte epistemológico respecto de toda la insana ideología memorio-historicista que nos envuelve. Una biografía, en definitiva, que con sus pros y sus contras sí es posible considerarla capaz de rectificar ciertos ortogramas presentes en las falsas conciencias de muchísimos de nuestros compatriotas actuales, totalmente corrompidos conceptual e ideológicamente. Un buen modo, insistimos, de asomarse a una reconstrucción histórica de Franco y del franquismo, de la historia de España en definitiva.