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El Catoblepas, número 164, octubre 2015
  El Catoblepasnúmero 164 • octubre 2015 • página 9
Libros

De cómo los ingenieros dieron forma a (la) España (franquista).

Íñigo Ongay

En torno al libro de Lino Camprubí, Engineers and the Making of the Francoist Regime, The MIT Press, 2013.

Engineers and the Making of the Francoist Regime, The MIT Press, 2013

Estamos ante un libro extraordinariamente penetrante. Tanto en lo que tiene de despeje excepcionalmente lúcido de algunos de los tópicos más pregnantes del dominio teórico propio de los estudios sobre tecnología (en la estela, sin ir más lejos, de Bruno Latour, de Langdon Winner, de Matthew Norton Wise, de Lorraine Daston o de Peter Galison) como en su condición, ciertamente muy destacada, de contribución a la tan discutida como (en ocasiones) mal-comprendida historiografía del régimen franquista, la obra de Lino Camprubí, Engineers and the Making of the Francoist Regime, representa una lectura esencial para todo aquel que se interese mínimamente en el despliegue político y económico de España entre los años 1939 y 1975. Acaso una de las formas más directas de atrapar el significado nuclear del libro que nos ocupa sea a través de la formulación de una hipótesis de trabajo que podría, a nuestro juicio, apalabrarse así: puede ciertamente que el plano de la historia económica y el de la historia política pueda y deba mantenerse disociado del de la historia de la ciencia y de la tecnología pues al cabo ambas perspectivas científico-historiográficas conocen regímenes propios que, sin perjuicio de sus entreveramientos mutuos, tampoco cabe ignorar en términos absolutos, pero una tal disociación conceptual no debe jamás confundirse con una separación sustancialista de ambas escalas dado que, precisamente, así como no cabe dese luego pensar una historia al margen de la tecnología, tampoco es dable abstraer la(s) tecnología(s) respecto de toda historia (incluso política, económica y aun teológica) posible.

Si no nos equivocamos demasiado, el libro de Lino Camprubí se dirige justamente al aquilatamiento, detalladísimo desde el punto de vista de la abundancia documental, de esta tesis bicípite. En este sentido, el trabajo atiende meticulosamente al papel de los ingenieros en la formación del proyecto político del régimen franquista, reconstruyendo con un exhaustivo despliegue de medios historiográficos, situaciones tan variadas como puedan serlo el establecimiento del Instituto Eduardo Torroja de Ciencias de la Construcción en el período de la postguerra (capítulo 2), la estandarización de la producción del acero y del cemento en la década de 1950 (capítulo 6), la influencia de la investigación en ingeniería genética y agronomía respecto de la transformación de la producción arrocera en el este peninsular (capítulo 4) o el modo como el tratamiento ideológico, propiamente “nacional-católico”, de nociones de larga tradición como puedan serlo las de “regeneracionismo” o “ autarquía” llegaron a interactuar con proyectos de largo alcance concernientes a la reconstrucción geográfica del territorio español. Todos estas piezas de taller, a la manera de teselas bien elaboradas, conforman una suerte de tapiz ciertamente muy expresivo que apuntaría ampliamente a la siguiente conclusión: no se trata sólo de que los ingenieros del franquismo, mediante los diseños que ellos pudieron sacar adelante a lo largo de las décadas, contribuyeran –incluso decisivamente- a “alimentar” un régimen político de corte totalitario (dado, ante todo, que semejante tesis aunque pueda sin duda considerarse cierta resulta de algún modo trivial, al modo de un re-descubrimiento del mediterráneo), puesto que más bien, fueron ellos mismos, en razón de los desarrollos tecno-científicos que patrocinaron durante el despliegue del franquismo, los constructores del esqueleto mismo de tal régimen conjuntamente con terceros grupos de interés con los que tuvieron que cooperar (o competir) en coexistencia más o menos “pacífica” o más o menos “polémica”.

A este respecto la apuesta teórica de Camprubí, tal y como ella se representa por ejemplo en la propia “introducción” del libro que nos ocupa así como en sus “conclusiones”, resuena al modo de una respuesta, indudablemente consanguínea, a la célebre tesis de Landgon Winner. Es desde luego cierto que los aparatos – por ejemplo, las máquinas prensadoras de cemento o los dodecaedros que hicieron las veces de emblema simbólico del IETCC, por no hablar de las mesas, los inodoros o las capillas que llegaron a construirse en sus inmediaciones- disponen de una “política” muy determinada, pero en todo caso lo decisivo será siempre hacerse cargo de que esta “política” y la propia historia conceptual (en el sentido de las muy relevantes aportaciones de autores como Reinhart Kosselleck, Hans Ulrich Grumbecht entre otros teóricos de la Geschischtilche grundbegriffe) a la que aquella iría inevitablemente adosada, sólo puede abrirse camino a través de su incorporación a las realizaciones técnicas que permanecen atravesándola. La moraleja del libro resulta en este punto tan nítida como tributaria de un cierto y muy saludable ejercicio de materialismo histórico en tanto en cuanto Camprubí dedica algunos de sus esfuerzos analíticos más sobresalientes a demostrar del modo más poderoso el modo como nociones soberanamente claves del lexicón ideológico franquista , ya proviniesen de la política o de la teoría económica o teológica, como las de “autarquía”, “tradición” o “redención” sólo pudieron concretarse y realizarse ( es decir, hacerse reales) mediante su cimentación – en un sentido menos metafórico de lo que pudiera pensarse- tecnológica a través de la manipulación tecno-científica del territorio español.

Con todo, nunca convendrá en modo alguno entender estas dosis de materialismo histórico en un sentido ramplonamente reduccionista como pueda ser el caso del determinismo tecno-geográfico de autores como el Jared Diamond de Guns, Germs and Steel (sin perjuicio del fulcro de verdad que quepa atribuir a su metodología) . Bien es cierto que el trabajo de Camprubí defiende, creemos que con gran éxito, la tesis de la necesaria incardinación tecnológico-objetual de las ideas, aun de las más abstractas, si es que estas han de operar con efectividad histórica. Sin embargo, esto en absoluto significa que dichas ideas, por caso políticas pero también religiosas, sociales o económicas, puedan ser despachadas como meras “super-estructuras” de los aparatos como si toda su funcionalidad se agotase en la que es propia de un epifenómeno. Esto sin duda es falso. Justamente una de las múltiples virtualidades de esta obra la hacemos consistir en el grado tan nítido en que consigue demostrar que así como la tecnología da cuerpo histórico real a las ideas que se abren camino a su través, lo que evita de paso una cierta conceptuación sustancialista de los propios conceptos, así también, ningún curso tecno-científico puede jamás entenderse, in vacuum, esto es, abstraído de su propio entorno político y económico. Ello sin duda sería tanto como incurrir en una sustancialización igualmente metafísica aunque fuese de signo inverso.

De hecho, cualquiera que se acerque a la lectura de este importante libro, encontrará los materiales necesarios y suficientes para rubricar una tesis cuyo carácter “local” no empece el largo alcance de la que estaría dotada: los grupos profesionales de técnicos del régimen franquistas no actuaron como meros receptores pasivos de un poder totalitario y anónimo de signo tan foucaultiano como negriniano que los dirigiera en todo momento, y ello por mucho que su papel tampoco fuera el de agencias políticamente omnipotentes remisas a cualquier influencia exterior. Sin duda sería enteramente absurdo, por idealista, imaginárnoslos como dotados de una suerte de independencia causal con respecto a terceros tejidos del propio régimen (por ejemplo, los provenientes de los diferentes ministerios de los sucesivos gobiernos), lo que muestra que la hipótesis “dirigista” no carece en absoluto de fundamentos. Pero ello no obstante, como lo demuestra la realización de aquellos proyectos que fueron llevados adelante, ejercieron, en conjunción con terceros sectores y en competencia, aunque fuese incruenta, con otros, un poder político que incluso en las condiciones más despóticas imaginables habrá siempre que pensar como irremediablemente plural.

Dr. Íñigo Ongay de Felipe
Investigador asociado. Fundación Gustavo Bueno.

 

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