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El Catoblepas, número 163, septiembre 2015
  El Catoblepasnúmero 163 • septiembre 2015 • página 5
Voz judía también hay

Golem al acecho

Gustavo D. Perednik

Desde el golem de antaño al transhumanismo de hoy

Maharal

La lumbrera rabínica del siglo XVIII, conocido por su apelativo de Gaón de Vilna, fue un niño prodigio y pasó su vida literalmente en un cuarto, rodeado de libros. Quiso abarcar la trigonometría, la astronomía y el álgebra, y sus decenas de obras fueron publicadas póstumamente. También dejó en herencia una misteriosa precaución.

Gaón de VilnaEl Gaón supo sobreponerse a una tentación que lo visitó en su juventud –la de crear un golem. Intimidado ante el riesgo impredecible, desistió de la imprudencia de desatar impensadas fuerzas destructivas. La humanidad contemporánea ha abandonado esa cautela.

Dos siglos después del de Vilna, otro niño prodigio adicto a las matemáticas, Norbert Wiener, se adentró en la ciencia a la edad de cuatro años, y a los dieciocho se doctoró en Harvard.

Wiener teorizó que la conducta inteligente resulta de mecanismos de retroalimentación, y que éstos pueden cabalmente estimularse por máquinas. Vio que estructura de un órgano vivo se encuentra en una máquina, y que el sistema nervioso puede entenderse como un mecanismo de control, igual que el de ordenadores de avanzada. El ejemplo más conocido es el del termostato: controla el clima del entorno por medio de reconocer la verdadera temperatura de una casa, comparándola con la deseada, y responde por medio de subirla o bajarla.

Norbert WienerLa perspectiva tenía precedentes. Durante el siglo XVII la física mecanicista mostró al cuerpo como un reloj y al corazón como una bomba. Pero Wiener dio pasos más audaces y explicó al cerebro como una computadora. La innovación podía sacudir a la psicología, ya que la conducta humana era moldeable en base de software. Acaso la informática pasaba a ser una rama de la psicología.

En 1948 Wiener publicó Cibernética. Nacía una disciplina que empezó siendo una rama de la matemática binaria, continuó por identificarse con la informática... y terminó por invadirlo todo.

El primer alarmado por los avances de Wiener fue él mismo, y escribió El uso humano de los seres humanos- Cibernética y sociedad (1950). Sus estudiantes del MIT, después de todo, no podían ser robots. Era necesario hurgar en las diferencias radicales que los distanciaban.

Wiener destacó que mientras el ordenador puede en algún momento volver a ser tabula rasa, los seres humanos no, porque la experiencia queda grabada en la inteligencia emocional. Moisés Maimónides coincidiría. Para el máximo filósofo judío medieval, lo que el hombre perdió al ingerir del árbol del conocimiento fue precisamente la inteligencia pura, objetiva. Gracias a esa pérdida, fuimos humanos. También lo somos gracias a nuestra imposibilidad de borrar nuestra memoria.

Unos años después Wiener quiso plantear los dilemas con los que la cibernética podría desafiar a la religión. Tituló a su obra Dios y Golem S.A. (1964). La máquina sería un golem creado por el hombre-nuevo dios. Jorge Luis Borges, un tercer bibliófilo, construyó un paralelo similar en uno de sus mejores poemas.

El motivo medieval del golem se origina en dos relatos talmúdicos. Uno, en el tratado Sanedrín 65b: «Rava creó un hombre y se lo envió a Rav Zera, quien le habló pero no respondió». El otro, en el tratado Berajot 55a, se menciona a maestros que, con intenciones similares, leían el cabalístico Sefer Haietzirá. Este temprano libro esotérico rastreable hasta el siglo II, fundamenta la idea judaica de que las letras y las palabras tienen poder creativo.

La voz golem es un hápax bíblico: «fui creado golem en el misterio» (Salmos 139:15). Gracias a esa única ocasión, el epíteto le fue aplicado en el Talmud al Adán del Génesis (Sanedrín 38b).

Neo-golemismo

En los albores de la ciencia ficción el tema fue rescatado por Mary Shelley y su Frankenstein (1816) sobre «el horrendo huésped» que cobra vida a partir de una deliberada chispa electrica.

Un siglo más tarde la idea despertó mayor interés literario, sobre todo debido a Gustav Meyrink y su novela Der Golem (1915). El autor pasó muchos años en Praga y construyó el texto de lenguaje onírico que fascinó a Borges -una pavorosa alegoría sobre el hombre reducido a autómata bajo el peso de la sociedad moderna.

No es casual la inspiración de Praga. La más conocida de las leyendas sobre el golem tiene como protagonista al gran rabino de esa capital, Yehuda Ben Betzalel Loeb (1520-1609), conocido por las siglas hebreas Maharal. Sistematizador máximo del pensamiento judío, el Maharal fue considerado por Martín Buber como padre del sionismo. Es el único rabino del mundo cuya estatua engalana un palacio municipal. Habitualmente es más conocido por aquello que no hizo: el golem.

En misteriosa cita, el Maharal se encontró el 16 de febrero de 1592, en el castillo de Praga, con el Emperador Rodolfo II de Habsburgo. Se desconoce qué motivó el encuentro, gestionado por el astrónomo danés Tycho Brahe, amigo personal de ambos.

La suposición de que los unía el interés por la alquimia aumentó el aurea de misterio que los rodea.

Según un vetusto manuscrito supuestamente hallado en 1909 en la biblioteca de Metz{1}, el Maharal habría creado un ser vivo hacia 1580, a partir de barro tomado del río Vlatava cercano a Praga. Lo habría asistido nada menos que el autor de dicho texto: su yerno Isaac Ben Simon Hacohen Katz. La misión del golem era proteger a los judíos de los ataques que padecían debido a libelos de sangre.

La leyenda proviene de otro rabino de un siglo anterior, de la ciudad de Chelm, aunque es notable aun hoy el motivo del golem estimula el turismo a Praga.

La idea del hombre creando su propia destrucción arroba y estremece.

Hoy en día, la corriente transhumanista propone despedirnos de nuestra especie por medio de transformar radicalmente su condición. Las tecnologías disponibles permitirían en breve esa metamorfosis, cambiando ojos, oídos, y muchas funciones cerebrales cruzadas con programas de ordenador. El "posthumano" acecha.

Lo había previsto en alguna medida el némesis de Wiener, John von Neumann, diseñador de lógica arquitectónica del ordenador. Su ensayo Debate preliminar del diseño lógico de una computadora electrónica (1946) es considerado el más influyente en la historia de la disciplina. En esta máquina de Von Neumann se basa la cibernética.

Von Neumann fue uno de los creadores de los ordenadores digitales con memoria interna, capaces de almacenar programas. Durante sus últimos días en el hospital, a la espera de la muerte por un cáncer incurable, escribió sus reflexiones El cerebro y el ordenador. Desde la fusión de este dúo acecha el verdadero golem. En 2004 Francis Fukuyama lo llamo «la idea más peligrosa del mundo». El Gaón de Vilna pareciera haber coincidido, y por ello la abandono allá por 1740.

Notas

{1} El texto, publicado en hebreo por el rabino de Varsovia Yudel Rosenberg, se titulaba Los portentos del Maharal: el Golem de Praga.

 

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