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El Catoblepas, número 152, octubre 2014
  El Catoblepasnúmero 152 • octubre 2014 • página 7
La Buhardilla

Aprender a emprender

Fernando Rodríguez Genovés

Acerca del libro Líderes en la historia. Líderes en la empresa. Aprendiendo de personajes históricos de Salvador Rus Rufino (Pirámide, 2014).

Felicidad

Según palabras del célebre escritor e historiador británico Thomas Carlyle: «Puede ser un héroe lo mismo el que triunfa que el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate.» He aquí sintetizado el retrato del individuo eminente y sobresaliente, esbozado el tipo ideal de aquellas personas que llegan a constituirse en personajes, que dejan tras de sí una obra, que destacan del vulgo y lo común. O dicho de otro modo: «Se niegan a repetir los gestos que la costumbre, la tradición y, en resumen, los instintos biológicos, les fuerzan a hacer.» (José Ortega y Gasset).

Fortalecidos por el poder de la voluntad y el espíritu práctico, los héroes acometen continuas empresas, más encaminados y proclives a la gesta que al gesto. También, a veces, son distinguidos por la categoría de «líderes», y aun de «titanes», como hace Salvador Rus Rufino, catedrático de Historia del Pensamiento y Movimientos Sociales y Políticos de la Universidad de León, y director de la Cátedra de Empresa Familiar y Ética de los Negocios, en un reciente libro, donde traza un sólido paralelismo y una razonada afinidad entre líderes en la historia y líderes en la empresa.

No es muy popular entre los españoles la «cultura empresarial». Ni la figura del empresario, últimamente más conocido como «emprendedor»; será por aquello de sortear o eclipsar el término maldito, y evitar llamar a las cosas por su nombre. O acaso sea otro efecto del «pensamiento débil». Ni siquiera está bien visto el promover negocios, invertir, abrir mercados. Ni crear empleos; mejor es recibir sin más un subsidio o la «renta básica» o pasar directamente al jubileo de la jubilación. Ni, por supuesto, generar riqueza; gusta más «redistribuirla», manera light y muy moderno de referirse al expolio y al ataque a la propiedad privada. Tampoco está bien considerada la acción misma de ganar dinero, considerando más digno y progresista, el recibirlo o simplemente cogerlo. Dichas actitudes reactivas contrastan, sir ir más lejos y por poner solo un ejemplo, con el hecho de que en España estén ubicadas algunas de las escuelas de negocios más prestigiosas del mundo, o que marcas y etiquetas de empresas nacionales se extiendan con éxito y reconocimiento por doquier.

A la vista de este panorama, resultan muy necesarios y útiles trabajos como el aquí referido al objeto de prestigiar (o al menos dar a conocer) los valores asociados a la tarea empresarial, en general, y la de las empresas familiares, en particular, como son «la armonía (unidad de intereses, de autoridad, confianza, comunicación, compenetración y flexibilidad) y el compromiso (entrega a un ideal, sacrificio personal, exigencia de lo mejor y pensamiento a largo plazo)».

De notorio y explícito empeño didáctico —repárese en el subtítulo mismo: «Aprendiendo de personajes históricos»—, el volumen ofrece concisas biografías de treinta y siete personajes históricos, ejemplos de la fidelidad a su misión, su visión del mundo y sus ideas, de las cuales caben extraer provechosas enseñanzas de cara al éxito empresarial:

Solón de Atenas • Alejandro Magno • Aníbal • Escipión el Africano • Julio César • Octavio Augusto • Trajano • Carlomagno • Al-Hakam II • Jaime I el Conquistador • Alfonso X el Sabio • Isabel la Católica • Fernando el Católico • Francisco Jiménez de Cisneros • Gonzalo Fernández de Córdoba, el «Gran Capitán» • Juan Sebastián Elcano • Carlos I de España y V de Alemania • El conde-duque de Olivares • Cristina de Suecia • Pedro I el Grande • Blas de Lezo y Olavarrieta • Carlos III • Arthur Guinness • George Washington • El duque de Wellington • Abraham Lincoln • Victoria I • Henry Jarvis Raymond • Florence Nightingale • Elías Masaveu Rivell • Ramón de la Sota y Llano • Manuel Raventós i Domènech • Marie Curie • Antonio Gaudí • Winston Churchill • Franklin D. Roosevelt • Konrad Adenauer.

Llama, con todo, la atención que en este selecto listado dominen las figuras vinculadas al mundo de la política, las armas y las artes, quedando muy reducida la nómina de empresarios y hombres de negocios propiamente dichos. De acuerdo con el propósito del libro, acaso hubiera sido más congruente y, sobre todo, más fructífero, haber concedido más espacio y reconocimiento a los genuinos «líderes de empresa», a quienes lo son por derecho propio e inmediata actividad, y no tanto por influencias indirectas y otra clase de intervenciones. Ejemplos no faltarían al respecto.

Después de todo, no hay mejores lecciones de economía práctica que las ofrecidas por la gestión y el cometido diario de las empresas familiares, y aun de las familias mismas, de las que tanto deberían aprender las Administraciones y las autoridades públicas en eficiencia, competencia y control del gasto. No es por casualidad que la palabra «economía» provenga de la voz griega «oikos», que significa «casa», y de «nemo», es decir, administrador.

 

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