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El Catoblepas, número 135, mayo 2013
  El Catoblepasnúmero 135 • mayo 2013 • página 8
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Apéndice a Feijoo en Obona

Manuel de la Fuente Merás

En torno a las flores de San Luis del Monte

Feijoo

En el número 115 de El Catoblepas, correspondiente a septiembre de 2011, se publicaba una pequeña reseña sobre la presencia del Padre Feijoo en el Monasterio de Santa María la Real de Obona{1}. Desde ese momento, lenta pero inexorablemente, el que suscribe ha venido recibiendo sugerencias, preguntas, críticas y hasta algún parabién sobre algunos de los aspectos tratados en el artículo. Aunque, se es de la condición de pensar que segundas partes nunca fueron buenas, me he sentido en la obligación de precisar algunos de los contenidos afirmados en la anterior entrega.

1. Etimología

Es común atribuir la etimología del nombre de Obona a una especie de forma contracta de Aquabona, la propia existencia de un Aquabona real parecería confirmar el caso. Las referencias a Constantino Cabal{2} y A. Montenegro años después, apoyaban la teoría. Sin embargo ya el profesor Francisco Villar nos apuntaba que se mostraba «escéptico respecto a esa interpretación a causa del estrecho paralelismo entre Obona y Ubones y, por otra parte, Abona». Continuaba: «Pero el topónimo portugués Óboa resulta más difícil de explicar como heredero de Aqua Bona a causa de su acento en la sílaba inicial»{3}.

Consultando con el propio Francisco Villar el caso concreto de Obona, afirma que:

«el resultado romance normal de Aquabona sería Aguabona o Aguabuena. Quienes así proceden desconocen las dimensiones continentales de ese tipo de formas y sus diversas variantes. En efecto una de las palabras de la macro familia indoeuropea para "agua, río" (acaso la más antigua) es aba, que tiene como variantes dialectales vocálicas oba y uba. También tiene variantes en la consonante aba, apa. A partir de esas palabras básicas se dan derivados sufijales -ana, -ona. De manera que existen Obana, Obona, Ubana, Ubona, &c., siempre relacionadas con las aguas y los ríos, en diferentes lugares de Europa y Asia Suroccidental.»

Es decir, que Obona sí procedería etimológicamente de agua, pero es insostenible su procedencia de Aquabona, como una especie de forma contractual.{4}

2. El Camino de Santiago

Mucho se ha escrito sobre el papel determinante de los monasterios en el Camino de Santiago. Cada monasterio era singladura necesaria en el romero caminar, allí encontraban la seguridad necesaria para el reposo del cuerpo y el espíritu. Resultaba imposible silenciar este aspecto cuando se hacía recuento de los gastos de las casas y más cuando el de Obona era el más pobre de los de la Orden de San Benito en Asturias. Por tanto, pese a contar con un amplio número de propiedades, ello no se correspondía proporcionalmente con su riqueza.

Sin embargo, reseñaré algunos aspectos del Camino y del propio enclave de Obona, poco conocidos.

Una vez trasladada la capital del Reino de Oviedo a León a la muerte de Alfonso III, en el 910, la ruta Jacobea constituirá, en los siglos posteriores, una vía de comunicación en la que, a las motivaciones religiosas, se suman factores de desarrollo cultural, económico, social, monumental, &c. El aislamiento que inevitablemente produce el traslado de la Corte a León se compensa, de alguna manera, con la creciente presencia de los romeros que transitan las rutas asturianas, a partir de que Alfonso II pasara por Tineo en el año 813, camino de Santiago, para descubrir, o inventar, la tumba del apóstol. Aunque actualmente predomina la tendencia a conservar el nombre de Camino Francés para la ruta castellano-leonesa del Sur, está muy justificado aplicarlo, igualmente, a la ruta del Norte (hoy conocido como Camino Primitivo, Camino del Norte o Camino Astur Galaico del Interior) ya que, en 1214 ya se documenta el nombre de Camino Francisco para la vía que pasaba por Tineo. Aún continúan hoy deslindándose fincas, en la zona de Obona, con el «Camino Francés».

Monasterio de Santa María la Real de Obona

Esta ruta tinetense del Camino Francés mantuvo una jerarquía superior al camino de la costa asturiana, y esto a pesar de discurrir por una cota media de unos 600 m de altitud, que se acerca a los 1000 m para pasar la sierra de Tineo, antes de bajar hacia Obona.

En las rutas hacia Obona del Camino aún quedan numerosos vestigios que dan idea de la gran importancia de las peregrinaciones jacobeas. Comenzando por su entrada en Tineo a través de La Espina. En La Espina, en 1277 se otorga la primera Carta de Hermandad del Occidente de Asturias, que engloba a los concejos comprendidos entre los ríos Nalón y Navia, además de Avilés, que siempre mantuvo una estrecha relación con esta comarca, como lo prueba el antiguo prestigio del llamado «Jamón de Avilés», que tomaba el nombre del lugar donde se comercializaba y distribuía. En La Espina queda una antigua venta, propiedad que fuese del Marqués de Villel; contaba también con hospital de leprosos documentado en 1214 y del que queda recuerdo en el conocido como Prado de la Malatería o Mantería, así como con un hospital de peregrinos fundado en el siglo XVI por el Gran Inquisidor D. Fernando Valdés Salas sobre otro establecimiento asistencial que existía ya en la segunda mitad del siglo XIII.

Muy cerca de La Espina el Camino continuaba por La Pereda, entrando por el barrio del Humilladero o L´Humiadoiro, nombre que se asigna en la cruz de piedra que allí se conserva. En el siglo XII los monjes benedictinos de Corias fundaron aquí un hospital en honor del rey Fernando II. Sólo queda el recuerdo de este establecimiento en la toponimia local como «Prado del Hospital».

En el Pedregal hay un humilladero y una iglesia levantada en el siglo XVII, dedicada a los Santos Justo y Pastor, con una capilla de San Bartolomé que contiene un retablo barroco, con tallas atribuidas a Antonio Borja. La casa-palacio conocida como Casa de Begega, casa de la Torre, recibe también el nombre de Casa del Hospital, lo que revela la ubicación de una alberguería de Peregrinos u Hospital que se documenta ya hacia 1600. Siguiendo hacia el Occidente por la ladera de la Sierra de Tineo, la ruta llega hasta Santa Eulalia. Aquí se halla una antigua alberguería del siglo XVII, la conocida ahora como Casa Peláez.

En Tineo, desde el Campo de San Roque, el Camino nos lleva por el «Paseo de los Frailes», bordeado de robles y hayas por donde habitualmente rezaban el breviario los monjes de San Francisco del Monte. A Tineo se llega por el barrio de Picos de Villa, los peregrinos seguían la calle Mayor, dejando a la izquierda el antiguo monasterio de San Francisco, fundado en torno a 1270 y que hoy se reduce a la iglesia, convertida en parroquia de San Pedro. Aún quedan algunos vestigios del antiguo Hospital de Peregrinos Mater Christii en la calle La Luna, creado, probablemente, en el siglo XIII.

Saliendo de Tineo, para llegar a Obona hay que pasar la sierra, camino del alto de Piedratecha donde se encuentra una Venta, de posible origen medieval. Tras coronar, sólo nos queda un breve descenso hasta Obona.

Sin embargo, el Camino más directo no debería cruzar Obona, si no fuese por la disposición dada por Alfonso IX en 1222. Algunos peregrinos seguían, desde Tineo una ruta más directa que, sin pasar por Obona, descendía por la calle Mayor de Tineo, atravesaba la Plaza del Ayuntamiento y, pasando ante la Casa de Merás, seguía por la Plaza del Fontán, dejando, a la izquierda, las Campas y el antiguo Castillo de Tineo, y, por Fondos de Villa, iba hasta la Vega de Máñores. De Máñores –lugar visitado por Alfonso IX en 1216– seguía este camino alternativo por Fuejo, Piedralonga, Piedrafita, Norón, Quintaniella y Santullano. Continuaba por Ansarás, Fenolledo, El Peligro, San Esteban de Relamiego (con una pequeña iglesia del siglo XIII de gran interés), Gera, Santa María del Pozón y Mirallo, Mallayo, Mirallo de Arriba, San Facundo, San Felix y Cabanas.

Unos tres quilómetros después de Gera y cerca del Camino de Santiago está Mirallo de Abajo, que contó con un Coto y con una Malatería. Este hospital de malatos existía ya en el siglo XIII albergando sólo mujeres. Únicamente queda de la antigua malatería la pequeña ermita, con una imagen de San Lázaro de unos 90 cm de altura. El coto de San Lázaro de Mirallo contaba con un perímetro de unas dos leguas y 450 días de bueyes. Pertenecía a los Condes de Miranda.

3. La sidra

Mucha controversia produce el hablar del origen de cualquier cosa, máxime cuando en nuestra sociedad pro-regionalista se tiende a entender el summum por el primum. Esta es la situación que nos encontramos al hablar del origen de la sidra.

No es suficiente constatar la presencia de plantaciones de manzanos para que la sidra pudiera formarse; era necesario cultivarlas en pomaradas, era imprescindible que las manzanas aumentasen la cantidad de su pulpa azucarada, como si fuesen las mismas levaduras agentes de su desarrollo. Y, además, era necesario disponer de prensas, lagares, barricas; es decir, es necesario situarnos en un estadio de agricultura histórica.

escanciado de la sidra asturiana

Antes de alcanzar este estadio, (el zytho de Estrabón), no es concebible la «fermentación tumultuosa»: tan sólo algo como transformación de la pulpa en una mermelada o un zumo sería posible. En este sentido, parece la más probable la opinión de quienes sostienen el origen mediterráneo –hebreo, romano– de la sidra en Asturias.

Ello no es óbice para afirmar que en el siglo VIII (documento de Obona) y en el siglo XII (Fuero de Avilés), la sidra ya está arraigada en Asturias. Suponemos que más que lo que se entiende hoy por sidra, sería una especie de «vino de manzanas» debido a la escasez de la competencia y la dificultad de producción del vino. Ello no quiere decir que no fuese necesaria una especialización, una maquinaria y unos lugares adecuados para su preparación, es decir, no debe entenderse la sidra como bebida de pobres, sino como la producción que mejor se adaptaba al entorno y al modo de trabajo. Baste pensar que entre los censos que debía aportar Bárcena a Corias figuraban: una medida de escanda, y otras de sidra y carne.

Por el contrario, con el paso del tiempo, como así reflejan los datos recogidos en el catastro del Marqués de la Ensenada, cuyos datos referidos a Tineo están fechados a 28-11-1752, se había invertido la situación y el vino era dominante: contaba entonces el Concejo de Tineo con 2.309 vecinos o cabezas de familia; más que Gijón y más que Cangas de Tineo, incluyendo en Tineo los cotos de Obona, Bárcena y Mirallo y dejando fuera los de San Juan de Sangoñedo y Las Morteras. Figuran 111.536 días de bueyes como terrenos útiles del concejo, apreciándose una caída de la sidra y manzana –8 días de bueyes– mientras es pujante la superficie dedicada a viñedos –770 días de bueyes–.

Ya para terminar con la sidra y la discusión sobre su origen, quizás nos hagan reflexionar las palabras de Jovellanos que en carta dirigida a Ponz sobre «la industria en Asturias», Jovellanos asegura que «en ninguna provincia está la industria más atrasada que en Asturias»{5}. En lo que nos ocupa afirma en lo referente a la sidra: que con un mayor conocimiento de sus procesos se mejoraría la producción, con excelente calidad, elaborando sidra de mayor duración que posibilitaría largos transportes. Sorprendido constata que no hay quien sepa hacer una botella para embotellar sidra. Y en lo referente a las frutas: no se sabe reducir a pasas o confituras, sacar aceites para farmacias y pintura. Hasta la aparición de la botella, la sidra se sacaba directamente desde el tonel, escanciada en las jarras, en las zapicas. De ahí que la botella tenga unas características propias para facilitar el escanciado. A saber, la botella de sidra permite reproducir el escanciado a modo de una imitación de cómo se espicha la sidra desde el tonel, para que abra el carbónico y sacarle todo su gusto a la bebida. La curva característica de la botella, la llamada «pierna de dama», una forma muy marcada, lo que hace es parar la velocidad de la sidra para que no salga tan disparada. Es algo único en el mundo. La botella de los vascos es de los años noventa del siglo pasado y muy parecida a la del champán, por lo que no serviría para el escanciado asturiano.

4. El claustro y su ruina

Por paradójico que esto sea no existe una fecha clave para comenzar a relatar el deterioro, ruina y posterior abandono del claustro.

Sabemos que antes de producirse la desamortización de Mendizabal, Obona ya había perdido gran parte de su antigua importancia. Ana Olay{6} describe minuciosamente todos los documentos existentes con referencias al Monasterio hasta el año 1897 en la que F. Infanzón escribe en Asturias de A. Bellmunt y O. Canella: «…conservando en parte su forma primitiva y hallándose en la actualidad en mal estado de conservación, y el convento en mucha parte demolido

Anteriormente, si hacemos caso a un grabado aparecido en La Ilustración Gallega y Asturiana de 1881, la portada aparece con dos escalones (desaparecido en la obra de Bellmunt y Canella citada), por lo que el nivel del terreno sería inferior y el pórtico del cuerpo del ingreso del monasterio aparece descubierto, también en su fachada lateral{7}.

Piezas de sillería se aprecian sin esfuerzo en la tapia del cementerio, pavimento del templo, muros de contención o el altar situado en el campo, frente a la iglesia.

En fecha reciente se derrumbó uno de los dos arcos que formaban la fachada oeste, como se aprecia en la foto publicada por el cronista oficial de Tineo en obra de 1981 donde aún se mantenía en pie.{8}

Es cierto que el monasterio fue sometido a varias restauraciones como cuentan Ana Olay y Diego Llaca en las obras mencionada, incluso en los años 80 se desarrollaron campos de trabajo coordinados por el INJUVE y el Principado, pero el resultado no fue ni el esperado, ni el deseado.

La situación actual es la de abandono total, sólo a la espera que el tiempo continúe con su trabajo de demolición habitual.

5. ¿Y Feijoo?

Como en el anterior artículo llegamos al final de nuestro camino y no decimos nada del Padre Feijoo. De nuevo tenemos que indicar que sólo cita al monasterio en una nota: «Confirma este modo de filosofar lo que yo vi, estando huésped en nuestro Colegio de Santa María de Obona, dentro de este Principado.»{9}

Nos referíamos a factores emotivos que le recordarían a su Casademiro natal, junto a su predilección por el agua buena de Obona a la que nos referimos en el anterior artículo. Otro de los motivos de su simpatía hacia Obona sería el incesante discurrir de peregrinos. Recordemos que el propio Feijoo afirmaba: «Yo nací en los confines de Portugal: por mi tierra veía pasar frecuentemente los de aquella Nación en romería a Santiago.»{10}

capilla de San Luis del Monte

Sin embargo, muy probablemente se debe a su estancia en Obona la refutación de uno de los más famosos milagros de aquel tiempo: Las Flores de San Luis del Monte.{11} Leamos el asunto en palabras del propio Feijoo:

«Dícese, y aun pienso que anda estampado en algunos libros, que el día de San Luis Obispo (19 de Agosto) en una Ermita consagrada a este Santo, colocada, no en un Valle, como escribe el Amigo de Vmd. antes en la cima de una Montaña, (que por eso se dice San Luis del Monte) a distancia de legua y media de la Villa de Cangas de Tineo, Pueblo de este Principado de Asturias, al cantar la Misa Mayor, las paredes, y puerta de la Ermita, juntamente con el Altar, Vestiduras del Sacerdote, Cáliz, y Corporales, repentinamente se pueblan de unas muy pequeñas florecitas blancas, en gran copia: y que éstas se aparecen precisamente en aquel puesto, en aquel día, y en aquella hora, no viéndose jamás en otro sitio, ni en aquél, sino al tiempo de cantar la Misa en el día señalado».

Feijoo al estudiar las flores, el lugar y las circunstancias que rodean al pretendido milagro certifica que se trataban de huevos de insectos abundantes en tales parajes, lo cual, por cierto, enojó sobremanera a los franciscanos.

Notas

{1} Manuel de la Fuente Merás, «Feijoo en Obona», El Catoblepas, número 115, Septiembre 2011, página 11.

{2} Constantino Cabal, «El 'agua buena' de Obona», Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 6, 1952, pág. 299.

{3} Francisco Villar, Indoeuropeos y no Indoeuropeos en la Hispania Perromana, Universidad de Salamanca 2000, página 147.

{4} Francisco Villar et alii, Lenguas, Genes y Culturas en la Prehistoria de Europa y Asia Suroccidental, Universidad de Salamanca 2011.

{5} Jovellanos escribió las «Cartas del viaje de Asturias» para que Antonio Ponz las incluyera en su libro Viaje de España.

{6} Ana Olay Rodríguez, El Monasterio de Santa María la Real de Obona (Tineo), RIDEA, Oviedo 2012, págs. 101 y ss.

{7} Andrés Diego Llaca, «Propuesta de actuación en el Monasterio de Santa María de Obona», en las Jornadas sobre Intervención en el Patrimonio Arquitectónico Asturiano, Oviedo 1997, págs. 181-190.

{8} Julio A. Fernández Lamuño, El Monasterio de Santa María la Real de Obona, Tineo 1981.

{9} «Simpatía, y Antipatía», Teatro crítico universal, Tomo tercero, Discurso tercero.

{10} Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, Tomo segundo, Carta Octava, Menagiana, Segunda parte.

{11} Feijoo, Cartas eruditas y curiosas, Tomo primero, Carta XXX, El motivo de la siguiente Carta fue escribir un caballero forastero a un Amigo suyo, residente en este Principado, solicitándoles a que inquiriese del Autor lo que sabía, y sentía en orden al Fenómeno que explica en su respuesta. Esta se dirige al Caballero residente en este País.

 

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