Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 103 • septiembre 2010 • página 7
1
Nueva York, vulnerable
«El cambio más sutil que ha experimentado Nueva York es algo de lo que la gente no habla demasiado pero que está en la imaginación de todos. La ciudad, por vez primera, se ha vuelto vulnerable. Una escuadrilla de aviones poco mayor que una bandada de gansos podría poner fin rápidamente a esta isla de fantasía y quemar las torres, derribar los puentes, convertir los túneles del metro en recintos mortales e incinerar a millones. La intimidad con la muerte forma ahora parte de Nueva York: está en el sonido de los reactores en el cielo y en los negros titulares de la última edición.
Todos los habitantes de las ciudades deben convivir con la testaruda evidencia de la aniquilación; en Nueva York dicha evidencia se concentra aún más, debido a la propia concentración de la ciudad y porque, de entre todos los blancos, Nueva York debe de ejercer un atractivo irresistible sobre la imaginación de cualquier soñador perturbado que desee desatar la tormenta.»
E. B. White, Esto es Nueva York, editorial minúscula (2003).
La primera edición del texto es de 1949
2
La izquierda se retrata
«Abro la novela [Sale el espectro, de Philip Roth] por el segundo capítulo y leo: “Después del 11-S, cerré la caja de las contradicciones. De lo contrario, me dije, te convertirás en el loco ejemplar que escribe cartas al director, el cascarrabias de pueblo, manifestando el síndrome en toda su furiosa ridiculez: despotricando y desvariando mientras lees el periódico, y por la noche, al hablar por teléfono con los amigos, clamando indignado sobre la perniciosa rentabilidad por la que el patriotismo auténtico de una nación herida estaba a punto de ser explotado por un rey imbécil”. Curioso. Cambio “11-S” por “11-M” y “rey” por “presidente” y vale para España lo que está escrito para EEUU.»
Agapito Maestre, «11-S/11-M. Bush/Zapatero».
Reseña del libro de Philip Roth, Sale el espectro,
publicada en Libertad Digital, 14 de febrero de 2008.
3
El fragor del derrumbe
«Ya no era una calle sino un mundo, un tiempo y un espacio de ceniza cayendo y casi noche. Caminaba hacia el norte por los escombros y el barro y pasaban junto a él personas que corrían tapándose la cara con una toalla o cubriéndose la cabeza con la chaqueta. Iban con pañuelos apretados contra la boca. Llevaban los zapatos en la mano, una mujer con un zapato en cada mano pasó corriendo junto a él. Iban corriendo y se caían, algunos de ellos, confusos y desmañados, con los cascotes derrumbándoseles en torno, y había gente que buscaba cobijo debajo de los coches.
El estrépito permanecía en el aire, el fragor del derrumbe. Esto era el mundo ahora. El humo y la ceniza venían rodando por las calles, doblando las esquinas, arremolinándose en las esquinas, sísmicas oleadas de humo, con destellos de papel de oficina, folios normales con el borde cortante, pasando en vuelo rasante, revoloteando, cosas no de este mundo en el fúnebre cobertor de la mañana.»
Don de Lillo, El hombre del salto (2007)
4
El miedo a un atentado vuelve a Nueva York
con un fallido coche bomba en Times Square
«El miedo a un indiscriminado ataque terrorista ha vuelto a la ciudad de Nueva York con el descubrimiento el sábado por la tarde de un coche-bomba en Times Square. Según ha explicado el alcalde Michael Bloomberg, el vehículo, falló a la hora de explotar pero contenía una improvisada carga explosiva con el potencial de causar graves daños y víctimas en uno de los puntos más emblemáticos de Manhattan.
El vehículo –un Nissan Pathfinder de color azul con matricula falsa de Connecticut– se encontraba aparcado en la calle 45, entre las avenidas Séptima y Octava. Los bomberos que primero llegaron al lugar en torno a las seis y media de la tarde, tras ser alertados por un vendedor de camisetas de la presencia de sospechoso humo, pudieron escuchar una pequeña detonación y darse cuenta de que se trataba de algo más que un coche accidentado.
Ayudados por un robot y tras horas de tenso trabajo, los artificieros policiales han encontrado dentro del vehículo tres tanques de gas propano, fuegos artificiales, y dos contenedores con más de treinta litros de gasolina. Además de un par de relojes con pilas, cables y otros componentes. También se detectó una caja para guardar armas que se hizo estallar de forma controlada como medida de precaución.
Bajo amenaza terrorista. Múltiples calles repletas de concurridas atracciones turísticas, hoteles, teatros y restaurantes tuvieron que ser desalojadas. A pesar de una afluencia mayor de lo normal de visitantes, aprovechando el primer fin de semana veraniego en Nueva York. El flujo de tráfico no ha podido reanudarse con normalidad hasta el amanecer del domingo, aunque con un visible despliegue de fuerzas de seguridad.»
ABC, 2 de mayo de 2010
5
La izquierda reaccionaria
«El 11 de septiembre de 2001 sabía ya, por ejemplo, que la izquierda tradicional, fuese comunista, socialista o socialdemócrata, era antisemita, explícita o implícitamente, de forma consciente o inconsciente, pero ignoraba hasta qué punto. Sabía que esa izquierda no se había hecho cargo de problemas como la inmigración, el funcionamiento democrático o las relaciones entre países, asuntos en los que había salido al paso con respuestas tan ridículas como inadecuadas, del tipo del multiculturalismo, la política de masas o el pérfido imperialismo, cuando no con alianzas perversas con gobiernos de países expulsores de emigrantes como Cuba o Marruecos, pero no conseguía distinguir con claridad, o me negaba a ello por oscuras razones afectivas, que esas respuestas eran producto de un odio a Occidente –a la cultura de la que nació el pensamiento progresista, a la cultura de la Ilustración y la razón, y a las sociedades abiertas en las que prosperó– rayano en lo patológico y, desde luego, profundamente irracional. Sabía, en suma, que la izquierda había devenido reaccionaria, pero desconocía la medida real de su reaccionarismo. Pero entre el 11 y el 20 de septiembre de 2001, aproximadamente, esta se definió con toda precisión.»
Horacio Vázquez-Rial, La izquierda reaccionaria (2003)
6
Una mezquita en Manhattan. El Islam en Nueva York
«Parece que va a salir adelante el proyecto de construir un centro de cultura islámica, con una mezquita dentro del recinto, cerca de la Zona Cero de Manhattan. Durante algún tiempo el proyecto se llamó Córdoba. Es posible que la popularidad del nombre se deba en parte al discurso de Obama en El Cairo cuando el presidente, haciendo gala de un impecable dominio de la historia, se refirió a la Córdoba de la Inquisición como un modelo de diversidad y tolerancia. Al cabo, los patrocinadores retiraron el nombre, pero no el proyecto, que ha pasado por los exhaustivos requisitos legales y reglamentarios que exige el Ayuntamiento de Nueva York.
Muchas de las familias de las víctimas de los ataques del 11-S se han opuesto a esta construcción, como lo ha hecho una parte importante de la opinión pública. Aun así, ha prevalecido la constatación de que vivimos en una sociedad definitivamente pluralista y que no hay motivo alguno, al menos legal, para impedir tal construcción. Cuestión muy distinta es, como también se ha planteado, su oportunidad. En vista de los devastadores recuerdos que el ataque islamista sigue provocando, hay quien ha evocado ante los promotores el gesto de Juan Pablo II, cuando, tras constatar la polémica suscitada –con mucha menos razón, se podría apuntar– por la instalación de un centro de oración católico en Auschwitz, recomendó que las monjas carmelitas que se iban a encargar de él se mudaran a otro lugar. Se impondría así el sentido común y la compasión con quienes tanto han sufrido desde aquella fecha. Pero no vivimos en tiempos de compasión ni de sentido común. Vivimos en tiempos de militancia y de espectáculo. Así que el centro islámico y la mezquita se levantarán, como una demostración de… tolerancia. Se cumplirá la ley, por supuesto, aunque quede la sensación de que ha sido utilizada para un fin que no es del todo justo. ¿Será habitable una sociedad en la que la ley ampara lo que muchos entienden como una forma de injusticia? ¿El pluralismo –irremediable, es cierto- será capaz algún día de generar un consenso moral, o más simplemente humano, anterior a la norma legal?»
Jose María Marco, La Razón, 8 de agosto de 2010
7
Obama compara el impacto del vertido
en la sociedad estadounidense con el del 11-S
«El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha afirmado ayer que el desastre ecológico en el golfo de México tendrá un impacto similar en el país al que supuso el 11-S, en el sentido de que marcará un antes y un después en la forma de pensar de los norteamericanos, en este caso en lo que se refiere al medio ambiente.
En una entrevista en la página web Politico, el mandatario ha señalado que, de la misma manera que los atentados del 11 de septiembre de 2001 destaparon las "vulnerabilidades" del sistema y modificaron la política exterior de la Casa Blanca, "el desastre [del golfo de México] va a cambiar nuestra forma de pensar sobre el medio ambiente y la energía en los años venideros". A este respecto, Obama se ha comprometido a tomar "un camino valiente" que permita "una clase de política energética con visión de futuro, orientada hacia el mismo, que es vital y que hace falta desde hace mucho tiempo".»
El País, 14 de junio de 2010
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Todavía hoy, nueve años después del día de la vesania, teclear «11-S» en el buscador de internet Google nos remite, en sus primeros enlaces, a páginas negacionistas de la masacre terrorista…