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El Catoblepas, número 96, febrero 2010
  El Catoblepasnúmero 96 • febrero 2010 • página 11
Artículos

Materialismo y empiriocriticismo: un prolegómeno para una filoética; perspectivas futuras

Eduardo Álvarez Mosquera

Texto defendido en las jornadas dedicadas a conmemorar los cien años de esta obra de Lenin (UBA, Buenos Aires, 25 septiembre 2008)

Lenin por Rivera

I. El tema

El Materialismo y empiriocriticismo» de Lenin es sin duda, una obra rara. Primero que nada porque es difícil de leer; en él hay temas muy complejos, con muchas citas y con idas y vueltas. Los ejemplos y los matices son extremadamente numerosos y variados, a tal punto que casi lo hacen único. Solo recuerdo haber leído algo parecido con la Lógica viva de Carlos Vaz Ferreira.

En segundo lugar, porque a pesar de sus cien años es un texto joven. Y esto no es una metáfora, lo digo en sentido estricto. Por cierto no estoy pensando en cómo la obra se entronca con la tradición marxista y en cómo la defiende; al contrario, estoy pensando en lo que le agrega al marxismo, que por lo demás es de inusitada actualidad. Me refiero al planteo explícito de la eticidad filosófica a propósito del empiriocriticismo.

Este segundo punto no es en modo alguno un asunto menor. Para tener una idea de su importancia, señalemos que esto es el punto de partida del texto.

Lenin bien podría haber empezado diciendo que la filosofía empiriocriticista respondía a intereses de clase, que el empiriocriticismo es una filosofía burguesa, &c., y sin embargo no lo hizo. Solo dice que el empiriocriticismo es una filosofía sin ética.

Con esto Lenin estaba diciendo algo muy interesante, que hay distintos modos de hacer filosofía, unos éticos y otros no. Y ponía como ejemplo de quehacer filosófico ético en el marco del marxismo, al indagador marxista, y como ejemplo de quehacer filosófico no ético en el mismo marco, a los empiriocriticistas.

Pero además de esto, Lenin aporta teoría y normas para la actividad filosófica.

Por cierto que no puede esperarse que todo eso esté sistematizado en la obra, pues su objetivo no era ese. Sin embargo se puede ver; unas veces de una manera clara, otras veces confundidas en medio del combate filosófico, y otras tantas hay que deducirlas.

El mérito de este planteo es indudable. En tiempos como los nuestros, en los que está en boga la ética aplicada, y en los que para cada profesión hay una ética, volver a Lenin significa poder pensar una ética para el filósofo y para el modo de hacer filosofía. En otras palabras, la posibilidad de abrir una línea de investigación filoética.

Sobre esta base, el plan del informe será:

i) exponer en líneas generales por qué Lenin entiende que el empiriocriticista y el empiriocriticismo no son éticos;

ii) la normativa que según Lenin deben seguir los filósofos y las filosofías para ser éticos;

iii) dar un ejemplo de filósofo y de filosofía contemporánea no ética; y

iv) prospección para una futura filoética.

II. El empiriocriticismo bajo la lupa leninista

Sin preámbulo de ningún tipo, Lenin va derecho al tema en el comienzo mismo del texto.

Indica ya en el «Prólogo a la Primera Edición», y sin pelos en la lengua, que el marxismo está dividido filosóficamente, que hay dos bandos.

Uno ortodoxo, que es donde el propio Lenin se coloca, que defiende la tradición filosófica marxista que viene de Marx y Engels, y cuya preocupación es investigar. El otro es el de los revisionistas del marxismo. En este bando es que ubica al empiriocriticismo y a los empiriocriticistas.

Lo que señala Lenin de este bando es que se da una situación curiosa en él. Se autodenominan marxistas y en nombre del marxismo critican al marxismo (p. 7). Dicho de otra manera: los enemigos del marxismo no solo están fuera, sino que también están puertas adentro.

Por otro lado, Lenin apunta en «A manera de introducción» de la obra, a cómo presentan los empiriocriticistas su filosofía.

Parecería que lo más razonable para un revisionista del marxismo sería bautizar a su filosofía revisionista con inequívocos epítetos, por ejemplo, el nuevo marxismo. Sin embargo esto no sucede. Por el contrario, los empiriocriticistas propagandean su filosofía con el rótulo de «novísimo positivismo» (p. 14).

Conectado a eso está esto otro. Lenin plantea que la filosofía empiriocriticista es, de intención al menos, desideologizadora. Su objetivo confeso es eliminar de la filosofía y de la ciencia los conceptos metafísicos (Ibid.).

De ese modo, los empiriocriticistas quedan tranquilos: hacen positivismo y suponen que haciéndolo, están haciendo marxismo.

Y por último, baste con mostrar lo siguiente: para Lenin, los empiriocriticistas no solo no eliminan conceptos metafísicos, sino que en verdad los introducen en la filosofía marxista y en las ciencias, o al menos lo pretenden. Y lo peor, con argumentos viejos y reñidos con el marxismo.

Esto es lo que ha llevado a Lenin a decir que los empiriocriticistas, en lugar de hacer una nueva filosofía, son plagiarios. Cuando se refiere a ellos, lo hace en términos de «rumiar el berkeleísmo» (Cap. I, 1, p. 33), que su filosofía es «del principio al fin, un plagio de Berkeley» (Id., p. 34). Y con esto Lenin está diciendo que la filosofía empiriocriticista es i) epistémicamente redundante, ii) errática y confusa, y iii) carente de ética.

III. Principios y normas éticas del filósofo y de la actividad filosófica

De estos pocos pasajes escogidos de Materialismo y empiriocriticismo, queda en evidencia que Lenin juzga éticamente a ciertos filósofos y lo que hacen, mostrando con esto, que los filósofos y lo que ellos hacen no puede estar por fuera de una valoración ética.

Esto no es de gratis. Lo que Lenin está haciendo es sostener dos cosas: primero, que el filósofo y su filosofía admite la valoración ética, y por lo tanto, que no hay razón alguna para excluir la ética de la profesión de filósofo; y segundo, que en toda filosofía y en todo análisis filosófico deben ponerse en juego principios y normas éticas, ya que, como él lo dice, lo contrario no merecería más que el título de «charlatanería»{1}.

III a. Principios filoéticos

Hablemos de los principios ahora. Estos principios éticos no están a la mano; hay, digámoslo de este modo, que buscarlos. No figuran en el texto como tales.

Sin embargo están jugando. Queda manifiesto de una doble manera, por el tipo de crítica que hace Lenin a los filósofos empiriocriticistas y al empiriocriticismo, y por el modo en que esa crítica se hace. En virtud de esto, señalemos que cuando Lenin critica a los empiriocriticistas y al empiriocriticismo, lo hace como mínimo en nombre de dos principios filoéticos:

P1: Principio de veracidad

Este principio le exige al filósofo ser veraz. Dicho en otras palabras, el filósofo está obligado a decir la verdad.

Quizá esto no parezca gran cosa. Primero, porque la veracidad no es propiedad de la profesión de filósofo, es considerada virtud ética en toda profesión y hasta en la vida. Segundo, porque hasta es innegable el vínculo con el «no mentirás» cristiano.

No obstante no es así. La veracidad del filósofo es un principio fundamental de la profesión. Pensemos si no en cómo es la tradición filosófica, a pesar de que esto no haya sido señalado por Lenin.

«Filosofía» es etimológicamente, amor a la sabiduría, y esto hizo del filósofo un amante-buscador de la verdad y al producto de su actividad, la verdad. La conexión del filósofo con la verdad es una constante. De ahí ¿qué es lo mínimo que puede pedírsele a un filósofo? La veracidad en su buscar y decir la verdad.

P2: Principio de consistencia

Este otro principio, le exige al filósofo ser consistente. Consistente en relación a lo qué es en tanto filósofo y consistente en relación a su producción filosófica.

Con esto Lenin está planteando la cuestión de la autenticidad en el plano profesional y la de la coherencia interna de las filosofías.

El objetivo ético salta a la vista. Implica que solo es ético aquel filósofo en el que coincide lo qué es filosóficamente y lo que dice ser, y que una filosofía es ética únicamente cuando maneja tesis que no se contradigan.

No hacer lo primero es un pecado contra la fama, no hacer lo segundo, un pecado contra la filosofía. Y ni uno ni otro pueden adjudicarse a la torpeza o a la estupidez, sino a un manejo no ético de la fama y de la filosofía.

III b. Normas filoéticas

Pasemos a las normas. Estas son en verdad reglas de conducta filosófica, que como dice Bueno{2}, al contrario de los principios, tienen excepciones y admiten coyunturas límites. Tal característica las hace menos claras y más numerosas que los principios.

A pesar de eso, todas ellas implicarían modos específicos de ser, actuar y producir filosóficamente, que tendrían el status de cánones válidos para la comunidad filosófica, cánones que asegurarían la sobrevivencia de la filosofía.

Por esto mismo habrá:

1. Normas filoéticas vinculadas a P1:

N1: Una producción filosófica es «nueva» únicamente cuando implica diferencias respecto de las posturas filosóficas ya establecidas.

Esta es una norma que le impide al filósofo hablar de una filosofía vieja como si fuese una filosofía nueva.

Lenin no está diciendo con esto que un filósofo no tenga afinidades con determinadas doctrinas o que no pueda citar textualmente a tal o cual filósofo. Lo que dice es que no se puede hacer pasar como nueva a una filosofía que no hace más que repetir otra anterior. Esto no es ético. Y da un ejemplo: «los «novísimos» machistas no han aducido contra los materialistas ni uno solo, literalmente, ni un solo argumento que no se pueda encontrar en el obispo Berkeley» («A manera de introducción de Materialismo y empiriocriticismo, p. 28).

N2: El filósofo no tiene derecho a interpretar discrecionalmente a otro filósofo para hacerlo coincidir con él.

Con esta norma, Lenin pretende que cada filósofo se haga cargo de sus propios argumentos, y que no atribuya a otros aquello por lo que él es responsable. Tampoco esto es ético.

El ejemplo aquí es lo que los machistas rusos han hecho; «renegar en 1907 de Engels, intentar en 1908 «arreglar» a Engels amoldándolo al agnosticismo» (Materialismo y empiriocriticismo, Cap. II, 4, p. 126).

N3: No es ético que el filósofo oculte o calle las consecuencias de su filosofía.

Es, parafraseando a Lenin, la norma contra la hipocresía filosófica. Equivale a decir que el filósofo, el buscador de la verdad no puede negar en ningún sentido, a la verdad; reproche éste que le hace permanentemente a los filósofos empiriocriticistas.

A título de ejemplo: «Nuestros machistas callan hipócritamente este hecho, velando o embrollando los vínculos indisolubles del materialismo espontáneo de los naturalistas con el materialismo filosófico» (Op. Cit., Cap. VI, 5, p. 387).

2. Normas filoéticas vinculadas a P2:

a) Sobre la fama

N4: La fama del filósofo tiene que coincidir con su postura filosófica.

La exigencia es aparentemente trivial, aunque éticamente necesaria. Esta norma le impone al filósofo, que s= i su postura filosófica es tal o cual, su fama debe coincidir con ella. Sin embargo esto no siempre se da.

Lenin, hablando en general de los empiriocriticistas, dice que estos combaten al materialismo, y que a pesar de eso, «intervienen en la prensa en nombre de esta filosofía» (Op. Cit., Cap. I, 1, p. 31).

Y agrega más adelante, esto no es ético: «Porque únicamente por tener la conciencia no limpia (¿o tal vez, también, por ignorancia del materialismo?) los machistas, que pretenden ser marxistas ...» (Op. Cit., Cap. II, 1, p. 98)

b) Sobre la producción filosófica

N5: Admitir como propia una postura filosófica implica admitir sus tesis fundamentales.

Esta norma es si se quiere, una norma de sentido común filosófico, además de ética filosófica. No obstante, no son pocas las veces que se la viola. Puede verse esto cuando Lenin comenta a Plejánov («A manera de introducción de «Materialismo y Empiriocriticismo», p. 10).

Éste admite, dice Lenin, que la materia obra sobre los órganos de los sentidos, y sin embargo está «fuera de la experiencia», y por lo tanto acaba siendo impensable e incognoscible. Y la pregunta de Lenin es esta: ¿cómo puede hablar de la materia y caracterizarla si es impensable e incognoscible? Y también ¿cómo puede partir del materialismo y admitir luego el idealismo? O una cosa o la otra.

N6: Le está permitido al filósofo tomar elementos de una filosofía opuesta, siempre y cuando ninguno de esos elementos sean tesis fundamentales de la misma.

Esta es una norma que defiende la consistencia de cualquier filosofía. No acepta las filosofías híbridas y considera a su violación como una violación ética.

Lenin nos da un ejemplo muy interesante de esto último, el de Plejánov. No por Plejánov mismo, sino porque a través de él y a propósito de él, pone al desnudo con un contraejemplo el formato de esta violación. Él dice: «Es como si un creyente dijera: No puedo considerarme partidario de la religión, pues he tomado de sus partidarios «una sola cosa»: la fe en Dios.» («Materialismo y empiriocriticismo», Cap. I, 2, p. 51).

IV. Los nuevos adversarios del leninismo: el caso Foucault

Sentado esto, uno puede admitir que se le reprochen dos cosas: i) éste es un análisis incompleto, y ii) está falto de mayor precisión y detalles.

No obstante, no es eso lo que me preocupa. Básicamente me interesa poder haber dejado en claro que el «Materialismo y empiriocriticismo» de Lenin funciona como un buen prolegómeno para pensar en una filoética.

Pero además de esto hay otra cosa. No se puede dejar de notar que en la filosofía contemporánea se encuentran «nuevos» empiriocriticistas. Me refiero a filosofías que de un modo más o menos explícito caen en lo que Lenin combatió. Y decir eso equivale a decir que hay nuevas filosofías que o no son éticas o que están en el límite de lo ético.

Veamos entonces un ejemplo de esto.

Hoy nadie discute la importancia que tiene en el mundo de la filosofía, Michel Foucault. Ni nadie discute tampoco los vínculos que éste ha tenido con el marxismo.

Unas veces de acercamiento, otras de franca rispidez. Es como si la historia de Lenin se volviese a repetir, claro que sin Lenin y sin los empiriocriticistas.

¿Por qué digo esto? Porque Foucault, un amigo-enemigo del marxismo, defiende lo que para Lenin es un uso no ético de la producción filosófica. Es la famosa concepción de los textos filosóficos como «cajas de herramientas», que él maneja en «Saber y verdad».

Foucault dice:

«Todos mis libros, ya sea la Historia de la locura o Vigilar y castigar son, si quiere, pequeñas cajas de herramientas. Si las personas quieren abrirlas, servirse de una frase, de una idea, de un análisis como si se tratara de un destornillador o de unos alicates para cortacircuitar, descalificar, romper los sistemas de poder, y eventualmente los mismos sistemas de los que han salido mis libros, tanto mejor.» (p. 88).

Y con ello Foucault pone las cartas sobre la mesa; sin medias tintas dice lo que él quiere para sus libros, y se lo recomienda a sus lectores. Y sin duda esto que recomienda no es otra cosa que lo que él mismo hizo con los libros y los sistemas filosóficos de otros. Por lo tanto, lo que no podría reprochársele es que viole el principio de veracidad. En esto no hay verdaderamente falta de ética filosófica.

No obstante, sí la hay en relación al principio de consistencia. Es que Foucault da vía libre a todos, incluyéndose, para producir una filosofía en donde haya lo que sea, en la que convivan todas las filosofías que se quiera. Tal vez es porque está pensando en que un buen filósofo podría lidiar con cualquier tesis. Pero claro, eso no es siempre cierto.

Pero además de esto, están las normas filoéticas que Foucault manifiestamente viola. Me refiero a N2, N5 y N6.

La violación de N6 se produce, no porque la ética de la filosofía le impida a Foucault y a los que podrían seguir su consejo, buscar e investigar las diferentes filosofías, sino porque en ese tomar de aquí, de allá y de más allá, sin ninguna restricción, es fácil que se acabe en la creación de un monstruo de muchas cabezas que se ingurgitarían unas a otras. En síntesis, no habiendo limitación, el consejo de Foucault es producir una filosofía que podría cobijar todo, incluso tesis incompatibles.

Pero una vez que se admite lo de Foucault, hay que admitir también la violación de N5. ¿Por qué? Porque si una filosofía cualquiera es –y aquí utilizo palabras de Lenin– como un arlequín, el que se viste con retazos, tal como lo propone Foucault, no hay garantía alguna que esa filosofía asuma sus tesis fundamentales, sea ésta idealista o materialista.

Y además está la violación de N2. De un modo inequívoco Foucault dice querer que sus libros sirvan para extraer frases e ideas, para así poder cortacircuitar, descalificar y romper con los filósofos y sistemas filosóficos en los que están fundados, y con eso quiere decir dos cosas: primero, que no importa en sí mismo lo que su filosofía dice y por qué lo dice, y segundo, que la filosofía que ha producido es un simple medio para otras posibles filosofías, que podrán juntarla con cualquiera otra. Y ¿qué es lo que realmente desea Foucault? Que se lo interprete discrecionalmente.

V. Prospectiva filoética

Este modo de ser filósofo y de hacer filosofía, hoy por hoy, goza de gran prestigio y no hay duda alguna que son muchos los que honestamente piensan como Foucault.

Por esto mismo es que creo que una vuelta a Lenin no es ociosa.

Digo esto porque Lenin plantea algo inédito aún ahora; él dice: hay filósofos y hay charlatanes que tienen reputación de filósofos, hay filosofías y hay charlatanería que se hace pasar por filosofía. El filósofo es ético, el charlatán no; las filosofías son éticas, las charlatanerías no. En definitiva, lo que Lenin está diciendo es que para ser filósofo y para hacer filosofía hay límites bien definidos, los que impone la ética filosófica.

Pero además está claro que con ese planteo de Lenin aparecen toda una serie de preguntas que la comunidad filosófica debiera responder. Por ejemplo, respecto:

i) a la posibilidad de la filoética

1. ¿Es viable una filoética? Con toda seguridad aquí la discusión se centrará en la conveniencia o inconveniencia de demarcar la figura del filósofo y de los caracteres específicos de la actividad filosófica, si es que los hay. De si esa figura y esos caracteres han de ser considerados fijos o cambiantes, y cuáles serían los criterios para definirlos.

2. ¿Es deseable para la comunidad filosófica contar con filoética? Esta pregunta es medular, y lo es por cuanto la respuesta por la positiva o la negativa estaría atada a si la filoética sería compatible o no con el ser filósofo y hacer filosofía.

3. ¿Es capaz la comunidad filosófica de organizarse filoéticamente? La filoética no es inofensiva, implica muchas cosas. Tal vez debería decidir si por un lado, los filósofos tendrían que contar con espacios de debate sobre filoética, y con ello vendrían no solamente congresos y conferencias sobre filoética, sino también libros de filoética y hasta una cátedra de filoética. Esta es una forma de organizarse. Y tal vez habría que decidir si hay que tener instituciones nacionales, regionales e internacionales que nuclearan a todos los filósofos, con un código filoético y Tribunales filoéticos.

ii) al tipo de filoética

1. Filoética: ¿una o muchas? Para quien admita la posibilidad de la filoética, viene a reglón seguido esta pregunta. Es que no basta con decir que la filoética tendría como objeto los problemas prácticos del filósofo en tanto filósofo y de su producción filosófica. Hay que determinar cómo se la concibe, si como una e indivisible o como muchas, dependiente cada una de ellas de sistemas diferentes e incompatibles entre sí. O sea, determinar si se debe hablar de una filoética sin más, o si se debería hablar de filoética cristiana, filoética existencialista, filoética marxista, &c.

2. ¿Cuál sería el status de la filoética en relación al resto de la filosofía y de los demás saberes? Esta es la pregunta por el ´sitio` de la filoética, sitio que solo puede determinarse por los nexos que pueda tener puertas adentro y puertas afuera de la filosofía. De ahí que en este punto se intente examinar bien de con qué estaría vinculada, de cómo es que se dan esos vínculos y de qué manera juegan en ella.

iii) a su estructura

1. ¿Cuáles serían las partes de la filoética? Esto equivale a preguntar por la estructura de la filoética, cosa en la que creo puede lograrse algo parecido a un consenso. Propongo a modo de avance, lo siguiente: una primera parte reservada a los principios de la filoética, una segunda parte dedicada a principios y normas filoéticas, y una tercera parte destinada a fijar criterios y métodos de investigación filoética.

2. ¿Cómo se relacionarían esas partes? Creo que hay que delimitar con mucha claridad el marco relacional entre las partes de la filoética. En verdad es relevante que se sepa, por ejemplo, cuál es el nexo entre los principios de la filoética con los principios y normas filoéticas, así como con la metodología filoética, y cómo es que se condicionan unos a los otros, si así sucediese.

VI. Conclusión

Pero dejemos esto por acá, es suficiente por ahora.

Solamente destaquemos el hecho que hay un libro, Materialismo y empiriocriticismo escrito por Lenin, que ha puesto de manifiesto una relación pocas veces destacada; me refiero a la que tiene el filósofo y la obra filosófica con la ética. Lenin señaló un camino, ese es su gran mérito; seguirlo o no es cosa del porvenir.

Bibliografía

BUENO, Gustavo. «Principios y reglas generales de una Bioética materialista»

FOUCAULT, Michel. Saber y verdad, Las Ediciones de La Piqueta, Madrid

LEFEBVRE, Henri. El marxismo, Eudeba, Buenos Aires

LENIN, V. I. Materialismo y empiriocriticismo, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo

ROSENTAL, M. M. & P. F. IUDIN, Diccionario filosófico, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo

Notas

{1} En muchos pasajes Lenin opone a los filósofos, los charlatanes. Quizá en donde es más manifiesto el juicio ético, sea en el Cap. IV, 2, p. 224 de «Materialismo y empiriocriticismo», en el que dice: «los degenerados charlatanes que se califican de filósofos».

{2} Cfr. «Principios y reglas generales de una Bioética materialista»

 

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