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El Catoblepas, número 82, diciembre 2008
  El Catoblepasnúmero 82 • diciembre 2008 • página 22
Artículos

La Idea de Progreso

Leoncio González Hevia

La Idea de «Escala de la Naturaleza», la Idea de Evolución, la teoría de los niveles de complejidad, el concepto de anamórfosis, la ideología progresista como concepción metafísica del mundo y los mitos dualistas trascendentes de Derecha e Izquierda en sentido político, a propósito de la reciente publicación del libro de Gustavo Bueno, El mito de la Derecha. ¿Qué significa ser de derechas en la España actual? Temas de Hoy, Madrid (octubre de 2008)

Gustavo Bueno, El mito de la derechaGustavo Bueno

Gradior o gressus sum quiere decir marchar, caminar, andar: por ejemplo, ad mortem gradior, ir a la muerte. Progredior o progressus sum viene de pro-gradior y quiere decir avanzar, ir más lejos, llegar; en definitiva: progresar.

Desde la perspectiva del materialismo filosófico, el Progreso como Idea no ha bajado del cielo ni ha existido desde siempre, sino que bebe de las fuentes de unas determinadas experiencias técnicas históricamente dadas: experiencias operatorias con escaleras de gradas. Las Ideas de «Escala de la Naturaleza» y de Progreso tendrían su fuente en las experiencias técnicas con escaleras, documentadas en sociedades ágrafas. La Idea de Evolución procede, en cambio, de experiencias técnicas propias de sociedades con escritura, relativamente recientes, y que ya han fabricado libros en formato de rollos. «Evolución» significa desenrollo de un volumen de papiros o soportes de información escrita, preformada y susceptible de ser copiada en otros soportes con formato de códice. En el siglo XVIII, el término evolución es una metáfora del despliegue del papiro, que comienza a aplicarse al «des-arrollo» («desarrollo», «desenrollo») del organismo individual. Más tarde, el término será utilizado para designar el proceso de transformación de unos organismos en otros. Una transformación cuyo equivalente nos llevaría a la situación de una biblioteca en la cual, los rollos de papiro procediesen de otros rollos originarios y los códices resultasen de una transformación inducida por los textos en ellos grabados, que se designará precisamente con el término «evolución».{1}

Según Heriberto Spencer (cuidado, que viene curva), la Filosofía tiene por misión el conocimiento de la evolución universal en todos los aspectos de la realidad dada y como manifestación de un absoluto último que Spencer designó con el nombre de lo Incognoscible: lo Incognoscible que se manifiesta en los fenómenos y cuyo rastro lleva al origen primero de todas las cosas. La evolución es la ley universal que rige todos los fenómenos, en tanto que manifestaciones de lo Incognoscible, según Spencer. Lo Incognoscible es el contexto real que envuelve a la Naturaleza como mito. Lo Incognoscible no es sino algo, de lo cual nada más puede enunciarse el hecho de que es el fondo último de la realidad universal. La Ciencia y la Filosofía pretenden el examen de una realidad no trascendente, pero sometida a una ley universal que proporciona los primeros principios del saber científico. Esta ley es la evolución, definida como la integración de la materia y la disipación concomitante del movimiento; movimiento por el cual, la materia pasa de un estado de homogeneidad indeterminada e incoherente a un estado de heterogeneidad determinada y coherente. El supuesto implícito de la evolución es la conservación de la materia y la energía. Sólo porque la materia y la energía se conservan, puede el espíritu entrar dentro de la órbita de la Ciencia y ser regido por la evolución. En la evolución no hay punto final alguno, todo equilibrio es sólo el punto de partida de una nueva desintegración y por eso el Universo entero se halla sometido a un perpetuo cambio, a la disolución de todo supuesto finalismo en un movimiento de compensación y equilibrio. En el esquema de Spencer, como en Heráclito, hay permanencia de la Naturaleza (como mito) en sus medidas, en su forma, pero no en las cosas: no hay permanencia de la Naturaleza en su sustancia. Así, diríamos que hay una evolución conservativa y a la vez equívoca, y este sería un buen modo de redefinir la emergencia en uno de sus sentidos: conservando las partes, surge o emerge una totalidad diferente equívoca. El darvinismo social de Spencer consideraba válida la eugenesia, o técnica de reproducción de los seres vivientes conducente a mejorar la especie, una técnica que se ha mostrado totalmente anticientífica. Los precedentes de la teoría de los niveles de integración o de complejidad podrían ponerse en este evolucionismo decimonónico de Spencer. La teoría de los niveles de integración, establecida para dar cuenta de la gradación de las diferentes categorías correspondientes a las ciencias positivas, asume el viejo proyecto de una «Escala de la naturaleza» evolucionista, pero tratando de evitar la reducción atomista clásica, de lo más complejo a lo más simple, mediante el postulado de una emergencia de propiedades en el momento de formación de un nuevo nivel de integración o complejidad. La expresión «Escala de la naturaleza» se halla asociada a doctrinas como la de Aristóteles o la del neo-platonismo, que conciben el mundo como conjunto de entidades ordenadas jerárquicamente, según sus grados de perfección. Generalmente, y auxiliándose casi siempre de la teoría de la Gran Explosión, se parte de un nivel primario de integración, el átomo, al cual sucederán otros niveles emergentes.

«La ideología progresista es una concepción metafísica del mundo (construida sobre una escala de grados, o escalera) que considera sus diferentes contenidos, no ya como una masa caótica o desordenada, sino como un cosmos en el que los seres (átomos, moléculas, organismos, vegetales, animales, hombres primitivos, hombres civilizados, ciudadanos del futuro) están ordenados según una escala jerárquica de grados de perfección y de valor creciente.» (Gustavo Bueno, Panfleto contra la democracia realmente existente, páginas 58-59.)

El materialismo filosófico se enfrenta con la teoría de los niveles de complejidad o de integración. La teoría de los niveles de complejidad es muy oscura y confusa. Ante todo, porque la teoría se apoya en la constante ambigüedad entre los dos planos en los que juegan los niveles: el ontológico y el gnoseológico. Pero no es evidente que a una mayor complejidad ontológica corresponda una mayor complejidad gnoseológica. En cualquier caso, la jerarquía de la «Escala de la naturaleza» de la teoría de los niveles de integración no ofrece lugar alguno a las matemáticas, y esto constituye la mejor prueba del fracaso de una teoría que pretende abarcar a la totalidad de las categorías. El materialismo filosófico opone a la emergencia, la anamórfosis vinculada a la resolución de las estructuras básicas en la Materia ontológico-general. La anamórfosis es un concepto dialéctico utilizado por el materialismo filosófico, para referirse a aquellos procesos en los que se constituyen nuevas realidades por recombinación o refundición de otras realidades preexistentes. El análisis de la transformación de las estructuras subatómicas, a través de pasos graduados, en estructuras biológicas más complejas, requiere la apelación a la idea de una anamórfosis absoluta. Desde una perspectiva ontológica, la anamórfosis se opone a la noción de emergencia, puesto que destaca la riqueza de la materia al permitir la configuración de nuevas realidades a partir de procesos de confluencia de corrientes múltiples y heterogéneas, sin que ello suponga la aparición «misteriosa» de nuevas cualidades. Desde una perspectiva gnoseológica, la anamórfosis admite la irreductibilidad de las nuevas realidades constituidas por vía de la anamórfosis misma.

Ejemplos de anamórfosis:

· La transformación del polígono regular inscrito en la circunferencia mediante la multiplicación de sus lados y la refundición de los mismos como puntos de la curva, envuelve una anamórfosis reconstructiva, porque la configuración «circunferencia» estaba ya dada.

· Un hexágono regular es una estructura que puede admitir una reducción interna en seis triángulos equiláteros cuyos vértices convergen en el centro y cuya fase de progreso restituye el hexágono como conjunto de esos seis triángulos adosados; pero dudamos que ese progreso pueda hacerse consistir en un tal adosamiento tecnológico, puesto que él nos llevaría sólo a un conjunto de seis triángulos adosados que sólo en apariencia formarían la superficie continua del hexágono. Si se reconoce que el retorno es imposible, la reducción deberá reexponerse, en rigor, como anamórfosis: habrá que refundir los lados contiguos como constituyentes elementales de los triángulos en uno solo; además, los lados contiguos se reabsorberán en los tres diámetros que pasan por los vértices del hexágono.

· La transformación de una sociedad natural humana en una sociedad política difícilmente puede ser analizada en términos de reducción-reconstrucción; requiere la apelación a la idea de una anamórfosis.{2}

· El poder político constituye una estructura etológica (pues se funda sobre ella), pero la desborda e instaura una especificación nueva (por anamórfosis) que sólo podrá funcionar a partir de determinadas situaciones históricas.

Desde Augusto Comte a Carlos Marx, pasando por Jorge Guillermo Federico Hegel, se considera la Historia como caracterizada por un progreso indefinido cuyo sujeto es la Humanidad, entendida la Humanidad como una totalidad distributiva. (Una totalidad distributiva es, por ejemplo, la sociedad humana, una clase cuyas partes homogéneas e independientes entre sí son las ciudades.) Sin embargo, esta concepción resulta de la asunción positivista de la teología cristiana («La Historia Universal es el juicio final», decía Federico Schiller) y sólo podremos hablar de Filosofía de la Historia como ligada a determinadas sociedades políticas: como ligada a determinadas totalidades atributivas que han intentado llevar sus concepciones del mundo al resto de la Humanidad. (Una totalidad atributiva conjuntiva es, por ejemplo, una ciudad constituida por sus individuos, partes desiguales mutuamente relacionadas: la ciudad-estado o polis griega, verbigracia.)

La ideología progresista, desde un punto de vista ontológico-general, es opuesta al materialismo ontológico-general. Unas veces (Aristóteles, según se ha dicho), esta ordenación del Universo sobre una escalera de gradas tomará la forma de una disposición eterna, estática: tomará la forma de un cosmos eterno en el que no cabe esperar transformación en la dirección de un «progreso global». El «progreso global» (el rótulo de un movimiento ideológico cultivado por una Institución presidida por un ex presidente social-demócrata del gobierno español, Felipe González Márquez) es una expresión que carece de todo sentido. El progreso sólo tiene significado dentro de regiones particulares de la realidad, como progreso particular. (Gustavo Bueno, Panfleto contra la democracia realmente existente, páginas 58-61.) También hay que tener en cuenta las ordenaciones sobre una escala de grados de signo regresivo, utilizadas ampliamente por los neoplatónicos (según se ha dicho también) y que gozan de gran actualidad entre los catastrofistas y apocalípticos de nuestros días, tanto en el terreno biológico como en el cosmológico: verbigracia, los agoreros del mito sobre el calentamiento global del planeta, o verdes, que «no son ni de izquierda ni de derecha tradicional». (Gustavo Bueno, El mito de la derecha, página 296.)

La oposición entre Derecha política e Izquierda política (auto-denominada Progresista por razón de su Falsa Conciencia) fue establecida a raíz de la Asamblea Revolucionaria de 1789, y tiene que ver con la oposición entre el Antiguo Régimen (Trono y Altar) y el Nuevo Régimen, respectivamente. La Izquierda y la Derecha aparecen, por tanto, en el contexto de la Revolución Francesa. Tal circunstancia se da en el proceso de racionalización aplicable a la totalidad del Género Humano: el proceso de reconstitución de la sociedad estamental del Antiguo Régimen a partir de sus átomos racionales, es decir, los ciudadanos. Las izquierdas definidas son las seis izquierdas políticas por excelencia y es el Estado el que las define: por eso son izquierdas políticas.{3} La primera generación de izquierdas es la jacobina. Los jacobinos tratan de resolver la sociedad política en los individuos. De ahí la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, pues estos individuos son iguales en toda la humanidad.{4} Para hacer la Revolución Francesa, los izquierdistas jacobinos deben defenderse del resto de los imperios. Empieza la guerra y el programa de reorganización del Estado a partir de los individuos, se trunca. Ésta izquierda jacobina es la izquierda bonapartista, que luego pasó a llamarse radicalismo político. En España podemos destacar a los republicanos burgueses. El proyecto de reproducción del Antiguo Régimen constituye la derecha primaria, que en España se enfrenta a la izquierda bonapartista. (Gustavo Bueno, El mito de la derecha, páginas 198, 201-202.) Hubo en España una revolución política prácticamente paralela a la Revolución Francesa, en virtud de la cual la soberanía pasó a la nación española. Fueron las Cortes liberales de Cádiz, la segunda corriente de izquierdas. A las izquierdas en España les unía su anticlericalismo y su odio hacia la derecha. Hoy es una ideología política que está operando con plena eficacia en los países capitalistas avanzados. Es bien sabido que no todos los liberales pueden ser considerados como de Izquierda. Sin ir más lejos, en España triunfó un liberalismo representado en políticos de la talla de Antonio Maura, que históricamente defendía la existencia de Dios y las instituciones tradicionales, incluyendo la Monarquía (y el Trono), sin llegar a los extremos del Padre Vélez y sin identificarse tampoco con los adalides de la Izquierda de segunda generación, como Espartero. Con el maurismo la derecha inicia un proyecto socialista. El maurismo, la dictadura de Miguel Primo de Rivera y el régimen de Francisco Franco pueden ser clasificados como derecha socialista, en la medida en que se diferencian del fascismo. (Gustavo Bueno, El mito de la derecha, páginas 194, 238.) La Izquierda de segunda generación terminó cuando los individuos fueron libres de vender su fuerza de trabajo. Empieza la explotación, el Estado imposibilita su propia reorganización y viene la tercera generación de la Izquierda: el anarquismo. En cambio, el socialismo o la social-democracia, la cuarta generación, sostiene que el Estado es la única razón capaz de reorganizar a la sociedad. La social-democracia persigue el Estado del bienestar y preludia los imperialismos, estalla la I Guerra Mundial y viene la quinta generación de la Izquierda: el comunismo. La Unión de Repúblicas Comunistas Soviéticas fracasó, pero aún perdura la sexta generación de la izquierda: el comunismo maoísta chino.

En los regímenes democráticos liberales con Estado del Bienestar se produce la ecualización de las izquierdas y la Derecha. Cada vez los partidos del régimen se parecen más en programas, actitudes y conductas. La democracia del Estado de Derecho y del Bienestar ecualiza a las izquierdas y a la Derecha que mantienen las democracias capitalistas de Occidente. En política, la idea de progreso se identifica, desde la Revolución Francesa, con las izquierdas, con la transformación, siendo los defensores del Antiguo Régimen la derecha y la reacción. Los términos progresista y progresismo también se oponen a conservador y conservadurismo. Unas ideas éstas, aquí y ahora, oscuras y confusas donde las haya. El progreso es una idea fantástica en términos de humanismo o infinita tolerancia, porque el progreso es cosa del capitalismo que construye las carreteras, la industria y todo lo demás. El lema que figura en la bandera de Brasil Orden y Progreso, que en toda América Latina se aplicó a las llamadas dictaduras de orden y progreso, simboliza perfectamente el vaciamiento semántico de la Idea de Progreso. Socialismo se opone a fascismo para los que andan dormidos en memorias históricas, pero doquiera que existan grupos humanos, será necesario reconocerles su socialismo, así como su solidaridad frente a terceros grupos. Socialismo sólo puede oponerse a autismo, al individualismo extremo, al solipsismo propio de individuos egoístas o insolidarios. El Antiguo Régimen ha desaparecido, objetivamente no existe Derecha (una realidad interpretada de forma mítica: la Derecha de toda la vida), y estos dos mitos dualistas trascendentes, Derecha e Izquierda (una oposición oblicua de otras: liberales/serviles o apostólicos/progresistas), sólo retrospectivamente se puede decir que fuesen tal cosa. Lenin, Stalin y Mao no aceptaron esta distinción burguesa entre Izquierda y Derecha, en sentido político, de la que ni siquiera hay constancia en la Constitución democrática española de 1978. La tan cacareada por los grupos que se denominan progresistas y de Izquierda, ley igualitaria de la paridad, es una ley artificiosa a más no poder, y distingue a las personas por razón de su sexo, pero deja fuera otros criterios discriminatorios, tales como la orientación sexual, la raza, el credo, o el que un sujeto (o una sujeta) tenga una tara física o no la tenga. ¿Qué tiene esto que ver con la Izquierda y la Derecha? El aborto libre, el Proyecto Gran Simio o el ministerio de la Igualdad, del que su titular es una señora, pero sea quien sea su titular, Igual-da, ¿qué tienen que ver con la Izquierda y la Derecha? Ser de derecha es extraer la carga de un petrolero a pique en alta mar y ser de izquierdas, hacer lo mismo en el puerto de La Coruña. Punto pelota. Con eso ya está dicho todo. Ciudadano Rodríguez Zapatero o Ciudadano Gaspar Llamazares, que no saben lo que es la Igualdad, la Libertad o el Progresismo, es posible que siendo unos sujetos humanos tan singulares hayan llegado a ostentar tan altos cargos políticos, precisamente por eso: por ser unos sujetos humanos profundamente singulares. El Partido Socialista Obrero Español se denomina de izquierda, frente a la derecha, por intereses partidistas. Nada más. Pero esto es la lucha de clases y no hay tal cosa. Lo que hay son demócratas o autócratas, es decir, fascistas. El surgimiento del movimiento obrero organizado desde mediados del siglo XIX produjo un cambio en la ubicación política, que convirtió a los liberales de izquierda en derecha y a la derecha primaria en socialismo por influencia de la izquierda (Gustavo Bueno, El mito de la derecha, página 212); ahora, la diferencia real de fondo entre los partidos políticos tiene que ver con el concepto territorial, en función del modelo territorial que uno u otro partido pueda implantar. Los partidos políticos hay que definirlos en función del Estado. Los partidos políticos son aquellas partes del Estado que son del Estado, pertenecen a la arquitectura del Estado. En perjuicio de esto, partidos políticos que se dicen de izquierdas, tales como el Bloque Nacionalista Gallego o Izquierda Republicana de Cataluña, partidos de derecha y extravagantes respecto del Estado (Gustavo Bueno, El mito de la derecha, páginas 268 y 277), quieren barrenar esa arquitectura, quieren barrenar el Estado desde dentro, y van directamente contra la Constitución, porque tienen como objetivo derribar la unidad española y separarse del Estado al que pertenecen. Algo demencial.

Los auto-denominados progresistas son característicamente agnósticos. El agnosticismo suele ser considerado como una forma de escepticismo. El escepticismo filosófico es la posición de quien cree poder concluir que los argumentos en pro, y en contra, en torno a una cuestión disputada, se equilibran, y que no es posible decidirse por ninguna de las disyuntivas propuestas. Pero el agnóstico no sólo será aquel que suspenda el juicio sobre materias de orden religioso, sino también aquel que haya perdido interés por determinarse. El agnosticismo ante seres consistirá en practicar la abstención del juicio ante la cuestión de la existencia de esos seres. El argumento central de este agnosticismo es el siguiente: «no es posible demostrar racionalmente que Dios existe, pero tampoco que no existe». Pero el fallo de este argumento se encuentra en la suposición de que tenga sentido referirse a Dios como si se tratase de un sujeto cuya existencia o inexistencia tratásemos de demostrar. El agnosticismo ante el saber es la suspensión del juicio ante ciertos valores propuestos como verdades reveladas por una secta o Iglesia. Es precisamente la suspensión del juicio ante el saber del gnosticismo, en atención a la secta de los gnósticos del siglo II.{5}

Diversas escuelas filosóficas (incluidas las progresistas o procesionistas) identifican la felicidad con la virtud y el bien, y la consideran como fin último del hombre. El fundamento del eudemonismo es que el principio de toda acción es la felicidad. El eudemonismo basa sus normas morales en la realización plena de la felicidad. El eudemonismo social fue identificado con el mayor bien para el mayor número de gente: es el Estado de Bienestar, y de Progreso. En general, todas las doctrinas que mantengan la posibilidad de alcanzar la felicidad son metafísicas, pues presuponen un destino del hombre (el Estado de Bienestar, o de Felicidad) que no cabe sostenerlo salvo para quienes conciban a la Humanidad como una totalidad distributiva, siendo así que hablar del Género Humano o del Hombre como un todo es una arrogancia ridícula, porque ese Género Humano o ese Hombre jamás han existido. Sólo Dios puede ser feliz, luego no puede ser feliz ni dios.

En su libro La física de la inmortalidad, el profesor de física matemática Frank J. Tipler afirma estar en disposición de probar la existencia de vida después de la muerte, debido a una inteligencia artificial que él denomina Punto Omega y que identifica con Dios. Tipler argumenta que la evolución natural de las especies inteligentes dará como resultado el crecimiento exponencial del progreso científico, posibilitando un control absoluto sobre el universo; y predice que este proceso deberá culminar con una inteligencia artificial casi todopoderosa cuya velocidad de computación y capacidad de almacenamiento informático crecerán a un ritmo que impedirá el colapso del universo, proporcionando así un infinito tiempo virtual que será utilizado para desarrollar simulaciones informáticas de toda forma de vida inteligente que alguna vez haya existido en la historia del universo.

Después de esto, ¿qué más se puede decir ya sobre la Idea de Progreso?

Bibliografía

· Gustavo Bueno, Etnología y Utopía. Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Etnología?, Azanca, Valencia 1971. Reeditado en 1987.

· Gustavo Bueno, «Los límites de la Evolución en el ámbito de la Scala Naturae, en Evolucionismo y Racionalismo», Institución Fernando el Católico & Universidad de Zaragoza. Zaragoza 1998.

· Gustavo Bueno, El mito de la Izquierda, Ediciones B, Barcelona 2003.

· Gustavo Bueno, Panfleto contra la democracia realmente existente, La Esfera de los Libros. Madrid 2004.

· Gustavo Bueno, El mito de la felicidad. Autoayuda para desengaño de quienes buscan ser felices, Ediciones B, Barcelona 2005.

· Gustavo Bueno, El mito de la derecha. ¿Qué significa ser de derechas en la España actual?, Temas de Hoy, Madrid (octubre de 2008)

· Enciclopedia Filosófica Symploké, <http://symploke.trujaman.org/>

· Pelayo García Sierra, Diccionario filosófico, <http://filosofia.org/filomat/>

· Felipe Giménez Pérez, «El mito de la izquierda como arqueología política», <http://nodulo.org/ec/2003/n017p22.htm>

· José Manuel Rodríguez Pardo, «El mito de la izquierda indefinida y el mito de las derechas», http://nodulo.org/ec/2003/n021p24.htm

Notas

{1} Las propensiones causales nos ponen delante de un tipo de clases caracterizadas porque sus elementos han de estar constituidos de materia corpórea (con-formada esta materia corpórea sucesivamente, como sistema dinámico abierto capaz de neutralizar el incremento de entropía propio de los sistemas cerrados), lo que implica que estos sistemas habrán de mantener interacciones causales con un medio envolvente que suministre la materia necesaria para su crecimiento y multiplicación. La conformación de estos sistemas como elementos, tendrá lugar a través de la segregación de los elementos nuevos a partir de los elementos generadores. Ahora bien, la caracterización de los seres vivos como materia corpórea con-formada tiene una función delimitadora: los vivientes no son materia incorpórea y en cualquier caso, las corporeidades con-formadas son bultos. Todos los bultos están constituidos por elementos químicos. Estos elementos son constitutivos de los cuerpos conformados, a título de partes materiales suyas estructuradas en macro-células relacionadas con los procesos de reproducción, de forma tal que esas macro-células puedan considerarse como partes formales definitorias de los cuerpos vivientes. Tomaremos, como criterio exigible para distinguir a los elementos de las clases específicas, una disposición de sus partes tal, que haga posible que la captación de energía del medio tenga lugar en la línea de una concatenación entre sus partes formales y mediando unas partes en la concatenación de otras no contiguas. El cruzamiento es precisamente el proceso mediante el cual, una especie biológica se constituye en unidad real. Es la variación del acervo genético, la que posibilita que el proceso de cruzamiento (que conduce al desarrollo constitutivo de una especie) produzca la diferenciación de los individuos fundadores de especies nuevas, lo que acarreará la destrucción de la especie precursora. Durante los periodos de equilibrio en la reproducción, sería posible hablar de revolución antes que de evolución: la revolución o rotación de la gallina en gallina, a través del huevo. (Gustavo Bueno, «Los límites de la Evolución en el ámbito de la Escala de la naturaleza»)

{2} El advenimiento de la Civilización, de la Historia, es un proceso cuya forma dialéctica es la confluencia de varias culturas históricas agrupadas en una misma tradición (caso de la civilización de origen grecolatino), sobre las cuales se puedan ir construyendo relaciones simétricas de más alto nivel material y pueda ir realizándose la transitividad de la «identidad» constitutiva de la sociedad humana. A día de hoy la única civilización existente es la de la cultura de tradición grecolatina, que se ha extendido a todo el planeta de forma más o menos imperfecta con sus lenguas y sus instituciones. El concepto de cultura bárbara es una trabazón en la cual las relaciones constitutivas, si bien han alcanzado la simetría, no han alcanzado la transitividad. La Teoría de la Transitividad permite ofrecer un esquema materialista de la conexión entre la universalidad propia de la civilización y la constitución de la ciudad. La Idea de Ciudad implica la pluralidad de ciudades. Cada una de las ciudades implica a otras en virtud de la división del trabajo, en el sentido del especialista a tiempo completo; división ésta que hace posible que los individuos se desprendan de la comunidad a la que pertenecen y puedan encajarse en cualquier otra ciudad, erigiéndose en «individuos virtualmente cosmopolitas». Según esto, la estructura lógica que conviene a la «ciudad», en cuanto «conjunto de ciudades», no es la estructura de un concepto-clase cuyos elementos sean Babilonia o Atenas, sino la estructura matricial de los géneros combinatorios; de suerte que, por sí mismo, un poblado bárbaro no contiene la «transformación» capaz de elevarlo al nivel de Ciudad. Es la estructura matricial de los conjuntos de ciudades, la que realiza la forma de la transitividad idéntica que instaura círculos concéntricos de radio creciente y cuyo modelo más elaborado, en la antigüedad, nos lo darían las ciudades mediterráneas, fenicias o helénicas. Sólo en la medida en que determinadas agrupaciones empíricas puedan ser interpretadas como nudos de una red social de la Historia Universal, podremos llamar ciudades a estas agrupaciones empíricas. Sólo los procesos de orden externo a cada aldea (la presión de unas aldeas sobre otras vecinas, en el ámbito de una región de regadío como el Indo o el Nilo) pueden dar cuenta de la constitución de la ciudad. La Ciudad no aparece, por tanto, por crecimiento acumulativo de la aldea, sino por la interacción de unas aldeas sobre otras. Mientras la Idea de Barbarie es, desde el punto de vista lógico, un concepto «clase», la Idea de Civilización designa a un concreto individual que contiene como partes integrantes, por ejemplo, el «área de difusión helénica», el sistema decimal o binario, o la escritura silábica. En la medida en que unos pueblos (o unos rasgos culturales, incluida la escritura) permanezcan aislados, abstractos (es decir, permanezcan marginados de la «corriente central» de la Civilización) recaerán en el espacio de la barbarie. Las sociedades bárbaras permanecen fuera del tiempo histórico. Esto, en principio, no tiene mayor misterio: también las sociedades de insectos están fuera del tiempo histórico. Entre las «culturas bárbaras» existen relaciones de comunicación simétricas, pero no conexas (no se establecen entre dos cualesquiera), como las que se revelan en el comercio entre tribus: verbigracia, en los cambios de mujeres en tiempos de las razzias. Esta simetría es la que define a la barbarie. La Civilización es la negación del aislamiento transitivo de las comunidades. El Estado es la sociedad humana que ha superado el estadio del salvajismo, y que está dotada de escritura y de una organización jerárquica centralizada y gestora, con capacidad para controlar y organizar la vida de grandes agrupaciones de individuos, miles de millones de personas en los más de 200 Estados existentes hoy día. El Estado va asociado necesariamente con la civilización y, por analogía, son Estados las antiguas civilizaciones (egipcios, sumerios, mayas, aztecas) y las polis griegas, germen de la civilización de origen grecolatino en la que nos encontramos inmersos.

{3} La derecha, estructuralmente, es una, pues la cualidad que la define es la apropiación postulada desde el Antiguo Régimen. La Derecha siempre ve el objetivo de sus planes y programas, mientras que las diversas generaciones de Izquierda no conciben la «nueva sociedad» más allá de la propia formulación positiva que vayan tomando sus diversos proyectos.

«La voluntad de la negación de las propiedades creadas por la derecha no podrá considerarse idéntica en cada uno de sus actores. Esto es debido a que no se conoce la estructural del fin al cual va orientada la negación revolucionaria. En la disposición utópica, el objetivo pretende estar perfectamente prefigurado, pero se desconoce el camino o método que conduce a él. En cambio, la izquierda conoce el método revolucionario, pero no sabe, ni puede saber, dónde va a llevarle, porque puede llevarle a muy distintos lugares. Por eso estructuralmente, las izquierdas son seis y la derecha una». (Gustavo Bueno. El mito de la Izquierda, página 293.)

{4} Es la sindéresis aplicable a toda conducta ética, que prescribe que debemos actuar de tal manera que nuestras acciones puedan contribuir a la conservación de los individuos corpóreos, en cuanto sujetos que no se oponen a la conservación de la comunidad de sujetos humanos (conducta moral). Los deberes éticos son los contenidos que mejor se superponen a la universalidad de la persona, puesto que aquello que es más igual entre todas las personas es precisamente la individualidad orgánica. Máximas tales como «yo tengo derecho a hacer con mi cuerpo lo que me venga en gana» son éticamente incorrectas, porque mi cuerpo sólo es fundamento de mis derechos a través de mi persona y mi persona no es separable de la sociedad de personas.

{5} El término agnosticismo fue acuñado por oposición al término gnosticismo. Pero la función de oposición tomará valores muy distintos al enfrentarse al gnosticismo esotérico, de los que tomará al enfrentarse al gnosticismo filosófico-teológico. El escepticismo es a-gnosticismo filosófico-teológico: duda que nadie pueda alcanzar un Dios de los filósofos dotado de la evidencia necesaria para edificar los principios de la vida moral. El agnosticismo filosófico-teológico, en su forma negativa, equivale a la inhibición ante alternativas tales como el teísmo o el ateísmo; en su forma positiva se corresponde muy bien con el agnosticismo crítico. Así como el agnosticismo crítico es compatible con un agnosticismo esotérico, así también el agnosticismo positivista llegará a hacerse compatible con un agnosticismo esotérico. Lo cierto es que el agnosticismo positivista llegará a adoptar formas positivas respetando los contenidos de los dogmas revelados. En todo caso, el criticismo materialista se constituye como un agnosticismo esotérico y también filosófico-teológico. El agnosticismo es un materialismo vergonzante.

El ateísmo, en cambio, se refiere a las doctrinas que consisten en negar la existencia de Dios. Su definición depende de las distintas concepciones posibles de Dios, pues no se puede decir que sea lo mismo el ateísmo respecto al Dios personal de la religión terciaria (judaísmo, cristianismo e islamismo), que respecto al Dios de los filósofos, en tanto que principio abstracto y fundamento del mundo. Así, el deísmo propugnaba la lucha contra la Iglesia católica, pero no renegaba de Dios como Supremo Hacedor o Arquitecto del universo.

El materialismo filosófico llega a la inexistencia de Dios mediante la imposibilidad de su Idea, recorriendo el argumento ontológico de Leibniz en sentido ateo. En efecto, desde el argumento ontológico de Leibniz, Dios, el Ser necesario, por su propia esencia, existe necesariamente sólo si es posible, pero si Dios no es posible no puede existir. De esta forma, el materialismo filosófico, en rigor, lo que demuestra es la inexistencia de la idea de Dios, su imposibilidad como idea contradictoria. Desde este reconocimiento de la imposibilidad de su Idea, no puede ser recorrido, bajo ningún concepto, el camino hacia su existencia.

El materialismo filosófico cifra la imposibilidad de la Idea de Dios en múltiples puntos, entre los que cabe destacar:

· Contradicción entre Dios como Ser infinito, y Dios como Ser personal, en tanto la conciencia es siempre finita.

· Contradicción de Dios como causa sui, en tanto límite contradictorio de las relaciones de causalidad circular.

· Contradicción de Dios como Ser simplísimo, en tanto el Ser es originariamente pluralista, y el monismo una concepción metafísica que se abre camino a través de la vía del substancialismo.

· Contradicción de Dios como creador del Mundo, tanto en cuanto una causa eficiente infinita anegaría el efecto por ella creado, destruyendo la propia relación de causalidad; además la causalidad es inmanente al mundo, en tanto supone cuerpos, y las relaciones de causalidad no solo cuentan con una causa eficiente y un efecto, sino también con un esquema material de identidad, que en el caso de la creación tendría que ser necesariamente la Nada, algo absurdo.

· Contradicción de Dios como ser omnisciente, en tanto la existencia de la materia ontológico-general, que desborda a la «conciencia trascendental», lo impide.

 

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