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El Catoblepas, número 53, julio 2006
  El Catoblepasnúmero 53 • julio 2006 • página 6
Desde mi atalaya

Un homenaje en Oviedo
a Veneranda Manzano

José María Laso Prieto

Al cumplirse veinte años del colegio
que lleva el nombre de Veneranda García Manzano (1893-1992)

Veneranda García Manzano (1893-1992) Recientemente, en la «Escuela Veneranda Manzano» de Oviedo, se ha celebrado un homenaje –al que asistimos– a la insigne maestra cuya Escuela se honra llevando su nombre. Al acto asistió numeroso publico e intervinieron diversas personalidades vinculadas a la Escuela, Benjamín Rivaya, miembro de la Asociación de Padres del Centro y el exalcalde de Oviedo don Antonio Masip, que otorgó su nombre a la Escuela. El acto fue muy emotivo. Aprovechamos la oportunidad que nos brinda el hecho de que el profesor Benjamín Rivaya nos haya facilitado el texto de su intervención para realizar una síntesis de la misma en beneficio de los lectores. El profesor Rivaya comenzó así su interesante intervención: «Quien vea aquella foto que publicó la prensa el 25 de octubre de 1986, sin saber nada de la protagonista, en el centro, ya anciana y con gafas negras, vestida de negro, cogiendo un ramo de flores con el que le acababan de obsequiar, rodeada de los suyos, de autoridades políticas y de jóvenes, quien vea esa foto y se pregunte por aquella mujer –digo– se encontrará con que tenía nada menos que 93 años y que su vida había sido interesante y azarosa, muy azarosa, y ahora estaba dando su nombre a un colegio público que inauguraba en Oviedo, Veneranda García Manzano, Veneranda Manzano como se la suele conocer.»

Benjamín Rivaya prosiguió su interesante intervención así: «Veneranda Manzano había nacido en Beloncio, en Piloña, el 27 de abril de 1893, donde pasó toda su niñez y primera juventud, hasta que fue a Oviedo. Provinente de una familia de maestros, tanto sus padres como un abuelo suyo lo eran, Veneranda siguió los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Oviedo y alrededor de 1910, muy joven aún, les puso fin. En 1915 la encontramos ejerciendo el magisterio en Bueres, en el concejo de Caso. De la etapa casina conocemos algunos recuerdos suyos: 'Yo tenía que ir desde Beloncio, en Piloña, hasta Caso, que era donde tenía la escuela, claro que ese recorrido sólo lo hacía cuando iba a casa de mis padres y el camino lo realizaba a caballo, pues era muy buena amazona.' Pocos años más tarde, tras contraer matrimonio, se va a Cuba, donde viviría 10 años. En 1927 regresa a una España convulsa, todavía bajo la dictadura de Primo de Rivera y se reintegra como maestra, ahora en la escuela de Vidiago, en Llanes. Fue entonces posiblemente impulsada por el ambiente de protesta que ya estaba empezando a recorrer todo el país. 'En 1930 ardía España en fervor republicano' recordaría mucho más tarde Veneranda. 'Fue entonces­ –decía– cuando comenzó su andadura política,' se supone que por una parte contra la dictadura y la monarquía, y por otra a favor del socialismo: en 1928 Veneranda Manzano se integra en la UGT; en 1930 participa en la creación del círculo republicano de Llanes; en 1931, antes de la proclamación de la República, ingresa en el PSOE pasando a presidir la Agrupación socialista de Llanes. De este momento se conserva testimonio escrito de Veneranda, un artículo titulado 'Por qué soy republicana', y que comenzaba así: 'Soy madre y soy maestra; poseo los títulos más nobles que puede ostentar una mujer. En mis entrañas se formaron vidas con sangre de mi sangre, en mis escuelas plasmo porvenir en almas infantiles, forjo vida de carne y de espíritu, madre dos veces. Basta eso para comprender por qué soy republicana', y luego lanzaba una dura condena, sin paliativos, sobre la monarquía, 'Era, soy y seré, republicana', concluía.»

La Veneranda con la que ahora, a principio de los treinta, nos encontramos, es una mujer avanzada y activa, no sólo en el ámbito profesional sino también en el político, algo inusual entre las mujeres de la época. «En los años treinta muchas mujeres que se cruzaban conmigo en la calle se santiguaban, porque pensaban que, siendo socialista, llevaba el demonio dentro.» En 1933, el PSOE la incluye en la lista a las elecciones del Congreso de Diputados que se presenta en la circunscripción de Asturias. Las elecciones de 1933 se caracterizaron por una importante novedad, la que había establecido la Constitución de 1931, al otorgar el derecho de voto a las mujeres, con lo que tanto podían elegir como ser elegidas. Las interpretaciones del hecho serían distintas, pero lo que es simple dato es que Veneranda Manzano sería una de las cinco diputadas elegidas, junto con María Lejarraga, Margarita Nelken y Matilde de la Torre, todas compañeras de Veneranda en el PSOE; y a Francisca Bohigas, diputada de la CEDA por León. Una vez obtenido el triunfo, por la información que apareció en El Oriente de Asturias, sabemos que en la Casa Concejo de Vidiago se homenajeó a Veneranda con una comida a la que asistieron gran cantidad de comensales y en la que se recibieron numerosas adhesiones.

En la Comisión de del Congreso de Diputados se recibió una solicitud del Tribunal Supremo para juzgar a Veneranda Manzano por un artículo publicada en Trabajadores de la Enseñanza, la revista de FETE, en el número del 1° de Mayo de 1934, titulado «Secretos». La petición fue desestimada, argumentando que el supuesto delito que se le imputaba era de carácter político y obedecía a motivos esencialmente políticos. Parece que Veneranda Manzano no participó en los sucesos revolucionarios de 1934, pero sí realizó gestiones a favor de los condenados: junto con María Lejarraga y Matilde de La Torre visitará a Alejandro Lerroux para que no se ejecutara a Ramón González Peña. Fue compromisaria del Frente Popular para elegir a Manuel Azaña como presidente de la República. Poco después comenzó la guerra civil y Veneranda se instaló en Sevares donde trabajaba en un centro de Instrucción pública para atender a los hijos de los combatientes. También participó en numerosos actos públicos solicitando apoyo a la causa republicana. Por fin, junto con otros miles de españoles, pasó a Francia. Daba comienzo el exilio. Desde allí debió partir pronto para América. Por aquellas fechas Veneranda sufrió una perdida de visión progresiva que acabaría en ceguera y que resultó irreversible. Aún así, exiliada y ciega, nunca dejó de ser, hasta el final de su vida, una mujer activa y comprometida con sus ideas. Se estableció en México, su segunda patria, hasta que ya en la década de los setenta regresó a Asturias.

En este acto intervino también Antonio Masip, relatando numerosas anécdotas de Veneranda Manzano, tanto en España como en su largo exilio. Con ello finalizó el homenaje a Veneranda Manazo en la Escuela que ostenta honrosamente su nombre.

 

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