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El Catoblepas, número 48, febrero 2006
  El Catoblepasnúmero 48 • febrero 2006 • página 6
Desde mi atalaya

Historia del movimiento obrero en Asturias

José María Laso Prieto

Intervención en una sesión de la Escuela de Verano de las Juventudes Comunistas de España, celebrada en la sierra de Gredos

Su origen

Como clase, el movimiento obrero de Asturias está ligado al origen de la propia clase burguesa y, en consecuencia, al del mismo proceso de industrialización de Asturias. Al iniciarse el siglo XIX, las escasas actividades industriales y el incipiente desarrollo del puerto de Gijón, y de algunos de los núcleos urbanos del interior, apenas dieron lugar a minúsculos sectores burgueses.

La escasa entidad de los capitales comerciales y la mínima entidad de los capitales agrarios en el proceso de industrialización, abrió la puerta a la colonización exterior, que se virtualizaría ya desde los inicios de la minería organizada. En torno a la minería, surgió el crecimiento económico de Asturias, ya que dio lugar al desarrollo de la metalurgia y la siderurgia, las redes viarias, el comercio naval, etcétera.

Las demanda de los núcleos urbanos, que de ella surgen, sientan las bases para el desarrollo de algunas industrias transformadoras y de actividades terciarias, que generaron la creciente burguesía. La lentitud de la acumulación autóctona facilitó la apertura de un nuevo proceso de irrupción de capitales extra-provinciales. A las inversiones extranjeras se unieron las aportadas por los grupos más dinámicos del capitalismo vasco, madrileño y catalán.

Dependencia del exterior

La financiación exterior, a la sombra de la cual crecieron algunos sectores de la burguesía regional, determinó una mayor dependencia de esta clase respecto a los grupos hegemónicos del capital centralista español. Lo contrario sucedió en el País vasco y Cataluña, donde la afluencia de capitales foráneos no impidió un proceso de acumulación interior que dio origen a unas fuertes y dinámicas burguesías.

Repatriación del capital colonial: El periodo que sigue a 1898, amplió las bases económicas de la burguesía regional asturiana. A los capitales repatriados de América, y a los extra-regionales, se unieron los procedentes del comercio, las pequeñas actividades bancarias, la minería y otros negocios asturianos. Con ello se crea, por primera vez, un sistema financiero regional asturiano, que posibilitó un proceso acumulador facilitado por la Primera Guerra Mundial, que proporcionó elevados beneficios, en la minería, la siderurgia etcétera. A partir de ese momento, la burguesía asturiana fue tomando conciencia de sí misma, frente a un movimiento obrero crecientemente amenazador, y a un sistema político cada vez más anquilosado.

Madurez de la burguesía asturiana: El fortalecimiento y ampliación de las bases económicas de la burguesía asturiana, la lanzaron, por primera vez, a la formulación de sus aspiraciones hegemónicas, desarrollando un amplio movimiento de clase: grupos de presión, organismos patronales, etcétera. Empero las vacilaciones de una burguesía ascendente, y socialmente a la defensiva, teñirán de ambigüedades al reformismo melquiadista, apoyado por el sector más lúcido de la burguesía asturiana.

El fracaso del movimiento regionalista asturiano

Al igual que en otros países, los movimientos nacionalistas y regionalistas nacieron en España en el siglo XIX. Asturias no permaneció al margen de este fenómeno. Vázquez de Mella se pronunció sobre ello en Covadonga, en 1914. El vizconde de Campo Grande, con su «Doctrina asturianista» y su proyecto De Junta General del Principado, lo hizo también. Alas Pumariño, inició en 1917 un movimiento regionalista, con una carta dirigida a la Cámara de Comercio, un acto en el Teatro Campoamor y el Programa de la Liga Pro Asturias. Empero, a pesar de la expectativa inicial, que suscribió el proyecto regionalista, éste fracasó al no haber sabido insertarse en el tejido social asturiano.

Punto de retorno de la burguesía asturiana: El sexenio que precede a la «Dictadura primorriverista», marcó el punto de repliegue de la burguesía asturiana. Ello se concretó en 1917 con la Huelga General. Los años de posguerra (1818-1923) manifestaron la fragilidad de las bases de la economía regional asturiana. A la crisis de una minería lastrada por agudas deficiencias naturales y técnicas, y que, por ello, se desarrolló en un marco de protección extrema, es unió el estancamiento de la siderurgia y la débil presencia de la industria transformadora.

Génesis del movimiento obrero asturiano: la puesta en explotación de los yacimientos hulleros (en las cuencas del Nalón, del Caudal y del Aller) en la primera mitad del siglo XIX constituyó la base de partida de la clase obrera asturiana. No obstante la fuente hegemónica de la minería (en producción y conflictividad) el conjunto de la clase obrera asturiana englobará a los siguientes sectores: 1) Del sector metalúrgico, generado por la conversión en obreros de los antiguos artesanos de la región. Fábricas de Trubia y Oviedo, y por la instalación de factorías privadas como la fábrica de Mieres, la siderurgia de La Felguera y la Moreda de Gijón. 2) Además de los trabajadores de la industria transformadora generada por los capitales repatriados de América y que se localizaron en Oviedo y Gijón. Rasgo específico de Asturias será la tardía importación de mano de obra foránea. De modo que, con la excepción del periodo 1914-1918, hasta después de 1939, hay un predominio absoluto de la población autóctona. Ello se debe a la elevada densidad demográfica de la región desde el siglo XVII y a la lentitud y el carácter espasmódico de la industrialización. Esta situación de sobrepoblación, generada por la persistencia de unas estructuras agrarias anacrónicas, explicará la persistencia de otra peculiaridad obrera regional. Se trata de lo que se denominó obrero mixto. Se trataba del personal que trabajaba en las nuevas fuentes de riqueza sin abandonar definitivamente el trabajo agrícola. Esta peculiaridad asturiana estaba basada en el sistema de mayorazgos, monasterios e iglesias denominado de manos muertas.

Durante todo el siglo XIX, no existió en Asturias el proletariado –en el sentido clásico– salvo en reducidos núcleos urbanos de Gijón y Oviedo procedentes de distinto origen. A partir de 1890, se registró un aumento considerable del número de obreros no sólo en la minería sino asimismo en la metalurgia. A ello contribuyó el desarrollo de la industria nacional al amparo del proteccionismo económico impulsado por el presidente del Gobierno, Cánovas del Castillo. Este proletariado no es fundamentalmente autóctono sino emigrante que procede de Galicia y Castilla la vieja.

Constitución de las grandes empresas: Aunque durante el siglo XVIII, el reformismo económico ilustrado –Jovellanos, Campomanes, etcétera– trató de impulsar la explotación de las riquezas asturianas, favoreciendo incluso la inversión de capital extranjero –franco-belga y británico– los resultados fueron escasos, a consecuencia de: 1) La falta de tradición minera e, incluso, de conocimientos geológicos. 2) De espíritu racional de empresa. 3) De buenas comunicaciones regionales. La primera medida de protectora data de 1767, cuando reinando Carlos IV se ordenó que el Arsenal de El Ferrol se abasteciese de combustibles asturianos. Posteriores medidas legislativas: 1771, 1789 y 1792, permitieron la libertad comercial de tránsito y la canalización del río Nalón hasta el puerto de San Esteban de Pravia.

Ante la expansión revolucionaria francesa (1789-1794), en 1796 se instaló la fábrica de cañones de Trubia, «en lugar apartado y seguro», que se convirtió en el primer centro suministrador de hulla regional. Poco después, la fábrica de fusiles de Plasencia se trasladó a Oviedo y con ella un núcleo de trabajadores vascos.

Desarrollo de la siderurgia y de la metalurgia

Aunque los primeros capitales extranjeros no se invirtieron hasta la tercera década del siglo XIX, había habido en Asturias antecedentes industriales modestos: 1) la cobrería de Avilés –fundada en 1753– en la que se trabajó sobre la base de la artesanía tradicional. 2) Horno de casado y torres (1792) destinado a la fabricación de coke en Sama. 3) La factoría del marqués de Sagardelos (1791) de siderurgia y cerámica. 4) La real compañía asturiana de minas que, con capital francés y real (la reina Maria Cristina) levantó instalaciones fabriles en Avilés. Desde 1854 asoció la explotación de la hulla de Arnao y el zinc de reocin. Asimismo adquirió la Sociedad de Carbones La nueva, originada por una concesión minera que comprendía dieciséis criaderos en la Cuenca del Nalón. En esta etapa, se construyeron el ferrocarril y la carretera de Langreo a Gijón. La carretera en 1845 y el ferrocarril en 1854. Ambas vías de comunicación contribuyeron decisivamente al desarrollo minero y siderúrgico de Asturias.

La unión hullera y metalúrgica

Se constituye en 1886, por un proceso de absorción iniciado por el grupo francés Jaquet y compañía. Al fusionarse con la Compañía de Carbones María Luisa, pasó a denominarse Unión minera y metalúrgica. Al absorber a Hulleras de Santa Ana, La justa y Carbones San Martín, culminó un proceso de concentración que fue acumulado por la Sociedad Duro Felguera, que se convirtió en el primer centro productor y consumidor de carbón. En 1860 y 1865 se construyeron dos altos hornos estimulados por el abastecimiento de carriles para el Ferrocarril Langreo-Gijón.

La Duro-Felguera apareció como la primera Sociedad integradora de los sectores del hierro y el carbón, y en torno a ella se nucleó el desarrollo urbano del Nalón, en «el antiguo barrio de la Felguera». En la década 1840-1850 aparecieron en la Cuenca del Caudal-Alter las primeras explotaciones industriales organizadas para explotar carbón y hierro conjuntamente. Tras un complejo proceso de inversiones británicas y francesas, en 1879 se constituyó la Fábrica de fundición de Mieres. Disponía de dos Altos Hornos y fue la primera que obtuvo hierro colado de fundición de cok. Su producción se incrementó a partir de 1875, como consecuencia de las obras del Ferrocarril Pola de Lena-Gijón.

Minas y fábricas de Moreda y Gijón: Puso en funcionamiento un Alto Horno en Gijón, en 1879 y fue absorbido por la Compañía Minera Industrial Asturiana.

Su repercusión en el desarrollo de la clase obrera asturiana

El desarrollo, tanto de la industria extractiva, como de la siderurgia, incrementó extraordinariamente el contingente de proletarios asturianos. Así el número de obreros-mineros, aumentó paulatinamente a partir de 1900. De 1913 a 1920 representó el 126%. Gallegos y castellanos emigraron entonces a las cuencas mineras, cuya demanda de mano de obra estaba en estrecha relación con el cese de la importación de carbones de Inglaterra durante la Primera Guerra Mundial. Empero, desde 1921, el alud de emigrantes comienza a descender y se inician los despidos y el retorno a las regiones de origen.

La época dorada: El auge de la economía asturiana, en el campo de la minería, coincide con los años de la Primera Guerra Mundial. Los precios oficiales se triplicaron y la existencia del mercado negro hizo posible que se amasaran grandes fortunas. Los salarios también subieron y el nivel de vida de la clase obrera se elevó a partir de 1915. Desapareció el paro forzoso y se pagaron horas extraordinarias. Aunque la subida de precios se inició simultáneamente, los salarios les precedieron por corto tiempo. En 1924 el presupuesto familiar que se cifró en 261,85 pesetas era superado por los ingresos salariales medios que se cifraron en 281, 70 pesetas. En 1925 el desequilibrio reapareció: fue suprimida la jornada de 8 horas y se hizo crítica la situación por las continuas rebajas de jornales.

Evolución del movimiento obrero

La existencia del obrero mixto, en los primeros tiempos de la industrialización, permitió a los capitalistas asturianos obtener una mano de obra barata a costa de ser insegura. Este fenómeno fue también un obstáculo para el desarrollo de la conciencia de clase de los trabajadores asturianos. Los trabajadores, en su etapa inicial –la del obrero mixto– estaban bajo la influencia conservadora de los caciques tradicionales. En la medida en que se pasó del obrero mixto a un proletariado propiamente dicho, cambiaron las posibilidades de concienciación.

La primera etapa: 1891-1902

La expansión del socialismo hacia la región cantábrica, se originó a consecuencia de una escisión de la A.I.T., primera Internacional, en el Congreso Obrero de Zaragoza en 1872. En Asturias, la incidencia de la A.I.T. fue muy débil. Hubo núcleos en Oviedo, Sama de Langreo y Mieres, que apenas sobrevivieron un trienio. Existen también noticias referentes a una Sociedad Obrera Gijonesa, en el año 1870, así como de la constitución de otras cuatro en 1874. Después del I Congreso Socialista de Bilbao, en 1890, se produce el traslado a Asturias desde las minas vizcaínas. Francisco Cadavieco, empleado como portuario en el puerto de El Musel, organizó la primera Agrupación socialista regional asturiana en 1891. Poco después se constituyó la Agrupación socialista de Oviedo que fue fundada por las sociedades obreras de distintos oficios que existían desde el año 1892.

En ese año de 1892, Pablo Iglesias y Francisco Cadavieco realizaron una campaña de propaganda entre el proletariado y el artesanado urbano y entre la clase obrera de las cuencas mineras. Ello indujo a Pablo Iglesias a enviar a Asturias, en 1873, a Eduardo Varela, que desarrolló la propaganda ideológica en Oviedo y Gijón, así como remontando los valles mineros y creando las bases de las organizaciones socialistas de Sama de Langreo y Mieres. A su vez, Manuel Vigil Montoto, encuadró en una Sociedad de Resistencia a un sector de los metalúrgicos de Gijón. A partir de 1898, el centro de gravedad socialista gijonés se desplazó hacia el interior de la región por la presión que ejerció el movimiento libertario. Los orígenes de la cuña ácrata que se desarrolló en Asturias, circunscrita a los sectores obreros de Gijón y a los metalúrgicos de La Felguera («islotes anarquistas en un mar de socialismo») partió también del Congreso Obrero de Zaragoza y llegó a través del Puerto de El Musel. El primer apóstol del anarquismo en Asturias fue Ricardo Mella que formó en su ideario a Eleuterio Quintanilla.

Surge la federación socialista de la región asturiana: Las Agrupaciones socialistas de Gijón, Oviedo, Sama de Langreo y Turón se constituyeron en Federación Socialista de la Región Asturiana. Los primeros dirigentes que sobresalieron en la difusión del socialismo en las cuencas mineras, fueron Juan González y Manuel Álvarez Marina de las cuencas del Caudal y del Nalón (Langreo).

Luchas sociales y organización obrera

La primera huelga de Asturias ,fue para la obtención de un salario de cuatro pesetas. Se desarrolló del 20 al 26 de abril de 1881 en los pozos de Llascaras y La Moral de Langreo. En 1901 se produjo la huelga de los trabajadores del puerto de El Musel, que se extendió después a la Fábrica de Moreda y a los obreros tipógrafos. Fue declarado el Estado de Guerra y tal acción finalizó con la derrota de la clase obrera asturiana. En 1902, tuvieron lugar huelgas y manifestaciones en la Cuenca del Caudal, contra la subida de los precios y el agio electoral. En enero de 1906, la Fábrica de Mieres decidió rebajar los salarios en un 10% de «los trabajadores que se habían apartado ostensiblemente de la práctica del catolicismo.» Poco antes, en noviembre de 1905, habían solicitado un aumento de sus salarios en un 10%. La huelga se inició el 21 de enero y paralizó completamente la Fábrica de Mieres. Fue muy dura la reacción de la empresa y la actuación del denominado «Gabinete Negro» contra los participantes en la llamada La huelgona y se produjo el despido de 700 trabajadores.

Nuevos conflictos sociales: A pesar de la represión patronal, los conflictos sociales se sucedieron. En el mismo año 1906 se produjo la huelga de los mineros de Gozón y de los peones de la construcción de Caso. Entre 1907 y 1911 se desarrollaron conflictos sociales que afectaron a pequeños talleres o a determinados oficios. En 1908, tuvo lugar la huelga de las Sociedades obreras de vidrieros y fosforeros de Gijón. En 1909, los obreros libertarios reaccionaron solidariamente con la Central Obrera Catalana, con motivo de los sucesos de la denominada «Semana Trágica» y el fusilamiento del teórico anarquista Francisco Ferrer Guardia. En esta acción solidaria participaron metalúrgicos, obreros de la construcción y trabajadores portuarios. Todas estas luchas sociales manifestaron la resistencia de la clase obrera al capital en la primera década del siglo XX y prepararon el ambiente para la creación de una sindicación obrera que diese cohesión a la lucha social de los trabajadores asturianos.

Formación del sindicato minero asturiano: El S.O.M.A se constituyó en noviembre de 1910 después de una intensa campaña de propaganda. Se trataba de contrarrestar la acción concertada de la gran patronal –Duro Felguera, fábrica de Mieres, hullera española, &c.– Su Comité Ejecutivo se radicó en Mieres. Sus dirigentes más destacados fueron Manuel Llaneza y Amador Fernández (Amadorín).

En 1910 se constituyó la conjunción republicano-socialista con la participación de los «reformistas» de Melquíades Álvarez.

Asociación patronal y sindicatos católicos

La Patronal Minera (Asociación Patronal de Mineros Asturianos) se fundó en 1913. Bajo a inspiración del Marqués de Comillas, se constituyó en 1912 el Sindicato Católico de Obreros Mineros de Asturias bajo la dirección del «amarillista» y fanático católico Vicente Madera. A su vez, bajo la dirección del SOMA, tuvieron lugar diversas acciones obreras que culminaron en las grandes huelgas de 1916 y 191. Anteriormente la huelga anarquista de 1912, desarrollada en La Felguera fue muy crispada y no la apoyó el SOMA.

En 1916, el Sindicato de Ferroviarios de la UGT. reivindicó mejoras salariales al Gobierno de Canalejas. Asesinado este progresista Jefe del Gobierno, se planteó de nuevo la reivindicación y, en julio de 1916, socialistas y anarquistas acordaron en Zaragoza la Huelga General para expresar sus reivindicaciones proletarias. Esta Huelga General se inició por los Sindicatos en Valladolid y se extendió rápidamente a Asturias. Como consecuencia de ello, se paralizó el tráfico ferroviario y se suspendieron las garantías constitucionales. Fue asimismo, muy destacada la participación en esta huelga del SOMA y la función mediadora del Instituto de Reformas Sociales con un dictamen favorable para los ferroviarios. Para el jefe del Gobierno, el Conde de Romanones, era una idiotez hablar de intromisiones extranjeras. La opinión general era la de que, en lo sucesivo, «se podría legislar contra la clase obrera pero no prescindir de su fuerza».

La Huelga General, de agosto de 1917, fue considerada como la más alta manifestación del descontento de la clase obrera y de un extenso sector de las clases medias y de un esfuerzo por cambiar la política gubernamental. Esta huelga fue promovida conjuntamente por la UGT y la CNT. El paro fue tan absoluto que los periódicos no se publicaron durante 18 días. Hubo atentados y una fuerte represión contra el movimiento obrero, dirigida por el general Burguete, que instaló su Cuartel General en la Fábrica de Mieres.

[En mi conferencia sobre este tema, tuve que desarrollar oralmente el desarrollo de las grandes huelgas mineras contra elfranquismo. A ello dedicaremos después un artículo monográfico.]

 

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