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El Catoblepas, número 47, enero 2006
  El Catoblepasnúmero 47 • enero 2006 • página 20
Polémica

E-p-m y la crítica de Joaquín Robles indice de la polémica

Silverio Sánchez Corredera

Respuesta a la crítica de Joaquín Robles, publicada en El Catoblepas 47:10, enero 2006, sobre la teoría ético-político-moral (e-p-m) que vengo desarrollando

En síntesis, lo que se dice más abajo es que si Joaquín Robles tuviera razón, no la demuestra. Sus argumentos fundamentales se basan en el comentario de unos ejemplos, que al reinterpretarlos él a su manera no son mis ejemplos sino los suyos. El resto de imputaciones no quedan argumentadas así que las asumo como su parecer personal. Yo doy el mío.

Debo agradecer, antes de nada, a Joaquín Robles López que se haya interesado por la teoría e-p-m que vengo tratando de defender hace algún tiempo. Debo agradecerle también que se haya atrevido a denunciar los aspectos que estima ser errados. Cuando resultaren ser ciertos esos errores, me estaría dando la ocasión de replantearlos y si resultaren ser inciertos me estaría ofreciendo una ocasión para enfocar mejor una lectura de una teoría que sin duda encierra muchas complejidades.

Sea como fuere, lo que a mí me interesa en esta polémica es ir al asunto, a las pegas o críticas con el fin de deshacer malentendidos espurios, si los hubiere, y con el fin de poner sobre la mesa las diferencias esenciales que probablemente puedan separarnos, poniendo entre paréntesis al máximo las cuestiones personales que suelen adherirse.

La crítica de Joaquín Robles sobre la teoría e-p-m queda enmarcada bajo una cuádruple posible interpretación de su alcance: si e-p-m es 1) una reexposición, 2) una ampliación, 3) una rectificación o 4) una interpretación respecto de las tesis ya contenidas en el materialismo filosófico (MF). Su diagnóstico es que no parece tratarse de una rectificación, como habría sido el caso de David Alvargonzález, según Joaquín Robles{1}, y que al no tratarse de una reexposición ni de una ampliación, trátase entonces de una interpretación mía de las tesis del MF sobre el complejo ético-político-moral. Una interpretación que aporta algunos aciertos parciales pero que contiene malentendidos y errores importantes que «desvían los fundamentos de la doctrina expuesta por ramas muy alejadas de lo que constituye la doctrina del MF sobre e-p-m», dice Joaquín.

El diagnóstico no puede presentarse con más interés. Por una parte, el hecho de que se den aportaciones parciales en un sistema filosófico de tal calibre ya es de suyo muy importante. En segundo lugar, nada mejor que poner al descubierto los malentendidos en que yo haya podido incurrir: con el fin de seguir profundizando en una sistema de ideas de tal potencia. Si los malentendidos –puntos ciegos que ocultarían la visión completa- llegaren a ser errores, es decir, no ya puntos ciegos (que seguro que los hay) sino visiones incorrectas o alucinaciones, entonces el problema adquiere caracteres más objetivos y más graves. Vayamos por partes:

Punto primero: sobre los errores de e-p-m

No voy a partir de que no haya errores en la teoría e-p-m que defiendo, prefiero conceder que sí los hay. El problema residirá entonces en encontrar la regla capaz de medir los errores. Joaquín ha utilizado una regla bastante obvia, la de contrastar textos, la de ir a los textos del creador y sustentador principal y eminente del materialismo filosófico, la obra de Gustavo Bueno (tan apreciado intelectualmente por él como por mí, sin ninguna duda). Por supuesto, nada que objetar, ha de ser así.

El planteamiento no puede ser más prometedor, en su encuadre general. Pero el problema está en que después de haber leído los argumentos y pruebas textuales que se aportan, no veo que se haya puesto de manifiesto ningún error, con lo que recibo una primera impresión decepcionante. Sin embargo, por lo que parece, la crítica que se ha elaborado no es más que un proemio, es decir un enfoque general de los prismas que se van a proyectar y que cabe, entonces, que el verdadero contenido crítico haya quedado para sucesivos análisis no proemiales. Espero que sea así, porque no hay ningún modo mejor de perfeccionar una teoría que sometiéndola a contraste.

De momento, con el fin de que el intercambio crítico pueda mejorarse (pueda ser útil para terceros lectores y pueda merecer la pena para la propia construcción del MF) tendré que contribuir, en lo que pueda, a validar o invalidar las críticas.

A mi entender, la fórmula que se aplica de elegir entre una de cuatro opciones exclusivas (o es reexposición o es ampliación o es rectificación o es interpretación) obtura una fórmula más rica, que resultaría de proponer esas cuatro salidas como alternativas, es decir como no exclusivas. De este modo, yo diría que reexpongo, que amplío y que desarrollo, y que inevitablemente interpreto; efectivamente, no hay rectificación intencional por parte mía, pero eso no aseguraría que no la hubiere.

Es obvio que mi teoría e-p-m tiene tramos de reexposición; de hecho no lo pones en duda, Joaquín, y en realidad lo que se plantea es si es sólo reexposición. En un porcentaje muy alto lo que hago es retomar lo que Gustavo Bueno ha planteado y disponerlo como el territorio filosófico en que me muevo. Reexpongo, por tanto, y se podrá señalar que no es lo mismo la sinfonía tocada por el maestro que cuando yo la reproduzco, porque fácilmente se verán signos de imitación que desdoran el original.

Pero no sólo he tratado de reexponer sino que he tratado de desarrollar, lo que tú has preferido denominar como ampliar. Al pretender desarrollar unas ideas ya existentes, efectivamente, lo que uno se propone es acogerse a la sintaxis y a la semántica de ese lenguaje –podríamos decir–, que funciona con su propia potencia interna, llevándolo a nuevas aplicaciones (pragmática) y de ese modo contribuir a la ampliación de la teoría de partida, con el fin de acrecentar como fin último, claro está, las verdades removidas (si es el caso). Pero llevado de la convicción de que además de aplicaciones escolares también se puede desarrollar la sintaxis y la semántica del sistema, mis trabajos no se han planteado sólo como ampliaciones, sino como desarrollos en toda su extensión, es decir, como una teoría que asentándose en un sistema ya en marcha trata desde ahí de seguir desbrozando nuevos territorios.

¿Cuándo se interpreta mal la teoría de partida y, por tanto, cuándo queda traicionada? Depende de a qué nivel queramos situarnos, porque si ya toda traducción es una traición a algún nivel, ha de suponerse con mayor razón que cualquiera de mis pasos no va a tener que coincidir con lo que Gustavo Bueno hubiera caminado si él se hubiera planteado desarrollar la misma cuestión que yo encaré. Él lo habría planteado y resuelto mejor, así es; pero no podemos exigirle que haga su trabajo y el de los demás.

Así que la cuestión habrá que despersonalizarla y enfocarla a través de criterios más objetivos, como será determinar qué es lo que ha de entenderse que cae dentro del materialismo filosófico. Tú pones precisamente el dedo sobre algunas cuestiones doctrinales a las que volveré después. Pero he de redondear el argumento que he iniciado: no sólo reexpongo (desde la literalidad hasta la traducción a otros vocablos, pasando por el parafraseo seguramente tosco muchas veces), no sólo amplío (o aplico lo ya elaborado a otros territorios pero sin arriesgar en el contenido), sino que he tratado de desarrollar, es decir, he partido de los contenidos presentes del MF arriesgando otros contenidos dentro de la misma metodología, de los mismos principios y de un campo de referencias común. ¿Que ello necesariamente comporte tener que interpretar?: obviamente. ¿Que esas interpretaciones desvíen los fundamentos de la doctrina expuesta por ramas muy alejadas de lo que constituye la doctrina del MF sobre e-p-m? (como tú defiendes): eso es lo que merece la pena discutir.

Pero no me entregas elementos de juicio para que nuestra distancia pueda calcularse debidamente, porque te limitas a acusarme de sustantificar e hispostasiar tanto las clases (atributivas y distributivas) como los fenómenos analizados dentro de sus enclasamientos respectivos, y para ello presentas algunos de mis ejemplos como prueba. Tengo que decirte que en cuanto retomas mis ejemplos y les haces decir más de lo que yo he dicho pasan a ser tus ejemplos, de modo que no entiendo por qué te empeñas en esas interpretaciones tuyas, como si vinieran necesariamente impuestas en lo que yo traté de expresar. Pongamos por caso la mentada «cola del cine», de la que tú recriminas que no podía haber elegido un ejemplo peor. En mi ejemplo yo hablo de una cola del cine (distributiva), en cuanto a la capacidad de los sujetos para irse de ella, no en ningún otro sentido que tú te ocupas en suponer. Yo no sustantifico la cola del cine como si ella fuera la revelación encarnada de una totalidad distributiva, eres tú el que me lo pones en la boca, tú sabrás por qué. En contrapartida, pongo como ejemplo de totalidad o clase atributiva el pasaje de un avión, no tampoco como fenómeno hipostasiado expresión directa pura de la clase atributiva -eso son tus interpretaciones- sino tomado respecto de una relación contraída por los pasajeros en el momento de hallarse en vuelo y, singularmente (para que el ejemplo sea lo más próximo posible al de la cola del cine) referido a la posibilidad de abandonar el avión durante el vuelo. Me han resultado graciosos los análisis que haces sobre si en caso de enfermedad podría precipitarse un aterrizaje prematuro y entonces... En fin, que ya no es mi ejemplo: que ya no es la relación concreta en la que yo tomé a los elementos de una clase, para ejemplificar respecto de esa relación y no de otra sin concretar, dónde tenemos una clase atributiva o distributiva. Y son, creo, muy buenos ejemplos para empezar a ilustrar a los que desconocen el asunto, que para eso fueron ideados (exactamente para que fueran útiles a los alumnos de 4º de ESO. Ellos sí los entienden). Así que no puedo retractarme de mis inclinaciones a sustantificar o hipostasiar, inclinaciones que supongo que supones han de ser síntomas idealistas o metafísicos, o sea, el peligro que tratamos de eludir siempre los materialistas. No puedo retractarme porque no me has indicado dónde sustantifico o realizo hipóstasis.

Claro que además de las totalidades distributivas y atributivas, te doy la razón, tenemos la totalidad isomérica (o mixta). De la deformación que haces de mis ejemplos deduces que no la tengo en cuenta, pero si más allá del articulo de Murcia, la pequeña ponencia que presenté y que aparece publicada en Filosofía y cuerpo..., se repara en la primera parte de Jovellanos y el jovellanismo..., podría llegar a afirmarse sin reservas que el empeño por poner en conexión y buscar la lógica entre los fenómenos éticos, los políticos y los morales tendría que ver con un abordaje de la sociedad política como totalidad isomérica, tanto por lo que los Estados tienen de distributivos respecto de la atributiva Sociedad Universal de Estados como por lo que la atributividad de cada Estado pone en juego al establecer relaciones con grupos, asociaciones, instituciones y, en definitiva, ciudadanos, que pueden ser considerados como elementos distributivos dentro de la clase en la que cada uno quede homologado, según relaciones de equivalencia de los elementos enclasados a determinar en cada caso. Así que no sólo no desconozco las totalidades isoméricas sino que, por decirlo así, me dedico a ellas (lo que no quiere decir que esté exento de erratas y de errores).

Una reflexión similar cabe hacer respecto de las conexiones sinecoides, que también desconozco o no tengo en cuenta, según tu apreciación. ¿No son conexiones sinecoides lo que yo recorro al empeñarme en buscar conexiones que pongan en contacto el nivel de las relaciones de los sujetos éticos con el nivel de lo que yo llamo moral combinatoria? Convencerá o no el modo como lo ejecuto, pero ¿desde qué lugar privilegiado se me puede decir que no esté utilizando las técnicas del taller de Gustavo Bueno?, es decir, ¿desde qué canon se puede medir que con mi interpretación me estoy situando en una sala colindante al taller, quizás, pero fuera ya de él?. Si fuera así nada tendría de dramático o de trágico. Pero si alguien cree ver un proceso de ese tipo ¿no debería hacerlo mostrando la distancia efectiva de la separación?. Debemos conceder como un axioma que cualquiera que trate de desarrollar algún aspecto teórico que nazca dentro del MF y no sea Gustavo Bueno, necesariamente ha de recorrer alguna distancia entre el foco del sistema y su recorrido. Se trataría de determinar a qué distancia y bajo qué características se pierde la condición de estar dentro del sistema. No das, Joaquín, las claves para calcular esto, aunque pareces tenerlas. ¿Cuáles serían los criterios de demarcación de pertenencia al MF?: tú pareces una persona señalada para desarrollar esto. Me gustaría conocerlos.

Punto segundo: cuestiones de fondo que se mencionan

Sustantificar e hipostasiar. El concepto de persona. El concepto de libertad. E-p-m ya está desarrollada en Gustavo Bueno, a qué viene otro desarrollo. No me hallo dentro del canon. Ejercicio laberíntico. Galimatías de siglas que lo confunde todo.

1. Siempre se corre el peligro de sustantificar, efectivamente; nadie está exento de incurrir en metafísicas. En este sentido, cualquier apreciación que me sacara de mis puntos ciegos tendría que agradecerla. Doy por hecho que el nivel de precisión que puedo alcanzar con mis construcciones no puede sino ser bastante tentativo comparado con las que tomo como referencia y punto de partida. Pero espero que aunque lo que me propongo es avanzar por territorios no del todo explorados, mis trabajos hayan de servir para algo, en el peor de los casos para mostrar caminos que no hay que recorrer.

Ahora bien, algunas palabras precisamente por ser muy vecinas planifican continuamente nuestra perdición. Niego mis inclinaciones sustantificadoras o hipostatizantes. Huyo de la sustantificación, sí, pero no pretendo huir de la sustantivación. Soy partidario de sustantivar en muchas ocasiones:

1) Discursivamente, por cuestión de estilo, porque recorta la longitud de las frases o porque las entrega de modo más directo. ¿No se habrá confundido esta tendencia a sustantivar, que quizás tengo, con la inclinación metafísica por la sustantificación? Cuando ya se ha definido algo previamente o en otros lugares con los oportunos circunloquios, frases conjuntivas, relativas y subordinadas, con todos los matices para no dar ocasión a imprecisiones, entonces ya puede uno partir de la buena voluntad del lector (que no supones que esté a cazarte en sustantivaciones inoportunas) y acortar sus frases diciendo cosas como «los fenómenos atributivos» o «la moral porfiriana», etc.

2) Filosóficamente, porque defiendo una filosofía sustantiva y no meramente adjetiva o genitiva. Sigo creyendo que el MF defiende una filosofía sustantiva y no sólo adjetiva o genitiva. Y, más concretamente, el MF se propone, por la pluralidad ontológica y gnoseológica de la que parte, intentar cuajar como corriente y no sólo como filosofía de autor.

3) Ontológicamente, porque creo que a la filosofía le incumbe la cuestión de la esencia, siempre que, claro está para el MF, no se contamine el concepto de esencia con el de sustancia y con tal de que sea entendida la esencia como realidad material, como un proceso o relación de la existencia misma. Muy recientemente hemos podido asistir al magnífico ejercicio de diferenciar entre la esencia y la existencia de España en España no es un mito, con tan buenos resultados.

2. Cambiando de imputación. La idea de persona que desarrolla Atilana Guerrero en Filosofía y Cuerpo, haciendo depender a la persona de la sociedad política, dentro de la concepción de las estructuras metafinitas, me parece de interés, pero no veo en dónde entra en colisión con mis análisis. Como tal idea recorre espacios conceptuales muy amplios y puede estar sometida a aplicaciones diversas; si éstas se dieran en contradicción, habría que mostrarlo. Gustavo Bueno utiliza el par persona/ciudadano para asimilarlos respectivamente al par ética/moral, y así lo hago yo. Nadie dice que se agote la idea de persona en ese contraste.

3. Dices que aplico la idea de libertad a los actos éticos, cuando lo que la teoría de Gustavo Bueno defendería es que la libertad es un proceso, no un acto. Quizás lo entendemos de modo distinto y quizás sea yo quien no lo entienda bien. Lo que yo entiendo es que la libertad no puede deducirse directamente de los actos, considerados aislados, sino que hay que deducirla, efectivamente, de un proceso que se gesta dentro de planes generales, la vida entera en el límite como proyecto personal de un sujeto racional inmerso en una sociedad. Pero una vez situados en el interior de ese proceso (y no apelando a la libertad de acción pura, dura y solipsista o a la autodeterminación de un sujeto individual que en sus actos aislados tendría la radical condición de ser libre, porque serían «sus» actos o algo así), entiendo que los actos que se ordenan siguiendo la directriz de ese proceso (que han de darse conteniendo operaciones no sólo de libertad-de sino también de libertad-para) pueden llamarse ellos mismos libres, por esa razón. Se deduce el valor de los actos libres del valor del proceso libre, no al revés. Porque, en definitiva, de modo práctico: si no fuera porque haya de haber una aplicación descendiente que permita hablar de una actividad concreta libre, ¿a qué hablar de libertad?. Quiero recordar también que cuando se habla de libertad en el supuesto de libertad-de no hace falta apelar a ese contexto envolvente y bastaría comprobar la inexistencia de ataduras circunscritas, según entiendo yo.

4. Otra línea crítica a la que te refieres. E-p-m ya está desarrollada en Bueno, a qué viene otro desarrollo. Dices que la propuesta de unir el tándem ética-moral a la política que yo trato de establecer con e-p-m ya está hecha en la propuesta de Gustavo Bueno al completar la e-m con el derecho. Y efectivamente, de ahí parto. Entiendo que el derecho es el puente de conexión político entre los problemas morales y los éticos, y que una vez reconocido ese tránsito queda claro que el complejo de problemas ético-morales que son inconmensurables con los problemas políticos están, no obstante, unidos a través del derecho y que, en consecuencia, como hay que suponer no una relación metamérica sino diamérica entre esos conjuntos de problemas, se trata de recorrer esa dialéctica de las relaciones diaméricas entre esos distintos planos. Lo que he hecho y sigo tratando de desarrollar (en otros escritos recientes) con la teoría e-p-m es poner a funcionar la lógica del materialismo filosófico –tal como yo la entiendo, obviamente- en un territorio específico que está ya roturado pero no enteramente recorrido ni clausurado. Puede ser una cuestión pertinente preguntarse en qué momento mi modo de hacer deja de funcionar con la lógica del MF, si se ve con claridad la mutación y se señala; pero puede correr el peligro de convertirse en arte adivinatorio, puesto que estará en todo caso por ver, dependiendo de cómo graviten y engranen el conjunto de aportaciones en este sistema cuyo foco se irradia desde las obras de Gustavo Bueno, pero cuya complejidad ha de desbordarle a él mismo si es que ha de ser un sistema de escuela y no un sistema de autor sin más. Si se configurara como un sistema de autor, necesariamente toda mi e-p-m estaría fuera de ese sistema, aunque tuviera grandes deudas con él.

5. Otra de las cuestiones de fondo. No me hallo dentro del canon, propones. En definitiva, si tu impresión de la teoría e-p-m es la de que se sale del canon, por la vía de una interpretación mía llena de errores, y si, los errores que has visto no has conseguido plasmarlos bien en tus argumentos y ejemplos, debo inferir que algo has visto que no te ha gustado. Y aquí es donde quizá sí proceda que cada uno aclare qué quiere decir cuando se dice que se está situado en el MF. Y cuál es la vara de medir esto. Creo que podrías empezar por ello, si te parece, con el fin de aclararnos.

6. Ejercicio laberíntico, afirmas. Creo que puedo darte la razón en cuanto a que lo que llevo desarrollado sobre e-p-m tiene mucho de ejercicio laberíntico. Recorro muchos senderos, dejo apuntamientos, dibujo mapas conceptuales y elaboro esquemas. Efectivamente, lo que hay publicado responde, en este primer momento donde me hallo, a una serie de recorridos siguiendo la fertilidad de líneas trazadas por el MF y estando más interesado en dibujar los mapas de los territorios que he creído ver que en una exposición donde lo que prime sea un ejercicio para hacerme entender. Es decir, me he ocupado más de tomar nota pensando en mí que en hacerlo comprensible para los demás. Esperaba que los avezados en el MF sí entendieran la mayor parte de lo que pretendo plantear. Sé que lo que tengo son sobre todo esquemas de conexiones de ideas y que la tarea clarificadora conceptual de su engranaje está por hacer en gran medida. Por tanto, quien se acerque a todo esto que he escrito percibirá, efectivamente, ese laberinto.

7. Galimatías de siglas que lo confunde todo, dices. Puedo aceptar que dada la complejidad en la que he querido meterme se pueda apreciar galimatías de siglas en algunas de las clasificaciones y ordenamientos –que no me negarás que es una técnica muy propia del MF-, pero si lo confundo todo con mis siglas me gustaría, creo yo, saber qué confundo, empezando por algo concreto.

Responderé a tu sinceridad con la misma o parecida sinceridad:

No haces una buena lectura, creo yo. Sacas de contexto. Extrapolas. Deformas ejemplos. Lanzas descalificaciones serias y después lo dejas estar. Imputas errores que no analizas verdaderamente porque caes en el vicio de enredarte en tus propias interpretaciones. Elaboras una crítica yendo a frases (que se pueden sacar fácilmente de contexto) y no al fondo, a los contenidos, a las doctrinas y a la metodología.

¿Qué más da que interprete o que reexponga o que amplíe o que desarrolle o que rectifique? Esto puede interesar extraerse después de haber ido a ver si se aporta algo sustantivo, a no ser que el criterio de demarcación de lo que es el canon del MF pase a primer plano por alguna razón que ahora desconozco. Y no estoy diciendo que no importen las formas, los métodos, la metodología, los criterios gnoseológicos o terminológicos, todo lo contrario (precisamente lo que hago es aplicarme a sacar el jugo de una serie de anclajes formales que el MF viene utilizando). Y no es que no sea interesante entrar en este esgrima de palabras con el fin de detectar posibles errores, es que ha de partirse de algo que tenga cuerpo, no basta ir de los ejemplos a las imputaciones genéricas, creo yo. También es verdad que cabe la crítica literaria de las primeras impresiones, esto podría servir, de hecho sirve.

Las formas son importantes, la escuela es más importante que el autor aislado, pero, precisamente por eso, el escolasticismo formalista es su peligro eminente. Quien tenga la medida de la escuela que la muestre, quien disponga del canon formal idóneo que lo dé a conocer. Yo me muevo en el pluralismo, tengo mi composición personal de lo que es el MF como corriente y me hago una idea de los criterios formales mínimos sine qua non para no entrar en contradicción con sus supuestos básicos, sus doctrinas generales, y su metodología filosófica (si así lo puedo decir), pero no me atrevo a afirmar desde ningún lugar a priori ni desde ninguno a simultaneo donde está el canon. Porque el canon, que lo hay, es un canon dinámico, personalizado y grupal, construido a partir de una obra (todos sabemos que la de Gustavo Bueno) que tiene muchos niveles de pertinencia y no todo lo que haya ahí escrito es dogma alguno, la mayor parte (todo aquello que consiga perdurar), sí, doctrina nuestra, un «nuestra» en biocenosis. Esto prueba que el MF está vivo. ¡Que dure!

Salud, Joaquín. Me acojo al sine ira et studio.

Gijón, 24 de enero de 2006

Nota

{1} No entro aquí en esa polémica sobre la verdad de las religiones primarias, que ha mantenido David Alvargonzález frente a un número considerable de críticos, polémica que también se generó por un órdago que Joaquín Robles lanzó a David. Como lector muy interesado de la polémica pero que no he tenido ocasión de mirar con detalle al microscopio he de decir que mis simpatías están con los argumentos y datos aportados por David. Si descubriera algún error de percepción, rectificaría mi apreciación.

 

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