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El Catoblepas, número 45, noviembre 2005
  El Catoblepasnúmero 45 • noviembre 2005 • página 11
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Fernando Savater dice que la idea de España
se la suda: entre Portugal y Francia
se encuentra... la Democracia

Pedro Insua Rodríguez

El escritor Fernando (Fernández-)Savater muestra una vez más su verdadera catadura al declarar: «la idea de España me la suda»

Fernando Fernández-Savater MartínFernando (Fernández) Savater
«La idea de España me la suda»
Fernando Savater, el 15 de noviembre de 2005
→ sobre este asunto en los foros de nódulo

Cuenta Unamuno en El Sol («Religión de Estado y Religión del Estado», 8 de septiembre de 1931) la siguiente anécdota, digamos, parlamentaria: «un día un ingenuo diputado neófito se descuidó en decir que hay que marchar por el camino real», oyendo entonces murmullos se vio por lo visto obligado a rectificar y corregir: «bueno, por el camino republicano.»

«Y se oye –continúa Unamuno– en la tanda de ruegos y preguntas, ruegos que son rogativas y aún letanías al Estado óptimo, máximo y providente. Estado... federal por de contado, aunque este de federal es un adjetivo mágico y místico en que al preguntarle a los fieles qué quiere decir, han de tener que contestar: 'Eso no me lo preguntéis a mi, que soy ignorante; juristas tiene el santo padre Estado que os sabrán responder.' Porque esta fe republicana es fe implícita o de carbonero.»

Algo así le ocurre hoy a un neófito cuando, imprudentemente, sugiere, ya no digamos en las Cortes sino incluso en un sarao de estos en los que los políticos escuchan a los orates «intelectuales», que «hay que marchar por el camino español». Al margen de lo que con ello se quiera decir, en seguida, dado lo que esta expresión sugiere, hay que corregirse, prácticamente disculparse y decir «bueno, por el camino democrático».

Con otro tipo de expresiones también ocurre algo semejante, me refiero a esta obligación de explicarse ante las suspicacias que generan, cuando tales expresiones llegan a oídos piadosos (cargados, entiéndase, de fe implícita, ahora democrática, o de carbonero). Por ejemplo, se oye con mucha frecuencia, sobre todo después de un atentado terrorista, y en boca de muchos políticos, que se combatirá el terrorismo «siempre dentro de los estrictos márgenes del Estado de Derecho», como si el que pide justicia contra el asesino estuviese ya pensando en que la «justicia» que pide se encontrase, según tales políticos suspicaces, «al margen» del Estado de Derecho.

Y es que «España», y me refiero tan sólo a su expresión, y no digo ya su concepto o su Idea (la que sea), sugiere como por reflejo en el cerebro de muchos, como a estas alturas todo el mundo sabe, que tal nombre no tiene en principio nada que ver ni con «la democracia», ni con «el Estado de Derecho». Digamos que prima facie, si tomamos ambos conceptos como conceptos clase, «España» y «Estado democrático y de Derecho» forman algo así, según tal fe implícita, como clases disyuntas, dioscúricas, sin elementos en común. Y como este reflejo actualmente es frecuentísimo, pues enseguida, si se habla de España, urgentemente hay que establecer relaciones entre los términos de ambas clases, no sea que el que así habla caiga bajo sospecha de mantenerse «al margen» (¡fascista!). Quiero decir que hablar de España, como Estado democrático y de derecho, requiere inmediatamente una justificación, por más que sea una evidencia constitucional (importa poco, en este sentido, lo que diga el artículo primero de la Constitución vigente).

Y es que cuando con la Constitución del 78 se arrojó el agua sucia del franquismo, parece ser que con ella también se arrojó al niño... Veamos.

La reunión que tuvo lugar en el Hotel Suecia de Madrid, el día 15 de noviembre de 2005, tenía por objeto el análisis de la situación política planteada por la admisión a trámite del Estatuto de Cataluña (el, de modo cómplice, también llamado Estatut) que el Parlamento de Cataluña dirigió a las Cortes a principios de mes.

Un Estatuto que en cierto modo, igual que «el Tratado para una Constitución europea», es un «baciyelmo», en expresión de Bueno: un Estatuto que pide el principio de Cataluña como titular de la soberanía (constitución) –es decir que, visto desde la unidad de España, parte de su secesión como hecho consumado–, para después establecer vínculos de asociación (tratado) con el «Estado español».

Un Estatuto que, al proclamarse en él como soberana una de las partes que la forman (o más bien dos: Cataluña y... ¡¡¡Arán!!!), amenaza completamente la unidad de España, en cuanto que amenaza su identidad como nación soberana, aunque sea para después recuperar tal unidad pero en forma de con-federación, rota ya de hecho la soberanía española. Una soberanía que está representada en las Cortes, y desde las cuales se admite a trámite una ley (los Estatutos los firma el Rey, una vez aprobados por las Cortes, como «ley orgánica») que pone en cuestión, o mejor, que niega, y esto es lo curioso, esa misma soberanía que las Cortes se supone representan. Es decir, y dicho de una vez, si el Estatuto de Cataluña es finalmente aprobado por las Cortes, entonces lo que las Cortes han aprobado es que las Cortes no pueden aprobar lo que han aprobado...

De manera que, si algo se pone en cuestión con el Estatuto de Cataluña, no es el «Estado de Derecho», ni «la Libertad», tampoco «este País» (a nadie, yo creo, se le oye hablar más de «este Páis» –con acento en la «a»– que a Otegi y su banda), ni siquiera la Gramática (a pesar de que sí es verdad que la competencia gramatical de los redactores del texto estatutario, no es que se ponga en cuestión, es que es nula), sino que lo que se pone en cuestión, lo que el Estatuto amenaza es al niño..., a España.

Fundación para la Libertad

Pues bien, hasta pasada la media hora o más después de haber comenzado el acto, organizado por la Fundación para la Libertad y destinado, repito, a debatir esa cuestión, no apareció, más que de un modo coyuntural, como de paso, el nombre del niño. Sin duda, como ponía de manifiesto irónicamente Unamuno en ese mismo artículo que hemos citado, un poco más abajo, y con muy mala leche –de la que después se disculpa–:

«si se oye este nombre, España, mucho menos que el de República, es porque se le estima algo inefable, como los hebreos sustituían el nombre inefable de Yahwé por el de Jehová.»

Así, comenzó hablando Redondo Terreros, a la sazón «presentador» del acto a título de Presidente de la Fundación, manifestando que los allí presentes como ponentes (Espada, Blanco Valdés, Savater y él mismo) comparecían ante el público asistente como «ciudadanos», así dijo («somos ciudadanos»), y en tanto que tales convocaban y se dirigían a la sala. No recuerdo bien el contenido de su exposición, que era, repito, una presentación, pero sí recuerdo que varias veces utilizó la expresión «este País».

Entre los asistentes en la sala, por cierto saturada y con gente de pie, pude reconocer a Esperanza Aguirre, Rosa Díez, Santiago Abascal, José Acosta e Ignacio Astarloa (la presencia de estos dos últimos fue más bien «testimonial», y es que se fueron antes de que comenzara el acto). En fin, miembros, como vemos de «los dos grandes partidos» que, sin duda, situaban al acto en la línea de la petición de conciliación o consenso entre PSOE-PP como solución al problema que en las Cortes les separaba, pero allí les reunía. También pude reconocer entre los asistentes a Boadella (que al día siguiente, por cierto, estrenaba en Madrid «En un lugar de Manhattan»), así como a periodistas de diversos medios de comunicación.

Ya el planteamiento, en cierto modo, venía a «conceder demasiado» a lo que supuestamente se pretendía combatir (con esa «reunión», insisto, de representantes de los dos «grandes partidos»), en cuanto que los ponentes, recordemos que presentados como «ciudadanos», lo eran a título de nativos de las tres «comunidades históricas» (Espada, de Cataluña; Blanco Valdés, de Galicia; y Savater, de Vascongadas), de manera que, aunque fuera para después negar tal planteamiento –el de que tales comunidades representasen políticamente algo más que partes de la nación española–, éste sin embargo se daba por bueno ya desde el principio. Es decir, si figuraban tres ponentes y no más ni menos, y en tanto que cada uno procedía de cada una de esas tres comunidades («uno de cada»), era porque en el propio planteamiento se buscaba algo así como la contrafigura de la «Galeuzca», pero no desde aquello que la Galeuzca pone en cuestión –España–, sino desde la Galeuzca misma. Al presentarse, en definitiva, como «ciudadanos» sin más, pero como ciudadanos cuya presencia tácitamente está justificada por ser oriundos de las tres «comunidades históricas», se están presentando en realidad en contra de lo que presuntamente quieren combatir, como «ciudadanos catalán, gallego y vasco», respectivamente, concediendo ya que esto signifique algo políticamente: en dos palabras, concediéndolo todo.

Tanto es así que Espada, el primero en hablar después de la presentación de Redondo Terreros, utilizó, en cierto momento, la expresión «el país de donde vengo», como si viniese de un «país» –sabiendo de la ambigüedad de esta expresión, pero no despejándola– distinto de los allí asistentes. Además, a lo largo de su exposición, por lo demás muy brillante, exhibía constantemente dicha procedencia, cuando, llevado por los «usos del lenguaje» practicados en ese «país» del que procedía, varias veces presumió, al advertirlo, de que se le había escapado alguna expresión algo extraña para el español hablado en el resto de España, pero explicable por la influencia del «área de difusión catalana».

Además de brillante, hay que decir que Espada estuvo francamente acertado a la hora de analizar la «Gramática» desarrollada por el demiurgo-legislador encargado de redactar el texto del Estatuto de Cataluña. Lo que denominó, con gran acierto, «Muñidor» deja gramaticalmente mucho que desear, o, más bien, todo que desear, pues no ceja de cometer incorrecciones de todo tipo, señaladas por Espada, no sólo semánticas (anfibologías, anacolutos, pleonasmos, contradicciones, prosopopeyas absurdas –«Cataluña cree...»–, &c.), sino también sintácticas, y siempre orientadas, y este era el problema de la exposición de Espada, a un «excesivo intervencionismo», quedando éste –cosa que muchos comparten– como el rasgo destacado del problema generado por el Estatuto de Cataluña. Y todo, encima, decía Espada, defendido en nombre de «la izquierda». Este era el motivo por el que Espada, que en general se mantuvo en tono irónico y jocoso, se lamentase en ese momento, ya con gravedad, diciendo «¡me duele Cataluña!» (que, de nuevo, mostraba complicidad con aquello que se quería combatir).

En todo caso observó, de nuevo con gracia y gran acierto, que este texto podría ser muy bien denunciado como «impostura» por Sokal y Bricmont, siendo susceptible de ser enviado como broma a la revista Social Text: tan embarazado está el «muñidor» de posmodernismo.

La intervención de Blanco Valdés, catedrático de derecho constitucional –según tengo entendido–, fue mucho más directa al meollo «político», y no gramatical, del asunto. Es decir, fue al meollo, porque esto es un meollo político. Desde luego fue la intervención más correcta en cuanto que puso de manifiesto, a las claras, lo que significa, en un texto jurídico, el concepto de «nación». En un texto jurídico, argumentó, la palabra nación, aunque sea polisémica en otros contextos, significa inequívocamente el sujeto titular de la soberanía y, por tanto, no «da lo mismo» (según las pretensiones de Alicia-ZP, Peces-Barba y demás) una cosa que otra, afirmando que el Estatuto es completamente inconstitucional. Sin embargo, Blanco Valdés no terminó de sacar las consecuencias, sí jurídicas, pero no políticas, de lo que tal concepto supone. Ello quedó más o menos diluido por el ponente al sacar el «federalismo» a relucir.

Pero fue sin duda Savater el que más «divagó»: entre otras cosas declaró que «mi patria es la infancia», y esa, dijo, ya la había perdido para siempre (de lo que yo no estoy tan seguro, según se desenvolvieron los acontecimientos): «soy un exiliado para siempre», sentenció. Desde esta perspectiva no es de extrañar que observase el debate celebrado en la Cortes con motivo de la admisión a trámite del «Estatut» con cierto abatimiento, según manifestó, al percatarse de que, lejos de ser el PP el que se encontraba «solo» en las Cortes, era él, Savater, el que solo se encontraba («sólo con el solo»), no viéndose representado en ninguna de las dos posiciones: «ni en la del inmovilismo más absoluto» (por supuesto, la posición del PP), «ni en la del...» (no recuerdo el calificativo, pero sí lo recuerdo más benevolente). Después hizo una referencia literaria de no sé cuál autor inglés, para decir que él, sólo con el solo, se preguntaba ante la «caja tonta»: «y todo esto ¿pa qué

Fue entonces cuando vino el turno de preguntas, y, «un joven, algo nervioso, aunque fisiológicamente en sus cabales»{1}, intervino más o menos de la siguiente guisa (y lo digo casi literalmente porque yo estuve allí, y lo recuerdo perfectamente):

«¿'este país'?, ¿'ciudadanos'?, ¿'Estado de derecho'?, ¿'Libertad'? Si lo que verdaderamente se ataca, si lo que verdaderamente se pone en cuestión desde el secesionismo, no es eso, no es, por lo menos directamente eso (libertad, democracia...), sino España, la nación española (siendo en este sentido, el Estatuto catalán un golpe de Estado en toda regla, pero sin tiros de metralleta en el Congreso), ¿por qué vergonzantemente eluden constantemente su nombre?, ¿por qué evitan nombrar España? Y es que el secesionismo no ataca «la libertad», sino que, al contrario, la busca; ni el Estado de Derecho, que lo persigue y defiende; sino que lo que ataca el secesionismo es España: ¿hasta dónde están dispuestos ustedes a defender eso que se ataca?, ¿hasta dónde, y ruego por favor me contesten, están ustedes dispuestos a llegar en la defensa de España?»

En esencia esto es lo que dijo (si neutralizamos, además de algún titubeo, y algún que otro excurso que no viene, ni venía al caso) el «joven algo nervioso» que abrió el debate, y que, retrospectivamente, según puede verse en la nota 1, Unzueta, en el simposio con Espada posterior al acto, comparó con el falangista Antonio Tovar.

(Hay que decir que, mientras el joven hablaba, parte del público decía: ¡sí!, ¡sí!, ¡eso!, ¡eso!, aprobando lo que este decía, y cuando terminó de hablar se oyeron algunos, bastantes, aplausos.)

Sólo dos de la mesa contestaron (Savater y Redondo, aunque este no inmediatamente, sino al final del acto), los otros (Espada y Blanco) más o menos eludieron la respuesta (cuando el «joven» quiso de nuevo intervenir para reconducir las respuestas elusivas, fue reconvenido por parte del público y, en especial, por Rosa Díez que, algo enfadada, le llamó la atención: chsss... ¡eh!, ¡eh!).

La respuesta de Savater, airado, y es que anteriormente ya había confesado no estar de tan buen humor como lo estaban sus compañeros, dijo no sé qué de los que creían en la eternidad de España, y en la unidad de destino (supongo no lo diría por el joven nervioso, porque si tal joven tuviese tal concepción la pregunta carecería de sentido, preocupado como estaba el joven por la unidad de España y su posible, casi segura, fragmentación), además de insistir en no sé qué cosas de las concepciones «identitarias» de las que él abominaba (por supuesto sin especificar mínimamente qué es eso de la identidad)....

En fin, el joven parece había mentado a la bicha, como aquel neófito diputado al decir real en las Cortes republicanas, y, por ello, Savater le espetó que él «creía» y luchaba, y luchó durante el franquismo, por el «Estado de derecho», y que no hubiese dado ni un duro por la «España franquista». Fue entonces cuando dijo, «a mi la idea de España me la suda» (hay algunos que dicen que lo que en realidad dijo fue «me la sopla», otros incluso que las dos cosas: «me la suda y me la sopla»). Después sentenció, como para eludir responsabilidades, que la idea de España es algo propio de «semicuras y fanáticos».

El joven, inmediatamente pensó, «¿lo que se la suda será España, o solamente su idea?». Quiso el joven intervenir, para despejar estas dudas pero, al ver la cara de pocos amigos de Rosa Díez, prefirió no intentarlo y lo único que dijo fue: «¡¡¡Pues muy mal!!!», dirigiéndose a Savater. Otros de entre el público dijeron, también dirigiéndose a Savater, ¡¡¡Pues a mí no, a mí no me la suda!!!{2}. Porque, desde luego, se refiera a su idea (¿cuál?), o a España misma, ninguna de las dos cosas merece un desprecio tal, y menos de alguien que se dice «filósofo», y es que lo que llama la atención (y no hay duda que lo que literalmente dijo es que despreciaba la «idea» de España) es que un «filósofo», así le llaman, se despache una Idea, por despreciable que le parezca, de esta manera (recordémosle a Savater el Parménides de Platón). Claro que si el que la desprecia es autor de un «elogio al sofista», la cosa ya se entiende algo mejor, por eso al joven tampoco le sorprendió tanto tal desprecio.

Pero sobre todo llama poderosamente la atención que hable de «semicuras», para referirse a los preocupados por España (¿qué pensarán de Savater después de oír esto los historiadores, economistas, filólogos, «hispanistas»... que tienen a España como materia de estudio?), cuando, y «hablando en cojo», ese «Estado de Derecho» ideal que dice defender tiene, desde luego, mucho más que ver, cuando se disocia de «cualquier patria realmente existente», con la ciudad de dios agustiniana, que la que pueda tener la «España eterna»: y es que eso de que «se la suda España», a mí me recordó, y me recuerda mucho a aquello de «mi reino no es de este mundo» y que requiere, desde luego, de una fe implícita o de carbonero más intensa que la de la «España eterna» (por lo menos España existe).

Después, en todo caso, tras este clímax, hubo más intervenciones, siendo especialmente destacada por su brillantez la del periodista de El País, dato curioso, Hermann Tertsch. Y es que reconvino a Savater llamándole la atención sobre su injustificada equidistancia, según había manifestado el «filósofo», mantenida como espectador durante el debate de las Cortes sobre el Estatuto de Cataluña. No era justa porque, precisamente lo que en el debate venía a decirle Rajoy con razón a Zapatero era que todo eso, todo el debate de admisión a trámite, «pa qué». «Pa qué» fue precisamente, le estampó Tertsch a Savater, lo que le dijo Rajoy a ZP, siendo Zapatero y compañía los responsables del problema (y no el PP), además de que, esto también hay decirlo, Rajoy repitió muchas veces a lo largo del debate que él estaría dispuesto a debatir una reforma de la Constitución si se presentaba como tal, negándose, en efecto, a debatir una reforma constitucional que se quería «colar» como reforma de Estatuto: en definitiva, que de inmovilismo nada de nada, por parte de Rajoy. Sin duda, en este punto, la «equidistancia» de Savater –que tampoco era tal– está seguramente encubriendo ese episodio bochornoso de intercambio epistolar con la Moncloa, que todos conocemos, y que hace que ambos, ZP y Savater, se cubran mutuamente las espaldas, teniendo ambos mucho que callar{3}.

Siguió el turno de preguntas y, entre unas y otras, Espada definió a la nación como «trama de afectos», lo que me pareció ciertamente insuficiente (¿no es también la familia, por ejemplo, o la escuela, o la mafia, una «trama de afectos»?), sin saber muy bien qué pueda tener que ver eso con la política. En estas, sin duda quizás iluminado por tal definición, fue cuando, como para empatar, dijo: «a mí Cataluña me la suda».

En fin, como se ve, un debate de gran nivel en el que además de sudar la camiseta, los fluidos circulaban por todas partes...

Finalmente destacamos también la intervención de, este sí, un joven de en torno a veinte años (porque el otro, el que primero intervino, parecía mayor de la edad que le atribuye Espada en su blog), que preguntó a la «izquierda» española, allí presente, qué iba a hacer ante la clara complicidad con el secesionismo mantenida por muchos de los correligionarios suyos, no presentes.

La callada fue la respuesta.

El acto concluyó con la intervención de Redondo Terreros que, en efecto, contestó al joven que había preguntado en primer lugar, aquel «algo nervioso», y mirándole a la cara (ni con simpatía, pero tampoco con rencor), le aclaró que, por lo menos en el País Vasco, cuando se dice «libertad» se dice también «España» (lo que no dejó claro es si la contraria también vale), y que para la Fundación para la Libertad, España está presupuesta: desde ella se pide libertad. El joven pensó que, ¿por qué no Fundación para la Unidad de España, y se da por supuesta la libertad?, ¿por qué no, desde la libertad presupuesta en toda persona que lo sea, se pide la Unidad de España, que es lo que está puesto en cuestión?, ¿o es que alguien, según le enseñó su maestro, pensó el joven, en tal Fundación se considera esclavo como para tener que pedir «Libertad»?

Pensaba el joven volver a intervenir para decir esto... pero al mirar a Rosa Díez...

Los aterrorizados patronos de la 'Fundación para la Libertad'
Los patronos de la 'Fundación para la Libertad', para que los terroristas de ETA sepan que, en efecto, están aterrorizados –y por tanto en complicidad objetiva con ellos, ver La vuelta a la caverna, página 145– desenfocan sus rostros en las fotos que ofrecen en su sitio de internet, como la tomada el día en el que se dieron a conocer: Iñaki Arteta · Guillermo Barredo · Andrés de Blas · Augusto Borderas · Mikel Buesa · Jose Mª Calleja · Inma Castilla de Cortázar · Rosa Díez · Javier Elorrieta · Fernando García de Cortazar · Xabier Garmendia · Santiago González · Emilio Guevara · Agustín Ibarrola · Juan Infante · Mikel Iriondo · Rafael Iturriaga · Ignacio Latierro · Roberto Lersundi · José Ignacio Martínez Churiaque · José Antonio Maturana · Fernando Maura · Jaime Mayor · José Mª Muguruza · Ignacio Olaso · Mario Onaindía · Loyola de Palacio del Valle · Nicolás Redondo · Juantxu Rivas · Cristina Ruiz · Fernando Savater · José Mª Segura · Carlos Totorica · Edurne Uriarte · Federico Verástegui · Iñaki Viar · Germán Yanke.

Notas

{1} Arcadi Espada en su blog: www.arcadi-espasa.com, escribe el 16 de noviembre de 2005:

Arcadi Espada «En el coloquio, Savater dijo, con muy bien criterio, que la idea de España se la sopla y yo me vi obligado a añadir al acuerdo que la idea de Cataluña me la sopla. Había acabado de intervenir un joven algo nervioso, pero fisiológicamente en sus cabales, y muy angustiado con la idea de España. Había con él otras trescientas personas, y muchos jóvenes, dentro y fuera del Hotel Suecia de Madrid, que habían sido convocadas por la Fundación para la Libertad y el Muñidor. El joven nos reprochaba que nuestras objeciones al Estatuto de Cataluña hubiesen sido hechas desde la razón, la libertad y la democracia. Pero... ¿y España? se preguntaba con torvo dramatismo. El joven creía que una España suspendida, aérea, fuera del tiempo y el espacio, era la principal objeción que debía ponerse al Estatuto. Entonces fue cuando Savater dijo que se la soplaba y que se la sudaba. Dicho fue, más que en su habitual y bienintencionado gusto por la francachela, con un humor irritado. Lo estaba desde la mañana, probablemente, cuando Jiménez Losantos lo había puesto a caer de un burro. Se va a quedar con el burro. En cuanto al joven, yo no lo había visto nunca, ciertamente. En circunstancias similares es fácil ver exdivisionarios en un corazón de veinte años. O abruptos conversos que más que hablar se hieren, heroicos practicantes de la autopunición. Pero ese muchacho de razonamiento frío y obstinado que anteponía la idea (políticamente activa) de España a cualquier manifestación concreta de esa idea, tuviera que ver esa España con la democracia o con la dictadura, hummm... Se parecía demasiado a los nacionalistas que han escrito el Estatuto y que también parten de una idea idéntica. Los que han escrito: «Cataluña ha modelado un paisaje». Asociado a España yo no había visto ese nacionalismo protozooario, una ameba sin correajes, más que en los libros. Luego, por la noche, comenté con el enjuto Unzueta, el perfil del muchacho. Dijo el caballero
—Antonio Tovar en 1934
—Sí, ¿así era?
—Hasta que en 1953 Antonio Tovar se convierte en el Antonio Tovar que...
—El problema es que entre uno y otro Tovar hay una guerra civil.
Como nos callamos y los demás hablaban de sus cosas eché un vistazo a la mesa. Empecé a fijarme. Diputados socialistas, diputados populares, columnistas de Abc, periodistas de El País, directivos de Faes, chicos, chicas y algún cocinitas. Impresionante asunto. En Madrid. Madrid es ese lugar, ese foso de víboras, más bien, donde los nacionalistas catalanes, es decir, la abrumadora mayoría del establishment político y mediático, aseguran que se practica, como único hábito de pensamiento la antropofagia. Ese mugriento café con tertulia donde, fuera de foco, los tertulianos se apuñalan primero y se escupen después. Pues bien: esto era, ayer, una mesa de españoles en Madrid. La veo ahora, nítidamente, en la mañana y me parece que ha llegado el momento de volver a organizar los Congresos de Poesía de los 50. Un lobby de españoles realmente existentes. Donde, por supuesto, de lo único que no se hablaba era de poesía. Que venga Tovar. Si viene querrá decir que nos hemos ahorrado una guerra civil.
Arcadi Espada.»

{2} Santiago Abascal, en El Semanal Digital, escribe el 17 de noviembre de 2005:

Santiago Abascal «A Savater se la suda España
«Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito.» Tal fue lo afirmado por Manuel Azaña el 18 de julio de 1936, en un recordado discurso, nada más conocer la sublevación de los nacionales.
A Fernando Savater, no es que no le importe España, es que –además– se la suda. Y no sólo se trata de que se la sude, es que se la suda en público, ante muchas personas que sanamente se sienten no sólo ciudadanos, sino españoles. Así lo afirmó, soez, burdo y gritón ante algunos a los que más podía ofender. Yo estaba allí y le padecí: «La idea de España es para fanáticos y semicuras», pontificó como un prepotente cura laico. «La idea de España me la sopla, me la suda», vociferó –literalmente– a los asistentes al acto.
Una parte de la izquierda española –concédanme la licencia– sólo sabe oponerse a la ofensiva separatista con el escarnio a España. Proclaman –así lo hizo Savater– que sólo les conmueve el Estado de Derecho, la Democracia, la Libertad. Parafraseando a Azaña, única y exclusivamente les importa la República. Pero el Estado de Derecho –en abstracto– no existe; sólo existe el Estado de Derecho francés, o el alemán, o el español. Y la democracia -en abstracto nada es; sólo es algo tangible, real, cuando es la democracia concreta: española, o italiana, o china.
Pero no es sólo la democracia lo que está en cuestión, no es sólo la libertad lo que se niega, no es sólo el Estado de Derecho el enemigo a batir. La verdadera presa es España, y lo demás: la democracia, las libertades, y el Estado de Derecho, es zarandeado en la medida en que el zarandeo es útil para destruir España.
Un ejemplo evidente: los etarras y sus secuaces me han llamado y me han pintado de todo. Pero nunca me han insultado llamándome liberal, ni defensor del Estado de Derecho, ni demócrata, ni igualitarista. Me han gritado, creyendo que insultaban, español.
No nos equivoquemos, no nos acomplejemos. Lo que los nacionalistas quieren, en su ámbito, en su terruño, en sus dominios, en instaurar su Estado, con su Estado de Derecho catalán o vasco, su democracia catalana o vasca, con sus libertades, con su igualdad entre los suyos. Quienes sólo eso defienden –el Estado de Derecho metafísico y abstracto–, quienes de España abominan, ¿para qué luchan frente a los separatismos?
¡Que les concedan su Estado, les autoricen su democracia, y les regalen la soberanía! ¡Redáctese una Constitución catalana –y otra vasca–, cópiese, para tal fin, la española, cámbiense sólo las referencias patrias. Allá donde ponía «todos los españoles son iguales ante la Ley», póngase que todos los catalanes son iguales ante la ley. Acá donde decía que «España se constituye en Estado Social y de Derecho», dígase que es Euskadi la que se constituye en tal cosa. ¿Qué puede oponer la debilidad argumental de quienes sólo defienden el Estado de Derecho ante semejante pretensión secesionista? Absolutamente nada.
Pero los «fanáticos» y «semicuras» sí podemos. Oponemos España, su realidad histórica innegable, su existencia, el deseo justo de no dilapidar un legado y la pretensión honrada de no traicionar a quienes nos lo dieron. Y el afán –único legítimo– de mejorarlo.
Al contrario que Azaña, tolero, admito, acepto que a Savater no le importe España, que se la sude incluso. Lo que no tolero, ni admito ni acepto es que haya engrandecido y labrado su nombre engañando –y liderando– a millares de españoles que, de buena fe, le hemos seguido tras la pancarta, y a los que España no nos la suda.»

{3} Las matizaciones y precisiones (en nota de prensa de Savater que incluso fue difundida desde la Moncloa) tras lo declarado por Savater a resultas de la cena íntima que junto con el periodista José María Calleja mantuvo con Zapatero están recogidas, por ejemplo, en las tres siguientes noticias publicadas por El Mundo digital el 23 y 24 de mayo, tras desvelarse la noticia en la edición impresa del ABC del mismo lunes 23 de mayo de 2005:

El Mundo, lunes 23 de mayo de 2005 (a las 9:47)
El Presidente lo afirmó en una reunión privada
Savater revela que Zapatero 'recibió una oferta' de ETA para dejar las armas hace unos meses
La propuesta habría llegado a Zapatero mediante mensajes 'fiables'
elmundo.es Madrid.- Fernando Savater ha confirmado a elmundo.es que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, afirmó en una reunión privada que recibió «hace unos meses» una oferta de ETA para dejar las armas poniendo como condición que se «dé salida a los presos de la banda terrorista».
Zapatero contó a Savater y a otros «amigos comunes» la propuesta de la banda terrorista, que llegó al presidente «mediante mensajes fiables» –según el filósofo–, en una reunión privada que se celebró el pasado sábado.
La información había sido revelada por el diario 'ABC' en su edición de este lunes. En ella, Savater aseguró que el presidente no habría recibido ninguna condición política para que la banda terrorista dejara las armas.
Tras la publicación de la noticia, elmundo.es contactó con Fernando Savater, quien confirmó lo aparecido en 'ABC'.
Savater cree que la noticia debía conocerse debido a que la ciudadanía «estaba creyendo que era el Gobierno el que había iniciado un proceso de intento de negociación cuando es ETA la que llevaba un tiempo tanteando el terreno». «Con todas las cautelas, es una situación que la gente debe conocer», aseguró.
'ETA es la que busca al Gobierno'
El miembro de Basta Ya insistió en declaraciones a periodistas esta mañana que en la conversación con Zapatero quedó «clara» la «determinación» de que «él no va a aceptar más que el alto el fuego definitivo, el abandono definitivo de la violencia y sin contraprestaciones políticas» y que «luego ya se planteará el tema de presos, refugiados, etcétera, sobre el nivel que haga falta».
Savater consideró «importante» que las víctimas y «la gente que pueda estar dolida» sepan que «es ETA la que está buscando al Gobierno», porque «está en una situación muy mala» gracias a la política que se ha seguido hasta ahora y que ha puesto a la organización terrorista «contra las cuerdas», de forma que «son ellos los que están pidiendo árnica y no al revés».
El filosófo cree que, en estas circunstancias, la manifestación convocada para el 4 de junio por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y respaldada por el Foro de Ermua y el PP «es absurda».
Pese a ello, Savater asegura que le dijo al presidente que «había que contar con todos, y por supuesto con el PP». Según el relato del filósofo recogido por el diario, el presidente le dio la razón y justificó la ruptura por «la utilización sectaria del asunto», pero sin aportar una posible solución al problema.
Por otra parte, 'El Correo' publica en su edición de este lunes que ETA inició hace un año una serie de movimientos con vistas a establecer contactos con el Gobierno y el PSOE para poner en marcha una negociación «que solucione el conflicto», según documentos de la banda incautados entonces en Francia a los que ha tenido acceso el periódico.

El Mundo, lunes 23 de mayo de 2005 (a las 18:27)
Tras una reunión privada con el Presidente
Savater precisa que Zapatero no recibió una 'oferta concreta' de ETA sino 'mensajes del entorno etarra'
Agencias. Madrid. El filósofo y miembro de la plataforma cívica Basta Ya Fernando Savater, ha enviado una carta al diario ABC en la que precisa que el presidente del Gobierno «en ningún momento se refirió» a la existencia de «una carta u oferta concreta» de ETA en la conversación que mantuvieron ambos el pasado sábado.
Savater afirma que Rodríguez Zapatero «hizo referencia a los diversos mensajes que por distintos conductos proceden del entorno etarra» ya que, según declaró esta mañana a los periodistas antes de participar en unas jornadas sobre filosofía, «es ETA la que está buscando al Gobierno».
Savater se refirió así a sus anteriores declaraciones sobre la conversación que mantuvo el pasado sábado con el jefe del Ejecutivo en casa de unos amigos comunes y en la que, según confirmó esta mañana el filósofo a elmundo.es, José Luis Rodríguez Zapatero reveló que recibió una oferta de ETA para dejar las armas «sin letra pequeña y sin contrapartidas políticas, con la única condición de que se dé salida a los terroristas presos».
En su carta al diario ABC, Savater explica que, en dicha conversación, interrogó al presidente del Gobierno «sobre cómo debían interpretarse los mensajes que circulan y que proceden de ETA y su entorno político y sobre su disposición a realizar concesiones políticas a la banda» y que la respuesta de Zapatero fue que «la única oferta» que estaba dispuesto a atender es «la que anunciase el abandono de las armas».
Savater ha subrayado que Zapatero dijo que es la organización terrorista la que «reiteradamente parece que intenta hacerse oír».
Añadió que el jefe del Ejecutivo recalcó que «no estaba dispuesto más que a asumir» que ETA tiene que «dejar las armas» y que no puede haber «ningún precio político» para la paz.
El PP pide explicaciones
No obstante, el secretario general del Partido Popular, Ángel Acebes, ha asegurado que su formación utilizará «todos los medios políticos y parlamentarios» de los que dispone para que el jefe del Ejecutivo exponga si es cierto o no que ETA le ha hecho llegar una carta en la que se muestra dispuesta a pone de una negociación política.
El que fuera ministro del Interior en el último periodo de José María Aznar al frente del Gobierno se mostró extrañado de que exista una «oferta de rendición incondicional» de ETA.
Acebes criticó que el presidente del Gobierno desvelara parte de los contactos que mantiene con la organización terrorista «en una cena de amigos», cuando hace unos días negó en el Congreso de los Diputados la existencia de cualquier vía de comunicación con el entorno de ETA.
El secretario general del PP sacó a relucir que, en la última reunión del Pacto Antiterrista, el Gobierno también negó la existencia de contactos con el entramado etarra. Asimismo, recalcó que «no es verdad» que Rodríguez Zapatero mantenga informado puntualmente al líder del PP, Mariano Rajoy, sobre esta cuestión.

El Mundo, martes 24 de mayo de 2005 (a las 11:15)
Polémica por la posible oferta de ETA
Savater asegura que Moncloa se ofreció a distribuir su aclaración
elmundo.es Madrid. El filósofo Fernando Savater ha asegurado en una entrevista en 'Los desayunos' de TVE que, tras llamar a Zapatero para aclararle sus declaraciones sobre una oferta de ETA para abandonar las armas, desde Moncloa se ofrecieron a enviar su matización. La rectificación llegó a la redacción de 'ABC', según el diario, desde la «Secretaría de Estado de Comunicación del Palacio de la Moncloa y con el membrete de Presidencia del Gobierno».
Savater ha asegurado que al «ver el revuelo que se había creado» tras sus declaraciones se quedó «horrorizado» y llamó a Zapatero para aclarar el asunto. Según su versión, desde Moncloa le dijeron: «Si redactas una cosa aclarando todos esos puntos, se las hacemos llegar a los periódicos».
El filósofo desveló al diario 'ABC' y confirmó posteriormente a elmundo.es que, durante una cena privada con «amigos comunes» celebrada el pasado sábado, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero aseguró que había recibido «hace unos meses» una oferta de ETA para dejar las armas a cambio de una «salida a los presos de la banda terrorista».
Savater matizó posteriormente sus declaraciones al afirmar que no se había referido a una «oferta concreta». Asimismo, envió una carta al director de 'ABC' en la que aclaraba ese mismo extremo.
El periódico ha informado de que la aclaración llegó a la redacción desde la «Secretaría de Estado de Comunicación de Moncloa y con el membrete de Presidencia del Gobierno».
Envío de la aclaración
«Yo, sinceramente, hablé con Zapatero porque era el que me parecía perjudicado. No creí que estaba contando ningún misterio [en sus declaraciones] y hablé con toda ingenuidad con esta señora [la periodista de ABC] y me quedé un poco horrorizado sinceramente de la situación», indicó Savater.
Savater explicó que quería aclarar sus declaraciones al diario por si pudiera haber causado «no solamente un daño a la persona con la cual había estado hablando» sino que, a lo mejor, había realmente «una situación delicada» y «estaba estropeándola».
El filósofo concluyó: «Francamente, llamé para decir que quería aclarar que se había tergiversado, me había expresado muy mal o se había mezclado con otro tipo de noticias [por lo de la carta]. Entonces, dijeron: 'Si redactas una cosa aclarando todos esos puntos, nosotros se lo hacemos llegar al periódico'.»
El PP pide explicaciones
Las declaraciones de Savater han levantado una fuerte polémica. El portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Eduardo Zaplana, acusó ayer al Gobierno de haberle obligado a rectificar y ha exigido al Ejecutivo socialista un adelanto de las elecciones generales para, «como muy tarde a mitad de la presente legislatura». Zaplana ha dicho esta tarde que considera que Fernando Savater, dijo «la verdad».
El presidente del Gobierno reafirmó ayer ante la Ejecutiva del PSOE que no ha recibido ninguna oferta de ETA y que no hay ninguna negociación con la banda. Además, advirtió a su partido que se preparen para todo tipo de conjeturas sobre el tema.
Respecto a una supuesta carta que habría enviado ETA a Zapatero, Savater ha asegurado que él piensa que se debió confundir la información publicada en 'ABC' con otra aparecida en el diario 'El Correo' en la que se hablaba explícitamente de una misiva llegada al presidente del Gobierno.
Savater ha asegurado que cuando habló de esta reunión privada no sintió que «estaba dando ninguna primicia», ya que la idea de que el entorno de ETA «estaba enviando mensajes y peticiones por diversas vías lo sabíamos todos».
Críticas de la AVT
El miembro de la asociación 'Basta Ya' también ha hablado sobre la política antiterrorista del Gobierno y las críticas que ha suscitado entre la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que ha convocado una manifestación para el próximo día 4 de junio para expresar la oposición a que el Gobierno negocie con la banda terrorista ETA.
Savater se mostró extrañado de que ahora no se pueda hablar de una negociación con ETA poniendo como contrapartida tan sólo el tema de los presos. El filósofo cree que es evidente que no se trata de «poner en la calle al que mató a varias personas en Hipercor», pero que si se trata de acercamiento de presos no ve ningún impedimento para realizarlo.
Savater manifestó su preocupación ante la posibilidad de que Batasuna intente, amparada por una negociación de paz entre el Gobierno y ETA, conseguir sus objetivos políticos en una segunda mesa de negociación, ya que, en su opinión ETA ya ha asumido que para decretar un alto el fuego sólo puede reivindicar una mejora o «alivio» en la situación de sus presos sin delitos de sangre.
«Por otro lado está la mesa número dos, que es la que me preocupa. Es la mesa que, al amparo de la longitud de esas negociaciones [con ETA], va a intentar poner la territorialidad, la autodeterminación, etcétera y presionar para que se resuelve esos temas políticos», señaló Savater

 

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