Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas • número 45 • noviembre 2005 • página 7
Segunda parte de nuestra antología representativa de textos de Alexis de Tocqueville (1805-1859) en el bicentenario de su nacimiento
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La democracia en América, II (DA, II)
1840 {1}
«Los americanos tienen un estado social democrático que les ha sugerido naturalmente determinadas leyes y costumbres políticas»
Advertencia
«Creo que no hay otro país en el mundo civilizado que se ocupe menos de la filosofía que los Estados Unidos.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo I
«Los americanos tienen estado social y constitución democráticos, pero no han tenido revolución democrática alguna.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo I
«Hay que distinguir, pues, cuidadosamente la libertad intelectual que es capaz de dar la igualdad de la anarquía que la revolución comporta.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo I
«Esa misma igualdad que le independiza [al ciudadano de los países democráticos] de sus conciudadanos individualmente, le entrega solo y sin defensa a la acción de la mayoría.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo II
«Por lo que a mí respecta, poco me importa saber quién me oprime, y no me siento más dispuesto a meter la cabeza en el yugo si un millón de brazos me lo presentan.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo II
«Una de las características distintivas de los siglos democráticos es la inclinación y el agrado que experimentan los hombres por el éxito fácil y el goce del presente»
DA, II, Primera Parte, Capítulo III
«Nunca conseguirán apartar al hombre del amor a la riqueza; peri sí pueden persuadirle de que sólo utilice medios honrados para lograrla.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo V
«la opinión pública se va convirtiendo en el primero y más irresistible de los poderes; fuera de ella no hay refugio, por fuerte que sea, que permita resistir largo tiempo a sus golpes.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo V
«Por mi parte, no logro separar a América de Europa, pese al océano que las divide. Considero al pueblo de los Estados Unidos como la parte del pueblo inglés encargada de explotar las tierras del Nuevo Mundo.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo IX
«Cierto que la ley ya no otorga privilegios, pero la naturaleza sí.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo IX
«La mayoría de los hombres que componen esas naciones [naciones democráticas] se sienten ávidos de goces materiales y presentes, a la vez que están siempre descontentos de la posición que ocupan; y al no estar constreñidos a ella, no piensan sino en los medios de cambiar su fortuna o aumentarla.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo X
«No debemos tranquilizarnos, pues, pensando que los bárbaros están aún lejos de nosotros, pues si hay pueblos que se dejan arrancar la luz de las manos, también hay otros que la sofocan ellos mismos con los pies.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo X
«La hipocresía de la virtud se da en todo tiempo; la del lujo pertenece especialmente a los democráticos.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo XI
«En los pueblos democráticos, los individuos no son muy poderosos, pero el Estado, que los representa a todos y a todos tiene en su mano, es muy fuerte. En ninguna parte parecen tan pequeños los ciudadanos como en un nación democrática.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo XII
«Resulta de ello que en los pueblos aristocráticos no se triunfa sino mediante grandes esfuerzos que pueden dar mucha gloria, pero nunca mucho dinero; mientras que, en la naciones democráticas, un escritor puede ufanarse de obtener sin gran trabajo una fama media y una gran fortuna. Para ello no es preciso que se le admire; basta con que guste.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo XIV
«Guardar silencio es el más útil servicio que un orador mediocre puede prestar a la cosa pública.»
DA, II, Primera Parte, Capítulo XXI
«Se ha repetido hasta la saciedad que nuestros contemporáneos experimentan un amor mucho más ardiente y tenaz por la igualdad que por la libertad; pero en mi opinión todavía no se han investigado suficientemente las causas de este hecho.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo I
«Que la libertad política puede comprometer con sus excesos la tranquilidad, el patrimonio y aun la vida de los individuos, no hay hombre que no lo comprenda por muy simple y frívolo que sea. En cambio, tan sólo los dotados de sagacidad y perspicacia son capaces de percibir los peligros con que amenaza la igualdad; pero, por lo común, evitan señalarlos.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo I
«El individualismo es un sentimiento reflexivo y apacible que induce a cada individuo a aislarse de la masa de sus semejantes y a mantenerse aparte con su familia y sus amigos; de suerte de después de formar una pequeña sociedad para su uso particular, abandonan a sí misma a la grande.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo II
«La gran ventaja de los americanos radica en que llegaron a la democracia sin sufrir sus revoluciones, y en que han nacido iguales sin necesidad de llegar a serlo.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo III
«Los americanos han combatido con la libertad el individualismo propio de la igualdad, y lo han vencido.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo IV
«Aunque en los Estados Unidos, como en todas partes, sea el interés privado el fin de la mayor parte de los actos humanos, no todos se someten a él.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo IV
«Por mi parte, afirmo que para combatir los males que puede producir la igualdad, sólo hay un remedio eficaz: la libertad política.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo IV
«En los Estados Unidos no se suele decir que la virtud es bella. Se afirma que es útil, y se demuestra cada día. Los moralistas americanos no pretenden que haya que sacrificarse a los semejantes porque sea hermoso hacerlo; pero dicen sin ambajes que esos sacrificios son tan necesarios al que se los impone como a quien aprovechan.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo VIII
«A fin de cuentas, no creo que haya más egoísmo entre nosotros que en América; la única diferencia es que hay allí un egoísmo cultivado, y aquí no. Todo americano sacrifica una parte de sus intereses particulares para salvar el resto. Nosotros queremos conservarlo todo, y con frecuencia todo se nos escapa.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo VIII
«En América, la pasión por el bienestar material no es siempre exclusiva, pero sí general; si no todos la experimentan de la misma manera, todos la sienten. El afán de satisfacer hasta las menores necesidades corporales y de proveer a las pequeñas comodidades de la vida preocupa allí a todos.
DA, II, Segunda Parte, Capítulo X
«En los pueblos democráticos, donde no hay riquezas hereditarias, todo el mundo o trabaja para vivir, o ha trabajado, o es hijo de gentes que han trabajado. La idea del trabajo como condición necesaria, natural y honrada de la humanidad, está por tanto siempre presente al espíritu humano.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo XVIII
«No hay profesión en la que no se trabaje por dinero. El sueldo, que es común a todas, da un aire de familia [...].
Los criados americanos no se creen degradados por su trabajo, pues todos los que les rodean trabajan a su vez.»
DA, II, Segunda Parte, Capítulo XVIII
«La democracia no constituye un fuerte lazo de unión entre los hombres, pero facilita sus relaciones cotidianas.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo II
«Los americanos son temperamentalmente vengativos, como todos los pueblos reflexivos y graves. Casi nunca olvidan una ofensa, pero no es fácil ofenderles, y su resentimiento tarda tanto en encenderse como en apagarse.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo III
«El norteamericano sale de su país con el corazón lleno de orgullo. Llega a Europa y lo primero que percibe es que allí nadie se preocupa tanto como él se imaginaba de los Estados Unidos ni del gran pueblo que los habita. Esto empieza a alterarlo.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo II
«En esto, pues, como en tantas otras cosas, América es única, por lo que sería un error tomarla como ejemplo.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo VI
«En América, la familia, dando a este término un sentido romano y aristocrático, no existe.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo VIII
«Como en América la disciplina paterna es muy suave y el lazo conyugal muy estrecho, no sin cierta cautela y temor se deciden las muchachas a contraerlo. Apenas se ven uniones precoces. Por eso, las americanas sólo se casan cuando ya su razón está ejercitada y madura, contrariamente a lo que sucede en cualquier otra parte, donde la mayoría de las mujeres no empiezan, por lo común, a ejercitar y a desarrollar su razón hasta que llegan al matrimonio.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo X
«No hay país en el mundo en el que las fortunas particulares sean más inestables que en los Estados Unidos. No es raro que a lo largo de su vida un mismo hombre recorra, de arriba abajo, todos los grados que conducen de la opulencia a la miseria.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo X
«si, ahora que me aproximo al final de este libro, en el que he expuesto tantas y tan admirables cosas hechas por los americanos, se me preguntase a qué hay que atribuir principalmente la gran prosperidad y la fuerza creciente de ese pueblo, respondería que a la superioridad de sus mujeres.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XII
«Bajo el despotismo, los pueblos se abandonan de vez en cuando a los excesos de una alegría loca, pero en general son tristes y reconcentrados, porque tienen miedo.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XV
«A la larga, sin embargo, el aspecto de esa sociedad [sociedad americana] tan agitada llega a parecer monótono, y después de haber contemplado por algún tiempo un cuadro tan movedizo, el espectador puede aburrirse.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XVII
«Nada hay tan improductivo para el espíritu humano como una idea abstracta. Me apresuro, pues, a acudir a los hechos.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XVIII
«Los americanos, que hacen de la temeridad comercial una virtud, no pueden, en ningún caso, condenar a los temerarios.
De ahí que en los Estados Unidos se manifieste una gran indulgencia por el comerciante que quiebra, cuyo honor no sufre menoscabo por tal hecho.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XVIII
«En los Estados Unidos, en cuanto un ciudadano tiene ciertos conocimientos y algunos recursos, trata de enriquecerse con el comercio y la industria, o bien compra un terreno sin roturar y se hace pionero. Sólo pide al Estado que no interrumpa su trabajo y que le permita recoger su fruto.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XX
«No sólo los ciudadanos de las democracias no desean naturalmente las revoluciones, sino que las temen.
No hay revolución que no amenace, en mayor o menor grado, la propiedad adquirida. La mayoría de los habitantes de un país democrático son propietarios; y no sólo tienen propiedades, sino que su estado es precisamente aquel en que los hombres dan más valor a su propiedad.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XXI
«En las sociedades democráticas, sólo pequeñas minorías suelen desear las revoluciones, pero a veces pueden llevarlas a acabo.»
DA, II, Tercera Parte, Capítulo XXI
«A medida que en un pueblo se igualan las condiciones sociales, los individuos parecen más pequeños y la sociedad más grande, o mejor dicho, cada ciudadano, ya equiparado a todos los demás, se pierde en la masa, y no se percibe ya sino la vasta y magnífica imagen del pueblo mismo.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo II
«La mayoría estima que el gobierno obra sin acierto, pero todos piensan que el gobierno debe obrar sin cesar e intervenir en todo. Los mismos que le combaten duramente están de acuerdo en ese punto. La unidad, la ubicuidad, la omnipotencia del poder social, la uniformidad de sus reglas, constituyen el rasgo sobresaliente que caracteriza a todos los sistemas políticos nacidos en nuestros días. Se los encuentra incluso como fundamento de las más extravagantes utopías. Ni en sus sueños pierde el espíritu humano de vista esas nociones.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo II
«El Estado recibe e incluso a menudo toma al niño de brazos de la madre para confiarlo a sus agentes; es él quien inspira a cada generación sus sentimientos e ideas. En los estudios, como en todo, reina la uniformidad; la diversidad, como la libertad, va desapareciendo continuamente.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo V
«Es evidente que la mayoría de nuestros príncipes no se conforman sólo con dirigir al pueblo; diríase que se consideran responsables de las acciones y del destino individual de sus súbditos, que han emprendido la tarea de conducir y aconsejar a cada uno en los diversos actos de su vida y, si llegara el caso, querrían hacerle feliz a pesar suyo.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo V
«Los ciudadanos caen progresivamente bajo el control de la administración pública, como sin darse cuenta, se ven obligados a ceder todos los días nuevas porciones de su independencia individual; y los mismos hombres que un día derriban un trono y pisotean la autoridad de los reyes, se pliegan todos los días sin resistencia a los menores deseos de un funcionario.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo V
«Quisieran ser libres para poder ser iguales, y a medida que la igualdad se iba estableciendo con ayuda de la libertad, la libertad se les hacía más difícil.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo V
«bien veo que las naciones de nuestros días son turbulentas; pero no me parece indudable que sean liberales, y temo que al salir de esas agitaciones que conmueven a los tronos, los soberanos resulten más poderosos de lo que nunca fueron.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo V
«La naturaleza del amo me importa bastante menos que su existencia.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VI
«no es posible que un gobierno liberal, enérgico y sabio, se establezca con los sufragios de un pueblo de esclavos.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VI
«El despotismo me parece, por tanto, el mayor peligro que amenaza a los tiempos democráticos.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VII
«Creo que en cualquier época yo habría amado la libertad; pero en los tiempos que corremos me inclino a adorarla.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VII
«Creo firmemente que es imposible restaurar una democracia en el mundo, pero opino que los ciudadanos corrientes, asociándose, pueden dar nacimiento a seres opulentos, influyentes y ricos; en una palabra, a particulares aristocráticos.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VII
«Fijar al poder social límites extensos pero visibles y permanentes; otorgar a los particulares ciertos derechos y garantizarles el indiscutible disfrute de los mismos; conservar para el individuo la poca independencia, fuerza y originalidad que aún le quedan; levantarle ante la sociedad y sostenerle frente a ella; he aquí lo que en mi opinión debe constituir el principal objetivo del legislador de nuestra época.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VII
«Recorro con la mirada esa inmensa muchedumbre compuesta de seres iguales, en la que nada se eleva ni se rebaja. El espectáculo de semejante uniformidad universal hiela mi sangre y me entristece, y casi estoy por echar de menos la sociedad desaparecida.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VII
«Las naciones de nuestros días no pueden impedir la igualdad de condiciones en su seno; pero de ellas depende que la igualdad las lleve a la servidumbre o a la libertad, a la civilización o a la barbarie, a la prosperidad o a la miseria.»
DA, II, Cuarta Parte, Capítulo VII
3
«Estado social y político en Francia antes y después de 1789»
El socialismo en tres rasgos
«Discurso pronunciado en la Asamblea Nacional francesa durante la discusión del proyecto de Constitución (12 de septiembre de 1848)»{2}
«Si no me equivoco, señorías, el primer rasgo característico de todos los sistemas que se denominan socialistas es una llamada enérgica, continua, inmoderada, a las pasiones materiales del hombre (señales de aprobación). [...]
»El segundo es un ataque a veces directo, a veces indirecto, pero siempre constante, a los fundamentos mismos de la propiedad individual. [...] lo que digo es que todos [los socialismos], por medios más o menos indirectos, si no la destruyen por completo, la transforman, la disminuyen, la entorpecen, la limitan y hacen de ella algo distinto de esa propiedad individual que conocemos y que se conoce desde que el mundo es mundo. (Señales muy vivas de asentimiento).
»El tercero y último rasgo, el que caracteriza sobre todo a mis ojos a los socialistas de todos los colores, de todas las escuelas, es una profunda desconfianza hacia la libertad, hacia la razón humana; es un profundo desprecio por el individuo, como simple hombre; lo que les caracteriza a todos es un intento continuo, variado, incesante, de mutilar, de acotar, de obstaculizar, la libertad humana de todas las maneras posibles; es la idea de que el Estado no debe ser tan sólo el director de la sociedad, sino también, por decirlo así, el dueño de cada hombre. ¿Qué digo?... Su dueño, su maestro, su preceptor, su pedagogo (¡Muy bien!); que por miedo a que desfallezca, debe colocarse sin cesar a su lado, por encima de él, a su alrededor, para guiarle, preservarle, mantenerle, retenerle; en una palabra, es la confiscación, como decía antes, en mayor o menor grado, de la libertad humana. (Nuevas señales de aprobación). Hasta tal punto que si, en definitiva, tuviese que encontrar una fórmula general para expresar lo que me parece el socialismo en su conjunto, diría que es una nueva forma de servidumbre. (Muy viva aprobación)»
Nota
{1} Los fragmentos que citamos aquí de La democracia en América II, remiten a la versión española ofrecida por Alianza Editorial, con traducción de Dolores Sánchez de Aleu, quinta reimpresión, Madrid 1996.
{2} Cf. Alexis de Tocqueville, Igualdad social y libertad política. Una introducción a la obra de Tocqueville. Textos seleccionados y presentados por Pierre Gibert. Prólogo de René Rémond, Ensayos Aldaba, Madrid 1978, págs. 229 y 230.