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El Catoblepas, número 44, octubre 2005
  El Catoblepasnúmero 44 • octubre 2005 • página 7
La Buhardilla

La democracia liberal en Tocqueville:
una antología (1)

Fernando Rodríguez Genovés

Ofrecemos a continuación la primera parte de una antología distinguida de textos de Alexis de Tocqueville (1805-1859) en el bicentenario de su nacimiento

Alexis de Tocqueville (1805-1859)

1

La democracia en América, I (DA, I)
 
1835 *

«Mientras todas las naciones europeas quedaban asoladas por la guerra o desgarradas por discordias civiles, el pueblo americano era el único en paz del mundo civilizado. Las revoluciones conmovían a casi toda Europa; en América no había ni motines; allí la república no trastornaba, sino conservaba todos los derechos; ningún otro país garantizó como él la propiedad individual y tanto la anarquía como el despotismo quedaron inéditos.»
     DA, Advertencia de la duodécima edición (1848)

«Entre las cosas nuevas que durante mi estancia en los Estados Unidos llamaron mi atención, ninguna me sorprendió tanto como la igualdad de condiciones.»
      DA, Introducción

«No es el uso del poder ni el hábito de la obediencia lo que deprava a los hombres, sino el uso de un poder que juzgan ilegítimo y la obediencia a un poder que consideran usurpado y opresor.»
      DA, Introducción

«No se puede establecer el imperio de la libertad sin el de las costumbres, ni establecer las costumbres sin las creencias.»
      DA, Introducción

«Confieso que en América he visto algo más que a ella misma: he buscado una imagen de la propia democracia, de sus inclinaciones, de su carácter, de sus prejuicios, de sus pasiones: he querido conocerla, aunque no sea más que para saber al menos lo que podemos esperar o temer de ella.»
      DA, Introducción

«si bien a veces es necesario apartarse de las reglas de la lógica en las acciones, no sucede lo mismo con los razonamientos.»
      DA, Introducción

Alexis de Tocqueville (1805-1859)

«Los indios lo ocupaban, pero no lo poseían [el vasto país americano]. Es por medio de la agricultura como el hombre se apropia del suelo, y los primeros habitantes de América del Norte vivían del producto de la caza.»
      DA, I, Primera parte, capítulo I

«[La civilización angloamericana es producto] de dos elementos enteramente distintos, que aunque en otros lugares se hicieron a menudo la guerra, vinieron, en América, a incorporarse en cierto modo el uno al otro y a combinare maravillosamente. Me refiero al genio religioso y al genio de la libertad.»
      DA, I, Primera parte, capítulo II

«En los Estados Unidos se cree, con razón, que el amor a la patria es una especie de culto al que los hombres se apegan cumpliendo con sus prácticas.»
      DA, I, Primera parte, capítulo V

«Estoy convencido, por el contrario, de que es este caso la fuerza colectiva de los ciudadanos será siempre más capaz de procurar el bienestar social que la autoridad del gobierno.»
      DA, I, Primera parte, capítulo V

«Entre los americanos, la fuerza que administra el Estado está menos reglamentada, es menos culta, menos sabia, pero cien veces mayor que en Europa. No hay otro país en el mundo donde los hombres hagan, en definitiva, tantos esfuerzos para crear el bienestar social.»
      DA, I, Primera parte, capítulo V

«Lo que más admiro en América, no son los efectos administrativos de la descentralización, sino los efectos políticos. En los Estados Unidos la patria se deja sentir en todas partes. Es objeto de solicitud en la aldea como en la Unión entera. El habitante se apega a cada uno de los intereses de su país como a los suyos propios. Se glorifica con la gloria de la nación; en los triunfos de ésta cree reconocer su obra personal y ello le enorgullece, congratulándose de la prosperidad general de que se beneficia. Experimenta por su patria un sentimiento análogo al que tiene por la familia, y es también un modo de egoísmo el que le hace interesarse por el Estado.»
      DA, I, Primera parte, capítulo V

«En Europa, el criminal es un desgraciado que lucha por ocultarse de los agentes del poder; la población presencia esta lucha como si dijéramos. En América, es un enemigo del género humano y tiene en su contra a la humanidad entera.»
      DA, I, Primera parte, capítulo V

«En los Estados Unidos, la Constitución está por encima tanto de los legisladores como de los simples ciudadanos. Es, pues, la primera de las leyes, por lo que ninguna ley puede modificarla. Por lo tanto, es justo que los tribunales obedezcan a la Constitución con preferencia a todas las leyes. La esencia misma del poder judicial consiste en escoger entre las disposiciones legales aquellas que la desarrollan más estrechamente, lo que constituye, en cierto modo, el derecho natural del magistrado.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VI

«No hay país donde la ley pueda preverlo todo y donde las instituciones se basten para sustituir a la razón y a las costumbres.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

«En los Estados Unidos es tan fácil crearse una posición independiente, que el quitar a un funcionario el puesto que ocupa puede significar privarle de una vida cómoda, pero jamás de los medios para sostenerla.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

«Las democracias se inclinan naturalmente a concentrar toda la fuerza social en manos de un cuerpo legislativo [...].
Esta concentración de poderes, a la vez que perjudica singularmente la buena marcha de los asuntos, introduce el despotismo de la mayoría.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

«En América, la Unión tiene por gobernados, no a Estados, sino a simples ciudadanos. Cuando quiere establecer un impuesto, no se dirige al gobierno de Massachussets, sino a cada habitante de Massachussets. Los antiguos gobiernos federales tenían pueblos ante ellos; el de la Unión tiene a individuos.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

«Si sólo hubiera naciones pequeñas y ninguna grande, la humanidad sería, ciertamente, más libre y dichosa; pero no se puede impedir que haya grandes naciones.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

«La Unión [americana] es libre y feliz como una nación pequeña; gloriosa y fuerte como una grande.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

«El más importante de cuantos actos pueden marcar la vida de un pueblo es la guerra. En la guerra, un pueblo obra como un solo individuo frente a los pueblos extranjeros, pues lucha por su propia existencia.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

«¿A qué se debe, pues, que la Unión americana, por protegida que esté gracias a la perfección relativa de sus leyes, no se disuelva en medio de una gran guerra? Al hecho de que no tiene grandes guerras que temer.»
      DA, I, Primera parte, capítulo VIII

Alexis de Tocqueville (1805-1859)

«Los partidos son un mal inherente a los gobiernos libres.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo II

«América es la tierra de la democracia. Los federalistas, pues, estaban siempre en minoría; pero contaban en sus filas con casi todos los grandes hombres que habían originado la guerra de la Independencia, y su fuerza moral era muy grande.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo II

«Hoy día, puede decirse que en los Estados Unidos las clases ricas de la sociedad se encuentran casi por entero fuera de los asuntos políticos, y que la riqueza, lejos de constituir a este respecto un derecho, es una causa real de disfavor y un obstáculo para alcanzar el poder.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo II

«Las dos grandes armas que emplean los partidos para triunfar son los periódicos y las asociaciones.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo II

«La soberanía del pueblo y la libertad de prensa son, pues, dos cosas enteramente correlativas; la censura y el sufragio universal son, por el contrario, dos cosas que se contradicen, y no pueden mantenerse largo tiempo en las instituciones políticas de un mismo pueblo.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo III

«El habitante de los Estados Unidos aprende al nacer que tiene que apoyarse en sí mismo para luchar contra los males y las dificultades de la vida; no echa sobre la autoridad social más que una mirada desconfiada e inquieta, y no apela a su poder más que cuando no tiene otro remedio.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IV

«Una nación puede ponerse límites sin dejar de ser dueña de sí misma; a veces tiene incluso que hacerlo para seguir siéndolo.
En América, la libertad de asociación con fines políticos es ilimitada.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IV

«Es, pues, tan difícil concebir una sociedad donde todos los hombres sean muy cultos, como un Estado en el que todos los ciudadanos sean ricos; son éstas dos dificultades correlativas.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo V

«Donde los grandes genios se extravían, ¿podría acertar la multitud? El pueblo nunca tiene tiempo ni medios para entregarse a ese trabajo. Siempre tiene que juzgar aprisa y aferrarse a lo más sobresaliente. De ahí que los charlatanes de toda especie conozcan tan bien el secreto de agradarle, y en cambio muchas veces no lo logren sus verdaderos amigos.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo V

«Las instituciones democráticas despiertan y halagan la pasión de la igualdad sin llegar jamás a satisfacerla enteramente.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo V

«Así como los instintos naturales de la democracia inducen al pueblo a apartar a los hombres distinguidos del poder, un instinto no menos fuerte lleva a éstos a alejarse de la carrera política, donde les es tan difícil continuar siendo lo que son y seguir ese camino sin envilecerse.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo V

«A los ojos de la democracia, el gobierno no es un bien, sino un mal necesario.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo V

«Lo que hay que temer, por otra parte, no es tanto la visión de la inmoralidad de los grandes como la de la inmoralidad que conduce a la grandeza. En la democracia, los simples ciudadanos ven a un hombre salir de sus filas y alcanzar en pocos años riqueza y poder; este espectáculo suscita en ellos sorpresa y envidia, y tratan de averiguar cómo el que ayer era su igual está hoy revestido del derecho de mandarles. Atribuir su elevación a su talento o a sus virtudes es incómodo, pues es confesar implícitamente que ellos son menos virtuosos o menos hábiles que él. Achacan, pues, la causa principal a alguno de sus vicios, y a menudo con razón. Se opera así no sé qué odiosa mezcolanza de ideas de bajeza y de poder, de indignidad y de éxito, de utilidad y de deshonor.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo V

«El pueblo siente, más que razona.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo V

«La constitución política de los Estados Unidos me parece una de las formas que la democracia puede dar a su gobierno; pero no considero a las instituciones americanas como las únicas ni las mejores que un pueblo democrático pueda adoptar.
Al dar a conocer las ventajas que los americanos obtienen del gobierno de la democracia, estoy lejos de pretender ni de pensar que tales ventajas sólo puedan ser logradas con las mismas leyes.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«El gran privilegio de los norteamericanos consiste en poder cometer faltas reparables.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«La verdadera ventaja de la democracia no es, como se ha dicho, la de favorecer la prosperidad de todos, sino únicamente la de servir al bienestar de la mayoría.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«Hay que marchar, pues, hacia delante y apresurarse a hacer que el pueblo vea como una sola cosa el interés individual y el interés del país, pues el amor desinteresado a la patria huye para no volver.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«Nada hay más molesto en la vida habitual que ese irritable patriotismo de los americanos. El extranjero se encontraría dispuesto a alabar muchas cosas de los Estados Unidos, pero querría también que se le permitiera criticar otras, y esto es lo que se le impide de modo absoluto.
América es, pues, un país libre donde para no herir a nadie, el extranjero no debe hablar libremente ni de los particulares, ni del Estado, ni de los gobernados, ni de los gobernantes, ni de las actividades públicas ni de las privadas; de nada, en fin, de cuanto en él se ve, con excepción quizá del clima y del suelo, y aún se encuentran americanos dispuestos a defender uno y otro, como si hubieran contribuido a formarlo.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«¿Por qué en América, país democrático por excelencia, nadie formula contra la propiedad en general esas quejas que a menudo resuenan en Europa?¿Es necesario decirlo? Porque en América no hay proletarios. Dado que cada uno tiene un bien particular que defender, todos reconocen en principio el derecho de propiedad.
Lo mismo sucede en el mundo político. En América, el hombre del pueblo tiene una elevada idea de los derechos políticos porque él posee tales derechos políticos; no ataca los de otro para que los suyos no sean violados.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«¿No os dais cuenta de que por todas partes las creencias dejan paso al razonamiento, y los sentimientos a los cálculos? Si, en medio de esta conmoción universal, no consigues unir la idea de los derechos al interés personal, que es el único punto inmóvil del corazón humano, ¿qué otra cosa os quedará para gobernar el mundo sino el miedo?»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«Nunca se repetirá bastante que nada hay más fecundo en maravillas que el arte de ser libre; pero nada asimismo tan duro como el aprendizaje de la libertad. No sucede igual con el despotismo. El despotismo se presenta a menudo como el reparador de todos los males; es el apoyo del derecho justo, el sostén de los oprimidos y el sostén del orden. Los pueblos se adormecen en el seno de la prosperidad momentánea que produce, y cuando se despiertan, son miserables. La libertad, por el contrario, nace de ordinario entre tormentas, se establece trabajosamente y con discordias civiles, y sólo cuando ya es vieja se pueden conocer sus beneficios.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«En América, donde existe una escala de valores inversa a la europea, los ricos se encuentran en una posición análoga a la de los pobres en Europa: son ellos quienes suelen desconfiar de la ley.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«Y no sé si a fin de cuentas no será esa la mayor ventaja del gobierno democrático, al que alabo aún más por lo que hace hacer que por lo que hace.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«La democracia no da al pueblo el gobierno más hábil, pero logra aquello que el gobierno más hábil a menudo no puede: extiende por todo el cuerpo social una actividad inquieta, una fuerza sobreabundante y una energía que jamás existen sin ella y que, a poco favorables que sean las circunstancias, pueden engendrar maravillas. Esas son sus verdaderas ventajas.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VI

«El imperio moral de la mayoría se basa en parte en esta idea: que hay más conocimiento y saber en muchos hombres reunidos que en uno solo, más en el número de los legisladores que en la selección. Es la teoría de la igualdad aplicada a las inteligencias. Esta doctrina ataca al orgullo del hombre hasta su último reducto; por eso la minoría la admite con dificultad y sólo a la larga se habitúa a ella. Como todos los poderes, y más quizá que ningún otro, el poder de la mayoría tiene pues necesidad de durar para parecer legítimo. Cuando empieza a establecerse, se hace obedecer por la coacción; sólo cuando se ha vivido ya largo tiempo bajo sus leyes se le empieza a respetar.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VII

«Opino, pues, que siempre debe residir en alguna parte un poder social superior a todos los demás, pero creo que la libertad se halla en peligro cuando ese poder no encuentra ningún obstáculo que pueda retener su marcha y darle tiempo para moderarse a sí mismo.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VII

«El pensamiento es un poder invisible y casi inaprensible que se burla de todas las tiranías.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VII

«Es mi opinión que en todos los gobiernos, cualesquiera que sean, la bajeza se unirá a la fuerza y la adulación al poder. Y no conozco más que un medio para impedir que los hombres se degraden; el de no conceder a nadie, con la omnipotencia, el poder soberano de envilecerlos.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VII

«Pero en los Estados Unidos la mayoría, que a menudo tiene las aficiones e instintos de un déspota, carece aún de los más perfeccionados instrumentos de la tiranía.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VIII

«En Los Estados Unidos, casi no hay cuestión política que no se convierta, tarde o temprano, en cuestión judicial. [...] El lenguaje jurídico se convierte así, en cierto modo, en lenguaje común»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VIII

«El jurado es, pues, ante todo, una institución política. Este es el punto de vista desde el que debemos juzgarlo.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VIII

«Yo no sé si el jurado es útil para los procesados, pero estoy seguro de que lo es para quienes los juzgan. Lo considero como uno de los medios más eficaces de que puede servirse la sociedad para la educación del pueblo.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VIII

«Así, el europeo deja su choza para ir a habitar en las orillas trasatlánticas, y el americano que ha nacido en esas mismas orillas se adentra a su vez en las soledades del Medio Oeste. Este doble movimiento de emigración no se detiene jamás; comienza en el fondo de Europa, continúa por el gran Océano y sigue a través de las soledades del Nuevo Mundo. Millones de hombres marchan a la vez hacia el mismo punto del horizonte; su lengua, su religión, sus costumbres difieren, pero su objetivo es el mismo. Les han dicho que la fortuna se encontraba allá hacia el Oeste y hacia allí marchan presurosos.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VIII

«Las pasiones que más profundamente agitan a los americanos son pasiones comerciales y no pasiones políticas; mejor dicho, ellos trasladan a la política los hábitos del negocio.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VIII

«La sociedad no tiene nada que temer ni que esperar de la otra vida, y lo que más le importa no es que todos los ciudadanos profesen la misma religión, sino que profesen alguna. Por otro lado, todas las sectas de los Estados Unidos convergen en la gran unidad cristiana, y la moral del cristianismo es en todas partes la misma.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo VIII

«Así como el europeo trata de escapar a sus sinsabores domésticos perturbando la sociedad, el americano adquiere en su hogar el amor al orden, que hace extensivo luego a los asuntos del Estado.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«Hay una cultura europea a cuya incredulidad no iguala más que su embrutecimiento e ignorancia, mientras que América, uno de los pueblos más libres e ilustres del mundo, cumple con ardor todos los deberes externos de la religión.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«Los americanos tienen jurisconsultos y comentaristas, pero no publicistas; y en política dan al mundo ejemplos, más bien que lecciones.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«Los angloamericanos llegaron ya civilizados al suelo ocupado hoy por su posteridad y no han tenido nada que aprender; les ha bastado con no olvidar.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«Cierto que los americanos han aportado al Nuevo Mundo la igualdad de condiciones. Nunca hubo entre ellos ni plebeyos ni nobles; los prejuicios de nacimiento siempre fueron allí tan desconocidos como los prejuicios de profesión. Siendo de tal modo democrático el estado social, la democracia no tuvo dificultad en implantar su imperio.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«Son, pues, particularmente las costumbres, las que hacen a los americanos de los Estados Unidos los únicos entre todos lo americanos, capaces de soportar el imperio de la democracia; y también son ellas las que hacen que las diversas democracias angloamericanas sean más o menos ordenadas y prósperas.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«La cuestión que he planteado no sólo interesa a los Estados Unidos, sino al mundo entero; no a una nación, sino a todos los hombres.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«Mi propósito ha sido demostrar, a través del ejemplo de América, que las leyes, y sobre todo las costumbres, podían permitir a un pueblo democrático conservar su libertad.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo IX

«El negro hace mil esfuerzos inútiles para introducirse en una sociedad que le rechaza [...].
El indio, por el contrario, llena su imaginación con la pretendida nobleza de su origen. Vive y muere en medio de esos sueños de su orgullo. Lejos de querer doblegar sus costumbres a las nuestras, se aferra a la barbarie como a un signo distintivo de su raza y rechaza la civilización, menos, quizá, por odio que por temor a parecerse a los europeos.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Acabo de describir grandes males, pero he de añadir que me parecen irremediables. Creo que la raza india de América del Norte está condenada a morir, y no puedo menos de pensar que el día en que los europeos se hayan establecido en la orilla del Océano Pacífico habrá dejado de existir.
Los indios de América del Norte no tenían más que dos caminos de salvación: la guerra o la civilización; en otras palabras, tenían que acabar con los europeos o convertirse en sus iguales.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«El recuerdo de la esclavitud deshonra a la raza, y la raza perpetúa el recuerdo de la esclavitud.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Confieso que cuando considero los Estados del Sur, no descubro para la raza blanca que habita esas regiones más que dos formas de actuar: emancipar a los negros y fundirlos con ella, o permanecer segregada y mantenerlos el mayor tiempo posible en la esclavitud. Los términos medios, a mi parecer, desembocarían, y en un día no muy lejano, en la más horrible de todas las guerras civiles, y tal vez en la ruina de una de las dos razas.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Los Estados [de la Unión americana], al desunirse, no sólo disminuirían su fuerza frente a los extranjeros, sino que crearían extranjeros en su propio suelo.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Lo que mantiene a un gran número de ciudadanos bajo el mismo gobierno no es tanto la voluntad razonada de permanecer unidos, como el acuerdo instintivo, y en cierto modo involuntario, que resulta de la similitud de sentimientos y de la semejanza de opiniones.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«El americano del Sur, desde que nace se halla invertido de una especie de dictadura doméstica. Las mismas nociones que recibe de la vida le hacen saber que ha nacido para mandar, y el mismo hábito que contrae es el de dominar sin esfuerzo [...]
El americano del Norte no ve a ningún esclavo correr solícito alrededor de su cuna. Ni siquiera encuentra servidores libres, y por lo general tiene que proveer por si mismo a sus propias necesidades.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Reunid a dos hombres en sociedad, dad a los dos los mismos intereses y en parte las mismas opiniones; si su carácter, sus conocimientos y su civilización difieren, hay muchas probabilidades de que no se entiendan. La misma observación es aplicable a una sociedad de naciones.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Lo que en los Estados Unidos se entiende por república es la acción lenta y tranquila de la sociedad sobre sí misma. Es un estado de orden realmente basado en la voluntad ilustrada del pueblo. Es un gobierno conciliador, en el que las decisiones se maduran largamente, se discuten con lentitud y se ejecutan con madurez. [...]
Lo que en los Estados Unidos se llama república es el reinado tranquilo de la mayoría.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«América tiene, pues, una diaria necesidad de Europa. Con el tiempo, los americanos llegarán sin duda a producir o a fabricar la mayoría de los objetos que precisan, pero nunca podrán estos dos continentes vivir con entera independencia; pues existen demasiados lazos naturales entre sus necesidades, sus ideas, sus hábitos y sus costumbres.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«No podría expresar mejor mi pensamiento que diciendo que los americanos ponen una especie de heroísmo en su manera de hacer el comercio.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Los españoles y los portugueses fundaron en América del Sur grandes colonias que luego se convirtieron en Estados. La guerra civil y el despotismo devastan hoy esas inmensas comarcas. El aumento de la población se detiene y el pequeño número de hombre que las habita, absorto en el afán de defenderse, apenas siente la necesidad de mejorar su suerte.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«La razón indica, y la experiencia prueba, que no hay grandeza comercial duradera si no puede servirse en caso necesario de una fuerza militar. [...]
Los americanos están ya en estado de hacer respetar su pabellón; pronto podrán hacerlo temer.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

«Los acontecimientos futuros, sean cuales sean, no arrebatarán a los americanos ni su clima, ni sus mares interiores, ni sus grandes ríos, ni la fertilidad de su suelo. Las malas leyes, las revoluciones, y la anarquía no bastarían para destruir en ellos el amor al bienestar y el espíritu de empresa que caracterizan a su estirpe, ni extinguir del todo las luces que los alumbran.»
      DA, I, Segunda parte, capítulo X

Nota

* Tomamos como referencia de esta primera selección de textos, aunque con algunas pequeñas variaciones, la versión española de La democracia en América (dos volúmenes), ofrecida por Alianza Editorial, traducción de Dolores Sánchez de Aleu, cuarta reimpresión, Madrid 1995.

 

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