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El Catoblepas, número 38, abril 2005
  El Catoblepasnúmero 38 • abril 2005 • página 17
Documentos

Eduardo Haro Tecglen,
el Proteo de la intelectualidad española

Se presentan una serie de documentos acerca de las variaciones ideológicas de Eduardo Haro Tecglen, desde su papel de redactor del diario franquista Informaciones hasta el de columnista del socialdemócrata El País, a propósito de una polémica reciente habida con la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre

Eduardo Haro Tecglen (1924) Eduardo Haro Tecglen (Madrid 1924), conocido hoy sobre todo por sus periódicas columnas en el diario El País, publicó el 23 de marzo de 2005 un artículo su sección habitual en el que atacaba a la Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, a raíz del cese de un médico del Hospital Severo Ochoa de Leganés, acusado de provocar la muerte a varios pacientes por mala praxis en la gestión de enfermos terminales. Debido al contraste habido entre el trato al médico español y a los que han desconectado a la estadounidense Terry Schiavo, Tecglen se despachó a gusto descalificando a la presidenta autonómica como «cristianofascista». Este insulto motivó, al día siguiente, una carta de réplica en la que la presidenta madrileña desmiente las acusaciones del columnista de El País, al tiempo que vuelve la acusación contra él, señalándole por haber sido partidario de los totalitarismos más salvajes del siglo XX: «en su juventud fue falangista y estuvo a favor del fascismo y del franquismo, y en su larga madurez fue defensor del estalinismo y del comunismo», señala Aguirre en su carta remitida al periódico El País. Un día después el aludido replicó en una breve Carta al Director del mismo periódico señalando que las acusaciones realizadas por Aguirre son todas falsas, para culminar el 29 de Marzo con un artículo en el que quita hierro a su acusación contra Aguirre y a su supuesto fascismo de juventud, excusándose en que fue obligado por los «fascistas» a escribir a favor del franquismo, cuyos herederos serían los que se le atacan en la actualidad (en clara alusión a Esperanza Aguirre). Debido a que varias de las referencias implícitas sobre el supuesto fascismo o estalinismo de Haro Tecglen son desconocidas para el gran público, incluimos una recopilación de textos sobre esta polémica ordenados cronológicamente, entre los que incluimos un texto de Haro Tecglen, publicado en el diario franquista Informaciones, donde loa la figura de Francisco Franco, así como otro del suplemento «Babelia» de El País, donde hace lo propio con el líder comunista José Stalin, así como algunos comentarios en la prensa española sobre esta fugaz pero sin duda muy reveladora polémica.

Eduardo Haro Tecglen

Dies Irae

Informaciones, Madrid, 20 de noviembre de 1944

La voz de bronce de las campanas de San Lorenzo, el laurel de fama de la corona fúnebre, la piedra gris del Monasterio, los crespones de luto en todos los balcones del Escorial, los dos mil cirios ardiendo en el túmulo gigantesco coronado por el águila de Imperio que se eleva en la Basílica, lloran en esta mañana, con esa tremenda expresión que a veces tienen las cosas sin ánimo, la muerte del Capitán de España.

Hasta el sol y el paisaje han cubierto su inmutable indiferencia con el velo gris de la lluvia y la niebla, y cae sobre la ciudad –lacrima coeli–  una llovizna fina y gris.

El instituto, el subconsciente, nos ha repetido sus frases, sus profecías, sus oraciones; y no ha sido voz de ultratumba la suya; ha sido voz palpitante de vida, de la vida y el afán de todos estos magníficos camaradas de la Vieja Guardia, del Frente de Juventudes, de la Sección Femenina... La doctrina del Fundador vive en ellos como en aquellos tiempos, y si el cuerpo de José Antonio está muerto bajo la lápida, su espíritu tiene calor de vida en la de todos los camaradas de la Falange.

Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. El mensaje recto de destino y enderezador de historia que José Antonio traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo.

Y así, en este día de dolor –Dies Irae– a las once –once campanadas densas de todos los relojes han sido heraldos de vuelo de su presencia–, la corona del laurel portada por manos heroicas de viejos camaradas ha llegado a la Basílica, y, entre la doble fila de seminaristas –cirios encendidos en sus manos– ha pasado al Patio de los Reyes y ha entrado en el crucero. Ha sido depositada sobre la lápida de mármol donde grabado está el nombre de José Antonio y la palma de honor y martirio. Había dolor en todos los semblantes. Mientras el coro entonaba el Christus Vinci y los registros del órgano cantaban la elegía del héroe muerto, a nosotros nos parecía oír la clara palabra de José Antonio elevarse de allí donde el mármol vela su cuerpo.

Una alegría tenemos; la de ver que a José Antonio sucede un hombre tan firme y sereno como el que lleva a España por los senderos que él marcó.

Eduardo Haro Tecglen en Londres el 13 de mayo de 1952, apoyado en la farola y con pitillo en la mano, representando al diario Informaciones, posa junto a Manuel Aznar Acedo, jefe de programas de la SER, y otros periodistas en una visita oficial de la prensa franquista a la Gran Bretaña [foto tomada de libertaddigital.com]

Eduardo Haro Tecglen

Gracias, Stalin

El País, Madrid, 2 de enero de 1999

César Vidal es autor de varios libros históricos o biográficos acerca de nuestra guerra civil. Son muy valiosos: investiga cuidadosamente, unas fichas se cruzan con otras, descubre, hace su exposición y no oculta sus opiniones personales acerca de situaciones y personajes. En la biografía de Durruti (Temas de Hoy, 1996) repudia también a quienes puedan seguir hoy su metodología, «basada en la intransigencia y la violencia», a la que resulta «imperioso enfrentarse incluso en nuestro tiempo». Quizá equipare una violencia de la época de las grandes luchas sociales, en la que nadie se abstenía, con la que ahora está en tregua.

Ahora sale otro libro suyo que aún no he leído, sobre las brigadas internacionales: en sus declaraciones previas se anuncia como desmitificador, y parece que trata de quitar la aureola de romanticismo y de lucha por las libertades y de enfrentamiento antifascista a los voluntarios que vinieron a España. Una gran parte fueron italianos y alemanes exiliados de los fascismos. Hubo muchos americanos, muchos franceses del Frente Popular; creo que los ingleses, en gran parte intelectuales, fueron quienes mejor lo expresaron en cartas, libros y poemas. La desmitificación, ateniéndome a lo publicado, consiste en decir que eran comunistas. No lo eran todos; incluso los comunistas eran un minoría. Como ocurrió en el histórico congreso de escritores antifascistas, en Valencia y en Madrid durante la guerra. Algunos de los comunistas conversos lo denunciaron luego: incluso lo habían preparado ellos mismos. Sin embargo, los que acudieron a las Brigadas, y los que se reunieron en los Congresos, estaban convencidos de que actuaban por su idea frente a una agresión fascista que les atañía.

Dice César Vidal que la idea de las brigadas partió de Stalin y dicen otros que las reuniones en el Madrid cercado también fueron cosa de él. Recuerdo lo que para los habitantes de la ciudad cercada en noviembre de 1936 supuso, primero, la llegada de Durruti que aportó a la defensa su «intransigencia y su violencia». Recuerdo, inmediatamente, el desfile de los brigadistas en el camino de la Casa de Campo y de la Ciudad Universitaria. Todos empezaron a morir ya: creían que esa muerte era la suya.

Vi la solidaridad, de conciencia del mundo, de ayuda moral, la llegada de los intelectuales de todo el mundo: quedan las canciones de Paul Robeson reeditadas ahora y grabadas en un concierto que dio en Moscú: gracias por todo, Stalin.

Eduardo Haro Tecglen

Cristofascistas

El País, Madrid, 23 de marzo de 2005

Es una expresión desagradable, pero no es mía: es del analista legal de la CBS Andrew Cohen. Se refiere a la colusión de los grupos que se oponen a dejar morir a Terri Schiavo. Es, como se sabe, una mujer que lleva años en una vida vegetativa de la que nunca saldrá. Probablemente, en miles o millones de casos mundiales en los últimos años, los médicos y las familias han coincidido en lo que llamamos «desenchufar» al paciente que vive como prolongación de una máquina: en este caso ha habido disensiones, se ha hecho público y la discusión es pública. Y pasional. Parece que hay una lógica humanista que entiende que una persona que sufre sin ninguna esperanza tiene derecho a morir; y otra, obediente a textos viejos mal leídos o mal escritos, y a sus intérpretes, que dice que nadie tiene derecho a quitarle la vida a nadie de no ser Dios. Como Dios no ha actuado nunca a manera de puntillero, excepto con algunos desgraciados ciudadanos antiguos que se oponían a Israel, podrían ellos mismos entender que la restricción a la alimentación obligatoria es obra de Dios por mano de hombres piadosos, que así cumplirían su sagrada voluntad. Pero no sé si en este caso la persona no es solamente ella, ni siquiera como «portadora de valores eternos», que dijo en España un cristofascista y fue coreado, sino portadora de bienes: puede ser rica o, si se quiere, menos pobre, y alguien que pueda estar esperando una herencia, o que trata de que no se cumpla, puede necesitar que esté en vida o desear que muera. Por eso, y por considerar la vida como un bien, intervienen los jueces: en este caso quieren aplicar la ley existente y que dejen morir a la infeliz. Pero hay una demanda ante el Supremo, y Bush ha interrumpido sus vacaciones para apoyarla, en el sentido de que no deje morir a la Schiavo. Por qué derecha y cristianismo coinciden parecería algo extraño si no tuviera uno conocimientos históricos, y si la historia de este tipo no hubiera pasado sobre nosotros.

El tema del hospital de Leganés puesto en entredicho por la cristianofascista –por continuar la frase– presidente de la comunidad de Madrid, con la suspensión de un médico, no ha tenido estas repercusiones públicas. Aquí es más frecuente manifestarse contra una lapidación en Nigeria que por una injusticia en Madrid.

Esperanza Aguirre Gil de Biedma
(Presidenta de la Comunidad de Madrid)

Respuesta a Haro Tecglen

El País, Madrid, 24 de marzo de 2005

En el número de ayer de EL PAÍS, su colaborador habitual Eduardo Haro Tecglen se permite calificarme de cristianofascista.

En primer lugar, tengo que decir que lo de cristiano pertenece a la esfera de las creencias más íntimas y, en todo caso, ignoro por qué Haro Tecglen se permite utilizarlo.

Y en segundo lugar, quizá para Haro Tecglen, fascista no sea un insulto, pero para mí sí lo es, y de los peores. Yo siempre he sido, y sigo siendo, inequívocamente liberal, que es la ideología que más perturba a los servidores del totalitarismo.

En cambio, la trayectoria de este señor, que es de todos conocida, le ha permitido, dada su longevidad, escribir sin solución de continuidad a favor de los totalitarismos más nefastos de la historia del siglo XX: en su juventud fue falangista y estuvo a favor del fascismo y del franquismo, y en su larga madurez fue defensor del estalinismo y del comunismo.

Quizá por eso Haro Tecglen se considere un especialista en detectar actitudes fascistas en sus prójimos. Si es así, le reto a que encuentre, en mi ya extensa carrera política, un solo gesto, actitud, declaración o decisión donde yo haya incurrido en alguna posición fascista.

Eduardo Haro Tecglen

Mentís

El País, Madrid, 25 de marzo de 2005

El jueves se publicó aquí una carta de Esperanza Aguirre, presidente de Madrid, con afirmaciones sobre mí: son todas falsas.

El columnista recula

elsemanaldigital.com, 25 de marzo de 2005

Haro Tecglen se borra de la polémica con Esperanza Aguirre. «Mentís», eso es lo único que el prestigioso columnista del grupo PRISA ha podido oponer a las contundentes acusaciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid.

Eduardo Haro Tecglen, acostumbrado a repartir insultos sin saber muy bien qué es lo que está diciendo, se atrevió a calificar en su columna diaria de «cristofascista» a la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. Ya se sabe, fascista es todo aquel que no piense como Haro Tecglen. No es que Aguirre no esté acostumbrada a este tipo de acusaciones, pues se va poniendo de moda cargarle todos los muertos, pero quiso dejar claro que no se iba a dejar intimidar y contestó con una dura carta al director en la que explicaba cómo Haro había escrito a favor del falangismo y del estalinismo y retaba al columnista a aportar un solo texto o actitud por los que ella pudiera recibir el insulto de «fascista».

Haro Tecglen se ha limitado a contestar desde la misma sección de «Cartas al Director» que «todo lo que dice Esperanza Aguirre es falso». No explica en qué miente la presidenta ni pide perdón por calificar de «fascista» a quien ha sido siempre una «liberal» (nada más distinto para quien sepa un poco de teoría política). Los textos de Haro Tecglen defendiendo a Stalin son abundantes y circulan por Internet, la acusación de defender el falangismo se remonta a los tiempos en los que esa defensa se hacía casi por imperativo legal.

Eduardo Haro Tecglen

Qué tontería, la vida

El País, Madrid, 29 de marzo de 2005

Quién me hubiera dicho que los fascistas que me obligaban a escribir un artículo iban a ser los que, pasado medio siglo, me acusaran de fascista por haberlo escrito: o sus herederos. Y los del limbo, que ignoran que miasma es palabra escrita en tiempos de dictadura asesina, me mirarían con reprobación. ¿Y los estalinistas? Sus arrepentidos me llaman estalinista: y los otros. Se puede unir todo: fascista estalinista, o estalinofascista. Ah, sí, dije en este periódico: «Gracias Stalin». Tengo tres razones: por la ayuda a la República, por las brigadas internacionales, por la acogida a los niños españoles huidos de la guerra y del fascismo. Claro: gracias, Stalin. No lo digo en bonito verso, como algunos de los que me acusan solían hacerlo. Bueno, del otro artículo inmortal dejé una explicación en mi libro Hijo del siglo, y su capítulo se encuentra en mi bloc. Sólo un facineroso podría mezclar los dos en una sola: fascista comunista. Un hombre tan enamorado de la dictadura sanguinolenta que la ama con cualquiera de sus advocaciones, nombres y noches de largos cuchillos como lo soy yo no va a despreciar una de ellas para refocilarse en el sufrimiento ajeno. Malos tiempos. O risueños. Aceptación de que la vida puede ser tonta, o lo es. Ante ella no hay que justificarse. ¿O lo estoy haciendo, me estoy justificando por cómo se transmiten los desalmados unas acusaciones? Sólo quieren destruir a la persona de hoy, que algo les molesta. No me justifico: soy un rojo, acostumbrado unas veces al disfraz, otras a la clandestinidad, algunas a esta tranquila expresión: qué tontería, la vida, qué risa puede dar. A condición de poder seguir adelante.

(Ah, me llaman cobarde porque no contesté como harían ellos, de manera hedionda y salvaje, con historietas inventadas de campos y ladrillos, de tránsfugas y corruptos, a la rara heroína del exabrupto y mala usuaria de la palabra «liberal». Porque no probé su fascismo. Nunca acusé: utilicé una expresión de EE UU de hoy para unas ciertas acciones: cristofascistas. Y opiné que la ofensiva contra un médico de un hospital de Leganés por supuestas eutanasias, que no lo eran, era un acto cristofascista: la religión cristiana utilizada como represión sin pruebas, sin juicios. Cristofascista, claro.)

No cita por su nombre a Esperanza Aguirre
a la que se refiere como heredera de los fascistas

elsemanaldigital.com, 29 de marzo de 2005

Haro Tecglen afirma que los «fascistas» que le obligaron a escribir loas a Franco le acusan ahora a él de fascista

Escocido por la difusión en Internet de un artículo suyo en que se alaba al Generalísimo Franco, el columnista Haro Tecglen se queja en El País de que «los fascistas» que le obligaban a escribir esas alabanzas sean los que, pasado medio siglo, le acusan de fascista por haberlo escrito.

Haro, que no llega a citar a Esperanza Aguirre por su nombre, alude a renglón seguido a la presidenta de la Comunidad de Madrid, añadiendo: «o sus herederos».

El columnista y tertuliano de la Cadena SER reconoce haber dicho en el periódico del Grupo Prisa un sonoro «Gracias Stalin». Y aclara: «Tengo tres razones: por la ayuda a la República, por las brigadas internacionales, por la acogida a los niños españoles huidos de la guerra y del fascismo».

Concluye afirmando que «sólo un facineroso podría mezclar los dos en una sola: fascista comunista».

La última columna de Haro Tecglen es –por el momento– el más reciente capítulo de una enconada polémica, librada en las páginas de El País y en Internet, entre el escritor y la presidenta de la Comunidad de Madrid. Para los que se hayan perdido los detalles, adjuntamos a continuación las principales piezas de ese rifirrafe [Se incluyen los textos anteriormente señalados, salvo el publicado por Haro Tecglen en El País en 1999.]

Haro Tecglen queda a la altura del betún
con su réplica a Aguirre

elsemanaldigital.com, 30 de marzo de 2005

En su columna de El País, y después de que haya corrido como la pólvora la respuesta de la presidenta madrileña, Haro Tecglen volvió a coronarse con una nueva pataleta. Faltaría a la verdad quien negara que lo de Eduardo Haro Tecglen con los peores regímenes fue adhesión incondicional, amor a primera vista. Hace cuatro días, es un decir, La Momia, o El niño republicano se deshacía en halagos excesivos a Franco. Garganta Profunda en su habitual sección en este periódico reprodujo un artículo suyo publicado en el diario Informaciones un 20 de noviembre del año 1944 en el que arrojaba kilos de vaselina a las figuras de José Antonio Primo de Rivera y al dictador.

Frases redondas salidas de su magín eran: «Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. El mensaje recto de destino y enderezador de historia que José Antonio traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo». Prueba evidente de que Haro Tecglen cayó ante la tentación de la dictadura. Qué tiempos.

Para compensar acaso sus pasados extravíos, el columnista entonó una diatriba contra una mujer tan sospechosamente demócrata como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, a la que tildó de «cristianofascista». Ésta, lejos de achantarse, le respondió con una carta al director en el diario El País que consideraba un insulto este calificativo y le retaba a que hallase en su carrera «un solo gesto, actitud, declaración o decisión donde haya incurrido en alguna posición fascista».

Nada de eso ha podido sacar a relucir Haro Tecglen ayer martes en su columna que, inopinadamente, se encuentra en la sección de Televisión de El País. Bajo el título Qué tontería, la vida, arrancó arrojando de nuevo ceniza sobre la cabeza de la jefa del Ejecutivo regional: «Quién me hubiera dicho que los fascistas que me obligaban a escribir un artículo iban a ser los que, pasado medio siglo, me acusaran de fascista por haberlo escrito: o sus herederos».

Al menos reconoce su condición de cobarde, aunque la vista de lindezas como «no contesté como harían ellos, de manera hedionda y salvaje, con historietas inventadas de campos y ladrillos, de tránsfugas y corruptos, a la rara heroína del exabrupto y mala usuaria de la palabra liberal». «Porque –y aquí si demuestra Haro que está para el asilo– no probé su fascismo. Nunca acusé: utilicé una expresión de Estados Unidos de hoy para unas ciertas acciones: 'cristofascistas'». Esto es, a su entender, «la religión cristiana utilizada como represión sin pruebas, sin juicios».

Ah, sí, da la razón a Aguirre que le recordó que él, y no ella, ha escrito «a favor de los totalitarismos más nefastos del siglo XX». En esta ocasión, da las gracias al sanguinario y execrable Stalin: «Tengo tres razones: por la ayuda a la República, por las brigadas internacionales, por la acogida de niños españoles huidos de la guerra y del fascismo. (...) No me justifico: Soy un rojo, acostumbrado unas veces al disfraz, otras a la clandestinidad, algunas a esta tranquila expresión: qué tontería, la vida, qué risa puede dar».

No es de extrañar que sus líneas aterroricen periódicamente a Jesús de Polanco. Así es él, Haro Tecglen, Eduardo.

 

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