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El Catoblepas, número 35, enero 2005
  El Catoblepasnúmero 35 • enero 2005 • página 18
cine
Filosofía y Cine. Seminario preparatorio del 42 Congreso de Filósofos Jóvenes

2001, una odisea del espacio
y Filosofía de la Religión

Leoncio González Hevia

Se trata de refrendar la tesis de que la creencia en la existencia de los extraterrestres es la creencia secularizada en la (existencia) de los daimones helenos, aplicándola al caso particular de la película 2001, una odisea del espacio como ejemplo de cine religioso secundario

2001, una odisea del espacio

Hay dos asuntos de la vida, entre otros más, que me interesan sobremanera y son el Cine y la Filosofía de la Religión verdadera.

Pero ambos términos, «cine» y «religión», no suelen aparecer juntos más que para denominar a determinadas películas-patrón (del «cine religioso») tales como Los diez mandamientos (1956), de Cecil B. de Mille, o Jesús de Nazareth (1977), de Franco Zeffirelli.{1}

Ahora bien, resultaría más útil asociar al concepto de «cine religioso» la estructura de una relación binaria entre los propios términos «cine» y «religión», y lo que habría que hacer entonces sería resaltar cualquier componente de los términos que desempeñe un papel formal en el momento en el que ambos términos («cine» y «religión») aparezcan en relación.

Cuando nos referimos al término «cine», estamos hablando de los fotogramas y su conexión sucesiva en las secuencias del argumento.

Cuando nos referimos al término «religión», es evidente que sólo desde una religión definida es posible intentar la calificación de un film como religioso.{2}

Desde el punto de vista de la idea de religión desarrollada en El animal divino (ensayo de una filosofía materialista de la religión, de Gustavo Bueno), habría que tener presentes dos tipos de distinciones, según procedan del curso de las religiones, o bien del cuerpo de las mismas.

Según el lugar que ocupan en el curso general, las religiones son, o bien primarias, o bien secundarias, o bien terciarias. Según su cuerpo, las religiones constan de muchas capas: ceremonias, objetos sagrados, sacerdotes, templos...

Más concretamente, las religiones terciarias se definen como crítica a las religiones secundarias, derivadas de las primarias y es por un proceso de transformación (anamorfosis), que se refunden las partes de la configuración precursora con las de la estructura emergente, lo que da lugar a las transiciones (metábasis) de las que brotan esos tipos de religión primaria, secundaria y terciaria.{3}

El núcleo, o la verdad, de la religión habría que establecerlo en la relación con los dioses animales, en la religión primaria. Según esto, podrían constituir ejemplos de «cine religioso primario» películas tales como Los pájaros (1963), de Alfredo Hitchcock, Tiburón (1975), de Steven Spielberg, El oso (1988), de Jean Jacques Annaud... A continuación, la religión secundaria supone el nacimiento de los dioses antropomorfos. Ahora bien, el «cine religioso secundario» puede considerarse hoy en auge, si es que como religiosas, en sentido secundario, consideramos a la mayor parte de películas que se ocupan de «extraterrestres»: Encuentros en la tercera fase (1977), del ya citado Steven Spielberg, Superman (1978), de Richard Donner...{4} Por último, los animales pierden su carácter numinoso (y numen es toda entidad no humana con deseos y conocimiento), con el dios único y metafísico de las religiones terciarias. Debido a eso, la fase terciaria de las religiones constituye la antesala del ateísmo y nos veríamos obligados a concluir que el «cine religioso terciario» es un concepto muy próximo a la «clase vacía». Además, hay que subrayar que son los componentes secundarios (o mitológicos) que se conservan residualmente, aquellos que se toman en cuenta por los fabricantes de películas religiosas, y que los temas de las mismas son extraídos antes del cuerpo de las religiones terciarias que de su núcleo.{5}

Vengamos ahora a las relaciones. Es indudable que hay contenidos de una fe religiosa que son intrínsecamente irrepresentables: nos referimos al milagro de la transubstanciación, el Dios incorpóreo, los espíritus puros... Pero también habrá que reconocer la aptitud de muchos contenidos de las religiones para ser representados cinematográficamente, pues las religiones ofrecen curaciones milagrosas, levitaciones... dadas en el mundo ordinario, y esto explica el fundamento de las analogías entre fenómenos cinematográficos y fenómenos religiosos.{6}

Finalmente, la intervención de las operaciones debe considerarse como un momento decisivo en el proceso de construcción del «cine religioso». En este sentido, la interpretación de la película desde el punto de vista del agente (es decir, desde las operaciones que hay que adscribir a los agentes del film) suele ser la perspectiva adoptada como criterio de un buen entendimiento del film.{7}

Y es justo desde la consideración de las operaciones que hay que adscribir al agente del film, desde donde voy a intentar una aproximación crítica a la enmarañada trama de la película de Stanley Kubrick 2001, una odisea del espacio (2001, A Space Odissey, 1968.)

2001, una odisea del espacio como ejemplo de cine religioso secundario

«2001 es una experiencia no verbal. He intentado crear una experiencia visual y penetrar directamente el subconsciente con contenidos emocionales y filosóficos. Cada uno es libre de especular a su antojo sobre el significado filosófico del film, pero yo no quiero trazar un mapa verbal de 2001 que cada espectador se vea obligado a seguir para no creer que ha perdido el sentido». Así subraya el director Stanley Kubrick en las páginas de la revista play-boy su rotunda renuncia a proponer cualquier vía de interpretación o acercamiento al complejo entramado conceptual de su totémica 2001, una odisea del espacio.{8}

Pues no, porque toda materia es susceptible de ser discutida racionalmente y analizada críticamente, a fin de que alcancemos un conocimiento siquiera aproximadamente exacto de la misma (o a fin de que determinemos que no se puede obtener el más mínimo conocimiento sobre la misma.){9}

De hecho, buena parte de la crítica de entonces denostó el film por su cripticismo y vacuidad; además, un gran número de escritores de ciencia-ficción tales como Ray Bradbury, John Brosnan o Frederick Pohl no dudaron en afirmar que Kubrick había llevado a cabo un film aburrido, banal y deliberadamente oscuro en el afán de camuflar sus carencias de argumento.{10}

Ahora bien, esto no obsta para que considere 2001 una obra con varios (pero no tan oscuros como se pretendió dar a entender) niveles de lectura, que la convierten en una muy interesante película.

La acentuada voluntad por parte de Kubrick de huir de modelos narrativos al uso dificulta la reducción de 2001, una odisea del espacio a una funcional sinopsis.{11} No obstante, en un artículo publicado en la revista británica Sight and Sound en enero de 1994, el crítico Mark Crispin Miller lo logró con no escaso éxito: La prehistoria. Una pequeña tribu de homínido vive en una colonia rocosa, en constante temor hacia los carnívoros que habitan los alrededores y en perpetuo enfrentamiento con una tribu rival por el dominio de un charco. Una mañana se despiertan para encontrar ante ellos un misterioso monolito negro. Cuando su terror inicial se mitiga, uno de ellos, bajo la inspiración del monolito, aprende cómo usar huesos como arma para la caza. Cuatro millones de años más tarde, el científico espacial doctor Heywood R. Floyd llega a la Luna para investigar un similar monolito negro que ha sido hallado en unas profundas excavaciones sobre la superficie del satélite y que ahora está emitiendo poderosas señales en dirección a Júpiter. La gigantesca nave espacial Discovery emprende un viaje de nueve meses rumbo a Júpiter, comandada por los astronautas Bowman y Poole, en compañía de tres colegas mantenidos en estado de hibernación y un computador nuevo e infalible, HAL 9000, encargado del control general de la misión. Ya en el espacio exterior, HAL provoca deliberadamente un fallo menor y, cuando Poole se aventura a salir al exterior de la nave para repararlo, el computador interrumpe las funciones vitales de sus compañeros hibernados y le deja abandonado en el espacio. Bowman logra reducir a la impotencia a un HAL arrepentido al desconectar sus bancos de memoria, y prosigue el viaje en solitario. Al acercarse a Júpiter, contempla un extraño monolito negro orbitando las lunas del planeta; de repente, Bowman es absorbido hacia una nueva dimensión, donde no rigen las leyes humanas del espacio y el tiempo, un infinito de arremolinados paisajes, mundos en eclosión y galaxias en pleno estallido. Finalmente, Bowman aparece en una elegante habitación y su propio yo, envejecido y moribundo, se encuentra con uno de los misteriosos monolitos. Bowman alarga la mano hacia él, para nacer de nuevo, convertido en el feto de un nuevo ser, un Hombre trascendido.{12}

En otras palabras: 2001 trata sobre el largo viaje del ser humano a través de una evolución regida por unas inteligencias superiores y alienígenas; es decir, que trata sobre las consecuencias que tiene para los humanos el descubrimiento de otras formas de vida más avanzadas y absolutamente incomprensibles, pues si, en un principio, el homínido accedió a un estado superior, al final, el último superviviente de la humanidad se convierte en el primer hombre de una nueva raza con la ayuda de unos monolitos que asumen el papel de dioses. Pero vayamos por partes.

2001 es un ejemplo de cine religioso secundario y no primario porque aun cuando en el primer bloque de la película nos encontremos en el periodo prehistórico inmediatamente anterior a la constitución de la fase primaria de las religiones, y aun cuando un contenido de esta fase tan relevante como la caza adquiera un papel importantísimo en la trama de la película, en verdad el monolito dota de inteligencia (o de alma) al homínido y no al resto de los animales, que son animales precisamente porque no tienen alma. Por ende, no cabe establecer relaciones entre el homínido (u hombres recién constituidos) y los númenes animales puesto que éstos, como tales númenes, no existen. Y como la verdad de la religión habría que situarla en tales relaciones, se comprende entonces que la religiosidad característica de la película sea mitológica o delirante, es decir, falsa.

Lo que ocurre es que la película se mueve en el terreno del angelismo de los clásicos griegos, es decir, en el terreno de la concepción de un alma que visita a los hombres para dirigirlos, distinguiéndolos de los animales. Por eso el alma humana aparece envuelta por inteligencias corpóreas que habitan el aire nebuloso, y por eso el hombre es visto como un animal dotado de una razón superior que le permite adquirir hábitos que le ponen por encima de los demás animales.{13} Pero estos hábitos son accidentes que recaen sobre la sustancia del hombre que utiliza el conocimiento y las tecnologías, y tal conocimiento y tales tecnologías podrán ser reducidos entonces a la condición de correlatos de un comportamiento aprendido por repetición de actos y sustituible por otros comportamientos también sustituibles.{14} De ahí que el homínido que aparece en la película golpee repetidamente el montón de huesos hasta llegar al conocimiento de que el hueso con el que efectúa tal acto de golpeo puede servirle para golpear a su contrincante. Es decir, puede servirle como arma mortal; y este comportamiento aprendido por repetición de actos y sustituible por otros comportamientos tiene como correlato el arte (en este caso, el arte de matar o el de la caza), pero también tiene como correlato la tecnología y por eso, en la famosa elipsis, del hueso pasamos a una nave que surca el espacio y que, verdaderamente, es de los mejores correlatos tecnológicos que los fabricantes de la película pudieron encontrar.

En este orden de cosas, habría que decirle a Arturo C. Clarke (autor del guión) que los númenes mitológicos extraterrestres (con los que cree este alucinado que estableceremos contacto pleno en 2030) son dioses que viven en el tiempo originario del Dios del cielo no por arte de birlibirloque, sino porque en la fase secundaria de las religiones (y de resultas que en la transición al Neolítico desaparece la mega-fauna del Pleistoceno y se controla a los animales), las figuras numinosas primarias mudan sus referencias terrestres por las celestes. Es decir, en virtud de una anamorfosis específica, las formas numinosas se mantienen gracias a que se produce una metábasis de sus referencias a otro género diferente, pues cuando se mata a los dioses animales, sus almas suben al cielo.{15} Esto ocurre precisamente porque en la fase secundaria de las religiones surge la creencia en la inmortalidad de las almas, unas almas que entrarán en sociedad con las formas numinosas (que en el caso de la película que nos ocupa no son otras que los monolitos) que flotan en los cielos o yacen bajo la tierra –o bajo la superficie lunar, en el caso de la película que nos ocupa–.{16}

Aparte de esta metábasis por expansión, también se produce en la fase secundaria de las religiones una metábasis por inversión de las referencias animales y humanas, que nos llevaría ya a los dioses antropomorfos; es por eso que los monolitos guardan con los hombres una relación que resulta de someter a la forma humana a una transformación isométrica.{17}

También quisiera hacer notar que la forma de la nave Discovery que en la película emprende el viaje rumbo a Júpiter, reproduce fielmente la forma del conjunto formado por el cráneo y la columna vertebral (o por el encéfalo y la médula espinal, lo que para el caso es lo mismo), pues Kubrick seguramente pensó, en virtud del dualismo del cuerpo y el espíritu, que qué mejor forma para la nave sino la de lo que se supone que es el asiento de los pensamientos, de las emociones... del espíritu, en definitiva.

Ahora bien, si los extraterrestres son los propios daimones helenos y romanos transmutados y puestos al día y Júpiter era el señor de los dioses romanos, entonces resulta curioso comprobar que sean las inmediaciones de Júpiter la plataforma desde la que Bowman es lanzado allende el espacio y el tiempo al encuentro con ese Dios que es señor de los dioses (allí donde el computador HAL 9000 sólo alcanza a comprender que, como artefacto desalmado que es, no puede ser recibido, razón por la cual «se estropea».){18} No obstante, ese Dios infinito e imaginario es cinematográficamente irrepresentable. Bien es cierto que sus intermediarios extraterrestres (que, al fin y al cabo, no son otra cosa que espíritus puros o ángeles) tampoco son cinematográficamente representables.{19} En cambio, para éstos Kubrick trató de encontrar una solución «intermedia» y les dotó de la forma más ideal e idealizada que se le ocurrió: la ya sabida forma geométrica de poliedro, que en un principio quiso que fuese un poliedro regular.

Además, conviene no olvidar que en el relato de Arturo C. Clarke El centinela del que la película es una adaptación, la figura numinosa no es la de un monolito sino la de un ídolo con ojos, nariz y boca. Este relato no aborda el episodio que se refiere al viaje rumbo a Júpiter, pues no va más allá del episodio lunar, pero resulta claro de todos modos que la odisea a la que se refiere el título de la película es un remedo de las epopeyas de Homero o de Apolonio, en la que Bowman y su tripulación bien pudieran ser Jasón y los Argonautas en busca no del vellocino de oro, pero sí de otro ídolo, en este caso lítico y negro como un tizón, que representa el camino recorrido por el Hombre en función de la razón que caracteriza una supuesta mente lógica, es decir, en función de una conciencia (entre sujetos) de diálogo con unas entidades extraterrestres que rigen nuestra evolución.

Como es lógico, esta teoría sobre el proceso evolutivo del ser humano sólo puede ser sostenida seudo-científicamente por investigadores de fenómenos paranormales, es decir, por auténticos alucinados.

Así, Erich von Däniken sostiene que la humanidad es el producto de un experimento genético realizado por seres de las estrellas, y Jacques Vallée (cuyas investigaciones se encuentran reflejadas en la ya citada película de Steven Spielberg Encuentros en la tercera fase, en la que está representado por Françoise Truffaut y responde al nombre de Lacombe) cree que los extraterrestres vigilan el devenir histórico de nuestra civilización, pues, según él, controlan nuestra conciencia y su relación con la realidad física desde el comienzo de la Historia.

Pero también los contactados han encontrado en los extraterrestres una forma de expresión de una religiosidad intuitiva (secundaria, diríamos nosotros, y no tan nueva como sostienen algunos) y buscan una comunión espiritual con los maestros superiores del espacio. De acuerdo con sus mensajes, los Guías Extraterrestres dirigen el destino humano con el fin de orientarnos en una evolución hacia un hombre superior. Además, las doctrinas de esta clase, en que se anuncia un futuro de felicidad que será traído por una fuente salvadora, se denominan milenaristas (no es por ello casual que la película que nos ocupa lleve en el título el año 2001) y la consecuencia de tales predicciones suele ser la traslación de la transformación anunciada a un nivel mental o espiritual, como ocurre en la película que nos ocupa.{20} Pero todo lo que los milenaristas dicen acerca de los extraterrestres es lo mismo que lo que sus estudiosos dicen acerca de los ángeles: es lo mismo punto por punto.

De modo que Kubrick y Clarke habrán podido revestir su película de todo el cientificismo y la solemnidad que se quiera, pero en realidad ésta no hace otra cosa sino seguir una línea de creencias milenaristas, ingenuas, místicas, mesiánicas, irreflexivas y más espiritualistas que racionalistas. Basta ver que en la película, los monolitos sólo entran en acción cuando se produce un alineamiento astral del rango que sea, pero entonces la trama argumental de la película no hace otra cosa sino moverse en el terreno de la creencia astrológica falsa y errónea, para decirlo al modo platónico; o que el tramo final de la película no es más que un chabacano episodio de abducción, tan ridículo como pueda ser el abordado, por ejemplo, en la horripilante (por deleznable) película Comunión (1989), de Philippe Mora. Por no hablar de lo que la película pretende tener de profética, y por lo que está desacertada en muchos casos.

En resolución, y como colofón de todo lo expuesto hasta ahora, sería muy adecuado transcribir un párrafo de El animal divino que dice así: Cuando ponemos entre paréntesis el mundo animal, entonces el hombre se exalta, como puro espíritu, en el horizonte de la naturaleza y sólo encuentra su término de medida en un Dios imaginario. La doctrina de la evolución ha puesto las premisas para desmoronar semejantes despropósitos metafísicos. A fin de cuentas, más exacto que decir que nuestra inteligencia sólo puede entenderse como un grado disminuido respecto de la sabiduría divina, es afirmar que lo que llamamos inteligencia es solo el exceso respecto de la estupidez de las aves. Porque no es nada que pueda comprenderse por relación a un absoluto, como lo es Dios.{21}

Notas

{1} Gustavo Bueno, «¿Qué significa cine religioso?», El Basilisco, Segunda Época, nº 15, Oviedo 1993, pág. 16.

{2} Gustavo Bueno, op. cit., págs. 24 y 25.

{3} Gustavo Bueno, El animal divino, Pentalfa Ediciones, Oviedo 1985, pág. 216 y siguientes.

{4} Gustavo Bueno, «¿Qué significa...», pág. 25.

{5} Gustavo Bueno, op. cit., pág. 26.

{6} Gustavo Bueno, op. cit., págs. 20 y 27.

{7} Gustavo Bueno, op. cit., pág. 26.

{8} AAVV, «Cine Fantástico: El cine de ciencia-ficción», Cine Fantástico, Vídeo-Biblioteca producida por Fotogramas y Salvat editores, Barcelona 1993-94, pág. 130.

{9} Según Frederic Raphael, colaborador de Kubrick en el guión de Eyes Wide Shut, explicar las cosas con detalle, al igual que la sinceridad, no tenía ningún interés para Kubrick, y conducía a horrores como 2010, odisea dos (1985), de Peter Hyams. Kubrick pensaba que si explicas a la gente lo que significan las cosas, éstas dejan de tener sentido. (Frederic Raphael, Aquí Kubrick, Mondadori, Barcelona 1999, págs. 72, 85 y 100.)

{10} AAVV, «Cine Fantástico...», pág. 132.

{11} AAVV, op. cit., pág. 133.

{12} AAVV, ibidem.

{13} Gustavo Bueno, El mito de la cultura, Editorial Prensa Ibérica, Barcelona 1996, págs. 37 y 38.

{14} Gustavo Bueno, op. cit., págs. 40 y 182.

{15} Gustavo Bueno, El animal divino, págs. 251 y 256.

{16} Gustavo Bueno, op. cit., pág. 260.

{17} Véanse notas 3 y 4.

{18} Gustavo Bueno, op. cit., págs. 273.

{19} Véanse notas 5 y 6.

{20} AAVV, Diccionario Temático de Ufología, Fundación Anomalía, Santander 1997, págs. 38 y 39.

{21} Gustavo Bueno, El animal divino, pág. 300. Otros ejemplos de cine religioso en los que la teoría de Bueno encuentra claro reflejo son películas tales como Depredador (1987), del magnífico director John McTiernan, Dragonheart (1995), de Rob Cohen, Stargate (1994), de Roland Emmerich, Lifeforce, fuerza vital (1985), de Tobe Hooper, El caballero del dragón (1985), de Fernando Colomo... Todas son muy malas, excepto la primera, y todas son consideradas como películas del género fantástico, pero son religiosas.

 

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