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El Catoblepas, número 27, mayo 2004
  El Catoblepasnúmero 27 • mayo 2004 • página 4
Priones

Un sueño: Tordesillas II

Javier Neira

Ante el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos,
Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica

Quién lo iba a decir. Pero lo cierto es que Estados Unidos de Norteamérica y cinco países de Centroamérica (Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Costa Rica) acaban de suscribir un Tratado de Libre Comercio (TLC) para «fortalecer la democracia, crear amplias oportunidades de desarrollo y contribuir a superar la pobreza» según han declarado las partes contratantes. La República Dominicana podría también sumarse en breve al acuerdo.

La firma se hizo efectiva en la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA). En la calle grupos contrarios al acuerdo coreaban lemas críticos. Consideran que el tratado «incrementará la pobreza, desplazará a miles de trabajadores agrícolas e industriales, someterá más a los trabajadores y aumentará el costo de los medicamentos».

Un portavoz de EE UU ha dicho que el nuevo tratado abre «un nuevo capítulo en la historia de las relaciones con Centroamérica». Hasta ahora lo que se realizaba era «frustrante para todas las partes. Al descuidar a nuestros vecinos se perdieron los derechos civiles, los dictadores aumentaron la represión, los rebeldes se radicalizaron, se derramó sangre» y los pobres perdieron oportunidades de mejorar sus vidas en libertad.

Una pista: el candidato demócrata a la Casa Blanca, John Kerry, se ha manifestado en contra del acuerdo que «marca un decepcionante e innecesario paso hacia atrás» en los esfuerzos de EE UU para que la apertura de mercados redunde «en un alto nivel de vida para todas las partes, y no en el deterioro de los derechos de los trabajadores y de la protección del medio ambiente». Una pista porque Kerry parece que no se aclara en más de un apartado.

Quien lo iba a decir después de décadas y generaciones de guerrillas y contras, de paramilitares, miserias y permanentes desencuentros.

Por algo faltaron tantos jefes de Estado hispanoamericanos a la boda de los Príncipes de Asturias recién celebrada en Madrid: están mucho más pendientes de la superpotencia del norte y mucho más de acuerdo con EE UU de lo que en general dicen los medios de comunicación. Y están pendientes porque el libre comercio es cada vez más el gran escenario de relaciones de todo el continente. Si España abandonó la alianza internacional contra el terrorismo, formada por más de 60 países, ¿cómo iban a hacer el feo a su amigo Bush presentándose en la boda de Madrid?

En este nuevo contexto ¿qué papel puede tener España en lo sucesivo?

Quizá solo la retirada comercial de América que seguiría a la retirada militar que acaba de rematarse en Irak.

O dándole la vuelta a todo y ya que el porvenir que nos espera es apenas el de satélite de una Francia comatosa, ¿por qué no nos unimos a ese Tratado de Libre Comercio o a otros en vigor en el Nuevo Continente que acabarán siendo el mismo en poco tiempo?

Ya que Europa vuelve a tratarnos como a menores de edad ¿no es el momento de presentar en sociedad –en la sociedad europea– a toda la familia que tenemos al otro lado del Océano?

Frente a la Europa unida políticamente según Giscard –uno de los grandes enemigos de España en los últimos 30 años– parece mucho más inteligente y prometedora la América unida comercialmente.

Quizá un nuevo tratado de Tordesillas, con la consiguiente corrección del meridiano divisorio, nos podría dejar del lado americano con unas evidentes consecuencias positivas que acaban de ser reforzadas gracias a la consideración de dos de las tres Américas –la del Norte y la Central– como una zona de libre comercio. O sea, de libertad.

 

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