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El Catoblepas, número 26, abril 2004
  El Catoblepasnúmero 26 • abril 2004 • página 4
Priones

España, tierra de seísmos

Javier Neira

La estabilidad de España se ve afectada por tres fallas: la existente entre el cristianismo y el islamismo, la que se produce entre Estados Unidos y Europa, la provocada por los nacionalismos secesionistas de España

Ed Crane, presidente del CATO Institute, ha hablado recientemente de «los cuatro días de marzo que cambiaron el balance del poder mundial» refiriéndose, claro, a los atentados del jueves 11 en Madrid y a las elecciones del domingo 14 en toda España y otros observadores han dicho que los atentados de la capital española han sido los de mayor repercusión política en el planeta en los últimos veinte años. Y aun nos queda por ver lo que puede suceder en las próximas semanas. En cualquier caso son afirmaciones que se me antojan acertadas, ajustadas y de todos modos nada exageradas. ¿Cómo es posible que nos hayamos convertido en el centro del planeta?

Pues es posible porque España, siempre nación frontera de civilizaciones, lo es ahora por triplicado y en momentos de enorme tensión global y de graves tensiones regionales y locales.

Al día de hoy por España pasan tres fronteras que son tres fallas generadoras de terremotos y al tiempo muy sensibles a terremotos próximos. La falla más general es la relativa a la frontera entre el Primer Mundo y el Tercer Mundo. O, por matizar un poco, entre el mundo cristiano occidental y el mundo islámico oriental. Una ruptura que se puede denominar como falla I. Es muy antigua –incluso es anterior al mundo musulmán aunque Oriente siempre estuvo ahí como contrafigura de Occidente– y que se activa de forma periódica.

Santiago Matamoros patrono de la católica EspañaEspaña cristiana enfrentada al islamFiel mahometano-bomba entregado a la guerra santa contra los infieles politeistas

Los actuales movimientos de esa falla I, centenaria, quizá milenaria, tienen seguramente su origen en las crisis del petróleo de los años setenta, sin duda inducidas aunque tuviesen su propia dinámica –inducidas muy probablemente por la URSS– y que tras el hundimiento del bloque soviético han tomado una deriva en la que se puede ver aun la mano de Rusia y también las de Francia y Alemania.

Basta reparar en las relaciones económicas y geoestratégicas entre los potencias centrales del Europa y los potencias centrales de Oriente Próximo para certificar sin duda la existencia de una larga mano, oculta pero ciertamente muy operativa.

Hay incluso quien dice que en el actual conflicto a orillas de Jordán –la frontera más caliente entre el Primer Mundo y el Tercer Mundo– reaparece el conflicto entre arios y judíos que se extendió durante décadas en el siglo XX. O mejor dicho, la terrible persecución de los judíos realizada por los arios que terminó con el intento de exterminio de los judíos y con la guerra más espantosa que vivió hasta ahora la humanidad.

Según esa hipótesis, actualmente los arios estarían aliados a los musulmanes –también en su día existieron esas conexiones– para desde otras coordenadas insistir en lo de siempre.

Esa gran falla cruzó toda la Edad Media española así que no hace falta insistir mucho en sus raíces. En cuanto a la actualidad, durante el siglo XX España mantuvo al menos tres guerras en el norte de África y muy recientemente se produjo el asalto militar al islote de Perejil por parte de Marruecos, ataque que precisamente por tener una dimensión más simbólica que material ha sido especialmente instructivo.

No hace falta recordar las constantes amenazas verbales y los amagos por parte de Marruecos sobre Ceuta y Melilla o las islas Canarias que han incrementado el interés ajeno por las reservas de petróleo que han sido encontradas en sus aguas.

La falla I evolucionará en su recorrido por España –por las fronteras españolas del sur, dicho con más precisión– de acuerdo a como evolucione en conjunto y a escala mundial. Si el Occidente cristiano, democrático y liberal se las tiene tiesas al Oriente musulmán, dictatorial e integrista la situación puede mantenerse de forma más o menos aceptable. Si Occidente progresa, mejor que mejor. Si Oriente gana posiciones, España como avanzada de Occidente –Israel y España son las dos avanzadas de Occidente frente a Oriente– será uno de los dos países más perjudicados y los atentados y tensiones que hemos visto y vivido recientemente se podrían elevar al cubo. Corresponde, en fin, a lo que ya se denomina como III Guerra Mundial, término que empezó a utilizarse tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

En Estados Unidos crece el uso de la lengua españolaEspaña frente a EuropaLa Europa al servicio de Francia y Alemania

La segunda falla es mucho más reciente. En su actual expresión apenas tiene diez o doce años. Se puede denominar como falla II. Está en relación con la juntura más o menos quebrada –o con el creciente abismo, según se quiera ver– entre los EE UU y la UE. Cada vez se emplea más la expresión II Guerra Fría para referirse a esa tensión. Como sucesora de la Guerra Fría fetén, surge tras el hundimiento de la URSS.

Europa tiende a convertirse en sucesora de la URSS en cuanto a los grandes juegos de poder. Tiende a ser la superpotencia que dé la réplica a los EE UU nación que, tras la caída del Muro, se ha quedado en solitario en el papel de hegemonizar el planeta.

En relación a esa falla II, España, que partía de un relativo aislacionismo y de una cierta no alineación, se ha acercado aceleradamente a Europa hasta integrarse en la UE. De todos modos, los vínculos con EE UU nunca se han roto ni han aflojado.

Aun más, nuestra creciente presencia económica en la América hispana –en Iberoamérica, ya que cuenta y mucho Brasil– ha cerrado el círculo de la relación con los EE UU ya que las grandes multinacionales españolas no pueden ser ajenas ni ignorar la enorme influencia del poderoso vecino del norte en todo el continente.

Quizá sea exagerado hablar de placet pero lo cierto es que sin el consentimiento, al menos tácito, de los EE UU es muy difícil que los intereses españoles en Latinoamérica prosperen como así esperan los capitanes de las multinacionales son sede central en Madrid.

El proceso creciente de integración europea –ahora es el turno de la aprobación de la Constitución de la Unión– la necesidad de acabar con el terrorismo de la ETA, la respuesta global al terrorismo islamista, que lidera EE UU tras el 11-S, las guerras preventivas desencadenadas en Afganistán e Irak, la permanente tensión con Marruecos –que juega siempre la baza francesa o que es una neocolonia francesa, según se quiera ver– y también la presencia española en Latinoamérica, ya apuntada, llevaron al presidente del Gobierno español, José María Aznar a un giro copernicano en la política española de alianzas y apoyos internacionales que se hizo plástico ahora hace un año en las islas Azores: compareció con Bush y Blair como punta de lanza de la alianza para derribar la dictadura de Saddan Hussein.

La apuesta era muy fuerte ya que Francia y Alemania –y Rusia– se oponían frontalmente a esa guerra de liberación. Al tiempo, Aznar se negaba a someterse a las presiones de Francia y Alemania que querían aprobar una Constitución europea en la que España perdía posiciones de poder respecto a lo logrado en anteriores acuerdos europeos como el tratado de Niza.

Los atentados del 11-M, que se saldaron con el asesinato de 191 personas en Madrid y 2.000 heridos, crearon un estado emocional muy intenso y nuevo en los ciudadanos españoles que tuvo una clara traducción en las elecciones generales celebradas cuatro días después. El inesperado triunfo del PSOE cambió inmediatamente los parámetros: se anunció, apenas unas horas después de conocerse la victoria socialista, el abandono de las ventajosas posiciones que había logrado España en Niza en contra de las pretensiones de Francia y Alemania; se abrió el camino a la promulgación de la Constitución europea que Aznar había frenado; se anunció la retirada de las tropas españolas de Irak según deseaban Francia y Alemania y en contra de las posiciones de EE UU que lidera esa coalición que puede verse moralmente debilitada por la decisión del líder socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

Se mire como se mire el triunfo del PSOE ha significado un triunfo de Francia y Alemania. O también, la derrota del PP ha significado una derrota de EE UU.

La falla II está en estos momentos en plena actividad. Quizá el bloque –los EE UU y sus aliados fieles, especialmente el Reino Unido– que en las últimas semanas ha perdido posiciones estratégicas muy importantes en España, active pronto iniciativas para retomar el terreno perdido. En cualquier caso, lo único lógico es esperar nuevos movimientos en torno a esta falla II. Ni que decir tiene que la actividad de la falla I repercute en la falla II y viceversa.

España ante los nacionalismos secesionistasbandera independentista de Cataluñabandera independentista de Galiciabandera independentista de las provincias vascongadas

Hay, en fin, una tercera fractura a considerar, que se puede denominar como falla III. Discurre por el interior de España y en diversas direcciones. Corresponde a los intentos separatistas, fundamentalmente de Cataluña y el País Vasco. Los orígenes de esta falla son relativamente remotos. En cualquier caso su raíz inmediata y sus sucesivas manifestaciones están ligadas a las crisis de España. La primera, en torno al 98, momento en que el nacionalismo vasco y catalán adquieren el rostro que ahora conocemos. Durante la II República vuelven a brotar con fuerza: la falla III se manifiesta con mucha claridad. En la transición del franquismo a la democracia de nuevo aparecen los nacionalismos. En los últimos años, los principales partidos políticos nacionalistas hablan ya claramente de independencia. La falla III es en estos momentos muy activa. De todos modos y aun con las raíces apuntadas es necesario considerar factores externos.

Efectivamente, en la transición aparecieron o reaparecieron en España varios movimientos nacionalistas que en todos los casos han estado o están ligados a presiones e intereses de potencias extranjeras.

En el caso del País Vasco y Cataluña es obvia la mano de Francia. En el caso de Galicia, no se puede olvidar a Portugal siquiera como referencia lingüístico romántica. En el caso de Andalucía y Canarias, la influencia magrebí es también evidente.

Y en el caso de Baleares cuenta la influencia de las enormes inversiones alemanas en las islas.

No hay otros casos de nacionalismo ya que no hay ninguna otra combinación posible entre territorios españoles y potencias extranjeras. Los Pirineos siguen siendo una barrera muy difícil de superar.

La falla III está directamente en función de la falla II. La presión de la Europa continental sobre España y contra EE UU –o sea, cualquier reactivación de la falla II desde Europa– se traduce inmediatamente en un hiper actividad de la falla III puesto que los nacionalismos reciben un impulso de esa energía continental.

Viceversa, cualquier presión de EE UU –por ejemplo, la tan comentada ayuda en la persecución de los terroristas de la ETA– repercute en la falla III ya que debilita los vectores independentistas.

La falla II también recibe influencias de la falla III. Sería el caso del reforzamiento de la UE –a través de la nueva Constitución– gracias al debilitamiento de las posiciones que mantenía el PP tras su salida del Gobierno y el ascenso del PSOE que recibe apoyos parlamentarios para gobernar de los nacionalistas y de los independentistas.

La falla I, en fin repercute en cascada en la falla II y en la falla III y a su vez esas dos fallas de menor alcance influyen la falla I. Los ejemplos al respecto son muy fáciles de documentar.

La conclusión de todo este planteamiento no puede ser más pesimista: el doble terremoto de marzo va a tener en los próximos meses, quizá años, sucesivas réplicas e incluso no son descartables nuevos seísmos de primer orden. Procesos en cualquier caso de muy diversa naturaleza pero siempre catastróficos o en la ruta de la catástrofe. De todos modos, la suerte no está echada, contra los terremotos se puede luchar.

 

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