Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 25 • marzo 2004 • página 24
A propósito del libro El año que trafiqué con mujeres, Temas de hoy, Madrid, marzo de 2004, firmado por Antonio Salas, conocido seudónimo del escritor Manuel Carballal Pazos
A Malena Gracia, deseándole fortaleza
para resistir la inquisición machista
que recuerda una y otra vez su pasado.
Tras difíciles y peligrosas investigaciones, en las que no he contado con la ayuda de nadie, a las que me he enfrentado una vez más sola, sin haber informado previamente ni a la policía ni a la guardia civil, ni siquiera al juez Garzón, por si acaso topara con algún funcionario corrupto que pudiera traicionarme y advertir a mis enemigos, sin ni siquiera haber podido advertir a mi editor del peligroso terreno en el que me iba a introducir, arriesgando la vida misma en el empeño, el pulso tembloroso, entrecortada la respiración, palpitando con fuerza en mi pecho mi juvenil corazón, haciendo peligrar la calidad de la grabación de la cámara oculta que con las pilas bien cargadas acababa de conectar con disimulo, nerviosa ante los profundos misterios que sin duda iba a desvelar, angustiada pues sabía que en cualquier momento podrían detectar mi presencia y atacarme sin compasión, pero conocedora del arriesgado servicio que estaba cumpliendo ante mi conciencia y para lograr la felicidad del resto de las mujeres y de los hombres que ni siquiera llegarán nunca a conocer los sufrimientos que por ellos estoy asumiendo, obligando una vez más a mi ángel de la guarda a trabajar horas extraordinarias que nunca podré compensarle, he podido conocer, en rigurosa exclusiva y gracias a mi pericia investigadora, uno de los misterios más arcanos en las actividades del astrofísico J. A. Sí, he podido saber lo que estaba haciendo el astrofísico J. A. cuando sólo faltaban siete minutos para que en todos los relojes sonara la hora primera de un nuevo día, una jornada que todavía no sabía me iba a deparar sorpresas inimaginables, pero no adelantemos acontecimientos y centrémonos en ese momento preciso, las 00:53 del viernes 21 de noviembre de 2003, recién terminado el gran día de las tenebrosas celebraciones de la extrema derecha nacional socialista, necrófila y corrupta, apagadas apenas las conmemoraciones de José Antonio y de Francisco Franco que habían mantenido entretenidos y enfervorecidos durante unas horas a quienes pondrían en peligro mi vida si lograran identificarme. Ahora ya puedo por fin desvelar que a esa hora, desde su potente ordenador portátil Compaq Business nw8000 Pentium M 1.7 GHz, ocultando su IP mediante una sofisticada estrategia de conexiones intermedias que simulaban su presencia en Melbourne, Chiapas y New York, tecleaba el astrofísico J. A. una oculta clave secreta, una misteriosa secuencia de letras y números que solo él conoce, aparentemente sencilla pero que tantos quisieran saber, por la que tantos miles de euros (millones de las antiguas pesetas) estarían dispuestos a desembolsar muchos agentes de diferentes servicios de información, una contraseña que le permitía al astrofísico J. A. publicar en internet un documento, un texto aterrador, del que ya he podido hacerme con una copia que conservo a buen recaudo en mi archivo, y del que en un alarde de generosidad, y de forma absolutamente gratuita y desprendida, ofreceré íntegramente su texto en uno de los apéndices de esta obra, a pesar de que el astrofísico J. A. pueda adoptar contra mí represalias que ni siquiera puedo ahora sospechar...
«Conozco otro caso de otro que escribe en esos medios, como el primero, que va de estrella total, pero de escasa magnitud. Hizo sus pinitos con la cámara oculta haciendo algo que unos dicen es periodismo de investigación. Lleva años preciándose de estar muy relacionado en los ambientes más secretos de los servicios policiales y de seguridad y su último logro ha sido, si le creemos (cosa que es difícil porque su vida se escribe por las mentiras y exageraciones que cuenta, o que cuentan de él, como una terrible historia de una mandíbula rota y milagrosamente recuperada, o la de un robo de un portátil de un coche, o las truculentas historias de cómo viajar a cuenta de oeneges y cosas de esas), decía, que su último logro ha sido infiltrarse en grupos ultrafutboleros y, según le oí comentar en un programa de radio en el que colaboro, llegó a ver cómo sus compañeros daban una paliza a un tío y todo. Luego lo escribió en un libro con seudónimo, pero su afán de figurar hizo que el secreto sobre su nombre durara 'lo del cantar de un vizcaíno', expresión de mi casa que alude a algo que dura excesivamente poco, pero cuyo origen desconozco. El ser testigo (acaso compinche) en un delito y no denunciarlo fue entendido por este tío como parte de su labor secreta de periodista.» («¿Periodistas?»{1}, por Javier Armentia, en Por la boca muere el pez, su blog, el 21 noviembre 2003.)
El famoso «periodista de investigación» Manuel Carballal Pazos acaba de utilizar por segunda vez su conocido y ya famoso seudónimo de Antonio David Salas Rey, que en 2003 llevó a Diario de un skin a convertirse en el libro más vendido en España. El nuevo libro, El año que trafiqué con mujeres, quizá hasta supere en ventas al anterior, pues el morbo por lo que se oculta tras el sexo mercenario es indudable que atraerá más lectores (¿y lectoras?) que las alucinadas andanzas de algunos neonazis hispanos.
De hecho, este nuevo libro, lanzado por el Grupo Planeta recurriendo a todos los mecanismos de la mercadotecnia, coincidiendo precisamente con una campaña electoral, la de las elecciones generales del próximo 14 de marzo, en la que los partidos políticos españoles utilizan también todas las técnicas propias de una avanzada partitocracia de mercado pletórico para que sus obedientes votantes consuman los productos que les vienen publicitando sin piedad, no es más que una secuela del anterior, y dejará a sus lectores tan insatisfechos como pudieron quedar tras leer el primero, pero sin duda esperando el siguiente, en el que desvelará otro poquito de cuanto misterioso ocultan las tramas más escandalosas de la sociedad en la que vivimos.
Se trata de un libro de casi cuatrocientas páginas de un estilo que hemos querido imitar –sin duda lo hemos mejorado– en el primer párrafo de este comentario, y que, salvo las bien poco interesantes descripciones del estado anímico del autor en cada momento («aquella noche también aprendí el remedio que utilizan las rameras para soportar el sueño durante las interminables noches de vigilia en los serrallos: coca-cola con café; la alquímica mezcla de cafeínas funcionó, y soporté los 1.200 kilómetros al volante...», pág. 210; «hice verdaderos esfuerzos, titánicos esfuerzos, para apartar la mirada de aquellos pechos maravillosos, aquellas caderas rotundas, aquellas piernas perfectas, aquella cintura de avispa... sólo otro hombre podrá comprender de cuánta fuerza de voluntad tuve que echar mano en aquel momento. [...] ¿Qué más le daría a aquella valkiria nórdica acostarse con un putero más o menos esa noche? Eran mis propios prejuicios y mi propio sentido de lo moral lo que se interponía entre aquella belleza rumana y yo; la deseaba, lo reconozco; era pura lujuria...», pág. 295) y sus peculiares ocurrencias («observando aquellas patéticas, ridículas y vergonzantes actitudes de los puteros, en muchas ocasiones deseé tener el poder milagroso de Cristo en las bodas de Caná; me habría encantado poder convertir el whisky de los cubalibres en bromuro; de esa forma, los clientes de aquellas Marías Magdalenas sentirían el mismo deseo, abonarían el servicio por adelantado, pero serían incapaces de obtener la erección para llevar adelante sus humillantes coitos de pago...», pág. 155; «miré hechizado el cuchillo con el que el mexicano troceaba su filete; empecé a sentir la tentación de arrebatárselo para clavárselo en el corazón; pensé que si era lo bastante rápido podría arrancárselo de la mano y hundírselo en el pecho antes de que pudiese desenfundar la pistola que imaginaba oculta bajo su camisa; pero inspiré un par de veces y bebí un trago para intentar volver a la realidad», pág. 336), no ofrece ninguna información nueva que el lector no haya visto y oído en los últimos años en documentales pasados por las televisiones en horarios de máxima audiencia, escuchado por las radios, leído en la prensa, o que no se pueda adquirir navegando media hora por internet en lugares al alcance de todo el mundo.
Lo misterioso (oculto, secreto, arcano, desconocido...) tiene un público fiel y majadero, un público que, convenientemente idiotizado, dejará de preocuparse en otras cosas y, creyéndose dotado de esa superioridad propia de quien se sabe partícipe de claves ocultas, otros mundos y otras dimensiones, se convierte en el rebaño más dócil para ser pastoreado por quienes deben mantener la eutaxia de la sociedad. A finales de febrero, antes de que el libro pudiera adquirirse en grandes superficies, quioscos e incluso librerías, el programa Aquí hay tomate de Tele 5 (cadena de televisión que aparece varias veces mencionada en el libro, pues para ella ha venido prestando servicios de cámara oculta el investigador Carballal –a pesar de que Planeta tiene más intereses en Antena3–) ya comenzó a anunciar los grandes desvelamientos que se avecinaban, los nombres de famosas artistas y presentadoras de televisión que ejercían también como rameras, aunque el libro denuncia sólo ofreciera iniciales, lo que permite aumentar las conjeturas... y el lunes 8 de marzo, día de la mujer trabajadora, en que se presentó oficialmente el libro en Madrid, por supuesto con la ausencia de su oculto autor, Aquí hay tomate incluso ofreció fragmentos de la grabación con cámara oculta a Malena Gracia, ya publicada en noviembre de 2000, por la simple razón de que el asunto se menciona en el libro que quieren convertir en superventas... Las revistas basura de la primera semana de marzo, recién colocados los ejemplares del libro en el lineal y visible ya su cubierta tras los escaparates, publicaban desmentidos de esas vedettes de cuyas andanzas tanto gusta de alimentarse el pueblo democrático, señoras y señoritas que ni siquiera habían tenido tiempo de ojear todavía el libro, pero que lograban así saltar de nuevo a la palestra para aumentar su cotización y colaborar en la propaganda del nuevo producto (por ejemplo Sonia Monroy, en ¿Qué me dices?, «Nunca he ejercido la prostitución», o Mar Saura en varias cadenas de televisión). ¿Quién sería la famosa M. S., que cobraría 36.000 euros por un «servicio sexual»? ¿Quién Ulises A., padre de una gran hermana gallega, llamado el suizo, propietario no sólo de una respetable cafetería sino también de un sórdido puticlub? ¿Quién será la conocida C. ofrecida por la madame María José de M.?
Como parece que los asuntos de satanismo, ovnis y fenómenos inexplicables ya tienen saturado al público (y Manuel Carballal conoce bien el terreno, pues dirige mundomisterioso punto com, en la red desde 1997) nada mejor que ensayar la elaboración de productos derivados de la moda, parece que ya también agotada, de los televisivos «programas de investigación con cámara oculta», que tanto revuelo armaron en los primeros años del nuevo siglo. El mismo estilo basura con el que un ramillete de supuestos «investigadores» de lo «paranormal» y la «fenomenología ovni» han llenado durante décadas revistas, libros, programas nocturnos de radio, sugiriendo, suponiendo, inventando, trastocando, mintiendo y confundiendo a un público semiculto, se está trasladando, de la mano de los mismos y nuevos «investigadores», a los terrenos de los asuntos de la sociedad y de la política.
El «misterio» del seudónimo que no lo es
Al aparecer el primer libro de «Antonio Salas» parecía consistente que el autor encubriese su personalidad bajo un seudónimo, pues, en efecto, el que un periodista (o alguien que así se llama, titulaciones al margen) se infiltrase armado de cámara oculta entre algunos grupos marginales de neonazis hispanos podía poner en un aprieto al falso militante y/o miserable chivato traidor en caso de ser descubierto. Pero una vez que la propia vanidad del autor le llevó a ir ofreciendo datos y datos sobre su verdadera personalidad, hablar sin cesar por las radios (con la voz más o menos distorsionada), entrevistarse a sí mismo en su propia revista de internet, publicar fotos comprometedoras en revistas y periódicos donde se le reconoce de manera indubitable... una vez identificado, por supuesto y en primer lugar, por sus potenciales enemigos, mantener el seudónimo sólo puede entenderse como un recurso literario más para ofrecer al lector, por el mismo precio, otro misterio a resolver. Leemos en la solapa del libro (marzo de 2004):
«Antonio Salas es el seudónimo de un conocido periodista de investigación que debe mantener en el anonimato su identidad por razones obvias. En Diario de un skin contó su infiltración en el movimiento neonazi y la convivencia con los skinheads, algo que hasta entonces ningún reportero español había conseguido. Tras su publicación, empezaron las amenazas de muerte por parte de sus 'camaradas' traicionados. Ahora, tras lograr integrarse en las mafias internacionales de tráfico de mujeres, su vida vuelve a estar en peligro. En los últimos veinte años, ha publicado más de media docena de libros de investigación y ha desarrollado su labor profesional en diarios, revistas –Interviu, Tiempo– y cadenas de radio y televisión, como Onda Cero, Antena 3 y Tele 5. Ha sido el único periodista introducido en sectas, grupos de crimen organizado y colectivos extremistas cuyas grabaciones, realizadas con cámara oculta, se han considerado pruebas judiciales en varios casos policiales españoles.»
Pero sucede que ya el 11 de agosto de 2003 publicaba Luis Alfonso Gámez, uno de los miembros más activos y prestigiados de El Escéptico, y de los más veteranos de ARP Alternativa Racional a las Pseudociencias y de SAPC Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, en su blog Magonia, una ventana crítica al mundo del misterio, un artículo titulado «¿Dará vida Manuel Carballal a Antonio Salas?»{2}, en el que ironizaba sobre el nuevo misterio en el que se había envuelto su habitual antagonista, el Carballal propagandista de la basura ovni y afines. Y ese artículo sigue disponible en internet seis meses después: ningún juez ha ordenado que fuera retirado, ni parece que el autor de Diario de un skin lo hubiera siquiera pretendido. «Antonio Salas» simplemente se ha limitado a resarcirse, en su segundo libro, sin aportar prueba alguna, ofreciendo más basura: «Lo triste es que hasta hubo un puñado de periodistas que se aliaron con los nazis –suponiendo que no lo estuviesen anteriormente–, para intentar dar caza a Tiger88. Uno de ellos, L. A. G., que sorprendentemente trabaja en El Correo Español, diario decano del grupo en cuyo suplemento se había publicado el día anterior mi entrevista, se había empeñado en identificarme con algún enemigo personal suyo, a quien deseaba que los skinheads eliminasen» (págs. 30-31); «Suponiendo claro, que Julio Perea, como Luis Alfonso Gámez y otros periodistas afines al movimiento neonazi, no desease intencionadamente que alguien le pegue un tiro a cualquier persona identificada como Antonio Salas, fuese yo o no» (pág. 197). (El tal Julio Perea, si he logrado entender bien lo que se quiere decir en el libro que comentamos, debe ser el nombre de un despistado técnico de una radio catalana que se habría olvidado de distorsionar la voz de «Antonio Salas», provocando que un adicto a los lupanares, al que estaba utilizando en la nueva «investigación», le identificase con el Tiger88 infiltrado entre los skins...)
Manuel Carballal, para lograr mantener la atención del público, y poder rentabilizar en su momento el papel de víctima y de perseguido, le hace escribir a «Antonio Salas» en la página 354:
«Al término de esta investigación constato que, curiosamente, los neonazis de Levantina de Seguridad, vigilantes de muchos burdeles de ANELA, y los inmigrantes ilegales que forman parte de las mafias de crimen organizado a los que tanto odian los skins se han aliado ahora en una causa común: todos piden la cabeza de Antonio Salas. Lo triste es que compañeros periodistas, de los que ya he hablado, parecen haberse unido a esa campaña por desvelar mi identidad real a los violentos, o lo que es peor, por identificarme con enemigos personales, para que una vez más alguien les haga el trabajo sucio. En todos los oficios existe algún Judas.»
La trayectoria de Manuel Carballal Pazos
Manuel Carballal Pazos es un personaje bien conocido en España, un rostro habitual en las televisiones desde hace años, y ofrece abundantes datos sobre su nada peculiar biografía en distintas páginas de internet (un curso vital concordante con las numerosas referencias autobiográficas que desgrana «Antonio Salas» en sus dos libros). Se presenta nada menos que como teólogo y criminalista, pero también como tirador y paracaidista. Como era de esperar en autor tan fantasioso su «página oficial» está colocada tras una discreta dirección de internet: confidencial.mundomisterioso.com
«Manuel Carballal nació en La Coruña, aunque no mantiene su residencia en esta ciudad española. Estudió teología y criminología en Galicia y Cataluña, especializándose en la criminalidad asociada a las creencias religiosas. Desde hace más de 20 años se dedica profesionalmente a la investigación. Escritor y reportero de radio, prensa y televisión, es un veterano en el ejercicio del periodismo de investigación en España. Ha desarrollado muchos de sus trabajos en campos específicos como los servicios secretos, las sectas, el crimen organizado, &c. Miembro de más de una veintena de asociaciones internacionales de investigación, ha sido conferenciante en diferentes congresos nacionales e internacionales. Viajero, y miembro de varias expediciones españolas a Asia y Africa, ha coordinado y/o colaborado en varias iniciativas de Organizaciones No Gubernamentales en Africa, Europa y América. Con formación y experiencia como ilusionista, investigador privado, tirador deportivo con arma corta, paracaidista, guía de viajes, &c., actualmente dirige la revista digital mundomisterioso.com»
Conferencias. Ponente invitado por Academias de Policía, Institutos de Criminología y numerosas centros académicos, como la Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Santiago de Compostela, Universidad de La Laguna en Tenerife, Universidad de La Coruña, Universidad Politécnica Madrid, &c. Ha participado en infinidad de congresos, seminarios y simposiums internacionales, especializados en teología, criminología y anomalías, en Europa y América, desde 1988.»
Teología. Especialista en los Nuevos Movimientos Religiosos, ha realizado investigaciones de campo sobre cultos sincréticos y religiones animistas en Africa, Asia y América, conviviendo con santeros, paleros y babalaos en Cuba; houngánes y bokores vudú en Haití o República Dominicana; hechiceros y médicos tradicionales en Malawi o Mozambique, chamanes en Siberia, monjes budistas en Mongolia, marabús y chejs islámicos en Mauritania o Egipto, brujos aztecas y mayas en México o Guatemala, &c. Autor de varios libros y monografías sobre sectas, como El Diablo: El Síndrome del Maligno, ha impartido numerosos cursos y conferencias sobre demonolatría, mística, y teología en seminarios e instituciones católicas, protestantes y laicas. Coordinador de la Expo-Síndone (exposición monográfica sobre la Sabana Santa de Turín).»
Criminología. Vicepresidente segundo del Centro de Investigación y Análisis de la Criminalidad Violenta y Sexual (CIAC) y miembro de la Asociación Profesional de Criminalistas y Peritos Judiciales de Galicia, ha colaborado en numerosas investigaciones criminales realizadas por el Cuerpo Nacional de Policía, Guardia Civil, Policía Autonómica Catalana, &c. Colaborador de publicaciones oficiales como Policía, Guardia Civil, Mundo Policial, &c., ha asesorado varios episodios de la serie Policías de Antena 3, cadena en la que realizó el espacio de crimen y sucesos Caso Abierto. Actualmente colabora activamente con el principal portal español en internet dedicado a la criminalidad violenta: www.archivodelcrimen.com.»
Viajes. Ha realizado investigaciones de campo en países de cuatro continentes como Mongolia, Haití, Egipto, México, Malawi, Jordania, Cuba, Mozambique, Argentina, Rumanía, Alemania, Mauritania, etc. Ha sido uno de los componentes de expediciones españolas a Asia y Africa como Vórtice-98 (organizada por Vortice y Coronel Tapioca), o La Ruta de la Luz 96 y 98 (organizada por Cione y Mano a Mano), etc. (link a articulo de mundo misterioso).»
Prensa. Colaborador, desde 1985, de revistas especializadas como Karma-7, Año Cero, Más Allá de la Ciencia o Enigmas del Hombre y el Universo; diarios como La Voz de Galicia, El Correo Gallego o El Mundo; o semanarios como Interviu, Tribuna, o Tiempo; &c. Como fotoreportero ha desarrollado secciones fijas de viajes y turismo, en revistas como GAM, y algunas de sus fotos han protagonizado exposiciones fotográficas en Vigo, Cádiz, La Coruña, Orense, &c. Desde 1993 edita El Ojo Crítico, una publicación española especializada en sectas, fraudes paranormales, crímenes rituales, y los aspectos menos amables del mundo del misterio.
Radio. Desde 1984 ha colaborado con diferentes emisoras de radio dirigiendo y/o presentando, programas como: Enigmas, Radio Cadena Española, 1986; Dimensión Cero, Onda Cero, 1993; Mundo Misterioso, Radio Voz, 1997.»
Televisión. Entre 1988 y la actualidad ha guionizado, dirigido y/o presentado varias series de televisión y documentales como: A Noite das Badaladas, Televisión de Galicia, 1988; Luz sobre o desconeçido, TV Portugal, 1989; Tras do silencio, Televisión de Galicia, 1990; Mundo Misterioso, Televisión de Galicia, 1993; Los Expedientes Secretos, Frames, 1995; Zoom, Tele5, 1996; Los Expedientes X Españoles, Tele5, 1998; Caso Abierto (incluido en Sabor a Verano), Antena3, 1999; Infiltrados, Tele5, 2002.»
En otra página de internet puede leerse esta otra reseña biográfica, donde se sugiere que está enfrentado con media humanidad:
«Manuel Carballal. Nacido en la Coruña, en 1967. Investigador de los fenómenos anómalos. En 1980 funda el CJI, y en 1983 el Grupo Fénix. En 1984 dirige el programa Enigmas en Radio Cadena Española, al que siguen otros programas radiofónicos especializados como Mundo Misterioso o Espacio en Blanco. En 1985 empieza a colaborar en Karma-7, colaborando posteriormente con otras revistas como Enigmas o Año Cero, siendo vetado en todas ellas, en 1997, por denunciar los fraudes y manipulaciones de algunos de sus directores y redactores. En 1988 comienza su trabajo en televisión con A Noite das Badaladas (TVG), al que siguieron otros programas como En busca de lo Desconocido (TV Portugal); Expedientes-X en España (Tele 5), &c. Actualmente lleva el espacio Caso Abierto, dentro del programa Sabor a Verano (Antena 3). Autor de libros como Los Peligros del Esoterismo, El Síndrome del Maligno, Secuestrados por los OVNIs, La Ciencia Frente al Misterio, OVNIs y Pilotos, &c. Especialista en fraudes OVNI y paranormales, se ha enfrentado en los tribunales a videntes como Octavio Aceves, además de haberse ganado la enemistad de ufólogos, 'escépticos' y parapsicólogos, por su crítica a los engaños tanto de los negadores, como de los periodistas paranormales.»
Su primer libro lo escribió junto el alicantino Gabriel Carrión López, otro habitual de ciertos programas de televisión, y lo publicó en una editorial asturiana: El diablo: el síndrome del maligno, Jucar (Etiqueta oculta, nº 1), Gijón 1990, 216 págs. Siguieron tres libros sobre ovnis: Secuestrados por los ovnis, Espacio y Tiempo (Biblioteca básica), Madrid 1992, 127 págs.; Ovnis: testigos de élite, Espacio y Tiempo (Enigmas), Madrid 1993, 48 págs.; y Ovnis y pilotos (dedicado a Andreas Faber Kaiser), Contrastes (Nueva biblioteca de los temas ocultos), Madrid 1995, 125 págs. Y nuevas entregas sobre esoterismo, misterios y ocultismos varios: Los peligros del esoterismo, Contrastes (Nueva biblioteca de los temas ocultos), Madrid 1995, 126 págs.; La ciencia frente al misterio, Contrastes (Nueva biblioteca de los temas ocultos), Madrid 1995, 124 págs.; Los expedientes secretos: el Cesid, el control de las creencias y los fenómenos inexplicables, Planeta (colección 2mil1), Barcelona 2001, 494 págs.; Los peligros del ocultismo: suicidios colectivos, asesinatos rituales, adicciones, posesiones y fraudes, América Ibérica (Año Cero), Madrid 2002, 96 págs.
¿Suspense?, o es que no se entera
La lectura de los libros de «Antonio Salas» obligan a suponer cuál es la catadura de su autor: o bien es alguien que se hace el tonto y oculta relaciones importantes que ha ido averiguando, quizá para ir ofreciéndolas en dosis homeopáticas y que el negocio aguante más tiempo, o bien el supuesto «periodista de investigación» que se supone es «Antonio Salas» no pasa de ser un incompetente aprendiz que se entera de poco. Dudas que no suponen disyuntiva excluyente, pues podrían suceder ambas cosas a la vez y en distintos grados. Así, el capítulo primero del libro, que lleva por título Nazis versus proxenetas, ofrece un relato, quizá a la medida de un público consumidor de infraliteratura sobre conspiraciones, milagros y ovnis, pero que a un lector un poco más inteligente le confirmará que, de ser cierto lo que se cuenta, Manuel Carballal es un «investigador» torpe, incapaz y pretencioso.
Nos cuenta «Antonio Salas» que, interesado por introducirse en las redes de la prostitución organizada, decide ir a Valencia para entrevistarse con un ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne, ANELA, y que, ya dentro de las instalaciones de Levantina de Seguridad, cuyo director es precisamente José Luis Roberto Navarro, fundador de ANELA, instantes antes de entrar a su despacho, a través de una llamada recibida en su teléfono móvil, se enteró por una periodista de El Mundo que José Luis Roberto Navarro también preside el partido España 2000, al que serían afines tantos skinheads, que podrían identificarle... «De pronto el mundo se hundió bajo mis pies. Aquella empresa de seguridad, repleta de cráneos rapados, era el peor lugar del mundo para que se encontrase Tiger88. Supongo que fue el arrebato de pánico, pero incluso me pareció reconocer, en alguno de los jóvenes alumnos de aquella academia, a los rapados que exhibían cruces célticas y cazadoras bomber...» (pág. 29).
Como situación dramática para animar al lector que tiene ante sí todavía más de trescientas páginas no está mal, y podría justificarse la fantasía (a pesar de que el autor, en su nota inicial, asegura que ofrece «una transcripción literal y veraz de los hechos y de las grabaciones de cámara oculta...» salvo algunos cambios para evitar la identificación de prostitutas colaboradoras en tan peligrosas averiguaciones), pero tal cuento (pues aunque nos parece que «Antonio Salas» es un investigador mediocre, no podemos hacerle tan torpe) sólo muestra el estilo que acompaña todo el libro, que es más bien otro ejemplo de literatura fantástica construida de retazos de noticias ya publicadas y conocidas, presentadas como grandes descubrimientos, al margen de que tras meses de recorrer las carreteras españolas visitando todos los garitos nocturnos, cual inspector de la Guía de Prostíbulos, pueda hilvanar alguna anécdota intrascendente.
Luego nos cuenta que «al buscar información sobre la fundación de ANELA en la hemeroteca, me encontré con el Boletín Oficial del Estado del jueves 12 de abril de 2001», donde se publica la resolución que aprueba tan Asociación empresarial. ¡Gran investigación! ¿Dónde encontrar información sobre ANELA? ¿Cómo encontrar ese olvidado Boletín Oficial del Estado de hace tres años? Para eso está el esforzado periodista de investigación... que no tiene nada más que mirar en las páginas de internet de tales empresarios de locales de alterne, que se caracterizan precisamente por todo lo contrario al misterio y la ocultación. ¿Y qué se encontró «Antonio Salas» en tal documento publicado en el BOE, y que puede leerse en la página de internet de ANELA? Pues algo que, tenemos que suponer, Manuel Carballal ya debía saber (salvo que, en efecto, sea un torpísimo «investigador de lo oculto»): que el Eduardo A. que ya aparece numerosas veces citado en Diario de un Skin (así, con esa misteriosa inicial del apellido), es Eduardo Arias Hijas, representante de ANELA. Y para mantener el misterio, sigue refiriéndose a él sin ofrecer el nombre completo:
«¿Y quién es, según el BOE, el representante de ANELA encargado de presentar oficialmente a la federación de burdeles? ¡Tachán! Nada más y nada menos que mi viejo y admirado camarada don Eduardo A., alias El Duro, mano derecha de Ynestrillas, líder de Patria Libre y abogado del nazi Pedro Varela, propietario de la legendaria Librería Europa y cofundador de CEDADE. Eduardo A. aparecía repetidamente en el libro y en el documental Diario de un skin, pero en aquel momento no podía suponer que su relación con la federación nacional de prostíbulos me hiciese volver a toparme con él en esta nueva investigación.» (pág. 43.)
¿Pero es que acaso Eduardo Arias oculta su ideología y sus actividades? Hace un año, cuando Diario de un Skin comenzaba su carrera de superventas, Eduardo Arias, que cualquiera me buscase por internet podía asociarle con ANELA, tampoco ocultaba su ideología ni dejaba de mostrar su nombre y su rostro a un público de millones de espectadores, sin seudónimos vergonzantes o iniciales misteriosas, en cuanto podía... hasta en el mítico Crónicas marcianas de Javier Sardá. ¡Menudo «periodismo de investigación» el de Carballal! Sirva como ejemplo lo siguiente, leído en los foros de Azul Mahón (de Falange Española): el 4 de febrero de 2003, el moderador Seu anunciaba la buena nueva:
«Eduardo Arias en Tele 5. Todavía no está confirmado, pero es muy probable la presencia del Coordinador General del Frente Español en un debate que se emitirá mañana miércoles en T5 y en el programa Crónicas Marcianas. Os mantendremos informados.»
el forista Futuro considera un grave error tal asistencia:
«Si consideras que Crónicas Marcianas es el lugar adecuada para exponer cualquier propuesta, iniciativa o argumento con seriedad, si consideras que la presencia allí de cualquier mención falangista no va ser contraproducente, entonces es que una vez más cometeréis el error que los medios de comunicación quieren, es que os prestáis a un juego que llevara a la Falange y todo lo falangista un escalón más abajo en su automarginación.»
pero Seu responde:
«Efectivamente Crónicas Marcianas no es el mejor escaparate, estamos de acuerdo, pero lo que hay que hacer es estar en los medios de comunicación porque si no NO EXISTES. Estoy seguro que Eduardo sabrá lidiar bien con los que allí estén para no hacer lo que tu dices.»
y al día siguiente, el 5 de febrero de 2003, Seu puede ya confirmar:
«Eduardo Arias, Coordinador General del Frente Español, asistirá hoy en Tele5 a un debate que sobre la Unidad Nacional realizará el programa Crónicas Marcianas. Es la segunda vez en pocos días que Eduardo Arias participa en debates televisados, lo que pone de manifiesto el interés que despierta el Frente Español incluso en aquellos espacios que son claramente contrarios al patriotismo español.»
En las páginas del Frente Español incluso se publica una foto de Eduardo Arias actuando en Crónicas marcianas, en un artículo dedicado a glosar su apoteosis en el programa de televisión más visto de las madrugadas españolas. Pero a esas horas probablemente «Antonio Salas» estaba investigando en alguna casa de putas venciendo las tentaciones de la carne...
¿Torpeza o complicidad?
Pero viniendo más a nuestros días. «Antonio Salas» incorpora en su libro recién aparecido noticias bien próximas, como la presentación hace poco más de un mes, el pasado 29 de enero, de la mano de la concejala Ana Botella y del ministro Eduardo Zaplana, del proyecto del PP de adoptar medidas similares a las tomadas en Suecia, que tienden a luchar contra la prostitución penalizando al usuario cliente prostituidor. Decisión política con la que parece coincidir. Pero aunque en su libro incorpora la actualidad más cercana, ¿cómo aceptar que un periodista de investigación de su altura pueda ignorar «sabrosas» noticias de los últimos meses, que atañen a sus amigos del NS y de ANELA? ¿Es creíble que Manuel Carballal no se enterase de que el 11 de octubre de 2003, en el II Congreso Nacional de FE-La Falange, se desplazó a Jesús López y se renovó la nueva jefatura y junta nacional, resultando Fernando Cantalapiedra nuevo Jefe Nacional, Felipe Pérez nuevo Secretario General... y Eduardo Arias, el representante de ANELA, nada menos que Secretario Nacional de Acción Política de esa organización, promotora de un Frente Español del que forma parte importante España 2000 de José Luis Roberto Navarro, fundador de ANELA? ¿Será que son hechos que va a descubrir nuestro periodista de investigación en su tercer libro, cuando procure infiltrarse con cámara oculta en los confesionarios del Palmar de Troya, en un consejo de ministros, en la alcoba de Letizia, en una reunión del consejo de administración de cualquier multinacional, en una chabola, en un comando etarra o en la oficina de seguimiento de la campaña electoral de un candidato cualquiera?
Lo que lleva a sospechar si este libro de «Antonio Salas» no viene a ser algo parecido al de Alfonso Torres sobre los legionarios de Cristo, que ya fue comentado en esta revista: pura propaganda, presentada como un ataque, pero propaganda al fin y al cabo. ¿Quién sale más beneficiada con este libro de «Antonio Salas»? Pues precisamente ANELA, por mucho que se insista en vincular tal organización con las minorías extremistas de neonazis y skins. ¿No será que este libro de «Antonio Salas» no pretende otra cosa que fomentar los intereses de ANELA? ¿Cómo explicar de otra manera las nueve páginas que se dedican (de la 257 a la 265) a ofrecer un completo «Directorio de ciberburdeles en España», con las páginas de internet correspondientes, pero también las direcciones precisas y teléfonos de contacto? ¿No es eso apología y propaganda de la prostitución?
Puesta a fantasear, pues algo se contagia al leer esta subliteratura: ¿no estará quizá Antonio Salas asegurando su protección por las pillerías cometidas espiando skins, presentando las situaciones vergonzosas que esconde ese submundo, pero fomentando un ordenamiento racional del sector como el que propone ANELA, incluso colaborando en el seguimiento, que condujo luego a su detención, de un traficante nigeriano de mujeres africanas –no sé por qué lo llaman «trata de blancas»– que iba por libre?
¿Qué en pleno siglo XXI se producen compraventa de mujeres para su explotación sexual? Por supuesto. ¿Qué «Antonio Salas» acaba de enterarse? Quizá. Bienvenido a la realidad. ¿Pero es necesaria tanta fantasía y parafernalia para denunciar situaciones tan vergonzosas? En absoluto. Le hubiera bastado con leer las noticias de los periódicos y las eficientes actuaciones de la policía. Sin necesidad de ir a ninguna hemeroteca, simplemente entrando en las páginas... precisamente de ANELA: www.anela.cc
Para evaluar la gravedad de la corrupción social que nos rodea le hubiera bastado con fijarse simplemente en las páginas dedicadas a los anuncios de prostitutas en los periódicos más respetuosos. Todos los periódicos dedican cada día varias páginas a incitar a sus lectores a consumir los servicios de cientos de prostitutas: La Vanguardia del viernes 5 de marzo de 2004, por ejemplo, dedica dos páginas a ofrecer más de medio millar de anuncios de tales «contactos». Las tarifas para 2004 de ese periódico en la sección de anuncios clasificados es de 4,40 euros en día laborable y 7,40 euros los festivos por línea de columna cuerpo 5,2. Como cada página tiene diez columnas de 184 líneas, cada página supone unos ocho mil euros cada día laborable y casi catorce mil los festivos. ¿Quién paga esos veinte mil euros diarios (más de siete millones al año) que, como mínimo, suponen en un solo periódico los anuncios relacionados con la prostitución? Hay que suponer que no los paga ninguna ONG altruista que busque tranquilizar mediante el sexo a los lectores de periódicos. Y a estas alturas de la consolidación democrática de nuestro país, tampoco cabe imaginar interés en alguna potencia extranjera por corromper nuestra sociedad. El dinero procede, sin duda, de los miles de usuarios que atienden esa publicidad, a través del porcentaje importante de los ingresos que quienes se prostituyen tienen que dedicar a la publicidad de su actividad. Si un solo periódico factura un día cualquiera veinte mil euros en ese tipo de anuncios, ¿cuántos «servicios sexuales» tienen que dedicarse cada día sólo para mantener los miles y miles de anuncios que cubren páginas y páginas de los diarios? ¿No será por tanto la prensa uno de los principales cómplices y beneficiarios de la ilegal prostitución, que se reserva limpiamente una parte del negocio mucho más importante que la que pueda corresponder a miserables chulos, odiosos rufianes o celestinas madames? ¿Y en qué grado de sofisticada crueldad cabría colocar a un «Antonio Salas» que, para tener algo que contar y que vender, recorre con su cámara oculta los lugares más oscuros de nuestra sociedad, arrancando testimonios más o menos patéticos de varias desgraciadas, a las que engaña con falsas promesas, y llenar con tales transcripciones páginas que le darán millonarios derechos de autor a cambio del importe de una consumición, pagada directamente a la víctima, eso sí, porque el galleguito es muy legal, y así evita que el dueño del local se lucre con su comisión? («Todo lo que sea estafar a los proxenetas, sean mafiosos nigerianos, honrados empresarios o sofisticadas encargadas de agencias de lujo, me parece bien. Al fin y al cabo todos ellos viven de explotar el sexo de sus rameras, ellas son las que hacen el trabajo sucio...», pág. 278; ¿y tú, «Antonio Salas», de qué vives sino de remover un poco más esa misma basura?)
Supuesta novedad de unos «escándalos» ya añejos
En el capítulo 7, Actriz, modelo, presentadora... y ramera de lujo, aparece la desgraciada Malena Gracia, con la que Manuel Carballal se ensaña sin piedad. El perdonavidas «Antonio Salas» la incluye entre las personas a las que dedica el libro: «A Malena Gracia, lamento resucitar un pasado oscuro; creo que esta vez el fin justifica el medio.» El sábado 6 de marzo de 2004, en el programa Salsa Rosa de Tele 5, «el programa líder del corazón en España», que dirige y presenta Santiago Acosta, un verdadero periodista de investigación con cámara oculta que, agotado aquel filón, pudo reconvertirse en su momento a esta nueva especialidad, Malena Gracia tuvo ocasión de salir a defenderse del protagonismo indeseado que «Antonio Salas» ha vuelto a darle. Manuel Carballal (oculto por supuesto bajo su cómodo seudónimo) se justifica torpemente en su libro de la razón por la cual ofrece completo, y no en siglas, el nombre de Malena Gracia, y que no sería otra sino el valeroso reconocimiento que esa artista hizo público en 2001 de haber ejercido la prostitución «de lujo». Y una vez que Malena Gracia supo y pudo reconducir su agitado pretérito, reconvertida en una estrella siliconada más del famoseo que pulula por esos concursos de televisión que gozan de la preferencia de audiencias millonarias de conscientes demócratas satisfechos en el bienestar que les hace disfrutar la pequeña pantalla, y completa sus ingresos haciendo «bolos» por todo España, que le permiten vivir dignamente, como cualquier famosa televisiva que se ve reclamada para inaugurar hoteles, asistir a fiestas, cantar un poco en una discoteca, decir el pregón de la fiesta de un pueblo invitada por un alcalde que sabe que así mejora su cuota de popularidad política, dictando sus memorias en alguna revista o informando a su público de vez en cuando de su estado de animo en los muchos programas del corazón que se prodigan en la televisión plural..., el caritativo «Antonio Salas», censor implacable, inquisidor machista, macerada su repugnante moralina desde los oscuros momentos de sus inicios en aquel seminario gallego, utilizará una y otra vez el pasado de Malena Gracia para recordar de nuevo lo que fue, y quizá, para obligarla a volver al arroyo del que había logrado salir tras su confesión pública, el arrepentimiento y el reconocimiento social equivalente al perdón. ¿No es absolutamente deleznable el sucio oportunismo del valiente Manuel Carballal, oculto por supuesto bajo su seudónimo, al recordar una y otra vez en su libro el pasado de Malena Gracia como prostituta?
Porque, en efecto, nuestro «periodista de investigación» no se ha limitado en su trabajo de campo, siempre acompañado de su cámara oculta (para ver si además del libro logra colocar algún documental de impacto en alguna cadena necesitada de morbo), a recorrer docenas de puticlubs de carretera y otros sórdidos garitos. También lo ha intentado, por lo que dice, en esas discretas agencias que muestran fotografías de modelos susceptibles de atender diferentes demandas. Aunque en realidad lo que hace Carballal no es otra cosa sino airear de nuevo cosas ya publicadas. Entra a saco en dos libros testimonio recientes, con los que va rellenando el suyo, mediante la arriesgada tarea de entrevistar a sus autoras: Isabel Pisano, Yo puta (Plaza & Janés 2001) y Valérie Tasso, Diario de una ninfómana (Plaza & Janés 2003). Pero sobre todo se aprovecha sin pudor de la curiosa labor que emprendió el pintoresco abogado Emilio Rodríguez Menéndez cuando, adquirida por él la cabecera de la revista Dígame al ser subastadas algunas marcas procedentes de la extinta Prensa del Movimiento franquista, tal nombre volvió a servir para denominar una publicación de vida efímera que apareció en octubre de 2000. Como «Antonio Salas» entonces no existía, Manuel Carballal hace como que no se había enterado en su momento de la revolución que en la prensa española supuso el Dígame de Rodríguez Menéndez, revista de la que habría sabido por una informante rumana (sic).
¿Qué periodista de investigación un poco interesado por las cosas mundanas no guarda como objeto preciado una colección del Dígame de Emilio Rodríguez Menéndez? Carballal dice que no conocía la revista, pero en cuanto escuchó su nombre de labios de la rumana... «inmediatamente anoté en mi lista de tareas pendientes una visita a la Hemeroteca Nacional, en la madrileña plaza de Colón, para buscar en los archivos de las publicaciones españolas la tal revista Dígame» (pág. 180).
Pero aunque «Antonio Salas» rellena un montón de páginas de su libro gracias a Dígame, como si en la Biblioteca Nacional hubiera exhumado reliquias ignotas de siglos pretéritos, el mal investigador que es Manuel Carballal desaprovecha la ocasión para sacarle bastante más punta al asunto, que la tiene sin duda. En buena medida porque la grosería de los análisis de «Antonio Salas» le impide hilar más fino: como es un progre (y además oportunista, también dedica el libro «Y a mi compañero Xosé Couso, por dejarse la vida en el oficio») mete en el mismo saco a Blas Piñar (una de cuyas hijas es al parecer propietaria de un local en Valencia donde está instalada la sala «Showgirl», gran descubrimiento que demuestra hasta con reproducción del informe registral emitido a instancias de la entidad Foro Legal SC –se supone que una de las tapaderas de «Antonio Salas»– lo que no supone que tal negocio esté regentado por esa señora, sino que ella es la propietaria del local), a los skins, a cualquiera de las variedades de «carlismos» o de «falanges», socialismos, nacionalsocialismos, &c., despreciando una realidad que, como suele suceder, supera a la ficción.
Pero es normal que «Antonio Salas», que ha dedicado los dos últimos años de su existencia (en realidad los dos primeros) a convivir con cabezas rapadas neonazis apasionados por el fútbol y a malvivir en las casas de putas de medio España, tenga poco tiempo para finuras. Quizá el bloqueo en los análisis de «Antonio Salas» estribe en que, tras su paso por el seminario, y autotitulándose «teólogo y criminalista», no es capaz de distinguir entre la profunda brecha de quienes se mueven más por motivos ideológico políticos que por motivos ideológico religiosos. Indistinción muy propia del todo revuelto de esas izquierdas extravagantes, cuyos reinos no son de este mundo, y que, como la ETA y como «Antonio Salas», nacieron en un seminario. Léase por ejemplo la mayor claridad que encontramos en un comunicado que difundía en mayo de 2003 la AJEncia Patriótica de Noticias de AJE Acción Juvenil Española, organización juvenil del Movimiento Católico Español:
«El periodista Gustavo Morales ha intervenido hoy, 23 de mayo, en el programa matinal de TVE1, en la sección de sucesos. Aprovechó la detención de un joven en Alcalá de Henares al que se vincula con grupos skins (jamás se habla de la ideología de los múltiples asesinos que brotan a diario por toda la geografía nacional), en el caso del bar 'Rojas', donde fueron asesinados un joven de 17 años que atendía el mostrador y una señora que casualmente estaba allí llamando por teléfono. Morales relacionó el caso con los 'Hammer Skins' en particular y con la ultraderecha en general. Aseguró que los skins están relacionados con el tráfico de armas y de drogas. Relacionó también el crimen con el 'asesino de la baraja', sosteniendo la tesis de que son asesinatos xenófobos realizados por un grupo y terminó implicando a la 'División Azul' porque su sede está en Alonso Cano, 66 y uno de los crímenes se ha cometido enfrente, en el 89 de la misma calle, asegurando que de la sede divisionaria han desaparecido armas de origen ruso. Gustavo Morales fue protagonista de una escisión de falangistas en contra de Diego Márquez Horrillo, al que hace casi dos años los jueces dieron la razón en el uso de las siglas FE-JONS. Morales y su equipo político se situaron en el 'YA', a las órdenes del oscuro abogado Emilio Rodríguez Menéndez, trabajando a favor de la mafia socialista del GAL (Vera, Barrionuevo, &c.) y en contra de Pedro J. Ramírez, director de 'El Mundo', del que fueron grabadas y difundidas imágenes escabrosas de índole sexual. Posteriormente, Gustavo Morales y sus amigos trabajaron para el ex masón y ex banquero Mario Conde en una revista creada para promocionarle.»
«Antonio Salas» utiliza información similar a la de estas fuentes, además de la lectura directa del Dígame y demás para «descubrir» al lector (págs. 182 y siguientes) un batiburrillo confuso, pues no es capaz de entender siquiera las claves de las tramas en las que picotea.
Al parecer, en efecto, las víctimas socialistas del GAL (Vera, &c.) necesitaban un medio de prensa con el que poder oponer argumentos que sirvieran a los jueces para aquilatar las penas pendientes de fallar en los juicios correspondientes. El periódico Ya, otrora propiedad de la Iglesia Católica, pudo así prolongar seis meses su agonía, de la mano de Emilio Rodríguez Menéndez, con el objeto de atacar a Pedro J. y su periódico El Mundo, restando fiabilidad a sus denuncias contra los chapuceros asesinatos llevados a cabo por el GAL en la época socialista. Como no sería fácil encontrar periodistas que llenasen las páginas de ese periódico, y además les saldría mucho más barato, pactaron con los falangistas del proárabe Gustavo Morales que, si colaboraban en mantener el periódico unos meses, luego, pasado el juicio de los GAL, podrían quedarse con él. En cuanto a los de la trama del GAL ya no les interesó mantener el Ya, cortaron el millonario suministro económico (¿procedente de antiguos fondos reservados?), y Emilio Rodríguez Menéndez, como es natural, tampoco pudo mantener aquel engendro, que cerró inmediatamente. Sin embargo allí nació la difusión en España de los vídeos de infarto (mucho más efectivos que las «auditorias de infarto» de las que había presumido años antes el socialista Alfonso Guerra, en plena apoteosis de su poder, cuando su hermano negociaba asuntos privados desde un despacho público en la plaza de España del sevillano Parque de María Luisa). La posibilidades de la telerrealidad, de la cámara oculta al servicio de la «información» (bastante antes de que El Mundo decidiese organizar su propia productora especializada en esas investigaciones, seguramente escarmentados al vivir en sus propias carnes el potencial de la nueva fórmula), quedó demostrada en España con el periodismo de investigación que, a través del Ya, produjo el famoso vídeo en el que la guineana Exuperancia Rapu Muebake atendía las curiosas fantasías sexuales del director de El Mundo. Así lo contaba el diario Clarín, desde Buenos Aires, el 17 de noviembre de 1997:
«El editor del Diario El Mundo, en el centro de la tormenta. España: escándalo por un vídeo de contenido sexual. (Madrid. Juan Carlos Algañaraz).- El diario madrileño El Mundo acusó ayer a ex funcionarios del PSOE de tender 'una trampa' al director del rotativo, Pedro Ramírez, con la difusión de un vídeo de contenido sexual. El propósito del complot, según el diario, es el de desacreditar a Ramírez y 'neutralizar' a El Mundo ante el comienzo, a principios del año que viene, del juicio por la 'guerra sucia' contra ETA. Uno de los principales protagonistas de este proceso, Rafael Vera, ex secretario de Estado para la Seguridad, es acusado con gran despliegue por El Mundo de ser el organizador del complot. En el juicio se ventila la complicidad de altas autoridades del Estado y de la policía con la organización y financiamiento de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que entre 1983 y 1987 asesinaron a 26 o 27 personas en el País Vasco francés vinculados al nacionalismo radical. El vídeo, que ha sido ampliamente distribuido anónimamente, muestra a una mujer manteniendo relaciones con un hombre parecido a Ramírez. El diario denunció que las imágenes fueron manipuladas. La mujer resultó ser Exuperancia Rapú Muebake, una ciudadana de Guinea Ecuatorial, quien fue detenida por orden de la jueza Ana Revuelta. Según El Mundo, Exuperancia declaró que le entregaron 340.000 dólares por el vídeo y le prometieron más de dos millones de dólares. Las personas que trataron con ella fueron, según dijo, José Ramón Goñi Tirapu, ex gobernador civil de Guipúzcoa (País Vasco) durante los peores años de la 'guerra sucia' contra ETA, y Angel Patón Gómez, identificado por el diario como 'miembro de la Unidad de Apoyo al Presidente durante los primeros gobiernos socialistas'. El escándalo en torno del vídeo clandestino es otro episodio en el duro enfrentamiento de Ramírez con el gobierno socialista de Felipe González. Ramírez fue el protagonista de investigaciones resonantes sobre la 'guerra sucia' contra ETA y varios acusaciones que terminaron por debilitar al gobierno del PSOE. Recientemente, El Mundo volvió a encabezar la llamada 'guerra digital' que enfrenta al gobierno de José María Aznar y al grupo Prisa, editor del diario El País y propietario de la cadena radiofónica SER. En torno a dos grupos de televisión digital se han agrupado el gobierno y sus medios afines por un lado, y El País, la cadena SER y Canal Plus por el otro, que cuentan con el apoyo de los socialistas. Uno y otro bando se acusan mutuamente de querer pretender una hegemonía de los medios de comunicación.»
De aquellos ya casi olvidados episodios (que no está de más recordar) surgieron varias secuelas periodísticas, sobre todo en la línea del «periodismo de investigación con cámara oculta», pero no solo. El abogado Emilio Rodríguez Menéndez aprendió lo sencillo que es alcanzar presencia en la vida pública mediante la prensa y los escándalos, fueran estos falsos o incluso hasta verdaderos. Aquel grupo de Falange había articulado un grupito de periodistas y colaboradores entusiastas dispuestos a seguir escribiendo (todavía internet no se había desarrollado lo suficiente, y los foros y blogs hoy omnipresentes no eran capaces de saciar aquellas ansias literarias). Volvió la cosa a cristalizar de la mano de otro personaje peculiar español: M. C. No Manuel Carballal, por supuesto, sino Mario Conde, el representante más famoso de la «cultura del pelotazo» auspiciada por los gobiernos socialistas, caído en desgracia en 1994, cuando fue apartado del Banco Español de Crédito, y el Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense se convirtió en huésped habitual de las cárceles. Mario Conde intentó organizar un partido político con el objetivo de sanear España (podía haberlo conseguido, otros empresarios como José María Ruiz Mateos o Jesús Gil y Gil tuvieron éxito, aunque fueron laminados por la oligarquía partitocrática, pues la voz del pueblo a través de las urnas a veces es muy sabia), y como preparativo lanzó a finales de 1999 una lujosa y peculiar revista mensual, MC, dirigida por Javier Bleda, y en donde recalaron los falangistas que habían ejercido el periodismo en el Ya de Emilio Rodríguez. (Javier Bleda lo había intentado también a finales de 1998 y principios de 1999 dirigiendo otra revista singular de estos años, Artículo 20, de la que fue pronto descabalgado, y sustituido por José Luis Balbín a partir del número 39.)
Al renunciar MC a seguir manteniendo su revista MC, tenía ya Emilio Rodríguez Menéndez suficiente experiencia como para intentarlo en solitario, y a finales de 2000 apareció Dígame. Y aunque Dígame pueda ser reducida a una revista basura más dedicada al corazón y los escándalos, no hay por qué dejar de tomarse en serio la voluntad de regeneración política y social de la sociedad española que expresa en los editoriales de sus primeros números: lograr una catarsis mediante la inundación de basura. Por lo menos hay que reconocerle a Emilio Rodríguez Menéndez y los suyos la misma voluntad de limpieza y regeneración que pregona «Antonio Salas» en el libro que comentamos. En Dígame se propusieron desmontar el mundillo del famoseo que se estaba tejiendo entonces en España, y en la línea de las «auditorias de infarto» del uno, de los «informes confidenciales» del otro, de los «videos a lo Exuperancia» del de más allá, grabaron una serie de videos con «famosas» contratadas por otros «periodistas de investigación» a celestinas que hasta cobran sólo por mirar el libro catálogo con las fotos de su mercancía (o de su supuesta mercancía). El número 3 de Dígame, de fecha 12 de noviembre de 2000, pregona en su portada: «Descubrimos una red de prostitución de famosas. Malena Gracia ejerce de puta.» Y no sólo en la portada. Madrid apareció ese día empapelado con inmensos carteles que anunciaban que Malena Gracia ejercía de puta. ¿Y quién era Malena Gracia, que pasó precisamente a ser conocida gracias a lo que parecía un tanto de venganza de su antiguo novio, el propio Emilio Rodríguez Menéndez?
En cada número el peculiar abogado ofrecía una «carta del editor», y Javier Bleda, el director, cuyas iniciales son las de una marca de whisky, firmaba su editorial semanal: «JB con hielo.» Desde el principio figuraban entre los colaboradores el peluquero abducido Ruphert y el simpar Antonio David Flores (¿se habrá inspirado Carballal al buscar seudónimo –Antonio David Salas– en el nombre del antiguo guardia civil que tuvo que abandonar el cuerpo por quedarse con el dinero de una multa de tráfico cobrada a un francés pero que, en la mejor tradición del typical spanish, matrimonió temporalmente con hija de famosa tonadillera y famoso boxeador con torero famoso como padrastro?). La mayor parte del mundillo basura que inunda hoy las televisiones y las revistas viscerales, y que por fin permiten al personal romper el monopolio omnipresente que tenían los políticos con sus cosas tan repetitivas y aburridas, proceden de la factoría de Emilio Rodríguez Menéndez o fueron relanzados desde Dígame: Loly Alvarez, Nuria Bermúdez, Paco Porras, Arlequín, los Matamoros... Basta leer algunos de los reportajes anunciados en las portadas de sus números: «Botín tiene un nieto bastardo» (nº 16, 5 febrero 2001), «María Teresa Campos y Lydia Bosch, estafadoras inmobiliarias» (nº 20, 5 marzo 2001), «Dinio corruptor de menores» (nº 22, 19 marzo 2001), «Neil: el chulo de Malena Gracia, sexo, drogas, alcohol, menores» (nº 23, 26 marzo 2001), «José Luis Moreno, acoso sexual a sus trabajadores» (nº 24, 2 abril 2001), «Putas y famosas, la madame Patricia del Valle, Daniela Cardone incorpora famosas a la red de prostitución» (nº 25, 9 abril 2001), «Mafia: putas famosas, policías corruptos, abogados ilegales» (nº 27, 23 abril 2001), «Conspiración: las mafias descubiertas dispuestas a matar» (nº 28, 30 abril 2001), «Belén Esteban puta» (nº 30, 14 mayo 2001), «Mafia, corrupción policial, estafa, prostitución, drogas, extorsiones y muerte» (nº 31, 21 mayo 2001), «Terelu desnuda» (nº 33, 4 junio 2001), «Lequio por delante y por detrás... al Conde le gusta más» (nº 35, 18 junio 2001), «Putas famosas de vacaciones en Marbella» (nº 38, 9 julio 2001), «Boris Izaguirre, droga, sadomasoquismo, humillación y lluvia dorada» (nº 40, 23 julio 2001), «Las putas españolas revolucionan América» (nº 45, 27 agosto 2001), «Daniela Cardone, puta y madame, Dígame lo prueba» (nº 46, 3 septiembre 2001), «Ana Obregón acosa sexualmente a los dependientes» (nº 47, 10 septiembre 2001), «Ney mantenido con dinero público: Rodríguez de la Borbolla, alcalde y amante» (nº 49, 24 septiembre 2001), «Sonia Moldes, 2.000.000 pts. ¿polvo? ¿préstamo? p...» (nº 53, 22 octubre 2001), «Fernando Jauregui, alias F. J. Botero, promociona la pedofilia» (nº 54, 29 octubre 2001), «Sardá favorece el tráfico de drogas» (nº 56, 12 noviembre 2001), «Famosas maltratadas. Matamoros vende el dolor de su amiga» (nº 59, 3 diciembre 2001), «Paco Porras traiciona a los famosos y desvela sus secretos ocultos» (nº 60, 10 diciembre 2001), «La España 'cavernícola' obliga al Príncipe y Eva Sannum a olvidar su amor» (nº 62, 31 diciembre 2001), &c.
Como puede colegirse, lo que nos ofrece «Antonio Salas» en su nuevo libro no pasa de ser una versión para niños de lo que publicaba Emilio Rodríguez Menéndez hace tres años. Poca novedad, mínima «investigación» y mucho «cortar y pegar», aderezado de la rancia moralina del «teólogo» Manuel Carballal. Pero como unas decenas de miles de compradores convertirán este libro basura en un nuevo éxito editorial, el proceso se repetirá de forma recurrente una y otra vez.
Lunes, 8 de marzo de 2004
Día de la mujer trabajadora
Notas
{1} «¿Periodistas? Conozco un caso de un tío que dice ser periodista, y de hecho hizo la carrera y ahora dirige una revista de esas que viven de contar cada mes exclusivas inauditas, misterios insondables, conjuraciones cósmicas, y de vender productos milagro y cursos para inanes místicos. Bueno, también sale de vez en cuando en la telesardura (que no telebasura, pero lo mismo da). Uno de sus mayores logros de audaz reportero, lo contaba él mismo cuando no era casi nadie en el mundillo ese en el que rápidamente dejas de ser 'casi nadie' a ser una completa nulidad reverenciada por el conventillo, había sido convocar una reunión entre dos personas en un hotel y, agazapado en un armario, escuchar las confidencias mitad de alcoba mitad de contubernios ufoilógicos tardofranquistas.
Conozco otro caso de otro que escribe en esos medios, como el primero, que va de estrella total, pero de escasa magnitud. Hizo sus pinitos con la cámara oculta haciendo algo que unos dicen es periodismo de investigación. Lleva años preciándose de estar muy relacionado en los ambientes más secretos de los servicios policiales y de seguridad y su último logro ha sido, si le creemos (cosa que es difícil porque su vida se escribe por las mentiras y exageraciones que cuenta, o que cuentan de él, como una terrible historia de una mandíbula rota y milagrosamente recuperada, o la de un robo de un portátil de un coche, o las truculentas historias de cómo viajar a cuenta de oeneges y cosas de esas), decía, que su último logro ha sido infiltrarse en grupos ultrafutboleros y, según le oí comentar en un programa de radio en el que colaboro, llegó a ver cómo sus compañeros daban una paliza a un tío y todo. Luego lo escribió en un libro con seudónimo, pero su afán de figurar hizo que el secreto sobre su nombre durara 'lo del cantar de un vizcaíno', expresión de mi casa que alude a algo que dura excesivamente poco, pero cuyo origen desconozco. El ser testigo (acaso compinche) en un delito y no denunciarlo fue entendido por este tío como parte de su labor secreta de periodista.
Conozco más recientemente el caso de uno que se dice periodista, y cierto es que edita un medio digital, y a la vez abogado, que gracias a lo segundo entró en una cárcel, habló con un sospechoso y consiguió una entrevista, esto es, ejerciendo de lo primero. A este sí le llovieron gorrazos de todo el mundo. A los dos primeros, se les obvia, quizá porque no es lo mismo un tema de portada de periódico (asesinatos de niñas) que la invasión de los extraterrestres, que es más de prensa tonta. Y también hay tantos otros como estos dos: hay uno que casi ni merece la pena nombrar, pero ya puestos..., uno que va de periodista estrella en la radio con un programa demencial sobre tonterías pseudocientíficas, que se las daba de aguerrido investigador saltando tapias de conventos si era necesario, pero ciertamente incapaz de entender que una j es una j y una f es una f; y otro que se saca un proyecto millonario en la televisión pública para seguir viviendo de repetir una y otra vez las mismas mentiras e inexactitudes que le han dado de comer con sus libros 'de investigación' en los últimos veintipico años... Ese tipo de gente, quiero decir.
Ahora he conocido a otro que también dice ser periodista, que se metió en un palacio y conoció los secretos de la familia real británica. Al destaparse, muchos otros periodistas dicen que eso es periodismo de investigación. Pues vale... a mí me parece tan abyecto como los otros casos. No más, pero igual de poco profesional. ¿Deontología? No saben qué es eso, les suena a especialidad médica sobre dientes, o sea, cosa que nada tiene que ver con ellos.
Conozco, claro, también, a muchos otros que ejercen una profesión difícil, a menudo mal pagada, con mucho curro y pocos reconocimientos, gente que cree que no todo vale por colocar una historia, que se preocupa por cotejar los datos y separar información de opinión. Con historias interesantísimas y seguramente nunca contadas.
Como consumidor de informaciones, como productor de historias a veces, encuentro fascinante eso del periodismo. Y también encuentro terrible que casos como los que he aludido existan con tanta impunidad. Acaso otro día hablaríamos de las empresas, de las presiones de los poderosos, del propio poder metido a empresario de comunicación. De dineros que van y vienen, de vetos y campañas de acoso. De mentiras repetidas y de Goebbels. Y de muchas otras cosas de la profesión.
Claro, que al fin y al cabo, uno es astrofísico metido a planetarista y jugando a escribir en plan porcuentapropista. O sea, mala gente.» (Javier Armentia, en Por la boca muere el pez, javarm.blogalia.com, el 21 noviembre 2003 a las 00:53.)
Ese mismo día, en el primer comentario a ese artículo publicado por Javier Armentia en su blog, firmaba Julius a las 11:06 lo que a principios de marzo de 2004 puede todavía cualquiera leer en internet: «A ver si acierto, por orden de aparición: Javier Sierra; Manuel Carballal aka [also know as, o sea, alias] Antonio Salas; David Rojo; Iker Jiménez, Ryan Perry. ¿Cuál es el premio?»
{2} «¿Dará vida Manuel Carballal a Antonio Salas? La productora gallega Filmanova busca protagonista para la versión televisiva de 'Diario de un skin' (Temas de Hoy, 2003), obra de un presunto infiltrado en grupos neonazis que se está vendiendo como rosquillas. Digo 'presunto infiltrado' porque, al parecer, en el molvimiento neonazi español pueden contarse con los dedos de una mano quienes no saben quién se oculta tras el seudónimo de Antonio Salas. Así, en la página web de Centuria Hispánica, puede leerse desde hace meses el siguiente anuncio: "Agradeceríamos al señor Manuel Carballal, alias 'Antonio Salas', que, para evitar burocracias legales, nos envíe un cheque al portador con la parte proporcional que nos corresponde de los derechos de autor que recibe de su libro 'Diario de un skin', dado que en los apartados relativos a la música RAC y las 'skingirls' hay páginas y páginas enteras copiadas de nuestra web, para lo cual no nos ha pedido permiso, vulnerando así la propiedad intelectual de los textos y nuestros derechos de autor".
El autor de 'Diario de un skin' ha dado en los últimos meses tantas pistas que tampoco hay prácticamente nadie en el mundillo paranormal ibérico para el que la identidad de Antonio Salas sea una enigma. Así, la primera referencia al libro apareció en 'Mundo Misterioso', portal esotérico dirigido por Manuel Carballal, donde presentaron a Salas como "un conocido periodista de investigación" que, "responsable de varios de los reportajes de investigación, en formato de cámara oculta, emitidos por Tele 5 desde el año 2000, ha sido el único reportero infiltrado en sectas, grupos de crimen organizado y organizaciones extremistas cuyas grabaciones han sido consideradas pruebas judiciales en varios casos policiales españoles". Curiosamente, pocos meses antes de la llegada de la obra de Salas a las librerías, Carballal acusó al autor de estas líneas de poner en peligro su vida por desvelar sus actividades 'periodisticas'.
"Luis Alfonso Gámez es un fanático religioso, y como tal no puede ver más allá de sus narices, tan amplias como las de Pinocho por razones obvias. (...) Su fanatismo llega al extremo de publicar en un periódico proetarra que yo soy un periodista infiltrado, al servicio de la Policía o del Cesid, en grupos de extrema izquierda... ¿te imaginas? Tanto si fuese cierto (que no lo es) como si no, uno podría pensar que los 'arpíos' querían hasta que me pusieran una bomba ¿no?". Estas líneas, escritas por Carballal en un mensaje publicado en la lista de correo 'Mundo Misterioso' el 15 de octubre de 2002, dejan claro que este 'misteriólogo' es capaz de cualquier infamia.
En su momento, pedí a Carballal que indicara dónde y cuándo había hecho yo lo que él decía. Naturalmente, no pudo enseñar ni un recorte de prensa, porque no sólo no he escrito jamás en un "periódico proetarra", sino que tampoco he dicho en ningún otro medio que él haya trabajado como "periodista infiltrado, al servicio de la Policía o del Cesid, en grupos de extrema izquierda". Carballal mintió hace casi un año y demostró, al mismo tiempo, que padece amnesia selectiva respecto a lo de publicar afirmaciones que puedan colocarle en el punto de mira de asesinos. Mejor haría en controlarse a sí mismo y no dejarse llevar por las ansias de figurar que le llevaron a jactarse, en 'Los expedientes secretos' (Planeta, 2001), de colaborar desde hace años con la Policía y de "contribuir humildemente en una operación contra la banda terrorista ETA" (pág. 24), gracias a unos contactos que había hecho en campos de tiro.
Esas ansias de figurar son las mismas que transportaron en mayo a Antonio Salas hasta una portada de 'El Semanal', el suplemento que se distribuye con veinticinco diarios españoles, en la que aparecían cuatro supuestos neonazis junto a una tentadora sentencia: "Uno de estos 'skins' es un topo". Si el reto era adivinar cuál, podía haberse recurrido a otra imagen. Porque el neonazi 'pegado' a la izquierda de la foto, cuyas gafas de sol parecen pintadas con rotulador negro, y el retrato que puede verse en 'Los expedientes secretos' corresponden a la misma persona. A no ser, claro, que Manuel Carballal tenga un clon. Lo único que queda por saber es quién interpretará a Antonio Salas en la tele; en la vida real, no hay ninguna duda al respecto.» (Luis Alfonso Gámez, en el blog Magonia, una ventana crítica al mundo del misterio, 11 de agosto de 2003.)