Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 13 • marzo 2003 • página 13
Se discute el estatuto gnoseológico de la Economía como respuesta
al artículo de Roberto Follari publicado en el número 10 de El Catoblepas
Comentaremos en esta ocasión el artículo de Roberto Follari, La Economía: ¿pseudo ciencia?{1} publicado en el número diez de El Catoblepas. En este breve escrito, R. Follari critica el dogmatismo de los economistas académicos oficiales que nos presentan sus verdades como incontrovertibles, a la par que intenta una clasificación de las Ideas de ciencia y pseudo ciencia.
Para ello utiliza indiscriminadamente las filosofías de la ciencia de Popper, Kuhn y Bachelard, lo que consideramos como ilegítimo y contradictorio, pues ¿pueden acaso tomarse en bloque estas epistemologías, de una manera que no sea ideológica, y teorizar indistintamente desde cada una de ellas, escogiendo simplemente lo que nos conviene tomar, sin criterios gnoseológicos previos?
Esta es la forma de actuar del autor en el articulo que comentamos, el cual, para introducir el historicismo y el subjetivismo se basa en Kuhn y, para encontrar la demarcación entre ciencia y pseudo ciencia, en la obra de Popper, sin tener en cuenta las polémicas abiertas entre ellos.{2}
Para cualquiera que conozca medianamente las obras de estos autores, aceptar la afirmación, de que puede haber un «conocimiento objetivo», como afirma Popper{3} (aunque sea producto de los humanos){4}, y una demarcación de ciencia frente a pseudo ciencia{5}, a la par que estar con Kuhn, que afirma que no existe demarcación explícita entre ciencia y pseudo ciencia y entre progreso científico y decadencia intelectual, siendo motivos históricos, psicológicos pragmáticos los que determinan nuestra adhesión a tal o cual teoría{6}, no puede resultar sino, como mínimo, incoherente y contradictorio.
Pues bien, nos parece que Roberto Follari, en su ataque contra la Economía política de los poderosos toma, eclécticamente, partido por ambos (refutacionistas y sociólogos del conocimiento) y creemos que así, se blinda a las críticas de forma mucho más pseudocientífica, en el sentido Popperiano, que los economistas que dice criticar, porque ¿qué le impediría afirmar, mezclando estas tesis, simplemente, que el conocimiento objetivo lo tiene él (Offe o Amartya Sen) y que los demás somos místicos convertidos e inconvertibles?
La cuestión es que Roberto Follari, después de variadas lamentaciones sobre lo mal que está el mundo y lo perverso de los razonamientos de los economistas, acaba concluyendo que la economía, a pesar de todo, «ciertamente es una ciencia» una ciencia que «como tal, está hecha de teorías variadas, de constataciones empíricas y de preguntas abiertas»{7} y nos recomienda las obras de Klauss Offe o Amartya Sen (que, supuestamente tendrían ese estatus de científicos) . Lo que nosotros criticamos desde aquí, es que no nos dice ni por qué es una ciencia (resulta curioso que el criterio de demarcación con el que aparentemente se queda Follari, es el de Popper, gurú del liberalismo económico{8}, intercalando las posiciones de Kuhn) ni ante qué tipo de ciencia nos encontramos. Y pensamos que esto es así, no por incapacidad del profesor Follari, sino los por problemas mismos que plantea el teoreticismo y la sociología del conocimiento, donde el único criterio para delimitar con éxito un campo de investigación es ver si un grupo suficientemente grande de científicos practicantes (las comunidades científicas) consideran de interés profesional dicho campo o no y la verdad científica es sustituida por el consenso.
Para no vernos obligados a negar lugar ontológico y gnoseológico a la verdad científica disponemos de la Teoría del Cierre Categorial{9}, teoría de la ciencia y la razón, escrita y pensada en español que, en polémica abierta con toda la epistemología de la época (positivismo, refutacionismo, corte epistemológico, anarquismo epistemológico...) y desde posiciones materialistas, nos presenta una teoría de la verdad científica como identidad sintética,{10} salvándola así de las acometidas tanto de la Caribdis del positivismo, como de la Escila del historicismo, que diría H. Putnam. Efectivamente, esta teoría nos presenta la verdad científica, no como la identidad analítica que se establece entre dos términos, expresables en una proposición aislada sino como un teorema, que supone ya, no solamente múltiple proposiciones, sino múltiples estratos tanto sintácticos, como semánticos o pragmáticos. Las identidades sintéticas aparecerán así en el curso de operaciones cerradas categorialmente. Para una breve descripción de la noción de cierre operatorio, baste recordar, como funciona esta noción en matemáticas o geometría, siendo así que a partir de los términos y de las relaciones que se establecen entre ellos, podemos hacer surgir nuevos términos en el campo, como cuando en Geometría, a partir del giro de un triángulo rectángulo sobre un círculo, obtenemos un cono, un termino nuevo, sin necesidad de que ningún sujeto intervenga en el campo.
Desde la Teoría del Cierre Categorial, las posiciones de Popper, al igual que las de Bachelard, han sido englobadas dentro de una de las cuatro familias de teorías gnoseológicas, el Teoreticismo. Ya ha sido criticado en El Catoblepas el teoreticismo de Popper en otras ocasiones{11} desde la perspectiva circularcista de la Teoría del Cierre Categorial y no vamos a repetirnos nuevamente. Nos limitaremos por nuestra parte a proponer, en los siguientes párrafos el ejercicio de la Teoría del Cierre Categorial, de forma esquemática, aplicada la Economía política, no como mera alternativa yuxtapuesta a otras filosofías de la ciencia, sino como una alternativa crítica que pretende subsumir y triturar las teorías anteriores, para intentar aclarar, siquiera mínimamente, estas cuestiones de orden y distinción de las ciencias.
Unidad y distinción de la Economía Política
Ahora bien, así las cosas, el problema que se nos plantea es el siguiente: ¿es la Economía política una ciencia desde la perspectiva de la Teoría del Cierre Categorial? Y si la respuesta fuera afirmativa, ¿ante qué tipo de ciencia nos encontraríamos?
Precisamente una de las primeras aplicaciones especiales de la Teoría del Cierre Categorial que se realizaron fue la de la Economía Política{12}. En este libro se partía de la base de que «los términos (constantes, variables) del lenguaje económico académico no pueden nunca autonomizarse sintácticamente, puesto que la economía no es ciencia formal sino real. Los términos dicen siempre referencia a la realidad económica que es, ya, un lenguaje, un producto de la razón, que por sí mismo, puede estar más o menos categorizado»{13}. Es decir, términos como obrero, producción, mercado, mercancía... hacen ya referencia a las mismas realidades radiales, «desarrollo de las fuerzas productivas» como la industria extractiva, o circulares, «relaciones sociales de producción» como la de amos-esclavos, &c. Partiendo de esa base realista, en la que suponemos a la Economía ya funcionando, «haciendo referencia a un lenguaje ya, más o menos categorizado», debemos determinar si esa razón económica está cerrada, lo que equivaldría a una teoría sobre lo específico del campo económico. ¿Cuál es entonces la especificidad de la Economía como ciencia?
«Cuando examinamos un país dado desde el punto de vista de la Economía política, empezamos por su población, la división de ésta en clases, su distribución en las ciudades, en el campo y al borde del mar, las diferentes ramas de la producción, la importación y exportación, la producción y el consumo anuales, los precios de las mercancías, etc. Parece apropiado comenzar por lo real y concreto, por las premisas efectivas, o sea, en la economía política, verbigracia, por la población que es la base y sujeto de todo el proceso social de producción. Un examen más detenido muestra, sin embargo, que esto es erróneo.»{14}
Estas afirmaciones de Marx no discuten los componentes circulares de relaciones entre la población en la Economía, simplemente lo que nos dice es que esa no es la especificidad de la Economía cómo ciencia. Será en El Capital donde Marx nos ofrezca un análisis de lo que él considera la célula, el átomo, de la Economía política{15}. Por supuesto que hay que suponer a los sujetos vinculados por relaciones circulares generales racionales «pero estas relaciones deben darse de un modo específico en la categoría económica»{16}. Y precisamente, la manera específica de darse estas relación circular económica entre sujetos es mediada por o combinada con, los bienes o mercancías. Aunque los módulos (sujetos cualquiera del campo económico) son los únicos (por su trabajo, sea este bien económico o no) que pueden ser considerados como la fuente y medida de valor{17} les es imposible relacionarse económicamente si no es a través de las cosas:
«Entonces tenemos que poder presentar el campo de la racionalidad económica (como concepto dialéctico que incluye la referencia a lo pre-racional) como un campo tal en el que los términos aparezcan precisamente definidos por las relaciones circulares (simétricas, transitivas y reflexivas), en cuanto establecidas por la mediación de bienes.»{18}
Y un poco más abajo:
«Para mantener sus límites económicos, insistimos aquí en la consideración de los bienes físicos, en tanto son objetivamente 'segregables' de los módulos [...] Cuando en el capitalismo se destinan una parte del capital variable a la reproducción del trabajador –y no, por ejemplo, para producir bienes de consumo para los ciudadanos– a la vez que se 'cierra' económicamente la recurrencia del trabajo se lo cosifica (en mayor o menor medida, esa cosificaciones siempre un resultado del «cierre económico», v. gr. Cuando se calculan las necesidades alimenticias de una población de trabajadores.»{19}
Luego, la especificidad de la economía se basa en determinadas relaciones establecidas entre los hombres mediadas por los bienes. Relaciones que son capaces de generar nuevos bienes (términos) para el campo económico.
Gustavo Bueno nos ofrece en su obra una tabla de categorías de la Economía política,{20} que presenta a las mercancías y a los módulos en una disposición matricial que sugiere multitud de relaciones entre los términos y que por ello mismo, a pesar de su apariencia analítica, no debe considerarse de forma estática:
De forma muy rápida: E, representa al Estado de referencia, dentro de él los módulos, sujetos económicos (1, 2, 3, 4, 5, ..., i, ..., n) que componen esa sociedad política se pueden dividir en clases A, B, C... ya sea en un sentido marxista-hegeliano (amos y esclavos) o en un sentido más bien lógico de división del trabajo (gremios). En cualquier caso, la determinación de las clases vendrá marcada por la E de referencia. D, representando el dinero y moviéndose en el sentido de la flecha, es el signo de valor mediante el que se relacionan los módulos y los bienes (a, b, c, d, ..., j, ..., m) haciendo posible la rapidísima circulación de mercancías propia de las economías imperiales. R, figura como la totalidad de la riqueza del Estado en cuestión. Esta riqueza se distribuye entre todos los elementos-bienes-mercancías (que también pueden ser de dos tipos lógicos, I y II), ya sean bienes de consumo inmediato o medios de producción, y estos elementos entre los módulos (que también los han producido) para su consumo inmediato o productivo.
De esta forma, estamos ya en disposición de afirmar que la Economía es aquella ciencia cuyo campo incluye los cursos operatorios y cierres que se dan o pudieran darse entre las personas y las cosas que ellos producen y consumen, entre las personas en cuanto módulos, y entre las cosas, en cuanto mercancías, en un marco económico real dado. Observamos que los sujetos operatorios (junto con las mercancías) pertenecen al campo económico, de forma constitutiva, es decir, son sujetos temáticos que no pueden ser barridos del campo de la disciplina sin que esta se evapore. Quizá por ello se ha tendido a interpretar la Economía como una «Ciencia Humana», clasificación que desde nuestras posiciones necesita fuertes rectificaciones críticas.{21}
Efectivamente, las distinciones o divisiones entre las ciencias más frecuentes en nuestros días podemos considerarlas herederas, hasta cierto punto, de la distinción de C. P. Snow en su célebre conferencia de 1959 Las dos culturas. Una distinción que tiene raíces clásicas y que adquirirá diferentes modulaciones en la tradición filosófica hasta llegar a la secularización hegeliana de los ordenes medievales Reino de la Naturaleza / Reino de la Gracia{22}, en Naturaleza y Espíritu ontológicos, y en ciencias de la naturaleza/ ciencias de la cultura en el plano gnoseológico. Sin embargo, desde nuestras posiciones, consideramos que todas las ciencias son humanas, en el sentido de que todas están construidas por los humanos e incluso pueden incluir a los humanos en su campo como términos y no como sujetos operatorios e históricos (a la manera como la Física incluye un cuerpo humano cayendo con una aceleración de nueve metros por segundo al cuadrado).
Es por ello que nos parece encontrar en la tradición una distinción más sugerente y acertada, desde el punto de vista intensional, la de Ibn Hazm de Córdoba entre ciencias comunes a todos los pueblos y ciencias particulares de cada pueblo. Las ciencias comunes serían la Aritmética, la Astronomía, la Física... Las ciencias particulares o propias de cada pueblo serían, por ejemplo, la Lingüística, la Historia, y cómo no, la Economía política. Esta distinción es mucho más profunda porque sugiere el estudio de lo humano desde sus partes a través de sus partes, es decir como partes diaméricas siendo unas partes estudiadas por otras partes. Esta idea que así expresada parece un galimatías lingüístico, adquiere mayor claridad si la ilustramos con un ejemplo, a saber, se estudia el latín o el griego desde el español o el alemán, se estudian culturas bárbaras del África o el Amazonas, desde la Antropología yanki o desde la Teología y Filosofía española del siglo XVI, y así sucesivamente. Es decir, se estudian unas partes de lo humano a través de otras partes y no cabe la ilusión metafísica de pensar que estudiamos la lengua humana o la Economía política en nuestro caso (como si fuera un todo enterizo, valga la redundancia, universal, metamérico ) desde una supuesta Razón también metamérica y autónoma, común a todo el género humano a la manera de Descartes o el Chomsky que tanto admira Follari, que se moverían en un terreno más intencional que real, puesto que ellos no pueden de derecho, segregar sus marcos de referencia (el francés del siglo XVII y el inglés del siglo XX respectivamente) desde los que efectúan el análisis, aunque de hecho, tienen la soberbia suficiente para hablar en francés o en inglés «en nombre de la humanidad».
Si tenemos en cuenta que, según la Teoría del Cierre Categorial, son los cierres operatorios de cada ciencia (y no su aplicación a un objeto en concreto) los que determinan su unidad y su distinción del resto de miembros de «La República de las Ciencias» y los que determinan también, las distinciones entre ciencia, pseudociencia, ideología, religión y además, sabemos que uno de los requisitos fundamentales del cierre es la segregación del sujeto histórico y temático de su campo, podemos reelaborar, según líneas materialistas (diaméricas) la distinción de Ibn Hazm hasta obtener una clasificación de las ciencias desde la Teoría del Cierre Categorial y en ella, situar a la Economía política. Distinguimos pues, tomando como parámetro la segregación de las operaciones del sujeto temático, puesto que las operaciones del investigador (sujeto gnoseológico) están necesariamente presentes en todas las disciplinas, entre metodologías α-operatorias y metodologías β-operatorias. En las metodologías de tipo α el sujeto operatorio desaparece del campo totalmente (situación α1) como en las ciencias formales y físico-naturales o parcialmente (situación α2) en las que se reconoce a los sujetos temáticos como operatorios (actos del habla, jugadas...). En las metodologías de tipo β-operatorias también observamos dos momentos o situaciones, pero aquí ya los sujetos forman parte del campo constitutivamente y son imposibles de segregar, es decir, se intentan construir las verdades de las ciencias en la misma escala de las operaciones, lo que es imposible. Por eso las ciencias que utilizan metodologías de tipo β se nos aparecen como unas ciencias anómalas, unas ciencias incapaces de ofrecernos verdades científicas propiamente dichas. Se distinguen, decíamos, dos estados según las relaciones que medien entre los sujetos temáticos insertos en el campo y el sujeto gnoseológico. La situación β1 tiene lugar cuando el sujeto gnoseológico es capaz de reconstruir las operaciones del sujeto temático, como en la Historia (también puede servir de ejemplo la situación del jugador ganador de ajedrez{23} que reconstruye las posible operaciones de su contrincante con vistas precisamente a modificarlas). La situación β2 nos presenta una continuidad total entre las operaciones de los sujetos acercándonos al territorio de las técnicas y prácticas.
En el seno de las mal llamadas 'ciencias humanas' conviven los dos tipos metodológicos que hemos distinguido (α y β), de tal forma que estas ciencias tan irregulares podrán organizarse según estas metodologías diferentes,{24} simultáneamente, según segreguen más o menos, a los sujetos operatorios de su campo.
Así, la Economía recorrería los estados α1, como Termodinámica económica; en α2, como economía clásica, «que partiendo de las operaciones de los agentes económicos, construye ciertas estructuras genéricas de carácter matemático (curvas, funciones)»{25}; β1 como Praxeología y β2 como Política Económica{26}. Es decir, a mayor segregación del sujeto, más cercanía al estado alfa operatorio y viceversa. Aquí adquiere pleno sentido la nota sobre la cosificación de los módulos. Nos decía aquí Gustavo Bueno que la cosificación es una 'consecuencia del cierre' lo que nos lleva a pensar que a mayor cierre (estados alfa), mayor cosificación. En términos de la teoría de juegos diríamos que los agentes económicos (los módulos) tendrían que comportarse no como los jugadores de ajedrez (ya que nos situaríamos en una perspectiva beta), sino como las mismas «piezas» del juego del ajedrez, no como humanos, dotados de «libre albedrío», ya que lo específicamente humano ha sido la «parte» segregada (tanto en cuanto hemos seguido el modelo α2) del sujeto, sino como productores y consumidores forzados por el engranaje del contexto. Por el contrario, en los estados β1, el sujeto está «menos» segregado (aquí es el «jugador») y ha de ser capaz de reconstruir las operaciones o «jugadas» de los otros sujetos con vistas a recubrirlas, y esto contando con todos los prejuicios, estrategias, picardías e irregularidades que el contrario pudiera poner en juego. Desde el punto de vista de la teoría de juegos, el ajedrez es un juego «de información completa y perfecta»{27}, lo que significa que cada jugador conoce la totalidad de los términos que intervienen, y de suma cero, lo que nos quiere decir que para que un jugador gane el otro debe perder, lo que lo acercaría a los estados α2, donde se sitúan los juegos muertos por empate, como las tres en raya, sin embargo, el ajedrez se ubica en un estatus gnoseológico diferente. Como ha señalado David Alvargonzalez:
«Lo que hace del ajedrez, en la actualidad, un juego distinto de esos otros, desde el punto de vista gnoseológico, es el gran número de estrategias y combinaciones que se pueden desplegar: hoy por hoy, el cálculo de la estrategia pura no puede ser efectuado ni tan siquiera por los ordenadores más potentes disponibles. En el ajedrez, en cada jugada hay que elegir aproximadamente entre treinta posibilidades diferentes y siendo la duración de media de cada partida de unos cuarenta movimientos, resulta que existen 10120 partidas posibles: un ordenador que jugara un millón de partidas por segundo tardaria 10108 años en jugar todas las partidas [...] el jugador victorioso que posee la 'ciencia' del juego tiene que jugar individualmente cada partida con el objeto de ir determinando las operaciones de su contrincante hasta conducirlo al jaque mate. Para ello los grandes maestros disponen de un registro de partidas (el equipo de Kasparov tenía almacenadas unas setenta mil) que solamente resultan indicativas ya que, de hecho, en los torneos nunca se repiten íntegramente (aunque sí se repiten algunos de sus tramos: actualmente se habla de que un jugador empieza a jugar «libremente» a partir de la decimoquinta o vigésima jugada).»{28}
Puede advertir cualquier lector que si esto es así en el ajedrez, en la Economía se multiplican las posibilidades todavía más, en el tablero de la economía real y de la política económica, lo que otorga el carácter problemático a esta ciencia, que por más que intente alcanzar identidades en el ámbito operatorio α2 (tratando de hacer desaparecer el juego) expresadas en forma de leyes matemáticas y estadísticas, ve rota su categoría, por las Ideas filosóficas que la atraviesan y por los contextos β-operatorios en los que se construye la categoría, que vuelven inestables y vaporosas esas supuestas verdades científicas hasta el punto de dejar de serlo (verdades científicas) y desaparecer, si cambia la situación β . Quizá sea esta, la vaporosa faz de las verdades económicas, la razón de que Follari se confunda y no esté muy seguro de lo que sea esa cosa llamada Economía, si es ciencia o pseudociencia, (aunque tenemos que mantenernos de acuerdo con él, y con el mismo Marx, cuando dicen que serán verdades mientras dure históricamente el capitalismo) o si los economistas a sueldo del Imperio mienten, se equivocan o son ineptos. De una cosa sí estamos seguros, los economistas a sueldo del Imperio son perfectamente conscientes (suponemos como implicados) de que si cambian los contextos β-operatorios, cambian las realidades económicas, así, ellos son los primeros que saben que en Argentina hace quince años no «le abordaban a uno los mendigos y vendedores ambulantes mientras tomaba café en un bar» y son además, los primeros que saben lo que ha pasado en el tablero de la economía real argentina.
Lo que nosotros pretendíamos, en cualquier caso, era mostrar la insuficiencia teórica de las filosofías de la ciencia que Roberto Follari utilizaba para intentar averiguar el status gnoseológico de la Economía (el relativismo de Kuhn, el refutacionismo de Popper y las epistemologías del 'corte' tipo Bachelard) enfrentadas a la materialista Teoría del Cierre Categorial, para observar cómo esta gnoseología circular presenta una mayor potencia teórica y mayor alcance explicativo que sus rivales a la hora de distinguir y clasificar una ciencia concreta.
Notas
{1} Roberto Follari, «La Economía: ¿pseudo ciencia?», El Catoblepas, nº 10, diciembre 2002, pág 8.
{2} Cuestiones sobre las polémicas entre Kuhn y Popper, pueden verse por ejemplo en Lakatos, La metodología de los programas de investigación científica, Alianza Universidad, Madrid 1982; que contiene, además, una crítica a ambos.
{3} «Podemos llamar al mundo físico 'mundo 1', al mundo de nuestras experiencias conscientes 'mundo 2', y al mundo de los contenidos lógicos de los libros, bibliotecas, computadoras y similares, 'mundo 3' [...] El mundo 3 es autónomo: podemos hacer en este mundo descubrimentos teóricos del mismo modo que podemos hacer descubrimientos geográficos en el mundo 1.» K. Popper, Conocimiento Objetivo, Tecnos, Madrid 2001. Esta autonomía del mundo 3 es incompatible con las tesis de Kuhn.
{4} «De ahora en adelante llamaré objetivo o 'propio del tercer mundo' al enfoque desde el punto de vista de los productos –teorías y argumentos– y, subjetivo o 'propio del segundo mundo' al enfoque del conocimiento cienífico desde el punto de vista conductista, psicológico o sociológico.[...] admito que las estructuras objetivas, cuya prioridad proclamo, son causadas por la conducta humana.» Ibíd., pág. 113. El de Kuhn sería un punto de vista subjetivo desde esta perspectiva.
{5} Para un popperiano, por ejemplo, la teoría económica sería científica si los economistas estuvieran dispuestos a especificar los hechos, que de ser observados, les llevarían a abandonar la teoría. Si se negaran a hacerlo, la teoría se convertiría en pseudocientífica.
{6} I. Lakatos, o. c., págs. 119-123.
{7} Roberto Follari, «La Economía: ¿pseudo ciencia?», El Catoblepas, nº 10, diciembre 2002, pág 8.
{8} Ciertamente, como ha señalado Kuhn, Popper no era un «refutacionista ingenuo», por decirlo con la terminología lakatosiana, que pensara que las teorías se abandonaban por una refutación: «Sir Karl no es, desde luego, un refutacionista ingenuo. Ya en la lógica del descubrimiento científico, por ejemplo, escribe: 'En realidad, no puede producirse ninguna refutación concluyente de ninguna teoría, pues siempre es posible decir que los resultados experimentales no son dignos de confianza, o que las discrepancias que se dice, existen entre los resultados experimentales y la teoría son sólo aparentes y que se desvanecerán cuando tengamos más conocimiento'.» Kuhn, «La lógica del descubrimiento o la psicología de la investigación», en La tensión esencial, FCE, México DF 1993, pág 305. Sin embargo, nuestra perspectiva no será popperiana ni kuhniana.
{9} Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial, Pentalfa, Oviedo 1992-, 5 vols. publicados.
{10} Puede verse el análisis del teorema del área del círculo en Gustavo Bueno, Teoría del Cierre Categorial, Pentalfa, Oviedo 1992, vol I, págs. 165-173.
{11} Pedro Insua Rodríguez, «Carlos Raimundo Popper: Teoreticismo y Etología», El Catoblepas, nº 7, septiembre 2002, pág. 9. Junto con la de Popper, otras metodologías teoreticistas, solidarias del 'corte epistemológico', como la de Althusser, han sido también comentadas en Javier Delgado Palomar, «Gnoseología de un texto económico», El Catoblepas, nº 6, agosto 2002, pág. 9.
{12} Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías de la economía política, La Gaya Ciencia, Barcelona 1972.
{13} Ibíd., pág. 39.
{14} K. Marx, Introducción a la crítica de la Economía Política, en Contribución a la crítica de la Economía política, Editorial Progreso, Moscú 1989, pág 178.
{15} «La riqueza de las sociedades en que impera el régimen capitalista de producción se nos aparece como un 'inmenso arsenal de mercancías' y la mercancía como su forma más elemental. Por eso nuestra investigación arranca del análisis de la mercancía». Carlos Marx, El Capital, FCE, México DF 1995, pág 3.
{16} Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías..., pág. 46.
{17} Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías..., pág. 60.
{18} Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías..., pág. 47.
{19} Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías..., pág. 53.
{20} Gustavo Bueno, Ensayo sobre las categorías..., pág. 47.
{21} Tomamos aquí como referencia fundamental el articulo de Gustavo Bueno, «En torno al concepto de 'Ciencias Humanas'. La distinción entre metodologías a-operatorias y b-operatorias», El Basilisco (Oviedo), primera época, nº 2 (mayo-junio 1978), págs. 12-46.
{22} Gustavo Bueno, El mito de la cultura, Prensa Ibérica, Barcelona 1997, págs. 117-141.
{23} En el seno del materialismo filosófico se ha discutido la influencia de la Teoría de juegos en el ámbito de las ciencias β-operatorias por ejemplo en: David Alvargonzalez, «Análisis gnoseológico de la teoría de juegos», El Basilisco, 2ª Epoca, nº 28, págs. 17-36; y Gustavo Bueno, «Sobre el alcance de una «ciencia media» (ciencia β1) entre las ciencias humanas estrictas (α2) y los saberes práctico positivos (β2)», en, La filosofía de Gustavo Bueno, Editorial Complutense, Madrid 1992, págs. 155-182. La teoría de juegos tendría relevancia para las metodologías β desde el punto de vista de su relación «transversal» con ellas. Es decir, por su manera de aplicarse, atravesándolas, a varias ciencias diferentes como la Psicología, las Ciencias Políticas, Jurídicas y cómo no... a la Economía.
{24} Esta es la razón de que convivan escuelas diferentes en Economía y otras ciencias sociales. A Roberto Follari, el hecho de que existan diferentes escuelas, le parece consecuencia, más bien del relativismo epistemológico de cuño Kuhninano.
{25} David Alvargonzalez, o. c., pág 26.
{26} Existen estados o situaciones intermedias en los planos α1 y β2 (situaciones I y II) que no incluimos para no extender más el artículo
{27} «El ajedrez, considerado como un juego de información completa y perfecta, es un juego demasiado coplejo para los jugadores», David M. Kreps, Teoría de juegos y modelación económica, FCE, México DF 1990. Mas bien, son los juegos con información asimétrica los que se utilizan en modelación económica, (partiendo de la base del diferente volumen de información que manejan los agentes económicos implicados en procesos fundamentalmente microeconómicos (firmas de contrato, decisiones de empresa, &c). Sin embargo, al ser el ajedrez, un juego con un número tan elevado de variables, podemos ubicarlo dentro de las metodologías β como veremos a continuación.
{28} David Alvargonzalez, o. c., pág. 32