Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 12 • febrero 2003 • página 12
Respuesta al comentario realizado por Felipe Giménez
sobre la crónica publicada por Laso en el número anterior de esta revista
Introducción
Mi amigo Felipe Giménez Pérez publica en el nº 12 de la revista El Catoblepas un artículo titulado «El Federalismo de IU-PCE, la enfermedad senil del comunismo» que pretende ser una réplica a la reseña que, en el número 11 de la citada revista publicamos de unas Jornadas sobre regionalismo, nacionalismos y Estado Federal celebradas hace unos meses en Oviedo. El título que ha dado ya Felipe Giménez a su pequeño panfleto anticomunista es ya significativo. Al hablar de «enfermedad senil del comunismo» su referencia es la del libro de Daniel Cohn-Bendit, visceral anticomunista, que pretendió desbordar por la izquierda al Partido Comunista Francés durante los acontecimientos del Mayo francés de 1968. Ello es consecuente con el hecho de que para Felipe Giménez su libro de cabecera sea el manual de anticomunismo de Furet. El panfleto de Felipe Giménez es un engendro constituido por una sarta de argumentos infantiles, afirmaciones gratuitas y variados vituperios. No merecería la pena de replicarle, de no ser por la posibilidad de que sorprenda la buena fe de algunos de los lectores de El Catoblepas. Ya que el tema abordado por el señor Giménez es el de las supuestas enfermedades, considero apropiado titular mi réplica La enfermedad infantil de Felipe Giménez, ya que le son aplicables muchos de los razonamientos que V. I. Lenin utilizó en su famoso folleto El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.
Argumentos
Veamos brevemente algunos de los «argumentos» de tan «ilustre» filósofo:
1. «En el marxismo-comunismo-progresismo en el tema de las nacionalidades no hay doctrina. Más bien la doctrina es la calculada ausencia de doctrina.» Hace falta tener mucha caradura para sostener tan grotesco aserto. Existen muchos libros, de muy diversos autores, dedicados a analizar la teoría marxista de las nacionalidades. Sobre ello le podría facilitar una extensa bibliografía. Empero, como resumen de toda ella. basta citar el artículo «El derecho a la autodeterminación»{1} publicado en la revista Utopías-Nuestra Bandera, en el que realizo una crítica a la aplicación actual de tal derecho y en el que sintetizo también las tesis de Marx, Engels, Lenin, Rosa Luxemburgo, Stalin, Trotsky, los austro-marxistas y Tito sobre tal temática. La ligereza de Felipe Giménez, incluso su frivolidad, basada en no documentarse acerca de tales tesis, le impulsa irresponsablemente a negar su existencia.
2. «El marxismo sostiene una u otra posición sobre el tema de las nacionalidades según se encuentre o no en el poder.» Esta es una burda y falsa afirmación que, por su infantilismo es impropia de un profesor de filosofía. Se trata de un «argumento» tan simplista que no tiene nada que ver con la realidad.
3. «El mismo fenómeno de inversión ideológica se puede observar en la doctrina marxista de la extinción del Estado.» Con tal afirmación, Felipe Giménez demuestra que es incapaz de comprender cualquier tesis dialéctica. Se puede estar, o no, de acuerdo con la tesis marxista de la extinción del Estado, pero nunca es admisible que ésta se reduzca a un juego infantil según se esté o no en el poder.
4. «En parecidos términos sucede en el tema de la guerra. El marxismo es una filosofía de la guerra. Pretende sustituir la guerra entre naciones por la guerra entre clases, como si tal guerra fuese menos pavorosa o destructora.» Otra estupidez de Felipe Giménez. La lucha de clases, que es inevitable mientras existan clases antagónicas, reviste diversas formas desde la mera lucha ideológica a los conflictos sociales, las huelgas y las manifestaciones de masas hasta, en última instancia, la insurrección armada. En consecuencia la tesis de Felipe Giménez sobre la lucha de clases, homologándola con el fenómeno de la guerra, es otro despropósito más, dentro de su cadena general de absurdos.
5. Prosiguiendo su cadena de despropósitos, Felipe Giménez argumenta: «Los partidos comunistas decían que la patria del proletariado era la URSS convirtiéndose en perfectos instrumentos de la política de la URSS en Occidente y en el resto del mundo. Si ya dijo Lenin que era bueno lo que beneficiaba al Partido y malo lo que le perjudicaba, ahora izquierdista es lo que beneficiaba a la URSS y de derechas lo que le perjudicaba. Comunismo era entonces lo que hacían los comunistas. El marxismo se había convertido en un amoralismo transcendental acompañado de un realismo político extremado.» Con este argumento, Felipe Giménez demuestra, una vez más, su ignorancia política. Ningún partido comunista sostuvo jamás que la URSS fuese la patria del proletariado. Todos sostenían, y sostienen, la concepción del «internacionalismo proletario». Tal afirmación fue solo una metáfora que sostuvieron algunos exaltados admiradores de la URSS y que tenía semejanza con los que sostenían que «La URSS era el paraíso del proletariado». Los comunistas racionales siempre rechazamos ambas metáforas. Si, en alguna etapa de su historia, los comunistas españoles fuimos seguidistas de la política exterior de la URSS, ello dejó de ser cierto a partir de 1968, en que el Partido Comunista de España condenó la intervención de las Fuerzas Armadas de la organización del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia. Con posterioridad, el PCE condenó también la invasión soviética de Afganistán. Como consecuencia, los dirigentes soviéticos fomentaron las escisiones en el PCE y obstaculizaron la difusión en la URSS de la revista Mundo Obrero, órgano del PCE. Es Felipe Giménez el que se ha convertido en un amoralista inspirado en el anticomunismo visceral de su idolatrado Furet.
6. Como culminación de su rabiosa diatriba anticomunista, Felipe Giménez sostiene: «¿Cómo confiar el poder a una gente que no cree en España? No creen que España sea una nación. No creen que sea un Imperio. No creen que valga la pena que siga existiendo como Estado. Para los comunistas, igual que para los progresistas –si es que se pueden diferenciar estas dos especies ideológicas– los nacionalistas fraccionarios tienen razón y hay que complacerles por tanto. ¿Cómo va a servir al bien público un partido (IU-PCE) que quiere destruir ese bien público? Un Partido que no ha firmado el Pacto Antiterrorista, que defiende el llamado derecho a la autodeterminación, que colabora con el PNV, que firmó el Pacto de Estella, no merece ningún crédito político.» La grosera tesis que sostiene Felipe Giménez en el párrafo citado ya no es sólo una argumentación de la derecha actual sino que, por varios de sus componentes, es propia de un franquista visceral. Es falso que los comunistas no creamos que España sea una nación.
La definición de nación española que figura en la Constitución vigente fue elaborada por una ponencia en la que participó el PCE. Los comunistas españoles no creemos que España sea actualmente un Imperio, pero si creemos que lo ha sido en una etapa de su historia. De lo contrario, incurriríamos en la misma ignorancia histórica que demuestra Felipe Giménez. Constituye una mentira descomunal de Felipe Giménez afirmar que los comunistas españoles no creemos que valga la pena que España siga existiendo como Estado. Todo Estado puede revestir diversas formas que van desde el centralismo extremado a la confederal. Los comunistas españoles apoyamos el Estado de las Autonomías y ahora consideramos que tal Estado debe evolucionar hasta adoptar la forma de un Estado Federal simétrico. Los comunistas españoles rechazamos el fraccionalismo o separatismo de cualquier territorio que forme parte actualmente del Estado español. Es calumnioso que Felipe Giménez sostenga que queremos destruir ese «bien público». Es cierto que no firmamos el denominado Pacto Antiterrorista pero siempre hemos condenado el terrorismo. Yo lo hice explícitamente en un artículo titulado «ETA: fascistas y nazis», publicado en el diario La Nueva España de Oviedo. No firmamos el Pacto Antiterrorista debido a que tal Pacto fue una imposición unilateral del Partido Popular al que fue arrastrado el PSOE y que, más allá de su supuesto antiterrorismo, suponía una cierta restricción de las libertades democráticas. Es cierto que el PCE-IU firmó el Pacto de Estella y ello constituyó un error político que posteriormente fue rectificado. También es cierto que IU colabora con el PNV y que, incluso, forma parte del Gobierno de Euskadi. Todo ello contra la opinión mayoritaria del Partido Comunista de Euskadi. Ultimamente, IU de Euskadi (EZKER-BATUA) se ha opuesto a la reforma de la ley electoral de Alava que apoyan los dos partidos nacionalistas.
7. Otro «argumento» de Felipe Giménez se expresa así: «En la moneda de 1 dólar de EEUU aparece la siguiente divisa que debiera orientar la eutaxia nacional política de todo partido respetable: "Ex pluribus unum". En cambio IU con su federalismo apunta al revés: "Ex unos plures". El federalismo es el tramite de la constitución de un Estado a partir de un confederación. No puede ser la descomposición de un Estado unitario hacia la confederación.» Nuevo sofisma de Felipe Giménez. Aunque algunos Estados Federales han surgido de Confederaciones previas, no ha sido siempre así. Algunos adoptaron la forma de Federación desde su nacimiento. El PCE-IU no pretende que el Estado Español adopte la forma de Confederación. Ni siquiera que sea un Estado Federal asimétrico, como preconiza el dirigente socialista catalán Juan Maragall. El PCE-IU opta por un Estado Federal simétrico en el que ninguna de sus partes integrantes ostente privilegios sobre las demás. Ello constituiría un agravio comparativo. No es cierto que la forma de Estado Federal propicie el separatismo. Estados federales son EEUU, la República Federal Alemana, México, Brasil, &c. y en ninguno de ellos corre riesgo la unidad del Estado.
8. Otra «argumentación» disparatada de Felipe Giménez es la siguiente: «El régimen franquista (1936-1977) identificó izquierda y separatismo. Declaró que la izquierda era anti-España porque colaboraba con los separatistas. Al final el PSOE y el PCE han hecho justos tales diagnósticos del régimen político anterior. A pesar de la estupidez política correcta de algunos miembros del PP, puede decirse con mucha diferencia que es el único partido político que apuesta por la pervivencia de España como nación.» Esta argumentación rezuma nostalgia del franquismo y es falsa El Partido Popular no el único que apuesta por la pervivencia de España. Salvo los partidos nacionalistas, todos los partidos políticos españoles apuestan por la pervivencia de España.
9. Otra perla en los argumentos de Felipe Giménez es el siguiente: «Si España fuera un Estado federal, se concederían muchas más competencias políticas a las regiones, a todas y la cohesión nacional desaparecería. Sería abrir la puerta a un secesionismo múltiple y simultáneo. De modo que la propuesta federalista es abrir la puerta a la secesión y a ponerla mucho más fácil y al alcance de la mano de los nacionalistas fraccionarios, amén de crear más nacionalismos fraccionarios en otras regiones españolas.» Otro sofisma que no ha sido confirmado por la práctica histórica de ninguna de las naciones que se han constituido en Estados federales. En un Estado Federal futuro no se concederían más competencias que las que fuesen estipuladas en su Constitución constitutiva. En tal Estado no se crearían más fraccionalismos sino que se atenuarían los existentes, en la medida que no se darían privilegios a ninguna de sus partes integrantes.
10. No menos aberrante, que los argumentos anteriores es el que utiliza Felipe Giménez para cerrar su insultante panfleto: «En conclusión, el federalismo es una enfermedad senil del comunismo español, o del progresismo que en fin de cuentas coinciden en todo o casi todo. Nada nos tienen que ofrecer a los españoles que valga la pena ser considerado en serio. Por lo demás, con su apoyo a los nacionalismos fraccionarios se convierten automáticamente eo ipso en enemigos del Estado y de la convivencia.» Tales afirmaciones constituyen el corolario lógico de todos los despropósitos de Felipe Giménez. Queda, por último, el tema del apoyo de PCE-IU al derecho a la autodeterminación. Precisamente, en la reseña que ha servido de base para el panfleto de Felipe Giménez yo pongo en cuestión la aplicación de tal principio a las nacionalidades existentes en España. Sin embargo la miopía política de Felipe Giménez le ha impedido captarlo. En tal reseña yo sostenía –y sigo sosteniendo– que los partidos comunistas occidentales cometieron el error de aplicar mecánicamente el principio del derecho a la autodeterminación a los países de Europa occidental cuando había sido elaborado para las naciones de Europa central y oriental y, especialmente, para las integradas en los imperios Austro-Húngaro y Zarista, que constituían verdaderas «cárceles de pueblos». Además, según dejó bien establecido Lenin, tal derecho no era un derecho socialista sino un derecho democrático-burgués que debía, o no, ser aplicado según las condiciones históricas concretas que se diesen en cada caso concreto. Sólo debía aplicarse en los casos concretos en que su aplicación favoreciese el proceso de emancipación de la clase obrera. De lo contrario se favorecería a un nacionalismo pequeño-burgués que debía ser siempre rechazado. El derecho a la autodeterminación no puede constituir nunca un derecho absoluto que deba ser aplicado siempre, cualquiera que fueren las circunstancias. Precisamente tal tesis he sostenido en la conferencia titulada «El marxismo y la cuestión nacional» que he desarrollado, el 30 de enero de 2003, en el Centro cultural «Juan Marinello» de La Habana (Cuba), que constituye también la cátedra Antonio Gramsci de la Universidad de La Habana. En mi conferencia cité también un artículo titulado «El derecho a la autodeterminación una gran decepción», del sociólogo antiimperialista norteamericano James Petras, en el que sostenía que el derecho a la autodeterminación había cambiado de carácter durante los últimos años. Había sido justo cuando se aplicó a las naciones oprimidas de Europa central y oriental, o al proceso de descolonización de las naciones colonizadas del Tercer Mundo. Ahora era injusto y reaccionario, por la utilización que Alemania y EEUU habían realizado para desintegrar a un Estado, como Yugoslavia, que se oponía a sus ambiciones. Por ello, proponía que los partidos comunistas occidentales volviesen a la posición de Lenin de no apoyar la aplicación del derecho de autodeterminación cuando éste suponga apoyar a nacionalismos pequeño-burgueses reaccionarios.
Conclusión
Con el panfleto que hemos criticado a lo largo de este artículo, Felipe Giménez se encuentra muy alejado de la calidad de su valioso libro La ontología materialista de Gustavo Bueno, que en su día contribuimos a presentar. También del interesante artículo que logramos que se le publicase en la revista ovetense El zascandil ilustrado. Como veterano amigo y compañero suyo, lamento el proceso de decadencia intelectual que en él se ha producido durante los últimos años. Parece que no sólo sufre la enfermedad del infantilismo sino ciertas formas de senilidad. Al principio me sorprendió que, por sus exageraciones y excentricidades, hubiese acabado enfrentándose con todo el personal de su Instituto –profesores, alumnos y padres de alumnos– pero ahora comienzo a comprenderlo.
Notas
{1} José María Laso Prieto, «El Derecho a la autodeterminación», en revista Utopías-Nuestra Bandera, nº 188 (Madrid 2000). Tal revista es el órgano ideológico y político del Partido Comunista de España.