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El Catoblepas, número 11, enero 2003
  El Catoblepasnúmero 11 • enero 2003 • página 15
polémica

Sostiene Puente Ojea.
Con reconocimiento y sin alevosía indice de la polémica

Pelayo Pérez García

Respuesta a las Apostillas publicadas por Gonzalo Puente Ojea
en el número 10 de El Catoblepas

Sostiene Gonzalo Puente Ojea que es un monista materialista y como esto no se sostiene en nada, dice sostenerse en la materia física y nada más que en ella, y sólo en ella, pues nada hay que no sea ella y todo lo demás es, en consecuencia, meta-físico. Sostiene el Sr. Puente Ojea, así pues, que no se sostiene el pluralismo ontológico del Sr. Bueno en nada material, pues su Materia Transcendental, también conocida como MT, no es sino otra forma de decir Ser Transcendental (ST) al aristotélico modo, según su interpretación claro está, la cual según cree se sostiene en la interpretación sui generis que de la Sustancia hace el Sr. Ferrater Mora en su conocido Diccionario de Filosofía, fuente última de la sabiduría y no los propios textos aristotélicos u otros, escolásticos o no, que en ellos bucearon tantos otros para, en cada caso, contribuir a la construcción del discurso filosófico que, por ello, tiene sus elementos filológicos pero que de ninguna manera puede sostenerse y reducirse a ellos.

«Reducir» parece ser una palabra maldita para los monistas, y con razón, pues sosteniéndose en la única materia, aunque según dicen plural en sus manifestaciones que, según aseguran, la mente material de la misma materia contempla desde sí misma, en un imposible cerco o esfera sin fisuras, donde las diferencias se reiteran como imágenes en una pantalla interior a la esfera giroscopio que otros califican de «cerebro», y la cual en sus giros eternos produciría las diferentes modulaciones y figuras, algo así como la diferancia introducida astutamente por el señor Derrida para dar cuenta de la diferencia... (que, como seguro sabe el Sr. Puente Ojea, en francés queda mejor, pues su fonética le permite el juego de la semejanza entre ambos vocablos que se pronuncian igual, y es esta semejanza de la «voz-espíritu» la que rompe la escritura, es decir, es el «fenómeno» el que marca la «diferencia»)la operación «reducir» entonces nos dejaría ante el límite de esa sola materia, en las puertas mismas de «nada»...

...En fin, cómo reducir aquello que por definición es único. Lo uno es irreductible. No hablamos del Sr. Ojea, hablamos de la materia ontológico general y ontológico especial. Esa sola Materia, esa Naturaleza, esa Física no le suena al Señor Puente Ojea a Metafísica, no, pues que según dice se puede tocar, medir, manipular, experimentar y por tanto deducir científicamente como concepto a partir de nuestros sentidos, nuestras experiencias, nuestros cuerpos ellos mismos materiales, con sus complejas estructuras, y todo a partir de la materia común. La diferencia entre una materia física o química o la biológica, por caso, no son sino de «forma». O dicho de otro modo, formalismos. Pero si son formalismos, y no pueden ser otra cosa desde el presupuesto reductor del monismo materialista, formalismo que a su vez dice explicar la pluralidad epistemológica del mundo, frase está donde las haya digna de recensión pública. Cabe preguntar si este formalismo es él mismo «materialista», y si lo es, reincidir en la pregunta ¿su materialidad es la misma que la susodicha Materia única y generadora, demiúrgica y pensante, o sea, digámoslo de una vez, parmenidea, presocrática, Ser que es idéntico al Pensar..?

Sostiene el Sr. Puente Ojea que caemos en la mistiquería, desde el púlpito que nos asigna, por hablar de Dios y de la Nada, y del atenazamiento en el que se sostiene, no sólo desde Eckart sino desde Hegel, para denostar a éste que, sin embargo, como un Parménides moderno y dialéctico, recupera la frasecita y al Ser Racional y Unico, Absoluto, por considerar que «todo lo racional es real, y todo lo real es racional», con lo cual no se ve en que se distinguiría el Sr. Puente Ojea de Hegel, dicho esto con perdón del espíritu hegeliano naturalmente. La diferencia entre ambos, no debería ser necesario recordarlo, radica en «el Sistema» de la Ideas que Hegel sí tiene, comenzando por la de Sistema, se esté o no de acuerdo con el Idealismo, éste sí objetivo que no el de Kant como asegura el Sr. Puente Ojea, el cual no trata con las Ideas, sino con las «ideas generales y los conceptos», al humeano modo. Sostiene el Señor Puente Ojea una materia, un monismo, y al mismo tiempo, y surgiendo de su cabeza hídrica una ciencia, eso sí positivista, experimental, y lo sostiene pese a su materialismo frente al empiriocriticista Lenin, frente al dialéctico Bueno y frente a quien sea menester, sin aclarar si la Ciencia es el fundamento de ese monismo o ese monismo lo es de la Ciencia y cómo ello es posible, el conocimiento, si además se ignora alegremente a Platón y su Teoría del Conocimiento, sostenida en la symploké de las Ideas, así pues en el pluralismo ontológico, y no epistemológico, necesario y consecuente ahora, desde el cual se pueden establecer sus relaciones, con sus convergencias y divergencias, con sus contradicciones, &c., que constituyen la lógica material, también llamada dialéctica.

Sostiene el Sr. Puente Ojea que los eminentes esposos Churchtland, los Crick, Weinberg y tantos otros le dan la razón, lo cual no añade nada a su argumento, salvo mostrar la debilidad del mismo al tener que apoyarse en la autoridad de científicos que filosóficamente no tienen nada que enseñar y sí mucho que aprender, como todos por lo demás. Pues sostiene el señor Puente Ojea que su capacidad está probada en muchos foros y es muy respetada como muy bien saben sus «enemigos naturales», los religiosos a los que tanto ataca y que nada pueden contra su probada argumentación. No vemos que nos cuenta con todo esto, ni con sus insultos ni quiebros contra el desvarío de Bueno y su perdida del control de la nave, ante la corrosiva intrusión de advenedizos como el que esto escribe. Eso sí, sostiene también, con el insostenible Popper, que la sociedad abierta tiene enemigos desde antiguo, sobre todo en Platón y sus Ideas, en las que no cree nuestro monista y antidialéctico pensador, porque sostiene que toda ella, la dialéctica, no es más que verbalismo compuesto de filigranas o, en el mejor de los casos, «taxonomías interesantes», pues a eso se reduce ni más ni menos la Gnoseología de Bueno y su Teoría del Cierre Categorial.

Sostiene el Sr. Puente Ojea que «yo» no soy nadie, y en eso ya estábamos. Y además sostiene que soy un ignorante, cosa que no ignoro sin embargo, lo cual pensaba subsanar midiendo mis límites con su erudición y su, sin duda, inteligente contribución entre otras. Pero también sostiene que formo parte de una «cuadrilla», lo que es más que insostenible, que le prohibe ser ateo, cosa incierta también, pues nadie prohibe a nadie ser lo que quiera, incluso lo que no puede ser. Sostiene además que soy discípulo y epígono de Bueno, y como esto no los sostengo yo, lo recibo como un elogio y mi intención no sería otra que estar a la altura de semejante condición, pues pretender ser, como tantos, original y caer en la bobería, como casi todos, no precisa de demasiado esfuerzo y condición y, sobre todo, no nos exige transitar por los límites de nuestra ignorancia, someterlos a caución, criticarlos, laminarnos, construirnos como conciencias. Y como quiera que no somos espíritus, esta conciencia no la poseemos por el sólo hecho de ser cuerpos materiales vivientes, sino porque siendo cuerpos vivos, móviles, relacionados con otros cuerpos vivos, entretejidos y envueltos por las formas del conocimiento histórico, por las relaciones sociales, lingüísticas, tecnológicas, por insertarse, inter-calarse, en fin , este cuerpo en el presente discursivo, en la diacronía que tal inserción convierte en sincronía, el corte permite decir: «yo...», en referencia a lo cortado y a lo re-iniciado por este «yo» que ha de sostener, entonces, lo que dice y lo que hace, como enseñara Sócrates, como (su) argumento en persona. Este «yo» que establece una frontera, un «límite», que une y separa precisamente un género de materialidad con otro, que no un «mundo» ni «un reino», digamos mi «ser biológico» y mi «ser antropológico, social, humano», es decir, mi bio-grafía, que mi escritura, mi nombre, mi pertenencia al espacio antropológico, histórico, hacen posible, técnicas y ciencias mediante, pero que, más allá de ese «yo que habla», se extiende envolvente el «discurso», los conceptos e ideas, la teorías, la Lengua, la Geometría, cuya materialidad circunscriben los trazos legibles, perceptibles, irreductibles sin embargo al soporte material particular, como el «cubo» es irreductible al cristal, la madera o el metal con los cuales podemos construirlo...Pero aquí, en la intersección de estos ejes, es donde y cómo se desoculta, tras «el yo» subjetivo y corpóreo, el ego insostenible y espiritual, metafísico según teme el señor Puente Ojea. Y es esta inserción en la historicidad, esta «historia de las Ideas», de las Técnicas y de las Ciencias, esta humanidad y su inteligibilidad, como ya viera el denostado Aristóteles, lo que me explica y no las complejidades sistémicas del organismo sin el que, empero, no cabe explicar nada, lo cual es diferente. Y es que no se sostiene «todo» lo anterior sin estas partes, que además en sus relaciones permiten, por la inclusión de este tercer género de materialidad (donde situamos, por ejemplo, al «cubo» irreductible, «perfecto» y realísimo), solventar el problema del dualismo que todo monismo encubre, oculta y desfigura en la circularidad del sí mismo, un mundo subjetivo encerrado en sí y para sí, pero sostenido sobre la materia dura del suelo firme...que conviene aclarar en qué se sostiene, pues al hacerlo podemos empezar a separar lo uno de los otro y así descubrir estructuras, relaciones que, como el cubo mentado, no se reducen a la «tierra particular», al fenómeno percibido, positivo, y que por tanto, «la gravedad» por ejemplo, habrá que «situarla» en algún lugar, enclasarla más allá del cerebro de Newton, en algún género de materialidad, pues material es no sólo su efectividad sino su formulación newtoniana o einsteniana.

Se sostiene Gonzalo Puente Ojea en sus miles de páginas, a diferencia de nosotros que hemos tirado por insostenibles muchas más, y se supone que la repercusión que han tenido no se sostiene más que en la retórica en la que tantos otros, a los que ataca empero y con razón, se sostienen. Y sostiene que Bueno es un gran Maestro y de enciclopédico saber, lo cual sostiene la tesis de la erudición como argumento filosófico que nacería de las fuentes sagradas de la Ciencia. Bueno no es un enciclopedista aunque por fuerza sea erudito, pero esto es una consecuencia no el sostén de la Filosofía de Bueno.

Pregunta Gonzalo Puente Ojea, en alemán claro está, que el Espíritu quién es, ¿qué señor es ese ése? Y tiene razón, no es ningún «señor», somos nosotros mismos, los sujetos de la historia, del conocimiento, los hombres y mujeres que construimos el Mundo.

Sostiene Puente Ojea tantas cosas para una sola materia que acaba por aburrir, por decir siempre lo mismo. Mas por gastar tanto el discurso se transparenta, y deja ver el círculo vicioso de todo monismo, el sujeto psicológicamente encapsulado contemplando pasar en procesión esas múltiples formas de su Perceptron.

Sostiene el Señor Puente Ojea, en fin, que su ateísmo probado se sostiene en su monismo materialista, pero nosotros creemos que si así se sostiene su ateísmo, venga Dios y lo vea. Se sostiene el señor Puente Ojea en «lo que hay», en lo percibido y experimentado, en los sentidos que una extraña mente interior, empero, modelo de ordenador neural inexplicable, cerebro epistemológico a su vez, que succiona, separa y deja ver las «formas» plurales de su «espistéme» cerebral (¡!) ...Sostenemos nosotros que los cerebros no se reducen a ningún eminente cerebro, pero tampoco a sus redes paralelas, a sus módulos, a su complejidad exponencial operatoria, sin la cual, evidentemente ni Puente Ojea ni el que suscribe podrían percibir, caminar, coger, traer, quitar, escribir y leer entre otras cosas. Pero este cerebro reducido a su condición material primogenérica no puede explicar «lo que piensa» apelando a perceptrones o epistemes, como tampoco a demonios interiores o almas espirituales encapsuladas que dieran cuenta del espacio psicológico abierto por las operaciones mismas del animal neurológicamente desarrollado, que bajo ningún concepto negamos. He ahí un límite, como lo hay regresando en el análisis de la «materia física» cuando, tras 20.000 millones de años luz se alcanza la indeterminación y aparece «la Energía», que se postula como potencia aristotélica, sin decirlo, y dinamitadora, expeliendo así las «formas», los fenómenos, el Mundo, en su «Acto» energético puro: Big-Bang.

Si esto es así, esa Energía contiene ya en sí este Cerebro, estas mentes, estas epistemes, estas ciencias, y sus leyes y sus teorías... Pero entonces esa Energía no es otra cosa que la secularización de Dios o del Espíritu Absoluto, del cual emana o emergen epifenómenos como la conciencia. Sostiene el señor Puente Ojea, seguro, que todo esto es sofistiquería, pero como tantos otros a su alrededor elude el enfrentamiento que sin duda todas estas cuestiones plantean y a las que aludíamos al hablar en nuestro artículo sobre su ateísmo imposible por el atenazamiento de todo positivista.

Sostiene el señor Puente Ojea que «yo» soy un pueril aprendiz de metafísico en la «escuela de Bueno». Que soy aprendiz es evidente, que soy pueril lo es menos, aunque sólo sea en honor a mis canas. Pero en filosofía no se elude esta problemática, ni los límites de la abstracción, límites metafísicos, sino que se intenta mediante el sistema conocido como «materialismo filosófico» mantener a raya por así decir las veleidades metafísico-espirituales en las que, de una u otra manera, todos nos encontramos, sepámoslo o no. Ahora bien, la ontología y la gnoseología de Bueno permiten establecer esta red de relaciones dialécticas en cuya intersección, la Idea de Ego se dibuja como respuesta posible, precisamente a estas dualidades, a estos reduccionismos o tantos hipostasiantes desvíos. El «materialismo filosófico» no es una ciencia y por tanto la Idea de la verdad que utiliza, y la Idea de Materia que maneja, no es conmensurable con los conceptos empírico-formales de las ciencias positivas que, con todo su rigor, no agotan la realidad del Mundo ni mucho menos. Las Ideas precisamente son la respuesta a esta inagotabilidad, aparecen en los límites de nuestras relaciones y operaciones, como consecuencia de tensiones como las que planteamos ahora y aquí, y contienen el momento de la cristalización sintética de las «formas» de las mismas, no desvinculables, pero sí disociables.

Por tanto, se someten al cambio, a la transformación y por ello, por su carácter sintético, nos permiten avanzar en el conocimiento del Mundo, en su construcción práctica, política, filosófica y científica. La Ontología, pues, sostiene la Gnoseología en cuyo trenzado, se segrega el Ego transcendental que sin él no se sostendría en nada, desvinculado del Mundo, realmente metafísico, etéreo, Espíritu al que tiene razón en criticar el Señor Puente Ojea.

De vuelta pues al mismo mundo donde ambos discutimos, espero que con probidad y sereno entendimiento común, recojo el armisticio que propugnó el señor Puente Ojea en su respuesta a mi artículo que, a diferencia de su emotiva respuesta, en ningún caso descendió al insulto o la descalificación intelectual que sin duda le reconozco, ¿a qué vendría sino este tiempo de reconsideración y respuesta? Así pues, salud.

 

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