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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 10 • diciembre 2002 • página 18
Televisión

Cambio climático en la RAI

Gabriella Vitiello

La televisión pública de Italia frente a los intereses de Berlusconi, principal propietario de emisoras privadas de televisión y a la vez Presidente del Gobierno

Lo público: RAISilvio Berlusconi, jefe de la cosa pública en Italia y dueño de la cosa privada en varios lugares de EuropaLo privado: Mediaset

«Censura soft» denominaba el premio Nobel de literatura Dario Fo sus experiencias con la RAI. El reconocido dramaturgo a petición del entretenedor Gianni Morandi iba a salir en la emisión de sábado tarde de su show que la primera cadena de la televisión estatal italiana emite con éxito moderado. El invitado distinguido iba a presentar unos extractos de su obra teatral De Tangentopolis al irresistible ascenso de Ubu-Bas. Ubu Bas, la parodia sobre el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, iba a ser complementada con un entremés satírico sobre el presidente de la Liga Norte, Umberto Bossi –así lo habían acordado el presentador del programa y el premio Nobel. Pero el departamento de contabilidad de la RAI no participó en el juego. Primero retrasó la contratación, comunicándole luego a Fo –sin negociar el cobro– que había problemas con el presupuesto. «Un veto de la dirección superior», sospecha Fo, quien compara el comportamiento de la RAI con un «golpe preventivo». Antes por lo menos le habrían dejado hablar primero, ahuyentándole después, ahora ya hacen imposible la respiración, porque ya le quitan del programa de antemano.

Dentro del paisaje de los medios italianos en los últimos meses se van acumulando absurdos e incidentes de este tipo. Ante todo cuando se trata de contenidos de programas o enunciaciones que caricaturizan o critican a Berlusconi. Así –como si fueran teledirigidos por una mano fantasmagórica– van desapareciendo moderadores estimados por el público con sus respectivos programas de los canales de la RAI; se anulan programas en el último momento y se cambian totalmente formatos de emisión. Desde que a inicios del año una nueva cúpula ocupa la planta directiva de la RAI, el conflicto de intereses mediáticos de Silvio Berlusconi salta a la vista con toda agudeza. Cuanto más pálida, más aburrida, menos creíble y menos ofensiva sea la RAI, más atractivos serán para el público los tres canales de Mediaset del Premier; y si los números de las audiencias de sus canales van subiendo, también van subiendo las ganancias por anuncios del hombre más rico y más poderoso de Italia.

La redacción del programa cultural Blob preparó, hace unas semanas, una serie televisiva en seis partes de retratos originales sobre Berlusconi para RAI Tre. El nombre «Blob» alude al título de una película norteamericana de 1958 que cuenta la historia de unas masas de monstruos mocosos. Desde hace trece años, Blob emite diariamente, al inicio del Prime Time, un recorte de diez minutos de imágenes pasadas por todos los canales de televisión, primordialmente en las 24 horas anteriores a la respectiva emisión Blob. El medio estilístico más importante de esta biografía televisiva bizarra consiste en el montaje: las imágenes hablan por sí, y el conjunto de los fragmentos cortos y rápidos causa efectos cómicos, hasta grotescos. Según el mismo principio habían montado también las imágenes de archivo de la «fenomenología televisiva de Berlusconi» –así denominó el director de redacción y crítico de cine Enrico Ghezzi los especiales sobre el Premier. Pero después de la segunda emisión, el ministro de Comunicación Maurizio Gasparriel se quejó en el diario de Roma Il Messagero de «el increíble montaje acerca de los tics y vergüenzas de Berlusconi». El director general de la RAI, Agostino Saccà, quitó la serie monotemática de Blob del programa, aunque esos docu-especiales de media hora cada uno ni siquiera se habían planificado para el Prime Time, sino para las 11 de la noche y más tarde.

Ya en el verano, la columna televisiva diaria de Enzo Biagi en RAI Uno, Il Fatto, y el informativo de Michele Santoro en la RAI Due, Sciuscià, se habían tachado de la parrilla de programación para la temporada televisiva del 2002/2003, que se inició en octubre. Desde entonces el destino mediático de los dos periodistas es incierto –el prestigioso Biagi era, hasta ahora, uno de los hombres modélicos de la RAI y es reconocido como uno de los sabios del periodismo italiano. En la directiva del canal todavía no se llegó a ningún acuerdo sobre el cuándo, dónde y en que forma Biagi y Santoro podrían reintegrarse en el programa. Causa de esa doble sanción deberían ser los múltiples enunciados de Berlusconi contra los dos presentadores de la RAI, aunque la cúpula de la RAI nunca haya puesto su procedimiento en conexión directa con los enunciados del Jefe de Gobierno italiano.

Entre enero y junio de 2002, el Premier acusó en conjunto cuatro veces a Biagi, Santoro y al cómico Daniele Luttazzi, del programa satírico Satyricon, que ya había desaparecido el año anterior de la RAI: «Ya tuve la ocasión de decir que el uso que hacen Biagi, Santoro y Luttazzi de la televisión pública, que se paga con el dinero de todos, es criminal», decía Berlusconi en abril. Respondiendo a las preguntas de unos periodistas sobre si eso significaba que los tres en cuestión no deberían seguir trabajando en la RAI, el Premier dijo: «En cuanto cambien... – no se trata de ellos personalmente– ... pero no cambiarán.» A Biagi, Santoro y Luttazzi les caracteriza una cosa en común. Los tres se dedicaban, en el año de campaña electoral de 2001, a las tesis del equipo de autores Elio Veltri y Marco Travaglio. En su bestseller «L'odore dei soldi» (El olor del dinero), Elio y Travaglio investigaron tanto la procedencia no aclarada y dudosa de los bienes de Berlusconi, como las presuntas conexiones con la Mafia siciliana durante la construcción del holding de Berlusconi, Fininvest.

Está claro que Michele Santoro no va a recuperar su viejo espacio de emisión los jueves por la noche. Desde hace dos semanas, lo ocupa su «sucesor», Antonio Socci, vicedirector de RAI Due, con la tertulia informativa Excalibur. Socci y su jefe Antonio Marano prometieron «cosas sorprendentes» y «políticamente equilibradas». La mayoría de los teleespectadores, sin embargo, después del primer tiempo de emisión estaban estupefactos porque el nuevo Tele-Perceval había golpeado a sus alrededores con su bloque de notas, como si éste fuese una espada; además había atacado a Vittorio Agnoletto, uno de los dirigentes espirituales de los críticos italianos a la globalización, y había metido en el mismo saco ideológico al Foro Social Europeo y a los jemeres rojos de Camboya. Éste es el punto más bajo del programa de información, juzgaron muchos espectadores y políticos de la oposición.

También causó indignación la reestructuración de la tercera cadena estatal de radio. RAI RadioTre en los últimos años bajo la directora de programación Roberta Carlotto se había perfilado como un canal cultural de alto nivel ganando cada vez más radioyentes regulares. El nuevo director Sergio Valzania reestructuró grandes partes del programa recortando numerosas emisiones, entre ellas, la revista de prensa internacional, y eso apelando a la innovación y modernización. Además de esas, pronto desaparecieron el programa literario Fahrenheit y el de investigación Le Oche di Lorenz (los gansos de Lorenz) – rarezas en el paisaje de la radio. Los radioyentes decepcionados actualmente canalizan su enfado en Internet (www.cosapensi.com) para hacer hincapié a la pérdida de contenidos informativos en la radio.

El semanal Diario, de Enrico Deaglio, llama la atención con una apelación sobre la situación precaria en la que se encuentra parte de la rama de imprenta y editoriales. Berlusconi y su empresa Fininvest no sólo pidieron una reparación civil a los autores Marco Travaglio y Elio Veltri y sus editores revindicando indemnizaciones tremendamente elevadas, sino también a la revista cultural Diario; porque el semanal de Enrico Deaglio, también el año pasado, había tratado críticamente el origen de la fortuna de Berlusconi en la edición especial «Berlusconeide». La demanda –según Mario Portanova, uno de los redactores de Diario– les llegó sin ningún aviso previo. Berlusconi ni había revindicado una contrastación pública, ni ningún debate acerca de los contenidos publicados; un acusador serio habría presentado una querella (inicio de un proceso penal) porque sólo en este caso la fiscalía puede investigar con detenimiento el caso. Si Diario perdiese el actual proceso civil, lo más probable es que eso significase la quiebra económica del periódico.

Todas estas cosas, mientras tanto, se hacen palpables en las estadísticas: en la primera investigación mundial acerca de la libertad de prensa, que han llevado a cabo hace poco Reporteros Sin Fronteras, Italia, en la comparativa internacional, figura en el lugar 40. Muy lejos de los países de la EU, y detrás de Perú, Bulgaria y Corea del Sur.

Publicado en Frankfurter Rundschau, 19 de noviembre de 2002
Traducción de Nicole Holzenthal

 

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